Portada: Pedro Rodríguez
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L. Andalucía. España. MMXV
Edición de 400 ejemplares del nº 84 de CUADERNOS DE ROLDÁN
EJEMPLAR Nº
Portada: Pedro Rodríguez
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L. Andalucía. España. MMXV
Edición de 400 ejemplares del nº 84 de CUADERNOS DE ROLDÁN
EJEMPLAR Nº
la familia juanramoniana y godiniana extendida por el mundo.
Sentado sobre el tronco invisible de la casa de Riverdale, en sucesión de verdes, rojos y amarillos las hojas avientan una voz que dice que los chopos son eternos y permanentes y otra voz que una plaga arrasó con ellos hace mucho.
Mi hermano me confirma que los chopos que existen y los chopos que no existen son los mismos chopos en su necesidad los unos de los otros.
Gira la rueda, ideal cine interior, como una cinta sin fin que se desenrolla hacia atrás y pisa el poeta el estribo del coche que lo lleva a la Argentina como si pisara aquel otro que lo llevó un día al Puerto de Santa María como piso yo el asfalto de esta calle en el 4310 de Queensbury road mientras piso los adoquines de Moguer
porque ambas pisadas están vacías más allá del juego de la mente que insiste en su existencia
componiendo, generando, percibiendo
Washington bridge, puente de las Brujas, colina de los Chopos, cuesta de la Pila, Molino de Viento, Alhambra Circle, calle Nueva, calle Escribanos, entramos, salimos y seguimos dentro.
Antonio Orihuelatu sangre, siempre viva, siempre en flor, labra el surco de la luz que nos trae a la frente el anhelo más puro, la ventura de la estrella; la suave avidez de la aurora…
¡Oh, qué inmensidad en el adentro, al sentir cómo tu mano, digo, ¡tu luz!, nos arranca de raíz lo muerto del hoy, lo estéril de siempre, y todo lo torna a la medida del amor más alto, de la vida más honda, callada, cierta!
Juan Luis García DabrioManeja el poeta su azada, recoge humo entre cenizas –y lo siembra–donde sólo hay una pregunta y el silencio del cielo.
Agustín Torres Vázquez
uelvo mi rostro a ti –tú lo dijiste– como al sol. Se entrega en tu palabra la belleza rendida al absoluto.
En la cima de luz de una amapola oigo tu voz que dice: “Los dioses no tuvieron…”
Me consuela saber que tú encontraras –después de tanta lucha–cuanto yo busco ahora, cuanto buscamos todos: “la gloria del gustar, la eterna simpatía, el gozo del temblor…”
En las noches más negras de mi vida mi corazón repite:
“Tiene que haber un punto, una salida, el sitio del seguir más verdadero”. Y el alba me sorprende cercenando las sombras con el hacha de plata.
Y contigo, palabra, yo he gozado la plenitud eterna del instante. Después de tanto afán ya me acompañas como si fueras mía: libre palabra libre que vibra en mi conciencia desde el latido vivo de la conciencia tuya.
Hable usted de su padre, de su madre y de su pueblo, de aquello que es más largo que la memoria; y deje que los demás lo escuchen. Hable de lo que hablamos siempre, por ejemplo de la infancia, del poeta y del asombro, de los colores a los que se acostumbraron sus ojos –las casas blancas y los tejados cobrizos, rojos los campos–, de lo que no puede dejar de amar. Alce la voz si es necesario, pero hable también de los caminos que le traen a casa, de esas obsesiones que se parecen a la lluvia, de los surcos del azar y de las cicatrices que nos dejamos.
Porque la noche avanza como la marea, y trae los silencios nuevos, la tristeza repentina.
Hable tanto de eso que todavía recuerda que no quepa otra cosa, porque, a estas alturas, nada hay más importante que la patria chica, que los amores largos y las flores amarillas. No se prohíba el pasado, no detenga el llanto. Hable usted de su padre, de su madre y de su pueblo, de aquello que ha estado siempre.
Recordar es, a veces, la única forma de vivir.
Daniel Blanco Parrauando se hacía de noche (cada noche) de los rincones de tu habitación surgía el espanto. Yo, que nada sabía, te oía decir cada vez (todas las veces):
– Cinco poesías, mamá…
¡cinco poesías!
Así buscabas tu luz interior. Yo comenzaba:
“El chamariz en el chopo ¿y qué más?...”
Te hacías claro, transparente, y en el deleite de la belleza huían las sombras, encendíase tu alma. Pero aún no querías dormir.
