RETO SEMANAL CCC LEYENDAS

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Núm. 23 24/04/2017


RETO XXIII

Leyendas



El roble de la culebra Allí estaba, al lado del camino, con su inmensa mole: Las ramas frondosas con una espectacular luminosidad en las hojas; el tronco retorcido, con la piel adornada de una especie de verrugas que, lejos de afear la, le daban un toque de maquillaje natural que hacían que el árbol pareciera, si cabe, más hermoso. En una de las verrugas había una oquedad en

la que -según aseguraban los mayores- habitaba, desde ni se sabe cuánto, una culebra terriblemente grande que atribuían a la figura del demonio. Siempre escuchando histo-


rias de terror y de misterio que le sucedían a todos y yo, que me acercaba con sigilo, jamás pude ver a la culebra-diablo ni a ningún ser misterioso. El señor Manuel vio a un hombre que vestía de blanco: El traje, los zapatos y el sombrero del misterioso caballero eran de un blanco tan resplandeciente que dañada la vista. Se cruzaron al oscurecer, justo a la altura del mítico roble. El señor Manuel, hombre educado y nada dado a la exageración, explicaba que caminaba sin poner los pies en el suelo, lo que le provocó un extraño escalofrío. Juraba y perjuraba que le dio las buenas noches al extraño y que no le contestó.


Al día siguiente doblaron las campanas. En la aldea había un difunto.

María José Montero Núñez


El pez y el pájaro

No es fácil ser pájaro. En un cuerpo tan pequeño y frágil pueden cebarse los salvajes vientos y la saña de ciertos cazadores. Además, las plumas pueden convertirse en un pesado lastre bajo los abrasadores rayos del sol de agosto. El pez escucha las quejas que el pájaro hace apostado en una rama que roza el agua; boquea furioso e impotente, lleno de rabia hacia aquel que dueño de su sueño,

lo llena de fisuras.

Yolanda Nava


La mensajera No eran imaginaciones, no me había vuelto paranoica, no era un aterrador sueño, lo había vivido y cuando alguien me dijo que otras personas lo habían vivido también, aunque fuera tan impactante que nadie se atreviera a darlo como cierto, me hizo sentir parte de algo mágico, mágico-impresionante, mágico-alucinante, mágico-terrorífico. Aquella noche a las dos de la mañana, la cama vacía de mi habitación en el hospital fue ocupada por una mujer con insuficiencia respiratoria. Mi primera noche sin morfina


me estaba produciendo la ansiedad propia en un síndrome de abstinencia al que se sumaba el dolor persistente, el ruido del oxígeno y el pitido intermitente que emitía la

máquina a la que estaba conectada mi compañera de habitación. Decidí levantarme y aliviar mi desazón con unos cuantos paseos por el pasillo, a la vuelta de uno de ellos, allí estaba, sobre la esquina derecha de la puerta, enorme, una mariposa negra. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando ella comenzó obsesivamente a golpear la puerta. Me quedé mirándola de forma hipnótica hasta que unas carreras por el pasillo me devolvieron a la realidad. Tres enfermeras entraron precipitadamente en la habitación de la que solo salía el ruido de un pitido continuó


y en ese momento la mariposa se fue y mi nueva compañera también. (Este microrrelato está basado en la leyenda de “las mensajeras de la muerte” y puedo dar

fe de que sucedió en realidad…….)

Flor Méndez Villagrá


La verdad sobre la leyenda de la bruja del barrio (contada por ella)

Hace algĂşn tiempo las estrellas me contaron que las noches de luna llena no pueden encontrarse. Su luz no les deja verse unas a otras y no pueden comunicarse con sus destellos. Desde entonces, cada luna llena, abro mi jardĂ­n y espero a que las estrellas bajen para pasar la noche. SegĂşn van llegando, muy despacito, una brisa cĂĄlida lo invade todo. Yo


me siento desnuda sobre la hierba para dejar que me envuelvan con su luz y su calidez, y espero a que amanezca para despedirme de ellas hasta la próxima luna llena. Son mis

amigas. Es maravilloso que las estrellas duerman en mi jardín y me abracen. Los vecinos piensan que me he vuelto loca y que una noche de cada mes enciendo miles de velas para hacer algún ritual maléfico. Yo les he contado lo de las estrellas. Ellos no me creen.

Macamen de Vega


El oso mentiroso

Era toda una leyenda. Desde que volviera del

monte con la piel del oso que tenía aterrorizado a exploradores, caminantes y cazadores de la comarca, Anselmo se había convertido en eso, en una leyenda. Incluso, le habían dedicado una plaza donde habían erigido una estatua con su nombre. Lo que nunca se supo es que a quien realmente mató Anselmo fue al trampero que mató al oso, justo el hombre que el héroe dijo defender aquel día frente a la fiera. Puri Sánchez


EMOTIJURADO ha decidido que el ganador de esta semana sea el relato que sigue …a continuación


La novia del viento

Una semilla con aspiraciones; habló con el

viento y se fue en su lomo a recorrer mundo. El viento le predijo: —Mira que el mundo es muy grande y pararé en las montañas del norte. Ella insistió: —Llévame hasta donde vayas, ya me encargaré de seguir el camino. Llegaron al pie de las montañas. Allí Eolo, se quedó a descansar. La semilla se acurrucó bajo el resquicio de una piedra. Las nubes que había empujado Eolo, al chocar contra las cimas de las montañas, descargaron sus líquidas barrigas. La tierra, ávida de agua, se estremeció de gusto ante tamaña ducha,


hasta debajo de la piedra llegó el gustirrinín de la tierra por aquella hidratación. La humedad vistió a la semilla, que también se sintió limpia y muy bien acogida por aquella

tierra esponjosa que le daba cobijo. Así comenzó a brotar una poderosa raíz que traspasaría las montañas, que recorrería el mundo. La raíz complació a su semilla, la hizo viajera incansable.


Eolo se enamoró de aquella semilla y procura llegar con sus olas de oxígeno, allí donde ella, deja asomar su raíz. Entonces los dos juntos se abrazan y reposan su amor sobre la tierra.

Manuela Bodas Puente


“Fueron reales, pero de tanto contarlos se hicieron leyenda. O al revĂŠs: fueron leyenda y de tanto contarlos se volvieron verdad. Es lo de menos.â€? Laura Restrepo


Editado por Puri Sรกnchez para


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