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Foro latinoamericano de minificción

Luis Bernardo Pérez • Ethel Krauze • Gloria A. Ramírez Luis Felipe Lomelí • Rob Ali • Mónica Puyhol • Isabel Gamma Juan Pablo Picazo • Emi Casas • Víctor Marcos Hernández José Manuel Ortiz Soto • Adán Echeverría • Gabriela Zavaleta Mónica Gameros • Andrés Galindo • Lucero García Flores Estela Calápiz • Karina Castillo• Érick Salgado • Dan Rosero


Elide GutiĂŠrrez Imagen de portada


La minificción es la narrativa literaria de extensión mínima, que generalmente no rebasa el espacio de una página impresa. Este género de la escritura, por su extremada brevedad, suele ser marcadamente experimental y lúdico. Lauro Zavala Paseos por el cuento mexicano contemporáneo (p. 131)


DIRECTORIO NANO. Foro latinoamericano de minificción Daniel Zetina director y diseño Víctor Marcos Hernández redacción Elizabeth Palacios especiales Elide Gutiérrez gráfica Rocato ferias Consejo de honor Ethel Krauze, Lauro Zavala, Rafael Fernández, Armando Alanís Consejo de colaboradores Paola Tinoco, José Manuel Ortiz Soto, Mónica Gameros (CDMX), Luis Felipe Lomelí (Colima), Isabel Gamma (Querétaro), Amaury Colmenares, Rocato (Cuernavaca), Karina Castillo (Mazatlán), Adán Echeverría (Ensenada), Daniel Zetina Guzmán, Eduardo Oyervides (Jiutepec), Gaba Zavaleta (Iguala), Efrén Bermúdez (San Cristóbal de las Casas), Joyce S. Aguilar (Taxco), Rogelio Carrillo (Cuautla), Fernando Sánchez Clelo (Puebla), Estela Calápiz (San Francisco)

Nano es una revista bimestral, que publica textos relacionados con la minificción. En breve cumplirá con sus registros. Editor responsable Daniel Zetina. Se edita en Querétaro, Querétaro, México. Este primer número es solo de lectura gratuita en internet. Por el momento no paga colaboraciones, ni cuenta con suscriptores, pero sí vende espacios publicitarios. Cada autor es responsable de la originalidad de sus textos, Nano ni sus editores ni consejeros son responsables de cotejar textos ni comprobar plagios ni identidades. Nano no pretende hacer famosos a los escritores. Dirección edicioneszetina@yahoo.com. Whatsapp 4422812342. Recibimos colaboraciones y en su caso las corregimos.


NANO

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Foro latinoamericano de minificciรณn



CONTENIDO Autores 8 Editorial 11 Secciones 12 Homenaje 13 Ensayo breve 15 Entrevista 25 ReseĂąa 29 Minificciones 41 Medios afines 91

Nano no usa acentos en pronombres demostrativos ni en solo.


Daniel Zetina 11, 37 Víctor Marcos Hernández 15 Roberto Ali 25 Gloria A. Ramírez 29 Rocato 33 Karina Castillo 41 Ethel Krauze 42 Máximo Cerdio 43 Luis Felipe Lomelí 43 Emi Casas 43 Tatiana Mendoza 44 Isabel Gamma 45 J.M. Lecumberri 46 Héctor Luna 48 Hilario Martínez Arredondo 49 Richard Agassi 50 Marja Lugo 51 Gilberto Lugo 51 Fabiola Morales Gasca 52 Perré Rabiosé 53 Luis Bernardo Pérez 54 Juan Pablo Picazo 55 Jan Olvera 56 Mónica Puyhol 57 Dan Rosero 58 Raul Arrazola 59 Adán Echeverría 60 Miriam Adame 62 Gabriela Zavaleta 63

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AUTORES por orden de aparición Efrén Camposeco 64 Stephanie Barahona 64 Brenda I. Ortiz 65 Aleqs Garrigóz 66 Érick Salgado 67 Estela Calápiz 69 Andrés Galindo 70 José Manuel Ortiz Soto 71 Andy Bretón 72 Élide Gutiérrez 73 Daniel Zetina Guzmán 75 Irma Mejía 76 Josué Ousborne 77 Noé Vázquez 78 Aída Valdepeña 80 Mónica Gameros 81 Danae De Negri 82 Alejandro Aparicio Morales 83 María Dolores Bolívar 84 Pablo MendozA 85 Lucero García Flores 86 Paolo García 87 Yobany García Medina 87 Héctor Sánchez 88 José Miguel Félix Osuna 89

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Ediciones Zetina


EDITORIAL Nano es un espacio de diálogo, arte, intercambio, búsqueda, literatura, minificción. De las definiciones posibles para la narrativa mínima elegimos esta, de forma arbitraria, con la intención de unificar criterios, pero cada quien puede llamarla como desee. Publicaremos principalmente narrativa que cumpla con la calidad y los elementos propios del género. Para ampliar el debate incluiremos también textos académicos y periodísticos. No publicaremos poesía. A cada texto le tocará una edición-corrección, cotejada, en beneficio del lector. El único dato que publicaremos además del nombre del autor será su ciudad de residencia. Los subgéneros que contemplamos son periquete, aforinema, paragrama, palíndromo, greguería, entre otros. La lista se ampliará con la evolución natural de la revista. Escribir es, como dijera el maestro Augusto Monterroso, casi una manía, pero también es un oficio, un vicio. Eso mismo es este Foro Latinoamericano, donde serán bienvenidas voces de lo más diverso en idiomas, orígenes y estilos. Reconocemos que literatura no hay una, sino un universo entero. El Consejo de Honor representa los valores en el género y aporta talento y experiencia a Nano, ellos son Ethel Krauze, Lauro Zavala, Rafael Fernández y Armando Alanís. Lo mismo que el Consejo de Colaboradores, que está integrado por escritores de diferencias ciudades, que publican y proponen textos de otros autores; por el momento solo hay de México y Estados Unidos, pero pronto ampliaremos la red. 11


El equipo más cercano está conformado por el escritor de breverías Víctor Marcos Hernández, la periodista Elizabeth Palacios, la artista Elide Gutiérrez, el multifacético Rocato y un servidor, cada quien trabajando desde su trinchera. Nano es un producto de Ediciones Zetina y será bimestral, este número cero solo es para lectura gratuita en línea y a partir del siguiente número será impresa. Bienvenidos. Daniel Zetina Querétaro, México 17 de julio de 2016

SECCIONES Se reciben colaboraciones Homenaje (hasta 300 palabras) Ensayo breve (hasta 750) Entrevista (750) Reseña (750) Minificciones (300) Medios afines (300) 12


HOMENAJE Edición dedicada a la memoria del maestro Arduro Suaves (Guadalajara 1944-2009). Arduro Suaves Publicó los poemarios La diaria conspiración (1982) y Palabras debidas (1984). Creó un nuevo género de escritura, el periquete, que definía como “frases transgresoras del orden y del saber común literario establecido” y del cual hizo una especialidad. Desde el año 2000 hasta su muerte, Ediciones del Ermitaño publicó sus antologías de periquetes, bajo el título de Canuteros (periquetes de literatura), algunos dedicadas a los países, regiones y ciudades invitados a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El último fue Canutero de los Ángeles y Otros Serafines. Una muestra de su obra: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

te quiero más que a misóginos el epígrafe siempre es lo mejor, porque no es nuestro es tan largo el amor y es tan corto el dinero manual del declamador sin aplausos los terremotos tienen derecho de réplica en el principio fue el verboide pepe el toro es rinoceronte la educación a distancia es como el amor de lejos se solicita comprador de puerta en puerta me caigo mal, pero me levanto

Su nombre real fue Arturo Suárez y además de ser poeta y periquetero fue filósofo.

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Publica TU LIBRO

poesía, cuento, novela, ensayo, teatro, memorias, investigación, biografías, minificción, infantil contáctanos

edicioneszetina@yahoo.com


ENSAYO BREVE Víctor Marcos Hernández Cuernavaca El siguiente texto es un minotauro, mitad ensayo, mitad creación literaria, también es un ejercicio de inter y metatextualidad, niveles del lenguaje de que gusta mucho el autor. Se presenta como único ensayo en este número, por ello abarca una extensión de cerca de tres ensayos regulares. El tema es tan relativo a Nano que resulta más que relevante en este primer número.

Aforinemas La primera vez que escuché la palabra aforinemas fue cuando Arturo Gutiérrez describía la escritura que yo mismo practico. Cito sus palabras: “Aforinemas es un término que nos permite caracterizar muchos de los textos ofrecidos en esta obra. El vocablo define una sutil y exacta conspiración contra la sentencia y el verso. No es la una ni lo otro, pero los implica entre las patas de sus renglones. Confluencia donde se abrazan, besan y presentan sus respetos una y otro. Los alcances de estos escarceos propician la apertura a nuevos horizontes. Acaso en el aforinema radica la irreverencia saludable en la que se embarca Víctor Marcos Hernández en sus textos” (Arturo Gutiérrez Luna, “Las visitaciones del lenguaje”, Revista Falsaria, 5 de febrero de 2012). ¿Por qué digo “la escritura que practico”? Cuando decidí presentar de forma pública una serie de textos pensé durante algún tiempo cuál sería la mejor forma de 15


trabajarlos, y entre lecturas y lecturas me encontré con Augusto Monterroso en dos de sus libros —Obras completas (y otros cuentos) y Movimiento perpetuo—, y debo confesar que siempre, únicamente de pasada, veía brevísimamente el rostro y los libros de este escritor, pero nada me terminaba de convencer de tomarlos y leerlos, aunque solo fuera para saber de qué trataban, sentía que Monterroso no me revelaría mucho. Mi búsqueda literaria hasta ahora se había delimitado a casi únicamente dos autores, Borges y Cortázar, porque en ellos encontraba los dos principios que siempre me ha gustado pensar, quizá desde que soy niño: lo fantástico que se desborda a la realidad, y lo fantástico como ejercicio puramente intelectual, aunque en Borges, sabiendo con esto último que me refiero a él, encontré la fascinación por perfección infinitamente el lenguaje, y tan es así que bien sabemos que lo borgesiano es ya un género literario en sí mismo. Pero con esto no quiero decir que solo ellos sean los autores que leo, sino que ellos son los predecesores que he elegido, sin embargo mi mundo se ha visto enriquecido por otros, como Cervantes, Paul Auster, Murakami, Juan Villoro, García Márquez, etcétera. Entonces recordé que el 22 de febrero de 2004 habían publicado, en La Jornada de en medio un texto, pequeño, de Bárbara Jacobs, titulado “El abrelatas, el lápiz y el atornillador”. Cuando lo recordé fue corriendo a mi colección de textos tomados de periódicos para releerlo, y descubrí que ese pequeño texto citaba un diálogo entre Cortázar y Monterroso, y esto me salvó de seguir dejando de lado a al segundo de los dos amigos que dialogaron en esa ocasión. 16


Entonces busco estos dos libros de Monterroso que ya cité y comienzo esa búsqueda de lo que son las microficciones, aunque en ese momento no sabía cómo llamarle a lo que escribiría, sino que hablaba del microcuento, y no estaba errado, pero personalmente prefiero hablar de microficción. A mi parecer, algunos textos de Monterroso no parecían micro, incluso sentía que eran demasiado largos, pero en Movimiento perpetuo encontré que hablaba de las moscas, y ya en algún momento, al estar platicando con alguna persona me dijo, “quién no ha escrito sobre las moscas”, y esto me llamó la atención, puesto que llevaba algún tiempo pensando en escribir acerca de alguna mosca, y entonces, esa misma persona, me dice que Monterroso escribía sobre las moscas en Movimiento perpetuo, así que todo confabulaba para que fuera a buscar ese libro, y así fue. Cuando comienzo a leer el libro, que además en su portada tiene infinitas moscas en movimiento circular, y ya esta forma resulta por demás simbólica, voy directo a buscar el texto “Las moscas”, que inicia “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre”. El tema de las moscas, ¿qué fascinación puede encontrar uno en él de tal forma que desee, pensando en que se es escritor, escribir algo acerca de ello? Entonces el texto sigue y hace un repaso, casi imposible de creer, de la historia y la literatura, paralelo pero al mismo tiempo entrelazados, y uno se sorprende y entonces caigo en una frase, “Vuelve a las narices. La mosca que hoy se posó en la tuya es descendiente directa de la que se paró en la de Cleopatra”, y esa parte me atrapó de 17


tal forma que al pensar en la eternidad de la mosca comencé a comprender el sentido del movimiento perpetuo y de pronto se aclaró más cuando, leyendo un libro de Cortázar titulado Papeles inesperados, al principio de la sección “Poemas”, encuentro que ha escrito uno, brevísimo, a “La mosca”: Te tendré que matar de nuevo. Te maté tantas veces, en Casablanca, en Lima, en Cristianía, en Montparnasse, en una estancia del partido de Lobos, en el burdel, en la cocina, sobre un peine, en la oficina, en esta almohada te tendré que matar de nuevo, yo, con mi única vida.

