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Víctor Hugo Tejedor
CAPÍTULO 5 RIVALIDAD Y POLÍTICA
Victor Hugo Tejedor
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Entrevista realizada en el año 2014
En 1973 yo era un empleado municipal. Había empezado a trabajar a los 18 años en el sector de Contaduría, era auxiliar contable. Ahí trabajaba “Fela”, posteriormente entró Graciela Castillo. Es decir, en la municipalidad no había mucha gente en aquella época. Habría entre 30 y 40 personas afuera, 20 adentro… 70, 100 personas; lo máximo que era la planta municipal. Era como una gran comunidad porque nos veíamos constantemente y funcionaba todo en el mismo edificio. Yo en ese tiempo era músico, tenía una orquesta “Leche Hervida”, uno de los primeros grupos musicales junto con el de “Polito” Amado, Oscar Santana y Pérez. Yo era un porrudo, tenía el pelo largo y usaba unos anteojos tipo John Lennon y adentro de la municipalidad era la oveja negra, que empleados viejos como don Seba, me tenían un poco de bronca porque yo iba a trabajar con esa facha, como un hippie… Que no era hippie, sino que usaba la moda de la época… Ahí se usaba el traje y yo rompía ese esquema.
Unos meses atrás habían sido elecciones y había ganado como intendente, Cresencio Arbe por el Radicalismo y en la nación había ganado el peronismo, en la provincia también el peronismo. En esa época existía una gran rivalidad entre peronistas y radicales, tanto odio, tanta bronca que se terminaban dividiendo las familias por los partidos políticos. Entonces, no todos los peronistas, sino más bien los líderes, nunca aceptaron que en Perito hubiera ganado el radicalismo. Ese es un problema de la política, el tema de los líderes, que son necesarios, pero depende, porque a veces aparece un líder medio alocado y pasa lo que podría haber ocurrido, porque la gente lo sigue, lo sigue.
Un día llega “Pelusa” Burgos, el “Cabezón” a avisarme que los peronistas iban a tomar la municipalidad. Cuando yo llego a la municipalidad ya había alrededor de 20, 25 personas, empleados y no empleados, entre ellos muchos radicales que estaban activos en la política. Cuando entro lo primero que veo es gente con armas y nos decían: – ¡Hay que traer más armas! ¡Van a tomar la municipalidad! ¡Vienen con todo! Se veía pasar rifle, revólver, porque en esa época había mucha actividad en el campo, había mucho hijo de estanciero de los dos lados, tanto radicales como peronistas. Entonces armas tenía todo el
Año 1970 . Jalil Hamer
Año 1973 . Cresencio Arbe en acto de campaña para la intendencia
mundo… Y uno a esa edad, con todo ese espíritu de rebeldía, de aventurero, también se prendía en eso. Y pensé “Habrá que buscar armas”. Pero yo no tenía armas. Y yo de tanto ver películas me fui al depósito municipal que tenía combustible y ahí nomás en el patio empecé a llenar botellas con nafta y un trapito… la famosa molotov, la bomba molotov. Habré preparado 8 o 10 porque mas botellas no había. Subí al techo de la municipalidad y las repartí.
Si comenzaba el problema yo iba a empezar a tirar botellas para el otro lado… lo que hubiera sido una catástrofe. Uno lo piensa hoy y dice: Mirá a lo que llega uno... “Pelusa” Burgos, que vivía a una cuadra y media de la municipalidad trajo un revolver 44, grandísimo, que había que agarrarlo con las dos manos. Al rato empezaron a llegar los peronistas. Jalil que había sido el candidato peronista que compitió con Arbe, llegó con su parlante, moviendo a la gente, el era muy activo y la gente lo seguía mucho. Empieza a llegar gente y muchos vehículos, la calle llena de gente… Porque ellos convocaron a la gente a “la toma” y trajeron a todos. Mucha gente se fue cuando vio que la cosa no era una simple marcha. Había mucha agresividad en el ambiente. A su vez los otros radicales que quedaron afuera, rodearon a los peronistas y también tenían armas… como “Paco” González, que estaba en el techo del edificio de Marcelino Fernández.
