Orla, literatura y libros 0

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Orla

Literatura & libros Esta revista nace con el propósito de publicar poesía y gráfica relacionada con el arte editorial, para que la gente lea y disfrute. No pretende ser el mejor medio de difusión, divulgación, crítica ni vanguardia. Tampoco necesita de motes como subterráneo, alternativo, contracultural. El fin ulterior de lo aquí publicado queda en la interpretación de quien lo lea. Publicaremos a autores de diversos lugares, muertos o vivos, jóvenes o viejos, y en diferentes idiomas. El criterio es que haya una propuesta lírica personal.

Las secciones de la revista son Poesía, donde se pretende establecer un diálogo con propuestas de diferentes épocas y estilos. En Aforismo~greguería~periquete se buscarán buenos representantes de estos géneros tan especiales. Libros a mano incluirá el trabajo de editores artesanales. Reseña de viejo será el espacio para hablar de libros con libertad, sin pretender la promoción con fines comerciales. La Narrativa estará compuesta por cuentos, fragmentos de novela u otros. En Esquelas se referirán fallecimientos recientes.


En portada Ornamento tomado de A masterpiece born of a secret. Francia, Tolmer, s/f

Director Daniel Zetina Editores Kenia Cano Fatna Lazcano Claudia Sánchez Roberto Domínguez Dafhné Jiménez Rahal

Diseño Agencia de Corrección de Estilo

Tipografía Título | Affair Créditos | Wild Wood SF Cabezas y texto | Minion Pro e d itor i a l a @ y a ho o. c om Revista trimestral. Editada en Cuernavaca, Morelos, México. Publica literatura y gráfica editorial. No recibe colaboraciones. Los derechos son de los autores.

Impresión Solar Servicios Editoriales Ciudad de México Tiraje Primera impresión 200 ejemplares Aparece en Cuernavaca Toluca Ciudad de México

En contraportada Florón tomado de Cardenal Mercier. Lógica. Madrid, Espasa-Calpe, 1942


orla (Del lat. *orŭla, dim. de ora, borde). Orilla de paños, telas, vestidos u otras cosas, con algún adorno que la distingue. Adorno que se dibuja, pinta, graba o imprime en las orillas de una hoja de papel, vitela o pergamino, en torno de lo escrito o impreso, o rodeando un retrato, viñeta, cifra, etc.

~DRAE


Emblema mundial de las artes grรกficas


JUAN GELMAN

aíseoP ~

(1930)

El poema Veo un poema que no sé qué dice. Para escucharlo tendría que borrar la voz de mis contemporáneos, el pasado, la voz del tiempo en general, mi propia voz. El poema nada en un vientre y brilla. No sabrá quién es hasta que alguien le tire anzuelos para arrastrarlo hasta aquí, donde seguramente morirá a la intemperie de las bestias. Me gustaría entender la grandeza de las bestias para entender mi bestia. La realidad hace gemir al espíritu con jadeos de animal. Qué gracia fue ganada en su respiración. Ninguna que no fuera perdida en lo que nadie alcanza. Multitudes del orden pagan lo que no se dijo. Qué historia. Debajo de lo suave crepita la sospecha. En estas manos.

Sombra de vuelta y de ida, México, Taller Ditoria, segunda versión editorial, 2005


EDUARDO JONQUIÈRES (1918-2000)

Poema de amor

Rien n’est passé, la vie a des feuilles nouvelles Paul Eluard

Qué muros me levantan de nube tu voz, tu luz, tus ademanes. Nuestras dos desmesuras juntas en un cielo enceguecido, el mar imposible que recoge las olas altas y las suma a su vacío. (El mar tranquilo, abandonado, con la procesión que va por dentro.) Tu mano sobre mí como agua de verano: hay quienes corren más azules que el cielo, más ligeros que la fiebre, sostienen las llaves diminutas en sus ojos con que abrir las cosas de la tierra. Pero callas, pero hablas: es lo mismo. No señales esa hora, no me nombres el minuto. Déjame la vida entera entre estos muros, estas nubes, estas prisas que tenemos por vivirla, estos ojos de ver que callan lo que han visto. Pruebas al canto, Buenos Aires, Troquel, 1955


DULCE MARÍA LOYNAZ (1902-1997)

Deseo Que la vida no vaya más allá de tus brazos. Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos, que tus brazos me ciñan entera y temblorosa sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra... Que me sean tus brazos horizonte y camino, camino breve y único horizonte de carne: que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...

