Cuentos para el Andén Nº68

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nº68

junio2018 elmuro [3] andénuno [5]

Mis padres, susurran de Nicolás Melini andéndos [10]

Elegida, Joana Delgado andéntres [15]

Dos microrrelatos de Manuel Rebollar Barro Microconcurso [18] brevemente [20]

Relatos en cadena dindondin [21] decamino [22] entrecocheyandén [24]

novedades

Sorriso , Estela Sande

Dos lenguas se dan la mano en este número. Publicamos un relato en edición bilingüe, en gallego y castellano, que aterriza en CpA desde el Taller de relato breve de la Biblioteca Pública Central de Ferrol (España).

Edita: vuelaAlto C/ Sto. Domingo de Silos, 5 - ático - 28036 Madrid | edicion@cuentosanden.com | www.cuentosanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz. Asesores de contenidos: Sergi Bellver y Juan Carlos Márquez (España), Juan Martini y Mónica Pano (Argentina), Mª Luz Carrillo (México) Publicidad: marketing@cuentosanden.com | Diseño: www.jastenfrojen.com

Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com Ilustración portada e interior: Cintia Martín Esteban | https://www.domestika.org/es/cintia_martin/portfolio

Con la colaboración de:


elmuro

Tema: Recovecos

Ganadora: Sombra - Luz, Alfonso Romero. Badajoz (España)

Finalistas: < < <

Calle Verde, Eloína Calvete. Sevilla (España) Trepando hacia la luz, Trinidad Pinazo. Toulouse (Francia) Recovecos de la mirada, Marisa Simón. Quilmes (Argentina)

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a lector@cuentosanden.com Consulta las bases en cuentosanden.com Tema del próximo concurso: Azoteas

Te escuchamos:

Cuentos para el Andén @cuentosanden

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www.cuentosanden.com

Este número de Cuentos para el Andén habla de una frontera. De una especialmente frágil, destinada a ser atravesada por todos nosotros sin permisos, pasaportes ni visados, que solo se cruza una vez y solo en un sentido: la que nos separa de la infancia. Nicolás Melini nos invitará a acompañar a una niña africana a afrontar con temor este viaje; Joana Delgado nos hará testigos de la historia de Martina, una niña en busca de príncipe, y Manuel Rebollar pondrá en nuestras manos la llave para atravesar cierta puerta. Y más cosas. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

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Mis padres, susurran Nicolás Melini

MIS padres susurran, mi tía del pueblo ha llamado, yo no quiero que me corten. ¿Tú no quieres hacerte mujer?, me dice la mayor de mis hermanas. Mis padres callan cuando llego junto a ellos, tengo 10 años, mi tía ha llamado del pueblo. Para que se haga mujer no hace falta que la corten, responde otra de mis hermanas. Yo pensaba que a mí ya no me cortarían, a mis hermanas las cortaron cuando eran mucho más pequeñas que yo ahora. En el pueblo se va a celebrar una ceremonia, seguro que mi tía ha llamado por eso. Mis padres susurran en el cuarto, mi tía les ha dicho que me estoy haciendo mayor, que si no han pensado que no encontraré marido, que todas mis hermanas son puras, que la única que falta soy yo, que se hace tarde, que deben pensar en mi futuro. En el cole me cuesta, no me entero de nada, no me concentro. Qué se cree esta niña, que ella va a ser la única que se escape, dice mi hermana mayor. No para de meterse conmigo. Creo que lo hace por mi bien, para prepararme. Yo no quiero ser cortada. Tengo miedo. Una niña murió cuando la cortaron, lo dijeron en la tele. No debes tener miedo, todas hemos pasado por eso, ¿es que tú no quieres ser de esta familia? Yo soy de esta familia, yo soy de esta familia, yo soy de esta familia. Mis padres me quieren, por qué querrían hacerme daño. Una niña murió, en la tele dicen que no se debe cortar a las

