Jeremy Hackett LIFE�STYLE
EL HORI
NTE DE U ZO
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El músico californiano ha redefino el concepto de estrella de rock del siglo XXI gracias a sus discos con ecos de leyenda, a giras multitudinarias por todo el mundo y a una actitud comprometida con la realidad social que nos ha tocado vivir
TEXTO DAVID MOREU
ESTREL NA
ALGUNOS ARTISTAS TIENEN la capacidad de aparecer en el momento adecuado, de poner patas arriba la escena alternativa gracias a una colección de buenas canciones y de dar el salto al estrellato con sus señas de identidad prácticamente intactas. Puede que el caso de Ben Harper sea uno de los más emblemáticos del panorama actual porque, después de dos décadas de trabajo a contracorriente, ha logrado lo que para muchos es un sueño inalcanzable: el respeto incondicional de sus compañeros de profesión y el apoyo unánime de la prensa especializada, además de haber ganado tres premios Grammy. Hemos hablado con el famoso cantante después de una sesión de fotos en Los Ángeles para descubrir los secretos de su carrera y conocer a la persona que se esconde detrás sus letras más reivindicativas.
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LIFE�STYLE Ben Harper
Ben Harper LIFE�STYLE
Naciste en California en 1969, el mismo año en que se celebró el festival de Woodstock y se estrenó la película Easy Rider. ¿Cómo viviste el ambiente contracultural de la década de los setenta? Crecer en California en los años setenta fue increíble porque presenciamos el nacimiento de muchas cosas que cobraron especial relevancia, desde la música punk hasta el skate, pasando por el Black Power, el movimiento afro y el surf. Es cierto que la gente ya cogía olas en Hawái hace dos siglos, pero, de repente, esta cultura pasó a ser algo habitual. Lo mismo sucedió con el skate, que entonces acaparó la atención de todo el mundo como nunca antes había sucedido y California se transformó en una especie de meca de este deporte. Era asombroso ser un chaval y ver como todas esas cosas sucedían a mi alrededor. Mis padres formaban parte de ese ambiente y era genial escuchar sus conversaciones. A la hora de la cena, la mesa de mi casa se convertía en un lugar fascinante donde se debatían temas sociopolíticos y allí sentado aprendí tanto o más que en el colegio.
surdo pensar en lo que sucederá dentro de 20 años, pero el hecho de que me llevara dos décadas hacer un trabajo como Get Up! con Charlie Musselwhite significa que aún estoy en el camino. Creo que cuando tenga 60 o 70 años seré capaz de contestar mejor a esta pregunta porque entonces ya habrá algún tipo de estilo. Ahora estoy creciendo, aunque puede que la gran variedad de géneros sea lo que conforma un estilo.
Tu pasión por la música empezó en The Folk Music Center and Museum, la tienda que regentaban tus abuelos. ¿Qué recuerdos tienes de aquel lugar? Recuerdo estar siempre rodeado de instrumentos y ver los personajes únicos que pasaban cada día por la tienda. Eso me marcó mucho y me ha hecho ser como soy actualmente. Ese lugar no fue solamente una buena escuela de música, sino que también representó una manera de descubrir el activismo social, de despertar mi concienciación política, de aficionarme a la poesía y de abrirme a muchos ideales que surgieron en aquella época. Creo que ahora la gente ha empezado a darlo por sentado, pero en los años setenta esas ideas eran radicales, como el respeto por el medioambiente y la oposición a la energía nuclear para cambiar el mundo.
He leído que sueles llevar una libreta para anotar ideas de canciones sobre la marcha y supongo que estas deben surgir en los lugares más pintorescos… ¡Surgen en los lugares más inverosímiles! He escrito muchas canciones en la parte trasera de esas bolsas que ponen en los aviones para vomitar y he tenido ideas simplemente andando por la calle en cualquier lugar. También en la ducha y entonces tengo que salir dejando el suelo mojado y hecho un desastre, solo para escribir la letra. A lo largo de mi carrera he encontrado tres maneras distintas de componer. La primera consiste en que la letra y la música aparezcan al mismo tiempo y eso es una gozada para alguien tan vago como yo. Simplemente te lo encuentras. La segunda forma es crear a partir de las ideas que te van surgiendo poco a poco y se trata de poner las piezas en orden. La última consiste en colaborar con otra gente e ir pasando el material de uno al otro hasta que la canción está terminada.
