CAÑADA DE LA VIRGEN EN LA RUTA DE LOS MERCADOS MESOAMERICANOS

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Cañada de la Virgen en la ruta de los mercados mesoamericanos Gabriela Zepeda García Moreno Centro INAH Guanajuato Resumen En la Mesoamérica Septentrional agrícola, se desarrollaron núcleos de poblaciones complejos, por lo común, fueron asentamientos de conformación étnica y lingüística plural, que impulsaron el comercio y los intercambios a larga distancia. Existen estudios que han sistematizado datos sobre los mercados de la época postclásica; o las rutas a larga distancia para adquirir bienes suntuosos. También hay estudios que han sistematizado la producción y adquisición de bienes; la distribución de los productos y los patrones de consumo. Investigadoras como Edith Días Ortiz (2006), sostiene que un indicador del comercio es la presencia de materiales foráneos asociados a contextos arqueológicos, lo que permite al menos, proponer los lugares de origen y destino. Otra autora, como Amalia Attolini, argumenta que en las rutas comerciales no solo transitaban productos y mercaderías, también, las ideas y los conceptos filosóficos. Es en este escenario que situamos a Cañada de la Virgen, y los noventa sitios arqueológicos que están asociados y proponemos que fueron núcleos de población multiétnicos que aseguraron las rutas comerciales hacia la Costa del Golfo y hacia la Mesoamérica Norteña. Los contextos arqueológicos y los materiales foráneos serán la sustancia para argumentar nuestras ideas y es el propósito central de este escrito.

En la Mesoamérica agrícola, se desarrollaron núcleos de poblaciones complejos, por lo común, fueron asentamientos de conformación pluriétnica y plurilingüística, que impulsaron el comercio y los intercambios a larga distancia. Existen muchos estudios que han sistematizado datos sobre los mercados de la época postclásica; o las rutas a larga distancia para adquirir bienes suntuosos. También hay estudios que han sistematizado la producción y adquisición de bienes; la distribución de los productos y los patrones de consumo. Una primera caracterización de estos temas, la ha abordado Rossend Rovira Morgado, de la Universidad Complutense de Madrid. En su artículo “Comercio y


Mercado en Mesoamérica: Apuntes metodológicos para su análisis arqueológico”, discute desde el ámbito teórico, las corrientes metodológicas que tienen que ver con lo social, lo económico y lo político. Sostiene que para el época postclásica tenemos muchos documentos etnohistóricos que ayudan a formarse una idea de cómo fueron los mercados y el consumo de muchos pueblos y ciudades del Altiplano Central. “… En las grandes aglomeraciones urbanas de México-Tenochtitlan, Texcoco, Cholula o Cozumel se podía adquirir un amplio abanico de productos y acceder a varios servicios especializados mediante el uso de diversos medios que fungían como moneda de cambio. Las semillas de ciertas variedades de cacao, diversas mantas de algodón denominadas quachtli, los canutillos de oro o determinadas hachuelas de cobre fueron utilizados ampliamente como medios proto-monetarios” (Roviera, 2009: 223) También Kenneth G. Hirth, en su artículo “Los mercados prehispánicos. La

economía y el comercio”, afirma que estos fueron el centro de la vida social y económica de Mesoamérica. En la mayoría de los centros urbanos se congregaban las personas para comprar, vender o intercambiar las mercancías que sostenía la vida diaria. El autor citado reflexiona sobre las funciones económicas de los mercados y argumenta que “... los mercados eran el medio principal para que todas las familias se abastecieran de los recursos necesarios que ellas no producían. Esto se hacía primordialmente mediante formas negociadas de intercambio, que permitía a las unidades habitacionales administrar sus propios sustentos con un mínimo de intervención extranjera. Segunda, los mercados estimulaban una gran cantidad de actividad económica independiente en el seno de las unidades habitacionales y proporcionaban un excedente para la venta de bienes que eran elaborados por hombres y mujeres. Los mercados estimularon el desarrollo de una rica y diversificada economía artesanal que en tiempos de la conquista rivalizaba con la de la Europa. Tercera, el impulso económico del


