Grazalema

Page 1

Portada: Francisco Cosano Moyano

Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L.

Andalucía. España. MMXVIII

Edición de 300 ejemplares del nº 91 de CUADERNOS DE ROLDÁN

EJEMPLAR Nº

In Memoriam a Pablo García Baena

RUMOR OCULTO

Quiero que sea mi verso como luna de Abril, como las rosas blancas, como las hojas nuevas. Que mi cítara suene como el agua en la yedra, que mi canto sea nada para que lo sea todo y que a mis versos, caigan heridas las estrellas.

—5—

PIEDRAS NACIDAS

Sus mayores las llamaban piedras nacidas porque estaban allí antes que el mismo pueblo, formando parte de la piel que la tierra confió al hombre. Restos sobre los que se levantaron casas o se hicieron calles. Vestigios del antiguo secreto que aquellas gentes y la sierra compartieron.

Algunas de estas rocas se dejaron domesticar sepultadas bajo la corteza del pueblo y la cal.

Una de estas rocas, que era calle, casa y hasta parte de un corral –no se sabía dónde empezaba y dónde acababa–, hacía emerger su enorme lomo en la cuesta de la Calle de los Gitanos. Pulida por la sucesión de lluvias y el roce de tantos niños que se deslizaron por ella. Los niños, que todo lo hacían juego, decían que era su resbaleta. Pero también era barco pirata, montaña o refugio.

No sabe cómo sucedió. Debió de ser cuando dejó de haber niños montados sobre ella blandiendo sus espadas. Alguien pensó que aquella piedra estorbaba el paso de los vehículos. Sucumbió entonces a los golpes de la barra y la maza, a la fuerza de los barrenos. Así fue como una de las piedras nacidas, la piedra tobogán, la piedra barco, la piedra montaña y refugio, murió. Hoy las ruedas socavan sus heridas.

—6—
Juan Antonio Pérez

VIVIR COMO SOÑABA

Ha soñado a menudo con la luna, las estrellas como testigos, sentada en el cáliz de una flor de rodillas con la pluma entre los dedos.

Lámparas de su devenir las auroras boreales en un cielo azabache sombrero de sus dudas, testigo aterciopelado de zozobras en mares de un azul profundo.

Ha soñado lo inefable, acariciando la felicidad con dedos de niña.

Y ha vivido, ha querido vivir... como soñaba.

—8—
Teresa Martínez

ARROYO DEL FRESNILLO

Camino de los días infantiles. Sendero que ahora cruza entre las sombras de la tarde y desciende como un hilo en el negro laberinto.

Al fondo, huertos tristes del invierno, ladridos en los patios. Las calles silenciosas se pueblan de recuerdos y fantasmas. Es la hora. Volvamos. Cae la noche.

El fuego en la cocina, el vago olor del té. Mientras reposa, me vas contando anécdotas de amigos y vecinos, los mitos cotidianos, con sus héroes, sus diosas, sus temibles demonios escolares. Tu risa, tu alegría: ésta es la casa que crece junto al río, como un árbol, que crece con nosotros. Es la casa de la luz en la niebla, de los sueños cumplidos.

—10—
Osorno

BEN-SALAMA “HIJO DE ZULEMA”

Allí está, Preparada!

Expuesta!

Engarzada en el paisaje serrano como una preciosa Gema.

Abrazada entre dos lomas y alojada entre los tajos.

Te amo Ben-Salama!

Más engalanada en la oscuridad a través de todas las divisiones de la noche.

Te amo a lo largo de tu territorio, con tus aromas a resina, paño, incienso.

Te amo, allí preparada como un mero lienzo real.

Y aunque el viento ahogue tu horizonte, mereces ser Amada.

—12—
Daniel Bilbao

Rocas calizas y encinas pactaron este silencio

Óscar Flores Baquero

—14—
Ricardo Suárez

JUNTO A LA FAROLA

La luz mortecina convoca a los grillos. En la oscura esquina, alitas brillantes de miles de insectos insignificantes, con la luz del faro, destellan sus brillos.

Hay olor a lluvia, maúlla algún gato, y una sombra oscura, con una guitarra, junto a la farola, la noche desgarra cantando canciones sin ningún recato.

