Valencia

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Portada: Xavier Monsalvatje

Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L.

Andalucía. España. MMXIX

Edición de 300 ejemplares del nº 94 de CUADERNOS DE ROLDÁN

EJEMPLAR Nº

José Manuel Pérez Tapias

IDILIOS

n día, en algún punto de la tierra que desconozco me leerás extraño y compungido. Como quien prende fuego en unas ramas darás vida a mi estro silencioso.

Y en aquella fugaz verberación de la llama anhelante nos miraremos ambos como dos conocidos que nunca estrecharán entre sus manos la mano ajena.

Si cumplí como fuente mi destino y apostado a la sombra de los olmos, bajo el sol estival, hice cantar ardiente la cigarra como insigne reclamo de la sed: ¿Cómo es que no pasaste?

—6—
I
II
U
Manuel Martínez Ojea

EL JUEGO DE LA ROSA H

ay una rosa escrita en esta página, y vive aquí, carnal pero intangible.

Es la rosa más pura, de la que otros han dicho que es todas las rosas. Tiene un cuerpo de amor, mortal y rosa, y su perfume arde en la sinrazón de esta alta noche. Es la cúbica rosa de los sueños, la rosa del otoño de las rosas.

Y esa rosa perdura en la palabra rosa, cien vidas más allá de cuanto dura el imposible juego de la vida.

Hay una rosa escrita en esta página, y vive aquí, carnal e inmarcesible.

—8—
Lauro

LA ROSA DE LAS NOCHES

Todas las noches de mi vida, hasta el alba, sin llegar nunca a nadie, en ciudades distintas, los ojos en acecho, son una turbia rosa negra. Se cumple así la sed que concedo a la carne, esta difusa espera, que es la fidelidad de mis cansancios, o el encuentro de alguna luz pequeña que se abate, tras del furor, en las cansadas sábanas. Allí donde los cuerpos se nutren de reposo que no es mortal aún, en esa hora tan dura en que la luz es agria, es una ciega rosa blanca.

Todas las noches de mi vida, envejeciendo, son una infame rosa negra, son una rosa negra y solitaria, una encantada y desvalida rosa. Si volviera a vivir, yo quisiera aspirarla de nuevo sin piedad, pues por ella existí, aunque me devorase.

—10—
Alba Cataluña
és això?
Què

LA VISITA

Secretamente plácida y terrible la vejez nos visita. Es un extraño quien le abre nuestra puerta y la recibe con hosquedad burlona, pues al cabo ella es la sola dueña de la casa.

—12—

(Universitat

Plex Joël Mestre
Politècnica de València)

RECUERDO DE JUAN GIL-ALBERT

egó con un aire de extraña pureza. Más que un esteta, un dandy en esta tierra cerrada y provinciana. Un largo exilio fuera y un hondo exilio dentro. Cantó a los presocráticos y a las migas de pan sobre la mesa. Al cabo de los años un amigo fue a verte. Tú, viejo ya, lo besaste en los labios, ante su asombro. La devoción tiene un precio, bello joven efebo. Mi amigo Ignacio ha muerto. Y tú también, Juan; pero ninguno de los dos del todo. Lo escrito queda y el recuerdo leve. Fuiste el primer poeta para un joven perdido en la maraña de los versos. En nadie había encarnado como en tu frágil figura, la musa. Después la admiración y el reconocimiento a la rabia serena de tu postura ética. Hoy releo tus versos y creces en la memoria, antiguo sabio que llegó a mis días para ser un faro. Tus libros dedicados, las correcciones de erratas con tu letra nerviosa, y cartas que recibía el adolescente con alborozo. Me llamaste ‘viejo amigo jovencísimo’, ni más ni menos. Y hoy, ni joven ni viejo, me viene tu figura a recordar que hay un destino ineludible y que nuestro deber es cumplirlo. Lo demás polvo, ausencia, nada.

