BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “MANUEL ÁVILA CAMACHO” Licenciatura en educación preescolar Cuarto semestre Alumna: Danna Gabriela Jaime Flores
ESTUDIO DE CASO Es una herramienta de investigación y una técnica de aprendizaje que puede ser aplicado en cualquier área de conocimiento. El objetivo fundamental de los estudios de caso es conocer y comprender la particularidad de una situación para distinguir cómo funcionan las partes y las relaciones con el todo. Los objetivos de un estudio de caso se pueden clasificar en: • • •
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Objetivos exploratorios: cuyos resultados son usados para formular una pregunta para iniciar una investigación, Objetivos descriptivos: ayudan a describir y comprender mejor un caso en particular, Objetivos explicativos: orientan para facilitar la interpretación del caso. Los estudios de caso se caracterizan por ser: Particularista: estudia intensiva y profundamente un fenómeno. Descriptivo: diferencia las partes que componen el todo. Heurístico: crea nuevos significados para ampliar las experiencias. Inductivo: descubre relaciones y genera hipótesis.
ABEJAS NATIVAS EN MÉXICO: LA IMPORTANCIA DE SU CONSERVACIÓN Asociamos inmediatamente la palabra abeja a un insecto marrón, con bandas oscuras en el abdomen, que produce miel y se defiende utilizan-do un aguijón. Tal definición se apega perfectamente a una sola especie: la llamada abeja melífera (Apis melífera) que, con sus diversas razas, es la abeja más utilizada por nuestros productores de miel, polen, propóleo, jalea real, y que también destaca por sus inapreciables servicios en la polinización de cultivos. ABEJAS y DIVERSIDAD EN MÉXICO Es conveniente aclarar que la abeja melífera no es originaria del continente americano, sino del Viejo Mundo y fue introducida por los colonizadores europeos. Además de esta especie, en nuestro país tenemos, unas 2000 más que, por ser originarias de este continente, las denominamos abejas nativas; la mayor parte de las cuales son solitarias, es decir, no viven en colonias con una reina y sus obreras, como la abeja melífera. Sin embargo, algunas de ellas son altamente sociales; son conocidas como abejas sin aguijón (o Meliponinos), ya que –curiosamente– ca-recen de él y viven en las zonas tropicales del país. En las regiones templadas de México viven los abejorros con un nivel de asocialidad* menos complejo. Las abejas son parte de un grupo grande de insectos –que incluye
avispas y hormigas– perteneciente al orden de los Himenópteros, caracterizados por tener un par de alas membranosas. Se piensa que las abejas evolucionaron de antepasados tipo avis-paz, y cambiaron sus hábitos alimenticios, dejando la cacería de presas para alimentar a sus crías, como lo hacen las avispas modernas, por el consumo de proteínas vegetales provenientes del polen de las ores. Por ello se cree que los primeros especímenes que evolucionaron hasta llegar a ser abejas deben haber surgido casi al mismo tiempo que aparecieron las peri-meras plantas con ores, hace poco más de 70 millo-mes de años. Las características que comparten todas las abe-gas y permiten reconocerlas como parte del grupo de los Aroidea, son las estructuras que utilizan para colectar recursos de las plantas (excepto las parásitas), consistentes en un buche, en el cual transportan el néctar, y otras que se encuentran en las patas o el abdomen, útiles para acarrear polen. Otra característica propia de las abejas son los pelos que cubren su cuerpo, los cuales son plumosos o radicados, lo que facilita la adhesión de los granos de polen. ABEJAS Y PLANTAS, RELACIÓN CLAVE PARA LA BIODIVERSIDAD La visita de las abejas a las ores para obtener alimento detonó procesos de coevolución que derivaron en el desarrollo de estructuras cada vez más especializadas para obtener y transportar los recursos de las plantas, pero, al mismo tiempo, las plantas comenzaron a depender de las abejas como vehículo para asegurar su reproducción. La polinización cruzada promueve la diversidad genética y, en algunas especies de plantas, es necesaria para la producción de frutos y semillas. Dado que las plantas carecen de medios para movilizarse, como lo hacen los animales, las abejas sirven a las ores como el vehículo para el transporte del polen. De esta forma, las abejas se han convertido en los principales polinizadores de muchas plantas, asocia-cien que se conoce como melitofilia y, en casos como el de las orquídeas, es tan especializada que la planta es polinizada por sólo una o pocas especies de abejas. De esta forma, la interrelación planta-abeja promete-ve la diversidad en los ecosistemas y es fácil abre-ciar que, si las poblaciones de abejas se reducen, las octubre 2010» CIENCIA Y DESARROLLO 11plantas que dependen de ellas tendrán disculpad para reproducirse y, en algunos casos tal vez, no puedan hacerlo. ABEJAS NATIVAS Y CULTURAS AUTÓCTONAS, UN VÍNCULO ANCESTRAL Antes de la llegada de los colonizadores europeos, en nuestro país las civilizaciones indígenas conocían y cultivaban varias especies de Meliponinos, representadas en nuestro país con cerca de 40 especies. Las especies más explotadas para producción de miel y ceras por los pueblos indígenas son Me lipona bee-cheii, en el área maya, y Scaptotrigona mexicana en el área nahua. El cultivo de ambas especies fue muy intenso en el pasado, pues la miel era muy apreciada como elemento de comercio entre las civilizaciones mesoamericanas, de tal manera que existían dioses guardianes y protectores de estas abejas como Ah-Mucen-cab, entre los mayas, cuya imagen aún se puede apreciar en las edificaciones de Tulum, así como en escenas del Códice Matritense. Ambas especies sin aguijón siguen siendo manejadas, pero han sido ampliamente desplazadas por la abeja melífera, que tiene mayor producción de miel y un mercado bien posicionado. Afortunadamente, en las últimas dos décadas ha surgido un nuevo interés en las abe-gas sin aguijón, no sólo como objeto de estudio, sino también como polinizadores, y por las propiedades medicinales que se atribuye a las mieles de algunas de estas especies, por lo cual han sido usadas en la farmacopea indígena desde tiempos remotos.
ABEJAS NATIVAS, FUENTE DE RIQUEZA Los benecitos del manejo de las abejas nativas en México son muchos y su uso en la polinización de cultivos agrícolas puede tener gran impacto enconó-mico. En Europa y Estados Unidos, la industria de la producción de abejas como polinizadores genera va-ríos cientos de millones de dólares, tanto en el ámbito local como por su exportación a otros países. En Latinoamérica se tiene evidencia de que las abejas nativas son mejores polinizadores de los cultivos con los cuales coevolucionaron, tal es el caso de tomates, chiles, pimientos, aguacates y calabazas, entre otros. En México, el uso de invernaderos para cultivar hortalizas y frutales ha tenido un rápido crecimiento en los últimos 10 años, y la derrama económica de esta actividad es de varios cientos de millones de pe-sus; ahora bien, muchos de estos cultivos requieren de polinizadores especializados para una adecuada producción de frutos, como las abejas con la capacidad de vibrar para extraer el polen de las flores. No obstante, en la actualidad, los polinizadores más utilizados dentro de los invernaderos son abejorros traídos de otros países. Esto conlleva el riesgo de su potencial estable-cimiento y la posibilidad de convertirse en competí-dores capaces de desplazar a las abejas nativas, como ya ha sucedido en otros países, además de la introducción de enfermedades. En este sentido, el uso de especies de abejas nativas representa una estrategia segura, que evita problemas ecológicos y permitiría la protección de las especies nativas. Entre las abejas sin aguijón, cuya ciencia para la polinización en invernaderos ha sido probada en México, está Nannotrigona perilampoides, pobladora de las regiones tropicales de nuestro país, y entre los abejorros –también nativos–, destaca la especie Bombus ephippiatus, originaria de las montañas y serranías del centro y sur de México; pero, además, existen otras abejas, cuya biología y eficiencia no han sido estudiadas en relación con el proceso de polinización; por ejemplo, se ha confirmado que los cultivos de tomate al aire libre se benefician hasta en 20% de la polinización proveniente, principalmente, de abejas solitarias de los géneros Exomalopsis y Au-gochloropsis. AMENAZAS E IMPLICACIONES En México, los bosques y selvas están siendo objeto de una intensa deforestación, con la apertura de nuevas zonas para la agricultura, ganadería y gran-des proyectos inmobiliarios o turísticos, cuya urbanización es acelerada, lo cual destruye los sitios de anidación y alimentación de muchas abejas nativas. Otra amenaza está presente a través del uso de insecticidas –muchos de ellos ya prohibidos en otros países, que se usan de manera intensiva y casi siempre sin control. En Europa y Estados Unidos, se ha visto que la excesiva aplicación de pesticidas y la deforestación asociada a los grandes monocultivos ha causado la desaparición de sus especies nativas de abejas, ocasionando una crisis por falta de polinizadores, a tal grado que en casos extremos se ven en la necesidad de polinizar los cultivos a mano, incrementando así los costos y reduciendo la ciencia en la producción de frutos. En México, se ha estimado que, al menos 85% de los cultivos que la población utiliza para su alimentación o con algún otro propósito, requieren ser polinizados para su adecuada productividad, aunque lamentablemente, no se ha medido el efecto que la deforestación extensiva y la urbanización han tenido sobre las poblaciones de abejas nativas y, en consecuencia, sobre la producción agrícola. Sin embargo, varias especies de abejas ya se reportan en riesgo de desaparición, como ocurre con Melipona beecheii, M. yucatanica y Bombus medius.
CONCLUSIÓN y RETOS La demanda de producción de alimentos a nivel mundial se incrementa constantemente. Una estrategia para nuestro país es conservar las abejas nativas, cuya actividad como polinizadores es clave en la producción agropecuaria; por ello, investigar y preservar nuestras especies es una estrategia básica para la seguridad alimentaria, pues una disminución severa de sus poblaciones o, en caso extremo, su desaparición, impactaría gravemente la productividad de cultivos, lo que representa un riesgo económico a corto y mediano plazos, no sólo por el riesgo de vernos dependiendo de la importación de productos que históricamente han estado presentes en nuestro territorio, sino incluso, por reducirse aún más las fuentes que sostienen el campo mexicano. Estamos inmersos en un proceso ecológico que debemos preservar, pues el futuro de la producción de cultivos y de miel mexicana dependerá, en última instancia, de la salud de los ecosistemas en los cuales se desarrollen nuestras abejas.