Portada:
Serafín Madrigal
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L.
Andalucía. España. MMXVI
Edición de 400 ejemplares del nº 85 de CUADERNOS DE ROLDÁN
EJEMPLAR Nº
A Noé, que acaba de nacer
Rosa Valiente
Saludamos este emotivo encuentro de la poesía y la pintura de “Cuadernos de Roldán” con la ciudad de Quesada. Era una confluencia inevitable de poetas y pintores con una villa donde la magia de la naturaleza se funde con la poesía de Miguel Hernández y la pintura de Rafael Zabaleta.
Sorprende a muchos de nuestros visitantes lo que parece una extraña combinación de la obra de estos dos artistas, aparentemente tan distantes. Ya Josefina Manresa, cuando visitó el Museo Zabaleta de su pueblo natal en 1964, comentaba la tremenda afinidad temática y emocional entre el poeta alicantino y el pintor quesadeño . Y es que Zabaleta y Miguel Hernández tienen más en común de lo que pudiera parecer.
Es probable incluso que se conocieran personalmente o, al menos, que cada uno de ellos tuviera noticias de la obra del otro.
Efectivamente, Zabaleta pasa en Valencia el año 1937, trabajando como obrero de la Junta Central del Tesoro Artístico en el salvamento del rico patrimonio artístico y documental de la Catedral de Valencia y de Segorbe; y Miguel Hernández llega, también desde Jaén, en julio a la capital del Turia para intervenir en el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas. Uno y otro frecuentaban las reuniones de intelectuales y artistas que tenían lugar en el café “Ideal Room” de la capital valenciana.
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“CUADERNOS DE ROLDÁN” EN QUESADA
Terminada la guerra civil, a primeros de diciembre de 1939, ambos serían trasladados a sendas cárceles madrileñas, acusados de rebelión.
Pero, además, Zabaleta y Hernández compartieron en Madrid muchas amistades. Baste citar a Benjamín Palencia, Maruja Mallo, Vicente Aleixandre, Luis Rosales o Luis Felipe Vivanco.
Y si nos centramos en la obra, en la temática y en la estética de ambos creadores, podemos descubrir numerosos rasgos coincidentes entre ellos. El más significativo, en nuestra opinión, es el apego que ambos manifiestan a su tierra natal, y muy especialmente a la naturaleza, a las faenas agrícolas y a la dignidad campesina, aunque ni en la obra de uno ni en la del otro es todo expresión del paisaje rural. Hay también en muchas obras de ambos una carga erótica importante. Es más: en ambos es frecuente la combinación del erotismo con el mundo de los campesinos y las campesinas.
Os invitamos a visitar los museos de Quesada, y a contemplar la obra de Zabaleta al tiempo que leéis, por ejemplo, los poemas de “Perito en lunas” o de “El rayo que no cesa”. Ya nos contaréis…
Luis Jesús Garzón Cobo
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GUADALQUIVIR ALQUIMISTA
A mi nieta Sofía: Que la palabra sea en tu vida probidad y testimonio de certeza.
Guadalquivir.
Niño en Jaén, hombre en Sevilla, efigie en América, metáfora de riqueza. … para algunos
Guadalquivir.
Alquimista que lleva materia prima, el azogue a las minas americanas, para que de sus minerales se extraigan metales preciosos.
Un sevillano, Bartolomé de Medina, ideó el método de la amalgama, por él la corona hispana se enriqueció.
Riqueza que no disfrutó el pueblo, se empleó en fastos y guerras.
Manuel Castillo Martos
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Marisa Cossio
EQUIPAJE URBANO
Las maletas se han aferrado a la urbe, en ellas no hay rastro de los pastizales. En su lugar, la humedad devora estanterías donde se almacenan planes de consciencia para otra vida.
Hoy la migración se cuenta en fronteras y la verticalidad de las ciudades tiembla entre tanta esquizofrenia fantasmal. Los hemiciclos cantan ecos de un mañana desconcertante mientras la memoria se condensa en la despensa.
¿Puede la juventud aclamar nostalgia por aquello que no ha vivido?
Cosechas de amnesia histórica, vendidas a refinerías industriales. Hoy el equipaje es más pesado porque carga el sincretismo de dos eras; y el porte más débil porque olvida el devenir de sus caudales.
