«José es uno más. Tiene sus encargos, co hacer su cama, recoger los juguetes… Me aborto eugenésico reflexionaran sobre la vivir una vida como
Aún no había cumplido los 8 años cuando supe que mi hermano tenía Síndrome de Down. Me lo debieron decir mis padres poco después de que mi hermano José naciera, pero no recuerdo el momento exacto. Desde el primer momento entendí en qué consistía, porque tengo un tío de mi edad que también tiene Síndrome de Down. Mi primera reacción fue preguntar si se podía curar. En el momento en el que me contestaron que era incurable, comencé a rezar para que Dios hiciera un milagro. Con el tiempo dejé de rezar porque se curara y empecé a aceptar que sería siempre así. El mayor reto es no desesperarte. Si pierdes la paciencia, le hablas en un tono más duro y entonces puede sentirse dolido o no querido. La mayor recompensa es el cariño que te tiene, por ejemplo, cuando te saluda al llegar a casa como si llevara una semana sin verte. Me preguntaron si considero que si una persona con Síndrome de Down puede integrarse a la sociedad y pienso que hay grados de Síndrome de Down: hace nada leí que un joven con Síndrome de Down acababa de sacarse una carrera universitaria. También vi un vídeo de otro que tenía un restaurante. La gran mayoría de estos enfermos pueden tener trabajos que no exijan mucha cualificación y tengan una cierta repetitividad. Sin embargo, José nunca podrá sacarse un título universitario ni se le puede exigir mucha creatividad, pero sí que siga un modelo de trabajo y poner todo su empeño en que quede perfecto.