Y en el alto cielo trémulas estrellas inundan la noche de magia y misterio. Trasnocha un poeta dejando sus huellas en el pavimento mojado de luna, y, junto a la tapia de algún cementerio, escribirá versos sin mucha fortuna.

Concha Ortega

—16—
Sofía Llamas

LOS DÍAS TAN CORTOS

Madrugaban tanto que no dormían la ropa del campo siempre puesta de noche, me voy a hacer pan aún de noche, me voy al olivar. Por la mañana reparte molletes, cuida los niños, presta ayuda sin mesura por la tarde vuelve con las mulas cargadas, el cigarro en la comisura y la mirada presente.

Corre a la ermita atraviesa la Ribera crían

borregos con biberón pavos y conejos libres en el huerto San José se partieron aceitunas, frieron tortas, cuajaron quesos, remendaron lonas, trenzaron tallos, secaron ristras, hicieron canastos, dieron a luz.

Vivieron humildes

felices sin descanso Ana y Fernando.

—18—
José Luis Mauri

El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa S.J. de la Cruz

En esas soledades donde nace el rayo, tus cumbres habitan entre el mar y las altas estrellas. Los vientos ábregos dejan su ofrenda en tu talle, donde cada gota se posa como un beso, una caricia infante.

Cuando al atardecer resplandece el crepúsculo, y corre la noche el velo de sus sombras.

A este vagabundo, que ha cruzado tu piel sin demora, le gustaría descansar al abrigo de tu tierra. En la sierra del sur, de cristal y lluvia. Donde el amor fue siempre suyo.

—20—
María Pérez

Sueño

Las tardes rojas; El matiz de su luz

Que se diluye en humo Cuando el cielo palidece; Necesito su amplitud, Sin límites

Precisos, sin barreras

Ni fin.

Busco descubrir

Qué misterios se ocultan

Tras la niebla que sube Por los barrancos.

Quiero oír

El manto silencioso

Que arrastra

La nevada y que aísla Los campos aún

Antes de caer;

Que hay

Tras la extraña quietud

Que rodea a los pinos, Aguardan el tour Del viento, su devenir Continuo

Entre el mar y los montes. Quiero sentir su empuje, La fuerza de sus ráfagas; Pero sigo aquí, Atrapada en esta jaula...

¿Quién me abre la puerta?

—22—
Gutiérrez
Mima
LIBRE
José María Espínola

TANGO DE LA ALIANZA

Nadie podrá arrebatarme.

Nadie aquel abril que reunió todos mis caminos.

Todos en uno solo.

Alameda de árboles violetas En la que fundar el crepúsculo y la aurora. Intocable abril.

Nuestra alianza, rayo de metal.

Vienes hacia mí.

Teníamos quince años.

Éramos el silencio de las montañas.

Amor, Grazalema, no olvides.

Ven, no tardes.

No querré comprender,

No seré yo quien derribe tus brazos llevándote hasta el sol.

Voy hacia ti.

Siempre. Hacia ti, Grazalema.

Hacia ti, amor.

Siempre, siempre.

—24—

Mario León

SIERRAS

Siempre me han gustado las superficies onduladas, esas curvas de nivel en los mapas señaladas, esas sierras que salpican nuestra geografía soñada cual cuerpo de mujer al sol de mediodía tumbada. Por querencia, la de Aracena es la primera, le siguen Sierra Norte, los Filabres y ...Grazalema: la caliza, la de intensas lluvias, la del pinsapar, de todas las nombradas la más meridional, la de la Cueva del Gato, la de bandoleros de silla, manta y jaca, fajín, guitarra y faca, la de la nieve caída casi todos los eneros, la que viniendo del Estrecho primero destaca.

—26—
José Manuel García

Que dejen a mi espíritu nadar en lo insondable.

JRJ

En memoria de Pilar Vázquez Labourdette, mi Maestra, a los veinticinco años de ausencia.

¿Por qué aquí, después de transitar liturgias libertarias, realidades manifiestas, las cuatro esquinas de los sueños? (También aquellos que no fueron sino humo o herida).