Estaban también los más jóvenes de la JP, los más rebeldes, con más fervor para la confrontación, que empezaron a golpear las puertas, los vidrios: Pirulo, Guille, Fitoto, Luti, Arnold, Miguel Farías… ellos eran como los patoteros. En otra oportunidad anterior a esa, ellos eran la custodia de don Bilardo viejo, que era el presidente del peronismo. Una vez tuvieron una reunión con Cresencio y yo iba a entrar al despacho para hacer firmar una documentación y estaban parados ahí como de guardia. No me dejaron entrar y me mostraron un revólver. La gente nuestra que tenía armas estaba apuntando para afuera. Adentro estaba el “Negro” Sandin, de la Juventud Radical, y el “Negro” dice: - “Si se rompe un vidrio, empezamos a disparar”. Les estaban apuntando y los de afuera no sabían, porque con las cortinas que había nosotros los veíamos pero ellos a nosotros no ¡Los estaban apuntando a la cabeza, ahí a un metro! Es decir que si se rompía un vidrio y si alguien le hacia caso al “Negro”, empezaban a disparar, inconscientemente. Había un miedo terrible, había temor, porque los de afuera también podían estar armados.
Cuando comenzó ese movimiento yo me fui arriba del techo y estaba esperando para prender las molotov y tirarlas. Uno lo cuenta con gracia, pero podría haber ocurrido una gran desgracia, porque tirar bombas con nafta hubiera sido una masacre. Parecíamos terroristas de los dos lados pero no éramos terroristas, cada uno defendía su sector y lo hacía con las armas o lo que tenía a su alcance.
Año 1973 . Julio Santana, “Fela” Martínez, Graciela Castillo, “Chiche” Mattar y Víctor Hugo Tejedor
Año 1978 , Omar “Pelusa” Burgos
Cresencio llama a la Gendarmería Nacional, le pasan con un jefe de guardia, les dice que necesita que vengan a defender porque había una toma, un atentado contra la democracia. Cresencio esperó, supongo que el gendarme ha tenido que consultar con el jefe, pero me parece, que el jefe tenía tendencia peronista. Cresencio llama nuevamente y habla con el oficial y recuerdo unas palabras que dijo: -“Le exijo a usted, en nombre de la democracia, que venga a defender a su intendente”. Cresencio no era una persona agresiva para nada, al contrario, era él quien nos tranquilizaba.
Aparecieron un oficial y dos gendarmes, abrieron la puerta, ingresaron y cerraron la puerta otra vez. Previo a esto Cresencio pidió que guardáramos las armas. Pero el oficial vio la escalera que era por la que yo había subido las botellas y mando a que vayan a ver y dijo – “¡Bájelas, pero con cuidado! Vamos a tomar las huellas digitales de las botellas”. Ahí yo me quise morir, pensé que iba en cana. Miro a Sandin y él para protegernos empezó a decir: “- ¡Estos peronistas hijos de puta! ¡Nos querían quemar vivos!” Empezó una artisteada y gritaba para crear una confusión en el ambiente. Veía bajar al gendarme por la escalera, que la traía agarraditas bien de la cabeza a las botellas y las iba dejando en una esquina. Entonces llegó un momento que se ve le dieron una orden en gendarmería que se vuelvan y él que estaba de guardia dice: - “¿Qué hacemos con las botellas?” – “¡Rómpalas, rómpalas!”- le dice el oficial. Y ahí pude respirar… Después de eso la cosa se fue enfriando. Pasaron las horas y los de afuera se fueron. Pero nosotros no nos fuimos y organizamos para que la demás gente venga a pasar toda la noche… Entró “Fela”, Isabel y muchas otras mujeres que eran de la Rama Femenina del radicalismo. Hicieron carteles y llevaron comida, pero las armas ya no estaban…
Al otro día llegó Cepernic al pueblo y se reunieron en el Hotel Austral, en esa reunión estaba el “Flaco” Abadie, Aset Mattar, Jalil Hamer, todos los mayores del peronismo. Cepernic después se viene a al municipalidad y ahí las mujeres lo agarraron afuera, le tiraron los pelos, le quisieron pegar. Llegó con un Decreto Provincial donde destituía a Arbe y no quedó otra que entregar la municipalidad. A partir de ahí las gestiones empiezan a nivel nación. Balbín se reúne creo que con Perón y Perón reconoce que esa movida era ilegal y mandó un telegrama para que se restituya al intendente elegido por el pueblo. Después que llegó el telegrama y volvimos a trabajar a la municipalidad, de alguna manera la historia se terminó. Pero quedó algo en el ambiente y siguió la rivalidad entre las dos corrientes. Nos dimos cuenta que hay que tener mucho cuidado con el temperamento, porque puede hacer que la gente se enloquezca y uno reaccione como un animal… Si un líder dice algo todos van para allá y yo también voy.