12 €
Ricardo Darín
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PRIMAVERA 2017
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Su mirada penetrante y porte de eterno galán son la antesala de este actor vitalista, familiar y cercano que aboga por el valor de las pequeñas cosas
MODA
LA PRIMAVERA DEL 'GREENARY' ZOOM
LÁZARO ROSA-VIOLÁN MICHELLE WILLIAMS VIRGILIO MARTÍNEZ RELOJES
LA HORA DE LOS GENIOS GOURMET
18
LOS VINOS MÁS INSÓLITOS DEL MUNDO MOTOR
'CABRIOS' DE LUJO 00018
8 413042 572916 PVP Canarias 12,20 €
DP18 Cover Darin-REV.indd 1
09/03/17 13:50
LIFE STYLE Robert Capa Espectadores en el hipódromo de Longchamp (París, ca. 1952). © / Centro Internacional de Fotografía de Robert Capa / Magnum Photos
ROBERT CAPA A TODO COLOR
Robert Capa se convirtió en el fotógrafo de guerra más legendario gracias a sus instantáneas en blanco y negro. Sin embargo, también experimentó con el color y retrató el glamur del mundo del espectáculo TEXTO DAVID MOREU FOTOGRAFÍAS CENTRO INTERNACIONAL DE FOTOGRAFÍA DE ROBERT CAPA / MAGNUM PHOTOS
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CIERTOS PERSONAJES no necesitan presentación porque han logrado trascender su estatus profesional y se han consagrado como iconos. Este es el caso de Robert Capa, considerado uno de los fotoperiodistas más importantes de todos los tiempos gracias a la cobertura que hizo de la guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial desde el frente. No en vano, sus fotos rompían los esquemas de la época porque acercaban a los lectores al horror de las trincheras y transmitían la misma sensación de peligro que él había vivido al apretar el obturador de su Leica. Curiosamente, una de sus frases recurrentes al hablar con compañeros de trabajo era: “Si tus fotografías no son buenas es porque no te has acercado lo suficiente”. Los inicios de su historia se remontan a 1913, cuando nació en el seno de una familia
judía de Budapest que le puso el nombre de Endre Friedmann. A los dieciocho años se trasladó a Berlín para estudiar en la universidad y, más tarde, se instaló en París huyendo de la represión nazi. Fue en aquella época tan convulsa cuando decidió cambiarse el nombre por el de Robert Capa, que sonaba más norteamericano, y poder encontrar así trabajo como periodista más fácilmente. La sociedad avanzaba al ritmo frenético del jazz que sonaba en las salas de baile, y él estaba ansioso por escribir reportajes sobre todo lo que acontecía a su alrededor. Sin embargo, su primer encargo fue retratar a León Trotski durante un conferencia en Copenhague y ese hecho marcó su carrera profesional. Entonces dejó de lado la máquina de escribir y se volvió inseparable de su cámara, publicaba fotos en las revistas más prestigiosas y vivía como un nómada en busca
de aventuras. Si bien Robert Capa inmortalizó en riguroso blanco y negro las escenas más memorables de la guerra civil española y del desembarco de Normandía, hacía años que también llevaba consigo una segunda cámara con carrete en color que utilizaba en ocasiones especiales. Mientras cubría la guerra chino-japonesa en China en 1938, ya mandó un telegrama a su agencia en Nueva York: “Enviadme doce rollos de Kodachrome con sus instrucciones de uso porque tengo una idea para la revista Life”. A pesar de que solo sobrevivieron cuatro imágenes de aquel proyecto, en 1941 decidió volver a fotografiar en color a las tropas norteamericanas cruzando el Atlántico hacia Inglaterra a bordo de un barco y en 1943 hizo lo mismo con las fuerzas francesas durante una travesía en camello 123
LIFE STYLE Robert Capa Espectadores en el hipódromo de Longchamp (París, ca. 1952). © / Centro Internacional de Fotografía de Robert Capa / Magnum Photos
ROBERT CAPA A TODO COLOR
Robert Capa se convirtió en el fotógrafo de guerra más legendario gracias a sus instantáneas en blanco y negro. Sin embargo, también experimentó con el color y retrató el glamur del mundo del espectáculo TEXTO DAVID MOREU FOTOGRAFÍAS CENTRO INTERNACIONAL DE FOTOGRAFÍA DE ROBERT CAPA / MAGNUM PHOTOS
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CIERTOS PERSONAJES no necesitan presentación porque han logrado trascender su estatus profesional y se han consagrado como iconos. Este es el caso de Robert Capa, considerado uno de los fotoperiodistas más importantes de todos los tiempos gracias a la cobertura que hizo de la guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial desde el frente. No en vano, sus fotos rompían los esquemas de la época porque acercaban a los lectores al horror de las trincheras y transmitían la misma sensación de peligro que él había vivido al apretar el obturador de su Leica. Curiosamente, una de sus frases recurrentes al hablar con compañeros de trabajo era: “Si tus fotografías no son buenas es porque no te has acercado lo suficiente”. Los inicios de su historia se remontan a 1913, cuando nació en el seno de una familia