De tu último junio llegaste con una rosa en las cenizas. Y es el silencio esta rueda con tu hueco sonámbulo. Y este eco, sin embargo, de ti. Y esta reverberación de las palabras que, como Sócrates, no escribiste…

Sabías de memoria el escenario, las promesas reflejas en su vastedad… la vida en sus instintos puros.

Amabas los balcones con geranios estallando en color sobre la cal (Acaso hermanos de los tuyos de ciudad que te esperan, sucesivos, en sus tiestos de barro)

Escogiste las estelas de la lluvia, las atalayas, los cielos tornadizos, los inviernos sobre el roquedal, los lechos jugosos, los arroyos desatados, los ciclos del pinsapo… para llevar tu sangre a sus orígenes.

Y si elegiste aquí tu lírica mudanza, ¿está tu alma, al fin, en su paraje?

—28—
Carmen Herrera

GRAZALEMA, DAMA DEL PARQUE !

A mi Rafael siempre vivo

Grazalema:

Tus montes azules, guardianes de un señorío, me incitan a visitar tus pueblos, tus gentes, y gozar de tu esplendor otoñal.

Tu Puerto de las Palomas me deslizó, un día, a un profundo precipicio.

¡Nunca mis ojos llegaron tan hondos como el vuelo del miedo!

... sudoroso, inquieto, aturdido...,

... mas, el tibio sol del atardecer, las verdinegras encinas, los lejanos, oscuros, y viejos pinsapos, los arbustos ocres, las cenicientas rocas, como un torrente anegaron mi espíritu e hiciéronme gozar de tu multiforme paraje otoñal.

¡Oh, Grazalema, luz y sombra en la vida!

—30—
¡
José Ramón Vaca

El pensamiento quieto el corazón en su sitio las manos hablan cuentan un cuento mecen tu alma alivian un cuerpo acarician heridas de sinfonías calladas reciben la vida te dan la calma te dicen cositas que aterciopelan miradas. Las manos no han nacido para empuñar las armas, ni para romper el aire dañando tu cuerpo, matando tu alma. Las manos han nacido para cuidar las plantas para crear espacios para bailar la danza trabajar la tierra... y hablar calladas.

—32—
MANOS
Francisco Javier Flores Castillero

Vierte por ti más lágrimas el cielo que por ninguna dama de tu idioma, luces un pinsapar en la solapa que es raro privilegio en nuestro sur. Te coronan las crestas más altivas los valles más agrestes te circundan, torreones con alma erosionada defienden tu hermosura contra el tiempo bajo cielos azules como mares colgados. Por las anchas gargantas vegetales llegan a ti canciones con aroma de oleajes cercanos pero ausentes que nunca se atrevieron con tu altura. Eres ola de sal petrificada, edificada nieve que el día enciende a los pies de una roca protectora.

—34—
GRAZALEMA

Eduardo del Campo

Alza la sierra su negra vela en la noche. Abajo, late el pueblo, enciende luces, vidas de interior, gestos amortiguados. Se aúna el pueblo entre el puño de tinieblas y, lento, unísono, tenaz en su gestación, va abriendo el útero de la noche hasta descabezar todo el fuego de sus fuerzas renacidas.

Salvador Compán

—36—
CICLO
Antonio Varo

Solo se entiende tu existencia porque inventa la noche cantos blancos y deseos alados te visten al alba con primorosa camisa clara; te haces trazo de tiza en la colina.

Porque eres luna limpia, desbandada de pájaros de nieve.

Porque en tus tejados el vuelo de las palomas se quiebra, se columpia la túnica del viento, la cencella se viste de naufragio.

Porque tu belleza es el dolor perfecto y peregrinar por tus calles, descubrir los secretos de las espadañas en los quicios de las puertas, conversar con los rostros del agua.

Porque eres mordedura de lluvia almidonada, atraviesas el caudal de mi memoria, mi alma en tus ventanas se distrae.

Porque eres azucena del aire, azotea del mundo la blancura de tus casas de luz encaladas.

Hoja en blanco donde imaginar estas palabras para ti, Ben-Zulema.