Paula Romero
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Isabel Vera Pecci
RAFAEL ZABALETA
Miradlo, un hombre casi anónimo con su mirada chica, las manos arropando las rodillas como anuncios de su rubor y el corazón escondido bajo el escudo cívico de la chaqueta. Miradlo, ese hombre todavía no tiene nombre pero entrará en las minas de su cuerpo y sacará de allí una a una, a fuerza de sueños y brazos, las letras que lo nombran. Miradlo, en sus manos saturadas de colores, como quien consagra a un dios, levantará la memoria de su pueblo. Con todo lo que tiene, igual que a una mujer, penetrará la carne de su tierra: trazos densos como piedras, líneas cortadas por la luz, sierras con el vigor de las mareas. Miradlo, ya no necesitan más letras las palabras de su nombre: se llama Rafael Zabaleta, pintor de Quesada.
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Salvador Compán
Domingo Jiménez
SIN COSER
Para cuando tengo que echarle al dobladillo porque alguno de los míos necesita cobijo.
Para cuando tengo que agrandar los bolsillos y así poder guardar más libros, más risas, más canciones.
Para cuando tengo que sacarle a los costados porque mi amor da de sí y ya no cabe dentro.
Mi casa mi vida mi corazón siempre cogidos con alfileres.
Ana Llorca
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Manuel Claro Juan
Cada veinte de enero florece un lirio. Cada veinte de enero por su martirio.
(Popular. Alborada, rosca o ramo a San Sebastián)
Por el cinco de enero, por el seis, Miguel recuerda la escarcha en el costado, las abarcas desiertas.
Por el Arco de los Santos pasa el sino con un vaho de riberas que en el sinfín frutecen.
(En los juegos del óleo pronuncia Zabaleta la costumbre: criaturas de tierra como hechuras de estaciones arrojadas a los ciclos de la luz y la sombra)
Por el veinte de enero, con la voz en llama de la hoguera en la noche, Josefina recuerda tres saetas profundas, los labios calientes de cada herida.
Rosario F. Cartes
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Teresa Martínez
GUADALQUIVIR
Por raíces desnudadas y peñascos, el porfiado estilete del riachuelo que en Quesada se nos viene gota a gota –ya bendición, ya torbellino–, corta la pendiente y continúa ajustando su destino de cristal y letanía –himno inexcusable de los montes–, al silbo de la brisa entre los riscos y los pinos.
Guadalquivir chiquito, germinal, recién amanecido, [salpicado salto a salto de parleros borbotones, hunde su insistencia por su herida y ayuda al viento en la labor y en el fracaso de su furia.
Milagro de color para las flores, amparo y mirador de las libélulas, escorzo a contraluz de nardos y carrizos, su agua se apacigua, se remansa, se entretiene presiente el llano; lo divisa…
Encalmados su genio y su bravura, mira la distancia y unge su mirada en la tierra, el horizonte y la espesura.
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Con parquedad de luz y de reposo desliza su tremenda fuerza de ancho río por valles, por sotos y por campos. Se siente bien, se adormece y ofrece su milagro a la llanura; su espejo de cristal y su paisaje a niños tormentosos que alegran sus riveras, y a amantes noctámbulos e inciertos, en la sombra, les regala protección, misterio y lecho.
El río ya peregrino, obstinación sin voz hacia lo oculto, ajeno, aunque testigo de páginas de vida y voces de cansancio, es un viajero reposado en busca, sin remedio, del sosiego y el descanso. Y en Bonanza se embelesa y se nos va a la mar y se le ofrece y se nos duerme.
Juan Ignacio Bayona
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CUITAS DEL GUADALQUIVIR
Acabado de nacer, el río Guadalquivir, es pequeño, y llora un poco porque no se quiere ir de la sierra y de los pinos que ven el agua surgir.
¡Por todo tu valle abajo debes seguir, dice el viento, y llegar hasta la mar! Verás allí que contento ves los barquitos llegar con su suave movimiento y subir por tu caudal. El río, al fin, decidido, tira hacia el norte primero. Luego vira hacia poniente para llegar más certero donde aguarda el océano hecho marisma y estero.
Francisco Núñez Roldán
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Paco Cosano
Quesada, Quesada
Colores infinitos de Zabaleta
Ahora, los versos del poeta.