Poesía completa, Madrid, Editorial Letras Cubanas, 1993


ANTONIO PLAZA (1833-1882)

Yo Soneto Me hizo nacer la suerte maldecida, de sombra y luz conjunto inexplicable; que oculta en mi corteza despreciable arde un alma grandiosa y descreída. Llevo en mi frente, do la audacia anida, un mundo de ilusiones impalpable; soy, en fin, un misterio impenetrable, que me agito en el suelo de la vida. Por el cielo a sufrir predestinado, me llena el mundo de ponzoña y duelo; mas yo siempre orgulloso y resignado contra mi propia pena me rebelo, y, en cada golpe, al mundo malhadado doy mi desprecio, y mi perdón al cielo. Las mejores poesías de Antonio Plaza, México, Editorial Época, 1998


DENISSE BUENDÍA (1979)

Soy mujer de planta, en los corazones viejos. Soy sumisa alacrana que finge demencia. Soy de las que besan gusanos para regresar a la tierra. Soy de las que cantan, mientras alguien ocupa mis labios. Soy húmeda y me tiendo. Soy coleccionista de huesos, soy de llanto insoportable, soy recién nacida con los nombres nuevos. Soy la otra costilla, y me encanta ser ojo de los tuertos. Soy de las que matan, y lo olvidan. Soy, aun cuando te mueras, tu mejor pesadilla. Días animales, México, Universidad de Guanajuato, 2007


NATALIA TOLEDO (1968)

Un hombre me envolvió como trompo me arrojó sobre la tierra y me dejó bailando sola: sin reata.

Guie’yaase’. Olivo negro, México, Conaculta, 2005

Ornamento tipográfico tomado de Respuesta al papel periódico núm. 10 intitulado Observaciones sobre la física por D. Joseph Alzate dada por D. Joseph Rafael Larrañaga, México, Imprenta Madrileña de los Herederos del Lic. D. Joseph de Jauregui, 1787


AFHIT HERNÁNDEZ (1980)

La calle asciende como un otero. La gente pasó ignorante de mí, en contra mía, a mi costado. En el empedrado amarillo se derrumbaba mi sombra y se tostaba. Bajo el asfalto sabía que me esperaba un palpitar, el chorro inmenso de esta vida. La tierra que me forma y me deshace. Un residuo de carne disuelto en los resquicios del abismo. Llegué al templo y crucé su puerta. Allí las bugambilias, como flechas,


apuntaban hacia el horizonte. Sus hojas moradas protegían a las flores verdaderas como a un hijo. Como un dios a su favorito. El agua de la fuente calmó mi herida. Pero, ¿cuál herida? ¿Y qué la causa? Sólo sé que estuve cruzando el atrio, tantas veces traspasado, donde di la espalda al hombre que cuelga del madero. Columna granitada que se puebla de palomas, el pensamiento reflejó un pasaje olvidado de mi centro. Y caí en tu regazo, que forma un lecho de repente.


IBÁN DE LEÓN (1980)

Las mañanas, el golpe de los gallos y aquel cielo, donde el luto rasgaba la espesura, me dolían como duelen los muertos que se llevan consigo la sombra de sus padres; aquel cielo, por si esto no bastara, demolía las horas al frente de la casa. Nos quedábamos tanto, recluidos del aire, de los mundos dispersos que nacen en los patios, observando las grietas correr sobre la tierra, observando el temblor de los espejos, observando el camino cerrado de las alcantarillas. No éramos rehenes o lo éramos tan sólo en las lumbreras del verano. El inicio del día se abría para siempre en mitad de la lluvia.


JAVIER SICILIA (1956)

La Serenísima Aquí faltaba algo, Iosíf Brodsky: no el laberinto estrecho de sus calles ni los vientres encinta de San Marcos desnudos contra el cielo en el inmóvil cabalgar de los caballos; no los erguidos dedos de San Michele donde duermes el sueño de los sueños; no el bronce en el tañido, las venas de los lagos y el rumor de tus ojos que buscaban el transparente aire de la tarde; Punta della Dogana no faltaba, no el chasquido de las navegaciones bajo el lento secreto de las aguas, los puentes y los muelles, la Madona dell’Orto, San Rocco y sus entrañas, nada faltaba allí junto al tumulto absorto que miraba una postal magnífica, sino el silencio exacto de María que resguardan sus muros y hace posible el templo en el que andamos como una flor intacta del silencio que sólo miran los muertos y los incurables.


