Portada: Francisco Aliseda
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L.
Andalucía. España. MMXVIII
Edición de 300 ejemplares del nº 93 de CUADERNOS DE ROLDÁN
EJEMPLAR Nº
Osorno
En mi rosa de los vientos de niño recuerdo a veces aquel viento que traía los nublos altos y fríos. Viene de Tejada, decían los más viejos del Aljarafe. Pero yo no sabía si aquel lugar era montaña o valle o río porque apenas si oía lo susurros del viento en los campos desolados. Solo mucho después supe que Tejada fue ciudad y campiña y que incluso fueron dos: la vieja y la nueva. Supe de sus tumbas turdetanas y sus ruinas almohades y cómo las habían devorado los barbechos de las desidias y las guerras. Escuché al fin el rumor de canciones y voces en el eco del viento y tuve por primera vez en mi vida el sentido del tiempo y sus mudanzas.
Carlos Abadía
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TEJADA
Eduardo del Campo
CAMPO DE TEJADA
Aunque deletrease temprano los secretos de los frutos lunarios, la niña lo ignoraba.
En sus estratos íntimos la tierra escondía las riquezas del tiempo para el día de la luz: las estelas, las palmas, las rosetas, los perfiles bulbosos de las flores del loto, las divinidades aladas, la existencia de la Señora de la Naturaleza, Regidora de la Vida llegada de lejos por el mar, Lucero del Alba prendido en círculos de oro.
La niña lo ignoraba, y era sólo su oficio la exploración atenta sobre la piel inmediata del Campo de Tejada: la anatomía exótica del “calenturero”, el vuelo elegante de la libélula, los afanes de las hormigas… (De allí venía también el búho chico de los ojos solares que en su cesta de mimbre la aguardaba) Y en su mundo suficiente lucía alegre la inocencia cuando en el ecuador de agosto, desde la hondura, la diosa antigua mudaba a Señora de Luna.
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Rosario F. Cartes
José Manuel Fernández
Los dermatólogos afirman que la piel tiene memoria Pero es que la mía
Solo se acuerda de ti
MI PIEL SIN ELECCIÓN
Si pudiera elegir entre tu Y lo que quiera que haya que no seas tu Lo haría
Pero no puedo
Fernando Hermoso Valderrama
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Pastora Delgado Román
TRANSFERENCIA
Al final lo que veo es lo que brota de mí amplificado. Una fuerza sobrenatural, incontrolable, surge desde el sedimento de las profundidades. Y aunque asole barras y ciudades, aunque tu calma al amanecer se vuelva furia nuclear, esa maldición que me posee nos protege, nos tambalea como al Fénix.
Lorenzo Ortega
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José María Spínola
TEJADA
Estos, Fabio, hay dolor, que ves ahora campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa.
Rodrigo Caro
La población se asentaba sobre la meseta amurallada y el humedal cercano de la Fuente Grande daba agua al acueducto que llegaba hasta la lejana Itálica. Hoy, dos mil años después, en la muralla sólo hay silencio sin gente, sin árboles, sin agua.
José María Bedoya
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M. Carmen Herrera Justiniano
Al borde siempre del abismo, hilvanando un día con otro día a brazadas cortas y desesperadas, orillando los insomnios, y la pausa del café, contando chistes sin gracia, charlando con amigos a los que apenas conoces sobre temas sin substancia, obviando los monstruos escondidos debajo de las alfombras, detrás de las camas, de puntillas, sin dejar huella; vives como si no vivieras, mueres como si no vivieras, al borde siempre de un abismo que te habita.
Miguel Ángel Acosta
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ABISMO
José Manuel Franco
A Pepe Carmelo, que amaba estos campos.
Atardeceres rojos, amaneceres claros, la suave brisa mece las mieses, la curtida mano las acaricia. El tiempo nos habla de siglos, de fértiles colinas onduladas, de tierras, pueblos y hombres... del Campo de Tejada.
Juan Masero Flores
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Nazario Luque
EL ÚLTIMO JUAN DE TEJADA
El sol del mediodía mi piel arruga y mana sudor por frente y cuello.
Levanto el torso con esfuerzo que me hace resoplar, y alivio estos lumbares fatigados.
Me hicieron estas tierras, tantas veces disputadas, de potajes y morenos centenos.
Mayor por la escasez del bien que anhelo, en lontananza sólo veo campo y cielo.