Abres dimensiones nuevas
Que se derraman por tus laderas
Concitas eléctricas emociones
En cada uno de tus rincones
Nada ni nadie te podrá arrasar
Al pie de la sierra siempre resistirás
Quesada, Quesada Extensa e inmensa
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Juan Masero Flores
M. Carmen Herrera Justiniano
AUSENCIA
Descifrar tu ausencia es analizar la vida en su extensión de silencio, saber que ya no estás y queda tu mundo, ironizar, a escondidas, con tu regreso. El miedo y lo dejado significa nunca más, vacío en la palabra, en la caricia, en el cuerpo que comienza su recorrido por las superficies del frío, sin los dedos que te esperan. Tu ausencia significa que estoy muriendo y nada en el reflejo del reloj certifica la resurrección de los muertos. Mi fe se fortalece con el brillo de una sonrisa en el espacio pretérito de dos palabras: “enseguida vuelvo”. Y te creo a ciegas. Pero estás tardando tanto que tu ausencia significa nunca más aunque en un instante suenen las llaves al otro lado de la puerta, anunciándote, y entres protegida por el aura del reino que habitas, acompañada por la virtud que anuncia otro principio.
David Gómez Frías
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Alejandro Morata
LA NANA
Ami mujer le gustaba cantar. De joven había recibido clases de técnica vocal y algo de afinación, y tenía un estilo muy personal.
Pero un gran defecto: siempre cantaba la misma canción. La cantaba con tristeza desgarradora los días de lluvia, y salpicada de trinos cuando los rayos del sol invadían nuestra cocina. Pero lo hiciera como lo hiciera sonaba bien.
Su voz de madre era deliciosa, ella era deliciosa, la nana era hermosísima.
Concha Montes
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Salvador Malpartida
RAFAEL ZABALETA
Dora el sol poniente el Rayal y perfila su quebrada fisonomía contra el azul infinito. De la tierra toda se eleva el vaho caliente de la vida, de las casas dispersas, de los olivares añosos y silentes, de las cañadas, de los sotos sombríos, de los caminos que siempre unieron fatigas, labor y entrega. Rafael lo mira todo desde la azotea.
El oleaje de su cabeza traza líneas negras en torno al campo, el azul chisporrotea en sus ojos antes de que la luna asome por los picachos de Cerro Villalta, antes de que el sátiro posea a la ninfa en la noche clara. Los colores forman un remolino en la paleta craneal de Rafael, que con trazo firme son celados en el lienzo, estampados como trigales. La niña sentada, ojos azules, vestido azul, sueño inocente, contempla la escena del maestro pintando, parece loco, pero no es loco, parece mudo, pero no es mudo, el sudor de su frente corre por las caras de los campesinos, de las campesinas, hasta hacerse frío presagio en el rostro de pergamino de la vieja que sujeta a la niña, que cierra el círculo, que lo expone en la plaza, que lo luce solemne por las calles del olivar, el olivar que trepa como una enredadera hacia los cerros, a un lado y a otro de Quesada, la sombra de Mágina vigila la calma del pueblo apacible. Rafael enciende la noche en su cabeza.
José Luis Ríos Jorquera
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Consuelo Hurtado
LAS CHICHARRAS
No recuerdo qué trucha me llevó hasta la noria, pero sí la cúpula de árboles y chicharras que nos dio cobijo con su verde tupido aquel tórrido medio día de julio. Su pecho era todavía dos mandarinas y mi vello una sombra, pero en el fulgor montaraz de sus ojos negros cabía ya el mundo entero. No sabíamos besarnos, pero el mañana estaba ya en nosotros, y nos abrazamos con un goce nuevo que con los años sería eterno.
A la vieja noria la devoró un camino y de los ojos negros nunca más supe, pero sigo estrechando su cuerpo cada vez que oigo cantar las chicharras.
Carlos Abadía
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Chary Gaitán Román
Donde nace el gran río…
A caso allí estarás, intuida en el camino. En la sierra perfilada.
Vives un paisaje soñado, donde el viento te arrulla.
Donde habita el recuerdo de la nieve al trasluz, como espejo de seda.
Eres nave varada, en ese verdor nuevo que la tierra te regala.
Como un leve beso, sobre un mar de olivares.
Un viento libre tus velas despliega y colma. Y más allá de la primavera la luz recorre los abismos.
Ve en un dulce revuelo. A lo lejos está el fulgor que te espera, la infinita llanura de la mar.
Manuel Rámila
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Francisco Fernández Fernández
La obsesión por los espejos como tránsito de otros espejos lugares húmedos llenos de vaho rocío de lágrimas, óxido
roya oscura labios viejos sueños rotos sin gotas de luz mi último espejo.