mercado hizo a éste un punto de acumulación natural de mercancías puestas en venta. Los vendedores en pequeña escala traían consigo mercancías para venderlas a partir de una base diaria, mientras que otros vendían mercancías a minoristas que las acumulaban para revenderlas en pequeñas o grandes cantidades”. (Hirth, 2013: 31) Por su parte, Amalia Attolini, adscrita a la Dirección de Etnohistoria, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tiene una amplia investigación, cuyo propósito es la elaboración de mapas y rutas que nos revelan los caminos, los senderos, y las brechas que comunicaron ciudades del Altiplano Central con la Costa del Golfo y con el área maya. Una de sus hipótesis es que los caminos no solo sirvieron para mover mercaderías, también contribuyeron al mestizaje mesoamericano y a la adopción de ideas y conceptos filosóficos. Plantea, la investigadora, que los caminos en Mesoamérica, fueron también el conducto para establecer alianzas matrimoniales y alianzas militares. Por las fuentes etnohistóricas sabemos que los mercados prehispánicos tuvieron distintas jerarquías, pues además de las mercaderías para la subsistencia cotidiana, existieron también mercados especializados en ciertos “productos”, como el de sal en el barrio de Atenantitlan, el de perros para comer en Acolman y el de esclavos en Azcapotzalco y en Iztocan. Edith Ortiz Díaz, en su artículo “Caminos y rutas de intercambio prehispánico”, enfatiza que el sistema de caminos en Mesoamérica, tiene alcurnia, y una larga historia de cientos de siglos. Sostiene que los caminos en Mesoamérica están marcados a base de la experiencia de recorrerlos y en el conocimiento puntual de la geografía por la que atraviesan. Son rutas planeadas y pensadas, ya sea para comunicarse al interior de las ciudades, como para conectarse con otros pueblos, o aldeas de la periferia o para viajar a regiones distantes. Muchos caminos que hoy utilizamos son reminiscencias de las antiguas rutas prehispánicas.


Un aspecto de gran importancia que resalta la autora es como “… la arqueología puede establecer cuáles eran los caminos y las rutas de intercambio entre diversas regiones es mediante la presencia de materiales foráneos en contextos arqueológicos Si bien a veces es casi imposible determinar el tiempo que debió tomar el viaje de estos objetos, al menos se pueden proponer los puntos de origen y de destino, así como parte de las redes que debieron establecerse entre los distintos grupos para obtener los recursos”. (Ortiz, 2006: 39) Indica, Edith Ortiz, que en Mesoamérica, el estudio de los caminos requiere de los datos arqueológicos, en específico para las etapas más tempranas, pues hay ausencia de documentos. Las estrategias metodológicas deben considerar los reconocimientos en campo, con el uso de fotografías aéreas y satelitales. Por supuesto, incluir datos etnológicos si aún hay persistencia de uso de los caminos antiguos. Un trabajo novedoso, que ha orientado la investigación a definir un sistema de caminos y comunicación al interior de un sitio arqueológico y argumentado únicamente en datos arqueológicos, es el propuesto por Rodrigo Solinis-Casparius (2019), del Departamento de Antropología, Universidad Washington. El autor en su

“Proyecto Arqueológico: Caminos urbanos e integración social de Angamuco, Michoacán” plantea conocer los caminos al interior de un sitio arqueológico. El autor divide su investigación en dos vertientes, en la primera expone los resultados de las excavaciones de los caminos y los análisis cerámicos para determinar la secuencia temporal relativa y la configuración de caminos. También ahonda teóricamente en la clasificación de caminos de acuerdo con su morfología, construcción, configuración, y propiedades experimentales. Desarrolla las técnicas de campo y las

computacionales que le permitieron identificar los

caminos urbanos antiguos. Presenta varios criterios: por su tecnología de


fabricación, morfología, conectividad y accesibilidad. Además, desarrolla una tipología detallada de caminos urbanos mesoamericanos y una propuesta conceptual para explorar la movilidad dentro del sitio, la organización social y el proceso de urbanización de Angamuco dentro del contexto y el impacto de la influencia del Imperio Purépecha en el área de la cuenca del lago Pátzcuaro. (Solinis-Casparius, 2019) En la cuenca central del Río Laja, donde hay más de 90 asentamientos prehispánicos registrados, Cañada de la Virgen, pensamos, desempeñó un papel preponderante en las rutas comerciales a corta y larga distancia y posiblemente sus plazas y patios habrían albergado un mercado. (Fig. 1)

Fig. 1 Perspectiva aérea de la zona ceremonial, se aprecia la calzada que fue el sistema de comunicación y la ruta de acceso y comercial.

Luis Felipe Nieto y Balbina Martínez, en un trabajo de reconocimiento sistemático en la década de los ochenta comenzaron a jerarquizar los sitios arqueológicos por


la presencia de los patios y también hicieron aproximaciones de los recursos y productos circundantes, y su explotación para el intercambio regional. (Fig. 2)

Fig. 2 Plano donde se jerarquiza el patrón de asentamiento de los núcleos prehispánicos de ocupación y la minería asociada para el intercambio regional. (Ref., Nieto, 2007)

Los materiales foráneos encontrados en Cañada de la Virgen nos confirman la existencia de un comercio regional con otras áreas de Mesoamérica. La mayoría de los objetos los hemos encontrado asociados a contextos funerarios, un ejemplo es la obsidiana ya sea tallada o prismática procede de Michoacán y de las inmediaciones de Tula (Fig. 3 y 4)


Fig. 3 Entierro 15 “La niña de la Lluvia”, la ofrenda se acompañó de una navajilla prismática de obsidiana

Fig. 4 Cuchillo de obsidiana, parte del ajuar funerario del Entierro 5 La niña Guerrero

En Cañada de la Virgen los materiales arqueológicos exóticos, registrados en contextos cotidianos y funerarios, fueron la obsidiana, la pirita, la concha, la concha nácar, cuentas verdes de jadeíta, turquesa, pizarra, y un instrumento de hueso (manufacturado en un asta de venado). (Fig. 5, 6 y 7)


Fig. 5 Cuenta en forma de mariposa manufactura en turquesa, forma parte del ajuar funerario del entierro 15 la Niña de la Lluvia.

