El Agua

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el agua




Cubierta: Manuel García y Rodríguez Depósito Legal: SE-5.959-2007

Impreso y hecho en Sevilla en los talleres de El Adalid Seráfico, S.L.L. Andalucía. España. MMVII Edición de 400 ejemplares del nº 60 de CUADERNOS DE ROLDÁN

EJEMPLAR Nº


El agua es el principio de todas las cosas. Tales de Mileto



Paco Cosano


EL CERRO DEL HIERRO

P

aisaje de caliza, sudor oscuro, color de hierro, de dolor y cansancio, de tiempo y tiempo, que labró siglo a siglo campos de esfuerzos. Precioso Cerro, envuelto por quejigos, por robles y alcornoques, que herido y viejo sestea con sus rocas a cielo abierto. Ecos perdidos de vagonetas, túneles negros, soleares de forja, cantes mineros. Culantrillo, tomillo, zarza, romero y un misterio de siglos en sus senderos. Un verso entre las rocas, duendes y elfos, un castillo encantado, perdidos sueños, de una infancia privada de nanas y cuentos. Agustín Embuena Romero

—8—


Justo Girรณn


Déjate ir, como el agua, como el río que la nube lleva: tu eres lluvia amor, viento de Abril que aún mece nuestro trigo. Agustín Torres Vázquez

—10—


“En la ribera”

Julio Romero de Torres


AL-AGUA HONDAGUA

La niebla nos tapa el bosque mojado líneas de azogue esmerilan el mundo. En lo hondo de cuando niño suena la lluvia y el agua ablanda los cantos del corazón ¿o eran quizá lágrimas que no supe contar? Y entonces nos amamos Eran los congojos de los gozos, apasionados, eternos... Corren surcos sonoros por las mejillas de plata De la sierra y la tierra evocan aromas de pretéritos tiempos sin esperanza de futuro, sin deseo y sin anhelo pero con gran intensidad, Como si de un trueno se tratara. Me emociona su olor. Y en el penúltimo verso llueve y el invierno se aguarda como una larga ausencia inevitable, como una sombra negra. En ese espacio en que la luz impone su presencia obsesiva, me miro en sus ojos negros: En mi hora suprema, mojadme los labios Almonaster, 6 de otoño

—12—


Estos que aquĂ­ veis, rostros famosos, fueron sus autores:

Sony


D

esvelar en la noche los enigmas del tiempo, la parte oculta de existir. Sentir en la sangre la roja verdad, el fluir de todas las preguntas latentes en el corazón donde siempre palpita la esencia más pura de la vida. Antonio de Vicente

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Manuel Rico


EL MUNDO

De los cuatro elementos, el agua. Nube, lluvia y río contra el vacío ingrávido del aire y la dureza mineral de la tierra. La nieve y el mar contra la furia iconoclasta del fuego. Ese mar del átomo a los mitos que en Tales de Mileto ya era vida y desde Herodoto fue también historia. Nuestra propia historia. Carlos Abadía

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Isabel Chacรณn


De la sierra el rocío de olivos y encinas baja a cañaverales y huertas, y en la marisma meandros de retamas y chumberas. ¿Ves como sólo es azul el agua que rebosa violetas? Carolina Abadía

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“Paisaje incierto 4”

Ana Ruesga Navarro


SE DORMIRAN LAS OLAS

S

e dormirán las olas, al arrullo de su propio sonido, murmullo de espuma y roca... ...Hablarán de tiempo, de amor, lumbre y sombras, como entre sueños. Cuando te hayas ido, se dormirán las olas. Permaneceré en la orilla, como casi siempre, sola, con el olor de tu presencia, con una canción tristona. Estaré y no estarás, y se dormirán las olas. Coral Mª Cooper Gutiérrez

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“Agua”

Macarena Trigo Aunión


LA SIERRA Y EL NORTE

E

l padre, Norte fresco, y Sierra firme, la madre. El Pedroso y Alanís, San Nicolás en el Puerto, Constantina o El Madroño, Almacén de la Plata, Las Navas en Concepción, Guadalcanal en la franja, Los Infantes con su Puebla, El Real con sus Jaras, Arroyos de Castilblanco, El Castillo que las Guardas, Guillena y El Ronquillo, Aznalcóllar con Cazalla, Gerena y El Garrobo, y aunque trepar intente Burguillos a la entrada, todos tus hijos están, entre encinas y castaños, eucaliptos, pinos y alcornocal labrando una corona que Sevilla lucirá. Don Danielo —22—


