Portada: Teresa Martínez
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L.
Andalucía. España. MMXIII
Edición de 400 ejemplares del nº 78 de CUADERNOS DE ROLDÁN
EJEMPLAR Nº
Pepa SantosPortada: Teresa Martínez
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L.
Andalucía. España. MMXIII
Edición de 400 ejemplares del nº 78 de CUADERNOS DE ROLDÁN
EJEMPLAR Nº
Pepa Santos–en manos del tiempo quedan–, las piedras del imperio, las palmeras del rezo y sus enigmas, las fuentes de la calma, la insidia ladrona que no supo encontrar su sede en otro suelo menos sacro, más propicio. Se perderán arcángeles y ceras, desmayos e inocencias.
Pero el agua virgen que roza los tajamares, la brisa que aliviara los olivos y los juncos, al aroma de azahar de los naranjos de abril, seguirá vigente.
…y las caricias clandestinas, y el beso con que sellamos el origen de mis quimeras…
Mario Rodríguez GarcíaMarian Pantoja
Va cayendo la tarde. Voy paseando por la orilla del río. Vienen bandadas de palomas a arroparse en los álamos junto a la zúa.
Corre una brisa suave. Llego al Puente Romano. Miro a mi alrededor buscando alguna huella de su nobleza antigua. Sólo encuentro granito y pretiles cubiertos de enlucido que hiere. Miro al frente y un muro de piedra beis oculta paredes y hornacinas de la Mezquita.
Arquitectos que intentan dejar su huella, rompen tu belleza.
Me vuelvo sin comprender por qué Córdoba calla cuando dañan su cuerpo.
Fernando SerranoSaavedra, Lucano, Séneca Córdoba, Roma canta en la mezquita, Guadalquivir medita el sueño de Abderramán. La vida, fuerza del sino, juego en tragedia, tragedia en juego, Lagartijo; en las ermitas sestean capeadores del Señor.
Migue de Unamuno de CANCIONERO.
DIARIO POÉTICO (1928-1936)
13 de diciembre, 1928
No se diga que fue un sueño de vuelos imposibles aquel cobijo de sentidos con alma en una arquitectura sucesiva: laberinto las calles, los mercados, esencia los salmos, los códigos, los versos… vaho de la elipse sobre los signos; sucesivas las mentes alumbradoras, sus voces y sus ecos.
No se diga que fue un sueño de vuelos imposibles y sus moradores, pasajeros de humo. Fue Cumbre, Lucero de Occidente, parámetro insistente los grados: Norte-Oeste.
Y en las lenguas del tiempo, sobre el mismo basamento, este abril que nos mayea en aire y venas, ¿es asimismo un sueño?
Calleja de las Flores: sobre blancos de nácar iris fecundo, almácigas y fuentes, sones y mitos; amor sobre la tarde en ascuas, taracea carnal en almas vivas parámetro insistente la epifanía.
Despojado de palabras, sólo el silencio murmura en tus callejas, un silencio blanco, lento… y murmullo de algún temblor en el latir tras las rejas, del suspiro de una llama o el gemir en tus aguas de una desmayada hoja…
Inédito florecer en tus patios, y el sentir de una plegaria…
Espejos somnolientos sorbiendo los pasos del laberinto en caligrafías sin origen, gimiendo en las pausas de aquellas perdidas palabras…
Judería de Córdoba
Joaquín Verdú de Gregorio
A Miguel Moral hijo, por el cariño que le tiene a mi nieto Pablo Gallego
Fue el dolor de mi partida, ante una mente en silencio. Tras las calles de mi vida yo he llorado este lamento. Por los patios se desgranan los colores de los pétalos, y un río la cruza entera arrastrando el sufrimiento. Córdoba, Julio Romero, La Chiquita Piconera, el entierro de un torero, Las Tendillas y su reloj me tocan por seguiriyas las horas que marca el tiempo.
Cuando las Cruces de Mayo brotan entre canto y rezo, yo me rocío de vino de las viñas por los cerros, y un cantar arromanzado de quien cantó Los Muleros, me invita a volver la cara “pa” recibir de un lucero los años de mi niñez que acariciaba mi abuelo. Me llama la Judería con olores de naranjos, mientras Góngora despierta con el canto de sus versos. Hoy he cerrado los ojos queriendo quedarme dentro de una Sinagoga fría de mármoles arabescos para terminar mi cuna donde la luz quiso y fue un tres de mayo florido el mejor de mis encuentros.
