Dignidad en la vida y en la muerte

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DIGNIDAD EN LA VIDA Y EN LA MUERTE Vida: conjunto de reacciones químicas. Esta fue la definición de mi profesora al ver que yo no era capaz de responder a su pregunta. Y como buena estudiante de ciencias que soy, la acepté al momento por lo básica y correcta que me pareció, extrañándome que no se me hubiera ocurrido antes. Pero, reflexionando después, y sacando mi vena filosófica, decidí que no era correcto; que no podía ser verdad. La vida, todo lo que corresponde a todo ese tiempo en el que uno es consciente de quien es, tiene que ser algo más. Hay una cosa que tengo muy clara, y es que la vida debe ser disfrutada para poder mirar de frente a la muerte y decirle: “Vale, vamos allá”. Pero existe un problema: ¿cuándo empieza o acaba una vida? ¿Y quién puede decidirlo? La situación de crisis que vivimos a nivel mundial y nacional obliga a muchos a replantearse la opción de tener hijos. Observando el porcentaje de población que no puede mantenerse ni a sí misma, hasta puede parecer razonable que no se quiera traer un niño al mundo; ya sufrimos nosotros bastante como para que lo sufran también nuestros retoños. Y son todo este tipo de ideas las que abren uno de los “cajones oscuros” de nuestra sociedad: el aborto, la decisión sobre la llegada a la realidad de nuestros hijos. Aunque tengo que admitir que no sé si colocar ese determinante posesivo “nuestros”, ¿pues quién decide su llegada: la ley o la madre? Últimamente, con la nueva reforma de ley del ministro de Justicia, el señor Alberto Ruiz Gallardón, la sociedad española está mostrando las dos caras que forman nuestro país: la más conservadora y la más liberal. Y, a mi modo de ver, ninguna de las dos tiene razón. Primeramente, debemos diferenciar entre un embrión y una persona. Y como explica el doctor Héctor A. Mendoza ¹ : “[…] toda persona es humana pero no todo lo humanos es persona. Así, el corazón es un órgano humano, pero no persona; un embrión es humano, pero no persona […]”. A todo esto, debemos sumar el hecho de que un embrión o feto (siguiente nivel al embrionario en el proceso del embarazo),no puede ser considerado un ser humano porque “ Para ser un ser humano no basta tener vida (todo el reino animal y vegetal tiene vida), ni sensación (todo el reino animal lo tiene), sino una conciencia típicamente humana, la cual requiere de un cerebro mínimamente desarrollado que supere la de los animales (los fetos desarrollados lo tienen, los ancianos, los débiles mentales, los discapacitados mentales... por esto son seres humanos) ². Tras defender esto comienzo a desarrollar mi postura, porque el tema como mujer me interesa, ante la posibilidad de que algún día sufra esa situación. En mi opinión, el aborto debería estar permitido en casos muy específicos: en el caso de violaciones (posiblemente, ese bebé no sea deseado por la madre por haber sido concebido de esa manera), de malformaciones del feto, las cuales causen su muerte durante el embarazo o el parto (esta situación puede causar graves problemas psicológicos y físicos en la madre), o en el caso de que el embarazo en sí suponga un riesgo para la madre, tanto físico como psicológico. En estas situaciones, yo apoyaría el aborto. Pero en la nueva discusión que se ha abierto ahora en España, la sociedad no ha sido capaz de encontrar un punto intermedio: o es pecado, o es un derecho principal e innegable de la mujer. Y yo digo: ¿quién decide si esa nueva persona llega o no hasta nuestro mundo? Desde la parte más conservadora de la sociedad llegan gritos sobre el pecado y el asesinato, que es como ellos consideran el aborto: arrebatarle a una futura persona la vida,


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Dignidad en la vida y en la muerte by Curtisbiblio - Issuu