Tejada ya se fue, no hay voz ni aliento; los “Campos” que hoy florecen son vástagos que crecen con porvenir incierto.
Que nada es para siempre: ayer, hoy y mañana en duelo se entretienen.
Alejandro García Acebes
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Vera
Isabel
PECES EN EL ROSAL AZUL
Hay peces que no fueron pecados hay peces que estuvieron deshojados hay peces y peceras hay rosales que fueron azules sin espinas sin flores sin sin sin fin sin otro color que el de las escamas de los peces amarrados a su tallo.
Manuel Lucas González
—22—
Manuel Lucas
De Tejada partí al alba con la tristeza en los ojos. En el viejo fardo, mi alma, de olor metálico, mi estela.
¡Cuántos días de zozobra!
¡Cuántas… Siempre mirando el cielo!
Negrura moteada del alba nocturna, encerrada la Luna en el arca del cielo, se repliega la Aurora para nacer en redondos amaneceres de otras tierras. No pueden unirse Luna y Sol: Obreros de turnos distintos, sólo los niños los hacen jugar a un corro olvidado por los mayores.
Cierra tus párpados amor que la noche te acuna.
Mª del Carmen Martínez Gordillo
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Salvador Malpartida
A nuestros antepasados maternos.
Carretera Escacena – Paterna
Primas o hermanas, unidas en verano por girasoles.
Iglesia del Divino Salvador de Escacena
Naranjos blancos, sonido de adoquines y al fin la Iglesia.
Carretera HU-6111 a Escacena y Paterna
Antiguo ramal, ahora deshabitado por malos vientos.
Cementerio de Paterna del Campo
Vidas pasadas posan en la campiña miradas quietas miradas quietas.
Malena
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Paloma Izquierdo Moya
LOLA Y MIGUEL
En los campos de Tejada donde el monte nombra altura, por las noches de neblina corre La Lola sus lunas.
Su vestido de volantes, sus colgantes de atadura, su cabello negro, suelto; aún su pena va a oscuras.
El Miguel no tiene credo, su piel suspira azabache; sus manos sobre su pecho, su alma es libre y salvaje.
Cuando la tarde se volvió fuego, ajenos de amor inoportuno, las sombras sembraron de sangre, los vientos vagaron sin rumbo.
La noche se tiñe roja, aún los llantos, la lluvia;
sobre la tierra los muertos, sobre rodillas los tumban…
Sus almas ya se liberan por aquí ya nadie les busca, sus cuerpos ya no eran suyos, mientas cavaban su tumba.
La Lola no tiene miedo, ni a los gritos, ni a la hambruna; su canto se torna hielo cuando les mira y escucha…
Ya nadie le escribe versos…. Ya nadie riegas sus flores… Ya no hay quejíos, ya no hay lamentos…
Son los campos de Tejada, son los campos del silencio. Úrsula
Moreno Benítez
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Gonzalo Llanes
SCATIUS
Los siglos, lentamente, te labraron y eres ahora una tierra paciente, dura como el risco, como el jazmín tierna. El agua incansable y salada galantea con suburbios y villas y nacen de este amor las raíces de los árboles, trigales verdes, luego amarillos, con rubor de amapolas que la sed hará inmortales. Y los cielos, las aves, las arenas abrazadas, harán una alianza, serán un oráculo de palabras en la tierra polvorienta que sueña con ser musgo o vestir escamas de peces. Los bosques, la lluvia, los vientos, serán de agua ancha y yerba pobre. El duelo de las riberas, las jaras brillantes, las estrellas de romero, el vértigo de los trinos, borrarán el frío y las cicatrices. Sobre la retama, todo lo espían los insectos como ángeles domésticos que tutelan desde el cielo esta piedra preciosa donde la paloma de Alberti, las cigüeñas de Machado, las golondrinas de Bécquer, volverán, esta vez volverán…
Pilar Alcalá
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Israel López Mateo
Un patio para que tenga de todo se dibuja de este modo: unas macetas que tengan flores, un arriate, unas cuantas plantas con sabor, con olor, un limonero, y a ser posible un gato, una salamanquesa vieja, aunque a alguno le de asco. Agua que es indispensable para su riego y para nosotros mojarnos. Que este pintado de blanco, que las rejas sean verdes, los azulejos, si los tiene, que sean sevillanos.
¡Ya tenemos un patio!