De pronto veo que es como si Cortázar y Monterroso continuaran ese diálogo que Jacobs nos dice que empezaron hace años, y que de pronto hoy los encuentro dialogando entre las páginas de sus libros, como si fuese la mosca las que les permitiera seguir pensando, y entonces pienso que es cierto, la mosca los hace pensar, vuela entre ellos, y como termina Monterroso su cuento, “Ridículo. Tú mira la mosca. Observa. Piensa”. La mosca vuela y nos hace pensar. Entonces, con esa búsqueda de escribir, pero al mismo tiempo, de hablar de las moscas, emprendí mi propia microintención de contar una historia sobre las moscas, de tal suerte fue la idea que ella se volvió la guía para saber que aquí estaba la forma en que debía contar, qué, aún no lo sabía. Mis microintenciones son las siguientes:

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La mosca, con miles de ojos, puede ver todas las cosas al mismo tiempo, y en su mente, sin conceptos, pasa el infinito universo; sin palabras, puede percibir el mundo entero; sin lenguaje, puede volar sobre él y abarcarlo por completo. Dura un momento y se desvanece. No habrá memoria de todos los instantes que vivió en un solo día.

Y el siguiente: Una mosca soñaba todas las noches que era un hombre, y en su cama, un hombre soñaba que era una mosca, y cuando despiertan, el hombre siempre siente en su boca el sabor a carne descompuesta y la mosca resuelve algunos problemas de filosofía por medio de fórmulas matemáticas que utilizan una base metafísica que por fin logra desarrollar la ecuación que revela a Dios mismo y responde todas las preguntas que durante toda la historia de la humanidad se habían hecho los hombres. El hombre simplemente se lava los dientes para ya no tener ese sabor a carne descompuesta.

Llego al momento en que señalo la escritura que practico. Cuando en su “Prólogo”, Lauro Zavala define la escritura brevísima, en su libro Relatos vertiginosos, dice que “Han recibido casi medio centenar de nombres, entre ellos: micro-relatos, ficción súbita, instántaneas, retazos, viñetas, micicuentos, fragmentos y relámpagos. Cada uno de estos y otros nombres se refieren a un determinado tipo de texto. En esta compilación he decidido utilizar el término minificción para referirme a los textos en prosa cuta extensión no rebasa las 400 palabras”. Aquí una serie de elementos metodológicos son tomados para nombrar ese acontecimiento que es la escritura de historias mínimas, e incluso puedo decir que en algunos momentos mi escritura parece más bien una fic19


ción súbita, porque en algo sucede en cierta situación en la que me encuentre y pienso que eso lo debo convertir en microficción, que es ahora lo que diré por medio de Javier Perucho, en su libro Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México¸ y define como sigue, “Respecto a esta terminología (relato corto, ultracorto, brevísimo… y tantos otros nombres con que se designa a la brevedad del relato), considero que el término microficción cobija las diversas nociones de minirrelato, minicuento, relato breve, microcuento y la media docena de términos más que se le han endilgado”, y así, por esta conceptualización, es que, estando de acuerdo con esta definición, incluso pienso que el término “minificción”, aunque de cierta forma unido a “microficción”, entra en la categoría de esta última. Me parece que lo que uno intenta es la escritura de una serie de géneros literarios pero de forma breve, así puedo pensar que en su momento, al escribir mi texto, pensaba en ensayos, en poemas en prosa, en historias fantásticas, y de ese modo, puesto que abarcaba muchos géneros, no tuve más remedio que pensar en un título, sin señalar al género que pertenecía, o que se encasillaba todo esto, que encerrara toda mi intención de contar, de modo ficticio, absolutamente todo, y así fue que le llamé Las invenciones del lenguaje, porque, ¿qué podemos inventar con el lenguaje? ¿qué podríamos crear a partir de las palabras? ¿de cuántas formas podríamos llamar a la realidad?, y tantas preguntas más que tenía en mente al escribir ese brevísimo texto, que incluso es breve en el número de páginas que abarca. Como Javier Perucho señala, personalmente también creo que el término “microficción” encierra una serie de géneros llevado al nivel de lo mini o lo micro. 20


Entonces me detengo aquí y vuelvo al principio. La primera vez que escuché citar la palabra “aforinemas” fue en el momento en que Gutiérrez describía mi escritura, que yo pienso como microficción, y que él pensaba como aforinemas. Entonces, ya sin citar, pero con la emoción que me embarga cada que leo definiciones —porque algo que me gusta es definir de modo teórico casi todo, aunque a veces sean errores metodológicos o de conceptualización— vuelvo a la definición que hace Gutiérrez sobre los aforinemas, y descubro que en esto se hermanan, o al menos hay parentesco, con las microficciones, porque se vuelven relatos breves que intentan decirnos algo, y que aunque no son microhistorias, sí se vuelve microfrases que buscan la precisión del lenguaje para decir algo que, al final, se desbordará en sus significados. Escritura que juega con las palabras, que intenta desbordarlas, que disloca significados, que inventa otros, y que al final se construyen realidades, la microficción puede permitir que esta misma forma de pensarla sea usada al momento de hablar del aforinema como ese intento por dislocar con el lenguaje hasta formas otras realidades, aunque en este caso, el aforinema se acerca más a la sentencia filosófica, de reflexión, o incluso de refrán, o fábula con o sin moraleja, para ser una palabra contundente, incluso lapidaria, pero que desborde el pensamiento de aquel que la piensa. Tanto la microficción como el aforinema juegan con el lenguaje, aunque sus objetivos varían por la diferencia de intenciones que tienen. En otro momento Gutiérrez habla de la escritura de microficciones como andar en el trapecio del lenguaje, con lo que implica eso; pero es necesario resaltar, para estos aforinemas, lo que él mismo dice, “se abrazan, se 21


besan, se presentan sus respetos” la sentencia y el verso, pero también la realidad y la ficción, el sueño y la vigilia, lo virtual y lo real, y todas aquellas dualidades que se completan, sin confundirse, en el aforinema y en la microficción. ¿Qué se intenta con estos aforinemas? Nuestra intención no es otra cosa que, con Nietzsche, continuar filosofando, pensando a martillazos; deshacer los cimientos de la llamada “realidad tal como es” para darle paso a las posibilidades de reinvención. Los aforinemas dislocan, rompen, hacen saltar los cerrojos, rompen grilletes mentales, permanecen en el intersticio entre lo dicho y lo pensado, continúan hablando aun cuando ya se han dejado de leer. Y entonces, así como la microficción, el aforinema puede utilizar esa multiplicidad de géneros con la que nos puede decir algo que se desborda “al infinito y más allá”, y la pregunta, ¿qué hay más allá de lo que ya de por sí es infinito? A continuación, mis aforinemas: Sentencioso La necesidad de pensar y de escribir con Foucault te enseña a tardar un poco más en comenzar a degustar tus alimentos. Comiquero A Batman le dicen que es necesario morir como un héroe o vivir hasta convertirse en un villano o en un dictador, pero Foucault le menciona que no se pretende ni lo uno ni lo otro, sino que es necesario desarmar esos dispositivos, y tantos otros que son tan parecidos. 22


Fílmico microficticio Voldemort desgarra el mundo mágico donde Harry Potter y él habitan, Castoriadis advierte que de por sí el mundo está fragmentado, Nietzsche secunda diciendo que el mundo se ha vuelto fábula, y Monsiváis remata señalando que ya el mundo se ha desvanecido. Todos saben que Foucault es estudioso de las invenciones del lenguaje y le preguntan su opinión sobre lo que todos ellos han dicho. Su respuesta es: “No debemos hablar sobre el mundo sino sobre su invención, sobre lo que nuestros pensamientos y nuestros lenguajes han inventado en cuanto a lo qué significa el término “mundo”. Es más cercano pensar que el mundo lo ha desgarrado Voldemort, pero, ¿lo podemos decir realmente sin inventarlo, tal como dice Borges en un texto cuando habla de la falsedad de la escritura?” Después de esto, los tres pensadores ayudaron a Voldemort y a Foucault a desgarrar el dispositivo “mundo” que ciertos poderes habían inventado, y que le habían encargado proteger a un, quizá inventado, mago bondadoso. Filosofista Aunque Heidegger nos dice que la palabra es la casa del ser y que en su morada habita el hombre, foucaultianamente podemos preguntar qué palabra, qué ser, qué hombre, y con Monsiváis problematizar si la morada es un color. Realista literario Si Don Quijote hubiera escrito la historia de un tal Cervantes, nosotros hoy seríamos la ficción de un tal Funes el memorioso. 23


Filosofista literario Murakami gato pertenece a esa rara estirpe, casi ficticia, de filósofos que destruyen realidades con el simple hecho de pronunciar sus primeras palabras, y en esto se hermana con Nietzsche y Foucault, que destruyeron el mundo en seis días, y en el séptimo simplemente lo reestructuraron. Refranero a) Árbol que nace torcido, todos dirían que jamás su tronco endereza, pero yo os digo que cualquier árbol que nace y crece torcido se parece más a los hombres que a los árboles. b) Si el mundo se ha convertido en una fábula, bien podemos inventar la moraleja. c) Pensar implica abrir cerrojos con llaves metodológicas. d) Aprender del caracol, sabio conocedor del suelo por el que patina. Bibliografía Cortázar, J. (2009), Papeles inesperados, México, Alfaguara Hernández, V.M. (2011), Las invenciones del lenguaje, México, Ediciones Zetina Monterroso, A. (1990), Obras completas (y otros cuentos), México, Ediciones Era Monterroso, A. (1991), Movimiento perpetuo, México, Ediciones Era Perucho, J. (2009), Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México, México, Ficticia Zavala, L. Coomp. (2000), Relatos vertiginosos, México, Alfaguara

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ENTREVISTA Roberto Ali Cuernavaca El autor, un joven músico y escritor, envió esta entrevista que no tiene nada que ver con minificción pero sí con brevedad. Habla de una minoría, otra forma de pensar la brevedad, la comunidad gay, y de un bar muy pequeño en Cuernavaca, el mítico Barecito, lugar de muchos encuentros literarios, gay o buga, a lo largo de su historia.

