De La Urbe 75

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Fotografía: Esteban Chinchilla

2 Perfil

Casciari es autor de los libros Más respeto que soy tu madre, El pibe que arruinaba las fotos, España decí alpiste, Charlas con mi hemisferio derecho, El nuevo paraíso de los tontos y Messi es un perro y otros cuentos.

Expedición al hemisferio

Casciari

Diego Agudelo Gómez godeloz@gmail.com

H

ernán Casciari cruzó otra vez el charco. Está en Medellín por segunda vez. Llega para deliberar con otros jurados sobre quiénes serán los nuevos ganadores de un concurso literario. Desde hace seis meses está leyendo novelas y libros de cuentos (120 para ser exactos) entre los que debió elegir a los mejores. Pero también llega para inaugurar un itinerario de lecturas que inicia en Medellín, seguirá en Lima, Buenos Aires y rematará de vuelta en Barcelona. Hernán Casciari está, entonces, otra vez en Medellín para hacer algo que seguramente lo divierte mucho: leerles cuentos a sus lectores. A los lectores que desde Medellín han seguido sus blogs y han leído sus libros y han escuchado en Youtube sus mensajes de la contestadora. Lectores que a veces le escriben porque él casi siempre les responde, ya que a Hernán Casciari le encanta conversar y así como conversa con su hija, con su esposa, con su mejor amigo –que no es imaginario– Chiri, con su vieja en Mercedes, conversa con sus lectores, cercano, como si esa interlocución no estuviera hecha solamente de tweets o correos electrónicos o comentarios en las entradas del blog, sino también de momentos, gestos, risas, borracheras y recitales de cuentos. Y aunque dice que disfrutó esa deliberación privada con los demás jurados, este recital de cuentos, que inaugura su gira, de seguro lo divierte mucho más, lo divierte como un chancho, diría él. Y los lectores, por supuesto, lo buscan porque la diversión es recíproca. Días antes de abordar el avión que lo trajo

No. 75 Septiembre de 2015

Hernán Casciari, un escritor argentino radicado en España, es de lo más parecido a un autor de culto. A través de su proyecto Orsai –blog, revista literaria, editorial– ha ganado seguidores en todo el mundo. Y hace poco estuvo en Medellín. desde España, Casciari anunció el recital en su blog de Orsai y creó un formulario para que sus lectores se inscribieran porque a lo mejor el escenario de la lectura era pequeño y les prometió que les enviaría a sus correos electrónicos el lugar y la hora y la fecha del recital. Entonces muchas personas se inscribieron. No 10 ni 50: 220 personas quisieron estar en esa lista, y cuando Casciari supo que el auditorio que le prestaron era el de la Cámara de Comercio de Medellín relajó el orto –diría él– porque en ese lugar sí que cabían las 220 personas que querían escucharlo. Lo dijo en un tweet: “Traje 100 libros a Medellín y hay 220 anotados al recital. Mi falta de expectativas no me dejará hacerme rico nunca”. En otro tweet, ese mismo día, dijo: “Acabo de llegar y nadie me esperó con porro. Muy triste todo”. Pero no fue triste por mucho tiempo porque, esa misma noche, dos de sus lectores lo buscaron para hablar con él diciéndole que

eran periodistas y querían una entrevista y aunque esos dos lectores que eran periodistas no le llevaron porro –y uno de ellos sintió remordimiento porque vive nada más que a dos calles de donde se consigue mucho porro–, más tarde, cuando esa entrevista ya no era entrevista sino sobremesa – diría él–, llegaron otros dos lectores que sí le llevaron porro, los mismos que le habían llevado la primera vez que estuvo en Medellín, y entonces ya no fue muy triste todo porque era porro del bueno. Casciari y sus cuatro lectores pudieron comprobar que era del bueno. Esos cuatro lectores están en el recital de Casciari en la Cámara de Comercio pero ya se confunden en la multitud que llega al lugar hasta con una hora de anticipación. No hay ningún indicio que permita asegurar que cada miembro de esa multitud es efectivamente un lector de Casciari pero hay una tensión similar a la que precede a los conciertos donde todos los asistentes vociferan contando alguna anécdota del artista que esperan escuchar: “El primer cuento que leí de Casciari fue tal”. “Yo solamente lo he escuchado en Youtube”. “Me falta ese libro de los tontos por conseguir”. “Ojalá traiga el del Pibe que es el que más me han recomendado”. “Que lea Finlandia”. “Que lea Gaussian Blur”. “Cómo hace para ser tan charro”. “Es un puto genio”. “Es un puto”. Entre la gente que vocifera se reconocen periodistas que hospedan un escritor en su interior al que no han dejado salir del cascarón. Hay un hombre que viajó desde Cali para escucharlo. Hay ilustradores que soñaron ver su trabajo alguna vez en las páginas de la revista Orsai. Hay una madre que no ha leído nada de Casciari pero está ahí porque su hija la dejó escuchando un podcast del escritor y no hizo falta nada más para convencerla de verlo en vivo. También está la hija que conoció a Casciari por un novio que le leía cuando esta-


