Cuadernos 15

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Enero, 2009

Cuadernos Nº 15

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La importancia del control social en la calidad de vida

Las alternativas a las crisis: la participación del capital social Renzo Buia Carpi

“…Es importante el compromiso de la comunidad internacional en la cooperación para el desarrollo que, de paso, es la medida más efectiva para frenar el terrorismo.” Martti Ahtisaari, ex presidente de Finlandia, fundador de Iniciativa para la Mediación de Crisis (CMI), al recibir el premio Nóbel de la Paz del 2008.

E

n el artículo anterior (El papel de la banca en el desequilibrio financiero actual), publicado en Cuadernos nº 14 de Noviembre 2008, nos referimos a las principales causas que condujeron a la actual crisis, que por sus mismas características puede catalogarse como crisis socio-económica y financiero-política La mecha prendió, ciertamente, en el campo de las finanzas para contagiar luego a todos los sectores de la economía, con las obvias implicaciones sobre la sociedad. En otras palabras: pasamos del sector estrictamente financiero al de la economía real, con las relativas implicaciones: desempleo, reducción del ahorro, disminución del consumo, quiebra de instituciones bancarias y financieras, aumento de la incertidumbre, etc. Son estos, no hay duda, los resultados más negativos para cualquier crisis: la afectación de la economía real, por reducirse y/o paralizarse las labores más dinámicas -como la industria de la construcción- y luego las demás actividades productivas, en general, por la contracción de los consumos y las restricciones crediticias, extendiéndose paulatinamente a los sectores primarios y terciarios. Aquí es donde se abre el abanico de las interpretaciones sobre el origen de las crisis y de las posibles soluciones. Es cierto que las actuales estructuras burocráticas nacionales e internacionales poseen más instrumentos idóneos para reducir, cuanto menos, los impactos causados por las crisis económicas. Sin embargo, la mayor parte de las medidas acaban por ser coyunturales, más fáciles de tomar que las estructurales, reconociendo las dificultades para intervenir sobre las estructuras socio-económicas y jurídico-políticas. En los diversos paises, la presencia de mercados comunes, organismos y acuerdos internacionales, la globalización, los monopolios, oligopolios y empresas transnacionales y multinacionales, etc., que, en síntesis, limitan la soberanía de cada gobierno, por ende su capacidad de maniobra, por una parte; y por la otra, la interdependen-

cia financiera-económica y tecnológica-comercial del mundo actual les impiden escaparse de estos efectos. No obstante, sin olvidar estas realidades, nos parece oportuno señalar algunos aspectos menos evidentes, pero fundamentales, acerca de la crisis que estamos enfrentando. Concretamente, queremos referirnos a lo que es uno de los elementos clave, pero bastante olvidado y/o subestimado por las sociedades (en especial por los países subdesarrollados o en vía de desarrollo), con algunas excepciones (ciertamente los países escandinavos y en menor escala Japón y Alemania): el papel de la sociedad civil, justamente considerado como capital social. Este término se debe, entre otros autores, a los aportes de Bernardo Kliksberg (1942- ), Daniel Coleman (1928-1990), Pierre Bourdieu (1930-2002), Robert D. Putman (1941- ), Albert O. Hirschman (1915- ) como alternativa a los escasos éxitos y/o fracasos de las ideas economicistas sobre el desarrollo. En dichas teorías y programas se introducen nuevos conceptos, tales como: w el fomento de la ética w el sentido de asociatividad y solidaridad w la conciencia cívica como soporte al sentido de pertenencia a la sociedad w la responsabilidad personal hacia la comunidad w el fomento de valores fundamentales, como la superación w la importancia del trabajo w la educación y el conocimiento w el respeto hacia el prójimo w ... Obteniéndose como resultado tangible el concreto apoyo a las políticas públicas y a los diseños de las estrategias para lograr un crecimiento económico real y auto-sostenido que desemboque, obviamente, hacia un desarrollo social equitativo y participativo. El capital social permite, entre otras cosas, el fortalecimiento de los actores y las redes sociales; en otras palabras: la presencia activa de la sociedad civil permite un control eficiente de las actuaciones de la administración pública, en general, obteniéndose un sistema transparente y eficiente de la misma, y del comportamiento de los partidos políticos y demás instancias públicas y privadas presentes en la sociedad, convirtiéndose de esta manera en un elemento fundamental para apoyar y fortalecer la democracia. Es oportuno señalar que, en Venezuela, la Universidad Metropolitana ha realizado iniciativas y actividades para fomentar el conocimiento y la aplicación del capital social, inclusive colaborando para la publicación del libro de Bernardo Kliksberg (El Capital Social, Editorial Panapo y Universidad Metropolitana, Caracas, 2001). Por su parte el prof. Isaías Covarrubias M., de la UCLA (Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado) sintetiza así el