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Ramón Vaca
Cristophe Berville
Porque verte vivir era lo bueno, antes de que la tempestad arrasara con la ilusión, porque hay que dejar crecer al árbol hay que dejarlo ser para que un día no sea y se haga hoja y se haga humus, parte de la tierra, como todos, como todo.
Pero tempestad: ¡tente! no arranques lo que morirá, déjale ser verde en los prados canción en los labios lágrima en el rostro risa en la boca de un niño…
No vaya a ser que de no ser árboles, arroyos, montes, ríos, cascadas risas y lágrimas… no vaya a quedar nada: ni humus, ni llanto, acaso ni esferas… ni lodos, barros, brotes, yemas y ramitas... que cubran la aurora que a la aurora canten que miren al cielo…
Carmen Martínez Gordillo
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Osorno
Empieza a caminar, no tengas miedo, porque el aire azul de los olivos te lo trencé en el pelo sobre los campos amarillos de tu risa.
Y si te pierdes busca allí tu voz, subida impaciente a una nube.
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Carolina Abadía
Para Laura
Marian Pantoja
UNIVERSO BIENVENIDO
Un espíritu, ojo avizor, pasea desnuda su alma de vivos colores, cantando, de la mujer, sus amores, y en el trance amoroso se recrea.
Sólo contemplar sus ojos desea, oler su cabello como las flores, saborear sus besos como licores, tocar su piel perfumada de brea.
Esgrime el pincel cual espadachín, brotan arcos iris de su paleta, flotan en el aire versos carmín.
Sueña los sueños de otros el poeta, vive sus cuitas de principio a fin cual lo hiciera su amigo Zabaleta.
Antonio López Romero
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Justo Girón
LA SAGRA kein Berg ist ihnen mehr wunderbar; ihr Garten und Gut grenzt grade an Gott. ninguna montaña les es ya maravillosa; sus jardines y bienes casi rozan a Dios.
Rainer María Rilke
Al final de la Sierra de Cazorla, en ese mar de sal que anuncia el altiplano, se eleva una montaña blanca, rosa y cadmio.
A las “36 vistas sobre el monte Fuji”, de Hiroshige, hay que añadir la treinta y siete. Del Mulhacén a Caravaca, de Galera a Santiago de la Espada, La Sagra se transparenta, confundida con las flores del almendro.
Sube hasta arriba y esparce mis cenizas; aunque no creas en el cielo, me habrás subido.
Antonio Molina Flores
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Eduardo del Campo
QUESADA, TU PUEBLO Y EL MÍO A
Juan Ignacio Bayona
I E n la cumbre del sentimiento se respira un lugar agradable: Quesada, tu pueblo y el mío.
¡...!
II
Calles anchas de anchos recuerdos.
Despertar, sacudir las ilusiones en la piel de mi pueblo: Pueblo azul, blanco, verdey mío. Y tuyo, pueblo.
¡...! III
Casas blancas de blancos interiores.
Caminar, adentrarse en los muros invisibles de mi pueblo.
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Pueblo majestuoso, blanco, verdey mío y tuyo, pueblo.
¡...!
Pueblo alto de altos labradores.
Descansar, sentir los perfumes de los campos de mi pueblo.
Pueblo grande, blanco, verde y mío y tuyo, pueblo.
¡...!
Pueblo blanco de verdes esperanzas.
Antonio Quesada
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IV
V
Para Julieta
Pequeña durmiente, en este raro invierno de naranjos y limoneros en flor, en tu cuna permaneces, querida.
Pequeña niña, la primavera se anuncia y yo, como una lluviosa nube de abril, me emociono con tu sonrisa.
Pequeña flor, mi felicidad no es en vano cuando el invierno termina, querida.
José María Bedoya
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Antonio Gracia
NACER VIVIR MORIR
¡O h, río!, ¿quién pudiera? nacer y renacer cada momento, iniciar el curso de la vida, y morir fundido con lo eterno.
Al fluir, ser fuente de alimento, caer en cascadas, sin tormentos, recorrer ciudades, monumentos, los remansos de paz, gozarlos lento.
Y al final, despacio y en silencio, una vez confundido con lo inmenso, subir de nube mecida por el viento, y ser lluvia, un nuevo nacimiento.
Paco Vita
—50—
Moisés Escudero
Ayer sin tiempo volé tras de ti. Quizás mi ilusión fue quererte, las sensaciones de un cúmulo de vidas, llegando a tu orilla. El aire que respiras, penetra en mis pensamientos.