Con pícara sonrisa reclamabas:
– Cinco poesías, mamá… ¡cinco poesías!
Yo continuaba:
“…y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas…”
Hasta que el sueño ganaba y, aunque reinaba la noche, tú estabas ya muy lejos, muy alto, mecido en armonía, arrullado por montones de versos. Sol
Márquez Muñoz¡Oh,
recuerdo, sé yo! JRJuchillito, navajita, pan caliente… 18, 19 y 20! Juegos de la edad de oro, ahora dormidos bajo gasas de yeso. ¡Pan caliente aquel Alma!
Espacios fundidos en una brisa noble; parajes suficientes hacia el mar… ¡Siempre los modos del mar –de la mar– alentando aguajes elásticos!
Con sentidos lucientes los navegó el Poeta, resuelta la avidez en soledades, siempre la rama preparada para la rosa justa.
Estampas de aquí tendidas al sol lento; tres casas con sus ecos, y aquel libro imantado la Voz que no se extingue.
El tiempo abre surcos como caparazones de cangrejos en muda. Dialogan los recuerdos ¿con qué presente? si las nubes –agüeros ácidos sobre las verdolagas– trastornan la Física que saben las luciérnagas…
(¡Ah, Passolini, tu esperanza y la nuestra!) Nubes como círculos. Nubes como acericos en las naturalezas violentadas…
¡tan lejos aquel amanecer!
(Contemplar, cantar, eran la clave con arder y pensar; sedimentarse como el cosmos en el río cárdeno)
¡Cuchillito, navajita, pan caliente… 18, 19 y 20!
Alegre frutecer al ritmo de las lunas…
¡Itinerario aquella luz hecha memoria!
Rosario F. CartesVOLVER
Moguer. Madre y hermanos. El nido limpio y cálido… ¡Qué sol y qué descanso de cementerio blanqueado!
JRJ.
Diario de un poeta recién casado
Volver, sí, regresar donde naciste, permitir que el tiempo te abrace ardiente y perverso y que voceen , muy alerta, los pájaros de la memoria.
La vida te ha perfumado con gracias, hijos, melodías y trampeó con primaveras caducas, pasiones deshiladas, anillos rotos, tedio, acabamiento. Escapaste para prender estrellas, respirar curiosa en espacios azarosos, abrir caminos tras flechas de luz que impulsaba la dulzura adolescente y has llegado. Qué verdad la del poeta: lo interesante era [el viaje.
Y no hay alivio ahora al ver el camposanto, muerde tu corazón el tigre oculto del remordimiento.
Carmen CiriaCon un profundo respeto a Zenobia Camprubí Aymar
En el vértice último del océano, donde convergen la luz y el tiempo, te nacieron mujer, entrañas inquietas de pétalos azulados, alumbradora de caminos de ida y vuelta. Las olas tatuaron tus ojos con sonidos de esencias infinitas, pasión y ser aunados en el hondón del alma. La sal esculpió tu sed de justicia y libertad, lucha implacable de tu existir náufrago. La arena cimbreó tu razón, maremoto de saberes profundos con perfiles perpetuos.
El sol, diminuta mano de Dios, dibujó, gota a gota, la bondad desbordante de tu alma peregrina.
Y la tierra, tu tierra, nuestra tierra, cinceló una sonrisa con el tiempo dentro, bengala de simpatía hallada en todos los horizontes.
Isabel María González MuñozPaisaje lunar convertido en curvatura del cosmos, en carcáreo universo. Historia y memoria náutica, en vergel transformado desierto. Al otro lado, salina inquieta, impaciente rielar, somnolencia de poemas y tiempo, (tal vez sólo sea tiempo), metafísica y lírica, musicosmología y química disociado en atlántico sueño.
n un hoy de horas lentas, en esta última etapa del vivir que apura la delicia del mirar, del ahora, el corazón se remansa en la soledad para hallar en lo oculto un instante de dicha.
Y en un otoño tibio de cansancio y anhelo, dejo vagar mis pasos por estas calles que tienen alma de vino, de pan, y casas de almenadas azoteas blancas. Respiro despacio en el torbellino de luz y sombra que se estremece con el alegre piar de pájaros alborotadores, con el ruidoso volteo de las campanas. Me asombro con el misterio de ocasos empurpurados y cielos dezafiros transparentes.