mencionado libro del Dr. Kliksberg: “¿Que es capital social? Ante todo se trata de un activo intangible que se manifiesta en la capacidad de confianza, valores cívicos y asociativos que pueda lograr la sociedad. Aunque la economía convencional los ha ignorado, estos aspectos tienen un peso significativo en las posibilidades de desarrollo de los paises…Los primeros estudios econométricos al respecto, demuestran la existencia de correlación entre, por ejemplo, la capacidad de cooperación y asociatividad de una comunidad y su bienestar. A mayor asociatividad, mayor es el potencial de crecimiento económico que puede alcanzar una determinada sociedad…” Estos problemas se expresan en el alto índice de disgregación familiar, a su vez causa fundamental del alto número de mujeres solas al frente del hogar, violencia doméstica e incapacidad de proporcionar una infancia normal, entre otros. Destaca, además, el alarmante ascenso de la criminalidad, derivado en buena medida de esta ruptura familiar… Kliksberg hace, a lo largo de este ensayo, un llamado normativo, partiendo de un análisis preocupante de la realidad latinoamericana, hacia el rescate de la familia y los valores, implícitos en la educación, la ética del trabajo, la capacidad de cooperación y la asunción de esquema de participación genuinos, verdaderamente democráticos…De esta forma se abrirían los espacios para el incremento de ese mecanismo oculto y valioso para el logro del bienestar, condensado en lo que se ha dado en denominar capital social.” También no debemos pasar por alto los esfuerzos de cooperación internacional desplegados por los países escandinavos, en especial Suecia, mediante programas específicos de formación y asistencia para administrar la ayuda estatal en los países en vía de desarrollo. Citamos algunos: ASDI/SIDA, agencia sueca para la asistencia internacional, fundada en 1962 y la CONTEXT, también sueca y con los mismos objetivos. En nuestro continente existen otras importantes iniciativas, como es el caso del Instituto de Comunicación y Desarrollo de Uruguay que, con el apoyo de la Fundación W.K. Kellogg, está llevando a cabo el proyecto Rendición de Cuentas y Transparencia de las Organizaciones de la Sociedad Civil en Iberoamérica, con la participación activa de importantes ONGs, a saber: la AGODI de Argentina, la Catholic Relief Services (CRS) de Bolivia, la RITS de Brasil, la Fundación Soles de Chile, la Fundación Acceso de Costa Rica, la CEHPRODEC de Honduras, la Sumando de Paraguay, la Alianza ONG de República Dominicana, y la OTS de España. Como conclusión quedan algunas consideraciones adicionales y no me-

El profesor Bernardo Kliksberg, teórico de la pobreza y autor de numerosos trabajos sobre el capital social.

nos importantes. Cuando la sociedad civil se expande el poder del Estado se reduce. El Estado siempre será necesario; pero no puede -ni debe- realizar actividades que son competencia de la sociedad civil, que tiene, entre otras tareas, la obligación de controlar al Estado, para evitar que se transforme, de hecho, en totalitario. Del mismo modo la sociedad civil debe controlar el mercado, para evitar las deformaciones y abusos, siendo los más conocidos: los monopolios, oligopolios y carteles. Pero también para establecer los valores éticos del mercado mismo. En conclusión: es evidente la importancia de la presencia de la sociedad civil en una nación. Los partidos políticos, frecuentemente, se transforman en fuentes de poder y, por ende, son tentados por la corrupción y por la ausencia de contralores; realidad casi normal, con contadas excepciones, en América Latina y, en general, en los países subdesarrollados. Todo ello con consecuencias negativas cuyo aspecto más evidente es la práctica oficial del populismo estatal, que crea deformaciones socio-económicas y políticas incalificables. Por el contrario, basta observar los países donde existe una presencia real y efectiva de la sociedad civil: el crecimiento económico y el desarrollo humano son valores prioritarios y significativos. Tanto es así que esas naciones encabezan permanentemente las clasificaciones relativas a la calidad de la vida, justa aspiración de todos los seres humanos y obligación primaria del Estado, de la clase política y de la clase dirigente, en general. En la próxima entrega hablaremos del posible modelo económico con la participación efectiva del capital social.

renzobuia@interlink.net.ve


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