Le pondremos unos niños, porque sin niños... como que no es mucho patio. Cuando ya haya anochecido tomaremos el fresco en el patio, contaremos chistes e historias, nos darán las tantas y entretanto, llegará tu madre mosqueada,
–¡Ah!, ¿pero todavía no nos acostamos?
Un patio para los niños es vivir un cuento diario, el patio tiene magia y muchos secretos guardados.
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Luna Romero EL PATIO
Loreto Fernández Cabello
AVATARES DE MI SUELO
He soñado en un campo de amapolas, dormido en los laureles de mi juventud, escuchando los suaves trinos de un bello ruiseñor.
He vivido, viendo como los jazmines de mi huerto se hacían eco, con sus ricos perfumes, del ambiente de flores de mi sencillo entorno.
Y las rosas de pitiminí. junto a las madreselvas del jardín. viéndose privadas de cariño, se sienten humilladas, hasta el estreno de buscar posada.
Los lirios floridos del campo se están ya acercando a mi morada; y buscan pareja en la azucena para ser la reina que domine los espacios floridos.
El clavel está muy olvidado y junto a las margaritas que lo pueblan todo, no quieren ser obstáculo para que otras flores dominen el suelo en primavera
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Joaquín Hidalgo
Teresa Martínez
Ituci amans
Campos del Otoño, finas nubes ensoñadas de lejanos horizontes. La tierra adormecida en esa somnolencia vaga y transparente. Como una pavana sentimental de dulzura que no puede medirse. Como el sabor del aire cuando amanece, como el rubor del aire cuando te ríes. La noche verterá la paz de las esferas, y el resplandor de las constelaciones. Celosas velarán los sueños, mientras la Aurora se alza nostálgica por la piel del infinito. Mas sólo tú eres la dueña del firmamento.
Dime si dejarás
la ventana abierta a los jazmines, y la noche dispuesta a sus amores.
Manuel Rámila
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María Pérez
El
RAMAL
DE ESCACENA
A mi madre, niña de la posguerra y a toda su generación.
Las campanas de domingo, anuncian un nuevo amanecer de esperanzas y sentires. La homilía se hace eterna. Cuchichean, están nerviosas, las cestas con los huevos duros esperan impacientes a ser tomadas. Juventud que corretea entre olivos y viñas. Mañana de gloria. Las niñas de Manzanilla y Chucena se encaminan al Ramal.
Allí les aguarda la muchachada de Escacena.
Y hablan, y cantan y bailan y juegan al piso y saltan a la comba y ríen. Sobretodo, ríen.
Y el amor llama a sus mejillas, tras un primer beso robado. La diligencia de las cuatro, anuncia la hora del regreso. Y los campos se llenan de esperanzas.
El tren de las seis, teñirá de humo espeso, el solpuesto mágico de una España negra.
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Isabel Mª González Muñoz
Marian Pantoja
EL CAMPO DE TEJADA
Desde mi atalaya tartesia, aventajada, vigilante asomo ensimismado al cielo de la noche apaciguada que es el profundo abismo del adentro; Y véome surcando, viento en popa, agarrado al embeleso del recuerdo que a la luz de Luna eterna, navega el mar de esta tierra milenaria y su legado.
Al Basal es tu nombre: la manzana. La tierra madre de los preciados garbanzos.
De Girasoles y vides, es tu ancho mar y en su orilla el dorado cabello de los trigos.
Mis ancestros te llamaron: Fas Talyata.
Cuánto saben tus olivos de tus barros. Mi comarca dividida y olvidada.
Viejos, maltrechos y gratos suelos tuccitanos. Tus villas, bastiones y taifas en lontananza:
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La vieja madre tartesia al punto norte.
Cruce de caminos es Itucci la legendaria. Ostur y Alpizar a la flecha de poniente.
De dónde el zéfiro, Benafique y Alcalá.
Oriente y frontera es Castilla Abenzameit.
Romanas, Villa Scatiana y Paterna la Fábula.
Con el brillo del Islam, la Talyata Andalusí.
La de Sucius y Genis, Bilbiana y Chichinat la de los Abenzoar y luego de don Remondo. Las forestas de verdor de Las Contiendas.
Tujena, Machaniella y Resfañana la templaria. Y Carrión Calatrava que en su himno ya te canta Por donde el confín del horizonte cárdeno los pendones de mil pueblos prestos asoman ya, perpetran combate por los fueros de este reino por vivir bajo su cielo, el del Campo de Tejada.
José Fadrique Fernández
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MIS CAMPOS DE TEJADA
A mi abuela María Jesús, hermosa como la mañana recién amanecida, radiante como el mediodía soleado, definitiva como la tarde iluminada, elegante como la noche tranquila.
Para llegar a los Campos de Tejada yo iba por la calle Feria. Todos los jueves, sorteando la cacharrería de las cosas viejas.
Ella me esperaba con el plato humeante de la ternura en una mano.
La toquilla negra, con la que se protegía del olvido, en la otra.
Había venido a la ciudad, tras la guerra, con tres flores recién cortadas, en los brazos.
Atrás quedó el pueblo blanco el corral del pozo encantado. Mi abuela sacaba en un cubo el agua más clara del mundo.
Allí, debajo del hueco oscuro estaba todo: la primera ternura de madre, el olor del vino machacado, la vaca de Cuca subiendo por la calle de tu infancia.
Abuela, ¿por qué no me dijiste nunca que al paraíso, los antiguos, le llamaban Campos de Tejada?
Francisco Gallardo
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Domingo Jiménez
CAMPO DE TEJADA Y EL TIEMPO
¿Qué es el tiempo?
Un misterio omnipotente sin realidad propia.
Consideremos dos fragmentos de tiempo: El humano, una sucesión de elementos acotados por la vida. El histórico, que se sirve de una especie de magia hermética y de perspectiva de miles de años, hasta ser la memoria de [una ciudad.
Campo de Tejada es muestra de ello.
Manuel Castillo Martos
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Lauro
CAMPO DE TEJADA
Eres, Campo de Tejada, como una tajada de fruta madura, como una cuña de madera antigua, entre Huelva y Sevilla encajada.
En ti, casi todo es “del Campo”: Castilleja, Paterna y Escacena, Carrión de los Céspedes, Manzanilla y Chucena.
Río Corumbel, arroyos Chardachón, la Cañería, el Barbacana, Sequillo, Tejada y el Alcarayón, a todas tus tierras riegan, aunque poca agua llevan.
Para febrero el Tostón, el Garbanzo para marzo, para mayo San Isidro Labrador, y avanzado el verano se aúnan las Cruces y la Virgen de Luna, que para celebrar buenas son.
Manuel Sánchez Herrera
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Justo Girón
La primera luna de mayo traía cascabeles prendidos tú tomaste mi mano por detrás de los olivos.
La primera luna de mayo con claveles encendidos fue prendiendo la lumbre de mis labios dormidos.
La primera luna de mayo anegada de suspiros me ofreció entre sus manos el más jugoso de los vinos.
No fue la luna ni mayo no fue la fronda de los olivos no fue tu mano ni mi labio no fue la culpa ni el olvido.
Fueron los hados del tiempo fue tu silencio y el mío fue un amor imposible era un amor prohibido.
María Antonia Fernández
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Esperanza Señas
PUEBLO DE TEJADA
Quien hizo hogar de la piedra, calle del campo y la llanura, establo de la argucia y plaza del descampado; quien juzgó preciso que las manos se unieran para ejercer la palabra y sopesar la urgencia, también supo necesario, con una muralla, proteger la calma y el trabajo, la noche y el desvelo.
Sólo el tiempo, el abandono y la lluvia tornaron inútil lo que tanto costó.
Mario Rodríguez García
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Carmen Mogollo
LOS GARBANZOS
Oigo Campos de Tejada, y se vienen a mi mente, los garbanzos de Escacena, y un buen cocido onubense.
Maravillas y misterios, con sus morados y blancos, y sola autofecundada, se abre tu flor en el campo.
Y en medio de tanta vaina, siempre habrá “garbanzos negros” que no falten a la olla, y no falten en Cuadernos.
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Paco Vita
José Luis Mauri
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Hoy vuelan libres las hojas que desgranan vilanos de luz en el lino del aire sin que toquen suelo en los campos, tantas veces trazados allí donde no queda más sitio.
