EL CASTILLO ENCANTADO
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Hace muchos años, en lo alto de la montaña, había un castillo encantado. En él vivía un rey, que se llamaba Arturo, la reina Esther y la princesa Griselda. También estaban los sirvientes. Eran diez. Había uno que era pequeño y llevaba un jersey rojo y unos
pantalones
morados.
Se
llamaba Rufino. Otro sirviente era alto y flaco y llevaba un gorro verde, un jersey azul y unos pantalones amarillos. Se llamaba Melchor,… y así hasta diez. El castillo estaba encantado porque por las noches aparecían fantasmas de sus paredes. Eran los fantasmas
del
pasado, o eso creía la gente del castillo. Un
día,
decidió
Rufino quedarse 2
toda la noche despierto para averiguar exactamente de dónde venían aquellos seres. Se quedó dormido, pero un ruido muy fuerte le despertó y vio a la bruja del bosque oscuro como hacía un hechizo para que salieran los fantasmas. La bruja tenía celos de la reina Esther, pues quería tener todo lo que ella poseía. Sabía que la reina y su hija sentían mucho miedo y eran muy
sensibles.
Los
fantasmas vagaban por los pasillos arrastrando las cadenas y aullando como lobos. La reina Esther, que los había oído, estaba llorando y temblando de miedo. El rey se levantó para proteger a su hija, la princesa Griselda. Pero no llegó a tiempo y un fantasma hechizado por la bruja se llevó a Griselda. Su madre lloró 3
desconsoladamente. El rey prometió a la reina que la rescataría pasara lo que pasara, pero primero tenían que averiguar dónde se encontraba la princesa. El
rey
soldados
llamó
a
los
para
que
se
preparasen
para
una
batalla contra la bruja, y buscasen y rescatasen a su hija Griselda. Una de esos jóvenes soldados estaba enamorado de la princesa y no dudó en ponerse a las órdenes del rey. El día siguiente era el día para la batalla. Todos los
soldados
estaban
preparados. Comenzaba a las 5:00 y eran las 4:30. Faltaba media hora para la batalla.
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La bruja apareció a las 4:45 y dijo que tenía poderes y que iba a destruirlos a todos. Había un hombre que tenía que tocar la campana para que comenzase la batalla. Estaban todos preparados. De pronto, vino la bruja y los soldados fueron a por ella.
Pero
cuando
se
acercaban, poco a poco, en medio de todos ellos, salió un hada. ¡Era el hada del amor! Así que consiguió parar la batalla. Sus palabras fueron: “No os peleéis ahora. El muchacho, cuyo corazón desee a la princesa, será quien se enfrente a la bruja y se case con la princesa Griselda”. El rey sabía que había un soldado que estaba enamorado de ella. Se llamaba “Ser Chals”. Era un hombre guapo y encantador, que tenía un poder mágico: todo aquello que deseaba lo conseguía. 5
El soldado tenía una espada de oro y otra de plata. Cuando comenzó la lucha, la bruja dijo: -
No me ganarás, jajajaja.
Después de una larga batalla, la bruja perdió. Ella se negaba a soltar a la princesa. Así que por la noche, Ser Chals se fue del castillo
y buscó a la princesa
por todas partes. La encontró en medio del bosque y consiguió rescatarla. Cuando la bruja se despertó fue a ver qué estaba haciendo Griselda. Sé quedó de piedra al ver que ella no estaba y se enfadó tanto que hizo que los fantasmas se vengaran. Aquella noche, volvió a hacer que salieran los fantasmas y cogieran la corona del rey y de la reina. Al día siguiente, 6
la malvada bruja las tiró al río y las poseyó. Lo hizo a vistas, para que el rey y su querida esposa, cuando se las pusiesen, tuviesen una vida horripilante y llena de catástrofes. La bruja fue a buscar a la princesa y, cuando la encontró, la convirtió en una perrita. La pobre Griselda estaba triste porque era peluda y pequeña. Ser Chals cuando vio a la perrita, la cogió con cuidado y la escondió en una cueva porque sabía que era Griselda. Él siempre iba a la cueva para alimentarla y darle agua. Un día, la bruja vio como
el
caballero
ayudaba a Griselda y, la noche siguiente, la cogió y la raptó. Ser Chals buscó por todas partes: por el bosque, por el castillo…Pero 7
estaba encerrada en el castillo de la bruja, en la celda más oscura y escondida de todas. La casa se encontraba dentro de una montaña. Estaba repleta de gusanos, arañas y cucarachas. Las paredes eran las rocas de la montaña y el suelo era de barro seco. La princesa, al entrar, se tapó los ojos con sus patas y lloró muchísimo. La bruja, cansada de oírla, la hizo callar y la encerró en una jaula. Pero
el
llanto
de
la
princesa seguía… Cada vez era más alto y a la bruja
se
insoportable.
