Los llaneros, que siempre ha valorado enormemente el trabajo duro, la honestidad y una relación muy estrecha con el paisaje y los animales, cantaban para proclamar que estaban presentes y que los llanos, a pesar de su inmensidad, eran su dominio a la vez que su fuente de vida. Los
cantos anunciaban el respeto a la naturaleza, al mismo tiempo que el triunfo sobre las dificultades de la vida ganadera. A estos satisfechos
cantos de “arreo” o “cabrestero” se sumaban otros como los de “vela” que se cantaban durante las noches para mantener tranquilo al ganado que solía ponerse nervioso cuando caía la lluvia sobre el llano los truenos se hacían escuchar en toda su grandeza.