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Aconcagua
ACONCAGUA
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No hay muchos días volables en la montaña más alta de América, el Aconcagua (6.962m). Pero este año, el 15 de febrero el viento dejó de rugir y Antoine Girar estaba ahí para aprovechar el momento. Voló 70km, subió a más de 5.000m, sobrevoló la cumbre y aterrizó en la montaña a 6.500m para pasar la noche. Nos cuenta su historia
Los Andes van de norte a sur en Sudamérica y dividen el continente de oeste a este. El primer cruce exitoso de los Andes fue el 24 de junio de 1916 en globo aerostático de Chile a Argentina. Pasaron diez años para que se establecieran los primeros vuelos postales y no fue sino hasta 1964 que el piloto de planeador Alejo Williamson logró cruzar.
Varios pilotos de parapente han intentado cruzarlos, pero el terreno es salvaje, no hay agua y hay vientos violentos repentinos. Hay pilotos que han cruzado los Andes más hacia el sur, donde las montañas no alcanzan los 2.000m, pero nadie había sobrevolado en parapente el punto más alto: el Aconcagua de 6.963m.
Sin embargo, era posible hacerlo. El 31 de diciembre de 2005, el piloto de ultraligero Richard Meredith-Hardy remolcó al piloto de ala delta Angelo d’Arrigo y ambos sobrevolaron la cumbre del Aconcagua durante una expedición.
En 2018, hice un viaje de 2.500km por los Andes junto a Martin Beaujouan y volamos gran parte. Aproveché para explorar un cruce e incluso me acerqué - llegué a 15km del Aconcagua.
Cuando regresé a Francia, revisé los archivos meteorológicos. En diez años, hubo ocho con una ventana corta de cuatro o cinco días en los que se pudo haber volado. Estas ventanas fueron entre el 15 de febrero y 4 de marzo, con viento oeste.
Así fue que llegué a Chile a finales de enero para aclimatarme y prepararme. No solo quería cruzar los Andes, sino sobrevolar el Aconcagua.
Del 1 al 9 de febrero, estuve escalando, caminando, volando y explorando las montañas y volcanes de 5.000m de los Andes. ¡Podría escribir un libro! Regresé a Santiago el 9 y vi que la ventana del 15 al 17 se veía bien. El único problema era que estaba cansado. Por otro lado, el clima pintaba bien.
Luego de dudar un poco, decidí despegar desde un antiguo despegue de ala delta al oeste del Aconcagua, en vez de al sur. Si la previsión era correcta, llegaría al Aconcagua en un día. Si no funcionaba, tendría suficiente comida para una semana.
15 de febrero, día 1
La mañana del 15 de febrero, me encontraba en el despegue a unos 1.500m. Tenía la impresión de que sufría mi expedición, en vez de dirigirla. Despegué con dos chaquetas y todo el equipo para volar en altura. Fue difícil aguantar a 30ºC.
Mis amigos Julián y Marcello me acompañaron los primeros 15km. El día estaba estable y tuvimos que volar lento. Dejé a mis amigos atrás luego de 90 minutos y entré con cuidado al valle de no retorno. Sería imposible regresar volando por el viento.
Fijé la mirada en mi meta, era hora de meterme en mi burbuja para los próximos días. Sentí que me transformaba, que mis sentidos cambiaban y se agudizaban. Mi energía, fuerza y atención se dirigían a un solo propósito. Mi percepción del mundo cambió. Ya no tenía miedo, sino que lo usé para fortalecerme. Mis decisiones se hicieron claras y precisas; mis pensamientos, rápidos y limpios.
Había cúmulos sobre la cumbre del Aconcagua, buena señal. Remonté lentamente y las capas de ropa se fueron haciendo más soportables. A partir de 4.500m, hacía frío y me cerré las chaquetas.
Luego de 70km, llegué a la frontera entre Chile y Argentina y pensé: iba a cruzar la frontera de forma ilegal, sin sellar el pasaporte. Tendría que regresar por la montaña.
Llegué a una cara de la montaña multicolor que funcionó bien. Había poco viento, pero era final de tarde y la cumbre del Aconcagua ya había desaparecido detrás de una nube, haciendo sombra: mala señal. No quise pensar en ello y en cambio, fui a la última pared que está antes de la cumbre. Remonté fácilmente, pero el techo estaba a apenas 5.500m.
Estaba congelado, la temperatura estaba muy por debajo de cero.
A 5.000m, me comprometí y crucé hacia la cara oeste del Aconcagua. Había una nube a 6.600m y la base era negra, oscura y daba miedo. Remonté por la montaña y saludaba a montañistas que descendían de la cumbre. Los diversos campamentos de altura estaban cubiertos con carpas de colores, que se veían diminutas bajo mis pies, un gran contraste con el ambiente remoto en el que había estado hasta entonces.
