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3. HISTORIA
El Shih Tzu es una raza asiática cuyo pasado se encuentra tanto en el Tíbet como en China. Como resultado, algunos entusiastas actuales consideran que se trata de una raza tibetana, mientras que otros más bien relacionan este pequeño y adorable perro con China.
Aunque ha habido tiempos en los que los chinos y los tibetanos han cooperado entre ellos, han existido frecuentes conflictos entre estos dos países desde el siglo VII. En nombre de la diplomacia, los nobles tibetanos tomaban a veces como esposas a jóvenes de la realeza china. Así pues, ello conllevaba que se intercambiasen regalos entre las gentes de estas dos grandes culturas, tan ricas en leyendas. Frecuentemente, estos regalos consistían en perros.
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Se dice que el Lhasa Apso, una raza tibetana, antepasado directo del Shih Tzu, existe desde el año 800 a.C., pero no hay ninguna evidencia tangible de esto, ya que no se conservaron registros históricos escritos en el Tíbet hasta alrededor del año 639 d.C.
Debido a que el Shih Tzu descendió del Lhasa Apso tibetano, se considera al Tíbet como el primer y más antiguo país de origen del Shih Tzu. Los perros eran ofrecidos como ofrendas para que los viajeros tuvieran un buen viaje desde el Tíbet hasta China, ya que el largo viaje en caravana duraba de ocho a diez meses. Los Lhasa Apso tibetanos no eran considerados
como animales sagrados, pero aun así se los tenía como posesiones muy valiosas. Sólo eran dados como regalo: nunca eran vendidos. Los perros eran tenidos, sin duda alguna, en muy alta estima, ya que se creía que encerraban las almas de los monjes que habían pecado en sus vidas anteriores.
El budismo se extendió desde la India hasta el Tíbet en el siglo VII, pero no fue adoptado en China hasta el año 1253, en tiempos del Kublai Khan. El león, en sus varias formas mitológicas, juega un papel importante en el budismo. De hecho, se cree que el buda Manjusri, dios del aprendizaje, viaja por el mundo como un simple monje acompañado de un perro pequeño. Este perro, llamado Hapa, puede transformarse al instante en un león, para que el Buda pueda ir a lomos de él. Al león de las nieves se le considera como el rey de los animales, y es con este animal mitológico de color blanco con el que están más estrechamente relacionados el Shih Tzu y el Lhasa Apso. Se cree que el león de las nieves es tan poderoso que cuando ruge aparecen siete dragones en el cielo.
Los tibetanos siempre han establecido una distinción entre el «verdadero» león y el «perro-león», pero nunca han sido muy claros en lo referente a los nombres de sus razas. Sin duda, hubo cruces entre algunas de las varias razas tibetanas. Incluso hoy día es posible hacer criar a dos Lhasa Apso o Shih Tzu con el pelaje completo y dar lugar a uno o más cachorros con el aspecto de Spaniels tibetanos de pura raza. Esto puede parecer algo sorprendente, pero es, claramente, un salto al pasado. Es interesante ver que los tibetanos llaman «Apsok» a todas las razas de pelaje largo, lo que complica todavía más el tema cuando tratamos de investigar la historia de las razas tibetanas.
Sabemos que se puede seguir el rastro al Shih Tzu hasta llegar a perros de origen tibetano. También debemos fijarnos en los perros que se encontraban en China en esos tiempos, ya que se trataba de ejemplares con los que fueron cruzados esos antiguos antepasados del Shih Tzu.
Se cree que los «perros cuadrados» que fueron aceptados por un emperador chino en 1760 aC eran de tipo Chow, aunque desconocemos su tamaño. De todas formas, se sabe que en el año 500 aC no se trataba de perros que simplemente seguían a los carruajes de sus amos, sino que también iban acompañados de otros perros de hocico corto. Estos últimos eran llevados en el interior de los carruajes, así que podemos suponer, con seguridad, que se trataba de perros bastante pequeños. Se dice que los huesos
nasales de los cachorros chinos eran rotos con palillos para acortarlos, aunque el cráneo de un antiguo perro de hocico corto que se encuentra en el Museo Británico tiene un hocico que es de por sí corto y sus huesos no están rotos.
Hacia finales del siglo I dC, los emperadores mostraron un claro interés por los perros pequeños. Un perro de extremidades cortas, conocido con el nombre de «perro Pai» tenía su lugar bajo las mesas. Esto puede parecer algo insignificante hasta que uno considera que, como la gente se sentaba en el suelo para comer, las mesas chinas debían ser muy bajas. Por tanto, estos perros debieron ser, en verdad, muy pequeños. Se les concedían grandes honores: de hecho, en el año 168 dC se le concedió a uno de ellos la más alta distinción literaria de la época. A muchos machos se les concedió el rango de K’ai Fu, que se halla justo por debajo de la distinción de virrey, mientras que a las hembras se les concedía la categoría de esposas de tales dignatarios. Estos afortunados perros disponían de soldados para protegerlos y de alfombras sobre las cuales dormir, y se les alimentaba únicamente con la mejor carne.