Alma Figueroa: Arcoíris en el Artículo 120 Pasado Llegué a Cuernavaca en agosto de 1997. Abrí el Barecito Últimas Noticias sin intención de tener un público específico, con el tiempo gente de universidades, centros de investigación, intelectuales y artistas se convirtieron en clientes y amigos. Perteneciendo mi ex pareja y yo a la comunidad LGBTI, gente de la diversidad se fue acercando y sin haber algún acento, digamos gay, de nada, siempre tuvimos un público diverso sin marcar la diferencia. Con el tiempo, nos invitaron a crear un grupo que informara sobre la transmisión del VIH/SIDA, no había campañas suficientes sobre el problema, así nació el Grupo CD4, Juntxs por Amor, A.C. Participar en esta asociación civil generó que nos involucráramos en la lucha por los derechos para la población de la diversidad sexual. El Ba25


recito fue un lugar donde se distribuía información para prevenir ITS, embarazos no planeados y condones. Me atrevería a decir que viví en una maravillosa esfera que me impedía ver si existía o no la LGBTfobia hasta que una tarde, alguien de la comunidad que trabajaba en el hoy extinto Caféona me dijo asustado, triste y con enojo: “Cuernavaca es homofóbica”. En ese momento incursionaría en un activismo sin percatarlo, pues sería una actividad más que surgía de las necesidades de nuestra asociación, en parte debido al acoso mencionado, originado por el dueño del Café Vienés, ubicado en el extremo de la cuadra del Barecito, que mandaba cartas al obispo y al Papa, quejándose de hechos inexistentes, obligándonos a defender el establecimiento en el que desarrollábamos actividades culturales y algo de divulgación científica; dándonos una mayor perspectiva de los estigmas y discriminación existentes, la misma que resurgió este año por la reforma al artículo 120 de la Constitución Estatal, que llegó después de doce años a promulgar la ley de matrimonio igualitario. Presente Después de dejar el bar, la nueva dueña y César Guerra, con otras personas de la diversidad, han mantenido la visión de centro cultural. El entorno social permitió una mayor visibilidad para nuestra comunidad, debido a varios factores. Sin embargo, la experiencia en el Barecito dejó ver la lesbo y transfobia de los homosexuales; jamás impedimos la entrada a nadie, pero las trans no se animaban, algunas por esta razón y otras simplemente por el tipo de música y el ambiente. En mi opinión ha26


bía más visibilidad pero no total aceptación por parte de la población. En las marchas de la diversidad podíamos apreciar que había y hay aberración (hace un año aún seguíamos al margen de los derechos sociales) Futuro A partir de la ley sobre matrimonio igualitario, el panorama es aún difícil pero prometedor. El obispo de Cuernavaca Ramón Castro Castro y los seguidores de la iglesia cristiana, así como el PAN, el Partido Encuentro Social (PES), empresarios y funcionarios de varios municipios y gente como Margarita Alemán continuarán actuando en contra del cumplimiento de esta nueva ley e intentarán tirar, por así decir, la reforma que nos iguala en derechos con el resto de la población. Por su puesto no lo permitiremos y los invitamos a que se reflexione y madure la idea de conocer a fondo los beneficios de este nuevo derecho en Morelos. Por cierto, si sienten el deseo de casarse por la iglesia, contamos en Morelos con el obispo de la diversidad Alfonso Leija o si prefieren, rituales chamánicos u otros como el bello budismo.

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Es uno de los mejores centros culturales de Cuernavaca, Morelos, México, con más de una década de historia Es un restaurante, un foro, un lugar de encuentro, un espacio para talleres, conciertos, celebraciones. Con la atención de sus dueños y personal capacitado.Ofrece desayunos, comidas, cenas, bebidas y cocteles. Frente a Sanborns Plaza Cuernavaca

Reservaciones (777) 3180740 eltigredelmanojo@gmail.com


RESEÑA Gloria A. Ramírez Ciudad de México Fábulas o heces o la bestialidad del hombre actual No es novedad alguna que en recientes fechas el género de la literatura breve ha cobrado auge entre las editoriales. El relato breve, denominado como minificción, por unos, y, microrrelato, por otros, ha ganado lectores con la misma velocidad en la que aparecen diversas antologías temáticas. También es notable observar que la composición concisa de este tipo de discursos no ha sido pretexto para dejar de lado la experimentación. La presente obra muestra cómo es posible la conjunción entre diversos géneros de estructura narrativa breve. La tendencia del juego literario y metaficcional posibilita la inclusión de una compleja trama con los elementos base de la fábula. En el caso de Fábulas o heces (2015), del poeta, y también traductor, César Navarrete, con el recurso de los modismos y el lenguaje picaresco exaltan aún más en breves relatos el arquetipo humano al que aluden los animales. Por ejemplo en el texto “El hijo de la cabra. Un cabra parió un cabrito. Éste creció, y se convirtió en lo que tenía que ser”. Estos retratos son una parodia de las costumbres actuales del hombre. Se demuestra no sin cierta ironía una burla de las relaciones sociales y familiares. Como paradigma “La madre cocodrilo. Se come a su cría recién nacida, pero sólo en apariencia: la transporta en el inte29


rior de la mandíbula para resguardarla de los depredadores. El anterior pasaje exhibe lo dañinas que pueden ser las ‘buenas intenciones’”. Las obsesiones y la doble moral provocan la risa, pero no es aquella que celebra, sino la que castiga. El autor nos presenta casos donde el hombre se convierte en su propio verdugo. Se vuelve misántropo. Sabe que él mismo es causa y consecuencia de la mediocre criatura en la que se ha convertido. La narración “Vida de perro. Uno de tantos pulgosos que andan por ahí, se hartó de la perra vida que lo torturaba, y decidió terminar con ella”, resulta ser una de fábulas más simbólicas del desencanto por la existencia. También está presente el humor negro. El cual se convierte una de las características más sobresalientes del fabulario. Con ello, el autor nos recuerda que para asimilar la angustia y no sentir su “yo” atomizado el hombre recurre a la autocrítica. La cuestión más relevante es advertir que los animales a quien se les ha tachado de una supuesta incapacidad para razonar como lo haríamos nosotros son escogidos como espejos de la conducta humana. Así sucede en “La identidad del cochino. La mujer reprochaba a su marido ser un cerdo. Un marrano que retozaba en la porquería, creyendo que el comentario se refería a él, aceptó con humildad: No lo puedo evitar; es mi naturaleza, señora”. Con una sátira nada sutil comprendemos que los hombres tienen las mismas prácticas que los animales. Al fin y al cabo tanto el humano como el animal son seres de costumbres que se dejan llevar más por el instinto que por la razón. Ambos se relacionan según los hábitos que representan en su forma más negativa. 30


Lo destacable de la obra es que deja entrever con astucia que siempre seremos objeto de lo que criticamos. Lo espinoso se encuentra en las breves explicaciones que algunas fábulas tienen. Los cuales tal vez salgan sobrando. Se comprende que el autor las ha dejado ahí, como un juego, para prever si algún incauto lector no ha entendido el mensaje. En conclusión Fábulas o heces es un ejemplo de cómo la fábula es un discurso acertado para mostrar el humor negro contemporáneo, cuyo pesimismo ya no alarma. Los grotesco es sublimado porque la misatropía trasciende la sátira que advierte el peligro de la ruptura entre la empatía de los individuos.

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Rocato Cuernavaca A la limón entre Daniela y Federico o De ahí vienes (minificción con foto y reseña de libro) Nos juntamos con el propósito de escribir textos espontáneos entre ambos. Esa fue una gran proeza entre dos egos demasiado fuertes, grandes y pesados. Artistas al fin. No vayamos a pelear como de costumbre. Pacto de no agresión. Vale. Va. Federico llegó con un libro entre las manos. Daniela me pidió que trajera este tremendo libro. —Se trata de The Mammoth Book of Erotic Photography volumen 4. Tú lo trajiste. —Tú lo pediste. —Déjate de cosas. —Tú empezaste. —¡Ya, con un carajo! —¡Ya, cállate! —El libro tiene 440 fotografías de arte erótico. Todas muy impresionantes. —Lo importante es que son 74 de los más sobresalientes artistas de la lente del mundo. —Esta mí adorado checo Jiri Ruzek. —La portada es de Mike Lawson. —Hubiera escogido a otro. —El libro fue editado por Maxim Jakubowski. —La condición fundamental sin fundamentalismos es que cada artista escogió su modelo preferida. Eso fue chingón. 33


—Mí Jiri eligió a Tereza (también conocida como Metteorwa). —Pura gente de primera línea. Nathan Appel, Karl Baxter, Alva Bernadine, Stéphane Bienfait, Jenny Boot, Philippe Bourgoin. Muchos transgresores. —Y transgresoras: Fausto Brozzi, Kevin Canada, Jay Cinista, Michael Cordiez, Tommy Cuellar, James Dennis, Steve DT, Megan K. Eagles, Erin The Artist, Stan Etheridge, Ludmila Foblova. —Pocas ellas. Drew Fritschel, Perry Gallagher, Ravnish Gandhi, Charles Gatewood, Lisolette Gilcrest, Steve Diet Goedde, Sam Guelimi, Alejandra Guerrero, Akif Hakan, Fox Harvard, David Hilton, Julian Humphries, April-Lea Hutchinson, I. K. R. F. —Eso no es lo importante. Renée Jacobs, Richard Kadrey, A. J. Kahn, Sergey Kaminsky, Thomas Karsten, Daniel Klaas, Cas Ray Krider, Boris S. Kurylo, Mike Lawson. —¿Entonces qué es lo importante? Joanne Leah, K. Leo, Chi Lum, Steven Lyon, Sita Mae, Wulan Mei Lina, Ken Merfeld, Natacha Merritt, Gary Mitchell, Craig Morey. —La calidad, pendejo. Dave Naz, Rob Nelson, Mikhail Paramonov, Danilo Pasquali, Timothy Patrick, Alexander Paulin, George Pitts, Thaddeus Rombauer, Ned and Aya Rosen. —Ya empezaste con tus insultos. Jiri Ruzek, John Santerineross, Matt Schneider, Lee Singlechair, Cedric Smith, Vanda Spengler.

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—El único insulto es tu machismo, pinche puto macho. Patricio Suarez, Rebecca Tillett, Kerry Ray Tracy, Otto von Erotica, Corwin von Kuhwede, Curtis Joe Walker, Katie West, Lauralyn Wilkins, Waldemar Zagorski. —Vete a la mierda. —De ahí vienes.