judía de Budapest que le puso el nombre de Endre Friedmann. A los dieciocho años se trasladó a Berlín para estudiar en la universidad y, más tarde, se instaló en París huyendo de la represión nazi. Fue en aquella época tan convulsa cuando decidió cambiarse el nombre por el de Robert Capa, que sonaba más norteamericano, y poder encontrar así trabajo como periodista más fácilmente. La sociedad avanzaba al ritmo frenético del jazz que sonaba en las salas de baile, y él estaba ansioso por escribir reportajes sobre todo lo que acontecía a su alrededor. Sin embargo, su primer encargo fue retratar a León Trotski durante un conferencia en Copenhague y ese hecho marcó su carrera profesional. Entonces dejó de lado la máquina de escribir y se volvió inseparable de su cámara, publicaba fotos en las revistas más prestigiosas y vivía como un nómada en busca
de aventuras. Si bien Robert Capa inmortalizó en riguroso blanco y negro las escenas más memorables de la guerra civil española y del desembarco de Normandía, hacía años que también llevaba consigo una segunda cámara con carrete en color que utilizaba en ocasiones especiales. Mientras cubría la guerra chino-japonesa en China en 1938, ya mandó un telegrama a su agencia en Nueva York: “Enviadme doce rollos de Kodachrome con sus instrucciones de uso porque tengo una idea para la revista Life”. A pesar de que solo sobrevivieron cuatro imágenes de aquel proyecto, en 1941 decidió volver a fotografiar en color a las tropas norteamericanas cruzando el Atlántico hacia Inglaterra a bordo de un barco y en 1943 hizo lo mismo con las fuerzas francesas durante una travesía en camello 123
LIFE�STYLE Kyle Cooper
Robert Capa LIFE�STYLE
ARRIBA Soldados británicos viendo un combate de boxeo en un buque de transporte de Inglaterra a África del Norte (1943) ABAJO, IZQUIERDA En la carretera de Namdinh a Thaibinh (Vietnam, mayo 1954) DERECHA Retrato de la actriz estadounidense Judith Stanton (Zermatt, Suiza, 1950). © Centro de Robert Capa / Internacional de Fotografía / Magnum Photos
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por el desierto de Túnez. Las biografías siempre presentan a Robert Capa como un personaje inconformista que ya estaba fascinado por el potencial de la fotografía en color varios años antes de que su uso se generalizara entre el resto de compañeros de profesión. Aunque había un factor en contra a la hora de publicar reportajes en ese formato: el lento proceso de revelado de los negativos, que era incompatible con la inmediatez que buscaban las revistas a la hora de lanzar noticias de actualidad. Por este motivo, el blanco y negro tuvo tanto éxito y fue la elección más extendida en aquella época. Sin embargo, las cosas estaban a punto de dar un giro inesperado en el universo creativo del célebre fotorreportero. Tal como demuestra la exposición Capa en color, que ha visitado diversas ciudades europeas y recientemente ha hecho escala en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, llegó un momento en el que Robert Capa sintió la necesidad de romper con la imagen de aventurero que se había creado y reinventarse como fotógrafo de ocio y glamur durante los años en los que no cubrió conflictos bélicos. Este cambio temático le permitió adoptar por completo el color en sus instantáneas, rodearse de amigos famosos y viajar con grandes lujos. Como es evidente, aquellas fotos tuvieron mucha repercusión en las revistas de moda, que querían satisfacer a una sociedad de posguerra deseosa de entretenimiento. De la noche a la mañana, el mundo del espectáculo acaparaba todos los titulares y Robert Capa se convirtió en uno de sus ilustres protagonistas. En 1947 fundó Magnum, la agencia cooperativa de fotógrafos con la que llevaba varios años soñando, y visitó por primera vez la Unión Soviética junto al reputado escritor John Steinbeck para hacer un reportaje sobre el estilo de vida de los ciudadanos rusos, que contrastara con la imagen decadente de la Guerra Fría. El viaje se había pospuesto en dos ocasiones por no tener el visado en regla, pero en aquella ocasión no hubo ningún problema y sus aventuras se publicaron al año siguiente en el libro Un diario ruso, además de aparecer en revistas internacionales. Esquiar fue otra de las aficiones de Robert Capa, que pasaba sus vacaciones en Suiza, y a finales de 1949 convenció al editor de la revista Holiday para que publicara un reportaje sobre las estaciones de esquí de Austria, Suiza y Francia. Este proyecto se convirtió en uno de los trabajos en color más exitosos de su carrera, puesto que la elección de ese formato aportaba detalles muy sutiles que el blanco y negro no podía reflejar con la misma intensidad. Además, en algunas paradas del viaje se encontró con el director de cine Billy Wilder y con el escritor Peter Viertel, que habían llegado desde California, e incluso trató con miembros de la realeza europea, como la reina de Holanda. Siguiendo con esta nueva faceta profesional, en 1952 se trasladó a París para hacer las fotos de un número especial de la revista Holiday sobre la capital francesa. El