En aquellos días, el skate también pasó a ser una parte muy importante de tu vida. ¿Qué te atrae de este deporte y de la cultura que lo rodea? De la misma manera que supe que quería que el blues me acompañara el resto de mi vida cuando lo escuché por primera vez, también tuve esa sensación al descubrir el skate. Era el mismo tipo de conexión y, aunque cada persona puede sentirla de una manera distinta, todos compartimos ese sentimiento tan puro que no nos deja otra alternativa, más que formar parte de ello. Vaya donde vaya, siempre tengo cerca una tabla de skate. ¿Crees que tu carrera podría definirse como un viaje por las raíces de la música popular norteamericana? ¿Cómo describiría mi carrera basándome en los estilos? Creo que esto es complicado para alguien que aún está definiendo su propio estilo. Es un proceso. Sé que es ab104
No sé si el góspel te marcó de alguna manera especial siendo joven, pero tus canciones tienen una parte muy espiritual… Déjame pensar… diría que soy una persona espiritual de un modo que requiere mirarse honestamente en el espejo de vez en cuando. Soy espiritual de un modo que requiere crecer un poco cada día y dar a la gente sin esperar nada a cambio. Esto implica alcanzar los retos por uno mismo y de diferentes formas. Encontrar lugares donde existe el alma también es espiritualidad, ya sea en una canción, en un truco de skate o en el océano. Para mi se trata de una práctica.
La mayor parte del año estás de gira alrededor del mundo, pero ¿qué es lo que más disfrutas de estos viajes y qué lugares te han gustado especialmente? Los lugares más asombrosos que he visitado son también los más insospechados, porque me gusta ir a sitios fabulosos y entonces buscar su parte más mundana. Para mí no se
trata tanto del sitio o del monumento famoso, sino de la experiencia que vives mientras estás allí. Algunos de los mejores momentos que he pasado en Europa han sido en el barrio de Gràcia de Barcelona porque me hace sentir como en casa. Además, hay un bar cubano que es el mejor del mundo y me mudaría a esa ciudad solo por ese sitio. Si miras tu carrera en perspectiva, ¿qué ha cambiado y qué permanece igual en el artista que grabó Welcome to the Cruel World en 1994? Lo que permanece igual es mi devoción por la guitarra slide y lo que ha cambiado es que he tenido la oportunidad de tocar con dos miembros de los Beatles, Ringo y Paul. Esto no puede ser normal. Por supuesto que echo de menos ciertas cosas de aquella época, porque nada es tan puro como en los inicios. Aunque tienes que luchar como un maldito vikingo para permanecer íntegro en este negocio. Siempre crees que puedes lograrlo de manera natural, pero si me hubiera dejado llevar, habría hecho muchos enemigos. Me refiero a que debes tener un mecanismo de defensa para permanecer íntegro. Eso significa estrechar la mano de alguien que no quieres ver o sonreírle a la cara hasta que te entran ganas de llorar porque no te apetece sonreír. Es más sencillo aislarte o desaparecer del mapa antes que permanecer honesto con tu arte. Si decides que quieres estar en el punto de mira de la gente y, al mismo tiempo, ser un artista íntegro, eso es una batalla que no todo el mundo puede afrontar. Para terminar la entrevista, ¿podrías explicarnos cómo surgió tu afición por el surf? Jack Johnson me enseñó a hacer surf en la época en que edité el disco Diamonds on the Inside, creo que fue en el 2003. Jack y los hermanos Malloy me lanzaron al agua en Australia y logré coger unas cuantas olas. Aunque mi mejor experiencia practicando surf fue cuando Dave Kalama, compañero de aventuras de Laird Hamilton, me enseñó a coger olas gigantes. Eso fue impresionante y creo que el hecho de que te remolquen hasta esas olas enormes es mi punto álgido como surfista. Lo que diferencia este deporte del skate y del snowboard es la paciencia y la tranquilidad que sientes mientras esperas el momento adecuado, además de no saber qué sucederá. Hay algo asombroso en el hecho de perseguir las corrientes y eso hace que sea único.
“SOY ESPIRITUAL DE UN MODO QUE REQUIERE CRECER UN POCO CADA DÍA Y DAR A LA GENTE SIN ESPERAR NADA A CAMBIO” 105