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Una mujer singular. Fina Alegría Villalba y Juan Ramón Gómez Escrich - - - - - - - - - - - - - - - - - pág

UNA MUJER SINGULAR In memoriam

Fina Alegría Villalba

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Ya su nombre dice mucho de ella. Desde que comprendió lo que su nombre sig nificaba, hizo honor a él. No sabía todavía que era “Tauro” pero reunía muchas características de su signo zodiacal. Era bella (por dentro y por fuera): Venus. De ideas fijas: Tierra. Era de vestir de color, pero siempre elegante. Tuvo su etapa de negro (como todas). Siem pre a la moda. Aunque el rosa (de su piel, porque no tomaba el sol) le favorecía. Joyas (las justas) buenas. Pero pendientes todos. Las flores en la solapa (por sus alergias). El pan y la fruta nunca le faltaban. Animales de compañía solo uno (ya sabéis, por sus alergias). Generosa hasta el extremo de estar siempre en deuda con ella. Era una “personita” individual. Pero dis puesta a ayudar siempre. Y se dejaba ayudar. Trabajó con firmeza pero despacio. Componía “poemas”, recordaba poesías, las recitaba. Telefoneaba a sus amigos, familiares, hijos. Recordaba cumpleaños, aniversarios, etc. Ella, muy sutilmente y con su rasgo más característico (la sonrisa), nos tenía a todos cautivados. El “dulce” la subyugaba. Siempre tenía bom bones, galletas Artiach, rollicos, etc., que in mediatamente te ofrecía. ¡Ah!, y buena agua, Solán de Cabras, que le bajaban a su casa. Se cuidaba en la comida (para no ganar peso). Se cuidaba en no constiparse (para no dar faena). En definitiva, se cuidaba. Tenía un bonito cuello, que aún adornaba con collares. ¡La música!, de las artes, la que más valora ba. Y eso que la poesía era su fuerte. Canturreaba canciones de época que se sabía de memoria; era muy entonada. Y las bailaba. Reía los chistes como si los oyera por prime ra vez (sobre todo los de su amigo Rafael). ¿Quién es? AMPARO Quién va a ser si no.

AMPARO

(A LA MUERTE DE MI MADRE) ¿Nadie? ¿Es que no hay nadie? ¿Es que no ha quedado alguien? ¿Es acaso esto una sombra? ¿Son acaso esos unos árboles? ¿Y todo lo demás, qué es? ¿Tan solo el aire? Dame pues tu mano, madre, que mi mano siempre será la tuya, porque... ¿sabes? Puede que mi calle esté un poco más arriba, un poco más adelante.

Juan Ramón Gómez Escrig

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