Viñeta tomada de la página legal de Carlos Isla, Cuentos chinos, México, Editorial Latitudes, 1979


MANUEL JOSÉ OTHÓN (1858-1906)

Remember Señor, ¿para qué hiciste la memoria, la más tremenda de las obras tuyas?... Mátala por piedad, aunque destruyas ¡el pasado y la historia!... Poesía completa, México, Gobierno de San Luis Potosí, 1992

Ornamento tipográfico tomado de Philipp Luidl, Tipografía básica, Valencia, Campgrafic, 2005


KENIA CANO (1972)

127 (above, right) A lady watching her dog drink wine from a bowl (above) bóveda celeste estrellas en mi ropa interior vacío mi interior como una bóveda oscura en la que duermo y me recuesto la sábana un cielo cálido sobre nosotros translúcida para leer las horas del día como todas las niñas hacía casas con mis sábanas amarraba la tela hacia las cuatro esquinas de la cama esta vez nadie nos descubriría ni siquiera los pájaros un vencejo murió en la ventana sólo que no quisimos verlo los vencejos tienen las alas más cortas que las golondrinas y según el diccionario se trata de un pájaro común (right) nos dimos lo justo abriste mis labios con tu índice trazaste colinas blancas nieve en mis ojos pero este cuadro es cálido el cielo crece a mi derecha ramas de una madre bondadosa me cubren


una línea escrita dice en una lengua muerta lo que nos toca vivir no me da miedo verte en gozo (right) lo justo vertido en un tazón con un árbol dormidos bajo el árbol bebidos en el árbol enredados entre las ramas vertidos como una lluvia necesaria sobre un árbol sencillo solamente árbol (watching her dog) odio los perros pequeños blancos encorvados con cuerpo de gato sólo me interesa tu ojo negro como lo que me gusta de mí cuando no me tengo tengo las piernas apretadas un arroyo de leche para bañarte uno de mis pies acaricia al otro

una tela suave plegada cae

(her dog) tengo la imagen de un caballo erecto en la frente pero se está borrando y tú eres solamente un perro (a lady watching)


una viendo en medio de un mundo seco sé donde hacer con mis ojos agua mete su lengua descuidada irrumpe la quietud como cuando me miras sin miedo (a bowl) siempre un tazón grande y uno pequeño ¿De cuál beberá el animal? uno más oscuro que le otro no se puede beber la claridad en un recipiente un árbol sin culpa en otro un templo para aceptar al árbol a veces soy el perro sediento otras el líquido dentro del árbol hoy el listón negro en las bragas una hoja seca y presente la cola del perro agachada sin gracia el sexo que incomoda el injusto el gozoso dueño de sí mismo un jarrón que no habla del cielo y sí de las buenas costumbres nunca la rosa semiabierta el capullo limpio sí el fondo ocre pálido para que te tiendas la tierra en la que caen las hojas que no dice el poema el mensaje de un dios que perdona escrito en raíces que no veo la blanca laguna que rodea el ombligo desde el que no pasa nada la ojiva doble que me sugiere la armonía entre la trinidad mis dos ojos rasgados y el hueco rasgado en que me tienes estoy dispuesta a perderlo todo ya el mundo me dejó tenderme sobre ti un rato


Ex libris de Miguel GarcĂ­a, tomado del libro AndrĂŠ Malraux, Los conquistadores, Buenos Aires, Losada, 1938


CARLOS ISLA (1945-1986)

Morralla El sueño es el viaje del sedentario * La nieve es la sábana que vuelve al paisaje fantasma * La cebra es el burro que dejó la escuela para irse de pinta * Con Eva, Dios se rió a costillas de Adán * Cuando lloramos de alegría se hace un arco iris en los ojos * Las aves de rapiña llevan su guadaña en el pico * Bala una oveja y sale disparado el rebaño *

omsirofA ~ aíreugeurG ~ eteuqireP ~


El misógino agudo evita los espejos para no toparse con las niñas de sus ojos. El misógino crónico acaba degollando a sus muñecas * Las palomas son ya la fachada del templo * Todo es absolutamente irreal, con excepción de amor, y el amor es la experiencia de la muerte Cuentos chinos, México, Editorial Latitudes, 1979

ISIDRO DELGADO (1971)

Gracias a esta guitarra, dejé de ser hormiga para ser cigarra.


