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En El pórtico dE la ciudad dE Enoanda, Está grabada una carta, dEl filósofo griEgo
Epicuro, dirigiéndosE a su madrE con unas mEmorablEs palabras dE consuElo, dEspués dEl horriblE suEño pErturbador, quE tuvo, En El quE su hijo sufría una calamidad...
Está es la primera reseña histórica que se conoce de un hijo a su madre
“Siento todo lo que me diste”
A mi madre, eterna, que carga con el peso del mundo cuando yo no puedo.
Fiel Atlas de mi vida errante. Raíz de todo cuanto he vivido.
Semilla, guía y faro. Encarnación que me dio la vida y me sostiene. Eternamente.
Navegando en alta mar en un barquito velero de nácar, espuma y sal tengo un hijo marinero.
Quién pudiera convertirse en un pájaro viajero para salir al encuentro de mi niño marinero.
Quisiera ser como el viento y en su caminar ligero dejar un beso en la frente de mi niño marinero.
!Ay, si yo fuera sirena, con un canto placentero te dormiría por las noches, niño mío, marinero!
Isabel RománMadre tenía el corazón malva de las hembras.
Madre andaba sobre las aguas del mar donde nunca se bañó para no enseñar las [piernas.
Madre llevaba en las manos la caricia del pan.
Madre hacía gazpacho de jazmines.
Francisco GallardoMaldita la diferencia.
Madre, cuando te perdí me di cuenta de tu ausencia. Y ahora que ya no te tengo, Estás más cerca de mí.
Antonio Molina Flores
Mater Admirabilis…
¿Dónde acabaron tus gritos de parto?
¿El dolor compartido con mis llantos?
¿Guardaste las lágrimas de mis noches [febriles?
Si volaron tus sonrisas a tu nido y [recaudo,
¿dónde tu amor inabarcable termina?
Madre admirable, sin ti el mundo no [existiría.
Madre, te estás trasladando. Algo se escapa de ti, día a día, poco a poco.
Reconozco
partes de tu antiguo cuerpo: Tus hermosos ojos asombrados, tus manos verdiazules, tus tetas imponentes, hoy inencontrables.
Pero… te vas, Te estás yendo. No sé si al futuro o al pasado.
Despegada ya de objetos cotidianos, y también de personas. Los parentescos se difuminan y entrecruzan. Se acabaron los compromisos. Todo es sorprendente. Por ser nuevo.
Encuentras belleza e ilusión tanto en un niño, como en un colorido paquete de café.
Tu alma atomizada te mece y te abandona dulcemente. Nada te traspasa, sino el soplo de vida. Cualquier movimiento te conmueve, como a un recién nacido que se pasa horas observando, intrigado, sus deditos minúsculos.
Madre, te vas, te estás yendo, alegre, confiadamente, excepto en algunos momentos de lucidez.
Y en ellos, agotada por la vida, pides ver el fin de tu viaje.
Sé que, en mí, vivirás hasta el día de mi muerte,
y, si hay suerte, en los hijos de mis hijos. En esa cadena interminable de energía que, según dicen, se transformará hasta el infinito.
Queti NaranjoMadre, mama, mamaíta. Fuiste tú quien le agarró, le pisaste la levita negra, se fue y se borró. Y me encendiste la luz –dijiste– para que cuadre que no eres un avestruz, que eres mi duende andaluz, Mama, mamaíta, madre.
¿Algo bajo la almohada, para quitar la amargura y poderle dar entrada a la nueva dentadura?
Según como nos portemos, si el ratoncillo ha venido, te debe pillar dormido. Ya veremos, ya veremos, cuando hayas amanecido.
En vez de irte a acostar, te recostaste en mi cama como el ángel de guardar, Madre, mamaíta, mama.
Gabriel BarriosSi no te evoco me ausento, si me ausento no respiro, si no respiro no vivo, si no vivo... me muero.
A mi madre, Rafaela Flores, que escribía fandangos
Como si no hubiera más que una sola madre... R.M.R.
Madre, estate orgullosa.
Como el alférez de Langenau en el canto rilkeano, “llevo tu bandera”
De los senos domésticos traigo la señal de salida de aquel vuelo entrañado, como el de Langenau, en solitario. Y en el recuerdo, los cielos de azúcar; un idioma eterno.
En tus brazos me deje llevar, y con lágrimas en los ojos me llevaste hasta el altar. Madre y madrina a la vez, hasta en sueños me dijiste ya llego mi anochecer. Y con tu hermosa sonrisa te fuiste al lugar, donde solo me queda el sueño de nunca poderte olvidar.
Antonio Moreno LeónSolo conoció una madre, la que le acunó en sus brazos, y le arrullaba unas nanas, que no le llevó en su vientre, fue gestación subrogada, no sabe quién donó el ovulo, que en probeta fecundaran. Hoy siente tener tres madres, dos madres, imaginadas y la que tuvo a su lado, que es la madre idealizada.
En lo que ahora son arrugas y pelo blanco, entre palabras que hablan de lo que perdiste, entre olores que ya no son los de tus cacerolas, entre sábanas sin tiempo veo la ternura con que cuidabas las macetas, que aún guardo y por ti riego.
Los padres de este Zaquizamí “lo parieron” a las puertas del Monasterio de San Jerónimo, el Artista Paco Díaz, el Imaginista Serafín Madrigal… bajo el manto suave sostenido por Pablo Naranjo Se terminó de imprimir el 30 de mayo de 2018