3 ba enferma. Y más al fondo, vestido de negro, con unos papeles en la mano, está Hernán Casciari. Fuma. Fuma dulces hebras de tabaco envueltas por él mismo en un papel fino como una seda. Cuando abren las puertas del auditorio, la multitud se precipita para tomar los primeros asientos. Casciari sube al escenario y ya faltan solo segundos para que todos sepan de una buena vez lo que les espera por venir a escuchar el recital de cuentos que –diría Casciari– es más bien una conversación. Porque así empieza su lectura: Casciari, conversando con su público, dándole a elegir si quiere oír una historia que haga llorar o si quiere oír una historia que haga reír. Y no importa lo que la gente dice –casi todo el mundo quiere reír y casi todo el mundo ignora que también quiere llorar–, Casciari empieza con una de las que hace reír y sigue con otra y luego con otra y todas parecen la misma porque no hay un título que las separe, porque este pibe que está montado en el escenario no solo arruina todas las fotos sino que sabe leer con muchas voces y hace reír –a las carcajadas– y hace llorar –tímidamente– y crea silencios y anuda gargantas y narra milagros que no tienen nada del otro mundo y abre las puertas de algunos horrores y descubre grandeza en pequeños prodigios y, en fin, le transfiere a este público embelesado pasiones, crueldades, amores, ironías, espasmos y pesadillas. Las páginas en las que Casciari ha impreso sus cuentos van cayendo, estrujadas por su puño, al suelo del escenario. Cada cuento, de 3 o 4 páginas, cae vuelto un amasijo. Más tarde, cuando el epílogo del último relato ha dejado a todos entumecidos de puro goce literario, algunas de esas páginas descartadas se convierten en trofeos porque la gente corre al escenario para quedarse con ellas. Es probable que las palabras impresas en esas hojas bond tamaño carta sean diferentes a las que están escritas en el blog o a las que salieron publicadas en los libros. La voz de Casciari como escritor a veces es como un río en el que no puede uno bañarse dos veces. O es mejor decir que su voz de escritor es como una cascada: un fluir constante hacia el vértigo, un caer deprisa, un salto que ya quiere uno repetir sin todavía haber llegado al fondo porque puede que un pequeño cambio –una coma, un adjetivo eliminado, un nuevo giro en un párrafo, un énfasis inesperado en un chiste– renueve la experiencia de lectura. O es mejor decir que la voz de Casciari como escritor no se diferencia de la voz con la que habla todos los días, con la que le habla a su hija o a su amigo Chiri, a su mujer, a su vieja o a los individuos que a veces llegan hasta su casa de España para saludarlo, tomar un mate y contarle que vienen del futuro. Antes, cuando tenía 22 años y pretendía ser un escritor serio, Casciari tenía una voz de escritor que ahora detesta. De buena gana, todas las páginas que escribió antes de los 30 años ya las arrojó al olvido. “Hay que escribir 10 mil páginas malas antes de escribir la primera buena”, suele decir. En esa época, ganaba concursos literarios con cuentos y novelas. Era un cazador de concursos que estudiaba a los jurados, adivinaba qué les podía gustar y producía obras a su medida. Así se ganaba la vida pero, como dice, “viéndolas con ojos de ahora, están increíblemente malas, no en el sentido literario sino hipócritas; de más grande descubrí, tanto como lector y como autor, que no soporto cuando no