—14—
Ll
Daniel Bilbao

VALENCIA FALLERA V

alencia borda un vestido con mil flores de su huerta. El sol la bese en la frente, con calor de primavera, y parpadea celoso del brillo de sus peinetas. La luna mediterránea le da blancura a sus perlas, el mar susurra bajito, cuando se muere en la arena, poemas de pasacalles para la fiesta fallera. Valencia está engalanada, el Miguelete la espera para llevarla del brazo a la Virgen, en la Ofrenda. El viento huele a canciones, a flor, a fiesta y hoguera.

Y en el cielo, las carcasas, con estrepitosa fuerza, estallan con alegría

gritando: ¡¡Vixca València!!

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Isabel Vera

AMASARTE A Valencia, en su cerámica

Amasarte madretierra, barro primigenio desprendido de la hondura.

Acariciarte en un rito de codicia delicada como a quien se ama desde siempre y encontrar en la plasticidad corpórea las luces de las formas.

Irisarte luego para el incendio mineral y alzarte hasta las cumbres de lo bello transmutada en el seno prodigioso del fuego.

AmasArte

AcariciArte

IrisArte

AlzArte

TransmutArte… en justa proporción la hechura con el alma en un mismo y ofrecido vuelo.

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Paco Cosano

LA ALBUFERA J

ibia a la plancha con fondo de espejo.

¿Te acuerdas?

Ni Juan Gris ni Picasso: tú y yo en velador de taberna junto a los bares de pesca. Navegar luego por el lago fue como abrir en dos el cielo y roto el silencio de las gaviotas precipitamos sin darnos cuenta el incendio de poniente. Una bandada de patos nos encuadró el crepúsculo y unas cuantas luces lejanas nos firmaron aquella noche de hace treinta años. Hoy ya no existen posiblemente ni la taberna ni las barcas, pero aquella jibia con fondo de espejo vendrá siempre con nosotros.

—20—
Salvador Malpartida

ecauda palmos de cercanía olvídate de las lágrimas en los momentos nuevos salda las deudas del alma II

Todo ocurre en otro lugar nunca se muere aquí todo es al día siguiente III

Si se pone una pistola en las alas de una gaviota volará donde rebuscan los niños donde la verdad huele mal

–de Sinécdoque–

—22—
I
HOY
R

Last remains, 2016

Rebeca Zurru

i madre tiene el pelo blanco como una nube.

Cuando cierro los ojos la imagino más joven.

Regreso a la niñez y en la cocina descubro una ventana siempre abierta, los azulejos limpios, las sartenes, su delantal con peto. Sentada en una silla cose y canta.

Por qué susurra ahora,

qué loco desvarío la contenta, la sangre de qué sangre la conmueve.

Cierro los ojos otra vez y un corte de tijera me abre en dos.

Rafa Correcher (Inédito)

—24—
MI MADRE M
E. Bogas

EVIDENCIAS

En busca de lo evidente, sólo me asalta la duda. Con la conciencia vulgar aparto una por una toda piedra del camino que me impida por fortuna conseguir que, a todas luces, se perciba la columna que sustenta mis ensueños de racional criatura. Vulgar digo, antes que crítica, pues, si me adentro en honduras, siempre saco en conclusión que, de verdad, evidencia, tal vez, no existe ninguna: el grial que anhelo encontrar no lo hallo en parte alguna.

—26—
Enric Fort Silent condition

ODA A VALENCIA

Perfumada entre azahares la huerta valenciana, se viste de primavera con jazmines, rosas, lirios. En su paleta se funden los colores y los trinos en un cuadro magistral de terrenal paraíso. Hay una barca de espuma, de sal y yodo en sus venas. La barraca reflejada en el azul de su albufera, es como un canto a la vida que enamorada la besa entre canales de plata y el latino de sus velas. Donde la luna es más luna en su melaza de aire, alza el vuelo sutil la garza entre verdes arrozales posándose en el cañizo de un ocaso impresionante, emergiendo entre estelas de perfumados rosales. Ella es tradición, sentimientos de un pueblo noble, olor a pólvora, colorido, alegría y pasacalles. Es incruenta batalla, de balas que son sólo flores hechas de soles y viento en raquetas de colores. Y se te nubla la mente cuando recorres sus calles, sus callejas, jardines, sus monumentos y su arte. Tierra de grandes pintores, de poetas y escultores, de músicos apasionados y loados escritores. Ella es todo un vergel, es ofrenda hecha poesía, emociones compartidas a su gran Cheperudeta. Es historia en su pasado y presente con futuro, la que en sus brazos acoge al forastero y amigo. Valencia es innovación, es la Ciudad de las Ciencias, es el Arte y la Cultura que viaja sin fronteras.

