Restrepo, el conejo ha quedado ciego
CRISTTOFF WOLFTOWN
¡Restrepo, el conejo, ha quedado ciego! Ándate cabrito, se parece a otro cuento; al de Alberta, la mosquita muerta, aunque a Restrepo, el conejo, le pasó por menso y no quiera reconocerlo.
Pasó que por dárselas de galán en un gallinero, acosando a cuanta gallina con sus cuentos y asustando a los gallos cual zorro mal hecho, no habría caído en cuenta en la fragilidad que poseen los palos de un gallinero gracias al abundante guano, por lo que en uno de sus tantos saltos, erró y cayó de bruces al suelo, quedando peor que cualquiera de los palos cagados
y
con
los
ojos
llenos
de
estiércol.
Viendo en tal desmedro su ego, se retiró a tientas y con las orejas gachas de aquel gallinero, mientras lo despedían
a
coro
riendo,
gallinas
y
gallos
cacaraqueando.
¿Quién me manda meterme en tan sucio gallinero y por culpa de ello encima quedar ciego? - reprochábase para sí mismo Restrepo, el conejo. Habré de conformarme con mi propia cueva y, si gracias a mi hedor hedionda la dejo, a cambiarse de cueva se ha dicho, dijo el conejo...