Hacia el año 1300 dC, los «ágiles perros de pelaje dorado» eran comúnmente criados por la gente en sus casas. Se dijo que estos perros se parecían al león. De hecho, parece que el emperador de aquellos tiempos les tenía tanto cariño que los robaba a sus súbditos. En China había varias razas de perros pequeños, incluido el Carlino (o Pug); pero hacia 1820 el culto al perro faldero era máximo. Los perros
muy pequeños, conocidos como «perros de manga», estaban totalmente de moda. Tal como su nombre implica, se llevaban dentro de las amplias mangas de las túnicas chinas. Todavía se cree que su crecimiento se impedía con medios artificiales, que se les restringía el alimento y que se tenía a los cachorros dentro de jaulas de alambre hasta que alcanzaban la madurez. Por suerte, la emperatriz viuda Tzu Hsi, gran amante de los perros se opuso a los medios artificiales para hacer que los perros fueran enanos, y pronto estos perros enanos dejaron de estar de moda, y la gente se refirió a ellos, a partir de aquel momento, como «perros con la cabeza abultada».
La emperatriz viuda Tzu Hsi cuidó de más de cien Pequineses y dictó varias reglas de palacio para con sus perros. Entre éstas estaba la estipulación de que debían ser «melindrosos con su comida», para que así, debido a su exigencia, fueran conocidos como Perros Imperiales. Su alimento consistía en delicias tales como aletas de tiburón, hígado de zarapito, leche de antílope, jugo de chirimoya, cuerno de rinoceronte y grasa refinada de leopardo sagrado. En un esfuerzo por achatar sus hocicos, la Emperatriz acariciaba y masajeaba los órganos olfativos de sus perros y mordían cuero que estaba muy fuertemente tensado sobre un armazón.
En 1908, Su Santidad el Dalai Lama regaló a la emperatriz viuda varios perros. Su descripción era similar a la de la raza de perros-leones que se podían ver por aquellos tiempos en Pekín.
Ella los llamó sus «Shih Tzu Kou» y los mantuvo separados de sus Pequineses, para preservar las características raciales de estos apreciadísimos perros. De todas formas, estos «Shih Tzu Kou» no llegaron sino en los últimos años de vida de la emperatriz. Aunque los eunucos de palacio continuaron criándolos, es muy probable que se llevaran a cabo cruces experimentales, creando así una divergencia en cuanto al tipo. Se cree que los eunucos criaron tres tipos de perros chatos: el Carlino (o Pug), el Pequinés y un perro de pelaje largo conocido con el nombre de Shih Tzu.
El Shih Tzu aparece en Inglaterra en 1928, de mano de Lady Brownigg, la esposa del intendente general del comando del norte de China. Se registró en el Kennel Club en 1940.
Se fundó un club llamado The Apso and Lion Dog Club, y la primera exposición que se celebró para la raza fue el West of England Kennel Club Show, en 1933. En esta exposición se vio rápidamente que los perros exhibidos eran muy diferentes entre sí, especialmente en lo referente a la longitud del hocico o cara. El juez era el coronel Bailey, que no ocultó el
hecho de que esos perros importados de China eran diferentes. Expresó su parecer de que habían sido cruzados con Pequineses. Lo que se dio en llamar «la batalla de los hocicos» había comenzado. Hubo muchas disputas acaloradas y mucha correspondencia entre las partes afectadas y con el Kennel Club. Se sugirió que los dos tipos fueran diferenciados mediante los nombres «Apso, tipo chino» y «Apso, tipo tibetano», pero esto no dio sus frutos. En lugar de eso se mostraron de acuerdo con la propuesta del Kennel Club de separar a los perros proclamados como chinos de los tibetanos. Los perros chinos debían ser inscritos bajo el nombre de Shih Tzu. El debate continuó y hubo una gran confusión con los nombres, ya que muchos propietarios de los perros que conocemos con el nombre de Shih Tzu querían conservar la palabra «tibetano» en el nombre de la raza. Ellos continuaron refiriéndose a la raza con el nombre de «Perros-leones tibetanos», lo que no sentó nada bien a los seguidores de los Lhasa Apso. En 1934 se fundó la Tibetan Breeds Association, pero no se incluyó a la fraternidad de la raza Shih Tzu. Hubo una gran cobertura por parte de la prensa del acalorado debate en lo concerniente a las dos razas, pero, tal y como se dijo en la sección de aficionados a las razas de perros extranjeros de la revista Our Dogs del 22 de junio de 1934: «…mientras que los aficionados del Apso y del Shih Tzu están alerta, no hay sentimientos de rencor en ninguna de las dos partes». El problema de la diferencia entre las razas que hoy conocemos con los nombres de Lhasa Apso y Shih Tzu quedó resuelto, y hacia 1939 el
número de Shih Tzu inscritos en el Kennel Club era de 183. En 1940, en lugar de ser inscritos bajo el apartado de «Cualquier Otra Variedad», se garantizó al Shih Tzu un registro separado y fue elegible para la obtención de Certificados de Desafío (Challenge Certificates). De todas formas, el siguiente problema serio que tuvo lugar fue la segunda guerra mundial, así que tuvieron que posponerse los Certificados de Desafío.
