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OBESIDAD INFANTIL

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EFEMÉRIDES

EFEMÉRIDES

Existe una reacción social frente a la obesidad que lleva a la estigmatización de los que la sufren. La obesidad infantil produce un impacto negati-vo en la salud, tanto durante la infancia como en la etapa adulta. A nivel psicológico, los escolares con obesidad presentan peor autoestima, trastornos del sueño o mayor riesgo de acoso o aislamiento social. Los adultos que han padecido

LA OBESIDAD ES UN EXCESO DE GRASA CORPORAL QUE ALTERA LA SALUD. SIN EMBARGO, LOS MÉTODOS DISPONIBLES PARA LA MEDIDA DIRECTA DEL COMPARTIMENTO GRASO NO SE ADAPTAN A LA PRÁCTICA CLÍNICA DE RUTINA. POR ESTA RAZÓN, LA OBESIDAD SE SUELE VALORAR UTILIZANDO INDICADORES INDIRECTOS DE LA GRASA CORPORAL COMO ES EL ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC).

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IMPORTANCIA DE SU DIAGNÓSTICO

En la actualidad se acepta que la obesidad infantil se define en función de los valores de IMC referidos a cada edad y sexo y parece importante utilizar los estándares internacionales publicados recientemente. Estos estándares fijan unos valores equiparables a los 25 y 30 kg/m2 utilizados en adultos.

La prevalencia de sobrepeso y obesidad en la infancia y en la adolescencia ha aumentado de forma alarmante en las últimas cuatro décadas en muchos países de Europa, sobre todo en los del área mediterránea. Según la Oficina Regional para Europa de la OMS, la prevalencia de obesidad en niños de 6 a 9 años variaba en 2012/2013 del 6 al 28% en niños y del 4 al 20% en niñas, siendo mayor en el sur de Europa.

En España, según datos del Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Ali-mentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad (ALADINO) en 2011, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en escolares de 6 a 9 años era del 26,2 y 18,3%, respectivamente. En una reciente revisión ha disminuido la prevalencia del exceso de peso entre los escolares de 6 a 9 años un 3,2% desde 2011 a 2015 por la disminución del sobrepeso, mientras que la obesidad permanece estable (ALADINO 2015. Anales de Pediatría 94:2021; 366-76).

Las causas de la obesidad se pueden agrupar en tres núcleos. El primero de ellos es nutricional: el balance energético es positivo y prolongado (mayor ingesta calórica que el “gasto” energético diario). El segundo núcleo causal es el genético: actúa a través de alteraciones hereditarias monogénicas que son un porcentaje mínimo de las obesidades o a través de la pre-disposición familiar (alteraciones poligénicas) y epigenéticas (mecanismos ambientales que regulan la expresión de los genes). El tercer núcleo causal lo constituiría un conjunto de factores predisponentes o de riesgo: peso al nacer mayor a 4 kg, rápido crecimiento durante los primeros 6 meses de vida, la privación de sueño (menos de 10 horas/día entre los 2 y los 6 años de edad), ascendencia étnica, bajo nivel socioeconómico, deficiencia en vitamina D, vivir en una comunidad donde predomina el sobrepeso/obesidad, la ingesta rápida de alimentos o el mayor número de comidas, entre otros.

ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC)

Es el resultado de dividir el peso en kilogramos por la talla en metros al cuadrado (kg/m2) y valorando la distribución corporal de la grasa (ratio cintura/talla), pudiendo definirse la presencia de sobrepeso (percentil >85 IMC) u obesidad (percentil >95 IMC), respectivamente.

obesidad infantil tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, resistencia insulínica y diabetes, trastornos musculoesqueléticos, algunos cánceres o discapacidad.

La obesidad infantil constituye en sí misma un factor de riesgo para ser un adulto obeso, siendo relevantes la edad de comienzo y la duración. La detección precoz del exceso de peso y su prevención durante la infancia son fundamentales para lograr mayor impacto sobre la salud y contribuir al mantenimiento del peso correcto desde la niñez y para toda la vida.

Para prevenir la obesidad desde edades tempranas, es necesario continuar desarrollando intervenciones para el fomento de la actividad física y de hábitos alimentarios saludables (evitar los snaks, bebidas azucaradas...) y para la reducción del sedentarismo y del uso de pantallas (móviles,tablets...) entre los escolares, que conllevan una cierta disminución de la actividad física. Pero la situación actual es compleja y dista de ser favorable, pues existe una ineficacia preventiva de los programas actuales y en menor grado de los terapéuticos, precisando de una mejor atención por las y los pediatras y enfermeras de atención primaria para lograr un seguimiento adecuado. Como dice el Dr. W.H. Dietz (The Hill, 30 Nov 2019) “si la obesidad es una epidemia, por qué no hemos respondido adecuadamente”, y establece comparaciones con otras epidemias, existiendo la tendencia casi global del menor implemento de políticas saniitarias contra las enfermedades no declarables (como la obesidad).

En el próximo número abordaremos el tratamiento de la obesidad y la dificultad de conseguir una pérdida de peso duradera. 

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