Antes, cuando tenía 22 años y pretendía ser un escritor serio, Casciari tenía una voz de escritor que ahora detesta. De buena gana, todas las páginas que escribió antes de los 30 años ya las arrojó al olvido. Una casualidad le reveló que sus dos hemisferios no se hablaban y quizás de ahí provenía la aridez de su literatura. Al principio, el diálogo parece una sesión de terapia con un consejero providencial que va revelando lo cabrón que es con el pobre escritor en crisis a medida que avanzan las palabras. Hay momentos en que no es propiamente una conversación lo que se escucha sino una ráfaga de latigazos como la que lanza un capataz a los esclavos que erigen una pirámide. Sin embargo, en ese libro, la voz del hemisferio derecho de Casciari sabe que es necesario avivar las llamas de la crisis y le recuerda, por ejemplo con citas de Raymond Chandler, que “un escritor está liquidado cuando comienza a leer sus antiguos cuentos en busca de inspiración”. Durante los primeros meses que vivió en España, el bloqueo se mantenía pero seguía enviando material a concursos literarios. Dice que, por inercia, metía en los sobres los mismos cuentos de concursos anteriores. Pronto se cansó y dejó de intentarlo. Incluso llegó a resignarse. “Bueno, ya está, no seré escritor. Seré otra cosa. Seré vendedor de monjes de yeso, no sé, seré otra cosa”, se dijo y consiguió trabajo en otra cosa y como otra crisis que cargaba encima era la de estar lejos del Chiri y de su otro amigo Comequechu y del Negro López y de su vieja y de su viejo, y como tampoco quería importunarlos con largos correos nostálgicos porque ellos no tenían la culpa de que se hubiera ido al otro lado del Atlántico, abrió un blog. En ese año, 2002 a lo sumo, los blogs empezaban a ser una bomba, una novedad que le sirvió a Casciari para empezar a contar historias de su pueblo Mercedes y, de alguna forma, escribirle a los suyos. “Tenía mucha nostalgia de Argentina en ese tiempo y en ese jugueteo sí está mi voz. ¿Cómo no va a estar mi voz

si estoy hablando con ellos? No estoy intentando convencer a un jurado ni hacer literatura, ni ser inteligente, ni cagar más alto que el culo, ni nada. La voz la encuentro cuando no la busco, en realidad cuando creo que la perdí, cuando creo que no hay más voz, entonces no fue una búsqueda desesperada. Yo fui un estúpido mientras escribía pensando que tenía que ser inteligente. En 2003 o 2004, cuando hago relecturas de todo lo que escribí en la década de finales del siglo XX, me empezó a dar vergüenza: antes era letra muerta, era muy poca cosa”. Hernán Casciari el niño, el que arruinaba siempre las fotos, el gordito que molestaban en la escuela porque tenía más tetas que sus compañeras, el futuro escritor que dice haberse convertido en un cómico gracias a esa broma, también adoraba salir a pescar. Tenía 10 años y pasaba las noches en tiendas de campaña allá en Mercedes, a 100 kilómetros del gran Buenos Aires. Era el primero que despertaba al amanecer, salía con todo preparado –las cañas, las carnadas–, metía los pies en el agua y los peces de las seis de la mañana eran todos para él. “Había un cosquilleo de independencia, de libertad, que solamente tuve en ese momento de mi infancia en frente de un río y escribiendo”. Ahora que han pasado tantos años desde su infancia alucinante de Mercedes y tantos años más desde que recuperó la voz que le permitió regresar a esos ríos, Casciari sabe que solamente escribe para sentir ese hormigueo. Será por eso que en el triunvirato de su voz –con la que escribe, con la que habla, con la que lee sus cuentos– no hay una diferencia notable porque en cada formato la gestualidad juguetona tiene un equivalente. Si en un párrafo cambia el tiempo narrativo para incrementar la tensión, en una lectura pública hace voces, morisquetas, carga de misterio los silencios… y en un podcast juega con efectos de sonido, distorsiona su voz para multiplicarla en los personajes que rondan en su literatura. Muchos llamarían a eso ser un escritor versátil, pero a veces Casciari ni siquiera se considera un escritor. Lo que escribe sigue siendo las historias que le gusta contar en las sobremesas con sus amigos. El secreto de la voz de Hernán Casciari, en definitiva, es que aprendió a desgrabarse: “Me empecé a escuchar cuando le contaba cosas a la gente, que es donde más me interesa estar, y después trato de reproducir ese que soy. Mientras era muy estúpido en los 90, escribiendo, en las mesas no, en las mesas yo contaba con la misma soltura que cuento ahora cuando escribo”. Soltura con la que, por otro lado, hay que tener cuidado porque, entiéndase bien, esa soltura es una trampa. La prueba es este recital de cuentos en Medellín donde Casciari en el escenario es un hipnotizador de serpientes. Si vuelve su voz un dolor susurrado porque habla de la muerte del padre, nosotros sentimos el vacío indestructible de esa pérdida. Si narra la broma cruel que marcó el fin de su infancia, también sentimos que nos arde el alma por el remordimiento. Si lee la historia de su peor pesadilla –creer por 10 segundos que había atropellado a su sobrina cuando en realidad era un tronco–, ese sueño horrible queda incrustado entre los nuestros. Las historias que lee Casciari hacen reír –a las carcajadas– y hacen llorar –tímidamente– y se convierten en un torbellino que silba, estruja, sosiega, produce el sobresalto y la frescura que hay entre los amigos que poco se ven pero cuyas conversaciones jamás cesan.