Y cuando así me pierdo, cuando me alejo del malvivir que es hoy nuestra condena, siento girar el mundo y apuro la peligrosa libertad del desafío.
l sur, muy al sur, donde la luz sabe persistir, hay un pueblo hecho por un dios. Muy al sur, donde el sol dobla al sol, hubo un poeta loco que vistió de negro entre tanta luz, que fue igual mar y estuvo hecho de la misma sustancia con la que con sus manos creó a dios.
Muy al sur, el negro poeta loco modeló palabras de barro y dijo pueblo y pozo blanco y dijo pinos, mar de plata, campo, romero y amor, y dijo la luz con el tiempo dentro, y, cuando vio la totalidad cumplida, buscó el nombre exacto para ese todo, y lo llamó Moguer. Y Moguer se hizo.
Me sorprende, y hasta molesta un tanto, que tras tanto poema y tanta prosa se me conozca más por el encanto de un burrillo que, pies en polvorosa, rebuzna el muy simpático, y yo canto mientras me lleva por la tarde rosa.
¿Está ahí mi literario monumento?
¿Fue mi mejor escrito el del jumento?
No te quejes poeta, que no escoge el autor a su obra más notoria.
Bástete con la fama, y que se aloje en lo que tú has escrito y tu memoria. Lo importante es al fin que alguien te arroje en el centro de tu buscada gloria. ¿Te importa mucho mi pollino paso si entras montado en él en el Parnaso?
Francisco Núñez RoldánCUATRO castaños sostienen la bóveda de la noche, estrellas de cerezos alumbran el camino, relampaguean tortuosas las aguas. Saliendo del vientre materno, como mujer parturienta gime la tierra ebria de olores.
J. A. G. PalomoSoledad de una perla que las conchas abandonan en la arena sedienta de una roca. Soledad de un suspiro que se diluye en niebla, o de una mirada soslayando la nuestra, y del rayo de luz fenecido en la floresta… O de la rosa olvidada desmayada en ese borde del encaje de una siesta. Soledad de palabras en la música insonora de un silencio… y una lágrima hacia ti, ahora si, en sonora soledad de fiesta.
Joaquín Verdú de Gregorioan pasado más de cien años, Platero, y tu sigues siendo el mismo y como no eres real sino imaginado puedes repartir tus gestos a quien quieres y complace sin que nadie te moleste. Así das leves toques con tu hocico a aquellos, tus paisanos que llevaron el oro rojo de tus luminosos campos a países muy lejanos.
A otros, das pequeñas topadas de profundo agradecimiento pues aunque hablen con otro acento con su esfuerzo y trabajo contribuyen a la riqueza de tu pueblo.
Con tu alegre trotecillo quieres recompensar a las mujeres, tus paisanas, que dedicaron su vida a transmitir la dulce cultura del amor y la constancia.
Acaricias con suaves roces de cabeza a los que nacieron en tus calles y aunque emigraron a otras ciudades su corazón moguereño conservaron anhelando volver de nuevo a compartir contigo la luz y el tiempo.
José Luis López RuizMoguer.
Juan Ramón. Vuela de un pino a otro el verderol.
Sal y blasón. Platero.
La poesía se hace vida en el sendero.
Y hay un sueño de velas tras la trilla del trigo.
Moguer en Estocolmo y Puerto Rico.
La universalidad de la chumbera, del patio rumoroso y la palmera.
De las mañanas en Nuestra Señora con campana y vencejos, y del atardecer en los pinares con luz de estero.
Carlos Abadíao hay más vuelta que a la del olor del mar en las nubes que dan sombra al verano, y en los brazos a una brisa de palabras. Un viaje demasiado largo a una nueva vida que encierra en el primer vaso de agua cada llegada.
Qué frágil testimonio despunta con el lucero del alba; cristalina y dulce es su esmerada urdimbre junto al sendero de la alberca.
Estuvo siempre naciendo, igual la mirada que contempla sus fugaces pétalos. Me supo a miel asilvestrada, a rocío, a vuelo de mariposas cuando, casi sin aliento, me cobijaba de las inclemencias bajo su liviana copa.
No era el cielo, pero lo parecía; frágil era –sí–, como el alma.
Diego Ropero-Regidorn el rincón, como un abanico de amarillos y blanca cera, las leves llamas se elevan sin ruidos en un tic-tac del [destiempo.
Desde la ventana, la tarde se aleja para darle a las luminarias su hora gloriosa [de testigo mudo.
Hacia el otro rincón, las columnas de incienso ofrecen al altar un imaginario [sabor de vahos, aromas y misterios: premonitores silenciosos de los sacrificados al goce.