le Así
hacía que
cogió la jaula y la encerró en la parte más alejada de la torre, donde no pudiera oírla más hasta que se le ocurriera qué hacer con ella. La encerró en una sala oscura, con espesas paredes de piedras. El techo parecía ser bastante alto por el eco que se producía con el llanto. En lo alto 8
parecía haber una obertura a modo de ventana, como un respiradero. La princesa no podía dejar de pensar en sus padres y en cómo podría deshacer el hechizo y que todo volviera a la normalidad. Los llantos resonaban por toda la sala y el eco los expulsaba al exterior. Tanto era así, que Ser Chals los oyó y corrió hacia la dirección de donde venían, y decidió ir a salvarla. El caballero empezó a buscar a Griselda y se le ocurrió una idea. En su casa tenía una bola mágica que
le
indicaría
dónde
estaba la princesa. Como la bruja estaba dormida, Ser Chals
aprovechó
rescatarla
pero,
para por
desgracia, tropezó con una piedra y perdió a la princesa Griselda. Empezó a buscarla y no la encontró.
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Se dirigió al castillo del rey y la reina y les contó todo
lo
pasado.
que
había
Se quedaron
pensando qué podían hacer... Pensaron y pensaron, y se les ocurrió rodear todo el castillo de la bruja. Cuando ella estuviese despistada, vigilarían al dragón de guardia. Ser Chals tenía que ir a rescatar a la princesa para convencer al rey de ser el novio de su hija. El primer paso era conseguir matar al dragón, que era uno de esos hechizos que hacía la bruja. La bruja dijo: -
Reto a ser Chals. Si gana él, le quito la maldición a
Griselda y la dejo libre y, si gana el dragón, Griselda es nuestra cena.
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Comenzaron a luchar. El dragón le lanzó fuego pero Ser Chals se lo esquivó. Éste le atacó fuertemente hasta que consiguió derrotarlo. La bruja se quería escapar pero Ser Chals la agarró fuertemente y se lo impidió, hasta que consiguió que le quitase la maldición a la princesa.
Griselda salió del castillo corriendo y encontró a sus padres, el rey y la reina. En aquel momento, las puertas del castillo se cerraron y Ser Chals se quedó dentro encerrado. La princesa abrazó a sus padres y lloraba porque tenía miedo que le pasara algo a Ser Chals. El caballero estaba contento porque la princesa estaba libre pero no le gustaba sentirse encerrado en 11
el castillo de la bruja. Ser Chals, como era tan valiente, pudo salir gracias a la fuerte espada que llevaba.
Cuando salió, Ser Chals se acercó a la princesa y se abrazaron. Ella le dijo: -
Me alegro de verte.
-
Yo también - contestó felizmente a la princesa.
Entonces, Ser Chals, después de quedar en libertad, habló mucho con la princesa y se dieron cuenta que se querían mucho. El caballero le pidió a la princesa si quería ser su novia, y ella respondió: -
Sí, quiero. Hace mucho tiempo que quería
decírtelo pero no me atrevía a hacerlo.
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La princesa se fue corriendo al castillo para decĂrselo a sus padres. El rey y la reina se pusieron muy contentos. Al cabo de unos meses, el rey Arturo y la reina Ester, como se dieron cuenta que aquel romance iba a funcionar, le dijeron a la princesa que pidiese a Ser Chals que se casase con ella. Un dĂa de primavera, en un prado lleno de flores, Ser Chals y la princesa Griselda se casaron y fueron felices para siempre. El rey Arturo y la reina Esther dejaron a los dos prĂncipes enamorados que fuesen los nuevos reyes del castillo.
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Els / les alumnes de 5è A Juny de 2013
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