Encontré un lugar perfecto a unos 6.500m para aterrizar y hacer vivac. ¿Me atrevería? Pero antes de que pudiera ver más, encontré una buena térmica que me catapultó a 7.203m, muy por encima de la montaña ¡y en el barlovento! Estaba por encima de las nubes del Aconcagua. Sobrevolé la cumbre, pero no lograba verla. Apenas pude ver la cresta de la cumbre y luego se volvió a nublar. El frío se hizo insoportable, tenía que bajar.
Sentía que tenía la mano izquierda congelada y tenía la barba cubierta de escarcha. Agitaba frecuentemente las líneas para eliminar el excedente de hielo. Las cámaras estaban congeladas. Por estar tan alto, volaba a 55km/h en vez de a 40km/h.
Era difícil bajar, porque había térmicas en todos lados, pero tenía que hacerlo. Mientras aproximaba para aterrizar, me llamó la atención una masa amarilla y marrón. Era una chaqueta de montaña y unos pantalones desteñidos por el sol. Era el cuerpo de un escalador, conservado perfectamente. No tenía otra opción sino aterrizar a unos metros de él. Me recordó que estaba muy alto y que no había ayuda externa.
Aterricé bien, en un banco de nieve, aunque demasiado rápido. Sonreí y me di cuenta que era mi aterrizaje más alto, incluso más alto que cuando aterricé en el Spantik a 6.200m en el Kararórum.
Armé la carpa rápido, entré e intenté calentar mi cuerpo, sobretodo la mano congelada. Me di cuenta de algo que no había pensado antes: había roto el récord mundial de ganancia de altura. Despegué a 1.433m y llegué a 7.186m - una ganancia de 5.753m.
El récord anterior era de 4.526m y databa de 1993. Para celebrar, comí un poco que pan con queso, un lujo a esta altura.
La altura me afectó rápidamente. Empecé a vomitar y no podía dormir. El frío era demasiado intenso para descansar, creo que hacían unos -15ºC. Un suplicio. Derramé agua sobre mi chaqueta, pero se congeló y la quité a pedazos.
16 de febrero, día 2
Al amanecer, me preparé para subir a la cumbre a pie. Mi mochila pesaba 25kg y llevaba suficiente comida para una semana y tres litros de agua que ahora estaban congelados. Me encontré con los primeros montañistas que subían como zombis. Me sentía lento y débil y avanzaba a paso de tortuga. Cada paso no superaba el otro pie, pero encontré un ritmo.
Pero no lograba calentarme. Tenía los pies y la mano derecha congelados. Era superficial, pero no podía usarlos.
Me detuve a 6.750m a las 9:30am y estaba protegido del viento a 200m de la cumbre. El sentido común me dijo de no continuar hasta que se me calentaran los pies. Me masajeaba los dedos de los pies mientras esperaba el sol pero cuando llegó, los rayos eran demasiado débiles. Me quedé dormido varias veces. Temblaba más que una hoja muerta y no podía controlar el cuerpo. No iba a poder despegar más arriba por el viento, así que decidí no subir a la cumbre.
Bajé lentamente buscando viento más suave. Me detuve a 6.500m a observar. No había viento y esperaba despegar en la tarde. Me quedaba dormido. No podía mantenerme despierto si no me movía.
Era la 1:30pm y el único objetivo era despegar y bajar a un lugar más caliente. Despegué con buenas condiciones, directo a una buena térmica. Tenía demasiada tentación, era imposible abandonar la idea de grabar la cumbre.
Remonté fácilmente, pero estaba muy turbulento y era difícil mantener la vela abierta y grabar. El cielo estaba azul y la vista era perfecta.
En la cumbre, saludé a mis amigos montañistas. ¡Había un gentío! La roca era roja y el contraste con la nieve hacía resaltar los glaciares impresionantes en la cara sur. Fue inevitable pensar en mi amigo Stephane que desapareció en esta cara. Me vinieron a la mente muchos recuerdos.
Me metí de nuevo en mi burbuja y espanté esos pensamientos. El peligro era omnipresente y no podía relajarme. Intenté disfrutar de ese momento pero no podía, estaba adolorido del frío.
Me acerqué dos veces a la cumbre pero tuve que enfrentar la realidad, había demasiada turbulencia: de +5m/s a -5m/s y las ráfagas eran completamente anárquicas. Tiré la toalla y fui rumbo a Argentina.