Después de la guerra, algunos de los primeros criadores continuaron con sus actividades en lo referente a las exposiciones y a la cría. Había habido unas pocas importaciones más y, en un esfuerzo por preservar la raza, todos los perros (frecuentemente con independencia de su calidad) fueron usados para criar. Ésta es la razón que explicaría que algunos de los perros que se podían ver en esos tiempos fueran tan diferentes de los que conocemos hoy día.
Uno de los dos únicos Shih Tzu que se inscribieron en el Kennel Club durante 1945 era Ta Chi of Taishan, que se convertiría en el primer campeón de la raza. Esta perra descendía de una importación noruega llamada Choo-Choo que era propiedad de la reina Isabel (la actual Reina Madre). El padre de Ta Chi of Taishan fue Sui-Yan y su madre fue Madam Ko of Taishan.
Este primer ejemplar campeón fue tenido en muy alta estima, e incluso hoy día hay gente que cree que fue uno de los ejemplares más típicos de la raza. En 1936, el American Kennel Club recibió una
solicitud para inscribir a un Shih Tzu, y supusieron erróneamente que el Lhasa Terrier y el Shih Tzu eran la misma raza. La Tibetan Breeds Association británica se vio implicada, explicando las diferencias entre las dos razas. A pesar de los artículos que aparecieron en la prensa americana referentes a estas dos razas distintas, se importaron Shih Tzu del Reino Unido a Estados Unidos, donde fueron incorrectamente inscritos como Lhasa Apso. Eso continuó hasta los años 50, y durante los años anteriores se hizo criar a muchos de estos perros.
La historia del Shih Tzu pareció envuelta en la controversia a lo largo de los años. En los años 50, Miss Freda Evans, reputada criadora dentro del undo de raza del Pequinés, y que todavía era una novata en lo referente al Shih Tzu, decidió que para la mejora de este último introduciría un cruce con el Pequinés. Esto se hizo sin consultar con el Shih Tzu Club.
El cruce fue, de todas formas, inscrito de forma correcta en el Kennel Club, y se llevaron a cabo esfuerzos para integrar la descendencia en futuros programas de cría del Shih Tzu. A continuación, hubo mucha cría, y los cachorros fueron repartidos por todo el país. Con el tiempo, la mayoría de los criaderos británicos llevaron parte de esta sangre.
El primer criadero de Shih Tzu de Alemania fue fundado incluso más tarde que los de Escandinavia. Sucedió en 1960, cuando Frau Erika Geusendam fundó su criadero Von Tschomo-Lungma. En los Paí-
ses Bajos, el criadero líder en los años 60 era el de la señora Eta Pauptit, que llevó a cabo un detallado estudio de los criaderos británicos y escandinavos antes de fundar el suyo. En 1969, el Shih Tzu fue reconocido por el American Kennel Club en el Toy Group, influyendo en ser reconocida hoy en día, por todos los principales clubes de perreras en el mundo de habla inglesa y por la Fédération Cynologique Internationale para la competencia internacional en Companion y Toy Dog Group, Sección 5, razas tibetanas.
Los Shih Tzu no llegaron a los países hoy conocidos como las Repúblicas Checa y Eslovaca hasta el año 1980, pero en Francia la historia fue diferente. La condesa de Anjou había criado Shih Tzu en Pekín mucho tiempo antes de la Revolución China y trajo la raza a Francia en 1950. Ella fue la responsable de la redacción del primer estándar de la raza en su país.
En los Estados Unidos, el Shih Tzu ocupó el lugar 15 entre las razas más populares en 2013, cayendo ligeramente en popularidad desde 2012, cuando se colocó en la 11ª posición.
Hoy en día, se trata de un perro muy valorado tanto para compañía como para exposición. Su magnífico pelaje y su reducido tamaño hacen que brille con luz propia, ejerciendo como toda una estrella en las exposiciones caninas.