Cuentos para el andén nº2

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nº2

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diciembre 2011-enero 2012

elmuro [3] andénuno [5]

Tres microrrelatos de Luis Mateo Díez andéndos [9]

Cara de llamarse Antonio, Jesús Ortega andéntres [13]

Los que esperan, Matías Candeira dindondin [16] decamino [17] breveMente [18]

Ajo entrecocheyandén [20]

El mundo del revés, Irene Cuevas metroligero [22] pormotivosajenos [23]

próxima estación...

Nancho Novo

BreveMente Rubén F. Abella

Facebookenero Relato erótico

Webenero Cortometraje

entrecocheyandén Talleres de Escritura Creativa Clara Obligado

Edita: grupo andén comunicación C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | edicion@cuentosparaelanden.com | www.grupoanden.com Diseño: www.jastenfrojen.com Publicidad: publi@cuentosparaelanden.com Impresión: Eurocolor

Con la colaboración de:

Consejo editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Juan Carlos Márquez y Leticia Esteban. Ilustración: Coordinación: tiagertrudis.wordpress.com Ilustración de portada e interior: © silkedevivo | www.silkedevivo.com D.L.: M-42629-2011


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elmuro

Finalistas: Soy un animal tolon tolon. Maria Ferreiro Sopeña (Logroño) A dónde voy. Maite Núñez Luque-Rubí (Barcelona) Gatos en la estatua. Leonor M. de Arjona (Madrid)

Ganador: Carlos Rivero Cabezas (Badajoz)

Concurso de fotografía. Participa en nuestro concurso. Consulta las bases y mira las fotos en Facebook, [Cuentos para el andén] en la pestaña “notas”, también las tienes en www.grupoanden.com

Cuentos para el andén

Te escuchamos: Cuentos para el andén

presenta números dobles en vacaciones (dicembrenero y juliagosto), por eso tendremos también más contenidos: síguenos en Facebook y Twitter, donde podrás ver, leer y escuchar nuevos cuentos (y otras cosas) de este número a partir de enero. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

@cuentosanden lector@cuentosparaelanden.com www.grupoanden.com

tw edicion@cuentosparaelanden.com

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Tres microrrelatos de Luis Mateo Díez

El pozo MI hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. "Éste es un mundo como otro cualquiera", decía el mensaje.

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andénuno

La carta TODAS las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolio y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.

El sueño SOÑÉ que un niño me comía. Desperté sobresaltado. Mi madre me estaba lamiendo. El rabo todavía me tembló durante un rato.

tw Del Libro: El árbol de los cuentos. Alfaguara. 2006 Luis Mateo Díez es miembro de la Real Academia Española, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura, Premio Nacional de Narrativa y dos veces Premio de la Crítica. Todos sus cuentos se encuentran reunidos en El árbol de los cuentos.

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andéndos

Cara de llamarse Antonio Jesús Ortega

GUARDA la navaja, vamos a hablar. Te daré todo lo que quieras pero acompáñame un poco, no sabes la suerte que has tenido de dar conmigo. Si esperas un momento y me escuchas te haré rico. Guarda la navaja, Antonio. Tienes cara de llamarte Antonio. Mira qué noche tan bonita. Una noche para hacernos de oro. Yo tenía un hermano que se llamaba Antonio y era igual que tú, delgaducho, poca cosa, con los ojos afiebrados como si estuviera a punto de morirse. Tú no te irás a morir todavía, ¿verdad? No lo dices muy convencido. Mira, yo tenía diez hermanos y les di dinero a todos. Cómo, dirás. Sembrando bueno. Yo iba a las huertas a por habichuelas. Tenía hambre, pero sobre todo tenía alegría. "Dámelas de esta mañana, que huelen a vega". A los demás les daban habichuelas de otro día, que hay que meterlas en agua para que parezcan frescas. A mí me las cortaban al amanecer, que es cuando huelen y están sabrosas. La alegría es irresistible. Mi alegría vieja, coraza contra la amargura. Si me acompañas hasta la casa te indico lo que tienes que hacer para llevártelo todo. Ya te irás dando cuenta de lo lista que soy. Un hombre triste me compró por cinco duros para que fuese su esclava. Veinte años estuvimos. Me dijo que me emplearía en su droguería si era discreta con lo nuestro y la sacaba adelante. Vaya si la saqué. Toda la ciudad venía a verme. Le hice ganar tanto dinero que de Manolo pasó a llamarse don Manuel. Mis sisas de la caja ni las olió. Diecinueve años más que yo tenía. Mujer y dos hijos. Pero al final fui yo, la querida, quien lo heredó todo. ¿Soy lista o no? Ya me vas conociendo. Si siembras bueno no puede irte mal en la vida. Cuando peseta a peseta reuní un dinero me puse yo sola con mi propio negocio en la calle Cuatro Vientos, al lado de una casa de putas que se llamaba la Salud. Trajinaba con toda clase de mercancías, velas, jamones, carne, lo que hiciera falta. Angustias, que hace falta esto, 9


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andéndos

Angustias, que hace falta lo otro. Y yo lo llevaba. Cuatro muchachas tenía a mi cargo venidas de la Vega. "Angustias nunca cierra", decía nuestra propaganda. Yo no tengo cara de llamarme Angustias, a que no. Nunca rechacé un mandado. Y qué clientes. El Regimiento Tablada, el Hospital de Santa Engracia, Capitanía General. Gente de postín. Ya me vas entendiendo. Y bares los que quieras, el Verderón, el Cienfuegos, el López Cano. No tenía miedo de nada. Un teniente coronel que era cliente fijo de la Salud iba a celebrar la boda de su hija en el Tiro Perdiz, y por el cariño que me tenía me dijo: Angustias, encárgate tú del convite. ¡Me retó a que le demostrara que era capaz de aviar doscientos kilos de cordero! A mí con demostraciones... Pero no me estás oyendo. Estás temblando. Tienes fiebre. Aparta esa navaja de una vez. Qué susto me diste. ¿Es que acaso me esperabas? Nunca te he visto por aquí. En el bar me quieren porque me conocen de toda la vida. Cada noche me tomo dos vinos y a volar. Nunca más de dos, que si no me ajumo y no veo venir el peligro. Pero tú eres muy dulce y muy chico. Vente hasta mi casa y me robas lo que quieras y yo así cobro el seguro. Ya somos amigos, te enseño dónde está el portal y luego vuelves de madrugada y te lo llevas todo. Vente, muchacho, vente. Ya llegamos. Te dejaré el portal abierto, subirás al primer piso y de las tres puertas que veas en el pasillo empujarás la que tenga apoyado un paquete de macarrones, esa es la señal que te pondré para que no te confundas de puerta, para que entres y te lo lleves todo, deja que te coja la mano, estás ardiendo, eres el oro fino de la primavera dos mil, pero adónde vas, no huyas, no me dejes sola.

tw Blog: http://lacomunidad.elpais.com/jesusortega/posts. Del libro: Calle Aristóteles, Editorial Cuadernos del Vigía. 2011 Autor de los libros de cuentos El clavo en la pared. Cuadernos del Vigía, 2007 y Calle Aristóteles. Cuadernos del Vigía, 2011. Recopilaciones y antologías: Nuevos relatos para leer en el autobús. Cuadernos del Vigía, 2009, Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual. Menoscuarto, 2010 y Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español 2002-2010. Páginas de Espuma, 2010.

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andéntres

Los que esperan Matías Candeira

HABÍA quedado con un hombre en el café de Tratot aquella tarde, en esa ciudad, lejana ahora, donde siempre estaba lloviendo. Era un tipo oscuro, con mirada de animal enjaulado, que sabía que yo vendía un material muy poco común. Cuando nos sentamos -junto a un viejo biombo chino que nos protegía de miradas inoportunas-, dijo casi inmediatamente que no quería nada de beber, y yo pensé que siendo tan delgado poco le faltaba para estar muerto. Nos llegaba el murmullo arenoso de una radio vieja. No podía decir a ciencia cierta desde dónde. Por supuesto, aquel hombre no paraba de mirar mi maletín. Estaba temblando. Le brillaban los ojos como dos charcos de luz. -No sé si puedo pagarle mucho, pero es importante para mí -dijo-. Si es lo que creo que es... Me han dicho que usted podría ayudarme. -Eso depende -contesté yo. Parecía que se le fueran a desencajar los huesos del cuerpo, porque no dejaba de observar las lámparas de cristal, o se detenía, unos segundos, en las mesas de mantel violeta. Entonces volvía a mí, rápidamente, dándome la impresión de que no se fiara de mi negocio. Eso empezaba a inquietarme. -Yo estuve en el Amazonas, ¿sabe? Con mi padre -me dijo-. Fue hace algunos años. Sólo volví yo. No podría asegurarlo, pero lo cierto es que en sus palabras, en esa forma que a veces tenía de quedarse en silencio, mirándose los pies, debía enterrarse una suerte de dolor momificado, quizás un recuerdo oscuro, algo de sangre, como si no pudiera continuar aquella historia. No pensaba preguntarle qué ocurrió allí. 13