El viento me ayudó. Volé en línea recta sin buscar ascendencias para bajar lo más pronto posible. Iba por una línea muy buena: ¡40km después seguía a 6.000m! El cielo estaba lleno de cúmulos hermosos. El paisaje tenía una nueva dimensión desde tan alto; las cumbres de 5.000m parecían colinas, sobretodo porque no hay casi nieve. El color dominante es un rojo-anaranjado. Era remoto, pero reconfortaba estar tan alto
Seguí temblando. Temblaba tanto que las fotos y videos que tomé son inservibles.
Cuando llegué a la llanura en Argentina, detuve el cruce. Me comprometí por un valle enorme, pero el viento era tan fuerte que aterricé apenas 10km después. Había 40-50km/h de viento y me arrastré por el suelo. Rompí mi equipo, la cámara 360, la GoPro, la chaqueta de plumas explotó y se rasgó el arnés y el parapente.
El calor era sofocante, y fue la única vez que lo disfruté. Finalmente dejé de temblar de frío.
El regreso
Empecé a hacer dedo para llegar a la frontera. ¡No fue nada rápido! Un señor me llevó y me ayudó a pasar por el primer punto de control. No tener sello en el pasaporte se convirtió en un problema.
Las ráfagas de viento llegaron a 80km/h por los cañones y valles estrechos, luego a 100. ¡En verdad no se puede volar en este lugar! Decidí abandonar la idea de volar y pasar la noche en la carpa. Al día siguiente, subí a un despegue a 3.600m y me di cuenta que viajar a pie era completamente imposible. Había precipicios por todos lados con picos de 5.500m. Tendría que volar o sería imposible cruzarlos.
Hice unas reparaciones básicas de mi equipo y a las 10:50am, sentí la primera brisa del día. A las 11am, ya había 60km/h. A las 11:10am, no podía ni pensar en abrir el ala con ráfagas de más de 100km/h. Era imposible viajar por este valle.
Regresé por la misma ruta que había venido y llamé a Marcello en Santiago. Cruzó los Andes y la frontera hacia Mendoza y me recogió. Subí la mochila al auto para que Marcello pasara la frontera con ella. Por mi parte, subí la montaña justo detrás del punto fronterizo y regresé discretamente a Chile.
La expedición fue corta en duración, pero intensa. Durante los pocos días que pasé en altura a bajas temperaturas, perdí más de 6kg. Luego, sentí un cansancio intenso, más que en una expedición clásica.
Pude haber hecho el cruce en un día, pero la tentación de tocar el Aconcagua fue demasiado fuerte. Quería dormir en la cumbre. Fue comprometido, tanto el vuelo como la expedición, pero también fue fabulosamente hermoso e inspirador.
antoinegirard.fr
ESCALAR Y VOLAR
El mismo día que Antoine sobrevoló el Aconcagua, dos escaladores despegaron desde la cumbre con lo último en alas superficie sencilla . Katya Golovina conversó con Gabriel Mazur para saber más
El 15 de febrero de 2019, se vio a dos parapentes altos sobre el valle Horcones que va al Aconcagua. Gabriel Mazur de República Checa y su amigo francés Jean-Baptiste Chandesris completaron el ascenso de la montaña de 6,962m y despegaron desde la cumbre con sus alas superficie sencilla ultraligeras. Me encontré a Gabriel en Mendoza, Argentina unas semanas después del vuelo.
Gabriel, háblanos de ti Empecé a volar parapente hace dos años e hice el curso en Aspen, EEUU. Mi instructor, Paul Gurrieri, sabía desde el principio que estaba interesado en el parapente para hacer paramontañismo. Por lo tanto, mi entrenamiento desde el principio fue en altitud, con viento, despegues en precipicios y aterrizajes no visibles desde el despegue.
Desde que terminé el curso, he volado en EEUU, Francia, Italia, Suiza, Nepal, Australia, Nueva Zelanda y ahora en Argentina. Por ahora, vuelo solo con alas de montaña pequeñas y estables - la primera fue una Pi 2 de Advance y ahora tengo una Dudek Run&Fly y también hago speedflying. Estoy empezando apenas a hacer vuelos de distancia.
En cuanto al montañismo, trabajo como guía UIAGM. Soy guía en todo: escalada en roca, hielo, alpina, de altura, montañismo, esquí fuera de pista y de travesía en los Alpes, Nepal, India, Nueva Zelanda y Sudamérica. Vivo en Chamonix y mi despegue más alto fue desde unos 4.000m en los Alpes y Nepal.