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Fotografía: Cortesía Revista Ultimo Round

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es verdad. Veo en esas cosas que hacía para sobrevivir que no estaba yo ahí adentro, no estaban mis ilusiones literarias”. Entonces, a pesar de los premios, a pesar del Juan Rulfo que le entregaron en París y que tanto prestigio tiene en el orbe latinoamericano, hubo una enorme decepción para Casciari. Se le fue encima un bloqueo literario muy fuerte cuando le faltaban pocos meses para convertirse en un inmigrante argentino en España, adonde se mudaba porque resultó que, cuando viajó para recoger muy orondo su Juan Rulfo, se enamoró de la mina catalana que ahora es su esposa. De esa época es el diálogo que se puede leer en su libro Charlas con mi hemisferio derecho. Una conversación de Casciari con Casciari que escribió con bolígrafo negro y bolígrafo azul porque “llevaba más de seis meses sin redactar un párrafo decente y estaba hecho un trapo”.

Durante dos años, Casciari fue Mirta Bertotti, un ama de casa argentina que lidiaba con una familia desbarajustada en un país en crisis. Más respeto que soy tu madre, la blognovela, migró al papel y al teatro y se publicó en varios países.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


4 Editorial Comité editorial: Patricia Nieto Nieto, Jorge Alonso Sierra, Luis Carlos Hincapié, Raúl Osorio Vargas, Jaime Andrés Peralta Agudelo, Elvia Elena Acevedo Moreno, Heiner Castañeda Bustamante, Gonzalo Medina Pérez, Natalia Botero Oliver Dirección: Juan Camilo Jaramillo Acevedo Coordinación editorial: Daniela Jiménez González, Juan Diego Posada Posada, Juan Manuel Flórez Arias, Sofía Villa Múnera, Mariana White Londoño Redacción: Diego Agudelo Gómez, David E. Santos Gómez, Daniela Jiménez González, Mariana White Londoño, Juan Diego Posada Posada, Alba Rocío Rojas, Andrea Aldana, Yéssica Petro Escobar, Diana Sofía Villa Múnera, Diego Zambrano Benavides, Eliana Castro Gaviria, Alexis González Molina, Juan Manuel Flórez Arias, Karen Andrea Parrado Beltrán, Carolina Enríquez Ruíz Corrección de estilo: Alba Rocío Rojas Diseño: Cristina Montoya Ramírez Fotografía: Juan Camilo Jaramillo, Diego Zambrano Benavides, Sofía Villa, Natalia Botero Oliver, Miguel Ángel Romero, Alejandro Buriticá, Sara Castillejo Ditta, Samuel Martínez Cómic: Pablo Pérez (Altaís) Caricatura: Moly Portada: Alejandro Buriticá Impresión: La Patria, Manizales Circulación: 10.000 ejemplares