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andéntres

-Veamos qué hay para usted -le dije. Abrí el maletín con cuidado, dejando que se impacientara. Cuando puse las cabezas reducidas sobre la mesa noté que el hombre respiraba hondo. Sin duda era una buena mercancía: las que conservan los ojos auténticos son las más difíciles de encontrar. En realidad, es casi imposible. Había cinco, y las coloqué en fila para que le resultara fácil verlas bien. Fuera lo que fuera lo que buscaba, sólo me importaba que tuviera el dinero suficiente. -¿Puedo? -inquirió. -Por favor. Recuerdo que era una hora triste. En aquella misma radio del fondo sonaba un violín, ensopando una melodía errática mezclada entre interferencias. Ya casi era de noche, y aquel hombre tieso empezó a acariciar cada una de ellas, se las puso en la palma de la mano, y temblaba más a medida que estudiaba los diminutos pómulos, la boca petrificada, esos huecos hinchados de la nariz. Hasta a mí me parecían hermosas. Cuando tocó la del hombre del bigote se demoró más. Pensé que quizá había dado con lo que andaba buscando. Era la más pequeña, y todavía conservaba una mata de pelo bajo la nariz, con el aspecto de un liquen amarillento y cristalino. -Tengo una intuición, ¿sabe? Volvió a cogerla, rápidamente, y la palpó con cuidado, como si todavía no creyera que lo que tenía en las manos era de verdad y valía todo ese dinero. Luego me miró. Esta vez sonreía. Vi una funda brillante en algún lugar de su boca, y esa lengua de color negruzco, la de alguien que llevara muchísimo tiempo enfermo. Eso presentía: que aquel hombre oscuro fuera a deshacerse, a no volver nunca, llevándose la cabeza consigo. Se palpó la chaqueta y puso un sobre frente a mí. Ya había dejado de temblar, y su pose, su mirada, qué sé yo, parecían hacerle más grande; flotaban cerca y empezaban a impregnarlo todo. Estoy seguro de que en aquel momento algo había cambiado en él: se sentía en calma, un sentimiento diferente se le arrastraba por dentro, era de lo más extraño. Éste no era un

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andéntres

negocio por el que alegrarse, jamás lo había sido. Las cabezas nunca le traen suerte a nadie. Eso es algo que he aprendido con el tiempo. -Cuéntelo -dijo, y yo abrí el sobre y lo hice. -Es bastante. -Si supiera lo que he tenido que hacer para reunir ese dinero. -¿Qué piensa hacer con ella? -le pregunté. Casi nunca les hacía preguntas a esas personas, pero de pronto me pareció razonable hacerlo. -¿No lo sabe? -respondió. Y no se me ocurrió nada que valiera la pena contestar. Así, fuimos quedándonos callados, con el café y sus manteles, la luz casi humana del techo, aquellas lámparas de cristal que vomitaban extrañas figuras. Ya no oía aquella radio triste. En algún momento debía haberse apagado, sin que me diera cuenta. Yo apuraba la copa, no sabía por qué me demoraba tanto tiempo -un sorbo espaciado, otro, pero siempre muy lentamente-; y la luz caía sobre aquel hombre, muy despacio, haciéndole parecer de arena, una figura maldita que se desvanecería pronto en la última hora del mundo, cuando el café cerrara aquella noche. Nos habíamos quedado inmóviles, observándonos. El sitio ya estaba casi vacío. Fue en ese instante cuando el hombre oscuro miró otra vez su cabeza, colocándola de tal manera que sus ojos estuvieran frente a frente. Sólo durante un momento, los ojos de la cabeza se encontraron con los suyos. Me pareció que se estaban mirando, que se reconocían, y luego deseché esa idea estúpida. Pensé que podría haberme marchado del café hacía mucho; justo allí, viéndole regresar a algún sitio lleno de polvo y lágrimas. Pero no lo hice y no puedo explicarlo. Sólo me quedé allí sentado, inmóvil, esperando que sucediera algo en aquel silencio. Él y la cabeza, eso era el silencio. No había nada más. Simplemente volvió a mirarme, y dijo: -Déjeme que le hable sobre el Amazonas. tw Del Libro: Antes de las Jirafas. Editorial Páginas de Espuma. 2011 "Descubrí esta mañana un dibujo a tamaño natural de mi madre sobre su cama. A su lado, una nota decía: he ido a buscar a tu padre. Me eché a llorar, sin poder remediarlo"