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niñas, que está prohibido. Es demasiado mayor para que la corten, si fuese más pequeña ni se enteraría, pero ahora..., dice mi hermana que ha dicho mi madre que ha dicho mi padre. Creo que mis padres dudan. Mira a la vecina, discuten mis hermanas mayores en susurros, ella es impura y se ha casado. Y ha sido madre de 3 niños preciosos. Mi tía dice que seré repudiada por todos los hombres, que no podré ser madre, que mis primos sentirán asco de mí, que no podré volver a visitarlos en el pueblo. Las mujeres se vuelven locas o viciosas si no son cortadas, escuché que decía uno de mis hermanos. En el cole miro a los chicos. ¿Es eso lo que quieren, que me corten? Mi hermana se mofa de mi tía y las cosas que dice a mis padres. Es la hermana que me defiende. Creo que mis padres dudan. Mi tía ha vuelto a llamar e insiste. Mi hermano que está en España se ha enterado. Qué le importa a mis padres lo que diga mi tía, ¿acaso ella nos ha dado algo alguna vez?, ¿acaso ella ha venido a vernos?, ¿acaso ella nos ha querido a los hijos? En Europa no puedes cortar a tus hijas. En Europa vas a la cárcel. Mi padre lo ha dejado todo en manos de mi madre. A él le parecerá bien lo que ella decida esta vez. Mi madre ha sonreído ante la dejación de mi padre, pero está de acuerdo: son cosas de mujeres, ella se ocupa. Mi madre y mi tía —la hermana de mi padre—, las dos al teléfono… Creo que ha sido peor que mi hermano hable a mis padres acerca de lo que hacen los blancos. Cuántos días, semanas, meses, llevo pendiente, sufriendo con esto.

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Mi madre me abraza, mi madre me besa, mi madre me quiere, yo la miro sin decir nada, cómo puede estar pensando en cortarme. Mi hermana mayor ríe. Los blancos no son como nosotros. Nosotros somos diola y nuestra estirpe es de herreros, me confunde. Mi hermano manda dinero todas las semanas. Deberían hacerle caso. Rezo para que mi hermano amenace a mis padres con no enviar más dinero. Qué comeríamos. Ni ser diolas ni proceder por apellido de una estirpe de herreros tiene nada que ver con que nos corten, dice mi hermana. Otro de mis 5 hermanos se ha casado con una diankading. ¿Es mi cuñada una mujer impura? ¿Le importa a mi hermano? ¿Acaso le importa a alguien? Mi padre se ha lavado las manos. Me ha fallado. Tenía que haberme defendido, él, que sabe de mi temor. A las impuras las violan, dijo a mi padre el segundo de mis hermanos. Tiene miedo. La impureza es una vergüenza, le gustaría que las cosas se hicieran como deben hacerse y que todo siga en su sitio. Lo que más me duele por dentro es el amor de mis padres, me confunde y me retuerce. He pensado que debo huir. Mi tía solo se ha acordado de mí para llamar a mis padres y decirles que deben cortarme. Es lo único que le importa de mí. Tengo hermanos que no dicen lo que les parece y se mantienen al margen. No creen que deban decir nada. Ni a favor ni en contra. No deciden. No quieren decidir. Deciden otros por ellos. Y les parece bien que así sea. A muchos hombres ya no les importa eso. Es un acto de amor, ¿es que no quieres a tu hija?, ha preguntado mi tía a mi madre. Una madre responsable no permite que su hija sea impura. ¿Acaso no quieres para ella lo que tus padres quisieron para ti? Yo quiero ser una diankading, digo. Mis hermanas ríen. Ser una diankading es lo peor. Asco. Sus carcajadas recorren las estancias de la casa. Yo quiero ser impura, ríen, yo quiero ser impura, ríen, yo quiero ser impura, jajajaja. Luego se apiadan de mí. Comprenden

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mi miedo. Sienten el alivio de haber superado ya todo esto. En su caso, ya no hay vuelta atrás. Qué cosas tengo, cómo se me ocurre decir que quiero ser una diankading. Eso no se quiere ser, se es cuando no se ha hecho lo debido. Tal vez tengan razón. ¿Acaso quiero avergonzar a mi familia? Pero dígame cómo, cómo, cómo, cómo una madre amorosa, una madre que vela por la salud de sus hijos, una madre inmensamente madre, una madre que me besa y llora al entregarme a mi tía para que me lleve al pueblo, doctor, dígame cómo ha permitido que me hagan esto. Yo quiero a mi madre. Yo no puedo dejar de querer a mi madre. Yo quiero a mi padre. Yo quiero a mis hermanos y hermanas. Los adoro. Y ellos me adoran a mí.< Publicado en el blog “África no es un país”, de El País digital

tw Del libro Africanos en Madrid. Ed. Reino de Cordelia, 2017.

Nicolás Melini (Santa Cruz de la Palma, 1969) es escritor y cineasta. Director y guionista de varios documentales y cortometrajes, así como autor de novela y ensayo, ha publicado los libros de relatos Historia sin cariño de Remedios Quiero Besarte (1999), Cuaderno de mis mayores (2001) y Pulsión del amigo (2010).

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Elegida

Joana Delgado

DESDE la explanada donde las niñas saltan a la comba, un sendero describe un suave ascenso hacia una zona arbolada donde los abuelos descansan los años, las sabidurías y los errores. La niña viene corriendo hacia donde yo estoy. Para ella cualquier distancia es una posible pista de carreras, a los cinco años no pesa el cuerpo y el alma es algodón de azúcar. Con un ímpetu que hace vibrar la madera, se deja caer en el banco, a mi lado. —¡Abuela! ¿Cómo era el cuento que empezamos anoche?, es que me dormí, ¿sabes? Estaba muy cansada… Como fue el último día de cole.


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—Era la historia de un príncipe que tiene que tomar esposa y convoca a todas las jóvenes del reino a un baile en palacio para elegir a una de ellas, que será la futura reina. —¿Qué quiere decir elegir? —Quiere decir escoger entre varias posibilidades. El príncipe se decidirá, entre todas las jóvenes, por una. Mira, es como anoche, de postre había fruta: melocotones, cerezas, plátanos, peras…, y tú tomaste cerezas, ¿no? Pues eso, elegiste cerezas. —¡Ah! Vale. Yo quiero que el príncipe me elija a mí… como si fuera una cereza —dice la niña soltando una risa pícara. Miro a mi nieta Martina, de escorzo, desde mi altura de mujer adulta con la espalda bien recostada en el respaldo. Tiene la frente sudorosa. Veo algunos rizos mojados en el nacimiento del pelo. Su cara conserva las facciones redondeadas, sin aflorar todavía los rasgos de la mujer que será. Su mente ya se ha introducido en la blandura de los sueños y se ve en el baile, elegida por el príncipe. De pronto, cambia de postura. —¡Abuela! Tengo hambre. Busco en la bolsa que hemos traído al parque. Saco las cuerdas de saltar, una pelota pequeña, una botella de agua y el mono que es su compañero desde pequeña. —Nos hemos dejado en bocadillo en casa —le digo con decepción. —Abuela, tú de pequeña, bueno de joven, bueno, no sé cuándo, ¿también fuiste al baile del príncipe? Se queda pensativa, supongo que por la sonrisa que ve en mi rostro adivina que se está haciendo un lío con el cuento y con su abuela. Su mente no separa todavía la realidad de la ficción aunque no tardará en tenerlo claro. Un punto de luz alegre aparece en sus grandes ojos castaños, ha dejado para otro momento resolver los problemas difíciles. —¿Puedo comer un helado? Le doy el dinero y levanta el vuelo con la levedad de un pájaro pequeño. Yo también me quedo pensado en el baile del príncipe, en el

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recipiente de frutas y en la posibilidad de elección. Jamás extendí la mano para coger una fruta, más bien alguna saltaba hacia mí, se acomodaba en el hueco de mi mano y, con el tiempo, pensaba que la había escogido yo. Eso me pasó a mí. Mis ojos recorren las rotundas sombras que los árboles trazan en el suelo y, en un punto cegador de sol, me pierdo en mi propia historia de mujer elegida siempre. …Los tiempos han cambiado. Por suerte yo no viví esa elección despótica y caprichosa del momento histórico que plantea el cuento… …Sonrío al recordar que, en la época de mi juventud, se practicaba el espionaje. —Esto no es un almuerzo —le digo a Martina, que vuelve con un pedazo de hielo de color amarillo. —Es de limón, a mí me gusta —dice soltándome en el regazo el montoncito de monedas del cambio. Se sienta en el borde del banco y se abstrae chupando con fruición su polo preferido. …El que elegía, el hombre por supuesto, desplegaba una especie de periscopio a su alrededor y en cuanto centraba su punto de mira, se comportaba como un espía: estaba al acecho, observaba, valoraba y acumulaba información. Conocía tu manera de caminar, te hubiera distinguido entre mil. Sabía la expresión de tu rostro cuando te enfadabas, cuando te abstraías en uno de esos momentos vacíos. Se fijaba en lo que te gustaba comer, incluso debía de saber si te gustaban los polos de limón. Tenía inventario de la ropa que usabas y, seguramente, vestida con la que él prefería, te paseaba por sus sueños y fantasías. —Martina, ¿tú sabes qué es un espía? —No. Bueno sí, el otro día un niño de mi clase nos dijo a Vanesa y a mí que le estábamos espiando. Y no era verdad. No. Solo mirábamos porque le había quitado la pelota al Jonathan de mi clase y no quería devolvérsela. ¿Es eso, abuela? —Pues sí, más o menos, es observar, mirar a alguien para ver qué hace, pero siempre procurando que él no te vea, que no se entere. —¡Ah! Vale

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…Entonces, cuando estaba seguro de que eras de su gusto, se preparaba el terreno con la mirada, se miraba mucho entonces. La mirada del espía cuando ya entraba en acción no era nunca franca, ni mucho menos breve y huidiza como quien tiene el temor de ser descubierto, sino que te dirigía una mirada larga y profunda, casi insolente. La elegida primero se sentía turbada por aquellos ojos que parecían enviar mensajes sin letras ni palabras, luego se sentía desconcertada y confundida, llegaba a pensar que no sabía leer. Y, con el tiempo, poco a poco, la energía de aquella mirada forjada en tanto observar y desear, acababa fundiendo el hierro. Cuando Martina se queda con el palo entre los labios suspira como lo hacen los bebés, cansados del esfuerzo que les supone succionar el pecho de la madre. Va corriendo hacia la papelera y vuelve para quedarse de pie frente a mí. —Para el baile del príncipe, ¿podría ponerme el vestido azul del disfraz del año pasado? Era de princesa. ¿Te acuerdas? —me pregunta muy seria. —Puede que te venga pequeño —le contesto con la misma seriedad. La niña se encarama al banco y se sienta sobre sus talones mirando al respaldo. Su carita queda muy cerca de la mía. Me la comería a besos. Una brisa fresca agita los árboles creando una ola en distintos tonos de verde. Es verano. Me llega un desvaído olor a limón artificial del pedazo de hielo que se está derritiendo en la camiseta de mi nieta. —Seguro que el vestido me va corto —dice la niña—, el año pasado era más bajita. ¡Tengo una idea!, podemos comprar otro vestido y una diadema con brillantitos como la que tiene Vanesa. Me gusta mucho. Seguro que con la diadema me elige el príncipe. —¿De verdad quieres ser elegida? ¿No preferirías elegir tú?< tw Relato inédito.

Joana Delgado: He nacido y vivo en Barcelona. Licenciada en Filología Hispánica. Como escritora empecé en novela, pero he ido evolucionando hacia el cuento, género en el que me siento totalmente atrapada. He publicado relatos en las antologías Incómodos y Error 404 de RELEE (2016 y 2017).

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Dos microrrelatos de Manuel Rebollar Barro

El superhéroe El superhéroe está empalmado, sí, y no es un buen momento porque el supervillano está a punto de cometer una maldad. El superhéroe se arrepiente de haberse confeccionado ese traje tan ajustado y de colores tan vivos. Se arrepiente de no llevar capa con la que cubrirse. Se arrepiente de haber pensado en su chica justo en un momento como este. ¿Será que no está del todo centrado en su trabajo de superhéroe? Él sabe que no es eterno, que es un trabajo para un tiempo, diez o quince años como mucho, pero que luego deberá reciclarse. ¿Qué sabe hacer él aparte de piruetas, puñetazos y vuelos? Nada, no sabe hacer nada, y eso le carcome. Y se olvida de todo cuando está con ella. Pero a ella no le gusta el tipo de vida que lleva. No le gusta que, en cuanto ve la señal luminosa en el cielo, la abandone para hacer el bien. ¿Y su bien, dónde está su bien? ¿Es más importante el bien común que el bien de la persona a quien ama? El superhéroe lo sabe, ya lo ha hablado con ella y ella no está dispuesta a esperarle toda la vida. Da igual la razón —amigotes, fútbol, salvar la ciudad—, como todos los hombres, él la abandona por algo. Y ella se lo ha dicho media hora antes, cuando, en medio de un intenso escarceo amoroso, él se ha levantado para ir a por el supervillano dejándola, y nunca mejor dicho, en ascuas. El superhéroe sabe que así no puede continuar, que debe empezar a pen-

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sar en su vida de después. La erección no es más que un síntoma de que algo no va bien en su trabajo y, por ende, en su vida. Ella tiene razón y hay que estar a lo que se está y la pernera de su malla le delata. Podría matricularse a distancia, encontrar tiempo mientras vigila la ciudad y sacarse, cuando menos, el graduado básico. Podría, pero ahora solo puede pensar en ella, en ella y en sus besos mientras aguarda a que el supervillano termine su maldad para detenerle, regresar a casa y, más allá de salvar a la ciudad, intentar hacer lo mismo con su matrimonio.<

Descerrajado SUS ojos, imberbes todavía, miran con el brillo de lo novedoso la copia que el ferretero está realizando. Se siente como el guerrero al que le estuvieran haciendo una espada, arma que podrá guardar en su bolsillo y emplear cuando le venga en gana. Ya está, una vez terminada, su madre se la entrega para que la estrene. Nervioso, llega a casa, saca su llave del bolsillo, abre y, sin llegar a comprender del todo lo que sucede, cierra tras de sí la puerta de la infancia.<

tw Del libro La vida sin Murphy. Ed. Enkuadres, 2017.

Manuel Rebollar Barro nació en Écija en 1971; conocedor de las altas temperaturas que por estas tierras detienen a los circunspectos termómetros, lo hizo en febrero. Quiso ser dibujante, pero sus pinturas solo podían competir con las de Altamira —maldito mundo tridimensional—. Así que, al ver lo bien que le salían las letras, comenzó con “mi mamá me mima” y desde entonces no ha dejado de dibujar ni un solo día el alfabeto.

