Documento conceptual del Simposio "Descentralización y Autonomías Políticas"

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UNIVERSIDAD DE CARABOBO VICE RECTORADO ACADEMICO SIMPOSIO NACIONAL “Descentralización y Autonomías Políticas: Una visión de país” Homenaje al Dr. Ramón J. Velásquez La política reaparece. Con esta afirmación se intenta dar cuenta del agotamiento de la forma de ejercicio del poder que ha prevalecido en el país a lo largo de la última década: excluyente, autoritaria, refractaria al diálogo e incapaz de proporcionar una repuesta eficaz a la pobreza que constituye el problema central de la sociedad venezolana. Esta gimnasia de poder ha entrañado una lógica que propicia la escisión de la nación en dos grupos mutuamente excluyentes y, en consecuencia, apuesta por la cancelación de la actividad política. Es decir, la supresión de la búsqueda negociada de los desacuerdos que implica la existencia de diversidad de ideas y posiciones en torno a los dilemas que enfrenta la nación. Dicho en términos teóricos, esta mística de lo Uno tiende a disolver la razón política que preserva y afianza las diferencias. Afortunadamente, la vida pública del país muestra señales que apuntan en sentido contrario a lo expuesto. Es por ello que afirmamos que la política democrática retorna con mayor vigor y fuerza. En este sentido es válido preguntarse en torno a las opciones que compiten para definir el futuro del país. En forma sucinta y simplificada es posible distinguir dos propuestas sobre el país por venir. Por un lado, tenemos la que apuesta por una centralización de todas las instancias y espacios de poder. Vale decir, propone cancelar la participación ciudadana y achicar el espacio de la política. El Estado Comunal, por ejemplo, propicia un nuevo ordenamiento territorial basado en distritos motores que se constituirían en unidades territoriales decretadas por el ejecutivo nacional y que desplazarían a las entidades que históricamente ha constituido a la República, es decir, los municipios y estados. Igualmente, propone un modelo económico fundamentado en la planificación centralizada, la propiedad comunal y el trueque; articuladas estas instancias a una nueva concepción de las formas de participación ciudadana en la gestión de gobierno tutelada por el Estado. El financiamiento de estos distritos motores se llevaría a cabo mediante la apropiación de los ingresos destinados originariamente a estados y municipios. En fin se intenta disolver a la República de Venezuela; evaporar la realidad institucional que se ha logrado edificar a lo largo de estos doscientos años de vida republicana. En otro extremo encontramos la apuesta democrática que intenta superar las deficiencias del pasado y el modelo del socialismo del siglo XXI. Para lograr este doble cometido se hace necesario propiciar una Reforma del Estado Venezolano. Repensar al país en el marco de una lógica política que propicie su descentralización y que lo conduzca hacia la consolidación de las autonomías regionales. Recordemos que esta búsqueda no es una demanda nueva ni carece de asiento histórico. Por el contrario, esta reivindicación se encuentra enraizada con los procesos culturales e institucionales que fraguaron la independencia y la creación de la república de Venezuela. Tuvo continuidad en las luchas por la autonomías seccionales a finales del siglo pasado, la descentralización en los últimos años de la década de los ochenta y se encuentra articulada con particularidades de carácter cultural y antropológico. Las provincias autónomas preceden a la constitución de la república.

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Esta descentralización autonómica implica la creación de una nueva institucionalidad en la que estados, municipios y juntas parroquiales profundicen las competencias y atribuciones reconocidas en la ley. Reconocimiento este que debe estar acompañado por el empoderamiento de las comunidades organizadas que les permitirían intervenir, fiscalizar, decidir y controlar las decisiones en los ámbitos de su competencia. Mientras más cercanas se encuentran las instituciones de los ciudadanos, más posibilidades existirán para crear coherencia y consonancia entre las decisiones estatales, las demandas públicas y la colaboración ciudadana. La pobreza, sin duda, constituye el centro en torno al cual giran los problemas que amenazan la gobernabilidad del país. Su combate y superación eficaz supone una Reforma del Estado que promueva esta descentralización autonómica. Esta alternativa brinda a la oposición la posibilidad de alcanzar la unidad en el ámbito estratégico. Y en este sentido le posibilita ofrecer un nuevo proyecto que confronte al agotado modelo de país que encarna el gobierno. Es fundamental comprender que las electorales deben ser concebidas como diferencias tácticas. En otras palabras, como se señaló al inicio, regresar a la política implica asumir esta postura estratégica y encaminarse hacia un acuerdo nacional que haga de esta apuesta su punto de partida. La “nueva geometría del poder” que oferta el gobierno constituye la amenaza más grave que pesa sobre la institucionalidad democrática. De ganar el régimen las venideras elecciones, gobernaciones y alcaldías tendrían sus días funcionales contados. Estaríamos en presencia de la construcción de una nueva institucionalidad autoritaria y centralista. Es esta circunstancia la que permite visualizar el conflicto político como la elección entre centralización autoritaria o descentralización autonómica. En otras palabras, la reconstrucción de la democracia pasa por la conquista de estas soberanías regionales. De lo que se trata, por encima de reivindicaciones particulares, es dibujar una nueva “algebra” del poder que conteste a la “geometría” propuesta desde el gobierno, y esta “algebra” no puede ser otra que la lucha por la descentralización autonómica. Es responsabilidad de la universidad enriquecer este debate e intentar orientarlo hacia la búsqueda de alternativas que recupere, afiance y profundice la cultura democrática en el país. En el pasado esta Casa de Estudios convocó al país nacional para discutir sobre la Reforma del Estado que se estaba intentando llevar a cabo a finales de la década de los años ochenta del siglo pasado. La ciudad de Valencia y su Universidad brindaron terreno propicio para este debate. Hoy, al igual que ayer, damos continuidad a esa discusión y honramos con este foro la figura de Ramón J. Velásquez, doctor por causa de honor de esta institución. Lo distinguimos, igualmente, como escritor, periodista, político, editor, divulgador de nuestro acervo histórico y, ante todo, como un hombre que ha encarnado la pasión de ser venezolano. Aspiramos reunir bajo el auspicio de nuestra institución los actores relevantes del proceso descentralizador del país. Propiciar, de nuevo, esta discusión y publicar las propuestas que esperamos se constituyan en las alternativas sobre la cuales se edificaría un nuevo acuerdo y proyecto nacional. Recordemos que la esencia de la universidad, lo que le da persistencia y continuidad temporal, en palabras del profesor Briceño Guerrero, “son los haceres que se engendran cuando la pequeña vigilia de nuestros sentidos está gobernada por la voluntad de saber”. 2


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