ARDURO SUAVES (1947)

Periquetes Te quiero más que a misóginos * Arte coctelporáneo * Contextos gratuitos * Poesía no eres tú, pero sigues publicando * Mester de envidiaría * Ganó los juegos frutales * El poeta está trilce, ¿qué tendrá césar vallejo? *


El epígrafe siempre es lo mejor, porque no es nuestro * ¿Volverán las oscuras ediciones?

Florón tomado de A masterpiece born of a secret, Francia, Tolmer, s/f

ANÓNIMO HÚNGARO

¿Hay vida antes de la muerte?


onam a sorbiL ~

DANIEL ZETINA

Taller de Leñateros Editar libros es noble, pero hacerlos a mano es bello. Sobre todo cuando el resultado supera las expectativas del producto común. Un libro fabricado con destrezas manuales nos habla de un oficio milenario, nos conecta con quienes hace siglos dejaron plasmada la escritura cuneiforme en tablillas, con los fabricantes de papiro, con los monasterios medievales. Un libro de este tipo conlleva un ritual: los materiales, la impresión, el color, la encuadernación van por un derrotero muy diferente al libro hecho en serie. Se trata de una producción que detiene el tiempo, que escarba hacia el pasado, que vincula al lector con la tierra, la flora, incluso con el sudor de las personas que lo elaboraron. Hay algo romántico en ellos: son casi individuos editoriales y no simples ejemplares.

Publicidad Tinta negra sobre papel craft. Incluye texto en español, inglés, francés e italiano

Gráfica de Leñateros


El Taller de Leñateros fue fundado en 1975 por la poeta Ámbar Past. Desde el principio se propuso ser un sello experimental, en el que participan la creadora, así como indígenas mayas tsotsiles e invitados. Su trabajo les ha permitido consolidar no sólo una pequeña editorial independiente, sino una microempresa generosa y solvente. Cada libro y revista elaborados representan un proyecto particular, donde siempre se puede ver su estilo artesanal y humano. Admiro la obra de gente que como ellos se han entregado no sólo a la poesía de la forma sino a la administración de su riqueza cultural. Producen el papel –a veces se trata de cortezas–, trabajan los pigmentos, cortan, pegan, cosen y detallan el libro según su particular forma de ver las cosas. Son editores ancestrales, con oficio y escrúpulos, pero también actuales y originales como el que más, pues volviendo al origen ofrecen al mundo productos que podríamos llamar, también, ecológicos, locales, amables. ¡Larga vida a los editores artesanales! El Taller de Leñateros se encuentra en calle Flavio A. Paniagua 54, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. También tienen página web, y su arte se vende en ferias de libros como las de Guadalajara y Minería, entre otras.

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Dedicatorias Edición sobre papel craft plegado, con guardas de papel artesanal y tapas de corteza; amarrado con fibra natural; rematado con sello


Hollywood introspectivo

Jeanne Karen Hernández, Hollywood, 2a edición, México, Editorial Ponciano Arriaga, 2008, 70 pp

El conjunto de poemas sumergidos en Hollywood (Premio Nacional de Poesía José Manuel Othón 2006) de la poeta Jeanne Karen Hernández (San Luis Potosí, 1975) se disuelven en los lugares donde habitan las propias ciudades y el oleaje de las emociones de un yo poético que por ser tan introspectivo desboca en el desconcierto universal. Reunión de paisajes inéditos, versos melodiosos donde la capacidad de la poeta para crear imágenes seduce: “El sentido es esa soga ceñida / que nos lleva a través del tiempo: espacio / entre espejos que se buscan”. La poeta concilia la reflexión y el ritmo en un aluvión donde los versos no son artificios verbales, ni un desplome de imágenes perdidas carentes de semántica, son unidades sólidas y eufónicas cargadas de significado. Fusión de lo citadino con lo labriego donde cada poema emulsiona con el amor del amante y así se transfiguran en pulsos que muerden acompasadamente el gotear de la vida. Jeanne Karen se desnuda desde los aljibes de su horizonte y hasta las alcantarillas de su piel. Dueña de un lenguaje que parlamenta la reflexión con la emoción; cantora que ya se proyecta un registro homogéneo en el corpus de su discurso poético.