—28—
Hasbia Mohamed

VALENCIA Y SOROLLA H

abitó la aurora en sus sueños, era naranja cual fruta corpórea. Y el amanecer fue azul cristalino, un azul único, irrepetible, acuoso y en su espejeante fulgor se disolvía en los ondulantes mares desnaciendo en el blanco hervor de sus olas, acariciando las arenas en acallados ritmos. Sintió el bálsamo de la sal y los alientos insinuantes de su aroma. Y la infancia de los cuerpos andarines disolvió el sabor de los naranjales en su corpórea piel.

Sorbió el tacto del azahar, blanco, etéreo, deslizándose en las sedas, sombrillas y radiantes tejidos sinuosos al son de la brisa añil, insinuando las caricias del viento alentando la quietud moviente del vagar de sus damas. Reflejó el entramado de las redes entrelazadas en las manos del pueblo en sus alentares marinos. Recreando, con retazos de luz en sus variantes, esos instantes eternos en los que la contemplación retorna a la visualización originaria…

—30—
Joaquín Verdú de Gregorio
José Mª Spínola

UN SUEÑO ENROSCADO A

l amanecer se escapan las rosas del jardín para bañarse en la fuente con carpas ansiosas de tacto.

Los pájaros entonan un réquiem para saludar al mundo que se apresura inquieto.

Por las calles circula un olor a desayuno que destila voluntades, mientras unos pocos comen.

Y todo parece al revés pero no importa se han convertido en humo las jacarandas.

Amparo Santana

–de Línea helicoidal–

—32—
Teresa Martínez

En el espejo el rostro de mi madre que es el mío en edad tergiversada.

Y no es cierto el rostro que refleja.

Un poniente voraz quema los hoyos que la voz y la espera han excavado.

Pozos de contenido irrelevante ahora.

No hay nada que decir sobre este rostro.

No hay verdad y no hay huellas, ¿quién mintió?

Hay reflejos aquí de acuosas confusiones y rocas que los ojos han minado

—34—

–sea este polvo arcilla de tu vientre, madre. Pero no queda nada.

Trashumante el cariz de las imágenes.

El fondo es una fuente ya agotada que tiende a su humedad inagotable.

Un zumbido de aire que no ataca. Sutil revoloteo de signos que se elevan.

Un velocista tenso cruza la herencia viva de estos ojos.

Lola Andrés

–de Cielo líquido–

—35—

Quisiera cruzar contigo la puerta de atrás del tiempo. Donde no hay voces, ni palabras, ni ruidos.

Ni tan siquiera música.

Solo la quietud de la ternura.

La temperatura de una mano amorosa.

El primer deseo de tenerte.

Los besos del escalofrío.

Ni tan siquiera libros.

La vida es más importante que contarla.

Quisiera cruzar contigo la puerta de atrás del amor.

Quisiera cruzar contigo la luz blanca del levante. Adentrarnos en el mar antes de que lleguen los primeros [fríos del alma.

—36—
Domingo Jiménez

Los poetas son indispensables, sin la poesía no comprenderíamos la claridad que representan las palabras. No puedo considerar definitivo un único conjunto de significados.

Por ejemplo, la palabra cultura me sitúa siempre en los intersticios entre cultura y subcultura. En esta posición encuentro el punto de apoyo en la poesía, cual si fuera digno de Arquímedes, para contemplar el mundo. Hoy que impera el relativismo, el punto de vista es esencial.

—38—

Solución: Cañón de nieve

Alejandra de la Torre

a mujer estaba femenina más que el agua en su cauce donde la ondina soñó una lágrima de lo humano y su onda la crisis del calcañar sobre el mundo.

Así el hombre forjaba su más sobre ella masculino como el agua sin su ondina ya sola y desasimiento y oleada de la luz como un sosiego de cruces.

La mujer estaba lágrima y en su centro soñó la vieja ondina del hombre y la secaba y desdolía y adamaba hada sobre su masculino más.

Así el hombre sintió ingrávido su calcañar y soñaba su tierra sin lágrima sobre ella y su luz como un cauce de peso y perdón y su onda donde el mundo se desmordía en su transparencia.

Un arcángel de pureza los contempló en su alegría y no los juzgaba.

Y así hombre y mujer volvieron a su árbol y así desnacían a su más.

César Márquez Tormo –de Corazón de sol (inédito)–

—40—
REUNIÓN L
Manolo Castaño

MAR DE LEVANTE

ngrávida luz del levante, cautiva en tu piel canela. Crisol de la mar latina que en el azul se espeja. Azul que retorna siempre añil en doradas crestas, en este mar de gaviotas blancas y tornasoles velas. Son gaviotas de risas glaucas en un cielo de luces nuevas. Como el bajel del confín lejano, que vino a rozar tu estela malva y rosa estremecida, en una tarde de albuferas. Si el ocaso es una elegía, ¿por qué en el árbol de estrellas prende la flor de nácar, como nieve fragante y bella? Como fruta de oro y espuma en la fértil primavera. En esta tarde de marzo, de pinceles y poemas, alza hasta ti mi recuerdo. que en el sur como brisa se eleva. Salado viento del poniente, mi pensamiento a tu lado vuela.

—42—
A Ramón, compañero del alma
La mer, la mer, toujours recommencée. Paul Valéry
i
Carmen Herrera

VALENTIA EDATANORUM S

A Blasco Ibáñez.

A Joaquín Sorolla.

uenan las campanas de la Catedral, el Micalet se despereza. Bañada por el Turia, entre naranjos, entre Cañas y Barro, entre Arroz y Tartana, entre Sangre y Arena, la ciudad se despierta inundándose de Luz. Esa Luz impresionista de blanco sobre blanco, A la sombra de la barca, con Niños en la playa, con Jardines del Alcázar, con Paseos por la Playa.

Letras y Pinturas, desembocan en el Mare Nostrum de tu memoria.

Javier María Castro-Cuadrado

—44—
Carmen Mogollo

Amunt…Valentia, Me suenas a esa figura emergente sensual, con olor a verdes, tras tus huertas, sin prisas, bañada de azahar. Desde las terrazas del Turia, marcan el eje de tu libertad. Una Cornucopia, símbolo de la Valentía Romana, fue Rufo Esteo Avieno en el sigo III, quien deja en tu carne escrita la Oda Marítima.

—46—
Pablo Naranjo C.
VALENCIA
Osorno

ATARDECER EN VALENCIA

A Miguel Veyrat, nacido en Valencia mientras la bombardeaban.

“Valencia de fecundas primaveras”

Antonio Machado

Tu hermoso nombre evoca la fuerza, el vigor, la valentía, porque en los días tristes de terror y de muerte elevaste tu voz sobre el silencio, proclamaste ante el mundo la defensa del arte y la cultura.

Ayer, pasado el tiempo, pisé tus calles, por las que cruzaron poetas, escritores, pensadoras que acudieron a ti de todos los confines.

Hoy te atraviesa un río de verdor que levanta hacia el cielo una ciudad de ciencias y de artes para clamar al mundo que solo nos redimen la verdad, la bondad y la belleza, mientras el sol se oculta.