—38—
BEN-ZULEMA
Pilar Alcalá García
Juan Orozco

EN LOS ALAMILLOS

Y vi amarillos los castaños cuando menos esperaba detener mis ojos en las plantas, cuando no creía tener pupilas para los bosques y las dehesas, cuando todas mis ojeras habían penetrado allí donde resido, dentro solo de una heredad llena de musgo. Entonces un paseo nada sublime me puso las hojas ocres fuera de todo alcance, como presentándome la vida que permanece fuera, como si su quietud aparente te dijera misterio, que ando plantado para darte la dicha de ser ahora de un color para tu mirada.

—40—
Luis Rizo

EL PINSAPO

Arcaico vegetal, verde recuerdo del tiempo sin nosotros todavía, bastión final de un mundo ya perdido. Cuántas veces atravesé asombrado tu mágico y discreto breve reino (alguna vez con nieve a la rodilla), y el rumor de tus duras hojas cortas me remontaba a siglos iniciales de un botánico mundo omnipresente.

Qué fácil, rodeado de tus troncos viví de nuevo un tiempo proceloso, sentí por unas horas la aventura de estar solo en el bosque primigenio, cual sin duda estuvieron otros hombres por los mismos senderos que yo andaba. En tus manos, tus ramas, transportabas a este invitado indemne que a sabiendas de no haberlas vivido recordaba historias pleistocenas y magníficas.

—42—

Verónica Hernández

NUBE EN SAN CRISTÓBAL

Ala de delfín de piedra San Cristóbal toca una nube y el agua que se despierta.

El agua, toro de cuerda baja por las calles celestes. Cada embestida un horror. Cada mugido una fuente.

La nube topa con el sol omnividente y el lubricán que se enciende como huerta de colores:

Rosas, naranjas, limones... ...Y violetas... el ojo agradece y se inquieta.

—44—
José
Roldán

No tengo ni idea de qué susurran los pinsapos. Desnudo el alcornoque mira desde lejos. La piedra es calle y se viste de roca el paisaje que verdea.

Sospecho, sin embargo, que es por abrazarte por lo que gira su cauce el Guadalete.

—46—
Mario Rodríguez García
GRAZALEMA
Marian Pantoja

“Allí, donde encontré seres vivos, encontré la voluntad de poder”

Cada día y cada tarde, como una antorcha blanca, tus calles se encienden de vida. En ellas se esparce el discurrir de las horas, como bandadas de pájaros que, a media luz, se alejan

en espesas gotas, pro tempore acumuladas y devueltas a sus orígenes: en cada costura, en cada espacio vital, en cada línea divisoria, de las cumbres que te atrapan.

Tú, Gran Zulema, que guardas en tu vientre llanto y recuerdo de rosas cautivas, serás quien me lleve a la luz cuando al final del trayecto el azul me confunda.

Pepi Bobis Reinoso

—48—
Laura Cirilo Fariñas

Si las velas blancas de la bahía son ahora lienzos de cal con balcones y flores es que ya estamos llegando a Grazalema. Los jóvenes pinos del litoral se han vuelto pinsapos prehistóricos y la brisa azul de la costa se aborrasca y oscurece en cielo de tormenta. Pero ya se despeña la lluvia sierra arriba y con el azul del lucero de la tarde llega el cante montaraz de las cantiñas.

—50—
FIESTA
Ricardo González

BRIZNAS VERDES DE PRIMAVERA

Suena el agua en las cascadas como gorjeos de alondras cuando la procesionaria del pino enreda sus patas en las ramas anunciando el final del invierno y el lirio azul de amor perfecto renuncia a la vida en la nueva estación.

El macho de la cabra montés ganador de batallas abandona sus hembras preñadas, por la libertad.

Y el buitre leonado planea sobre el pinsapar con collar de plumas y vientre de canela haciendo silbar sus alas sobre pinsapos de copa densa y oscura.

Todo presagia una brillante primavera que se acerca con fuerza a los fértiles bosques de Grazalema.

Concha Vilches

—52—
Jarén

PERFIL DEL AIRE

No tengo principio ni tengo fin, el aire en calma es mi confín: Soy el viento, voy de un lado a otro sin fundamento. Poeta, quién pudiera nombrar, desde la orilla, todas las olas del mar. Yo soy el aire, hablo uno a uno con todos los árboles.