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Arte, literatura, cafĂŠ, comida gourmet En Cuernavaca, Morelos, MĂŠxico


Daniel Zetina Querétaro Luis Felipe Hernández o de la inspiración Esta es una reseña simple o un comentario o cualquier otra cosa. Compré el libro Circo de tres pistas y otros mundos mínimos en alguna librería de viejo, es decir, fue una casualidad. De las casualidades en los lectores, ya ha hablado mucho Borges. La lectura es un destino y a la vez un camino a ciegas. De inicio del libro de Hernández me encantó la edición de Ficticia, siempre pulcra. Lo leí de corrido. Lo he releído otra vez, cada una por primera vez de nuevo, muchas veces más. Fue hace ya varios años, cuando en mi vida había turbación y, una vez más, las letras eran un buen puerto. Coincidió también con mis acercamientos más serios a los géneros de la escritura breve. Y fue acertado, porque en este libro encontré elementos que me permitieron tener una visión más certera de lo que en adelante me acomodaría en llamar minificción, así en general. Las bondades del libro de Hernández son que en primer lugar tiene unidad de sentido. Dentro de sus páginas hay todo un circo de personajes e historias. Tiene cuatro secciones: “Cuentos de hadas”, “Pasiones futboleras”, “Pajarito, pajarito” y “Circo de tres pistas”. Con ello, la obra incluye elementos que son propios de la minificción, a saber, la intertextualidad como recurso, la cotidianidad como inspiración y la parodia como constante. Esto, además de la puntualidad de la sintaxis, la precisión del lenguaje, la abundancia del humor y la riqueza de figuras retóricas. 37



El libro da la idea de que una obra que reúne diferentes textos mínimos —alrededor de cien— puede convertirse en una edición digna y comercial. Estoy seguro de que a un lector que no lo piense tanto como yo, igual le gustará el libro. Como en toda buena obra tiene momentos para el olvido, pero hay aciertos que los hacen olvidar y en este caso los rescatables con casi la mitad, buen récord. Uno de los más logrados está al final y se titula “Mala racha. Fue tan desafortunada aquella función que, al término de cada acto, la orquesta sólo pudo interpretar la marcha fúnebre” (p, 118). Incluí la palabra inspiración en el título por cursi, de seguro, pero también porque, aunque no llegue a ser uno de los cánones del género, este libro sí es un bue referente y creo que perdurará por ello. Inspira, entusiasma, motiva a leer y escribir minificción. No sé más de la actualidad del libro, y no es importante, si ganó premios, tuvo rediciones o lo compró el gobierno en algún programa de lectura. El mejor resultado, creo, es que llegue a los lectores y estos, como yo, no lo soltemos nunca.

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En Cuernavaca, Morelos, frente a Catedral Contacto: ranadelacasona@gmail y 7773143468


MINIFICCIONES Karina Castillo Mazatlán Árbol de noches tristes Hay un árbol de ramas cortas sin verano seductor en primavera, lanza estrellas cada noche para mantener el cielo constelado. En sus raíces perfila el agua destilándose para tocar la tierra que pisas y con su corteza bebe la ansiedad de todas esas noches.

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Ethel Krauze Cuernavaca Un buen problema Él la ama con ternura, que no lo anima la sensualidad. Ella quiere esa ternura, pero también anhela despertar la urgencia del deseo. Cuando él intenta complacerla en su necesidad erótica, ella se siente culpable. Cuando ella busca complacerlo en su necesidad platónica, él se siente culpable. Son felices con mucha infelicidad. Los une y los estimula saber que tienen un buen problema. Como se debe Después de un año, gracias a la nueva criada, hicieron el amor como se debe. La criada cuidó a la niña en la sala, y ellos se encerraron en la recámara la mañana del sábado; salieron lánguidos, húmedos, como se debe. Él no sabe que ella paga a la criada todo lo que gana. Contratarla fue decisión irrevocable de ella después de un año de discusiones. Él, moderno, no resistía la idea de esclavizar a una mujer. Ella, moderna, lo único que quería era dejar de estar esclavizada. Del libro Relámpagos, 2000, México, Biblioteca del ISSSTE

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Máximo Cerdio Cuernavaca El perro y su deseo Para Tobi y Maurilia

Había una vez perro un muy consentido que vivía en Tlaquiltenango. Era muy juguetón, pero no había más animales con quién jugar. Una noche particularmente oscura el dálmata vio una estrella fugaz atravesar el cielo y pidió un deseo. A la mañana siguiente el ladrante se dio cuenta que le faltaba una mancha y, junto a él, había una gata cachorrita, más negra que la noche.

Luis Felipe Lomelí Colima El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.

Emi Casas Zamora, España Creación Y un universo se creó en su interior. Las palabras se condensaron como galaxias narrativas que giraban atraídas por la fuerza de una idea. 43


Tatiana Mendoza Ecuador El hombre que ya estaba muerto Se deslizó hasta la parte de atrás, sacó el penúltimo cigarrillo. El chofer lo observó por el retrovisor con ojos de acusación. Pitada tras pitada, su vida se aferraba más a ese humo. Subió un muchacho, intentando vender caramelos obligadamente, como la imagen perdida de una película de terror; sus pies oscuros avanzaron hasta la parte de atrás, donde estaba el hombre del cigarrillo. El muchacho lo amenazó con un cuchillo de mesa. —No te voy a dar nada. —¿Quieres que te apuñale? —Sí. —Te mando al infierno, pelador. —Hazlo, muchacho, hazlo. El chico, y su poco raciocinio contaminado por la cocaína, le preguntó: —¿Me estás retando? —y con un gesto inseguro le mostró de cerca su cuchillo. El hombre del maletín elegante prendió su último cigarrillo. El cuchillo continuaba en la mano del muchacho. El hombre con la conciencia tranquila, los pies bien puestos en el suelo, la felicidad de una despedida del retorno a casa, donde un divorcio absoluto lo esperaba, se aproximó al cuchillo, sostuvo la mano del muchacho y con precisión hizo un hueco en su corazón. Sus pies ahora en el aire se desvanecían. El muchacho corrió con prisa, blanco de la emoción. Sin rastros de sangre, bajó del bus. 44


El hombre, con el arma blanca en su pecho, se sentó, apoyó los pies en el suelo, no se movió. Mientras la sangre recorría pantalón y maletín, la luz roja del semáforo se detuvo y el muchacho observó desde la acera a aquel hombre, quien con un frenesí imparcial arrojó el reloj por la ventana. La felicidad sincera llegó para los dos.

Isabel Gamma Querétaro El ropero

Afuera todavía escucho ruidos, aquí adentro no hace frío, me abrazo con mi propia piel. Ya dejará de golpearla y cuando la puerta se haya cerrado saldré para curarme las heridas. Espero que a ella no la mate como a la señora grande de esta horrible casona donde lo único cálido es este foco rojo. 45


J.M. Lecumberri Ciudad de México Paragramas La compasión es sólo el poético antifaz del egoísmo. ~ La ciencia construye manicomios sobre las ruinas del corazón. ~ La verdad es que Buda fue demasiado humano. ¡Cuán grande hubiera sido de haberse dejado seducir por la misantropía! Cercenando las cabezas de todos aquellos que quisieran adoctrinarse en su despertar. ~ La muerte, como resultado de una sexualidad exacerbada y monstruosa, es un amargo tónico y un exquisito veneno, a la vez: un juguete y un arma, un dulce y un cáliz de cicuta. Los sarcófagos tienen cuerpo de mujer en este paraíso de ilusoria plenitud, de excesiva catástrofe y lúgubre resplandor. ~ Uno de los más graves errores de la narrativa y la ficción, desde los poemas épicos hasta las novelas gráficas y el cine, es el de concebir, como origen o fiat lux de todo mal, a un monstruo o villano, a un genio trastornado o a un psicópata divino, cuando el verdadero mal es el resultado de un rebaño de pequeños, insignificantes y mediocres burócratas, patéticos obreros y detestables, avariciosos magnates que buscan construir algo trascendente con sus miserables, efímeras y disfuncionales existencias. El Mal es una obra colectiva, es la suma inconsciente de 46


voluntades apocadas y débiles que se van acumulando en una ruinosa construcción de vilezas y crueldades mediocres, nunca el producto de mentes maestras o monstruosas, sino el devastador proceso de corrosión de zánganos narcisistas. ~ La vaga intuición de que todos los moldes de la realidad están rotos, es a lo que llamamos delirio. ~ Al que padece de buena salud, le resulta frívola la exploración de las deslumbrantes raíces del insomnio, pues ignora la existencia de bestias que han conocido todo elixir destilado en la oscuridad, con tal de obtener una suerte de adormecimiento. Seres que deliran, no con la cama sino con el patíbulo, que sacrificarían a su ángel guardián por probar una bocanada de sueño y desvanecer así el horror de la consciencia, que la lucidez tan brutalmente les ha impuesto, como una enfermedad que cura la muerte al darle vida. ~ Siempre he sentido un profundo interés por los frígidos e indolentes que, habiendo domado sus ascos, se postran en éxtasis ante cualquier expresión de la carne, por inmunda que ésta sea. ~ Toda esa gente que se mata por haber reflexionado en exceso sobre lo efímero. Si hubieran podido concebir el suicidio como el impromptu que realmente es, no habrían sucumbido a la oscura geometría de su desesperación, al vértigo de lo inacabable. La idea de la autodestrucción lo permite todo, especialmente permite vivir, vivir como cadáveres indignados. 47


Héctor Luna Querétaro ¡Ladrones! Dicen que cuando haces algo malo, se te regresará y con el doble de gravedad. Hurtar es un acto perverso y pecaminoso, pero si nos referimos a cuando le robas un beso a alguien, es normal que algún día se te regresará. ¡Hombre, y mujeres también, si es con el doble de gravedad, por lo menos dalo con cariño! Mordiscos en el cuello Siempre me han presumido que cuando te muerde un vampiro, te conviertes en uno de ellos. Eso me hace dudar, muchas veces me han picado mosquitos y no me he transformado en uno. Despedida amorosa Los novios terminan su conversación al teléfono. —Amor, cuelga tú —dice el hombre. —No, cuelga tú. —No, por favor, hazlo tú —insiste el novio. —Cariño, anda, tú por favor. Y el hombre sale a tender la ropa. Par de enamorados No hay encuentro más romántico que el de la pluma con la hoja, la vida de la hoja queda marcada.

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Hilario Martínez Arredondo Ciudad de México Lucrecia He esperado por largo tiempo que ella cambie, le he dado todo: amor, confianza, seguridad y, sin embargo, siempre regresa a las caricias impuras de otros; no es que mi forma sexual sea inadecuada o que no pueda hacerla llegar al orgasmo, pero tal parece que la satisfacción la obtenía de esas cópulas irrefrenables. Desosegado y con la cola entre las patas, regresé lentamente a roer un hueso. Bemoles culinarios La mejor forma de preparar la carne es a fuego lento, observar cómo el panículo de grasa se disuelve sobre la magra tesitura del músculo, dándole un sabor único… El problema son los gritos de la gente en la cama de bronceado. Adulterio Sherezada comenzó la noche mil dos diciendo: “En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…” Furioso, Shariyar mandó decapitarla: había comprobado que todo el tiempo le conto libros ya escritos. Listo para la muda La piel colgante de su rostro no le recordaba que era viejo, solo que la vida le estaba quedando muy grande.

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Indicios de caballería Montado sobre un caballito de palo, el chiquillo lucha contra gigantescos postes de energía eólica; su madre lo mira con ternura, piensa cuán Gallardo caballero será de grande. Nadie sabe que en los ojos del chiquillo atisban ecos de locura antigua.

Richard Agassi Taxco Humo Mi médico me indicó que debía dejar de fumar. Decidí comprarme ropa y tenis. Ahora todos los días corro velozmente detrás de los escapes de los camiones. Los Tres Cochinitos y el gordo feroz Los tres: Batman, El Principito y El Quijote gozaron de los encantos de Cenicienta durante la fiesta. Sin embargo, se rumora que fue Sancho el que le dejó esa panza. DC-o Marvel La mujer maravilla se negaba a compartir aventuras con Batman. Lo consideraba obscuro. A ella le gustaba la luz del Dios del Trueno. 50


Marja Lugo Taxco Mitomanía Cuando Caperucita conoció a Pinocho repentinamente descubrió su necesidad de creer en las mentiras. Narciso Ese día al terminar su habitual rutina de ejercicios se miró al espejo y quedó ciego.

Gilberto Lugo Taxco El Princeso Al gimnasio voy, solo si me cambio de ropa. Vendido —Pinocho ¿vendiste tu voto? —¡No! —Entonces ¿Por qué te creció la nariz? 51


Fabiola Morales Gasca Puebla Trabajo Al llegar a casa y abrir la puerta hallé una jungla. Un caos irreverente que me dio risa, me congelé al tropezar con unas lianas. Ver una familia de chimpancés en el sofá y un hipopótamo en la bañera no me hizo gracia. Lo que terminó de irritarme fue el tigre sobre el blanco edredón que había colocado en la mañana. Aventé de mala gana el portafolio sobre una mesa y me quité el saco, puse la corbata sobre la primera rama fresca que encontré y el trapo que casi estrangulaba mi cuello se convirtió en una bella serpiente que reptó veloz a esconderse entre la abundante maleza de mi recámara. Cuando salí de mi asombro, me quité los zapatos y los calcetines y empecé a arremangar mi camisa azul. De inmediato mis pies empezaron a sentir la humedad y sentí una necesidad de correr. Terminé por quitarme la camisa y solo me quedé con la blanca playera con frescas marcas de sudor. Fue increíble correr a altas horas de la noche explorando todo. Terminé exhausto, pedido entre la maleza. Comprendí por mala experiencia de hombre moderno, que la única manera de sobrevivir a mi propia casa y su jungla era salir a trabajar, así que tomé mi portafolio, cogí el primer plátano que encontré, abrí la puerta y me fui.

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Bala Con los recuerdos gravitando en la alfombra beige, André ha despertado a todos los vecinos del edificio. Las ratas con curiosidad lo contemplan, mientras la mancha de sangre se expande en el piso. El conserje con desesperación busca la llave del departamento para entrar. El ruido de los recuerdos es más insoportable que el la sórdida bala.

Perré Rabiosé Iguala Hipo-crecía Mis amigos me extrañaban tanto que dejaron de invitarme al café; supongo que era para añorarme aún más. Buena compañía Me gusta platicar con los escritores, nada de lo que dicen es verdad. Mini Cuentos cortos, para imaginaciones largas.

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Luis Bernardo Pérez Ciudad de México Prestidigitación Agobiado por la miseria y el desempleo, aquel mago se veía obligado a sacar cada noche varios conejos de la chistera para alimentar a su numerosa familia. Ancla Varios años después del naufragio, la vieja ancla de hierro seguía aferrada con uñas y dientes al fondo marino. Así de ejemplar era su sentido del deber. El espectáculo continúa De vez en cuando, y para no perder la costumbre, Stan Laurel y Oliver Hardy ensayan sus antiguas rutinas. Sus aparatosos golpes y mutuas afrentas constituyen la única manifestación de violencia tolerada en el cielo. Metempsicosis Tras asistir en calidad de oyente a varias conferencias sobre la reencarnación, un señor bajito, retraído y ligeramente miope, se entusiasma y decide someterse a una regresión hipnótica. Por este medio descubre que en sus vidas pasadas fue también un señor bajito, retraído y ligeramente miope.

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Juan Pablo Picazo Cuernavaca Los Nacañú —Los nacañú no existen. Escuchar aquello fue peor que un golpe. Peor que cuando se pelearon por el tercio de un pan de luz de Gyah. Peor que cuando dejaron de hablarse por casi doscientos talbos y todo mundo pensaba que jamás volverían a dirigirse la palabra. Ya lo había explicado: por fin había encontrado su magia, y su magia era hacer verdadero cuanto escribía. Lo primero que hizo fue contárselo a su hermano sosia, y este le contestaba eso. ¿Por qué no podía ser? Su propio idéntico tenía una magia sanadora, su tío Inderjam Dafreno era un replicador de voces. ¿Y los reyes duendes de la historia? Todo el mundo sabía que cuando descubrías en ti una magia significativa y poderosa te era obligado servir como Rey duende durante al menos dos valdares, unos doscientos años humanos. Todo el mundo recordaba al Rey duende de la suerte, al Rey duende del tiempo, y a la dinastía de los reyes duendes de los siete silencios. Cuando eran pequeños, su hermano le había dicho que los humanos, esos personajes de los cuentos del viejo duende zapatero, no eran reales. Comprobó lo contrario del peor modo posible: enfrentándose a varios de ellos en la Guerra de los ocho castillos, en la que sirvió como embajador para lograr el apoyo de Centauria, de las Granádinas y el distante Imperio Panitánico.

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Desde luego era obvio que los Nacañú nunca habían existido. No había mención de ellos en la obra de Inkhar Da’or, compendio histórico de las naciones mágicas, que se rescribía de tanto en tanto para estar actualizado. Pero ahora eran reales y él, Darjam Sel Dafreno, los había extraído de la nada con su propia pluma de fénix blanco. Y mientras su socia decía que no existían, ellos ya habitaban las nubes.

Jan Olvera Cuernavaca Habitación Solo cuatro paredes, el ardiente deseo, tú y yo

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Mónica Puyhol Cuernavaca Juego de niños De niño, solía jugar y leer debajo del comedor. Entre sillas y patas me sentía protegido. Ahí se hacían pequeños hasta desaparecer los gritos que mi madre le soltaba a papá y los chillidos de mis hermanos. Sobre la alfombra, encontré un mundo de minucias. Ahí abajo, soñaba con barcos, submarinos, cohetes… y el nudo, las gomas de mascar y las pelotillas de moco eran los enemigos que habían asaltado mi nave o los tripulantes bienhechores de mi bando. Crecí. La libertad y el amor se llenaron de obligaciones, deudas y gritos. Infinidad de gritos. Por eso decidí buscar otro escondrijo. Lo hallé en la azotea. Encima de la jaula de tendido, entre cachivaches. Pasaba horas divisando aviones, mientras la punta de mi índice los señalaba hasta esfumarse. También cantaba, leía o peroraba lo que me diera la gana. Parece mentira, cuántos clavos se repiten en nuestra existencia. Ahora, como cuando era niño, nadie pudo o quiso encontrarme ni debajo de aquella mesa ni aquí, en esta otra realidad donde llevo quince días oculto con un agujero en la cabeza por donde, mágicamente, logré que todo lo malo por fin desapareciera.

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Dan Rosero Iguala Aquí nada cambia Toda la vida durmiendo, toda la vida en la cama, toda la vida soñando… ¡pero nunca has hecho nada! ArmandRock

Me levanté con mal aliento por tanta chela de anoche, busqué un cigarro pa amortiguar la resaca, pero, ¡chingüentes!, ¡tanto rolarlos con aquellos güeyes no me quedó ninguno! Busqué en el refri porque ya me gruñían las tripas, ¿otra vez frijoles? ¡nel, mejor me aguanto como los hombres!, podría pensar en un menudo caliente y tortillas a mano, pero ya me chingué lo de la semana, ni modo, bolillo y frijoles. Hay que prender la tele tantito, a ver con qué jaladas me salen hoy. ¿Y a mí qué carajos me importa el chupacabras?, como si no supiéramos que tanta chingadera es pa taparle el ojo al macho, ya viene el gasolinazo. ¡Esta vida se ha vuelto tan deprimente!, lo peor es que me quejo y me quejo y no pasa nada, ¡no hay trabajo!, ¡no hay dinero! y yo invitándoles a cabrones que ni siquiera me lo agradecen, votando por un ojete y una bola de ratas que namás nos chingan, ¡todo sea por la torta y la mochada que me dan!, mamándome todo en cheves, cuando bien sabía que tenía que llenar el refri, ¡ah, pero eso que ni qué, el partido estuvo re bueno! ¿verdá?, ¡ganó el América! Si me hubiera parado más temprano el domingo pa hacer la chambita extra que había caído, igual y tendría alguito más de lana… ¿Y si es como me dijeron?, ¿qué me quejo y me quejo, pero no hago nada y na más me la paso en mi avión?, ¿qué miro el 58


temblor y no me hinco?… ¡nel!, ¡pérate, Danilo, pérate! ¡Ya estoy pensando pura barbaridá!, ¡no saben!, ¡México no progresa por su gobierno!, mejor me vuelvo a jetear, al fin y al cabo, nada me sale bien… además aquí nada cambia.

Raul Arrazola Puebla Sonámbulo I Qué costumbre esa tan rara de llegar en la noche a tu casa y prender las luces; tan bonito que es deambular a oscuras. Sonámbulo II —¿Y si empezamos a sentir? —de la nada la escucho decir. Se quedó ensimismado, con escalofrió en el pecho. Como si aún tuviera alma. Sonámbulo III —¿Por qué no sales de esto? Dientes y huesos abandonados, como olvidados a propósito, piel curtida del frio, blanca, osada, el almizcle en el ambiente. Recordando, solo recordando. 59


Adán Echeverría Ensenada Pequeñeces De niño me enterré un lápiz en la mano. A los dos meses aparecieron letras debajo de la piel. Las fui arrancando con la navaja de mi padre y las guardé bajo la cama. Fue hasta la secundaria cuando lograron extirparme la punta de carbón y se me escapó el habla. Busqué en mi escondrijo, solo hallé los restos enmohecidos de las letras. Escribo para recuperarme de esta invalidez… Desde la azotea las hormigas miran enfurecidas Habían estado trabajando durante días en la construcción de un ala extra para el edificio de oficinas donde trabajo. Subían por las rampas sus herramientas junto con maderas, cables, alambres y sogas para acomodar los andamios. Toda la semana los vi subir en fila india, como infatigables hormigas, uno tras otro, y me parecieron idénticos. Como si los albañiles de la ciudad, o del mundo, estuvieran cortados con la misma tijera. Pechos y brazos poderosos, espalda amplia. Mi novia me había llamado a medio día; fue cortés y directa, no quería que volviera a buscarla. No tuve que preguntar. Los amigos sabían que ella no deseaba seguir a mi lado. Sus quejas y su falta de interés en los aspectos más importantes de mi vida eran señales directas de que, en la relación, yo caía por el caño. Por eso subí a la azotea. Me paré en el barandal, y quise convencerme de saltar. Era tan fácil, apenas un paso,

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un pequeño movimiento y caería los 25 pisos rumbo al pavimento. Pero los albañiles, esas hormigas rojas, me enfurecían. Primero lancé escupitajos sobre ellos. Luego algunas piedritas, para acabar aventándoles todo lo que había en la azotea: pedazos de bloc, cubetas. Arranqué las láminas que recubrían las salidas de emergencia, y las aventé junto con letreros rotos, focos, lámparas; todo cuanto pude. Hasta que me detuvieron los que subieron corriendo por las escaleras de emergencia. Desde esta cama de hospital, estoy seguro que la golpiza sirvió para arrancarme el sentimiento de abandono en que me ahogaba. Todos somos yoguis Luego de su divorcio, Mercedes acudió a varios psicólogos para controlar su rencor. Una mañana se puso los jeans y fue al parque más cercano. Estaba lleno de practicantes de yoga. Quiso ignorarlos y caminó alrededor, pero no podía quitarles la vista de encima. Decidió sentarse y admirar sus evoluciones. Al terminar la clase un hombre que dijo ser el maestro, se le acercó: Soy Humberto, veo que no tienes paz. Cuéntame. La plática se prolongó en un café. Mercedes se sentía plena. Humberto la escuchaba y tenía la palabra justa para hacerla sentir mejor: Mañana empezaremos, había dicho, buscaremos tu paz interior, sanar tu espíritu. La meditación te dará tranquilidad. Mercedes le preguntó si no quería almorzar en su casa, y hacía ahí se dirigieron.

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Horas más tarde, Mercedes no cabía en sí misma. Había alcanzado ocho veces el orgasmo y Humberto no había perdido la erección, ni derramado gota de semen. ¿No te gustó?, preguntaba, pero él dijo: He tenido multiorgasmos energéticos. La expulsión del semen es para los que buscan placer en el exterior; contenerse y guardar la energía, hace que uno obtenga sensaciones que no puedes imaginar, pero te enseñaré. La noche llegó, Mercedes rebosaba felicidad. El día entero lo pasó con Humberto, y la dejó dormida. A la mañana siguiente fue al parque deseosa de comenzar la instrucción. Preguntó por Humberto pero nadie había escuchado de él. Al regresar a casa, vio que le habían robado la joyería.

