Atrevete conmigo

Page 1

Yo nunca quise hacer daño a nadie. De hecho, soy inofensiva. Juguetona en ocasiones, tal vez, pero sin ninguna maldad. Vive y deja vivir es mi lema. No obstante, parece que mi aspecto impone a muchos. Me gusta vestir de negro, y me imagino que eso resulta un tanto amenazador. Escasos son aquellos a los que les muestro mi auténtico rostro. Por eso, los hay que me temen. Realmente no hay ningún motivo, pero hasta cierto punto lo entiendo. Pues claro, ¿a quién no le asusta lo misterioso y desconocido? Así sois los seres humanos; sentís pánico en cuanto os topáis con algo que no podéis controlar. Y aun más cuando sabéis que no hay escapatoria. Puedo ser muy absorbente cuando quiero. Además, en muchas ocasiones llego sin avisar, sigilosa como un fantasma. Soy muy discreta y no hago ningún ruido; a nadie le gusta lo que no ve venir. Tenéis una necesidad imperiosa de estar preparados para todo, de anticiparos… Me pregunto si algún día llegaréis a daros cuenta de que eso es algo imposible, una utopía. Lo cierto es que existen personas que conviven conmigo durante toda su existencia, y los demás sienten lástima por ellos. Yo lo achaco a ese deseo inherente de ayudar y proteger a los más débiles… o a los que se cree que están en desventaja, que no siempre es el caso. A pesar de todo, al final esta gente se acaba acostumbrando a mi presencia. Si no han conocido nada distinto, tampoco pueden echarlo de menos, ¿no es verdad? Pero yo en el fondo sé que desearían deshacerse de mí. Me ven como una cruz, una carga muy pesada, y eso me apena. La soledad en la que habito permanentemente hace que anhele algo de compañía. De todos modos, ya estoy curada de espanto después de todos estos siglos. Las criaturas como yo, por desgracia, no estamos hechas para tener muchos amigos. Y la clase de rumores que circulan por ahí sobre mí no contribuyen precisamente. Poco a poco lo tengo asumido, y algún día acabaré por estar anestesiada. O al menos eso espero… Mientras tanto, me conformo con poder disfrutar del espectáculo que me ofrecen los terrestres. Una cosa sí me gustaría dejar clara: yo no tengo ninguna relación con la muerte. No negaré que existen algunos puntos en común, pero muchos nos confunden. Hace mucho tiempo, en especial, estaba muy extendida la creencia de que mi aparición no podía augurar nada bueno. Los antiguos estaban


convencidos de que yo era una emisaria suya, como la antesala de la inconsciencia eterna. No comprendían que yo camino sola, sin ser mensajera de nadie. Tales ideas hacían que aquella gente inventara toda clase de remedios para ahuyentarme. Suerte que todo aquello ya pasó. Aunque cueste imaginarlo, yo también tengo sentimientos, y este rechazo me entristece. Os sorprendería saber las leyendas tan disparatadas que se cuentan sobre mí. Algunas hasta resultan cómicas de puro absurdas. Sin embargo, en todos los casos, tengo muy mala fama. ¿Qué os habré hecho yo para merecer esto? La mayoría de vosotros pensáis que cuanto más lejos de mí, mejor. Por suerte, no todos son así. Otros, en cambio, me desean; se sienten seguros conmigo. Y es que siempre se me ha dado bien guardar secretos. Puedes estar seguro de que no te delataré, aunque observe todos y cada uno tus movimientos. Soy como un testigo mudo, e incluso dejo que acudan a mí en busca de amparo. Creo que si puedo presumir de una virtud, ésa sería la generosidad. Por mucho rechazo que haya experimentado, yo seguiré haciendo lo que esté en mi mano por quien me necesite. Tampoco intento disuadir a nadie de nada. Lo que es más, es posible que te susurre al oído y te anime a emprender cosas que quizás no deberías. Ven a jugar conmigo, te diré. Reconozco que tengo un cierto afán provocador. Tentar a otros es muy divertido. Me gusta ver cómo algunos se desinhiben si yo ando cerca. Todos pensáis demasiado; no queréis admitir que en el fondo no sois más que animales, por ello os esforzáis por dejar atrás vuestros instintos más primarios y os obligáis a seguir los dictados de eso que llamáis razón o por absurdas normas que os imponéis vosotros mismos para distinguiros de otros seres con los que convivís. Ingenuos… De todos modos, prefiero no entrar en eso ahora. El caso es que todo cambia si yo me acerco. Los amantes se dejan llevar por el deseo y la lujuria. Soy yo quien les proporciona la intimidad necesaria para entregarse al placer. Mi manto opaco oculta a aquellos que buscan el anonimato y la soledad, sean cuales sean sus motivos. Yo nunca juzgo a nadie, ni haré preguntas. Tal vez porque ni siquiera tengo voz. Cualquiera que solicite mi ayuda será bien recibido. Por eso, muchos dicen que soy una mala influencia…