ojeiv ed añeseR ~

El lector reconocerá sus fibras emotivas en los lindes de la memoria de su recuerdo. Lugares bruñidos de madrugadas donde la fragilidad es un miedo domesticado, acantilados que husmean sus propios minerales mientras son devorados por la boca de su amante. En Hollywood, sexto poemario de Jeanne Karen Hernández se consolida un nuevo itinerario de la poesía joven mexicana de la generación de los setenta y desde su templada voz que repta hacia la utopía, Jeanne se forja un lugar en la historia de la literatura potosina, que seguro ya hace un espacio de luz en el corazón del abismo en el que la multitud a veces, pesa más que los desiertos de nostalgia… Alejandro Campos Oliver


Onetti: La vida breve

Juan Carlos Onetti, La vida breve, 6a edición, España, Sudamericana, 1999, 318 pp

El calor estival de Santa María es húmedo. Hace que el alma de los hombres se quede impregnada en sus camisas, como el recuerdo de saberse vivos. Desde el ventanal de una de las habitaciones del hotel frente a la plaza, donde también se alcanzan a mirar los guiños del río que escinde el pueblo, Juan Carlos Onetti mira su máquina de escribir. Es una vieja IBM, tan vieja como el dolor de la historia que está ayudando a narrar. El escritor uruguayo avanza quedamente hasta su asiento, se reconcilia con la literatura, toma una hoja en blanco, la incrusta entre las barras de metal que hacen las veces de sujetador y deja caer sus dedos en el teclado. Un intenso fluir de pequeños golpeteos permite la aparición de algunas cuantas frases en el papel; ideas inconexas que le darán –lo sabe– el andamiaje necesario para iniciar la novela. Onetti se ha propuesto escribir una obra insoportable para el lector de tan reveladora, tierna de tan oscura, ágil de tan minuciosa. Ninguna palabra sobrará. No importa cuántas cuartillas escriba o deje de escribir, ninguna palabra debe de sobrar. Es necesario que todo sea, si no perfecto, idóneo, sutil, musitado, así como el juego de la vida, así como el último baile con la muerte.

“La vida breve” es el título para su nuevo texto que le acribilla el pensamiento desde hace días. Por las madrugadas, tapizadas de humo de cigarrillos y vaho de whisky, padece una intranquilidad sorda, pero se niega a sentarse frente a la máquina. Al igual que una coreografía ensayada en cientos de ocasiones, se dirige hacia el ventanal y pretende hacerse testigo del mundo, a través de unos ojos tan diáfanos como inquisidores. Desde ahí dibuja el rostro de la mujer que pretende asir en sus palabras. Tal vez rubia, tal vez un poco vulgar, tal vez será una mezcla entre la primera prostituta que conoció aún en Montevideo y la vecina del piso de arriba que, en Buenos Aires, lo hacía soñar con sus piernas. Otro cigarrillo en sus manos lo hace partícipe de la eternidad de la noche y siente cómo sus comisuras se dejan seducir por una sonrisa nacida desde algún lugar ignoto de su corazón. Qué tan lejos se encuentra Onetti de conocer el futuro del reconocido escritor nacido el 1 de julio de 1909, en Uruguay. Ignora que a principios del siglo XXI será considerado uno de los más grandes de las letras hispanoamericanas, al cumplirse 100 años de su nacimiento. Habrá recibido el Premio Cervantes de Literatura, entre otros reconocimientos, y su obra será reeditada alrededor del mundo. Cientos de críticos literarios sabrán buscar los tesoros en sus textos y no faltará quien se atreva a señalar aspectos más bien inocuos de sus novelas.


Pero todos, absolutamente todos, aduladores y lenguas de fuego, quedarán absortos ante una literatura que desborda honestidad, ese elemento tan carente en nuestros días, donde las grandes editoriales tan sólo se dedican a desperdiciar papel. Juan Carlos Onetti, frente a la hoja en blanco, recuerda sus noches, sus días, el intenso placer de observar a Santa María tras de la ventana, esperando que él mismo le dé vida. Sabe que está listo. Suelta una última bocanada y reproduce la misma sonrisa de satisfacción tras el cigarrillo. Sin huella de misericordia, inicia la escritura de la que será su obra maestra. Sabe de antemano las palabras, como solamente los genios pueden degustar el silencio: “–Mundo loco –dijo una vez más la mujer, como remedando, como si lo tradujese”. Salvador García