—54—

Juan López Delgado

SUEÑA LLUVIOSO PARAJE

Los autobuses hambrientos

visitan bajo cero bonito pueblo al almorzar

bonita Grazalema despacha una tapita asequible una caña fresquita

TripAdvisor recomienda este establecimiento

la carta sabe a aceitunas la carne de Nueva Zelanda

Sanidad empobrece la mesa se perdieron las recetas el camarero te pide perdón

dame comida

re-caliente la sopa aparece

eufóricos turistas zampan

sueña lluvioso paraje

Payoya

tan poco tiempo

llueve

los bares abiertos

—56—
Manuel García

Quien lee a Schlegel intenta escribir en una prosa no ajena al arte, al ritmo, al aire de la poesía. Porque para explorar, para filosofar mejor la prosa. Si la urbe es territorio de la novela, la naturaleza lo es de la poseía.

En una excursión al Pinsapar de Grazalema comprendí que en la naturaleza se mezclaba prosa rimada y poesía. Porque ésta no es sino comunicación del aliento que despierta los sentidos. La poesía como todo arte es sensual.

—58—

Federico Serradilla

SINFONÍA DE LUZ Y DE SILENCIO – Grazalema–Para Emilio Rosales y Antonio Molina Flores, compañeros en los caminos de la ética y la estética.

Todo se eleva al cielo desde estas viejas rocas, hacia el azul surcado por las nubes: diálogo constante de la piedra y la lluvia, que da vida al verdor del singular pinsapo o a la mancha amarilla de la humilde linaria. La luz detiene el tiempo. Vuelvo a ser caminante por los senderos de otra vida: la tierra, el agua, el aire… el fuego me convocan. Siento en el interior nacer otra mirada que no acierto a expresar. Y me entrego al silencio.

—60—
Manuel Ángel Vázquez Medel
Ruesga
Ana

Derramado pueblo entre gigantescas manos de roca. Una a una tus calles han crecido solas con el riego de los días.

Con el barro moldeado en forma de tejados peinas tus casas, y enfundadas en trajes de cal, blanquean las fachadas desde los primeros entonces. Por tus calles la calma ventea a sus anchas y para llegar a ti, senderos de paz, en plena montaña.

Respiras pureza de los pulmones de tus alrededores con pinares de tu sierra. Y en tardes grises no puedes evitar el recuerdo de un día parecido cuando los encuentros de un amor, quedaron esparcidos cuarteando de dolor el entorno que te cobija.

Arriba

desde el vuelo calmo de los buitres, se te ve encajado en la desnuda roca que dolida quedó desde aquella tarde apagada, que apagó aquel amor...

—62—
GRAZALEMA
Fernando Bocio

Obsérvalo

ahora que todavía lo vemos: está lloviendo. El invierno es invierno, o por lo menos llueve, que no es poco.

No todos los pájaros están preparados para los días que lo secan todo. Ni para el mundo tecnológico, con sus antenas para móviles.

Contémplalo para contarlo, será una historia extraordinaria: 75 noches de lluvia al año, noche arriba, noche abajo.

Contémplalo.

En el futuro los padres lo contarán a los niños. Contarán que conocieron los pueblos donde el invierno era invierno; sí, contarán que por los montes existe uno donde caía el agua del cielo cerca de cien noches por año. Los niños querrán que los padres lo repitan, que repitan esos cuentos prodigiosos. Los oirán asombrados una y otra vez hasta caer dormidos. Soñarán con ellos. Dormidos. Los cuentos de esos pueblos donde llovía tanto en aquel tiempo cuando por las ciudades todavía volaban los gorriones.

Todos conocerán Grazalema.

—64—
José Mateos

CANTO A GRAZALEMA

Cádiz, que es siempre orilla revestida de sal y claridad, aquí se ha hecho Sierra donde el lentisco y el helecho traman su urdimbre verde y sostenida.

En lo alto de la peña el buitre anida y tramo a tramo el pueblo, trecho a trecho, se enfunda un traje blanco por derecho con la cal cegadora y encendida.