Para volver a creer Q

uizás no haya un duelo más difícil, un ejercicio de memoria más complicado, que el que se relaciona con la desaparición forzada. Al mismo tiempo, se trata de uno de los crímenes menos investigados en Colombia, a pesar de que la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas reporte más de 31 mil denuncias por estos casos. Tan solo hasta 2010, la Fiscalía creó una unidad especializada para la investigación de desapariciones, y apenas en 2012 se promulgó una ley que permitiera declarar a alguien desaparecido sin tener que esperar dos años sin confirmar su muerte. Un delito en el que el Estado tiene mucha responsabilidad. No solo por su indiferencia frente a estos crímenes, sino por su participación directa. De acuerdo con varios informes del Centro Nacional de Memoria Histórica, la desaparición forzada se trata de un crimen cometido principalmente por el Estado, ya sea directamente o a través de alianzas con paramilitares o narcotraficantes. De ahí que lo que está pasando en la Comuna 13, con la remoción de tierra por parte del CTI de la Fiscalía en un sector de La Escombrera, sea importante para conocer la verdad y propiciar los duelos necesarios para tantas personas que esperan respuestas. Solo que al probable hallazgo de las osamentas se deben agregar las acciones efectivas de verdad, justicia y reparación. No es suficiente un consuelo ritual que, al tiempo, destape y sepulte esta historia violenta. Para las víctimas y sus familias, para la sociedad civil que encarnan, para la magnitud de un conflicto que desborda lo que hoy se negocia en La Habana, incluso para lo que muchos políticos radicalistas califican como una falsa

Opinión

Bolívar como excusa

Sistema Informativo De La Urbe Coordinación Radio: Luis Carlos Hincapié Coordinación TV: Jorge Alonso Sierra Coordinación Digital: Wálter Arias Coordinación Especiales: David Santos Gómez Universidad de Antioquia Rector: Mauricio Alviar Ramírez Decano Facultad de Comunicaciones: David Hernández García Jefa Departamento de Comunicación Social: Deisy García Franco Las opiniones expresadas por los autores no comprometen a la Universidad de Antioquia. Universidad de Antioquia, Bloque 12, oficina 122. delaurbe.udea.edu.co, delaurbe@comunicaciones.udea.net.co, delau.prensa@gmail.com, www.facebook.com/sistemadelaurbe, www.twitter.com/delaurbe Teléfono: 219 59 12 FACULTAD DE COMUNICACIONES Ciudad Universitaria-Calle 67 N° 53-108 Medellín - Colombia

Número 75 Septiembre de 2015

No. 75 Septiembre de 2015

paz, no es suficiente que se presuman cifras de entre 40 y 200 cadáveres por recuperar entre las toneladas de tierra de La Escombrera. Es por fin el derecho de las víctimas a saber lo que pasó realmente con sus familiares: las muertes selectivas, la eliminación de defensores de los derechos humanos, el exterminio de artistas, sindicalistas y líderes comunitarios. Acciones que han seguido sembrando, desde 2002 hasta nuestros días, el miedo y la desesperación en la Comuna 13. Cabe exigir que, primero, se sepa la verdad integral, que se esclarezcan responsabilidades por parte de las fuerzas del Estado, de los líderes políticos de la época, de las agrupaciones paramilitares y guerrilleras que en aquel entonces se disputaron el territorio estratégico de La 13. Se trata, en suma, de superar con la reparación, la impunidad que significa el mayor obstáculo frente a la premura de un nuevo clima de convivencia en Medellín y en Colombia. Por su parte, las víctimas y las organizaciones civiles que las representan también deben exigirse a sí mismas un criterio independiente. El hecho de que el Estado, en este caso el Municipio de Medellín, haya destinado una partida presupuestal como financiador de las excavaciones, no significa que la información que se derive del proceso se ‘institucionalice’; no implica que se homologuen las opiniones y que se silencien las denuncias. No hay pacto de silencio posible en torno a los probables hallazgos de La Escombrera. Ni las víctimas ni la sociedad civil podemos caer en la trampa de ‘privatizar la memoria’.

