Huellas... Por: Anita Sesma, Pastoral Juvenil Diocesana
Santa María Goretti
¡H
ola a todos! Esta vez platicaremos sobre una niña muy especial que por su amor a Jesús llegó a ser santa a la edad de once años. Te platicaré sobre Santa María Goretti, la pequeña y dulce mártir de la pureza. Ella creció en una familia pobre pero rica en fe, donde a diario rezaban el rosario, asistían a misa, buscaban vivir los sacramentos y oraban juntos. Desde muy pequeña María fue consagrada a la virgen por su amor a ella. Era una niña inteligente y madura, desde muy pequeña comenzó a estudiar el catecismo y a la edad de seis años fue confirmada. En ningún momento fue una niña caprichosa, desobediente ni mentirosa, sino todo lo contrario, sus padres la llamaban “el ángel de la familia”. Cuando María tenía diez años, su padre se enfermó de paludismo, enfermedad que era muy común en esos tiempos por la insalubridad del lugar donde trabajaba, a los pocos días perdió la vida. Tras la muerte del Señor Goretti, la
madre de María, la señora Asunta tuvo que comenzar a trabajar. Esto fue un golpe muy duro para María y para toda su familia, después de esto ella por ser una de las hijas más grandes tuvo que apoyar a su madre con el cuidado de sus seis hermanos. A pesar de la situación que vivían María jamás dejó de hacer oración, siempre animaba a su familia, seguían rezando el rosario y sobre todo confiaba en los planes de Dios. Dentro de los momentos de oración, se incaba frente a la cruz y le suplicaba a Dios que su padre estuviera gozando de su gloria. Su amor por la oración era tan grande que encontró muchas maneras para seguir haciendo crecer su amor por Dios, siempre cargaba con su rosario en la muñeca y no faltaba en sus días la contemplación al crucifijo, donde el amor a Jesús creció inmensamente y nació en ella un horror por el pecado. Uno de los deseos de María era recibir a Jesús en la eucaristía, decía “Quiero a Jesús”, pero, por
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