Hoteles & Rock

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desesperado en la

habitación

de un

hotel Aunque los escenarios y los estudios de grabación parezcan los decorados habituales del rock, a lo largo de la historia, hoteles de lujo y moteles de mala muerte han jugado un papel crucial a la hora de forjar muchas leyendas musicales. texto David Moreu

Ellington Hotel David Bowie decidió tomarse un largo descanso en este local berlinés. 178  e s q u i r e • mayo 2 0 1 2

M A Y O 2 0 1 2 • e s q u i r e 179


E

n mayo de 1965, los Rolling Stones estaban de gira por los EE UU. Eran jóvenes, rebeldes y tenían muchas ganas de comerse el mundo, pero aún les faltaba un éxito memorable que el público pudiera corear en sus conciertos. Poco imaginaban que su destino cambiaría cuando llegaron a Clearwater, una pequeña ciudad de Florida, y se alojaron en el Jack Tar Harrison Hotel. Aquella noche, Keith Richards se despertó sobresaltado, cogió la guitarra y registró unos acordes en una grabadora portátil. Solamente los tocó una vez y después volvió a dormir plácidamente. “En el resto de la cinta sólo se oyen ronquidos”, afirmaría el músico años más tarde. Por la mañana mostró aquel riff a Mick Jagger, se tumbaron en la piscina del hotel y compusieron una canción sobre su aversión hacia el bombardeo publicitario que invadía la sociedad. El tema se tituló (I can’t get no) Satisfaction, y se convirtió en el primer single de la banda en alcanzar el número uno en los EE UU. Puede que para algunos escépticos se trate de una anécdota más de sus Satánicas Majestades, pero para muchos aficionados a la música es una evidencia de la relación mágica que ha existido entre los hoteles y el rock a lo largo de los años. Para conocer los orígenes de este fenómeno debemos rescatar los discos de vinilo y emprender un viaje en el tiempo. Todo empezó en la era dorada del blues, cuando surgió el mito de la taberna, de la guitarra y de ese cruce de caminos en el que uno podía vender su alma al diablo por un puñado de buenos acordes. Aunque muchos músicos cantaron sus penas en medio de los campos de algodón, Robert Johnson fue de los pocos que se convirtió en leyenda, y en noviembre de 1936 decidió encerrarse en la habitación 414 del Gunter Hotel de San Antonio (Texas) para grabar sus primeras canciones, entre las que destacaba Sweet home Chicago. Más trágica fue la historia de Bessie Smith (la emperatriz del blues), que falleció un año más tarde en el G. T. Thomas Afro American Hospital de Clarksdale (Mississippi) a causa de un accidente de coche. Curiosamente, en 1944 aquel pequeño establecimiento pasó a ser el Riverside Hotel y acogió a músicos de la talla de Sonny Boy Williamson o Robert Nighthawk, mientras su dueño soñaba con un futuro más esperanzador. Los años 50 estaban a la vuelta de la esquina y los EE UU vivieron una época de esplendor sin precedentes. En aquellos días, los locales de fast food causaban sensación, los autocines arrasaban con las películas de ciencia ficción y los jóvenes tomaban las calles con sus coches descapotables. Pero, ¿qué música escuchaban en los bailes del instituto? En marzo de 1951, el guitarrista Ike Turner y su banda ofrecieron un concierto en Clarksdale y se alojaron en el Riverside Hotel. Esa noche ensayaron una canción titulada Rocket 88 y al día siguiente la grabaron en el estudio de Sam Phillips en Memphis. Aquel tema se convirtió en un éxito e inició la moda imparable del rock’n’roll. A partir de entonces ya nada volvería a ser lo mismo. No en vano, un año más tarde Sam Phillips fundaría Sun Records, descubriría a un joven llamado Elvis Presley y pasaría a ser uno de los primeros inversores de la cadena de hoteles Holiday Inn. Pero aquí no terminan las coincidencias. En enero de 1956, el Rey del Rock grabó Heartbreak Hotel, un blues inspirado en la noticia de un hombre solitario que se había suicidado, y encabezó la lista de los singles más vendidos durante siete semanas. Actualmente, existe un Heartbreak Hotel en Memphis, justo al lado de Graceland. La década de los 60 trajo consigo el pop art de Andy Warhol, la crisis de los misiles de Cuba y, por encima de todo, el torbellino 180  e s q u i r e • mayo 2 0 1 2