Marca de fuego. Convento de San Bernardino. Taxco, Guerrero. Siglos XVI-XVII

El mundo enclaustrado

José Revueltas, El apando, México, Ediciones Era, 1978, 56 pp

En El apando, las letras de José Revueltas son corrosivas para el lector; queman los ojos al despegarse de las hojas del libro para establecer una relación enfermiza de nuestra realidad y las vivencias del autor mexicano durante su encarcelamiento en El palacio negro de Lecumberri. La obra de Revueltas es una fractura en la literatura hispanoamericana por su forma inimitable de narrar la desgracia del hombre. En El apando la anécdota es acerca de lo cotidiano: cualquier día, cualquier preso de una cárcel: drogas, agresiones, sexo, corrupción. Revueltas es violento con el lenguaje, lo eleva, lo corrompe, crea un dialogo elocuente, y sin embargo, es una construcción literaria que nos acerca a una realidad de la cual tememos aceptar: el encarcelamiento físico no es más peligroso que las paredes que crean la mente y el espíritu devastado por la miseria existencial. Las palabras en la trama van formando un ente vivo, una narración que transgrede, que desgarra el alma. Cada uno de los personajes que cae en el apando: celda solitaria y asquerosa para los mal portados de la prisión, va encontrando en su mente una obsesión particular. Ese enclaustramiento mental se vuelve peligroso para el ser humano: autodestructivo, perverso. Lo grotesco se cuela


por la narración de Revueltas, revolucionario, autor irrepetible, luchador incansable de las letras con las cuales se comprometió en cada uno de sus escritos. El encierro: todos están inmersos en él, no sólo los presos, también los celadores. Incluso, Revueltas insinúa que ellos son los que sufren más esta condición. Los protagonistas, agresivos, son sumergidos en las penurias de la vida: la adicción, la obsesión sexual, el desgarre inconciente del vientre materno “es como si no hubiera terminado de parirte” le dice su madre al “Carajo”, el personaje más ruin de la historia. La oscuridad de la novela radica en la conversión metafórica de nuestro mundo en esa prisión. Revueltas dice: “Porque la cárcel no es sino un compendio, una condensación de las sociedades. Las rejas para mí, las rejas de El apando, son las rejas de la ciudad, y las rejas del país y las rejas del mundo. La cárcel no es más que un reflejo condensado de la sociedad.” (Gustavo Sáinz, et al. La última entrevista con José Revueltas, p. 10.). La lucha para sobrevivir, el horror, la sangre, la crudeza de la narración, la inevitable relación entre el placer y el dolor, la decadencia de nuestro ser, son elementos continuos en su literatura, pero más allá de eso, José Revueltas plasmó uno de tantos espejos que existen del alma humana. Revueltas escribió una realidad terrible de manera sublime. Nadie escribe ahora como él, nadie. Davo Valdés de la Campa

Florón tomado de Cardenal Mercier, Lógica, Madrid, Espasa-Calpe, 1942


SOFÍA KOWALEWSKAIA

avitarraN ~

(1850-1891)

Papel pintado Cuando nos fuimos a vivir al campo, hubo que arreglar toda la casa y empapelar las paredes de todas las habitaciones. A causa del gran número de cuartos, el papel pintado no alcanzó para el cuarto de los niños; pedir papel pintado a San Petersburgo hubiese causado muchas molestias y realmente no valía la pena encargarlo para una única habitación. Por lo tanto, se esperó a una ocasión oportuna, y la habitación estuvo empapelada durante muchos años con papeles antiguos. Por fortuna se habían utilizado para este empapelado provisional precisamente las conferencias litografiadas de Ostrogradski sobre cálculo diferencial y cálculo integral, las cuales había comprado mi padre en su juventud. Estos pliegos con fórmulas incomprensibles reclamaron pronto mi atención. Me acuerdo cómo de niña me quedaban parada horas enteras delante de esta pared enigmática y me esforzaba por descifrar al menos frases sueltas y descubrir el orden consecutivo que debían seguir los pliegos. Del largo contemplar cotidiano se me quedó grabada en la memoria la imagen externa de muchas fórmulas, incluso el texto dejó una huella profunda en mi memoria, aunque yo no entendiera al leerlo.