Aun así, amigos, debéis admitir que no todo lo mío es negativo. Pido perdón por tomarme la confianza de referirme así a vosotros. Sé que no lo diréis jamás en voz alta, pero muchos os habéis sentido atraídos por mí en algún momento. Lo impredecible, aunque intimide, también llama mucho la atención. Durante siglos, miles y miles de humanos, desde poetas hasta científicos y desde artistas hasta religiosos, han querido conocerme mejor. Unos me admiraban, otros buscaban comprenderme. Incluso se han escrito canciones sobre mí. Estoy presente en algunos de los cuadros más famosos. Puedo decir con orgullo que he inspirado a muchos de ellos; no obstante, desgraciadamente han sido muy pocos los que verdaderamente se han atrevido a intentarlo. Da vértigo el no saber lo que se esconde detrás. Me gusta jugar con la imaginación de otros y estimular sus sentidos. ¿Y sabéis qué? No hay nada más aterrador. Mayor que el miedo a qué se podría descubrir es el temor a lo que puede crear la propia mente. La fantasía es poder, y el poder es peligroso y abrumador. Especialmente cuando no se sabe utilizar correctamente y se te acaba escapando de las manos. De nuevo, el terror de no tomar el control os impide ver lo que hay más allá. Asimismo, me gusta disimular los defectos de los demás. Me han dicho que cuando estoy presente todo parece más bello. Ya dicen que para gustos se hicieron los colores. Lo que a muchos les provoca inquietud, a otros les relaja. Sólo conmigo son capaces de dejar volar su imaginación y que sus mentes se acerquen a aquello que evitan en condiciones normales. Esos pensamientos pueden ser terroríficos en más de una ocasión, pero también hay momentos en los que, una vez vaciamos la cabeza, es el alma la que entra en acción y nos transporta hacia otros lugares. Irónicamente, muchas de las mejores ideas ocurren cuando el cerebro descansa… Yo tengo la capacidad de nublar la razón y entregarle el relevo a lo emocional. Quizás lo más bonito que me han dicho es que soy una caja de sorpresas. Yo lo tomo como un cumplido, y de lo más acertado. Conmigo pueden llegar muy buenos momentos, o puedo provocar tristeza y ansiedad. Poseo una magia que tiene la capacidad de alterar el ánimo incluso de los más fuertes. Sólo con verme, los hay que se vuelven más sensibles, tal vez porque se sienten más vulnerables al no poder enfrentarse a mí. Si supieran que ni siquiera es


necesario… Atacar a los demás no forma parte de mi carácter. Soy más pacífica de lo que piensas. Yo, al igual que vosotros, también sufro. Lo único que busco en esta vida es huir de mi perseguidora. Una criatura de largos cabellos dorados y rostro resplandeciente me obliga a ocultarme. En este universo injusto algunos seres no estamos hechos para coexistir. Así, no puedo quedarme en un mismo sitio demasiado tiempo por miedo a que me halle. Recorro el mundo de punta a punta, como si de una condena divina se tratase. Aun así, lo que más duele no es el cansancio de estar en constante movimiento. ¿Sabéis lo que se siente al ver lo bien recibida que suele ser mi némesis? Mientras todos pretenden alejarse de mí, cada vez que ella aparece, se sienten felices. La adoran. Siempre la prefieren antes que a una servidora. Eso despierta en mí una envidia muy profunda. Sí, amigos, en el fondo de mi corazón, muchas veces desearía ser como ella. Por otro lado, lo bueno es que no hay lugar que no conozca como la palma de mi mano. He viajado mucho más que todos vosotros juntos. Ahora mismo podría estar paseándome por la Plaza Roja de Moscú, y en unas pocas horas, tumbada en las playas de Cancún entre palmeras y aguas cristalinas. En un instante, la arena cálida del desierto me hace cosquillas en las plantas de los pies; al siguiente, vago por las empedradas calles laberínticas de la India. Gracias a mis aventuras, he tenido trato con gente de todas las razas, colores, religiones, culturas… y la conclusión a la que he llegado, es que no sois tan diferentes como creéis los unos de los otros. Vuestra manera de actuar ante mí me lo ha demostrado. Eso, sin embargo, no quita que yo tenga un lugar favorito. Un día logré burlar al enemigo. Me topé con un pequeño paraíso de hielo mientras escapaba. En aquel rincón alejado, que desde entonces será como mi santuario, fue donde decidí quedarme, pues pensé que jamás daría conmigo. Durante aquellas semanas creo que rocé ese estado que llaman felicidad. Me divertí contemplando aquel precioso territorio en los confines de este mundo. ¡Qué bellos aquellos bosques plagados de frutos rojos! El tacto de la nieve sobre mi piel es una de las sensaciones más maravillosas que jamás había


experimentado. ¡Qué delicia! Y qué decir de todas aquellas inmensas zonas de vegetación salvaje donde aún no ha puesto un pie el hombre. Paisajes de una melancolía sobrecogedora se revelaban a mis sentidos. Animales que no había visto ni en mis sueños se materializaban ante mis ojos. Me bañé en lagos de aguas tranquilas y casi heladas. Todavía sigo recordando aquellos momentos, en los que me perdía entre la maleza teñida de blanco y me deleitaba con aquellas visiones, como los mejores de mi existencia. Asimismo, me dediqué a observar a sus gentes y sus curiosas costumbres. En verdad es impresionante cómo aquellos pueblos del frío luchan día tras día contra la adversidad en un clima que les es hostil, pero siempre sin dejar de respetar la maravillosa naturaleza que los rodea. Queda claro que se dieron cuenta del gran tesoro del que disponían y de su infinito valor. Muchos de vosotros podríais aprender una lección de ellos. Desgraciadamente, no todos sobreviven a esta batalla por la subsistencia. He visto con pesar caer a muchos de los hijos de aquella tierra del norte. Algunos se consumían por la locura y la embriaguez, mientras que otros se lanzaban al vacío, impotentes de no poder escapar de una situación que los atormentaba. Sé que soy en parte responsable de ello. Una vez más, mi aparición sembró el terror entre ellos, y yo no pude hacer nada por evitarlo. Mas no me llaméis asesina, pues yo no fui quien les dijo que lo hicieran. Aun así, no puedo negarlo: la culpabilidad me reconcome. No obstante, tanto vosotros mortales como yo somos egoístas de nacimiento. También es bien sabido que es necesario pensar en uno mismo en determinadas situaciones. En muchos casos es defenderse o perecer. Por ello, espero que no juzguéis. Ya lo dijeron en ese libro que os gusta tanto a algunos: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. No veo que ninguno alcéis la mano. Por más que me doliera ver sufrir a aquellos humanos, yo también necesito un hogar. ¿Quién no desea un lugar al que poder regresar y en el que acomodarse? La vida de una forajida puede ser muy dura, pues está repleta de peligros y obstáculos. Unos cuatro meses tardó en alcanzarme mi rival y en expulsarme de mi particular edén. Considero que mi descanso, aunque breve, fue bien merecido.


Tanto es así que continúo volviendo allí cada año, siempre y cuando puedo aprovechar un despiste de mi enemiga. Al fin y al cabo, ¿qué son unas cuantas semanas comparadas con toda una eternidad viviendo como una nómada? Para que os hagáis una idea, para mí sería como tener un sábado y un domingo de vacaciones por temporada. ¿Imagináis trabajar sin cesar durante tanto tiempo con tan pocos momentos en los que tomar aliento y reponer energías? Seguro que ahora empezáis a poneros en mi lugar y compadeceros de mí. Y el ciclo continúa sin detenerse por los siglos de los siglos… Seguramente nos hayamos encontrado; yo diría que más a menudo de lo que crees. Me atrevería a afirmar que sé mucho acerca de ti. Te he visto llorar, temblar,

escapar…

pero

también

disfrutar,

enloquecer,

mirarme

con

curiosidad… Pensarás que miento, mas he cuidado de ti y velado tus sueños. Me has amado y odiado. De pequeño cruzabas los dedos porque mi llegada se retrasara. Cuando alcanzaste la adolescencia, sin embargo, al estar en buena compañía me rogabas que me quedara un rato más. También me has tratado con indiferencia; supongo que una vez que comprendiste que mis intenciones no eran crueles, dejaste de temer nuestros encuentros. Pero eso no importa: a estas alturas, toda clase de reacciones me parecen normales. No obstante, si te tomas unos momentos para tratar de conocerme mejor y averiguar algo más de mí, te darás cuenta de que no soy tan impenetrable. Déjame entrar. Aunque te sientas apabullado en principio, poco a poco verás que siempre hay una grieta, una puerta abierta. Como ya te dije, no deseo nada desagradable a nadie. No permitiré que te hundas. Tal vez me esté volviendo blanda con la vejez -¿he mencionado que soy tan antigua como este planeta, o puede que incluso más?- pero yo prefiero pensar que mi sufrimiento me ha hecho más compasiva. Sé que todos necesitamos creer que no hay mal que cien años dure. Creo que eso es todo lo que debes saber sobre mí por el momento. No quiero asustarte con demasiada información, pues puede resultar difícil de digerir. Te dejaré unos minutos para que reflexiones sobre ello, y me sentiré muy honrada si aprendes algo gracias a mí. Es más, me haría muy feliz si en nuestro próximo encuentro me sonrieras en lugar de acobardarte. Ahora que ya sabes cuál es mi punto de vista, querido amigo, permíteme que me presente. Soy el


テ]gel de las Sombras. Pero tテコ, como el resto de los mortales, puedes llamarme simplemente Oscuridad.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.