Núm. 18 13/03/2017
RETO XVIII
EL JUEGO
Tema propuesto por YOLANDA NAVA
Yolanda Nava nos cuenta… Apoyada en la mesa se miraba las uñas medio despintadas mientras su mente divagaba. Mañana se le acababa el subsidio de desempleo. A Rubén había que ponerle brakers. El ruido de la lavadora cada vez era más raro y la nevera estaba casi vacía. Él, con la mirada baja, avanzaba hacia ella y posaba sobre su frente un beso rápido, cargado de culpa y cobardía. Y salía en silencio, con los billetes que les quedaban para la comida semanal, camino del casino. Esta vez ella no le montó ninguna bronca, ni lloró, se limitó a cruzar los dedos y desearle suerte.
Manuela Bodas Puente nos cuenta… UNA, DOS Y TRES, ESCONDERITE INGLÉS
Había en el verde, un aroma a margaritas y a risas. En el verde había un eco de despedida, de afonía infantil, de letras de canciones, “a la una, a la otra, a la yegua, a la potra”. De cuentas que sumaban en las tardes de verano, “una dos y tres, esconderite…”; ya sé, se dice escondite, pero nosotras de pequeñas jugábamos al esconderite; “una dos y tres, esconderite inglés”. Aún la recuerdo, aunque huyo de aquel instante cada vez que la memoria se empeña en jugar al oscuro vacío del silencio. Aún la recuerdo, flotando en el río, en el río de la vida, en el río de la muerte. Flotando con el pulso adherido al musgo de la Parca. Aquella tarde, como tantas otras, jugábamos al esconderite.
Todos sabíamos que en aquella casa, algo viscoso y resbaladizo, emponzoñaba la rutina. Jugábamos al esconderite y ella quiso jugar a tener paz y calma. A no volver a encontrarse con el reptil que muchas noches se colaba en su cama y le lamía poco a poco toda esperanza.
Flor Mendez Villagra nos cuenta… Marina se levantó al amanecer y contempló emocionada la casa de muñecas que los reyes le habían dejado. Durante años fue preparando aquel armazón de madera para convertirlo en un verdadero hogar: una cómoda por aquí, una silla de época por allá, cortinas para las ventanas, colchas para las camas…. y llegó el día en que decidió incorporar a Miguel, un maldeman legionario con el que su hermano ya no jugaba. Su Barbie-ama-de-casa, a la que fascinaban los uniformes, llevaba tiempo pidiéndole que lo pusiera a su lado. Miguel acabó dejándose querer por aquella muñeca que le trataba como un rey. Al cabo de un tiempo llegaron los play móvilgemelos, y un poquito después la play móvil-bebé. Sonia, la Barbie-esposa-madre, empezó a quejarse de no tener tiempo para nada, Miguel a recriminar-
le su mal humor, ella le echaba en cara que no hacía nada y él gritaba una y otra vez que no la aguantaba mas.
Aquella noche entre la basura acumulada en la acera, sobresalía una preciosa casa de muñecas de la que colgaba una barbie sin cabeza y un madeLman sin brazos. Marina sabia que al igual que ella, los play móvil-bebes acabarían encontrando unos padres adoptivos.
Macamen De Vega nos cuenta… Nada más abrir la puerta tuvo una agradable sensación. En el suelo del recibidor, pintada a rotulador, había una rayuela de colores donde se podían leer todos los números del 1 al 9. Sara sonrió. Un poco más allá, en la pared del pasillo, un dibujo a modo de mapa del tesoro representaba la planta de la vivienda decorada con palmeras, arena y mar y marcaba un punto clave con una «X» en el suelo de una de las habitaciones. En cada dormitorio, pintados de colores vivos, había una pared decorada con dibujos de niño, de diferente precisión en el trazo y los detalles. En la habitación principal que correspondería al salón, se fijó Sara en una tabla que estaba floja. Al agacharse para confirmar que correspondía con la «X» que marcaba el mapa del pasillo, escuchó la voz del agente inmobiliario:
—A pesar de ser una buena casa, necesita bastante restauración. Y Sara, que era absolutamente espiritual y necesitaba que las cosas le «hablaran» supo que esa casa estaba llena de risas y de juego y se sintió bien como en ninguna de las que había visto durante los últimos tres meses. —Me la quedo —dijo con firmeza.
Julia Álvarez nos cuenta… Me encantaba el juego: era un reto, un vicio, una excusa, una enfermedad. Lo podemos llamar como nos de la gana, pero la descarga de adrenalina que se producía cada vez que apostaba o acudía al casino para intentarlo una vez más no había droga que pudiera producirla. Estaba enganchado sí, pero mientras tuviera dinero no iba a dejarlo. Incluso en aquella locura que se la había ocurrido hacía dos noches había un placer inmenso: ir a la casa de apuestas y hacer un TODO O NADA a que su novia, su pareja desde hacía unos cuantos años, se iba a liar con el mejor amigo de su hermano. Los iba a utilizar como marionetas en un teatrillo cutre y oscuro. No se conocían, pero iba a provocar el encuentro y acelerar todo el proceso. Y lo más divertido fue cuando les ganó a todos los que formaban aquel entorno adictivo y por supuesto cuando a continuación le dio puerta a
ella, aprovechando la coyuntura. Porque era un enfermo, pero ni tonto ni querĂa llevar los cuernos con ninguna elegancia.
María José Montero Núñez nos cuenta… Las niñas jugaban a las muñecas y a las casitas, como estipulaban los cánones. Las niñas jugaban al corro de la patata y al escondite inglés. Las niñas buenas jugaban como se jugó toda la vida y, por supuesto, no debían jugar solas.... —Esta niña no es como las demás —le dijo la mujer al marido. —¿Qué quieres decir? —preguntó el hombre sorprendido. —No juega como las otras. Está recortando todas las noticias de los periódicos en las que se habla de un criminal y las pega en las paredes de la habitación. Cualquier día aparece la guardia civil y vamos a tener un disgusto. —Deja que la niña se divierta como quiera. Después de todo, El Lute está demostrando que es inteligente. Ojalá todos los ladrones fueran tan finos como él.
Y la niña siguió con su juego y creció con la mente abierta al juego de la vida.
Juan Carlos García Crespo nos cuenta… Una vez mis padres me compraron un juguete. Pasé tantos años jugando yo solo con él, que cuando se rompió me levanté del sofá. La vida había pasado, ellos habían muerto, yo no tenía fuerzas para jugar a nada más y ya ni siquiera sabía jugar con nadie.
EMOTIJ URADO ha dec idido q ue el g anador de esta semana sea el relato de… PURI SÁNCHEZ
Puri Sánchez nos cuenta… UN MUNDO PERFECTO
—¿Otra vez has cogido mi bote de laca?, pero ¿a qué juegas, hijo? Tengo que salir; devuélvemelo, anda. —Es que estoy jugando a un juego especial, mamá. Y lo necesito. —¡Ah, sí! ¿Y en qué consiste ese juego?, dime. —Se trata de hacer un mundo perfecto. —¡Ah, qué bonito! —Pero es un juego de chicos. Porque tienes que ser un soldado. —¡Un soldado, eh!, ¿y las piedras, para qué sirven? —Las grandes son tanques. Las pequeñas de aquí, las redonditas, son los soldados. —Y esa lata que tienes ahí ¿para qué sirve? —Son los malos, mira —dijo el niño destapando su lata.
—¡Aggghh, qué asco, hijo!, ¡deshazte inmediatamente de todos esos bichos! —Claro, mamá. En eso consiste el juego, ¿lo entiendes? Y cogió el bote de laca de su madre y lo vació por entero sobre moscas, hormigas y cucarachas hasta exterminarlos a todos. —Ya está, mamá. ¿Ves? Ahora es un mundo perfecto sin todos esos judíos asquerosos. —Anda, déjate de juegos y acompáñame a la iglesia, Adolf. Hoy es día de misa.
“En el juego se obtienen experiencias sociales, los niños aprenden a valorar el alcance de su manera de actuar.” Ernst Neufert ” Norman Bates (célebre psicótico)
Editado por Puri Sรกnchez para