Sebastià Boada

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LIFE STYLE Sebastià Boada

LA LEYENDA DEL ‘PULP’ HISPANO TEXTO DAVID MOREU FOTOGRAFÍA XAVIER TORRES-BACCHETTA ILUSTRACIONES CEDIDAS POR SEBASTIÀ BOADA

Sebastià Boada es uno de los ilustradores de portadas de novelas ‘pulp’ más destacados del mercado internacional y, después de medio siglo dedicado al arte, se ha convertido en una gran leyenda de este género

CORRÍAN LOS ÚLTIMOS COMPASES de la década de los cincuenta, y los ilustradores españoles eran verdaderas estrellas gracias a las portadas de novelas pulp que se vendían en quioscos. Sin embargo, en nuestro país seguían siendo unos artistas desconocidos que llevaban una vida bohemia y se oponían a la dictadura únicamente con la ayuda de sus pinceles. Entre los dibujantes que definieron aquella generación destacó Sebastià Boada, un rebelde de familia burguesa que estudió arte, viajó al extranjero y puso sus obras al servicio de wésterns, de novela negra y de relatos de terror que marcaron una época irrepetible, aunque ese sueño terminó con la llegada del mundo digital. Hemos tenido la oportunidad de conversar con este veterano ilustrador para conocer su trayectoria artística y descubrir la magia de unos dibujos que ya forman parte de las colecciones más importantes a ambos lados del Atlántico. Le propongo que nos remontemos hasta los años cincuenta para saber cómo surgió su pasión por el arte y cuándo decidió convertirlo en su profesión. Me crie en una familia donde todas las cosas relacionadas con el arte eran bienvenidas, a pesar de las miserias

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¿Podría contarnos qué proceso seguía para realizar aquellas portadas tan espectaculares? Todo se basaba en un breve guion que nos mandaba el editor, donde se indicaba qué debía aparecer en la portada. Entonces hacía un boceto y, cuando me lo aprobaban, empezaba a trabajar en color. Piensa que las obras definitivas eran el triple de grandes que los bocetos. Según el género, me documentaba en libros de cine, en revistas y también en mi propio archivo, algo que los dibujantes vamos cuidando durante toda nuestra carrera. Pero si no encontraba nada que me sirviera de referente, la única solución era poner a prueba mi imaginación. La técnica que siempre he utilizado es el óleo, a pesar de los inconvenientes de secado y de transporte. Por este motivo, las obras se tenían que proteger bien con barniz plástico y un papel de parafina que las cubriera. Las primeras que dibujé hace casi cincuenta años siguen intactas.

que nos dejó la Guerra Civil. Siempre fui mal estudiante, y empecé a trabajar a los catorce años de botones en la Cámara de la Industria de Barcelona, desplazándome cada día en tren desde la ciudad donde vivíamos. Pero mis padres se dieron cuenta de mi facilidad por el dibujo, así que decidieron matricularme en la escuela de arte Llotja y yo, en seguida, vi que eso podía ser mi futuro. Estuve seis años haciendo cursos nocturnos y saqué notas excelentes; por este motivo, me animé a estudiar la carrera de Bellas Artes. Una vez licenciado, tomé la decisión de no ejercer de profesor, sino de dedicarme a la ilustración y a la historieta. En aquellos días ya había recibido algunos encargos de la Editorial Bruguera, y me ganaba mejor la vida dibujando que con el trabajo de funcionario. Por curiosidad, ¿qué importancia tuvieron los cómics de aventuras y las historietas de las revistas juveniles en los inicios de su carrera? Si te soy sincero, nunca he sido un gran lector de cómics. Recuerdo que a principios de los años cincuenta coleccionaba El Coyote y admiraba profundamente a algunos dibujantes, sobre todo a Jesús Blasco y sus hermanos, que eran extraordinarios y destacaron mucho en historias del oeste con el personaje Cuto. También recuerdo a Eugeni Giner, que creó las viñetas de El Inspector Dan y fue quien me introdujo en el mundo de la historieta romántica para el mercado inglés. Curiosamente, yo le hice de negro durante un breve periodo de tiempo. Había muchos artistas que me encantaban, pero soy incapaz de recordar sus nombres… mis ochenta años empiezan a hacer estragos en la memoria. Aquella fue la época dorada de los ilustradores españoles porque triunfaron en muchos países europeos. ¿Recuerda cómo era el ambiente de trabajo en las agencias? Yo siempre trabajé en el estudio de mi casa porque vivía fuera de Barcelona, y solamente tenía contacto con mis compañeros cuando iba a entregar los encargos a la ciudad. Puedo decir que he tenido la suerte de conocer a los mejores ilustradores, pero nunca tuve una estrecha amistad con ninguno, a excepción de Joan Martí (conocido con el apodo de Petronius), con quien estudié Bellas Artes, y también con el creador de historietas Enric Sió, que se convirtió en mi cuñado. Además de la Editorial Bruguera, también estuve en los estudios de Bardon Art, en Selecciones Ilustradas, y, finalmente, en Norma Editorial. El ambiente siempre era muy cordial y el trabajo de agencia resultaba excelente. Su carrera artística dio un giro cuando empezó a ilustrar portadas de novelas que se vendían en quioscos. ¿Por qué cree que tuvieron tanto éxito en el mercado internacional? Muchas editoriales españolas iban a remolque de lo que nosotros producíamos para el extranjero. Por este motivo, era habitual que aparecieran revistas en Barcelona o en Madrid que imitaban a las que se hacían en los Estados Unidos, Europa e incluso en los países escandinavos, sobre todo en las historias de terror. Yo siempre he sido polivalente y nunca me ha importado variar de temática porque lo veía como un aliciente en mi carrera, aunque mi debilidad era el wéstern, y acabé haciendo más de mil portadas de este estilo. Era un género incombustible y aguantó bien el paso del tiempo, mientras otros se apagaban.