El olor al infinito, deja la huella marcada, ahora aquí, te siento en el tumultuoso camino, teñido por las flores silvestres.
El silencio de cada uno de nuestros pasos, el sol profundo y la brisa vespertina nos da la libertad amada.
Pablo Naranjo
—52—
RÍO……RÍO….
Faustino Castillo
MÁLAGA, Carlos Haya A mi amada Inesita y al divino “azul crujiente”
Malhaya la flor del tiempo
Anidada entre las horas,
Línea sutil de silencio,
Amor, que se va en las olas,
Ganándole los imperios
Al cascabel de la sombra.
Rafaelarco
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Inés R.
Sobre la barra de una tasca dos vinos y dos historias andan de boca a boca. Tras la barra, un cansancio que, en silencio, escucha y olvida. Refranes, recuerdos, quejas... una esperanza de lluvias.
Cuanto se debe. No, que pago yo. Con dios y hasta mañana.
El frío se recorta tras la esquina. Un día más, o uno menos. No caben más palabras.
Mario Rodríguez García
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Manuel Fernández
EL AMOR CIEGO
Allá en la sierra donde el río grande nace tus ojos incendiados de luz. El amor era un largo día de verano. El deseo caía sobre el río sobre tu cuerpo desnudo. El imán de los cuerpos nos separaba. A veces la turbidez de los cuerpos no deja mirar al alma.
Nos despedimos ¿recuerdas? el día de la tormenta.
Francisco Gallardo
—58—
Juan Ignacio Valdés
Adela Agudo
—61— Luis Jesús Garzón Cobo . . . . . . . . . . .8-9 Manuel Castillo Martos . . . . . . . . . . .10 Paula Romero . . . . . . . . . . . . . . . . . .12 Salvador Compán . . . . . . . . . . . . . . .14 Ana Llorca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16 Rosario F. Cartes . . . . . . . . . . . . . . . .18 Juan Ignacio Bayona . . . . . . . . . . .20-21 Francisco Núñez Roldán . . . . . . . . . .22 Juan Masero Flores . . . . . . . . . . . . . .24 David Gómez Frías . . . . . . . . . . . . . .26 Concha Montes . . . . . . . . . . . . . . . . .28 José Luis Ríos Jorquera . . . . . . . . . . .30 Carlos Abadía . . . . . . . . . . . . . . . . . .32 Manuel Rámila . . . . . . . . . . . . . . . . .34 Ramón Vaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36 Carmen Martínez Gordillo . . . . . . . .38 Carolina Abadía . . . . . . . . . . . . . . . .40 Antonio López Romero . . . . . . . . . . .42 Antonio Molina Flores . . . . . . . . . . .44 Antonio Quesada . . . . . . . . . . . . . .46-47 José María Bedoya . . . . . . . . . . . . . . .48 Paco Vita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50 Pablo Naranjo . . . . . . . . . . . . . . . . . .52 Rafaelarco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .54 Mario Rodríguez García . . . . . . . . . .56 Francisco Gallardo . . . . . . . . . . . . . . .58 ESCRIBEN
—62— Rosa Valiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7 Marisa Cossio . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11 Isabel Vera Pecci . . . . . . . . . . . . . . . . .13 Domingo Jiménez . . . . . . . . . . . . . . .15 Manuel Claro Juan . . . . . . . . . . . . . . .17 Teresa Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . .19 Paco Cosano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23 M. Carmen Herrera Justiniano . . . . . .25 Alejandro Morata . . . . . . . . . . . . . . .27 Salvador Malpartida . . . . . . . . . . . . .29 Consuelo Hurtado . . . . . . . . . . . . . . .31 Chary Gaitán Román . . . . . . . . . . . .33 Francisco Fernández Fernández . . . . .35 Cristophe Berville . . . . . . . . . . . . . . .37 Osorno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39 Marian Pantoja . . . . . . . . . . . . . . . . .41 Justo Girón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43 Eduardo del Campo . . . . . . . . . . . . .45 Antonio Gracia . . . . . . . . . . . . . . . . .49 Moisés Escudero . . . . . . . . . . . . . . . .51 Faustino Castillo . . . . . . . . . . . . . . . .53 Inés R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .55 Manuel Fernández . . . . . . . . . . . . . . .57 Juan Ignacio Valdés . . . . . . . . . . . . . .59 Adela Agudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . .60 PINTAN