Y en la mesa, el gong lanza su prolongada reverberación: un hilo azul que termina cuando empiezan los labios.
Antonio Ramírez Almanza
Del poemario inédito “Momentos”
Hermano que buscas refugio de la guerra y del hambre, aprende la lengua de Juan Ramón. Llegas al mismo mar que sus ojos miraron, a las mismas olas que bañaran su cuerpo.
En esta inmensidad de espacio, en este verde, en estos amarillos, has de encontrar la luz que se resiste.
Juan Ramón y Zenobia, cogidos de la mano, camino del exilio, para no volver nunca.
Toma esta luz que será la tuya, la tierra sin propiedad por donde irán tus pasos.
Claro del sol, patria del canto, cementerio en Moguer del mediodía: he venido a traer flores silvestres a la raíz en lo hondo de la luz. Aquí la pulcra dignidad persiste, hecha de amor, de piedra y cielo. Tan cerca el mar, nube del trópico, dispara lo azul hasta su cénit y lo yerto se alza deslumbrante como una voz manantial desde la tumba.
Venid a ver el alto ejemplo del hombre que cumplió con la belleza y dio viento de fuego a la palabra.
En silencio absoluto contemplad la música del aire en los cipreses y mirad a los pájaros que cantan.
Y decid que Juan Ramón Jiménez arde en la rosa de la tarde y que su llama azul de eternidad no habrá de morir nunca, pues su rastro es la sustancia de los dioses.
José María Juradon mi bolsillo izquierdo una piedra blanca me acompaña; me conduce a mi casa una y otra vez, a las palabras minúsculas de mi infancia, al abandono y la alegría.
Y cuando mis días son mustios y sombríos, de negras nubes y pesadas, me aferro a ella con ambas manos. Y resisto, milagrosamente resisto.
(*)Juan Ramón Jiménez llevó siempre con él, a modo de talismán, una piedra de su ciudad natal.
ecuerdos de infancia tardía y adolescencia vivida, dibujos del alma humana, abrazo de belleza, canto y cuento de esos años de encuentros en esa “blanca maravilla” de tu tierra de Moguer, con aquella Aguedilla, “la pobre loca de la calle del Sol que te mandaba moras y claveles”.
Conversaciones con la naturaleza con la que todos hemos hablado, si la hemos tenido cerca, o hemos vivido en el campo; pobre del que no lo haya hecho, aunque fueran breves instantes, porque su lenguaje sigue en barbecho y lo inmediato seguirá distante.
¡“Vámonos Platero, que el camino es largo y el tiempo pasa volando, pero ten cuidado con ese agujero, que la mar nos está esperando para verla, con esa felicidad que produce el brillo de tus dos ojos negros, como escarabajos de cristal”!
Manuel Sánchez HerreraRetirando la niebla, el beato nos expone de nuevo [el azul de lo alto. Y en ese azul, límpido, celeste, intenso, te nos muestras sentado, como un cristo-rey, afaraonado, junto a tu beato eterno, en la eternidad que ya compartes.
Hubieras participado, sin duda, en este libro a Moguer, al Moguer de tu Juan Ramón. Salvando las distancias, yo lo hago por ti, y disculpa mi atrevimiento.
JuanDepuntoAlosnero es un pollino de pelo color ceniza, caminar ligero, trote acompasado, con pocas manchas aisladas en pecho y grupa. Es un burro pintado de verdad si se mira como yo lo miro: con ojos muy abiertos y en un intenso silencio. El alma de quien lo pinta asoma por los ojos de Alosnero y sus orejas como torres de comunicación con las ventanas abiertas. Se diría que relincha si le llamas, ¡Alosnerooo...!, orientando sus antenas hacia ti.
Nora se alegra cuando se lo entrego: le pasa sus dedos por la panza, lo acaricia, lo abraza, lo besa en su hocico quieto. En un acto de tierna generosidad me lo acerca y dice: “Abelo, pa ti”. Y yo me derrito con su mirada.
Alejandro García Acebes“just live”
Keaton Henson
o temas el daño si sientes dolor si ya sabes de la vida la muerte el amor no temas el daño
y al vivir como se siente de tan sólo vida simplemente vive para qué más no no temas no
* * * deja que se te rompa el corazón contra la obsolescencia programada el milagro de que aún duela
ombrarte en este atardecer? ...No. Buscarte en tu inmensidad, pasear mis ojos en un vuelo etéreo hasta el azul infinito y más allá, allí donde no existen las palabras.