“Paisaje serrano”

José María Labrador


AL CRISTO DE LAS ÁNIMAS

T

e traeré de la Serenísima República, un paño de pureza, de plata y de agua de la Laguna, que será envidia del Duce de Venecia. Y a vos Señora de las Tristezas, el más hermoso brocado de soles y lunas para acompañar a tu Hijo, tras su velo de tinieblas. El Conde de Casa Padilla

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“Reflejos de una fuente. Estanque de Mercurio del Alcázar de Sevilla”

Joaquín Sorolla


Si me adivinas como sonido como luz como verbo. Si me bebes como vino como viento como llanto. Milagro que siembra vientre encendiendo río como mar de agosto. Si me adivinas quizás bebamos amor y agua Eloísa Galindo

—26—


Antonio Gracia


EL AGUA NUESTRA DE CADA DÍA

P

aseas por la sangre y la saliva, casi ocupas los ojos por entero, eres nieve, granizo y aguacero, y hasta en la sopa estás, casi exclusiva. Eres parte del zumo de la oliva por usar un disfraz más zalamero, y si hablamos de un uso traicionero eres bestial cuando eres lavativa. Puesto que eres de mí un mucho por ciento ¿quién niega que también eres el arte, si tuyo más que mío soy sin duda, si eres más que mitad de pensamiento que perpetra estos versos, y eres parte de la mano que ahora los anuda? Sevilla, octubre, 2007

Francisco Núñez Roldán

—28—


“El agua oculta”

Guillermo Pérez Villalta


TOMO EL COCHE

L

a tarde, desnuda de éxtasis, abandona la sonrisa y levanta la equidistancia infinita del amor y del dolor. Los ojos se me pierden en las piedras, piedras haciéndose agua. Un rumor transparente de ausencias se filtra por mis poros; un surco callado de sentires esconde mis revuelos; un zumbido sordo de abejas depura la brisa pálida de mi vida. Rivera del Huéznar, 30 de agosto de 2002

Isabel Mª González Muñoz

—30—


“El Guadalquivir en Palma del Río”

José Pinelo Llul


Los arroyos de Hospital de Castro corrientes, aguas, puras, cristalinas, árboles que os miráis en ellas. (Gracilaso)

Aguas que nacen y brotan de un manantial oculto entre juncos y eneas en un paraje abrupto. Aguas hendidas, difluidas por fuente recia y quilla que forma un peñascal al borde de una orilla. Divididas en dos brazos, uno por el mismo cauce regando huertos y prados haciéndolos más feraces. El otro vierte sus aguas en un reseco arroyo, con pedreras en su fondo y grandes y hondos hoyos. Los desniveles del suelo utilizan los vecinos como los saltos de agua, y constriñen sus molinos. Joaquín Castro —32—


Teresa Lafita


AGUA A Ángel M. Aguirre

D

e tu caldo primario (¿de qué palabra surgido ó de qué azar?) venimos: cadena de criaturas que poblamos el mundo. Del equilibrio de tu formula dependemos y somos: misterio luminoso en el espejo de los vientres maternos. (De tu ciclo continuo –y nuestra interferencia– conocemos bien los efectos terribles en el exceso y en la falta) En la sierra, tu rumor de lluvia conducida me trae la querencia de mis ojos primeros. Íntimos son mis cuatro ríos, mi mar atlántico, plenitud de galaxia replicada: alimento y metáfora. Rosario F. Cartes

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Inés R.


VIDA EN OTOÑO

E

l cielo se oscurece Tiembla la tierra Las nubes se funden Chorrean los cielos Se licuan los montes Los ríos se desbordan El agua rebosa los campos Deméter encuentra a Perséfone Del inframundo surge la vida Y hoy nosotros Con Dionisos lo celebramos. José María Bedoya