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Microconcurso

Sin cuentos

Zaira Mª Pardo Ponferrada. España “Prefiero las ratas a las sempiternas perdices”, pensó mientras ataba con un cordel las diminutas patas de las dos aves. Como cada mañana, sacó una cazuela de barro de la alacena, y la llenó de vino, aceite, vinagre y lágrimas para un amargo escabeche. Como cada mañana, Cenicienta lloraba por salir de las cuatro paredes de una triste cocina donde llevaba encerrada mil años. Como cada mañana desde que conoció al príncipe.<

Universos

Silvina de la Cruz Río Cuarto. Argentina Ellos se parecen. Tienen la misma mirada de agua y son vulnerables a tan solo una palabra. Él de tanto en tanto pide por su madre, ella juega a la mamá con una Blancanieves y un lagarto chiquito y verde. Los dos sueñan que viajan a lugares imposibles y quizás en el viaje se encuentran. Ella espanta el silencio con su risa cristalina y su charla eterna. A él solo en esos momentos le brillan los ojos y cuando la recuerda sonríe. Ellos se parecen. Él tiene 84 años, ella 4 y los dos habitan el mismo misterioso universo.<

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Microconcurso

Prófugo

Jorge Aguiar Mendoza. Argentina @j81a

Al tercer día, el sepulcro apareció vacío. De él no se supo más nada: desde entonces vivió escondido por miedo a que lo crucificaran nuevamente.<

El pozo

Paola Tena Tenerife. España

@microficciones

De niña me gustaba ir al pozo y lanzar palabras. —Hola. —Hola —me respondía el eco. —Aquí estoy. —Aquí estoy. Y yo me reía. Frases en idiomas inventados. Secretos. Sueños. Rumores. Y el eco lo devolvía todo y yo me reía. Pero me fui haciendo mayor y eso de lanzar palabras parecía una chiquillada. Me acerqué por última vez al pozo. —Me voy —dejé caer al fondo. Hasta mis oídos llegó un adiós casi inaudible.<

tw Microconcurso es un concurso de microrrelatos organizado por CpA, una convocatoria de 48 horas para textos de un máximo de 100 palabras. Se recibieron 55 relatos. Seis de ellos fueron preseleccionados por jurado; publicamos aquí los cuatro que resultaron ganadores por votación abierta en Facebook, por orden de votos recibidos.

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brevemente

Rayas azules sobre fondo gris

Semana 28 de concurso: 22 de mayo de 2018 Ganadora: Raquel Lozano La muerte se ha olvidado de nosotros y también de las ratas, que nos despiertan con su corretear entre las mantas, o el afilar de sus dientes en la madera de las literas. —También ellas pasan frío aquí, dicen los que ya han sobrevivido otras nevadas en este infierno y lo dicen con esa quietud lacerante que se filtra entre los huesos, allí donde alguna vez tuvimos carne. Hoy se ha colado por la alambrada una mariposa; sus colores rojizos destacaban sobre el gris, sus alas me trasladaron a otros momentos, creo incluso que lloré; pero su cuerpecillo es insípido. Prefiero las ratas.<

Mundo subterráneo

Semana 29 concurso: 4 de junio de 2018 Ganador: Asier Susaeta Prefiero las ratas porque, aunque lentas, son de fiar. El resto prefiere tirarles huesos a los caimanes para que se los traigan, luego los acarician y claro, así a casi todos les faltan dedos. Por suerte sólo se necesitan dos para jugar a los bolos con una calavera de las redonditas, de las de abuela. Al quién es quién, sin embargo, pueden jugar hasta los mancos. Cronometramos un minuto de lloriqueos, cada uno hace su apuesta y después les preguntamos cómo se llaman a través de la alcantarilla. Los muy ilusos siempre nos hacen prometerles antes de responder que los dejaremos entrar.<

tw Relatos finalistas de mayo y junio de 2018 del concurso Relatos en Cadena, organizado por la Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados en www.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.