David E. Santos Gómez davidsantosg82@gmail.com

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a vida de Simón Bolívar, adornada por desgracias y glorias, por triunfos de pétalos de rosa y derrotas de entierros prematuros, me ha parecido por años una encarnación de la paradoja latinoamericana. Euforias no reconocidas y disputas sangrientas. Falsas hermandades. Intereses que aplastaron las necesidades reales. Hombres con almas divididas y discordantes. El mantuano era un hombre contradictorio. Cercano con algunos y déspota con otros. Variable como fue variable su vida a lo largo de los estrechos 47 años en los que definió el rumbo de estas tierras. Nació con riquezas, pero entregó su existencia y sus tesoros a la lucha de una idea de forma enfermiza. Agonizó, como por momentos agoniza nuestro continente, en medio del más pavoroso olvido, mientras lo arropaba el odio de un altísimo porcentaje de los que antes lo habían llenado de coronas de laurel. ¿Qué era la América del Sur en ese entonces y qué es ahora? Quizá lo mismo con diferente follaje. Una tierra inhóspita, pero cálida con sus hijos que no duda en devorarlos en medio de aterradores arranques de ira. Una zona de apabullante riqueza que tiene en sus hombres a lo mejor y lo peor de su esencia. Lo más bello y lo más horroroso en un mismo saco. Hace exactamente 200 años el caraqueño, derrotado y exiliado en el Caribe pero entusiasta por la causa emancipadora que veía en el futuro cercano, despachaba en una veintena de folios la Carta de Jamaica, quizá el documento constitutivo de las luchas suramericanas por la independencia del Imperio español. Dos siglos después, volver a las intenciones de lo que plasmó Bolívar en tinta revela un triste recordatorio de lo que pudimos ser, pero nunca fuimos: un continente equilibrado, justo, poderoso y, sobre todo, libre. En el 2015, la Suramérica bolivariana se aboca al desastre. De la carta de 1815 que nos nombró como país y escenificó las posibilidades futuras de cada nación, tras una

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juiciosa radiografía, queda muy poco. Estas tierras andan hoy plagadas de gobiernos ferozmente descompensados, de pueblos que luchan contra la enorme desigualdad y de muy pocas intenciones integradoras. Es cierto, hay también esperanzadores avances, pero de cada paso dado hacia adelante parecemos dar dos hacia atrás. Las ideas unificadoras que fueron fuelle del nuevo pensamiento bolivariano del siglo XXI han hundido sus pies en el barro de la realidad. La integración era únicamente aceptable si todos pensaban igual, seguían los mismos parámetros programáticos en la política y la economía. Una estupidez de un cariz absolutamente antiliberal. Por eso mismo, ahora se resquebraja. El sur-sur, del que hablaron Chávez y Lula, poco existe, mientras las fronteras explotan y las economías colapsan. Si estamos bien, debemos unirnos; pero ante la primera problemática hay que darle la espalda al que se está ahogando. Se trata al otro como a un leproso geopolítico. Herencias de un pensamiento bolivariano traducido con el idioma de los fines y no de los medios. Es muy posible que antes de morir en 1830, desengañado y vapuleado en la Quinta de San Pedro A leja ndrino, Bolívar alcanzara a vislumbrar que lo escrito en Jamaica, década y media antes, se había ido al traste. Esos últimos meses los sobrevivió con explosiones de entusiasmo que no llevaron a ninguna parte para, finalmente, agotarse como un escuálido cuerpo que se quedaba chico ante su portentosa historia. Ya muerto se le habrían de reconocer sus luchas y se insistiría en su placa de Libertador; aunque sus políticas lo habían llevado por caminos autoritarios y dictatoriales. ¿Con cuál Bolívar nos hemos quedado? Cada rincón de esta tierra suramericana tiene una respuesta diferente. Cada gobierno de cada nación se apropió del que más lo beneficiara. De un mismo Simón, han sacado cientos de Bolívares para tenerlos atrás en banderas y retratos y defender sus luchas mientras deforman su ideario. Se paran en los hombros de un gigante mientras, sin pena, mezclan frases de distintas épocas y pensamientos de diversos momentos. Hoy, en este continente sangrante, Bolívar no es un recuerdo de grandeza: es una excusa para infamias.

¿Con cuál Bolívar nos hemos quedado? Cada rincón de esta tierra suramericana tiene una respuesta diferente.