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Antonio Agudo


JARDÍN DE AGUA

L

as horas que pasé allí, rodeado de gente pero sin gente, tuvieron el sabor salado de un océano amargo. Paseé en la noche sintiendo la ciudad lejana, con el lento paso de la pena. Desconsolado. Fundido en el recuerdo de su piel que ya no tocaré. Moviéndome en la oscuridad de ese jardín acuoso, desdibujado, irreal, de verdes esperanzas que lo fueron. En ese lugar, robado a los sueños, quería sentir su piel, cálida, iluminada levemente por una luna menguante de otoño. Quería sentir sus labios en los versos jadeantes de mi aliento. Se me clavaron las afiladas espinas de unas rosas cuando pasé bajo ellas esperando encontrarla entre las ramas. Terminé con el cuerpo arañado, ensangrentado, como si sus uñas, en ese gemido sublime, rascaran en mi espalda desnuda en una interminable noche de amor... Quise tener la esperanza de que ese día que fijo volvería por los caminos de cipreses encantado, en los que con seguridad acompañan a los monjes, elfos, geniecillos, algún hada y toda clase de duendes, frente a las doradas piedras de sus chimeneas, llenas de leyendas y misterio. Pero será en otra vida, cuando haya escalado hacia los sueños, robándoles las sombras, sin haber sido un perro abandonado o un siervo de su gleba. A ese pájaro, ahora herido, que llevo dentro le volverán a crecer las alas y cuando todo haya pasado, remontará su vuelo como Ícaro e irá a formar parte del jardín de las delicias volviendo a saborear el néctar de una boca, palpando la blandura tersa de unos senos... 8 al 9 de otoño del siete

Juandepunto —38—


MarĂ­a Teresa MartĂ­nez


SED

Tuve un tiempo para amar cuando el desamor lloraba y en mis lagrimas bañaba todo aquello que perdía sin pensar que en la porfía mis anhelos ahogaba. Como los ríos resbalaban las aguas de mi amargura y hoy se torna en desventura no volverlas a beber que el amor es sentimiento y no importa tener sed. Marian Pantoja

—40—


“Jarra de cerámica”

Lola Gaviño


CALLEJONES DE SOMBRA

C

allejón del agua, cauce de luna, donde canta la espuma promesas falsas. Callejón del viento, ruta de nadie, donde cantan los aires presentimientos. Callejón del barro, sed de rejones, donde encallaron los hombres sus intenciones. Mario Rodríguez

—42—


“Chorro”

Domingo Jiménez


EL AGUA A Piluca, que rompió aguas el 8 de octubre del 2007.

E

l agua me canta el azul de tus ojos, el hilo que destila el aroma de tu frente y el brocal de tu boca. El agua llora por el cristal de tu cuerpo y derrama el gesto de tu mirada. El agua sube por el fruto de tus pechos y se encaja en la sed del desierto. El agua me recuerda estas cosas en el rincón de mi consuelo, mientras vivo esperando las lluvias de otoño.

Marchena 12 octubre 2007

Jesús Solano

—44—


“Azul añil”

José Guerrero


Aunque sea una impudicia, confieso que ya son sesenta seis años los caídos. Si los guarismos los ponemos del revés besan la centena. Tal vez por ello, las aguas de mi río, aunque más abundantes, van más tranquilas, más turbias, resignadas –la experiencia es un declive–, hacia la mar. Alejandro García Acebes

—46—


“El mar”

Daniel Vázquez Díaz


NANA DE LAS OLAS

C

ántame una nana, y quédate conmigo. Cántame una nana, y arrópame con la espuma de las olas. Cántame una nana, y deja que duerma en un lecho de algas. Cántame una nana, y deja que sueñe con playas azules y casas blancas. Cántame una nana... ...deja que la brisa me despierte

Baza, 21 de abril 2007

Meria Albari

—48—


Inma Gรณmez


SOLEÁ

Triana y Sevilla son agua con distintos tonos que afina el diapasón. Rafael Arjona

—50—


Salvador Malpartida


ATARDECER SOBRE EL ARNO Para Mercedes, que lo vio conmigo.

Acodada en el puente, asomada a ese vértigo de la belleza efímera, he visto atardecer. Caía la luz con densidad de agua y el agua reflejaba su rosado fulgor. Rosa y verde era el agua, contagiada de orillas, de tilos y de álamos. Y después las orillas eran nubes y las nubes una llamarada de sol y el sol un naranja de fuego que deshacía las nubes, y el cielo un azul agua y las nubes, blancas y veloces, corrían sobre el agua, que era blanca y veloz, y se alejaban confundiéndose a un tiempo con el mar y la noche. Raquel Rico —52—