Fragmento, penúlitmo párrafo del libro Memorias de juventud, traducción de Annette Chereck y Arturo Parada, España, Herder, 1997, p. 75. El título es de Orla


LORENA AGUILAR (1983)

El beso Y la muerte no tendrá dominio. Aunque las gaviotas no griten más en su oído ni las olas estallen ruidosas en las costas; aunque no broten flores donde antes brotaron ni levanten ya más la cabeza al golpe de la lluvia; aunque estén locos y muertos como clavos, las cabezas de los cadáveres martillearan margaritas; se romperán al sol hasta que el sol se rompa, y la muerte no tendrá dominio. ~Dylan Thomas

Cuando el halo de fuego se ahogó entre las aguas dejando una estela de sangre en el horizonte, el pueblo de Tal salió de cacería. Cada hombre con su antorcha, machete, pala o tridente se amontonaba en la fila, dispuesto a vengar el ultraje que se tendió como niebla sobre las casas que duermen arrulladas por olas. El párroco iba al frente, marchando como a pulso de tambores sin más arma que una Biblia; murmuraba el pasaje sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra, mientras la plebe bufaba entre sudores fríos. Apenas la moneda plateada se abrió paso entre las nubes con su rostro de virgen y máscara de loca, los furores se acrecentaron al impacto de una puerta. La madera hecha astillas cedió paso al crucifijo y el machete que arrancaron de su lecho a un hombre desnudo. ¿Quién sería el incauto que intentara enseñar algo a la gente de Tal?, ¿quién tan soberbio de evidenciar su ignorancia?, ¿quién pudiera robar besos a la sombra y dormir con el espíritu en calma? Para la comunidad estaba claro: sólo el mismísimo demonio.


Los hombres lo tocaron (pero no del modo en que lo haría su amante), todos lo tocaron sin los dedos sensibles. Lo tocaron con los puños, con la uñas y los hierros. Le extirparon los miembros y las entrañas, le desgarraron el corazón, pero no pudieron desgarrar sus devociones; le arrancaron la cabeza, pero no pudieron arrancar sus pensamientos. Alguno se ocupó de poner los restos en un cesto y la tierra se bebió la sangre por cubrir el rastro. Reanudaron la marcha con los zapatos lodosos y las manos mojadas. Reconocieron su destino cuando el gusto se les llenó de azúcar y envolvió su olfato el aroma de pan recién horneado. Él estaba de espaldas al mostrador cuando la turba se abalanzó dentro de la tienda, como lo hiciera cada domingo por la noche con el fin de alcanzar los últimos panquecillos para la merienda. –Ya estoy cerrando –dijo mientras apagaba el fogón, y le tomó unos segundos notar que no era miel, sino un dejo amargo lo que buscaban esa noche. Todo hombre lo penetró sin hombría, lo tomaron con espátulas y cuchillos hasta saciar sus ansias, le cortaron la cabeza y la pusieron con la de su amante para izarlas sobre una pica al centro de la plaza. Cuando el primer gallo entonó su réquiem, aún brillaban las estrellas lacrimosas, sin embargo, todo el pueblo se reunió en la plaza para atestiguar el final de los depravados. Un joven se dispuso a clavar la primera cabeza, pero cuando la sacó del cesto sintió asco: estaba asida a la otra por los labios. La gente miró desconcertada. Otro hombre se ofreció a separarlas, pero por más que jalaba no lograba desunirlas… Eran Salomé y Jokanaan uno y otro, presos del beso necrófilo, exquisito. Varios intentos fracasaron y al dies irae del segundo gallo, un aura cálida invadió el ambiente oprimiendo los pechos, evidenciando el crimen. De entre la multitud surgió una voz quebradiza: –Paren el forcejeo, por piedad, ¡deténganse! –Y la muchedumbre confundida pareció estar de acuerdo. El pueblo de Tal concedió esta última complicidad a dos cabezas, este breve deleite póstumo, y las arrojaron a la primera luz donde la marea es alta, para que la sal limpiara su conciencia.


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saleuqsE ~ Los escritores fallecen, en ocasiones su palabra permanece. En nuestra época la muerte ha perdido dignidad, es cierto, pero hay quienes sin duda la merecen, la alcanzan con decoro, incluso con algo de gloria, por su entrega, su pasión, su oficio. Aquí enlistamos algunos que expiraron en 2009.

ERNESTO DE LA TORRE VILLAR bibliófilo, historiador (México 1917~2009)

MARIO BENEDETTI poeta, dramaturgo, narrador (Uruguay 1920~2009)

MANUEL CALVILLO poeta (México 1918~2009)

CORÍN TELLADO narradora sentimental (España 1927~2009)

ALEJANDRO ROSSI narrador, ensayista (Italia~México 1932~2009)

MARCO ANTONIO MONTES DE OCA poeta (México 1933~2009)



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