Pueblo en firme quietud, pueblo cercano entre riscos abruptos, claros valles, en la tarde serena y gaditana.

Llévame en tu recuerdo, de la mano, a la calma tranquila de tus calles donde tañe, de pronto, la campana.

—66—
Fernando Javier Ruiz Monedero

Grazalema agreste y bella, engastada entre sierras que por abajo te cierran y por arriba te abren a las estrellas.

Me da mucha pena no poder poseer tu tierra para casarme con su flor primera, cada amanecer de cada primavera.

Tu alba es pura como un ángel de lino, el sol primero y el primer trino, o el amor de tus campesinos y el de tus pastores payoyos, cuidando todos los cogollos, siempre tiernos y apretados, para alimentar a sus ganados en este eterno valle pastor.

Cuando vine a ti por primera vez no conocía tus caminos, ahora, cada día que vivo, quiero de nuevo volver a ser, por tus sendas, peregrino, recorrer tu pinsapar y tu río, visitar los túneles de madreselvas escuchando cantar las oropéndolas, abrazar de nuevo, cada día, tus encinas centenarias que le dieron tanta energía, para muchos años, a mis manos.

—68—
GRAZALEMA
Manuel Barahona

El tiempo no se diluye en lo inanimado de los objetos… Escalas polvorientas fijando el ceniciento fulgor, de una mano abriendo sutilmente el armario de telas entretejidas… Una caja con el sabor de ébano en sus amarillentas hojas… O el espejo de nublada pátina que reflejara la caricia de un ondulado cabello…

El caballo eternamente niño sobre oleados soportes ya quebrado su movimiento…

Las desmayadas violetas adormecidas en aquella página callada desde una mirada…

La taza de porcelana desprendida en el distraído tropiezo de la desvaída cuchara plateada… Tiempos desposeídos de aquella ternura suspendida en lo incierto…

Huellas de un ayer que se fijó en instantes,

hoy diluidos en esa inconclusa sonata susurrando sus notas desde el inacabado Olvido.

—70—
Joaquín Verdú de Gregorio
Domingo Jiménez

A esta altura de la sierra está todo lo que entonces no vimos. El vuelo de una bandada de años que a la velocidad de una réplica anuda el verde en las hojas sin que se suelten del pecho.

—72—
Carolina Abadía
GRAZALEMA
Lauro

Nos cautivas Grazalema a los propios habitantes a viajeros y visitantes con tu belleza serrana.

Ya cubierta por la niebla ya lluviosa, nevada o soleada emerge tu blanca estampa la más lluviosa de España.

Fachadas enjalbegadas calles empinadas, empedradas dulces moriscos y mantas ricos quesos de oveja y cabra.

¡Oh! El pinsapar milenario que nos llega del terciario sobre la Garganta Verde ver los buitres planeando.

Zahara, El Bosque, Benamahoma Villaluenga, Ubrique, Benaocaz Ronda, Acinipo y su embeleso inspiraron a Rilke, el poeta de Europa. Ben-salama, árabe y mora tu preciosa calzada medieval usada por bandoleros y labriegos ganaderas y gente de la sierra.

Grazalema oculta, escondida con su toro de la soga con su gente hospitalaria goce para el cuerpo y el alma.

—74—
GRAZALEMA
Julio Egea López

CUANDO ME VAYA

La distancia permite contemplar la belleza de las cosas diarias, esas a las que apenas le dedicamos toda la atención que merecen, las que nos hacen ser tal y como nos ven y, en gran medida, somos.

Acaso la distancia no sea únicamente de las cosas vividas, sino también de nuestra propia esencia mágica: la alborada del nuevo día en la montaña, el rocoso perfil de la silueta oscura, las flores que comienzan a teñirse de olores.

La memoria es la parte dulce y evocadora de la distancia, pues perdura en lo hermoso de nuestras experiencias. Nos cuida del engaño siendo un engaño mismo, escapa de los males dándonos libertad.

Tal vez nuestra memoria sea el libre albedrío, el posible futuro que se vive en lo puro de un pasado feliz: la senda dividida a múltiples destinos, las endrinas preñadas de frutos anisados, la cueva de dos puertas abierta al horizonte.

La nostalgia, en cambio, queda como usufructo de la melancolía, de deseo de vuelta a la tierna semilla de la tierra de origen, porque dijo Orson Wells que somos de allá donde decidimos morir.

Es posible que aún no lo haya decidido, pero sé que deseo mantener los recuerdos de este pueblo y su sierra: de los ríos en calles de piedra y encaladas, de las horas marcadas por torres que interrumpen el silencio, de sueños que empiezan con sonrisas.

Valeriano Baena Amodeo

—76—
—77— Pablo García Baena ............. 5 Salvador Román Badillo ......... 6 Mª del Carmen Martínez Gordillo ... 8 Emilio Rosales ................. 10 Eva Almanza .................. 12 Óscar Flores Baquero ........... 14 Concha Ortega ................ 16 Ana Belén García Castro ......... 18 Manuel Rámila ................ 20 Mima Gutiérrez ............... 22 David Sierra .................. 24 Juan Masero Flores ............. 26 Rosario F. Cartes ............... 28 Julio Becerra Márquez ........... 30 Montserrat Hidalgo Pérez . . . . . . . . 32 Juanjo Maíllo ................. 34 Salvador Compán .............. 36 Pilar Alcalá García .............. 38 Juan González Cabeza ........... 40 Francisco Núñez Roldán ......... 42 José Domínguez Hoyos .......... 44 Mario Rodríguez García ......... 46 Pepi Bobis Reinoso . . . . . . . . . . . . . 48 Carlos Abadía ................. 50 Conchas Vilches ............... 52 Antonio Molina Flores .......... 54 Óma Barro ................... 56 Manuel Castillo Martos ......... 58 Manuel Ángel Vázquez Medel ..... 60 Rafael Segura Marín ............ 62 Francisco Javier Martín López ..... 64 Enrique Barrero Rodríguez ....... 66 Manuel Sánchez Herrera ......... 68 Joaquín Verdú de Gregorio . . . . . . . 70 Carolina Abadía ............... 72 Ezequiel Martínez Jiménez ....... 74 Valeriano Baena Amodeo ........ 76 ESCRIBEN
—78— Juan Antonio Pérez ............. 7 Teresa Martínez ................ 9 Osorno ...................... 11 Daniel Bilbao ................. 13 Ricardo Suárez ................ 15 Sofía Llamas .................. 17 José Luis Mauri ................ 19 María Pérez ................... 21 José María Espínola ............. 23 Mario León ................... 25 José Manuel García ............. 27 Carmen Herrera ............... 29 José Ramón Vaca ............... 31 Francisco Javier Flores Castillero ... 33 Eduardo del Campo ............ 35 Antonio Varo ................. 37 Juan Orozco .................. 39 Luis Rizo ..................... 41 Verónica Hernández ............ 43 José Roldán ................... 45 Marian Pantoja ................ 47 Laura Cirilo Fariñas ............ 49 Ricardo González .............. 51 Jarén ........................ 53 Juan López Delgado ............ 55 Manuel García ................ 57 Federico Serradilla .............. 59 Ana Ruesga ................... 61 Fernando Bocio ................ 63 José Mateos ................... 65 Fernando Javier Ruiz Monedero ... 67 Manuel Barahona .............. 69 Domingo Jiménez .............. 71 Lauro ....................... 73 Julio Egea López ............... 75 PINTAN

Este Cuaderno de Roldán dedicado a Grazalema y su serranía, fue alimentándose con obras de artistas de la tierra y forasteros, pero todos enamorados de su luz pura y su corazón sincero. Se fueron recogiendo los frutos de plumas y pinceles, para reunirlos en este cuaderno y presentarlo en el corazón de la sierra clara y blanca, donde vuela el águila y nace el Guadalete.

Antonio Cerrato y José Mª Aguilar, observados desde la distancia por Manuel Rámila, fueron los recolectores. Estando la edición al cuidado de Paco D. Cebador.

Terminose de imprimir el 14 de febrero del 18, festividad de los santos Cirilo y Metodio, y la villa nos acogió tan hermosa como siempre...

L A U S D E O

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.