Lorraine Motel En el balcón de la segunda planta fue tiroteado en 1968 Martin Luther King.

musical de los Beatles. En agosto de 1964, los cuatro de Liverpool se embarcaron en su segunda gira norteamericana y Bob Dylan los visitó una noche en el Delmonico Hotel de Nueva York. El famoso cantautor les dejó probar el cannabis por primera vez y consiguió que expandieran sus mentes. Tres años más tarde, los periódicos de todo el mundo abrieron con la noticia de la boda de Elvis y Priscilla, que se habían casado por sorpresa en la habitación 363 del Aladdin Hotel de Las Vegas.

Rock y muerte. En aquellos días marcados por

la guerra de Vietnam y por la segregación racial, el Lorraine Motel de Memphis era el único establecimiento donde podían juntarse los músicos blancos y negros de Stax Records, ya fuera para bañarse en la piscina o para componer canciones como Knock on wood o In the midnight hour. Aunque la razón por la que ese motel pasaría a la historia fue por lo ocurrido el 4 de abril de 1968: el asesinato de Martin Luther King en la puerta de su habitación, justo antes de una marcha pacífica. Las protestas universitarias y el verano del amor convirtieron el rock en un elemento de oposición al gobierno, a pesar de que algunas estrellas vivían en su mundo de fantasía. El 23

en 1951, tras un concierto, Ike Turner y su banda ensayaron en el Riverside Hotel el tema que inició la moda imparable del rock ’n’ roll, Rocket 88, de agosto de 1968, Keith Moon (batería de The Who) celebró su 21 cumpleaños en una habitación del Days Inn de Flint, una ciudad industrial cerca de Detroit. La leyenda cuenta que se empezó a beber a las diez de la mañana, que la gente bailaba en ropa interior encima de la cama y que él acabó hundiendo un coche robado en la piscina del hotel. Evidentemente, pasó la noche en comisaría. A finales de 1968, los Rolling Stones presentaron el disco Beggars Banquet en Londres, y lo celebraron con una fiesta en el bar del Gore Hotel de Kensington. Aunque fueron John Lennon y Yoko Ono quienes protagonizaron una de las imágenes más

famosas de la década justo después de casarse. Todo empezó en marzo de 1969, cuando viajaron a Amsterdam para su luna de miel y se encerraron en una habitación del Hotel Hilton para mostrar su rechazo a la guerra. Tres meses después, repitieron la protesta en la suite 1742 del Fairmont The Queen Elizabeth de Montreal (Canadá), donde el ex Beatle compuso la canción Give peace a chance y la grabó tumbado en la cama, frente a decenas de periodistas. En octubre de ese año, aquel tema fue coreado por más de 250.000 manifestantes en Washington y se convirtió en uno de los mayores himnos pacifistas de la historia. Otro personaje con un aura mítica fue Jim Morrison, que antes de convertirse en una estrella al frente de The Doors, vivió varios meses en el Gene Autry’s Hotel Continental de Los Ángeles hasta que lo echaron por colgarse del balcón. En 1969, su banda era una de las más famosas del mundo y estaban a punto de editar un álbum titulado Morrison Hotel. Para la sesión de fotos se desplazaron al establecimiento del mismo nombre en Hollywood, aunque los propietarios no les dieron permiso para entrar. A pesar de la negativa, se colaron en el interior y pudieron hacer la famosa instantánea que aparece en la portada. Por entonces, todos los músicos creían que las normas estaban mayo 2 0 1 2 • e s q u i r e 181


punk por asesinato, aunque éste sucumbió a la heroína pocos meses después.

Nuevos tiempos. En un giro caprichoso del des-

Queen Elizabeth

Fue el hotel de Montreal que acogió el ‘encamamiento’ de John y Yoko.

Este local neoyorquino es una de las grandes leyendas del rock.

hechas para transgredirlas, pero la época más salvaje del rock aún estaba por llegar.

