LIFE STYLE Jack Johnson
Jack Johnson fue surfista profesional, estudió cine en la Universidad de California, rodó documentales de surf por todo el mundo y se convirtió en una de las estrellas de la música más comprometidas con la preservación del medio ambiente. Ahora presentamos a la persona que se esconde detrás de la leyenda
UN TIPO LLAMADO JACK TEXTO DAVID MOREU
MUCHO HA LLOVIDO desde los años 60, cuando triunfaban los cantautores comprometidos con los días de paz y amor libre. Hoy en día están de moda las melodías sencillas, los estribillos pegadizos y las buenas vibraciones que transmiten los beach crooners, unos trovadores modernos que se debaten entre ser estrellas de rock o vivir como artistas de culto. Sin duda, el fenómeno de esta música se debe al éxito internacional de Jack Johnson, un surfista de Hawái que empezó a tocar la guitarra en su tiempo libre y nunca soñó en convertirse en un ídolo de masas. Aunque estos detalles tan glamurosos son, únicamente, la punta del iceberg de una carrera que se ha ido forjando con el vaivén de las olas.
Le propongo remontarnos a los inicios de esta apasionante historia, mucho antes de que la música se cruzara en su camino. ¿Qué importancia tenía el surf en aquella época? Mi padre me ponía en la parte delantera de su tabla cuando yo era muy pequeño y este deporte siempre ha sido habitual en mi familia porque nos mantiene unidos. A los 13 años me patrocinaba Quiksilver y soñaba con ser profesional, aunque la imagen que entonces tenía de esa escena no se ajustaba a la realidad. Creía que era algo distinto. Fue una época divertida, disfruté mucho en los campeonatos y competí contra algunos de mis héroes, como Jerry López, Mike Ho, 100
Larry Ríos y Marvin Foster, pero después de vivir aquella experiencia decidí practicarlo solo por diversión. Sin embargo, todo cambió cuando se trasladó a California para estudiar cine… Al principio me matriculé para estudiar matemáticas, pero un día me invitaron a un festival donde proyectaban películas hechas por estudiantes de cine y decidí cambiar de carrera. Me pareció una idea divertida porque no tenía la sensación de estar estudiando y, además, el mundo del séptimo arte era algo que me apasionaba. En aquellos días descubrí películas extranjeras y aprendí mu101
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chas cosas interesantes. Al licenciarme, decidí coger la cámara y empezar a rodar películas de surf. Fue una época increíble porque viajé por todo el mundo y, a pesar de que no ganaba dinero, tampoco me costaba nada. Entonces dirigió los documentales Thicker Than Water y The September Sessions, que se han convertido en obras de culto. ¿Cuál era la motivación detrás de esas historias? Antes ya había trabajado en muchos proyectos haciendo de cámara y crecí viendo las películas de surf de Taylor Steele, como Momentum. Me encantaban porque eran frenéticas, estaban montadas con música punk y te dejaban con la boca abierta. Pero yo conocía personalmente a los surfistas, sabía que había otras facetas en su vida y eso era lo que quería reflejar en mis documentales. Esa sensación que tienes mientras el sol se está poniendo, cuando todavía notas la sal en la piel y las olas brillan con los últimos rayos del atardecer. Mi idea era capturar aquella imagen casi en slow motion, junto con los momentos más tranquilos que vivía esa generación de surfistas. ¿Se ha planteado volver a ponerse detrás de las cámaras para hacer otro documental? Claro, sobre todo ahora que mis hijos pequeños ya se atreven a practicar surf. Cuando empiece a viajar con ellos, sería una buena oportunidad para hacer un nuevo documental, aunque lo plantearía de manera distinta porque he estado con exploradores de National Geographic, he estudiado temas científicos muy interesantes y creo que sería divertido enfocarlo hacia ese terreno. Al mismo tiempo, me gustaría rodar una película didáctica sobre los arrecifes y su futuro. Es un reto hacer algo que quieran ver los aficionados al surf, pero que también tenga valor educativo. En varias entrevistas ha comentado que nunca tuvo la intención de dedicarse profesionalmente a la música. ¿Qué le hizo cambiar de opinión? Hacer documentales de surf era el trabajo de mis sueños, pero la música también me apasionaba. Entonces conocí a Garrett Dutton, Ben Harper y otros músicos que practican surf… aunque yo me considero un surfista al que le gusta hacer música. Ellos me recibieron con los brazos abiertos, utilicé sus canciones en mis películas y me invitaron a ir de gira. Sucedió de forma natural y actuamos en los clubes más pequeños de los Estados Unidos. Era muy romántico viajar en furgoneta con mis amigos, montar el equipo de sonido y tocar cada noche en un lugar distinto. Aquellos conciertos fueron una experiencia increíble y, de repente, nos propusieron actuar en sitios más grandes. Nunca fue premeditado ni una ambición personal, simplemente vivimos un momento único que ha continuado más allá de lo que esperábamos. Me gustaría preguntarle por algunas de 102
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sus canciones, que se han convertido en auténticos himnos. La primera es “Bubble Toes” con su estribillo contagioso… Esta canción tiene una historia curiosa porque estuve a punto de no incluirla en el casete que empecé a mover entre mis amigos al principio de mi carrera. Me gustaba mucho y era muy pegadiza, pero siempre tuve la intención de escribir una letra para la parte donde canto “La da da da da da”. Esperaba encontrar las palabras adecuadas, aunque nunca pude terminarla. Recuerdo que, al grabar el primer disco, yo no quería incluirla porque estaba inacabada, sin embargo, mi productor siempre me decía: “Así está perfecta y debes mantenerla”. Entonces era muy inseguro y no me sentía cómodo, pero se ha convertido en la parte más coreada en los conciertos. Es un tema que tocamos cada noche, sea donde sea.