ARRIBA Robert Capa fotografiado por su compañera, Gerda Taro, durante la guerra civil española (1937)
resultado fue una oda a la ciudad de la luz, donde se resaltaba el romanticismo de las calles, la gastronomía típica y su incomparable legado histórico. Como han comentado varios expertos, las mejores instantáneas que Capa hizo en color para este proyecto son las que aprovechan al máximo los contrastes entre la juventud y la vejez, lo humano y lo salvaje o la buena y la mala vida, que él tan bien conocía, especialmente en las carreras de caballos. Impresionado por una visita al hipódromo de Longchamp, no dudó en afirmar: “El deporte de los reyes es también el deporte de las porteras”. Aprovechando su amistad con estrellas de cine, Robert Capa recibió el encargo de documentar varios rodajes en Europa. Como es evidente, tuvo un acceso privilegiado a los protagonistas y directores en sus momentos de descanso y consiguió inmortalizar algunos instantes únicos de aquellas celebridades. Por ejemplo, en 1952, visitó el rodaje de Moulin Rouge en París, que era una biografía del pintor Toulouse-Lautrec dirigida por John Huston. También presenció la filmación de La burla del diablo, en 1954, escrita por Truman Capote y rodada en la ciudad italiana de Ravello. Aunque lo más recordado son los retratos en color de actores y actrices, como Ava Gardner en el set de La condesa descalza en la ciudad italiana de Tivoli en 1954, que
capturan el aire desenfadado de las producciones norteamericanas fuera de Hollywood. No obstante, aquel periodo de transición en la carrera de Robert Capa llegó a su fin en 1953 porque se cansó de los viajes lujosos y de la vida superficial junto a estrellas del espectáculo. De nuevo sentía la necesidad de viajar a zonas en conflicto y poner su cámara al servicio de la actualidad periodística. Mientras estaba en Japón inaugurando una exposición de la agencia Magnum, recibió un telegrama de la revista Life pidiéndole que sustituyera a su enviado en la guerra de Indochina. Evidentemente aceptó el encargo, se desplazó a Vietnam y se unió a un contingente de soldados franceses. Entonces llevaba dos cámaras: una Contax con película en blanco y negro y una Nikon con carrete en color. Durante una misión en la provincia de Thai Binh, Capa se alejó del convoy, fotografió a los soldados en medio de los campos de arroz y, al volver a la carretera, sucedió la tragedia. Pisó una mina que estalló y acabó con su vida a los cuarenta años. Aquellas últimas imágenes en color se encuentran entre sus fotos bélicas más potentes, pero ninguna apareció en la prensa porque se requería demasiado tiempo para revelar los negativos. Sin embargo, el paso del tiempo las ha convertido en leyenda. 125
LIFE�STYLE Kyle Cooper
Robert Capa LIFE�STYLE
ARRIBA Soldados británicos viendo un combate de boxeo en un buque de transporte de Inglaterra a África del Norte (1943) ABAJO, IZQUIERDA En la carretera de Namdinh a Thaibinh (Vietnam, mayo 1954) DERECHA Retrato de la actriz estadounidense Judith Stanton (Zermatt, Suiza, 1950). © Centro de Robert Capa / Internacional de Fotografía / Magnum Photos
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por el desierto de Túnez. Las biografías siempre presentan a Robert Capa como un personaje inconformista que ya estaba fascinado por el potencial de la fotografía en color varios años antes de que su uso se generalizara entre el resto de compañeros de profesión. Aunque había un factor en contra a la hora de publicar reportajes en ese formato: el lento proceso de revelado de los negativos, que era incompatible con la inmediatez que buscaban las revistas a la hora de lanzar noticias de actualidad. Por este motivo, el blanco y negro tuvo tanto éxito y fue la elección más extendida en aquella época. Sin embargo, las cosas estaban a punto de dar un giro inesperado en el universo creativo del célebre fotorreportero. Tal como demuestra la exposición Capa en color, que ha visitado diversas ciudades europeas y recientemente ha hecho escala en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, llegó un momento en el que Robert Capa sintió la necesidad de romper con la imagen de aventurero que