Janis y Leonard. A principios de los años 70 se

respiraban aires de cambio en las grandes ciudades de los EE UU. La utopía de la década anterior había desaparecido y las noticias relacionadas con el mundo de la música no eran demasiado alentadoras. El 18 de septiembre de 1970, Jimi Hendrix moría a causa de una mezcla de somníferos y alcohol en la habitación 507 del Samarkand Hotel de Londres y el 4 de octubre encontraron el cuerpo de Janis Joplin en la habitación 105 del Landmark Hotel de Los Ángeles. La cantante había muerto de sobredosis y la canción Me and Bobby McGee se convirtió en su primer número uno póstumo. Leonard Cohen ha contado en varias ocasiones que, a finales de los 60, cogió uno de los ascensores del Hotel Chelsea de Nueva York con la intención de encontrarse con Brigitte Bardot, pero se cruzó con Janis Joplin y pasaron la noche juntos. Aquel efímero romance inspiró la balada Chelsea Hotel #2, donde el artista susurra: “Te recuerdo claramente en el Hotel Chelsea. Eso es todo, ni siquiera pienso en ti muy a menudo”. Aunque éste no es el único himno del rock marcado por las casualidades. En diciembre de 1971, Deep Purple pretendía grabar su sexto álbum en el casino de la ciudad suiza de Montreaux, pero una bengala provocó un incendio durante un concierto de Frank Zappa y la sala quedó totalmente calcinada. Entonces, el grupo se trasladó al Grand Hotel, que estaba cerrado por vacaciones, colocaron los instrumentos en los pasillos y empezaron a tocar 182  e s q u i r e • mayo 2 0 1 2

Joshua Tree Inn

Riverside Hotel

Gram Parsons murió de sobredosis en este motel de California en 1973.

de manera improvisada. Su destino cambió una noche en la que el bajista Roger Glover tuvo pesadillas con el incendio y se despertó con una frase en la cabeza: “Smoke on the water”. Así nació la famosa canción que cambiaría para siempre la historia del heavy metal. En 1972, Led Zeppelin se alzó como la banda más grande del mundo y disponía de la planta 11 del Continental Hyatt House cada vez que tocaba en Los Ángeles. Sus locuras de estrellas se han convertido en leyenda, como el día que Richard Cole, su tour manager, condujo una moto por los pasillos del hotel. Aunque el pasatiempo más famoso de John Bonham (el batería) consistía en tirar televisores por la ventana y hacer diana en las vallas publicitarias de la calle con botellas de cerveza. Aquel mismo año, Elvis quiso conocer al grupo más salvaje del rock y su promotor llevó a Robert Plant y a Jimmy Page a la suite del hotel de Las Vegas donde se alojaba. El Rey les preguntó: “¿Son ciertas las historias que se cuentan sobre vosotros en la carretera?”. Robert Plant se sorprendió y le contestó: “Por supuesto que no, somos hombres de familia. Mi mayor afición es pasear por los pasillos del hotel cantando tus canciones”. Elvis los miró y empezó a reír. Después les confesó que nunca había escuchado sus discos, excepto cuando su hermanastro le puso Stairway to heaven. Sin duda, esa canción era un presagio de lo que sucedería a muchos artistas que vivían con desenfreno. El 19 de septiembre de 1973, Gram Parsons murió de sobredosis en la habitación número 8 del Joshua Tree Inn, un pequeño hotel perdido en el desierto de California. Un año más tarde, Paul Stanley y Gene Simmons de la banda Kiss compusieron Rock’n’roll all nite en el Continental

Clarksdale (Mississippi) fue parada habitual de varias leyendas del blues.

El año pasado una inmobiliaria compró el Hotel Chelsea por 80 millones de dólares con la intención de echar a sus inquilinos habituales

FOTOGRAFÍA DEL JOSHUA TREE INN MIROSLAV PERIC

Chelsea Hotel

Hyatt House. Aquella noche escribieron la famosa estrofa “I want to rock and roll all night, and party every day”. Precisamente eso era lo que hacía Robert Plant durante las giras interminables de Led Zeppelin, y en 1975 salió al balcón de su hotel en Los Ángeles para gritar: “¡Soy un dios dorado!”. Esa imagen de grandeza quedó inmortalizada por el fotógrafo Peter Simon y se ha convertido en un icono del rock. Aunque, un año más tarde, toda la atención mediática fue para el álbum Hotel California de The Eagles, cuya portada mostraba una imagen del Beverly Hills Hotel. Con el paso del tiempo se ha especulado mucho sobre el significado de esa canción, pero lo único cierto es que el establecimiento pasó a ser propiedad del sultán de Brunei. La era dorada del rock terminó con otra mala noticia que dio la vuelta al mundo. El 11 de octubre de 1978, Sid Vicious (bajista de los Sex Pistols) y su novia Nancy Spungen se alojaban en la habitación número 100 del Hotel Chelsea. Después de una noche de fiesta, el músico se despertó sudando y encontró a la chica muerta en el suelo del lavabo. La policía arrestó al ídolo