Qué juegos y festejos en su inauguración. Cuanta gallardía en las legiones venidas de Itálica. El fervor de la plebe por las águilas anunciaba ya la columna triunfal de Rafael Arcángel. Admirados los bárbaros de sus arcos y sillares, intentaron una muralla junto al río, pero incapaces de alinear las piedras las derribó la luna creciente del siglo. Bajo el pendón de verdes y oros el puente fue paseo de enamorados, aunque también de filósofos y poetas: si Averroes y Maimónedes fijaron el universo, Ibn Hazm lo celebró con vino y azahares. El vendaval, no obstante, de espadas nobiliarias suspendió el transitar de los salvoconductos hasta que la tizona de Gonzálo de Córdoba liberó las carrozas y las conspiraciones. Los motines de capas y chambergos alimentaron lamentos y diásporas, pero al cabo la plebe, ahora pueblo, pudo pasear en hombros a sus héroes. Pasarela hacia el mundo, por ella entró la enciclopedia y entró la libertad de las Constituciones, y si hoy es para los teléfonos móviles balcón de turistas sobre las riadas no impide que mañana vuelva a ser escenario para seguir haciendo la historia de Córdoba.
Carlos Abadía MorenoAtrás, la sierra y el río mirándose en la corriente que remonta las hojas verdes y azules del viento. Delante, solo campos de amapolas que entre pórticos de olivos tienen el abrazo imposible del cielo.
¿Y aquí? muchos caminos en poco tiempo.
Carolina AbadíaFue como un estallido, como una gran tormenta. Como lluvia en otoño, como incendio en la hierba, como estrellas azules en la noche sin niebla.
Fue despertar el alma a una caricia nueva, como cambiar de piel en otra primavera.
Fue volver a ser joven, fue volver a ser bella.
Fue todo entre tus brazos, aquella noche. ¡Aquella!
Córdoba, clamor de azul y memoria, sabor a sueño roto, esquiva hurí que espera paciente en el umbral del paraíso, con ojos desvelados llenos de luz. Las ráfagas del tiempo te curaron la enfermedad del olvido. Permaneces en un lienzo con forma de mujer morena hecha de vientos y noches, junto a una lumbre que llena la estancia de humo, páginas de tiempo y poemas en desorden escritos en el pasado. Versos que hablan de un Oriente dolorido. Hábito y ruta del saber que hoy dormita con tu honor a orillas del Río Grande, que a pesar de tanto ayer rinde culto a tu grandeza todavía.
A D. Manuel Rico Lara (in memoriam)
María Teresa, cordobesa, en catorce primaveras sentada –plaza del Potro–la Calahorra flanquea el Guadalquivir de mis senos, con puente romano transido de tolerancias.
De mis columnas esbeltas base son los tacones altos en eróticos capiteles rematadas.
Cruzada blusa virgen exhibe lo invisible: palomas del pecho izquierdo.
Mira en los brazos que abrazan –abraza sin tiempo–la badila inquieta en mano derecha removiendo tu fuego al contemplar el rostro de mujer morena que a Julio se le escapa por mis ojos cuando misteriosa te miro sin saber qué piensas “Córdoba para morir”.
Alejandro García Acebesla ciudad antigua, a su luz bien amada.
Cruzaré sus muros que los presagios aún devoran. Las puertas abiertas a la noche.
Allí donde sus ojos son exactas lucernas de los míos. Iré para demorarme en el halago fresco de la umbría. Para amarla al abrigo de sus sombras. Donde la vieja Córdoba se acaba.
Manuel RámilaAhora que la distancia se mide entre confines, volveré a solas a
Es un inmenso placer recordar curiosamente a Córdoba la sultana sus monumentos, su gente. Con Medina Azahara la mezquita catedral puente de San Rafael plaza de San Nicolás. La judería, el alcázar los patios, las Tendillas degustando una copa de Moriles o Montilla. Séneca, gran pensador Juan de Mesa, Juan de Mena, Maimónides, Ziryab y Pablo García Baena. Julio Romero de Torres teatro romano, Gala Don Angel de Saavedra Góngora y Abenamar. Tierra de grandes toreros Manolete y Guerrita Finito y Manuel Díaz El Cordobés y Bombita.
Tan lejana y tan cerca al mismo tiempo, al verla me inunda un cruel desasosiego. Su luz, su faz y sus cipreses me llevan por destinos inconexos, hacia mundos más allá de un solo instante.