Fig. 6 Nariguera o pectoral manufacturado en concha nácar, se encontró sobre el esqueleto del Entierro 13 El Jerarca


Fig. 7 Collar de cuentas manufacturas en conchas

La

mayoría estos materiales no son abundantes, en ocasiones es un único

ejemplar y algunos llegan a tres o cinco elementos (Fig. 8). No obstante, como ejemplares únicos son evidencia de la comunicación comercial a larga distancia.

Fig. 8 Pequeña cuenta de pirita, posiblemente fuera parte de un espejo

El conjunto de estos objetos rituales foráneos están asociados a las cerámicas de manufactura local, donde el 90% pertenece al grupo cerámico Blanco Levantado. Esta técnica alfarera para muchos estudiosos se considera un marcador


diagnóstico diacrónico pues está relacionado con el Clásico y el Epiclásico en el centro norte de México y para el Posclásico temprano en la Cuenca de México. Inclusive se sostiene que los materiales Blanco Levantado del periodo Posclásico Temprano son originarios de Guanajuato. Precisamente es en la Cuenca Central del Río Laja el principal centro alfarero, donde además se encuentran las minas de caolín, recurso indispensable en su manufactura. Autores como Ana María Crespo sostiene que la larga persistencia del Blanco Levantado puede explicarse por ser cerámicas utilitarias en la cocina y en el almacenamiento y, con el tiempo, de uso funerario y ritual, situando el uso ritual y doméstico desde 440 d.C. En Cañada de la Virgen la cerámica Blanco Levantado se ha encontrado en contextos domésticos, rituales y funerarios. Los análisis de la cerámica asociada al complejo funerario indican dos usos ceremoniales: como ofrendas a los entierros y como camas de tepalcates para depositarlos, asociados a cerámicas foráneas. (Fig. 9 y 10)

Fig. 9 Cerámicas de manufactura local que sirvieron para el intercambio de productos foráneos


Fig. 10 Cerámica de intercambio comercial asociada a los espacios funerarios

Los datos de caminos prehispánicos incluyen a Guanajuato en las rutas de intercambio. San Miguel El Grande (hoy de Allende) y San Felipe quedaron establecidos en las rutas de caminos de Tierra Adentro desde 1555 y, en opinión de Jiménez Moreno, estos mismos caminos fueron los usados durante la tradición Tolteca de la Cuenca de México. En este sentido, podremos suponer que los primeros y principales caminos de la época del auge minero siguieron en esencia los prehispánicos. Cañada de la Virgen, en ese circuito, estuvo vinculada con Tula a través del camino que llegaba a San Miguel Viejo y de allí a México por San Juan del Río, Jilotepec y Tula. Refiriéndose a Cañada de la Virgen, Luis Felipe Nieto asegura que era un punto fronterizo comercial entre la Huasteca, la Sierra Gorda de Querétaro, las Sierras del Norte y las Tierras del Bajío. Una de las hipótesis de trabajo para Cañada de la Virgen, es que los patios hundidos o cerrados pudieron usarse como espacios para los mercados. Incluso un patio que aún no está excavado, el complejo C, que es afín al complejo B, suponemos pudiera haber funcionado como un mercado estacional, a la manera de los tianguis en la actualidad. (Foto 11)


Foto 11, Complejo B, al igual que otros espacios con patio hundido o cerrado, pensamos que son adecuados para los mercados. Es una hipótesis que estamos trabajando

Bibliografía consultada Attolini, Amalia S/F Las rutas de intercambio comercial contribuyeron al mestizaje de Mesoamérica”, Boletín INAH, https://www.inah.gob.mx/boletines/6852-las-rutas-de-intercambiocomercial-contribuyeron-al-mestizaje-de-mesoamerica Kenneth G. Hirth, 2013 “Los mercados prehispánicos. La economía y el comercio”, Arqueología Mexicana, núm. 122, pp. 30-35. Ortiz Díaz, Edith, 2006 “Caminos y rutas de intercambio prehispánico”, Arqueología Mexicana núm. 81, pp. 37-42.

Roviera, Rossend

2009 “Comercio y Mercado en Mesoamérica: Apuntes metodológicos para su análisis arqueológico”, Boletín Americanista, Año LIX, núm. 59, Barcelona, pp. 223-237, ISSN: 0520-4100, consultado en: http://revistes.ub.edu/index.php/BoletinAmericanista/article/view/13196/16535 Solinis-Casparius, Rodrigo 2019 “Proyecto Arqueológico: Caminos urbanos e integración social de Angamuco, Michoacán”, Archivo técnico Consejo de Arqueología, INAH, México


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