tino, el primer videoclip que emitió la MTV en agosto de 1981 fue Video killed the radio star de The Buggles. Aquella canción marcaba el final de una época irrepetible y adentraba a los espectadores en un futuro lleno de incógnitas. Aunque ciertas tragedias parecían no tener fecha de caducidad. El 5 de marzo de 1982, John Belushi murió de sobredosis en el bungalow número 3 del Chateau Marmont de Los Ángeles. Había vendido millones de discos con los Blues Brothers y había puesto de moda las fiestas toga con la película Desmadre a la americana, pero su vida era una montaña rusa de excesos y adicciones. Los últimos en visitarle fueron Robert De Niro y Robin Williams, que nunca se han pronunciado sobre lo que vieron aquella noche. En junio de ese mismo año, la banda Motley Crüe estaba de gira por Canadá y el batería Tommy Lee quiso imitar a sus ídolos tirando un televisor por la ventana de su habitación en el Sheraton Caravan Hotel de Edmonton. Al día siguiente, la prensa local informó que se les había prohibido regresar a la ciudad, pero su éxito ya era imparable. Por su parte, David Bowie decidió huir de la fama durante una temporada y, a principios de los años 80, se alojó en el Ellington Hotel de Berlín. No en vano, allí había compuesto álbumes tan famosos como Low y Heroes. Más romántica fue la historia que protagonizaron Sean Penn y Madonna en 1985 en el Maxwell House Hotel de Nashville. El actor pidió la mano de la cantante y se alojaron varias veces en aquel establecimiento mientras él rodaba la película Hombres frente a frente. Aunque si hubo un grupo de rock que simbolizó la grandeza de aquellos años, éste fue Guns N’ Roses. En 1986 todo el mundo hablaba de sus conciertos y de su esperado álbum de debut mientras ellos vivían al límite. Después de una noche de desenfreno en Los Ángeles, Axl Rose organizó una barbacoa en su balcón del Hyatt on Sunset y activó por accidente la alarma de incendios. Cuando llegaron los bomberos, el cantante decidió tirar trozos de carne a la gente que paseaba por la calle. Poco después encontraron a Slash con una sobredosis en el ascensor del mismo hotel, aunque nadie se sorprendió, puesto que el guitarrista acostumbraba a registrarse con el apodo de ‘Mr. Disorderly’. Actualmente, el mundo del rock ha perdido su carácter transgresor y las discográficas controlan la imagen de las bandas para que triunfen entre el público masivo. Aunque todavía encontramos algunos artistas rebeldes que se oponen a las normas, como The White Stripes, que en 2001 editaron un single titulado Hotel Yorba y rodaron su videoclip en el exterior del establecimiento del mismo nombre en Detroit, puesto que no les dieron permiso para entrar. No obstante, es evidente que corren nuevos tiempos. El año pasado, una empresa inmobiliaria compró el Hotel Chelsea por 80 millones de dólares, con la intención de echar a sus inquilinos habituales y emprender reformas. “Aquí han sucedido muchas cosas. Jim Morrison, Jimi Hendrix y Janis Joplin celebraron sus fiestas repletas de droga, pero los nuevos propietarios no saben nada de eso”, comentó Stanley Bard, mánager del hotel durante más de cinco décadas. Puede que Bob Dylan tuviera razón cuando decía que “los tiempos están cambiando”, porque hoy ya no se pueden reservar habitaciones y encontramos una señal de prohibido fumar en la entrada. Seguramente es hora de bajar el telón de esta historia marcada por las leyendas, mientras la música aún suena en el horizonte. Wilco, “Hotel Arizona” mayo 2 0 1 2 • e s q u i r e 183


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