¡Cuántas luces brillaron en su cielo! De Marco Claudio a Séneca, Lucano, Averroes, Avenzoar, el gran Maimónides. Tras Góngora, Porlán, Vicente, Pablo… Cántico que fluye al Río Grande, el tiempo para siempre detenido. No hace falta darle vueltas a más versos, sería en vano, un gran fracaso, un nulo intento. Las musas no me asisten cuando quiero y por qué seguir si nadie acude a mi llamada.
En verdad, nadie mejor supo decirlo:
“Romana y mora, Córdoba callada”.
Tanto te he visitado CÓRDOBA que ahora te llevo en mis alforjas, y cuando te evoco la boca se me hace redonda, y el pensamiento de pronto me lleva a las Flores y al Pañuelo, a tu Mezquita y a tu Sinagoga, a las plazas del Potro de la Corredera y de las Tendillas y a tus argentarias fenicias.
Subo la cuesta del Bailío desde Capuchinos al Cristo de los Faroles y luego bajo hasta al rio que ya no mueve los viejos molinos de la Albolafia, Enmedio y Pápalo Tierno.
¡Ay, tu río, que más abajo se pierde y se junta con los míos! Genil,Darro y Guadalquivir ya para siempre unidos; recuerda que por ellos sólo reman los suspiros.
Desde las faldas de la Alhambra, cada verano, por el rio Darro, en el papel de mi barquito te mandaré recuerdos de Granada y de tu amigo Federico.
¡ ¡Ay Córdoba lejana y sola luna amarilla y redonda y aceitunas negras en mis alforjas ¡ ¡
Manuel Sánchez Herrera¡Silencio!, campanas en la tarde constelada de sombras declinantes. Laberinto de calles, patios perfumados en el florido mayo. Nostalgia Omeya de Medina-Azahara donde la tallada piedra caída, recibe el humilde homenaje de la lagartija y el jaramago. Se ama la discreta flor que junto al brocal, balcón o reja regala el perfume de su efímera belleza. Gala española de la torería. “Cántico”, grande de poesía. Clara fuente de cante grande, en las tabernas de la Judería. El Río Grande detener parece su lento andar de Señor de Andalucía, para llevarse a la mar en su espejo de agua, la dorada gran imagen de la mezquita bautizada. Soleá larga y marcada, como del muecín el rezo, es Córdoba en silencio, hechizo, hondo acento.
C aliza cincelada sabiamente, piedra hecha volutas de belleza, testigo, cuando Roma era cabeza de un mundo que creyó ser permanente.
Así hasta que te arrastra la corriente del godo y de su artística pereza, así hasta que aparece la destreza del moro, que te copia diligente.
De nuevo del olvido rescatado, restaurado por la moderna ciencia, en viga de hormigón ahora montado para dejar al aire la conciencia de que hasta a lo más bello y delicado se lo puede tragar la decadencia.
Francisco Núñez RoldánEl corazón late entre tus muros derribados. La Historia duerme en tus entrañas, te dejas ver, intuir en los aledaños de ese pulmón verde que eres ahora para la ciudad.
Si tiembla Lisboa, tiemblas tú. Antonio de Egipto
Del suelo pueden levantarse ciudades como pájaros. Así se proyectan y se alzan edificios, avenidas, calles, parques y centros que vistos desde la abstracción lejana de un plano parecieran un crucigrama infinito en el que habitan las gentes y donde silba el eco de la memoria de todas las Córdobas que fueron.
Córdoba es tanto materia como vacío, como en literatura es tan sustancial lo que se deja de contar como lo que se escribe. Plazas y rincones a resguardo que nos sorprende a cada paso, espadañas, agua, rumores, luces, atardeceres, vestigios de otras culturas que pernoctan bajo el paso ligero del urbanita que no acierta a entender el tempo sabio y lento de la soleá que es el pulso verdadero de la ciudad, aquel que se mueve entre los cánones de Vitrubio y que no acaba de alcanzar la sencillez y el racionalismo de Mies Van der Rohe.
Prendida entre el río y la sierra, si tuviéramos que situar su corazón este se hallaría en el Mihrab de la gran Mezquita. Córdoba es un caleidoscopio en movimiento, dispuesta a renacer una y otra vez, el sino del non finito de las urbes. Un camino por donde transitar y un lugar donde poder arriar la bandera al final de nuestros días, como sostenía Cavafis:
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.