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dindondin

Cocina en miniatura XII Concurso Nacional de Jóvenes Concineros "Ciudad de Segovia" Hasta 15 febrero 2012 www.hosteleriasegoviana.com

Exposición de Pintura Rápida Autor: Juan José Vicente Galería de Joyas Laura Márquez C/ San Bernardo, 58 - Madrid Hasta 28 enero 2012 www.lauramarquez.es

I Premio Internacional de Álbum Ilustrado Edelvives Hasta el 13 de enero de 2012 http://www.edelvives.com/premios/album-ilustrado

X festival de cortometrajes online Notodofilmfest Es el festival con más trayectoria en internet http://www.notodofilmfest.com

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decamino

El Site Metro: Noviciado | Callao C/ Pozas, 2. 28004 Madrid

El Site (www.elsite.es) es un nuevo concepto de Showroom dirigido a la generación digital. Es un espacio abierto al flujo de iniciativas que se dan en la red: Real Site for Virtual People. Concebido como un lugar de intercambio de ideas, tendencias y culturas para bloggers, artistas, promotores, agitadores, marketers, profesores, programadores, emprendedores…y Tú. tw www.elsite.es Eventos Diciembre | 1dic Symphony Madrid | 2dic UsaTuDnie | 3dic UPM curso Hackathon IA 12/13dic Sesión Fotos de moda EvilShara | 16-31 dic Exposición de Arte In Vitro.

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breveMente - Ajo

Ya ahora que las pompas de jabón se han vuelto indestructibles, no estaría de más que pasara a ser probable lo imposible.

Déjà vú: Tú y yo ya nos hemos olvidado antes.

Tras consultarlo con mi bufete de almohadas decidí seguir haciendo nada.

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breveMente - Ajo

Construyendo ruinas (pacto con Víctor C.) Y si con el tiempo vemos que no nos morimos, si notamos con el tiempo que seguimos solos o que seguimos vivos. Entonces, en ese momento, me voy donde estés y me caso contigo.

Nunca salgo de mi asombro sin mi sombrero.

tw Selección de micropoemas del Libro Micropoemas 3. Arrebato Libros, 2011. La Micropoetisa Ajo nos regala una micromuestra de su ingenio poético y para aquellos que os quedéis con ganas podéis encontrar mucho más en sus tres microvolúmenes distribuidos en las librerías más especiales de la península. Para más info. visitar www.arrebatolibros.com


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El mundo del revés Irene Cuevas Alumna de Escuela de Escritores

Fue al despertar cuando noté que estábamos bocabajo y se lo dije a Elida. Ella también lo supo al instante, la sensación de que se nos iba algo al respirar y esa presión tan fuerte en los oídos. Y luego, la pequeña correteando con sus dos coletitas estiradas, hacia arriba: -Estamos dados la vuelta- eso fue lo que dijo. Había amanecido con noche cerrada y hasta pasado el mediodía no comenzó a salir el sol. Pero entonces, cuando ya parecía que todo había acabado, cuando ya estábamos a punto de convertirlo en anécdota, empezó a llover como nunca. Y Elida me miró con una preocupación enorme porque las gotas nos entraban en casa, de lo fuerte que caían. Así que los primeros días estuvimos achicando el agua que se había colado por los baños y el salón y pronto tuve que comprar un aislante porque imaginé que aquella tormenta venía enorme, que venía terrible. Esto debió de pasar hace un par de meses y yo no sé, pero aquí cada día llueve más. El otro día mismo se inundó el metro. Los andenes llenos de agua. Y la gente tuvo que salir de ahí caminando como hormiguitas, quisieran o no. Elida y yo les veíamos arrastrarse por las avenidas, con esa desgana de la lluvia. Y eran como gotas todos, cada uno era una gota insignificante chocando con otra gota insignificante. Parándose una gota detrás de otra gota. Juntándose todas. Es horrible cómo llueve. Cómo se cae el cielo cada poco. El tiroteo de las gotas contra los cristales, haciendo: "Plaf, Plum, Plaf". Ya han resquebrajado más de uno. Alguna gota perdida, que explota con demasiada rabia.

