3 minute read

El desafío de la inclusión digital

CÁMARA FINTECH

EL DESAFÍO DE LA INCLUSIÓN DIGITAL

Advertisement

Ignacio Plaza

Presidente de la Cámara Argentina de Fintech

Tal como sucedió en todo el mundo, el Covid-19 imprimió a nuestra vida una sensación de freno, de pausa, con la cual convivimos hace casi 100 días. Además del dramático impacto sanitario, que seguramente se prolongará por un tiempo más, la pandemia ha afectado de forma rotunda los sistemas productivos internacionales.

En el caso argentino, las consecuencias son aún más devastadoras. El virus irrumpió en un contexto en el que la mayoría de las variables económicas marcaban niveles alarmantes, con un tejido social vulnerable y debilitado. La salida de esta parálisis es una gran incógnita aun. Será muy complejo volver a poner en marcha el engranaje productivo, sobre todo si la expectativa es retornar al mismo modelo pre-crisis sin ensayar nuevos paradigmas que estén alineados con los aprendizajes dolorosos a los que el mundo se vio forzado.

En este escenario, las empresas fintech demostraron cuál es el potencial que representan frente a ese desafío. La pandemia aceleró el proceso de consolidación que venía dándose desde hace unos años. Las restricciones derivadas del confinamiento fueron una oportunidad única para validar los servicios fintech y para generar una más rápida adopción por parte de la población, que se vio reflejada en un crecimiento impactante. Hoy existen 7 millones de CVU’s emitidas por billeteras electrónicas, 2 millones de comercios aceptan pagos digitales gracias a los POS que se conectan al celular y más de 800 mil operan a través de QR. Hay 3,5 millones de tarjetas emitidas por billeteras digitales.

Si bien esta expansión es una excelente noticia para el sector, sabemos que no logra compensar la deuda que nuestro país aún mantiene con la inclusión digital. El Covid-19 no hizo más que evidenciar este pendiente, most-

Foto de David Shares en Unsplash

CÁMARA FINTECH

rando los riesgos y la falta de eficiencia de un sistema lento y obsoleto para dar respuesta a las necesidades de vastos sectores de la población.

El camino por recorrer es largo. Y como todo empresa trascendente, requiere de la colaboración de varios actores. Desde nuestro sector estamos convencidos de lo que podemos aportar. Sin embargo, sabemos que es insuficiente si dentro de esta ecuación no se articulan otros actores del ecosistema, como la banca tradicional, los organismos reguladores y las esferas políticas de decisión. Se trata de un esfuerzo necesario si queremos estar a la altura de las circunstancias, para convertirnos en jugadores capaces de desarrollar soluciones para problemas locales que puedan escalar en el nivel global.

LAS RESTRICCIONES DERIVADAS DEL CONFINAMIENTO FUERON UNA OPORTUNIDAD ÚNICA PARA VALIDAR LOS SERVICIOS FINTECH Y PARA GENERAR UNA MÁS RÁPIDA ADOPCIÓN POR PARTE DE LA POBLACIÓN, QUE SE VIO REFLEJADA EN UN CRECIMIENTO IMPACTANTE.

Contamos con el talento necesario. La capacidad de nuestro capital humano se destaca en todo el mundo. La industria fintech hoy emplea a más de 10.000 personas, de las cuales casi el 50% corresponden a posiciones de IT. Aún durante la pandemia, el mercado estuvo muy activo, registrándose 1500 búsquedas abiertas. Tenemos el enorme desafío de generar proyectos convocantes, para que nuestros jóvenes elijan involucrarse y formar parte.

Las oportunidades de desarrollo de nuestra industria también se dan en otros verticales de negocio. En un país donde el 70 % de la gente no tiene acceso al crédito bancario, las fintech vinieron a llenar ese espacio, con una propuesta simple y transparente. Prueba de ello es que durante 2019 2 millones de personas tomaron créditos a través de empresas fintech.

Por el lado de las inversiones, en los últimos dos años se han abierto más de 2,2 millones de cuentas en el mercado de capitales. La demanda en ciberseguridad también sigue creciendo, asociada a la expansión del uso de productos digitales, los procesos de onboarding remoto y la necesidad de protección contra el fraude.

Más allá de sus consecuencias dramáticas en términos sanitarios y económicos, la pandemia nos deja también varios aprendizajes. Por un lado, pone de manifiesto que la inclusión digital no es solo un alternativa sino un derecho de la población, una condición necesaria para lograr mitigar la falta de equidad y la marginación. Por otro, la convicción de que encontrar una objetivo común y convocante y encolumnarnos detrás de él es una tarea colectiva, que requiere de consensos, diálogo y cooperación. Sin ese compromiso, estaremos destinados a continuar alimentando frustraciones repetidas.

This article is from: