3 minute read

Introducción

Del carbón al servicio de energía, seis décadas de cambio

El carbón vegetal y el mineral, el petróleo, los fósforos y las espermas formaban parte de la primera canasta familiar, creada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en 1954, que también incluía artículos como el pañuelo de tela y el sombrero.

Desde ese año, cuando la entidad realizó por primera vez la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC), mediante una cesta básica que fue resultado de la ‘Encuesta de ingresos y gastos medios y bajos’ elaborada en 1953, la canasta familiar ha cambiado en cinco ocasiones. Eran 198 los productos incluidos para realizar la medición de precios en ese entonces, hoy son 443, es decir, 247 más.

En la actualidad el carbón ha sido reemplazado por servicios como la energía eléctrica, el cilindro de gas y el gas natural domiciliario, lo que da cuenta de la transformación del mercado energético en las últimas seis décadas.

Pero no es la única evidencia en la materia. Iniciativas como la reciente subasta de renovables realizada por el Gobierno Nacional, que adjudicó 2.250 megavatios en este tipo de energías, permitirán la incorporación a 2024 de energías renovables no convencionales para que lleguen al menos a 10% de la capacidad instalada en Colombia. Esto contribuirá a la diversificación de la matriz energética nacional, que hoy está compuesta principalmente por recursos hidrológicos (70%).

Una vez entren en funcionamiento estos proyectos, en 2022 el país pasará de generar menos de 1% de su energía a partir de fuentes renovables no convencionales, a más de 12%, gracias a la incorporación de proyectos de energía solar y eólica. Esto quiere decir, según información del Ministerio de Minas y Energía, que pasaremos de menos de 50 megavatios de capacidad instalada para la generación de energías renovables, que equivalen a lo que necesita una ciudad como Ibagué, a más de 2.500

megavatios en 2022, que es lo que necesitan Cali, Medellín, Bucaramanga, Barranquilla y Cartagena juntas.

Con todo esto, si bien el país está avanzando en la dirección correcta en la diversificación de su matriz de generación eléctrica, con la incorporación de fuentes renovables no convencionales que permitan brindar a los colombianos energía confiable, sostenible y eficiente, que responda a los retos del cambio climático, esa transición no se dará de la noche a la mañana. En esa etapa de transformación, entonces, serán fundamentales las fuentes de energía térmica para garantizar la seguridad energética de los colombianos, así como el desarrollo social, económico e industrial del país.

El futuro económico de la Nación requiere seguir avanzando en el desarrollo del mercado energético, no solo porque es un recurso vital para la operación de todos los sectores, sino porque brinda competitividad. El Gobierno no es ajeno a eso y por eso formó la Misión para la Transformación Energética, en la que se nombró un grupo de 20 expertos nacionales e internacionales, con el objetivo de analizar la industria completa. Las recomendaciones estuvieron encaminadas a modernizar la regulación y la institucionalidad en cinco focos de estudio: competencia y estructura del mercado eléctrico; rol del gas en la transformación energética; descentralización; digitalización y gestión eficiente de la demanda; cierre de brechas y formulación eficiente de subsidios y revisión del marco institucional y regulatorio.

De esta manera, tanto los avances desarrollados por la empresa privada como las iniciativas lideradas por el Gobierno Nacional contribuirán a que el mercado energético brinde cada vez más soluciones a los consumidores y mayor competitividad a los empresarios. Solo queda trabajar de la mano para que Colombia, como potencia energética sea una realidad.

This article is from: