Irene Villalva

Irene Villalva Miradas cartográficas

¿Cuántas veces hemos soñado en desplegar un viejo mapa, colgarlo en la pared y poner chinchetas en los lugares remotos que nos gustaría visitar? Curiosamente, este gesto tan habitual en novelas y películas se ha convertido en una de las mayores reivindicaciones de libertad que existen en el contexto de pandemia actual. Aunque los viajes tardarán en recuperar el esplendor de antaño, todavía hay artistas que tienen la habilidad de transformar la incertidumbre en un rayo de esperanza. En los últimos meses, la ilustradora Irene Villalba se ha embarcado en un ambicioso proyecto que consiste en recuperar mapas antiguos y periódicos añejos para que sean el soporte de sus retratos de personajes anónimos que encierran historias fabulosas en sus miradas. Un viaje personal y cartográfico que nos demuestra que no existen caminos preconcebidos y que las decisiones más arriesgadas pueden ser la clave de la felicidad. Porque la única certeza es que hay tantos futuros como mapas impresos.

Texto: David Moreu / Instagram de la artista: https://www.instagram.com/ivillalva.lan/

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Te propongo remontarnos a los inicios de esta historia tan marcada por la ilustración y los mapas. ¿Podrías contarnos de dónde eres, cuál es tu background y cuándo descubriste el arte?

Nací cerca de Barcelona, pero nos mudamos a Murgia, un pueblo al lado de Vitoria, cuando era pequeña. Así que podría decirse que soy alavesa. Como nos pasa a muchos, llevo dibujando desde que tengo uso de razón. Mis padres me apuntaban a clases extraescolares de dibujo o pintura. Sin embargo, el arte no se potencia mucho en el actual sistema educativo, por este motivo fui dejándolo apartado a medida que crecía y surgían las primeras grandes cuestiones en la vida del estudiante: ¿Letras o ciencias? Había descar-

tado hacer algo artístico, pero seguía sin tener claro a qué quería dedicarme, así que me limitaba a elegir las opciones que menos “puertas cerrasen”. Acabé estudiando psicología, hice un máster y traté de sacarme unas oposiciones. A medida que terminaba los estudios fui redescubriendo el arte, pero siempre como algo secundario, como una vía de escape. Cuando algo no te llena del todo, estás en una búsqueda constante. Tuve la suerte de rencontrarme con esa afición y sentir que era a lo que me quería dedicar.

Entonces decidiste tomarte un tiempo después de las oposiciones y apostar por tu carrera artística. ¿Cómo fue esta decisión? Psicología y arte son buenos compañeros de viaje.

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Preparar las oposiciones fue el punto de inflexión que me llevó a decidir apostar por el dibujo.

Durante un año traté de conseguir un puesto fijo que, como diría mi abuelo, llenase la despensa, y así poder dedicar tiempo a lo que me apasionaba. Para nadie es fácil preparar unas oposiciones, pero cada día que pasaba estudiando lo sentía como que iba en la dirección equivocada. Por este motivo, antes de presentarme al último examen, ya me había matriculado en la escuela de arte. Tengo la sensación de que tomar esa decisión era el paso lógico que debía dar. Dejar a un lado lo que había estudiado para apostar por el arte es una de las decisiones más acertadas que he tomado. En casa costó más

que lo asimilaran, pero enseguida me apoyaron al ver lo feliz que estaba formándome como ilustradora. Puede que sean buenos compañeros de viaje, no quiero pensar que haber estudiado psicología no me haya servido para nada. De hecho, si algo creo que aporta una carrera, más que los conocimientos, es una visión y una forma de posicionarte en el mundo.

Eso está ahí y de alguna manera también se reflejará en mi obra.

Mucha gente afirma que el arte no puede enseñarse en una clase porque es algo innato. ¿Cómo ha sido tu experiencia en la Escuela IDarte y qué cosas te han ser vido para iniciar tu carrera?

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Ha sido más duro de lo que esperaba. Pasar de dibujar por hobby a intentar hacerlo de manera profesional es mucho más complicado de lo que creía.

Yo solo veía el lado bueno de dibujar porque lo hacía cómo y cuándo me apetecía. Pero en la escuela me he dado cuenta del trabajo que hay detrás de cada ilustración, de cada boceto y también de lo importante que es tener algo que decir. He aprendido muchísimo sobre técnicas y materiales que desconocía.

Incluso lo más simple, como qué tipo de papel usar.

En definitiva, me ha dado una perspectiva más realista de lo que significa dedicarse al mundo del arte. Y, sobre todo, he aprendido que no sirve de nada tener grandes habilidades si no hay un hábito de trabajo ni

una constancia en el día a día… un aspecto que, por cierto, debo seguir trabajando más. ¿Qué te llevó a embarcarte en el proyecto Miradas cartográficas? Supongo que es un reto encontrar mapas antiguos y periódicos añejos donde dibujar y dejar volar la imaginación.

El proyecto surgió de forma natural. Básicamente empecé dibujando sobre periódicos, cartas y mapas antiguos que encontraba en casa. Había visto dibujos en acuarela sobre páginas de libros y me llamaba mucho la atención, así que trataba de imitarlo.

Luego descubrí a Juan Francisco Casas, aluciné con lo que hacía con un bolígrafo Bic y me tomé como un reto fusionar los dos conceptos. Miradas cartográfi-

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cas es el resultado de muchas horas de trabajo y muchos intentos fallidos. En la serie se ve una evolución desde los primeros dibujos hasta los más recientes y todavía sigo perfeccionando la técnica. Es un reto encontrar documentos antiguos que, por una parte, no sean excesivamente caros y, por otra, no tengan valor de coleccionista. Trato de conseguirlos en librerías de segunda mano o en mercadillos, pero es complicado.

El proyecto está basado en retratos de personas mayores. ¿Cómo es el proceso de documentación y qué vinculación tienen con el mapa? En este caso es evidente el dicho de que “la arruga es bella”.

Así es, la arruga es bella y diría que incluso es un manifiesto de lo vivido. Me gusta pensar que cuentan las experiencias de una persona. Por este motivo, la mayoría de las veces me decanto por retratar a gente mayor. Aunque, al buscar fotografías, siempre me centro en la mirada. El poder de la mirada para contar lo más profundo de una persona me parece innegable porque consigue que el espectador empatice con el retrato que tiene en frente y se pregunte quién será, qué le pasará o qué habrá vivido. Cada vez que consigo un mapa, mi proceso de documentación es bastante emocional. Si una mirada me atrapa, entonces hay una obra nueva. Por lo general intento que las personas retratadas estén vinculadas al lugar del mapa.

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Por curiosidad, ¿cuál es tu proces o creativo y qué técnica utilizas para realizar estas obras? ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen la textura y el formato de los mapas antiguos?

Mi proceso creativo empieza sumergiéndome en el arte de fotógrafos callejeros o de viajes, como Giovanna Aryafara, Lee Jeffries o Roberto Pazzi. Aunque no esté en un momento creativo, prácticamente todos los días dedico tiempo a buscar inspiración en la fotografía.

De esta manera voy creando un buen archivo de imágenes y luego, cuando consigo los mapas, solo tengo que preocuparme por dibujar. La técnica es bastante simple, solo uso un bolígrafo Bic negro. El único inconveniente de los mapas antiguos es que son muy difíciles

de encontrar. Por lo demás, todo son ventajas porque el papel que se utilizaba antiguamente para imprimirlos era de mayor gramaje y ofrece más resistencia a la tinta. Tampoco deja que el boli se deslice tan fácilmente y me permite hacer difuminados sin demasiadas complicaciones. Esto me ayuda mucho porque dibujo por capas, aportando poco a poco mayor saturación.

Hoy en día parece que se vive un auge de los mapas customizados. ¿Por qué crees que mantienen este enorme atractivo, incluso en el mundo digital? ¿Cómo afrontas los encargos que te llegan?

Creo que los mapas son enormemente atractivos. Comparándolos con las arrugas de una persona

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mayor, un mapa seria como el testimonio de la historia de un territorio concreto. Hay muchos tipos de mapas… algunos pueden ser sobre lo que el ser humano ha hecho en esa región o sobre lo que el paso del tiempo ha dibujado sobre ella. Supongo que nos dan un sentido de pertenencia, como una fotografía de tu tierra y sus historias. He de reconocer que en cada encargo que me llega todavía hay unos minutos de duda y de pánico por si seré capaz de hacerlo o si podré cumplir con los plazos de entrega. Durante mucho tiempo dije que sí a todo con la condición de que no tuvieran prisa. Resultado: no hacer nada. Últimamente soy más realista e intento organizarme de manera eficiente para poder aceptar todo lo que

me llega, pero no siempre es así. A veces tengo que rechazar cosas.

Teniendo en cuenta el avance imparable de la globalización, ¿qué te inspira para embarcarte en nuevos proyectos? ¿Qué papel juegan las redes sociales en la promoción de tus obras?

Una de las cosas positivas de la globalización es tener acceso a artistas de todo el mundo y ver sus obras. Al fin y al cabo, tienes una fuente de inspiración en la palma de tu mano y eso ayuda mucho. Pero también encuentro la inspiración en muchísimas cosas del día a día. Tengo tantas ganas de aprender, de experimentar con técnicas nuevas y de contar cosas a

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través del dibujo que, en mi cabeza, hay muchísimos proyectos pendientes. Las redes sociales son un altavoz indiscutible y una herramienta brutal para llegar a rincones que, sin ellas, sería prácticamente imposible, además de una buena ayuda para dar a conocer tu obra. Sin embargo, me cuesta entenderlas como una extensión de mi vida. Generar contenido todos los días para intentar conseguir engagement es algo que tengo que trabajar si quiero dedicarme a esto.

Cada mapa lleva implícita la idea de conocer otras culturas. ¿Cómo ha sido tu experiencia viajera hasta la fecha? ¿Qué crees que aportan los viajes a una persona con sensibilidad artística?

Supongo que para alguien a quien le gusta viajar nunca es suficiente y siempre hay un millón de lugares por visitar. Hay muchos sitios pendientes, aunque si tengo que empezar por alguno, lo haría por el Sudeste Asiático. Por ejemplo, Vietnam. Creo que los viajes son un alimento para el alma de cualquier persona.

Tengas o no sensibilidad artística, todo el mundo es creativo de alguna manera y viajar es como gasolina para la creatividad. Pero ¡ojo! No solo contemplo el viajar como ir de un lugar a otro, sino como algo más amplio que muchas veces, si estás atento, puedes experimentar sin desplazarte demasiado lejos. ¿Cómo has vivido los meses de confinamiento como ilustradora? Esta situación está

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generando muchas reflexiones y puede que nos ofrezca la oportunidad de no repetir errores del pasado.

Quizá suene un poco raro, pero el confinamiento me aportó muchas cosas positivas, dejando a un lado la parte más triste de la situación. Puede que incluso necesitase frenar en seco y tener tiempo para reflexionar… saber a dónde voy y qué quiero hacer para no pasar de puntillas por el día a día y así disfrutarlo más. Aunque no sé si una pandemia es suficiente para hacernos aprender de nuestros errores, ¡Ojalá!

Para terminar la entrevista, una pregunta de ciencia ficción: Si tuvieras una máquina del

tiempo, ¿a qué época te gustaría ir y a qué personaje histórico te gustaría conocer?

Me gustaría conocer a Virginia Wolf o Frida Kahlo. Me genera mucha curiosidad la perspectiva de estas mujeres artistas que estuvieron bastante adelantadas a su época y que lucharon para expandir su obra en un mundo de hombres.

En cuanto a la época, es muy difícil elegir. Puede que como mujer vivamos en la mejor época posible, ¡que ya es decir! Pero ya que es una pregunta de ciencia ficción voy a elegir tres. Empezaría en la Antigua Grecia en su máximo esplendor, luego daría un salto a los maravillosos años veinte en Nueva York y acabaría en Woodstock. ❧

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