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dindondin

Festival Internacional de Cine Fantástico de Castilla y León. España Hasta el 21 de septiembre http://terrorificamentecortos.com

Por las vías de la ciudad. Narración oral 3 de julio Ciudad de México http://www.mexicoescultura.com

Cursos de verano. Cafebrería Ad Hoc Del 2 al 26 de julio Pozuelo de Alarcón. España http://cafebreriaadhoc.com

Taller para niños: Astronomía + Botánica + Arte Del 2 al 13 de julio Matadero Madrid. España http://www.mataderomadrid.org 21


decamino

http://www.nomecuentescuentos.com/

doras, científicas, raperas… cuyas hazañas quedaron enterradas en la historia por el simple hecho de ser mujeres. Este es el propósito de No me cuentes cuentos, un proyecto liderado por Kloshletter y Prodigioso Volcán, una obra colectiva

en la que han participado decenas de periodistas para traer a los niños las más apasionantes historias de mujeres representativas, profesionales e inspiradoras que regalan, desde esta iniciativa, un estímulo a las nuevas generaciones.

Contar a los niños en su propio lenguaje la historia de cien mujeres españolas que tuvieron una vida inspiradora, apasionante y, en algunos casos, injustamente olvidada. Recuperar la enorme energía de escritoras, pintoras, guerreras, descubri-

tw Este mes de junio salen a la luz diez nuevos capítulos, de otras tantas protagonistas seleccionadas, cuyas hazañas serán locutadas para que puedas disfrutarlas en versión audio a través de podcast.

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Sorriso

Estela Sande

Alumna del Taller de relato breve de la Biblioteca Central de Ferrol (A Coruña)

ESA era a terceira vez que visitaba o Louvre. A primeira fora de rapaciña nunha excursión a París organizada polo instituto. A segunda, na viaxe de noivos. En tódalas ocasións a súa atención era absorbida pola Mona Lisa, a misteriosa Gioconda de Leonardo da Vinci. Ese pequeno óleo de apenas o tamaño dun xornal aberto que permanecía protexido, das gadoupas do común dos mortais, tras un enorme cristal blindado. Pero esta vez había algo máis: ese enigmático sorriso estaba a falarlle e invitábaa a dar un chimpo alí dentro. Non se fixo de rogar. Traspasou o groso vidro, irrompeu no interior do marco dourado e observouna moi de preto. Lisa mirouna fixamente ós ollos sen perder en ningún intre o seu ricto sorrinte, apartou as mans que tiña entrelazadas sobre o ventre e mostroulle o seu maior segredo, o por que da súa singular risa: unha incipiente barriguiña. Esa era a clave da excepcional ledicia que se lle adiviñaba no rostro. E entón, contaxiouse desa felicidade e... sóubo.< —————————————————————— ESA era la tercera vez que visitaba el Louvre. La primera había sido en una excursión a París organizada por el instituto. La segunda, de viaje de novios. En todas las ocasiones su atención había sido absorbida por la Mona Lisa, la misteriosa Gioconda de Da Vinci. Ese pequeño óleo de apenas el tamaño de un periódico abierto que permanecía protegido de las pezuñas del común de los mortales, tras un enorme cristal blindado. Pero esta vez había algo más: aquella enigmática sonrisa le estaba hablando y la invitaba a dar un salto allí dentro. No se hizo de rogar. Traspasó el grueso vidrio, irrumpió en el interior del marco dorado y la observó muy cerca. Lisa la miró fijamente a los ojos sin perder por un momento su gesto sonriente, apartó las manos que tenía enlazadas sobre el vientre y le mostró su mayor secreto, el porqué de su singular risa: una incipiente barriga. Esa era la clave de la excepcional alegría que se le adivinaba en el rostro. Y entonces se contagió de esa felicidad y… lo supo.< tw Estela Sande López (Neda, 1981) ha trabajado en gabinetes de comunicación, en radio y

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colaborado en prensa. Tiene publicado el relato Foise en Relatos de Verán (Ed. Ir Indo, 2000). El presente micro lo escribió en 2018 estando embarazada de su primer hijo, Breixo.



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