Reencontrarnos para Sanar Milena Rodríguez
C Amor de abuelo— Don Ezequiel y su nieto, Matambú, Guanacaste.
ada vez que pienso en los momentos de grandes enseñanzas en mi vida, recuerdo las hermosas palabras e historias llenas de sabiduría que me han compartido los mayores de los territorios Indígenas que he visitado. De su vasta experiencia, conocimiento y forma de ver la vida por medio de lo que es esencial, podemos aprender mucho sobre los ciclos naturales, sobre cómo conectarnos con el amor de Madre Tierra, y cómo vivir de forma armoniosa y abundante tanto en el exterior como en el interior de nuestro ser. Los abuelos y abuelas son nuestro más grande tesoro y el acercarnos a ellos con ganas de escuchar es primordial para poder aprender a sanar. Ellos son como los fuertes bosques de manglar que protegen con sus raíces toda la riqueza cultural y espiritual de nuestra gente frente al oleaje de tempestades. Nuestra cultura estará viva siempre que nuestras anécdotas sean escuchadas y que los saberes sean transmitidos constantemente por medio de la tradición oral. De esta forma los ancestros y su sabiduría siguen vivos en nuestra memoria y en las decisiones que tomamos día a día. Aunque no la pude conocer por haber fallecido muy joven, mi familia cuenta que mi abuelita Amanda, nacida en Monimbó, y quien era una mayor muy sabia; las personas de la comunidad se acercaban a ella para ser aconsejadas en diversos temas y la recuerdan con mucho aprecio, ya que ella se expresaba con mucho amor
Foto: Milena Rodríguez.
Uma-mamá— Resguardo Cauca. Foto: Geya García.
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