Manuel González MestreNo pasa el río por Córdoba sino que desemboca en su costado, abre meandros por el delta de sus calles y va depositando arenas de tiempo, fósiles, objetos, fragmentos de vida. No pasa el río por Córdoba sino que desemboca en su costado, entra en sus plazas y las fecunda con su larga cola de siglos, con un limo de voces que quedan pululando como luz por las aceras, por las colmenas de sus torres, por los hondos viveros del subsuelo.
No sé si Alá es la causa del dolor que mi género padece en sus dominios, no sé, pero lo dudo. Cuando tú estás de actualidad ahora como ochocientos años atrás, cuando dejaste de confiar en las estrellas pues en Al-Andalus eso conduce a los abismos. Ciertamente tú fuiste modelado para encontrar una verdad que existe más allá de la fe y de sus pasiones. Tu voz es útil hoy frente al dolor que anula la condición humana, petrifica el aliento de la justicia y esconde tras los ojos gusanos innombrables. El sufrimiento es, de todo aquello inútil, lo más inútil: nunca es inevitable.
Por los siglos de alabastro, por el flamígero arriate de las épocas, por la aljama de delirio de los tiempos fuera yo escabel de tu gloria, de atauriques, de suras, de alfanjes contra la luz de los cuerpos, de abluciones en el sagrado patio Omeya eterno.
Es verte Córdoba y resucitar sobre el cántico de albero de los amaneceres.
Ser la vasalla de tu medina donde tejen las fuentes filigranas de arrayán y oler ese perfume de silencio que delata tu cal ascendiendo estremecida a la rosa del mirhab.
Es verte arder en la ofrenda de tus puentes, beber la amarga naranja de tus labios y caer en la sentencia de tu fiebre. Es renacer en tus huesos que son rejas y en tu albolafia, noria de amor en el recuerdo. Es amarte enlunada en el azahar escanciado en la saciedad de los muslos de tu sueño.
Y verte dormir conjugando tu sangre en soledad, siendo tu cautiva más agraz delatándome en tu fuego.
Pilar Sanabria CañeteVírgenes arcos que a tu ruina lloran, romos sillares de la Magna Aljama, bajo los cielos de un triunfal custodio ¡Fénix en ángel!
Mármol y Alfoz; resplandeciente lienzo, sobre calzadas de una Roma enjuta, Mitra del Betis; capitel altivo ¡Cenit del arte!
Templo a la ley de la Torá en Judíos, Potro y crisol; guadamecí del mundo, bronce hecho Ciervo; esplendor en Zahara ¡Luz de un adarve!
Noria en molino que regenta Alcázar, casa de Baco; en sierra, anacoreta, Joya del Sur para legión de orfebres
¡Llama del cante!
Antonio Flores HerreraDe haber vivido en tiempo Omeya, miles de caravasares me habrían hospedado hasta llegar al palacio de Zahara. Mis rizos al aire habría sometido a cualquier chador de fina seda comprada en Oriente, y desde su celosía ocultando mi rostro, vagar entre los ocupados doce mil obreros, baratos emigrantes de Bagdad y Bizancio, que revistieran una nueva ciudad de arenisca y labrados mármoles transportados por acémilas, para admirar el mercurio que giraba la Sala del Trono.
Quizás hubiera seguido sin comprender las arquerías entrelazadas de ambiciones, decoradas siempre con atauriques, los iwanes donde descansa la opulencia, las dovelas listadas sobre derruídos deseos, las insaciables corruptelas que sostienen la quibla, y si acaso bajo la amenazante bóveda mocárabe, escuchar atenta el eco del asalto que acabara con tanto esplendor, para al final en la macsura del tiempo tan sólo ser una ruina, aprovechada por sabios parcelistas ilegales y perdurar, eso sí, en la memoria.
La primera vez que lo vi estaba en la judería me miró desde su camiseta –a veces ángel, a veces diablo– y le guiñé el ojo izquierdo justo antes de tropezar con una nube.
sentí morirme mientras recogía los pedacitos de pan caídos de mis pestañas. quise decirle mis nombres y mis defectos, mis poetas, mis mil besos con tacto a carta, a sobre cerrado, quise decirle el color de mis calcetines.
después de aquel día no supe mucho más de él quizás se haya mudado de escaparate –pensé. quizás se haya casado con rita hayworth. quizás.
Quizás, quizás, quizás es que los martes llega tarde al trabajo.