—48—
Juan Pedro Pérez Gey

RÍO TURIA V

alencia se bebe tus aguas que desde Aragón te llegan cansadas, las aguas blancas del Guadalaviar, las rojas aguas del Alfambra que alegremente se encuentran con las salinas del Arcos, en Cuenca. Blancas, rojas y salinas que, alegres y saltarinas, caminan porque saben que, sedienta, las espera la huerta de Valencia. Generoso, el Turia amamanta con sus aguas las ocho acequias, que desde su Azud del “Repartiment” se extienden como auténticas arterias, reguladas por su ancestral Tribunal, por todos sus valles y tierras: desde la Quart, Benàger y Faitanar, Tormos, Mislata, Favera y Rescanyá, hasta la Rovella y Chirivella, que a todos tus pagos llegan y riegan hasta terminar en tu inmensa albufera y en tu rico y extenso arrozal.

—50—

El agua, siempre el agua, tan escasa y tan necesaria para tu ricicultura y su “perenollà”, que en noviembre empieza a inundar lo que después será el “planter”, y termina en febrero con la “aixugà”. Amigo, mereció la pena tu querella y tu difícil caminar desde Aragón, para terminar en esa sin igual paella, en una naranja o en un limón. El agua, eternamente el agua, tan escasa y tan necesaria, que hasta tu himno lo dice y así lo canta:

“Viene a dar la huerta mía la riqueza que atesora, y es la voz del agua canto de alegría que nació a los ritmos de guitarra mora”.

—51—
Manuel Sánchez Herrera

estida de madurez muestra –indiferente–un interior que conmueve y obliga a cerrar las ventanas para que el aire no esparza sus restos de inocencia.

Es fuerte y equidistante de sí misma.

Absorbe redes y amarguras como si la tierra pudiera engullir el horror que cubre sus caderas.

A veces duerme y cierra la boca. Muerde el origen del verbo y se mira en un espejo gris. antes de volver a hablar...

Un bosque de hojas secas cubre su vientre y sus manos.

Ella sonríe y espera.

No ha de tardar la lluvia.

—52—
ELLA V
Marian Pantoja

VALENCIA

dea de juego (también poema evocatorio) para dos personas en reunión que se entretengan pronunciando palabras, las que dejan, dejen a su paso rastro eco la estela ENCIA ENCIA ENCIA ENCIA ENCIA ENCIA… de modo que una tras otra –las palabras– sean antagónicas en sentido y juicio –para los jugadores–, así por ejemplo:

Ciencia versus Creencia

Prudencia Impertinencia

Decencia Influencia

Presencia

Inteligencia

Indiferencia

Estridencia

Conciencia Demencia

Vivencia

Ausencia

Clemencia Sentencia

Paciencia Exigencia

Resistencia

Beneficencia

Docencia Truculencia

Inocencia Jurisprudencia

Carencia

Magnificencia

Evidencia Videncia

Disidencia Obediencia

Trasparencia

Apariencia

Potencia Reverencia

Y así, de seguido, a ritmo y tiempo pertinentes, por quienes jueguen, se irán alternando hasta donde puedan; de modo que perderá la partía quien no encontrando otra nueva “equivalencia”, bien reincida en el uso de una palabra dicha, o se vea en la obligación de, hallándose desvalido, sin respuesta, tire la toalla, abandone el combate; y no le quede otro mejor remedio que reconocer el trance de su derrota diciendo:

y pagará la conviá.

—54—
¡¡
!!
VALENCIA
i
Álvaro Terrones

Es de noche. En el silencio escucho y oigo la ciudadana sinfonía compuesta de retazos. Hay un rumor de fondo, indefinido, tocado por motores y claxons, y en primer plano un solo de chirridos de pájaros [insomnes.

Allá arriba dicen que cantan las estrellas. Yo no las oigo.

Pero adentro, la cadencia del sístole y el diástole marca el ritmo de la danza ancestral del misterio. Y bailo al son que me toca.