Mas. ..., qué hermosas imágenes se dibujan en el cielo, cómo acarician al mar materia iridiscente, preñada de vida que se derrama y lame toda la tierra.
Qué efímera belleza entretiene mis sentidos cuando es sólo tu esencia lo que anhelo, sustancia inerte que en mi te muestras y conmigo mueres si no te pienso.
Marian PantojaZahora está en silencio el aire ya no es el mismo. El día, está vacío las flores y las plantas se han apagado sus caminos no entienden que pasa.
Ahora el Swing en la noche, solo tiene un tempo el rugir de las olas. Diego ........... el del Savoy... Con su mirada franca, se ha ido nos ha dejado, sin más sin sus palabras, sin sus risas, sin sus ganas...
Pablo Naranjoué silente quietud deja el verano! la tarde se hace gris tras los cristales; se presiente un otoño ya cercano y el viento se desplaza en espirales.
Las nubes se pasean por el cielo, flotando como espuma jabonosa y las tristes gaviotas con su vuelo, se pierden en la tarde neblinosa.
Prendida de una nube está mi alma, en pos de ese destello de grandeza, me dejo acariciar por esta calma
Y me siento atrapada e su belleza. Indolencia, quietud, melancolía, la tarde silenciosa me traía.
La poesía envía luz al corazón, es un bálsamo para poder vivir momentos de felicidad y gratitud. Su composición a la vez que denuncia altera la percepción de la realidad, y crea instantes de emoción y belleza.
El río de sentimientos discurre bajo la la superficie de las palabras. Las palabras ralentizan el tiempo, acortan el espacio y rozan un trozo del alma. Palabras siempre en la boca de Juan Ramón a Zenobia.
Manuel Castillo Martosiene tu tristeza el poema dentro con fonética de palabras infinitas, tu melancolía hiere las rocas con palabras hermosas.
Tu lucha y tu esfuerzo el cielo recompensa en versos sublimes, en atemporal prosa, que nos mece como seres de algodón sin huesos y con ojos de azabache.
Tiene tu poesía menos nostalgia, pena o insomnio que tu tristeza toda hecha de cristales vivos.
Vuela tu deseo de luz, de alegría y de vida como una polilla alrededor del alma de aquella que sustentó tus palabras, tus versos, para que no te perdieras en negrura vana y fueras –sombra errante–a salir de tus versos, a dejarnos sin nada: sin Moguer, sin Platero…
Escribes madrugadas de oro o de morado, la fría luz del alba se acerca a ti en versos de agua, que se deslizan mejillas abajo en momentos de ternura añorada y cierta.
Y ese velo triste da a tus palabras el don de lo infinito, y traspasa nuestras vidas como un canto que se olvidó de ti, para volver renacido a un cielo perenne, Aurora sobre un mar recién casado que quiso dar raíces a tus alas.
Carmen Martínez GordilloA Manuel Ángel Vázquez Medel. Y a través de él, a Juan Ramón.
Dispongo de un atlas sacrificio adelantado a la mirada que se desplaza, y en un punto desde fuera observo a menudo mi destino indiscreto, mi destino que se mueve; desde arriba, sobre el mapa, lo observo y veo cómo nacen las raíces poco a poco.
Hombre o atleta, o canción en el espacio que algunos escuchan, la mirada rota puede ver fuera del huevo entre las piezas, la mirada
rota sale fuera de la norma, porque bebe de lo incierto, desde lo incierto construye puntos de fuga en el infinito, puntos de fuga que son labios besando besos que flotan en el espacio-tiempo.
La mirada rota siempre se construye. (Tocando la tierra con los pies, con las yemas de los dedos.)
Francisco Javier Martín LópezA Moguer, colombina y marítima, alma de vino y pan, blanca maravilla a los ojos y al espíritu, llegamos los inquilinos de Cuadernos de Roldán, devotos del territorio natural y poético que eternizó Juan Ramón, con la luna creciente en noviembre de 2015, a punto de cumplirse 120 años del nacimiento del poeta a su destino lírico en Sevilla.
Desde esa ciudad (de luz a luz) traemos nuestras voces en versos y colores fundidos con las voces (versos y colores) de aquí, en este libro donde su nombre es mundo.
Lo han conducido Mª Dolores Maury, Rosario F. Cartes y José Luís López, con Quintina Falcón y Pepe Aguilar, actuando Paco Díaz de experto timonel en las artes de la maquetación.
¡GAUDEAMUS!
Pintura de Juan Ramón Jiménez