Emilio Sรกnchez Perrier


Llueve sobre tus pies, llueve sobre la lluvia, no deja de llover sobre la penumbra ni el cielo de dibujar su oscura caída sobre la ciudad. Inacabablemente se empapan formas y colores mientras andas por la última calle que conduce al mar: es agua la ciudad, no es más que agua la ciudad bajo la noche líquida que abraza el puerto en su cintura. Pero sientes de pronto la serpentina del corazón, roja la luz del corazón, entre el tedio del paraguas, y el hondo aire sin farolas. Lluvia roja o rojo el corazón como esa música que desborda la luz de la taberna y recorre los hilos de la lluvia igual a una mano que hiciera vibrar en rojo el cristal inmenso de la noche. Salvador Compán —54—


“Crecida”

José Naranjo


HVC VSQUE BE/ TIS A(RRIVIT 1)626/ DIE J(ANU)ARII

Hasta aquí llegó el Betis un día de enero de 1626.

Azulejo localizado en el patio del antiguo Convento de la Merced, actual Museo de Bellas Artes de Sevilla.


... y hasta aquĂ­, el cuaderno de la saga Roldanesca dedicado al Agua. Para ello contamos como siempre con la ayuda inestimable y el buen hacer de los amigos de El Adalid SerĂĄfico.



ESCRIBEN Agustín Embuena Romero . . . . . . . Agustín Torres Vázquez . . . . . . . . . Varios Inquilinos . . . . . . . . . . . . . . . Antonio de Vicente . . . . . . . . . . . . . Carlos Abadía . . . . . . . . . . . . . . . . . Carolina Abadía . . . . . . . . . . . . . . . Coral Mª Cooper Gutiérrez . . . . . . Don Daniel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Conde de Casa-Padilla . . . . . . . . Eloísa Galindo . . . . . . . . . . . . . . . . . Francisco Núñez Roldán . . . . . . . . . Isabel Mª González Muñoz . . . . . . . Joaquín Castro . . . . . . . . . . . . . . . . Rosario F. Cartes . . . . . . . . . . . . . . . José María Bedoya . . . . . . . . . . . . . . Juandepunto . . . . . . . . . . . . . . . . . . Marian Pantoja . . . . . . . . . . . . . . . . Mario Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . Jesús Solano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alejandro García Acebes . . . . . . . . . Meria Albari . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rafael Arjona . . . . . . . . . . . . . . . . . . Raquel Rico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Salvador Compán . . . . . . . . . . . . . . —59—

8 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 46 48 50 52 54



ILUSTRAN Paco Cosano . . . . . . . . . . . . . . . . . . Justo Girón . . . . . . . . . . . . . . . . . . Julio Romero de Torres . . . . . . . . . . Sony . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Manuel Rico . . . . . . . . . . . . . . . . . . Isabel Chacón . . . . . . . . . . . . . . . . . Ana Ruesga Navarro . . . . . . . . . . . . Macarena Trigo Aunión . . . . . . . . . José María Labrador . . . . . . . . . . . . Joaquín Sorolla . . . . . . . . . . . . . . . . Antonio Gracia . . . . . . . . . . . . . . . . Guillermo Pérez Villalta . . . . . . . . . José Pinelo Llul . . . . . . . . . . . . . . . . Teresa Lafita . . . . . . . . . . . . . . . . . . Inés R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Antonio Agudo . . . . . . . . . . . . . . . . María Teresa Martínez . . . . . . . . . . Lola Gaviño . . . . . . . . . . . . . . . . . . Domingo Jiménez . . . . . . . . . . . . . . José Guerrero . . . . . . . . . . . . . . . . . Daniel Vázquez Díaz . . . . . . . . . . . . Inma Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . Salvador Malpartida . . . . . . . . . . . . Emilio Sánchez Perrier . . . . . . . . . . José Naranjo . . . . . . . . . . . . . . . . . . —61—

7 9 11 13 15 17 19 21 23 25 27 29 31 33 35 37 39 41 43 45 47 49 51 53 55



E s te cua derno, el número 60, se terminó de imprimir en el mes de noviembre del año en el que los poderosos y los gobiernos del mundo se enteraron del cambio climático gracias a los esfuerzos de su laureado y controvertido profeta Al Gore. Que la lluvia mansa y fértil nos fecunde a todos y propicie el nacimiento de una nueva alianza entre e n t rele hombre e l h o ymlab r e y l a acogedora a c o g madre e d o Tierra. r a M

A D R TIERRA

E



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