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Raúl Arámbula

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Dra. Rosy Chacón

Dra. Rosy Chacón

Experto en sismología y vulcanología. Toda una trayectoria de éxitos bajo la vista constante al Volcán de Fuego de Colima.

Si existe una persona especializada en sismología del Volcán de Fuego de Colima es Raúl Arámbula Mendoza, director del Centro Universitario de Estudios e Investigación en Vulcanología (CUEIV) de la Universidad de Colima. Su trabajo no se detie‐ne en ningún momento, la responsabilidad de este estudioso va más allá de lo que uno se pueda imaginar, su labor titánica mantiene informada a la población acerca de los cons‐tantes sismos y cambios que existen dentro y fuera del coloso de fuego.

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Nacido en la Ciudad de Méxi‐co en el año de 1975 Arámbula define su niñez como curiosa y de mucho aprendizaje. Fue justamente en la etapa de la preparatoria cuando su vida se tornó hacia el tema vulcanológico. Una vez que finalizó, decidió enfocarse en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Durante esta época perteneció al grupo de montañismo de la institución que surgió en la inquietud de estudiar volcanes. Entre el fin de su maestría y principios de su doctorado en Sismología Volcánica por el Instituto de Geofí‐sica de la UNAM, decidió incursionar en Pro‐tección Civil de Ciudad de México con el obje‐tivo de apoyar a las poblaciones y personas que habitan en zonas vulnerables para hacer frente a los fenómenos naturales o tecnoló‐gicos que generan siniestros.

«Fue una experiencia inigualable que me dejó buenos recuerdos y mucho aprendizaje. Trabajé un año ahí y tuve la oportunidad de ir a Japón a un taller en tema de desastres. Son de otro mundo, son muy perfeccionistas, muy puntuales… ellos nos pagaron todo. Fue una experiencia muy enriquecedora».

Regresando de la experiencia asiática, Raúl Arámbula comenzó el doctorado en Sismolo‐gía Volcánica en el Instituto de Geofísica en la UNAM. Años más tarde obtuvo la medalla Alfonso Caso, que otorga la UNAM a la mejor tesis doctoral por su investigación: Clasi‐ficación automática de eventos sísmicos y análisis de la actividad sísmica en años recientes en el Volcán de Colima. Fue jus‐

tamente en esta época donde decidió visitar Colima para recabar datos.

En su experiencia laboral destaca su colaboración en el monitoreo de los glaciares de México, en el Instituto de Geofísica de la UNAM; guardias en el monitoreo del volcán Popocatépetl en el Centro Nacional de Pre‐vención de Desastres (CENAPRED) así como su participación en el Servicio Sismológico Nacio‐nal (SSN) del Instituto de Geofísica de la UNAM.

UN ACERCAMIENTO AL VOLCÁN DE COLIMA

En la actualidad, el ahora doctor, da segui‐miento a la actividad del Volcán de Colima aplicando nuevas técnicas de monitoreo,

además de probar nuevos métodos para loca‐lizar sismos volcánicos y estudiar la cuantificación de las explosiones que puedan surgir del coloso.

«El volcán de Colima es muy inquieto, es sorp‐rendente. Como científicos nos mantiene muy asombrados y nos pone constantemente prue‐bas, es un volcán muy interesante qué estudiar. Hay señales que no sabemos a qué fenómenos internos están asociados, pero aún hay que es‐tudiar mucho más al volcán. Sí nos ha dado sustos importantes como en el 2015, con la segunda erupción más grande del volcán después del 20 de enero de 1913, la cual su erupción generó flujos piroclásticos hasta 10 kilómetros de distancia, no hubo pérdidas de vida pero sí tiene la capacidad de generar grandes daños».

Como meta para este 2022 el doctor detalló que piensa comenzar un proyecto para instalar sensores GPS que miden la deformación del volcán.

«Si el volcán va a hacer erupción, la montaña se hincha, se deforma, estos instrumentos nos permitirán ver esta deformación. De hecho, es‐tos instrumentos ayudaron mucho en la erup‐ción de La Palma, en España, haciendo el pro‐nóstico certero de que iba a entrar en erupción».

LA FOTOGRAFÍA, SU MAYOR PASATIEMPO

Raúl Arámbula ha visto la fotografía como una válvula de escape, sobre todo al momento de capturar la imagen del Volcán de Colima. Su pasión lo llevó a obtener el segundo lugar en el Concurso Nacional de Fotografía Científica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) en el 2015 con la fotografía titu‐lada Erupción de estrellas.

«Todos los años espero la temporada de la Vía Láctea, que es durante febrero, marzo y abril, donde se empieza a ver el núcleo de estrellas por el cielo seco y frío. Se trata de fotos muy técnicas donde tomo en cuenta elementos como la composición, primeros planos, puntos de fuga, reglas de tercios… y que me lleva horas hacerlas pero es una satisfacción muy grande ver al coloso en persona y captu‐rar imágenes impresionantes».

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