¿Qué te inspiró a volar desde el Aconcagua? La idea surgió porque a Jean-Baptiste (JB) y a mí nos gusta escalar y volar juntos en Nueva Zelanda. JB acababa de terminar de guiar un grupo en Antártica y yo en Nueva Zelanda, y queríamos hacer algo en Sudamérica. El Aconcagua fue solo una idea porque ambos somos un poco engreídos.
¿Que tiene de especial el Aconcagua? Escogimos el Aconcagua porque es grande y por todo lo que tiene de impredecible. Eso nos encantaba - es complejo, pero sencillo al mismo tiempo. Solo se va si todo encaja. De otra forma, no hay opción. De esta forma, la toma de decisiones es fácil.
Era la primera vez que ambos subíamos al Aconcagua. Estudiamos el lugar y las opciones en las aplicaciones FatMap y Windy y en eso consistió básicamente la mayor parte de nuestra preparación para el ascenso y el vuelo.
¿Entrenaron o se aclimataron? Ambos tenemos trabajos exigentes, así que nuestro trabajo es nuestro entrenamiento. Estábamos en forma. Por eso pudimos subir a la cumbre en dos días sin preocuparnos por la ventana de clima.
No tuvimos tiempo para aclimatarnos por mal clima. En cuanto al vuelo, como ambos hacemos principalmente paramontañismo, todos nuestros vuelos empiezan en ambientes alpinos. Estamos familiarizados con la nieve y los glaciares.
¿Cuál es la logística para subir al Aconcagua? Contratamos unas mulas de Horcones a Plaza de Mulas. Después del campo base, teníamos una estufa MSR Reactor para calentar agua. Llevamos nueces, atún y polenta para comer, bolsas de dormir para -30 y aislantes. No llevamos tiendas. Nunca pesamos las mochilas, pero pesaban unos 10-12kg.
¿Y el vuelo? Planificamos despegar en cualquier dirección según el viento. En el aire, volaríamos hacia Confluencia. Volamos con alas Run&Fly 16 de Dudek - un genio podría remontar en térmica con esa ala, pero nosotros solo bajamos por la altura y equipo pesado.
El objetivo no era volar lejos sino un descenso divertido. La altura máxima fue la del despegue, 6,962m y la velocidad máxima fue de 66,8km/h. El vuelo duró 29 minutos y los momentos más técnicos fueron el despegue y el aterrizaje. Yo aterricé en Horcones, JB en Confluencia.
¿Qué ala vuelas normalmente? Generalmente vuelo alas de montaña, ahora tengo una Dudek Run&Fly 16 que pesa 980g, antes tenía una Advance Pi 2.
¿Qué te parece la Run&Fly? La diseñó Jean-Baptiste Chandelier junto a otras personas. Es un ala superficie sencilla de tela Porcher. Cuando vimos el video, les escribimos y las pedimos. ¡Son geniales!
¿Cómo se siente? El despegue es superfácil, el frenado en el aterrizaje es increíble para una superficie sencilla. También es rápida. Lo mejor para mí es el peso y el volumen. Y la velocidad.
¿Qué tal es despegar a casi 7.000m? La falta de oxígeno puede hacer que tomes malas decisiones, por lo que el plan para tomar decisiones debería estar claro con antelación. Hay vientos distintos a diferentes alturas, y condiciones diferentes entre el despegue y el aterrizaje.
Hay que saber bajar rápido y tener experiencia en cómo estrellarse. Aterrizar sin tener referencia del viento es difícil. He aterrizado con viento de cola varias veces. Es bueno practicarlo en un aterrizaje con hierba antes de hacerlo en una morrena o glaciar.
Otro riesgo es el frío. De nuevo, saber bajar rápido no tiene precio.
¿Qué fue lo más dif ícil? Lo más complicado fue el permiso. Lo mejor fue el abrazo con JB después de aterrizar.
Cuéntanos de Jean-Baptiste. Jean-Baptiste y yo trabajamos para Adventure Consultants en Nueva Zelanda. Escalamos y volamos juntos cuando tenemos días libres. También nos interesa ampliar la mente, ya sea con actividades de montaña, dietas diferentes, meditación, etc. Nos ponemos retos, nos respetamos mutuamente y exigimos con la ayuda del otro.
¿Algún consejo para pilotos que quieran volar en alta montaña? El parapente es algo adicional. Primero hay que ser un montañista competente. Lo principal es divertirse. Haz solo lo que te haga feliz. No insistas en un objetivo si no te estás divirtiendo porque puede conllevar a tomar malas decisiones.
¿Qué proyectos tienen en el futuro? Divertirse, escalar montañas, bajar en parapente. Estamos pidiendo un permiso para volar en parapente desde Broad Peak (8.047m) en el Karakórum.