se había creado y reinventarse como fotógrafo de ocio y glamur durante los años en los que no cubrió conflictos bélicos. Este cambio temático le permitió adoptar por completo el color en sus instantáneas, rodearse de amigos famosos y viajar con grandes lujos. Como es evidente, aquellas fotos tuvieron mucha repercusión en las revistas de moda, que querían satisfacer a una sociedad de posguerra deseosa de entretenimiento. De la noche a la mañana, el mundo del espectáculo acaparaba todos los titulares y Robert Capa se convirtió en uno de sus ilustres protagonistas. En 1947 fundó Magnum, la agencia cooperativa de fotógrafos con la que llevaba varios años soñando, y visitó por primera vez la Unión Soviética junto al reputado escritor John Steinbeck para hacer un reportaje sobre el estilo de vida de los ciudadanos rusos, que contrastara con la imagen decadente de la Guerra Fría. El viaje se había pospuesto en dos ocasiones por no tener el visado en regla, pero en aquella ocasión no hubo ningún problema y sus aventuras se publicaron al año siguiente en el libro Un diario ruso, además de aparecer en revistas internacionales. Esquiar fue otra de las aficiones de Robert Capa, que pasaba sus vacaciones en Suiza, y a finales de 1949 convenció al editor de la revista Holiday para que publicara un reportaje sobre las estaciones de esquí de Austria, Suiza y Francia. Este proyecto se convirtió en uno de los trabajos en color más exitosos de su carrera, puesto que la elección de ese formato aportaba detalles muy sutiles que el blanco y negro no podía reflejar con la misma intensidad. Además, en algunas paradas del viaje se encontró con el director de cine Billy Wilder y con el escritor Peter Viertel, que habían llegado desde California, e incluso trató con miembros de la realeza europea, como la reina de Holanda. Siguiendo con esta nueva faceta profesional, en 1952 se trasladó a París para hacer las fotos de un número especial de la revista Holiday sobre la capital francesa. El
ARRIBA Robert Capa fotografiado por su compañera, Gerda Taro, durante la guerra civil española (1937)
resultado fue una oda a la ciudad de la luz, donde se resaltaba el romanticismo de las calles, la gastronomía típica y su incomparable legado histórico. Como han comentado varios expertos, las mejores instantáneas que Capa hizo en color para este proyecto son las que aprovechan al máximo los contrastes entre la juventud y la vejez, lo humano y lo salvaje o la buena y la mala vida, que él tan bien conocía, especialmente en las carreras de caballos. Impresionado por una visita al hipódromo de Longchamp, no dudó en afirmar: “El deporte de los reyes es también el deporte de las porteras”. Aprovechando su amistad con estrellas de cine, Robert Capa recibió el encargo de documentar varios rodajes en Europa. Como es evidente, tuvo un acceso privilegiado a los protagonistas y directores en sus momentos de descanso y consiguió inmortalizar algunos instantes únicos de aquellas celebridades. Por ejemplo, en 1952, visitó el rodaje de Moulin Rouge en París, que era una biografía del pintor Toulouse-Lautrec dirigida por John Huston. También presenció la filmación de La burla del diablo, en 1954, escrita por Truman Capote y rodada en la ciudad italiana de Ravello. Aunque lo más recordado son los retratos en color de actores y actrices, como Ava Gardner en el set de La condesa descalza en la ciudad italiana de Tivoli en 1954, que
capturan el aire desenfadado de las producciones norteamericanas fuera de Hollywood. No obstante, aquel periodo de transición en la carrera de Robert Capa llegó a su fin en 1953 porque se cansó de los viajes lujosos y de la vida superficial junto a estrellas del espectáculo. De nuevo sentía la necesidad de viajar a zonas en conflicto y poner su cámara al servicio de la actualidad periodística. Mientras estaba en Japón inaugurando una exposición de la agencia Magnum, recibió un telegrama de la revista Life pidiéndole que sustituyera a su enviado en la guerra de Indochina. Evidentemente aceptó el encargo, se desplazó a Vietnam y se unió a un contingente de soldados franceses. Entonces llevaba dos cámaras: una Contax con película en blanco y negro y una Nikon con carrete en color. Durante una misión en la provincia de Thai Binh, Capa se alejó del convoy, fotografió a los soldados en medio de los campos de arroz y, al volver a la carretera, sucedió la tragedia. Pisó una mina que estalló y acabó con su vida a los cuarenta años. Aquellas últimas imágenes en color se encuentran entre sus fotos bélicas más potentes, pero ninguna apareció en la prensa porque se requería demasiado tiempo para revelar los negativos. Sin embargo, el paso del tiempo las ha convertido en leyenda. 125