surgió en un tren en Francia durante la primera gira que hicimos por Europa, yendo de París a Hossegor para practicar surf. Empecé a escribirla porque pasábamos por todos esos pueblos y pensaba que era una pena que tuviera que llegar a mi destino a la hora del concierto. Cuando veía las calles empedradas, las paredes de las casas y las iglesias tan bonitas, solo deseaba que el tiempo se detuviera para salir a pasear y verlo todo de cerca. De ahí el primer verso, que dice: “Espero que este viejo tren se estropee”. Sin embargo, acabé de componerla durante un viaje de surf por Chile. ¿Podría contarnos cómo son las sesiones de grabación de sus discos en el estudio que ha construido en su casa de Hawái? Me siento muy afortunado porque, gracias al éxito del primer álbum, pude volver a Hawái
y montar un estudio en mi casa. Todo funciona con energía solar, así que es genial salir al exterior y mirar los paneles que reciben la energía del sol. Los demás músicos viven en California, pero vienen a Hawái cuando tenemos que hacer un álbum. Y ahora grabar es perfecto porque no tengo que pagar por las horas de estudio, simplemente nos levantamos, nos llamamos y nos ponemos a trabajar enseguida. Entonces, si no estamos inspirados, paramos y nos dedicamos a otras cosas. A veces jugamos a ping-pong, practicamos surf, comemos juntos, jugamos a baloncesto en el jardín y después, si creemos que es el momento adecuado, volvemos al estudio para tocar un poco de música. Es muy divertido. Cuando se embarca en una gira internacional, ¿cuál es la mejor y la peor parte de estar tantas semanas en la
carretera con la banda? La última vez que actuamos en Europa, tuvimos suerte y pudimos practicar surf en Italia. Estábamos cerca de Cinque Terre, nos sorprendió que hubiera un oleaje tan bueno y decidimos comprar unas tablas a unos surfistas italianos. Mi sobrino, que me acompañaba en esa gira para cuidar a los niños, es un buen surfista en Hawái y estaba emocionado por coger olas en el Mediterráneo, sobre todo porque eran muy grandes. Aunque, volviendo a la pregunta… la mejor parte de estar tanto tiempo viajando es visitar sitios que son muy distintos de mi país y experimentar cosas nuevas. La peor parte es casi lo mismo, estar lejos de casa y echar de menos las olas. Para nosotros, todo es perfecto cuando podemos practicar surf. Los cantantes de folk de los años 60 contribuyeron a que el mundo fuera
un poco mejor gracias a sus canciones comprometidas. ¿Cree que la música todavía puede ayudar a cambiar las cosas? A veces leo la prensa y tomo una postura cínica hacia todo lo que me rodea. Sin embargo, otros días, me levanto por la mañana, juego con mis hijos y me siento muy optimista. Siempre que tengo la oportunidad de hablar con gente después de los conciertos, siento que la música ha contribuido positivamente en sus vidas. Me halaga cuando alguien me dice que puso una de mis canciones en su boda o en el nacimiento de su hijo. Que te digan eso es extraño y bonito al mismo tiempo. Para mi era muy importante la música que sonaba cada vez que ha nacido uno de mis hijos, así que ese es el mejor cumplido que me han hecho jamás. En estos casos siento que las canciones todavía pueden ayudar a cambiar las cosas.
“HACER DOCUMENTALES DE SURF ERA EL TRABAJO DE MIS SUEÑOS, PERO LA MÚSICA TAMBIÉN ME APASIONABA” Con “The Horizon Has Been Defeated” se adentró hacia ritmos tropicales y escribió una letra bastante surrealista. ¿Qué mensaje quería transmitir? Resulta que grabé una cinta de casete donde cantaba solo con mi guitarra y este tema aparecía en una versión muy lenta, casi como una canción folk, y con una letra que hablaba sobre las plataformas petrolíferas que hay a las afueras de Santa Bárbara, la ciudad donde vivía en aquella época. Está cerca de un lugar frecuentado por surfistas que se llama Rincón y allí puedes ver todas esas construcciones enormes. Un día iba en coche con un amigo y le dije que parecían casinos alienígenas porque de noche estaban iluminadas, pero él bromeó diciendo “se trata de naves piratas de la new age” y me encantó esa frase. Entonces escribí la letra y fue el último tema que grabamos para el álbum On and On. Algunas de tus composiciones están envueltas en un halo de leyenda. ¿Es cierto que compusiste “Breakdown” durante un largo viaje por Europa? La escribí en distintos viajes, aunque la idea 103