¿Sería acertado decir que ustedes estaban más pendientes de lo que sucedía fuera de España en el ámbito cultural y que se oponían a la dictadura gracias a su creatividad? En 1955 yo tenía apenas veinte años y, en aquella época tan triste, la mayoría de los jóvenes teníamos sentimientos políticos contrarios al régimen dictatorial, aunque en muy pocas ocasiones tuvimos la posibilidad de manifestarlos abiertamente. Y los que lo hicieron, acabaron pagándolo muy caro. Todos éramos “anti”, pero siempre en los pequeños círculos de amigos. En 1961 pasé una temporada en Ginebra, me matriculé en la École des Beaux Arts de Genève y vivía gracias a mi trabajo como dibujante de historietas románticas para el mercado escocés. Allí conocí a mi mujer, tuvimos dos hijos y regresamos a España, donde la política continuaba siendo más de lo mismo. Creo que el hecho de salir de un país tan retrógrado me abrió la mente y me agrandó el espíritu. SEBASTIÀ BOADA (1935) se crio en un ambiente artístico y estudió pintura en la Llotja de Barcelona, mientras trabajaba de botones. Sus padres lo animaron a cursar la carrera de Bellas Artes y, en lugar de dedicarse a la enseñanza, optó por ser dibujante. Entonces realizó sus primeros encargos para diversas editoriales y se consolidó como uno de los profesionales más versátiles dentro de la escena del cómic nacional, haciendo viñetas románticas para revistas extranjeras. Cansado de las limitaciones creativas del blanco y negro, tomó el camino de las portadas de novelas pulp y se especializó en la ilustración, destacando en géneros como el terror, el kung-fu, el wéstern sexi y el fantástico.

Cuando el fenómeno de las novelas empezó a decaer, usted ya ilustraba carátulas de películas y tuvo mucho éxito en las estanterías de los videoclubes. No puedo quejarme, porque siempre me he dedicado a lo que me apasiona y me he ganado bien la vida. Cuando llegó la moda de los vídeos, hice muchas carátulas, y creo que fue la etapa más próspera para los ilustradores, porque los americanos eran los que mejor pagaban. Recuerdo que los trabajos eran de un día para otro y, entonces, ya te mandaban un nuevo encargo. El secreto era hacer buenos retratos de actores, y nos inspirábamos en las propias películas, aunque lamentablemente eso también se acabó después de unos años de esplendor. Para terminar, me gustaría hacerle una pregunta de ciencia ficción. Si tuviera una máquina del tiempo, ¿a qué época histórica le gustaría viajar? Me encanta la historia y hay muchas épocas que me atraen estéticamente, como el antiguo Egipto, la Grecia clásica, la Roma imperial y la Edad Media catalana. Sin embargo, mi razón me dice que, a pesar de todos los errores, de los abusos de poder, de la corrupción, de las guerras estúpidas y de la destrucción del medio ambiente, es precisamente en la época actual en la que se ha consolidado la democracia más importante del mundo. Por este motivo, pienso que en ningún periodo anterior se han acercado a esto ni en sus mejores sueños.

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