Miriam Adame Ciudad de México El instinto Me repugna el instinto asesino y destructor que se manifiesta en cada momento… ¡Oh… una araña! 62


Gabriela Zavaleta Iguala El vestido Azalea tiene una larga trenza y tres vestidos: el de los domingos, el que tiene puesto y el que estrenará cuando regrese Juan, el marinero, ese, el que le navegó un mayo entre las piernas. Epidemia El terror se hizo colectivo cuando una extraña lepra invadió las calles, las casas, las cosas. La ciudad ardía en fiebre. Mucha gente murió por su angustia de perderlo todo. Anónimo Cuatro de enero y el año empezaba como cualquier otro, todo marcado, estipulado, cotidiano, aburrido, pesado, incoherente; siempre el mismo horario, cansancio fastidio y el tedio de la sociedad. Anónimo terminaba una obra más. Y en la mesa, la alcoba, el patio, la sala, insistía su mujer en la letanía diaria de reproches. Y ese cuatro de enero el fulanito de tal renunció a la universidad, comenzó un largo camino hacia sabe dónde, dejando atrás tiempo, cátedra, etiquetas, reproches, las turgentes tetas. Sin prisas saborea la libertad y una larga charla con la exquisita soledad… en otoño bajo la banca de cualquier parque se cobija con la primera plana de famoso diario. “Eduviges Padermo destapa anonimato y presenta su reciente novela Sorbos de libertad.

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Efrén Camposeco San Cristóbal de las Casas Realidad Sentí un vacío inmenso ante su ausencia, que media vida había perdido. ¿Con quién iba a platicar cada noche, quién me levantaría por las mañana? Mis latidos se adolecían ante la pérdida, el tiempo juntos… no fue lo suficiente, sabía que aun podíamos compartir muchos más momentos, muchas historias, pero alguien me arrebató esa otra parte de mí. Maldito ladrón, devuélveme mi celular. Mi México Camine entre la multitud, una saeta atravesó mi cuerpo, mientras caía mis compañeros se empezaban alarmar. Un periódico días después recordaba la fecha en que un grupo desconocido mataba a maestros que marchaban para erradicar la muerte del país.

Stephanie Barahona Querétaro Mamá Por la noche sentí las suaves manos de mi madre acariciándome el cabello. Ese mismo día en la mañana había enterrado su cuerpo en el jardín. 64


Brenda I. Ortiz Cuernavaca Spectrum: el origen Había buscado la grandeza. Mucho antes de que el mundo fuera cambiado, antes de que la tecnología se volviera en nuestra contra. No estábamos listos para la evolución, para vivir el cambio. Finalmente obtuve lo que deseaba, minutos antes de que decidieran mi muerte, tenía que morir, más bien… transformarme y adaptarme a lo que el mundo me exigía. Suplicar no significa nada en el ego de un niño de doce años, sin embargo, yo era valioso, al menos mi inteligencia era necesaria. Opté por trabajar para los monstruos. Aquellas piezas metálicas me utilizaron hasta que ese pequeño humano se llenó las manos de sangre. Disecciones, experimentos en cuerpos de cualquier tamaño, me convertí en un asesino, y aún no era una máquina. Soy lo peor que le pasó a la humanidad, porque ayudé a destruirla, eso pensaba hasta que el origen apareció. Me sorprendió descubrir que nuestra salvación pudiera recaer en una niña indefensa, porque a mis ojos, ella lucía como eso, una chiquilla frágil. A los pocos días de su encierro en una cápsula llena de agua, mientras se hallaba conectada a un sin fin de tubos, ella renació. Sus ojos grises clamaban destrucción a gritos, el poder que emanaba resultaba difícil de estar cerca de ella, pero resultaba fascinante. La mayor esperanza del planeta, resultaba ser un arma de doble filo. Estaba lista para asesinar a los humanos restantes, los que aún no eran autómatas. Pensé en matarla, pero no lo hice… fui el 65


causante de todo lo que se avecina en el mundo, la dejé libre… porque al mismo tiempo en que no la maté, ella me dejó huir y limpió mi nombre de los asesinatos que había cometido.

Aleqs Garrigóz Guanajuato Anécdota Lo conocí cerca del panteón, él cruzaba la calle con las manos en los bolsillos. Mirando el vaho que salía de su boca, llamó mi atención. En su cara había un chispazo de luz que jugó en sus mejillas y luego se extinguió. Algo me dijo que tal vez era mi hermano perdido, al que había buscado con tanto ahínco. Quise hablarle, tocar esas manos que seguramente estaban enfundadas en guantes también, abrazarlo para que entráramos en calor. Lo seguí varias cuadras. El viento glacial nos cortaba la cara. Entró a una tienda y pidió una botella de whisky. No encontraba el momento para hablarle, ni sabía qué frases tendría que mascullar mi boca. Esperé a que saliera y pasara a mi lado. Lo abracé y lo besé en la boca. Sólo así podía decirle con el alma que lo necesitaba sin siquiera conocerlo. Me aventó sobre la escarcha y me otorgó fuertes puñetazos en la cara, hasta hacerme sangrar. Y me escupió, encarándome con las ofensas más violentas. Mientras se alejaba, supe que yo habría hecho lo mismo. Y me sentí satisfecho, tal vez era de verdad mi hermano. Entonces lo necesité aún más. Y volví a seguirlo. 66


Érick Salgado Iguala Ala izquierda Me senté a leer debajo de un árbol en el que nunca lo había hecho. Estaba tranquilo leyendo una antología de autores rusos, cuando de pronto una mariposa empezó a volar frente a mí. Pensé que me había topado por accidente, que no había notado que yo estaba ahí, pero no se iba. Parecía exigir de vuelta su lugar de recreo. Sus alas comenzaron a revolotear en mi cara, en mi libro, en mis manos. No me dejaba leer. Decidí sujetarla de un ala para asustarla… Mi primer pensamiento no fue sujetarla; pensé que se iría al mirar mi mano acercándose, pero no. Se quedó flotando sobre mi libro y pude tomarla por el ala izquierda. Lo malo es que no dejó de aletear. Se movió tan frenéticamente que el ala se le desprendió. Cayó en el papel convulsionándose con un ala y su cuerpecito parecía un gusano agonizante. Intenté tomar su cuerpo, pero la gordura de mis dedos me lo impidió; sujeté una de sus patas, por accidente, claro está, y la mariposa siguió moviéndose con desesperación hasta conseguir que su pata se desprendiera. Antes de que cayera, la sujeté por el ala restante con mi otra mano. Torpe mariposa, yo sólo quería ayudarla. No aprendió del error de haber perdido su primera ala y repitió el agitado aleteo. Cayó una vez más en la hoja del libro, esta vez sin vida. No pude evitar leer la oración en la que aterrizó: “parece que su muerte estaba escrita desde que nació”.

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Cinco minutos No sintió la caída en el agua debajo del puente ni escuchó el disparo en su cabeza; tampoco vio el arma con que sus raptores habían incrustado, una por semana, las tres balas en cada una de sus piernas, mientras declaraban molestos, sin colgar el teléfono “Dice que no tiene el dinero”; mucho menos vio la casa a la que lo habían llevado en una camioneta que no pudo siquiera mirar, pues lo único que pudo percibir al doblar la esquina de su casa rumbo a la tienda, fue el olor a formol con que el secuestrador había cerrado sus ojos y silenciado su boca, la misma que dos minutos antes había asegurado a sus padres “Regreso en cinco minutos”. Volver a casa Es triste volver a casa y encontrar todo cerrado. Más triste es que ahora sea casa de otras personas, pero lo peor es que te teman, que digan que eres un fantasma y que solo vas para espantarlos.

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Estela Calápiz San Francisco Moss Beach Distillery Manejamos por terregosos caminos desde La Casa de la Playa, bordeando el mar hasta los acantilados cubiertos por la neblina de los escarpados límites del embravecido océano. Al fin un viejo tablón indicaba Moss Beach Distillery, el monumento histórico que durante la prohibición en EUA destilaba para vender en San Francisco. Comimos escuchando música country. Pagamos y bajamos a la pista. Como en las películas del antiguo oeste, en la cantina había botellas antiguas en los entrepaños del gran espejo tras el cantinero. Este atendía a una mujer vestida de rojo mientras veía a la muchacha rubia vestida de flapper azul cerca de los músicos. Un hombre tocaba con maestría el washboard con dos cucharas, armonizando con el grupo: banjo, guitarra, armónica, dobro y fiddle. La música emulaba aquellos días. Pedimos cerveza de la casa mientras comentábamos la delgadez de la mujer de rojo, su cuerpo se alargaba tocando el techo, sus piernas huesudas salían de las aberturas laterales del vestido. Las caras barbudas de los hombres y los cuerpos femeninos bailaban y se esfumaban entre sus ropas; dejé caer el vaso salpicando mi ropa; la mujer de azul vino en mi ayuda; levanté la cara para darle las gracias, los agujeros sin vida de su cara me miraron al tiempo que su mano huesuda me ofreció una servilleta; mi mano se perdió dentro de una gelatinosa bruma al querer tocar a James. Subí al comedor buscándolo. El gerente me dijo: —Señora, usted llegó sola, no debe nada y aquí no hay ningún bar con música. 69


Andrés Galindo Ciudad de México Buenos días, Mariana Llega a casa después de una larga noche de trabajo. Se desviste, se quita la pesada capa de maquillaje, el sudor de las luces de neón; las caricias, los sueños de otros. En la cajita dorada que está sobre el tocador guarda su nombre artístico. Con un gesto de fastidio se abre los pechos para sacarse la silicona. Se mira las cicatrices y piensa pesan mucho pero lo valen, ¿lo valen? Toca su cuerpo; aún está firme; a su edad, todavía está firme; ¿cuánto más aguantará? Los dedos saltan su ombligo y caen sobre la otra cicatriz, la que sí duele; duele y duele hasta el corazón. Se acuerda de la niña muerta; se le atora en la garganta y le sale por los ojos, mar desbordado. Se desgarra la piel, los músculos se ablandan, se quiebran los huesos. Ahí, encerrados detrás de las costillas, están su paz inmaculada, sus pequeñas alegrías, sus propios sueños; la otra niña, la que sí vive, tiritando. Se tiende en la cama y se cobija con los primeros rayos del sol en Ciudad Esperanza. Ruleta rusa Aunque en noches de hastío a Mariana le gusta jugar, nunca jala el gatillo porque prefiere mantener viva la esperanza de que algún día vendrá un dragón a salvarla del príncipe azul que todas las noches la regentea a cambio de protegerla de la policía antiinmigrantes. Quizá sea esta noche.

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José Manuel Ortiz Soto Ciudad de México Microscopio 1 En el Gran Circo de Dios, somos pulgas amaestradas. Salem Una luz tenue ilumina el cuerpo inmóvil de la mujer sobre la cama. A un costado, la cuna del recién nacido. La anciana toma entre sus manos, viejas y ensangrentadas, la tierna manita del infante. ―Bienvenido, Majestad ―inclina la frente. Antes de dormir Homenaje a Silvia Plath

“Sé buen chico y cuida de tus hermanitos”, dijo mamá antes echar llave a la puerta. Ojalá que no se tarde, porque huele mucho a gas y ya me está dando sueño.

Acecho Perro apaleado y callejero, al fin se acercó con el rabo entre las patas. Daba lástima verlo comer con desconfianza: a cada intento de caricia, un gruñido; a cada grito, un paso atrás. Yo difícilmente hubiera podido estar en guardia los años que aún me quedan, y lo eché.

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Casino Arroja los dados y se hace el silencio. Mientras los dos cubitos van girando en cámara lenta por el aire, recuerda que ―por más cargados que están― toda la noche sumaron en su contra. Lo ha perdido todo, ya no le queda nada. Alrededor de la mesa, los hombrecillos de barro hacen mofa de la desnudez de Dios.

Andy Bretón Iguala El mosquito suicida Había una vez un mosquito que volaba y volaba, buscando por doquier dónde saciar su apetito. Hasta que un día el mosquito se dio cuenta que volar y picar gente no tenía sentido. Buscó a alguien a quien molestar después de haber comido, se detuvo en una pared y lleno de sangre esperó que lo aplastaran. La mosquita muerta Volaba una mosquita “panteonera” en busca de un buen lugar para sus larvas abortar, cuando de repente vio un fétido y placentero lugar. Se metió dentro de una mujer desmembrada y con el útero expuesto. La mosquita abortó sus larvas e inmediatamente se dirigió hacia una telaraña para morir a gusto, por supuesto (y así su atroz pecado remendar). 72


Élide Gutiérrez Cuernavaca Cita Perdí mi cita médica y fui al hospital a agendar una nueva. Con lo que me gustan los hospitales. Cuando llegué, animales corrían por aquí y por allá, todo tipo de animales pero por alguna razón no me percaté al instante de eso. Me acerqué a la oveja enfermera que cubría el turno de la mañana y pregunté sobre una cita nueva, ella me dijo que meee acercara a cualquieeer conejo queee viera por ahí brincando, ellos me podían ayudar. ¿Conejo? Me acerqué a uno que estaba ahí, parado, moviendo los bigotes. Me agaché frente a él y le pregunté acerca de agendar una nueva cita. Él meneó el pequeño rabo y me mandó con el zorro de coordinación. ¿Zorro? Cuando llegué a la coordinación el zorro me olfateó. —¿Qué quieres? —preguntó y yo le exigí una nueva cita. —¿Cita amorosa? —me preguntó un oso café que estaba con él y se echó a reír. ¿Oso? Me giré a todas direcciones y sí, había mapaches corriendo en dos patas, gallinas picando el piso, cocodrilos haciendo filas para la medicina, venados tomando pruebas de sangre, focas pesando y midiendo paciente. Me quedé callado y admirando la escena. —Su próxima cita será mañana, ¿le parece bien? ¿Cita?

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La calle La mamá gallina se despertó muy temprano hoy, se alisó las plumas, se empolvó el pico y barrió el nido con alegría. Pero algo no andaba bien. Para esa hora los pollitos ya canturreaban por aquí y por allá. Hoy no. Los buscó y nada, les hizo el llamado de mamá y menos. Salió del gallinero para buscarlos, con el nudo en el cogote y la lágrima apunto de salir. Llegó a la calle principal y allá, al otro lado, en una camioneta negra con vidrios polarizados, estaban dos zorros cargando a los pollitos al automóvil. La gallina comenzó a cacarear por ayuda, pues por los carros le era imposible cruzar. Cuando por fin pudo cruzar, la camioneta, sin placas, arrancó a toda velocidad con los pollitos dentro. La mamá gallina desfalleció en llanto y nosotros aún nos reímos cuando nos preguntan por qué la gallina cruzó la calle. Locura La mujer barbuda había estado siempre enamorada de la mujer araña. Nadie en el circo se había enterado del amor que le tenía hasta que la dama arácnida mencionó durante el almuerzo que “Le gustaban afeitados”. A la mañana siguiente la barba que valía millones yacía en el lavabo del baño comunitario.

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Daniel Zetina Guzmán Jiutepec Únicas y diferentes Unas se peleaban por ver quién era la mejor, otras por quién era la peor o la más diferente, era una algarabía lo que había ahí, casi llegando a los golpes, mientras en la fábrica se seguían produciendo más muñecas en serie. Pesadez Hay un silencio total dentro del salón, algo inusual, el ambiente se siente tenso, casi da escalofríos, miradas fijas apuntando a una sola persona, como si nada le preguntó al profesor si revisaría la tarea que dejó y que nadie hizo. Un mundo maravilloso “Cada día lo mismo, el típico godínez con su único traje todo viejo creyéndose la persona con el mejor trabajo del mundo, cómo odiaría ser él, tan vacío y simplón, luego están esas parejitas que andan paseándose por los mismos lugares, son tan simples que me pregunto qué rayos le vieron, yo ya la hubiera llevado a cientos de lugares interesantes, una chica tan hermosa se merece a alguien tan interesante como yo, luego está ese anuncio que tanto detesto, con sus faltas de ortografía tan obvias, no puedo creer que haya gente tan idiota para no saber escribir una sola palabra bien, ni qué decir de la gente ignorante que me rodea todo el tiempo, no soporto escucharlos hablar de fútbol o de su maldita música corriente que me tiene harto, jamás en su vida llegarán siquiera a comprender mis refinados gustos…” 75


—Ese pobre señor me da lástima, siempre caminando por el centro con su cara larga, tal vez lo regañaba mucho su mamá —dice una pequeña niña mientras ve al vagabundo quejumbroso.

Irma Mejía Cuernavaca Apuntes Borraré del cuaderno de mi vida nuestra historia de amor, ¡te pasaste de la raya! Aventurera La hormiga subió a una hoja que arrastraba el viento y se hizo a la mar en un charco. Vanidad “Nunca imaginé que tener un buen abrigo fuera causa de tanto embrollo”, pensó una gata mientras luchaba por salir del enredo de una madeja de estambre. 76


Josué Ousborne Puente de Ixtla A la primera hora De nuevo la clase de español, en la secundaria, a primera hora. Si la puta desgraciada de la profesora Florencia presumía su maestría en español, que aplicaba con una didáctica autoritaria y basada en la mierda que tenía por cerebro, lo único que yo quería era mostrarle mi pistola y apuntarle en la cien. Si la mataba solo pasaría pocos años en la cárcel, era mejor matarla antes de que sembrara rencores entre la juventud, que solo quería disfrutar de bebidas gaseosas, contar malos chistes y presumir los ligues de adolescentes precoces. Ese mismo día antes de irme a la escuela, por puro ocio comí sal y se me derramó. La mala suerte continuaba pues llegué diez minutos tarde a la clase, había dormido poco. Me dejó entrar al salón solo porque me avergonzó: —Llegando tarde, otra vez. Pero estás en el ciber perdiendo el tiempo sin hacer nada. Holgazán. —No —respondí. Por moral no la golpeé con un gancho al hígado, me contuve. Sentado busqué la manera de entretenerme, agarré un chicle de la mochila. Y de repente exclamó. —¿La tarea de las biografías la trajiste, Josué? —No. —Salte de mi clase, por favor. No tienes nada que hacer aquí —dijo con su voz chillona. —Está bien, profesora —temblaba de miedo cuando le escupí el chicle en la cara y le dije: al rato plática con mi pistola. 77


Noé Vázquez Puebla Celos Sé que ya estoy muerto pero no por eso dejo de sentir celos: del primer estúpido que hubo en tu vida antes de que me conocieras, de los malditos que conoces ahora, de los imbéciles que conocerás después, de los que podrías conocer y no conocerás, siento celos de tus pensamientos en donde sé que ya existe la fantasía de otros hombres. A todos les atribuyo malas intenciones, de aquellos voy recreando con minucia sus vidas contigo, a todos quisiera buscarlos para darles su merecido. Y desde este cofre en donde estoy languideciendo y pudriéndome golpeo para escapar y estar vivo, para poder perseguirte y vigilarte de nuevo. Y cuando mueras también voy a sentir celos al escuchar tus taconeos en las tumbas de al lado, tus meneos con otros muertos. Yo siento celos hasta de la pertinaz y morbosa lluvia que alguna vez mojó tu vestido y volvió transparente tu cuerpo sólo para verlo. Dicen que polvo seremos y ya anticipo la llegada de ese viento maldito y perro que alguna vez acarició tu pelo y levantó tu falda, él vendrá por ti con malas ideas; ya polvo, no quiero imaginar tus devaneos con los elementos; sé que al final te irás con ese viento deplorable, no mientas, no insultes mi inteligencia; lo acompañarás con tus coqueteos, él te apartará de mí, y arrastrará consigo muy lejos el polvo de lo que lo ya eres.

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Sapo Mientras se distraían sus padres que venían de visita a mi lugar de trabajo, Araceli, la hija de dieciséis años de Bruno y Rebeca —que ya eran mis enemigos—, se acercó a mí para confesarme algo: —Dice mi madre que estás hundido —me decía mientras miraba alrededor esperando que nadie nos viera. Agregaba: —Mi padre afirma que fue tu culpa lo del fracaso de la editorial, dice que como escritor estás acabado. Entonces acercaba su cuerpo al mío y con cada confesión vergonzosa me besaba; parecía querer remediar cada injuria de sus padres sellando sus ofensas con sus labios, como queriendo sanarlas. —Dice mi madre que eres un fracasado —y su boca buscaba la mía—. Tal vez quería reivindicarme ante algo, ante alguien. Me besaba una y otra vez para que yo apareciera, para sustentarme, para que el sapo que yo era volviera a ser un príncipe, justo como lo había sido hace tantos años.

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Involuciones Oh, ser un microscópico tz, ser un pskt, ser un blopr, ser un gtsts, ser un blop; ser una pequeña burbuja que se infla de aire caliente como un globo, y luego decirle a todo el mundo que soy un paquete de información; en suma me hago el interesante y me pavoneo, y hasta me llaman hombre y me confunden con un durísimo bloque de sólido granito y ellas se acercan a tocarme para ver si soy de verdad. No me dura mucho el gusto, me voy disminuyendo, me van descartando del mundo, me desinflo en una cadena de vergüenzas y fiascos; me llaman triste blop, vuelve a tu morada de gtsts, no se te olvide que eres un blopr, infeliz pskt, vete al diablo minúsculo tz.