Alejandra VanessaPodría aseguraros, que una mañana fúlgida del tórrido verano, en una caminata hasta extramuros, creí ver un arcángel en la margen izquierda, del río en la ciudad.
Estaba entre los juncos, a la orilla del agua, viendo como fluía la corriente más fresca; llevaba en una mano larga vara de mi mimbres y en la otra pendía un racimo dorado con uvas de riparia.
Era rubio y esbelto; bajo el torso desnudo, una clámide blanca dejaba desnudez para sus piernas. Anduvo por la orilla con sendos pies descalzos, allí donde las piedras, arpegian la garganta del agua y el molino; donde callan las ranas y se esconden para toda presencia. Donde la nutria muestra para la luz y el aire la muaré de su vientre.
Donde el sauce y las ramas beben hasta saciarse.
Miraba atentamente la órfica presencia del meandro, la dorada textura del sol en la muralla, el encendido verde del soto y sus isletas.
El aire que bajaba con olor de la sierra, le hizo agitar las alas; pudo alcanzar el vuelo y se alzó en las alturas.
Un arpa de silencio se apoderó del orbe.
Todos los espacios que recorrí han sido heridos por el tiempo: las columnas, las torres, las murallas, los musgos en los tejados; marzo y las iglesias; el alkazar y sus estanques de barbos enormes; mientras intactas permanecen La Mezquita y sus columnas, los muros que Góngora evocara junto al Geníl y el Darro; como yo evoco su ilustre nombre y sus Soledades inconclusas; el egregio cordobés y su culta pluma en tierras de La Alhambra. La ciudad que el arcángel Rafael vela y custodia en los triunfos, expuestas en sus arcos estuvieron las cabezas de los infantes.
Aquí,donde nacieran Lucano, Séneca, Averroes, Maimonides, Juan de Mena, secretario de cartas latinas de Juan Segundo, escribiera el laberinto de la Fortuna o Las trescientas.
El Gran capitán entregó sus cuentas a Isabel Y Fernando; Cervantes pernoctó en la posada del Potro,según nombra.
Aquí, en estos jardines del Duque de Rivas en la Victoria, que ahora paseo y jugaba siendo niña con mis hermanos; mi madre vigilaba atenta desde un banco de infancias.
Baroja conoció a Quintín y escribió La Feria de los Discretos; Lorca contempló a unos muchachos bañándose en el puente, bajo la mirada atenta del Custodio y los peces de plata.
Aquí escribieron los Cántico, Mario López, Bernier y Ricardo; Vicente Nuñez en la plaza ochavada de su Poley natal, entre vides y campiñas en las calurosas tardes de agosto;
versificó García Baena sus leves guirnaldas fugitivas. El canto y la palabra, los espacios heridos del poema.
Soledad Zurera—58—
Hay una Córdoba lenta, con los pies de plomo o de óxido, como un hotel descarriado fuera de tiempo.
Esa Córdoba se asoma a las aguas turbulentas de un río tan turbio como la vida y lo desprecia como ajeno.
Y hay otra Córdoba moderna que batalla contra las flores.
Pero Córdoba no es ni puede ser moderna por mucho que don Rafael de la Hoz Arderius y alguna mente privilegiada de su tiempo lo quisieran. Ni a nadie le interesaría, Beppo que sí lo era ya lo dijo.
Pero no es cierto, no es cierto. Córdoba sí es moderna, tan moderna que los patios quieren estar siempre abiertos, que el granito se enseñorea y a la Mezquita le han colocado delante una caja de piedra de Cuenca.
Córdoba entre dos paños. Uno le lava la cara con tristeza, el otro llena de herrumbre su grandeza.
Antonio Varo Baena(Córdoba integra sus viejas fábricas en el paisaje urbano)
Son especie a extinguir las altas chimeneas; gargantas de gigantes irritadas tiempo atrás. Aliviaderos del calor y de los humos de unos vientres que, en constante ebullición, digerían toneladas de chatarra de latón para servir así a los dioses del consumo.
Hornos que impulsaban la dura economía, rudos operarios en esas fundiciones que no conocen relax ni otras oraciones, sino es el logro de alcanzar día tras día el mayor rendimiento a tanta producción.
Hoy, ya lo ves, gigantes fenecidos son; recuerdo adormecido de otros tiempos, esbatimento es, que la música del viento nos viene a recrear olvidada canción.