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entrecocheyandén

Hay noches o días, quizá, porque ya no se distinguen, en que nos sentamos los tres a mirar la fuerza del mundo y Elida se pone triste. Yo lo noto. Que se pone allí y no deja de mirar las gotas. Que hasta a ella se le escapan también mientras dice: - ¿Qué vendrá después? Y lo dice y a mí me da un sudor frío porque nadie puede saber lo que vendrá después. Antes, cuando el mundo estaba al derecho, nadie se preguntaba estas cosas, uno se dejaba llevar. No había que pensar entonces. Pero ahora, está esa angustia de que quizá los días no avancen aquí, de que no sea más que el mismo día repetido, la misma tormenta una y otra vez. Ya no sabemos nada. Solo que llueve y que es terrible. Pero mi preocupación es mayor que la de Elida, es tan grande que ni siquiera me he atrevido a decirle nada no sea que se ponga a llorar, que se llene ella también de agua. Porque esta mañana ha venido la pequeña y ha aplastado su cara contra el cristal: -Me gusta la lluvia- ha dicho. Y lo ha dicho con tanta inocencia, con tanto gusto, que un escalofrío me ha sacudido entero. Luego se ha ido y yo me he asomado a la ventana. En la calle la gente paseaba tranquila. Todo el mundo, ahí debajo, arrastrándose. Una nube negra y enorme ha pasado por la ventana y yo no he podido dejar de pensar, horrorizado, que habrá un día en que me gustará la lluvia también, que me acostumbraré a ella tanto que el mundo me parecerá derecho, y aunque no lo esté, aunque nunca lo haya estado, dejaré de preguntarme cosas.

tw Irene Cuevas nació en Madrid en 1991. Es alumna de la Escuela de Escritores y publicó en la antología de relatos Segunda Parábola de los Talentos, de Gens Ediciones. En la actualidad estudia Derecho en la Universidad Complutense de Madrid.

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© Naso González 2011

metroligero - Naso González

Próxima estación: Velázquez

tw http://www.nasogonzalez.com/

Amor del bueno Víctor García Antón

"Un libro de relatos fresco, rápido, divertido, lleno de paradojas y de ingenio" Miguel Ángel Muñoz, El síndrome Chejov

tres rosas amarillas C/San Vicente Ferrer 34. 28004 Madrid www.editorialtresrosasamarillas.com


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pormotivosajenos - Nancho Novo

“…necesitaría dos vidas”

8/11/2011

P- ¿En qué tren estás subido ahora? R- Ahora estoy metido en el tren de la dirección teatral, dirigiendo mucho teatro. P- ¿Cuál es el peor aprieto en el que te has visto? R- Una entrega de premios, de maestro de ceremonias, lo paso fatal. P- ¿El rodaje o la obra en la que más te has divertido? R- En la versión de teatro de Trainspotting, del teatro Alfil. P- Completa la frase: Yo para ser feliz… R- …necesitaría dos vidas. P- Los trenes que se pierden ¿vuelven a pasar? R- Sí, con diferente número, diferente conductor y diferentes pasajeros probablemente, pero sí, siempre hay un tren que coger, es mentira eso de que los trenes que pasan ya no vuelven. P- Lo breve si bueno…. R- Si breve, no conduzcas… Sigue siendo breve y sigue siendo bueno, se puede ser bueno y prolijo a la vez. P- ¿Qué libro te ha marcado? R- Ubik, de Philip K. Dick. P- ¿Cuál estás leyendo ahora? R- Ahora me estoy leyendo Imperio, es una novela sobre la historia de Roma, de Steven Saylor. P- Cuéntanos un truco infalible. R- ¿Un truco infalible para qué? Esa es mi respuesta, soy gallego. P- La mejor manera de contar un cuento... R- Entre las sábanas. P- ¿Un medio de transporte que te motive? R- El coche. Soy adicto a mi coche. P- Cuando buscas refugio, ¿hacia dónde te orientas? R- Curiosamente hacia el sur, aunque soy del norte. P- ¿Qué es lo que te gusta de Madrid? R- Que es un pueblo muy grande, la relación que mantienes con la gente de tu barrio es de pueblo total.

tw En la actualidad Nancho Novo representa la tercera temporada de El Cavernícola en el teatro Fígaro, en Madrid. Presentó tres obras este año en Microteatro por Dinero: A dos tumbas de distancia de ti, Mucha mierda y Los últimos amantes del planeta.

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