—56—
SONATA
Laureano Gómez

CIUDAD VIDRIADA POR LA VALENCIA QUÍMICA

l huracán seteno de la luna une la proyección sin que aparezca la marcha apresurada de los bóvidos: luces agrestes de solaz refulgen, acotan los inquietos espasmos del noctámbulo. Las calles vuelan en las alas del alma cuando las ruedas quiebran sus entretelas; coches de alabastro tachonan las oquedades en las conchas desconchadas del desvencijamiento, en el espíritu salvífico de lo nuevo; elevan sus estandartes los guías volátiles, los tejados pínnatífidos, las agujas antenadas del deseo. Estrellan luminarias volantes sus semanas santas casi extintas en hachotes enlentecidos por la luz de su aeropuerto; y el río se languidece en la ayuda florida del agua extinta.

Solídeos en testa, los próceres se achantan: chanzas de nubes que solazan limos, lomas febriles de polígonos ciento o estomatólogos numulares que acogotan mares. En su inquieta e irreverente turbamulta, la madre selva se recluye en los rincones de su génesis, eugenética y volandera calandria, donde canta el ecologismo de su aurora. Hora a hora se desgranan pinas Todo mueve o se dispara en la metrópoli inane, todo luce tras la noche de las máquinas.

Y, en la maquinación de la fábrica huida, el ojo fluido del tiempo estéril tachona con menuditos cantos el ser de sus entretelas.

—58—
E
Carreras
José
—60— Juan Gil-Albert ................... 6 Carlos Marzal ..................... 8 Francisco Brines ................... 10 Abelardo Linares .................. 12 Antonio Molina Flores .............. 14 Isabel Oliver ...................... 16 Rosario F. Cartes .................. 18 Carlos Abadía ..................... 20 Lola Martínez Auñón ............... 22 Rafa Correcher .................... 24 Alejandro García Acebes . . . . . . . . . . . . . 26 María José Fernández ............... 28 Joaquín Verdú de Gregorio . . . . . . . . . . . 30 Amparo Santana ................... 32 Lola Andrés ................... 34-35 Francisco Gallardo ................. 36 Manuel Castillo Martos ............. 38 César Márquez Tormo .............. 40 Manuel Rámila .................... 42 Javier María Castro-Cuadrado ........ 44 Pablo Naranjo C. .................. 46 Manuel Ángel Vázquez Medel ........ 48 Manuel Sánchez Herrera ......... 50-51 Pepi Bobis ....................... 52 José Luis Ortiz Nuevo .............. 54 Ana Llorca ....................... 56 Manuel Vélez ..................... 58 ESCRIBEN
—61— José Manuel Pérez Tapias ............ 5 Manuel Martínez Ojea .............. 7 Lauro ........................... 9 Alba Cataluña ..................... 11 Joël Mestre ....................... 13 Daniel Bilbao ..................... 15 Isabel Vera ....................... 17 Paco Cosano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Salvador Malpartida ................ 21 Rebeca Zurru ..................... 23 E. Bogas ......................... 25 Enric Fort ........................ 27 Hasbia Mohamed .................. 29 José Mª Spínola ................... 31 Teresa Martínez ................... 33 Domingo Jiménez ................. 37 Alejandra de la Torre ............... 39 Manolo Castaño ................... 41 Carmen Herrera ................... 43 Carmen Mogollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Osorno .......................... 47 Juan Pedro Pérez Gey ............... 49 Marian Pantoja .................... 53 Álvaro Terrones .................... 55 Laureano Gómez .................. 57 José Carreras ...................... 59 Veredas López .................... 62 PINTAN

Garza Real y Cernícalo Vulgar o Ruiseñor Bastardo

Veredas López

De Torre a Torre por el camino de hierro y por veredas de cañas trajeron los pájaros roldanes cantos ribereños de palabras y colores. Recogidos con amor por Ana Llorca y Mercedes Aguilar, organizados con maestría por Paco Diaz Cebador y acogidos con hospitalidad por el Ateneo Blasco Ibáñez, se presentan en este cuaderno número 94 en la ciudad de Valencia el 2 de marzo de 2019.

El azahar indicó el camino

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