Operarios felices, pese al duro trabajo; horas extras para alcanzar los sueños, volar el pensamiento, allá, lejos del tajo.
Miro hoy las chimeneas y me empeño de penosas tareas, la realidad es legado; paisaje urbano, hoy, del cercano pasado y amenazante arcano de la vida ayer.
Simbólica simbiosis que se integra, enredadera y piedra que nos tiende su mano, monólogo y dibujo de unas hiedras que miran al cielo desde el jardín urbano.
Al hablar de Córdoba yo podría decir: “Faz solariega de cal ilumina el friso de sus antiguas fachadas y por los aires las torres viven en un sueño del que nunca despiertan…”
Pero siempre resultaría pobre para una ciudad tan rica y compleja y sentiría que mi voz no alcanza el alto tono, la brillantez a la que aspiro. Y aunque volviera a reiterar con mi justo verbo versos sublimes y metáforas con fuerza nunca expresaría la belleza que me habita de decir bien lo que siente el alma de un poeta cuando quiere proclamar por todos los espacios la beldad de un emporio que a veces duerme y otras veces sueña.
En el ocaso, las tardes quietas, cotidianas, ceden a la niebla de la noche el olor a jazmín; las últimas luces ocupan la fragancia verde, los blancos suspiros que arropa el limonero. Derrama el sol su llanto en cada gesto, en cada beso de amante atrapado y cómplice, como refugio de arcanos enmascarados o tiempo ineludible raptado por el pozo. El agua se funde con la tierra en los silencios, desafío que presagia viejas promesas; los dedos del viento amagan hojas y ramas, con el reflejo final, el patio bruñe la cal y el cobre. Desde su celosía, las tardes acunan la paz, encarnadas en abanicos y ojos negros, y así los sueños fluyen en zócalos y recodos, en la Córdoba nocturna, misterio flotante.
Ornamento del mundo eres, Oh, Córdoba ¡Perla de Occidente!
Monja Hroswitha (siglo X)
O h Córdoba patricia!, luz cimera del Occidente, flor de Andalucía, un arcángel de alada galanía, vela en las espadañas tu ribera.
Roma labró tus mármoles, señera la Media Luna su mezquita erguía, y en su esplendor de piedra y armonía plantó la Cruz su catedral severa.
Besa tu pie Guadalquivir, cautivo amante, de fluyente argentería, rindiendo al mar los ecos de tu fama;
Córdoba, de la palma y del olivo, de la espada y del verso, tu hidalguía Ornamento del Mundo te proclama.
José de Miguel
La sábana de pájaros levantó pronto el vuelo, y fue otra sábana blanca y gris la que puso un eclipse en el cielo rebanado de junio.
Y volvió Pablo a Córdoba.
Como antes, seguían los muchachos desnudos en el río, y entre coches ausentes expiraban los peces de las últimas charcas.
Sangraban en el puente San Rafael y el agua. ¿Adónde la humedad, la cal limpia en el muro, los jazmines de sol y las celindas?
El antiguo muchacho aún guarda en su pecho un alacrán de oro que arderá con la noche y en las tapias de sombra.
Pero no hay plazas hondas ni arriates ni cedros, ni armonía ni música manando con frescura de claustro su memorial antiguo.
Y volvió Pablo a Córdoba.
Pasos leves de Pablo por la calle del Obispo Fitero, estremecidos pasos por las hojas del humilde cuaderno, pasos firmes de Pablo resonando en la noche que es tanta. En tanta soledad.
En vida tanta.
Juana CastroDesde las matemáticas y la arquitectura hubo un redescubrimiento de la proporción áurea, acuñada por el califato cordobés y denominada hoy proporción cordobesa.
Números anticipación: su perla conducta con nosotros, vienen de donde han visto.
Ellos echan ahora, traspasan lo que creen: resurrección octógono.
Vosotros: los que obligáis a la igualdad venid a los hombres.
Q uiso esta paz llamarse tierra llana, fuente de luz y campo de cultivo, reino de sol, panal, oro de olivo, gloria de Dios, por ello tan humana.
Cáliz de piedra vierte sed romana, plata en el templo godo redivivo. Ora dueño y señor, ora cautivo: mezquita omeya y catedral cristiana.
Viajero del amor, si no has hallado la fe en el corazón, y el odio empaña el fiel de la verdad, lo que has amado,
llégate aquí, que el mar su sangra baña y arde en su piel el fuego más sagrado: Córdoba en una voz, crisol de España.
Manuel Gahete