Carolina Abadía
Inma Gómez
Ecos, signos ignotos se desprenden de la piedra, antes mar que derramaba su espuma entre las arenas resbalando sobre el tiempo, tiempo y tiempos… El barro fue cantinela y entre sonidos heridos tiempo y tiempos se fue formando la piedra y entre suspiros alternos en su roce y en sus choques, tiempo y tiempos, prendieron irisadas chispas aventando hacia el aire, quebradas luces de instante y al fundirse, fluía el fuego, luz y llama, herida eterna que en contrates maleables se licuaron en la tierra…
Hacia allí acudieron naves atraídas en la búsqueda y en sus diferentes lenguas han dejado esos sonidos resbalando entre las piedras… Y despiertan a las noches en sortilegios de olvido, verdes vahos de las nieblas.
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Joaquín
Verdú de Gregorio
Paco Cosano
LA PIEDRA GORDA
Lo seguro de habitar un cerro es que con las grandes tormentas no acabas inundado. Pero, siempre hay un pero, las correntías evacuadas por la pendiente hienden sus laderas en múltiples barrancos. Hacia el noreste, los barrancos de la calle Paterna, la calle Tejá y el camino la Cañería se reúnen en la fuente la Cañería y construyen el arroyo del mismo nombre.
Desaguando al sur, el barranco del cementerio y, el mayor de todos y más temible en nuestras correrías infantiles, el barranco la Estación, que amenazaba el asentamiento hiriendo el cerro conforme le aliviaba sus aguas. Para contener esta herida construyeron entre sus laderas un ancho muro de ladrillos, argamasa y piedra, sobre el que, ya suelto por la misma fuerza del agua, saltábamos a modo de acto de valentía.
Yo no sé quién lo hizo, pero para nosotros era la Piedra Gorda.
Hoy se oculta en lugar incierto entre el parque y la piscina.
José Mª Aguilar
—58—
José Fadrique Fernández
Isabel Galán
—61— Carlos Abadía ..................... 6 Rosario F. Cartes ................... 8 Fernando Hermoso Valderrama ....... 10 Lorenzo Ortega ................... 12 José María Bedoya ................. 14 Miguel Ángel Acosta ............... 16 Juan Masero Flores ................. 18 Alejandro García Acebes . . . . . . . . . . . . . 20 Manuel Lucas González ............. 22 Mª del Carmen Martínez Gordillo ..... 24 Malena .......................... 26 Úrsula Moreno Benítez ............. 28 Pilar Alcalá ....................... 30 Luna Romero ..................... 32 Joaquín Hidalgo ................... 34 Manuel Rámila .................... 36 Isabel Mª González Muñoz ........... 38 José Fadrique Fernández .......... 40-41 Francisco Gallardo ................. 42 Manuel Castillo Martos ............. 44 Manuel Sánchez Herrera ............. 46 María Antonia Fernández ............ 48 Mario Rodríguez García ............. 50 Paco Vita ........................ 52 Carolina Abadía ................... 54 Joaquín Verdú de Gregorio . . . . . . . . . . . 56 José Mª Aguilar ................... 58 ESCRIBEN
—62— Osorno .......................... 5 Eduardo del Campo ................ 7 José Manuel Fernández .............. 9 Pastora Delgado Román ............. 11 José María Spínola ................. 13 M. Carmen Herrera Justiniano ........ 15 José Manuel Franco ................. 17 Nazario Luque .................... 19 Isabel Vera ........................ 21 Manuel Lucas ..................... 23 Salvador Malpartida ................ 25 Paloma Izquierdo Moya ............. 27 Carmen Llanes .................... 29 Isabel López Mateo ................. 31 Loreto Fernández Cabello ............ 33 Teresa Martínez .................... 35 María Pérez ....................... 37 Marian Pantoja .................... 39 Domingo Jiménez .................. 43 Lauro ........................... 45 Justo Girón ....................... 47 Esperanza Señas ................... 49 Carmen Mogollo ................... 51 José Luis Mauri .................... 53 Inma Gómez ...................... 55 Paco Cosano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 José Fadrique Fernández ............. 59 Isabel Galán ...................... 60 PINTAN
En estos fertiles campos, sembraron semillas José Mª Aguilar y Carmen Izquierdo, en sus barros recogieron los frutos los escaceneros Miguel Angel Acosta y José Manuel Franco y en la era, Paco Díaz Cebador trilló las mieses y compuso este 93 Cuaderno de Roldán dedicado al milenario Campo de Tejada.
Damos las gracias a la cooperativa del mismo nombre que nos acoje generosamente.
Se terminó de imprimir en los primeros días de noviembre de 2018
SALÚD