Aída Valdepeña Cuautla Día de pesca Pescas, pero estás tan inmóvil que parece tuyo el miedo del pez. Tu balsa tampoco se mueve, y desde donde yo te observo, también miro el fondo de este lago. Han pasado ya siete peces. Han mordido el anzuelo. Haz podido girarlos a este mundo pero te has detenido ¿Intuyes que si jalas serás tú el que caiga al lago? 80


Mónica Gameros Ciudad de México Cumpleaños, en cuenta regresiva Hace dos mil años, los humanos se gestaban en un tiempo demasiado prolongado, eran la medida de todo. Hoy, extintos, los de la inteligencia artificial, su creación, nos clona en segundos, y en unos cuantos años morimos. Estamos programados con tiempo estratégico. Mientras producimos, respiramos. La vida sigue su curso dicen, la inteligencia artificial se ha convertido en el poder supremo y siempre he cumplido con lo que ordenan sus programas de producción, -a cambio tengo techo, comida, ropa y tiempo libre para ir de cacería al bar-, nadie vive sin casa ni comida; si lo pienso bien esto es la equidad, todos somos clonados, capacitados, empleados, todos morimos a la misma edad y así está bien, es justo dicen, pero no me hago a la idea, mañana cumplo veintinueve años y me queda un año de vida. Cruce de caminos Nos encontramos de frente, ella avejentada con sobrepeso y un cabello casi blanco. La abracé pero no respondió, solo me miraba como si yo no fuera yo. Sonreí y le dije: —Hola, amiga, ¿cuántos hijos sin vernos? —me abrazó fuerte y comenzó a llorar, tanto que el diluvio parecía una ligera brisa, luego me soltó y se fue sin decir palabra. La vi alejarse, muda, con sus ojos apagados. No pude evitarlo, lloré mientras la perdí de vista. Recordé su risa, su forma de sostener el cigarro, sus labios rojos y su ropa a la moda. Extrañé su alegre forma de decirme que pensaba demasiado. 81


Danae De Negri Cuernavaca El cumpleaños Aguda y presurosa, pretende recibir los años nuevos. Se ha despojado de viejos siniestros, de temblores en el alma y de aguaceros en los ojos. Se viste de rosa adolescente y se peina con vaselina en la que resbalan la culpa y el pasado prejuicioso. Abrocha el sujetador y se levanta las formas de mujer madura, en su punto. Corrige la postura y se mira en el espejo, inquieta y asombrada: han pasado los años y con ella toda su vida, así, sin pena ni gloria; sin certezas que alumbren ni guardias que la protejan. Los años son sabios, por algo la visitan y le susurran al oído periódicamente: —¡Anda y ve! ¡Festeja, que de esta fiesta nadie te salva! Desconocidos Sus ojos machos la taladraron con desfachatez. Entró en ella de norte a sur, de este a oeste; de nariz a pies, de mentón a corazón. Relamió con la vista la línea curva, casi perfecta, de sus labios palo de rosa. Regresó y la confrontó: ojos a ojos, en un cerrar y abrir. La noqueó con la mirada y salió del súper sin decir media palabra, abandonándola a su suerte; al fin y al cabo, ni se conocían.

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Alejandro Aparicio Morales Oaxaca Lain Vamos hacer el amor estilo urbanero: con música de claxon. Bajé la palanca después de usar Los escritores olemos diferente: a letras, letrinas. Brujería mexicana Me pasé toda la noche buscando tornillos en mi cama. Sólo encontré los agujeros. Ray ban Para Ángel González

No fue un sueño lo vi un ciego me miraba. Cc Si de sal es el mar, esta sal es de amar.

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María Dolores Bolívar Enemigo pequeño Una mudanza de urgencia me llevó a la casa prestada, en Ensenada. Me sedujeron sus ventanales al Pacífico, aunque carecía de luz y agua. De vecino acampaba en su tráiler un profesor estadounidense que ofreció acceso a su colector de agua y una planta de luz, en caso de emergencia. Prescindir de electricidad me pareció nada y acepté dos cubos diarios para el aseo y la cocina, que pronto fueron dos por mes, con la bañada en casa de quien fuera y la comida en locales y puestos de La Ruiz. Un palo de árbol y una pistola obraban de arsenal defensivo. Al caer la primera noche, el intruso dio la cara. Su castañeteo brevísimo me sacó del sueño. Las flamas de las pavesas gastadas —coloqué siete veladoras sobre un plato de cobre para paliar la oscuridad— lo agigantaban. Iba lento, sus ocho patas palpando la pared, con el aguijón erecto, a punto del ataque. Con palo y revolver bajo la cama me sentí estúpida. ¿Cómo lidiar con semejante enemigo, cuya sola presencia casi me llevó al síncope? Obviaré los detalles del chanclazo que acabó con el primer intruso. Llegaron otros. El fumigador aseguró que los escorpiones de Baja California (Centruroides sculpturatus) no matan, como los güeros (Centruroides suffussus) de Durango o Guanajuato. Jamás lo comprobé. Alacranes y yo marcamos distancia. De noche, vigilaba sus rutas de caza. De día, el cese al fuego nos dejaba dormir, a pierna suelta, entre libros. Quien dijo que nunca es pequeño el enemigo, se equivocó. Quizás los alacranes reivindiquen a quienes lo son, y dignos, alertando en cambio contra quienes reducen su talla a dentelladas y actos bajos, por pura mediocridad. 84


Pablo MendozA Jiutepec Paradoja del sueño Inevitablemente, todas las noches Pegaso se enfrentaba al mismo dilema con matiz de insomnio: ¿Dónde dormir, en el nido o en el establo? Omelette Fénix Apegado a leyenda, la mítica ave de fino plumaje, se inmoló resultando en un ardiente huevo sobre montón de ceniza. Esa tarde hubo recolección y por la mañana se pudo leer en el menú “Omelette Fénix $120 pesos, incluye café, jugo y fruta picada”. Taxidermia “Plácidamente, el ultimo unicornio pastaba por el ancestral y silencioso bosque”, escribía el curtido trampero en su diario, mientras el taxidermista preparaba la celestial testa. Prisión El jaguar salto de mi imaginación, furioso por su cautiverio, me dirigió una mirada de odio felino, gruñó, para después hacerse uno con la oscuridad del rincón más menos más inexpugnable de mi habitación.

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Lucero García Flores Ciudad de México De la guerra Todas las palabras se azotaron contra el suelo. Quedaron los añicos de las letras. Patas de as, restos de emes, tildes lánguidas y acentos perdidos. Sílabas huérfanas. Un triste escenario de posguerra literaria. Las páginas llenas de sangre vocal y consonante. Y luego solo el entintado silencio, después del trepidar del aire y la caída. El vacío del papel sobre la mesa. La vela que se apaga, despidiendo a los muertos. De la arena Cual gladiadores romanos, los editores (decíanse independientes) peleaban por su vida, es decir, por publicar la obra del autor con más renombre, el más laureado, aquel cuyo apellido solo diera suficiente peso al sello que representaban. Sin importar las artimañas y ardides que pusieran en marcha, sin importar la crueldad de sus modos, la amargura de sus palabras y el malvado alcance de sus técnicas de combate, los editores estaban decididos a quedarse con el motín. Los autores observaban, desde las alturas, a las hienas de allá abajo. Su mano se alzaba, a la vista de todos, la mano entonces de César luminoso, y el dedo pulgar que se dirigía al cielo o a la tierra determinaba su destino. Poco a poco, los editores independientes fueron pereciendo. La arena quedó sola, llena de papeles y palabras ensangrentándolo todo. Los autores, satisfechos, continuaron publicando con los editores de casas más grandes y prestigiosas, pues, aunque les generaban tan sólo y a veces una bicoca, no era tan divertido matarlos en el Coliseo: cobardes por naturaleza, preferían el cómodo placer de la sombra. 86


Paolo García Juitepec Patrulla 33 Patean sus canas, ¿dónde está Domingo? Se acuerda que fue pa la otra calle pero o les dice. Más patadas, ¿dónde…? El golpe rebota en su cráneo y cruje, ¿o fue una arruga? Le llueven golpes que lo empapan de convulsiones y piensa ¿Domingo, cuando mi pá me dio leche de perra y sopa de cebolla en un trapo?

Yobany García Medina Tepotzotlán Desempleado Cada noche, casi como una necesidad, aquel hombre le relataba un cuento a su hijo. Sin embargo, esa noche el niño replicó enfurecido “¡Los cerdos no hablan!” Al escuchar, el cambió la historia de inmediato, ahora él y su trabajo eran los protagonistas. Consumismo Se busca poeta para proyecto experimental. Traer currículo elaborado y dos recomendaciones. Absténganse petrarquistas. 87


Héctor Sánchez Tepic Gusanos Desperté de madrugada con la certeza de haber muerto. No es que haya muerto durante la madrugada, sino que he muerto de a poco durante los últimos seis meses. El tufo a carne descompuesta me arrancó de un sueño plácido, carente de imágenes y sonidos, algo parecido a lo que espero sea la paz del sepulcro. Empecé a morir cuando mi estómago se detuvo. El fuego digestivo de otros tiempos se apagó, y a falta de nutrientes que fecundaran mi ánimo, comencé a pudrirme, de adentro hacia afuera. Hoy todo es un triste rechinar de tendones y articulaciones. Mis huesos han sido carcomidos a tal grado por un bicho de apetito voraz —que disfruta comer donde antes defecó—, que la sola acción de levantar mi cuerpo del lecho es un aderezo para mi existencia, si a esto puedo llamar existencia. Lo difícil de este despertar, es saber que tú lo notaste antes que yo. Conocías mi enfermedad y decidiste permanecer a mi lado. Te agradó la idea de pernoctar con un hombre en vías de defunción. Lo mejor para ti habría sido marcharte, dejar al costal de carroña marinándose en su propia pus. Es por esta incapacidad tuya de desechar lo que no sirve, que he tomado la decisión de irme. Decenas de gusanos empiezan a abandonar mi cuerpo, lo noté mientras estaba sentado sobre el colchón, frente al espejo. Descendían por mis pómulos luego de abandonar las cuencas de mis ojos e iban a estrellarse contra las 88


sábanas, plegaban sus cuerpos sobre sí mismos, permanecían un momento adormilados, coleteaban y después iniciaban una débil marcha. Asegúrate de higienizar la cama, por tu seguridad. Mientras terminaba esta nota los gusanos empezaban a reptar sobre tu espalda.

José Miguel Félix Osuna Mazatlán Arma corta Siente disparos, dos le hirieron la pierna, tres la costilla izquierda. Otro de los impactos provocó la ruptura de la arteria gástrica izquierda, dañando aún más el tronco celíaco, induciendo una hemorragia externa, seguida de un choque hipovolémico. El hombre gasta su penúltima bala en el muslo derecho y la última la inserta en el cráneo, arrebatándole su miserable y penosa vida. El cuerpo se levanta de la futura escena del crimen y tienen apuntándole con una Colt 1911, comprada en una armería ilegal de su barrio. Ahora son gritos y amenazas. Discusiones y malentendidos. Antes de la primera advertencia, la persona del arma corta se da cuenta que la otra lo traicionó por un fraude, obligándolo a robar dinero de su cuenta bancaria. Le debía dinero al mercado negro, culpa de grandes cantidades de cocaína y anfetaminas. Los casquillos de las balas de nueve milímetros salen del cuerpo herido y regresan al cartucho. Las balas escupidas vuelven al punto de recarga y mientras el cañón está en la frente de la víctima una voz en su interior le grita “Dispara”. 89


El Callejรณn del Libro es una espacio de resistencia cultural en el Centro de Cuernavaca, donde encontrarรกs libros, discos, buena plรกtica, ofertas, bibliofilia. Todos los sรกbados y domingos de 10 a 18 horas A las 16 horas el Foro de la Banqueta ofrece un espacio para el arte y la literatura de lo mรกs diverso


MEDIOS AFINES Esta sección publicará espacios que hay en el orbe para la minificción. Incluirá editoriales que publican libros, antologías y otros productos con textos mínimos, revistas culturales y académicas, blogs, círculos de lectores, librerías físicas o virtuales, foros de debate, canales de youtube, clubes, cuentas de twitter, antologías virtuales, tendencia en novelistik, bases de datos, periódicos, gacetas, autores, incluso premios. La participación es abierta, los textos serán de hasta trecientas palabras. Por ser el primer número solo pondremos dos referencias, la primera a la página web de Ficticia Librería y la segunda el blog personal de Alfonso Pedraza, la antología virtual Minificciones publicadas en la revista de Edmundo Valadés El Cuento (no es sitio oficial de la rerista): Ficticia Librería http://www.ficticia.com/libreria/ Minificciones en El Cuento https://minisdelcuento.wordpress.com/tag/mexico/page/2/

Esperamos su colaboraciones.

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Editada en Querétaro, México entre mayo y julio de 2016 con las tipografías Minion Pro en interiores y Destain en título. Este número no fue impreso, solo se promovió en la web. Alabada sea la brevedad


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