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5 Humor En elecciones todo se puede

Por estos días, los candidatos a la Alcaldía de Medellín cargan sobre sí un morral repleto de propuestas que muestran con orgullo a la ciudadanía. Seguro que muchas de esas iniciativas serán viables y necesarias para la ciudad. Pero otras merecen un poco de atención por parte de los ciudadanos porque de entrada sí parecen difíciles de cumplir en un periodo de cuatro años. Uno propone que en su administración no habrá más robos en la ciudad. ¿Cómo puede garantizar algo así? Una cosa es que proponga más estrategias de seguridad y otra es que en su mandato eliminará ese flagelo. Otros proponen vigilancia satelital con el apoyo de drones. ¿Existen los recursos y el marco legal para llevar a cabo una propuesta así en el corto plazo?

La alcaldesa atleta

Opinión

El polémico cambio del examen de admisión Daniela Jiménez González danielajimenezg09@gmail.com

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esde que Mauricio Alviar Ramírez se posesionó como rector de la Universidad de Antioquia, hace cinco meses, ha manifestado que el eje central de su propuesta es el fortalecimiento de la calidad académica. La predicción de esta calidad y la disminución de la deserción estudiantil dependen, a su juicio, de un examen de conocimientos. De ahí que el cambio del examen de admisión haya sido una de sus propuestas bandera, puesto que Alviar siempre expresó su inconformidad con el modelo de admisión de pregrado que, para él, tenía un gran riesgo de azar. Este deseo del Rector de modificar el régimen de admisión para estudiantes nuevos se vio materializado con el Acuerdo Académico 480 del 21 de agosto de 2015, en el que se incluye a la evaluación una prueba específica (biología, matemáticas o humanidades, de acuerdo al programa académico) que, junto a la de razonamiento lógico y la de competencia lectora, integrará el nuevo examen de admisión. La aprobación de esta modificación ha sido motivo de debate entre los distintos sectores de la Universidad por una decisión que algunos consideran arbitraria o extremadamente apresurada. Aquí, algunos aportes de académicos y estudiantes frente a la modificación del examen. Sebastián Quintero Estudiante de Ciencias Políticas Integrante de la Oficina de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Derecho y Ciencia Política “Una de las dimensiones del problema es la falta de democracia en la aprobación de este examen. El Acuerdo 480 de 2015 cuenta con cinco votos de la administración, entre ellos los cuatro vicerrectores y el rector, y tiene siete votos en contra de los otros decanos que componen el Consejo Académico. Entonces, digamos que hasta en una instancia como el estamento profesoral y en un órgano como el Consejo Académico hay disenso en torno a la propuesta. Lo que está pasando acá es que un problema social de déficit en toda la estructura del sistema educativo está recayendo en una solución sobre el individuo. Creemos que este tercer componente de la prueba es segregador de cierto tipo de poblaciones y, por eso mismo, hemos mostrado un rechazo rotundo. Esperamos que el rector siente cabeza y pueda dar discusiones democráticas al interior de la Universidad”. María Helena Vivas López Excandidata a la rectoría de la Universidad de Antioquia Comunicadora Social – Periodista, docente de la Facultad de Comunicaciones “Realmente no es un cambio del examen de admisión. Es adicionarle un examen particular de acuerdo con las tres áreas grandes del conocimiento que ofrece la Universidad. No co-

nocemos cómo se van a diseñar las pruebas de conocimiento específico; entonces, me parece que falta mayor información al profesorado; falta conocer quiénes han asesorado el proceso. Hay que esperar qué pasa en la experiencia de esta cohorte que va a entrar con este nuevo método. Habrá que mirar las cifras, buscar exactamente si está contribuyendo a disminuir la deserción; pero la deserción, insisto, es multicausal. Entonces, no podemos decir que únicamente es porque el estudiante no viene bien preparado”. Jaime Rafael Nieto López Presidente de Asoprudea “El examen de admisión, tal como está planteado y pretende ser justificado por las directivas, no corresponde al espíritu universitario, dado que lo que es propio de los universitarios es que cualquier dinámica pase por una participación activa a través de la reflexión crítica, la argumentación, la construcción de consensos. Y justamente esto ha sido lo que ha estado marcadamente ausente. Hay un alto componente de improvisación porque, si bien el rector siendo candidato anunció desde un comienzo que estaba interesado en modificar el régimen de admisión, nunca conocimos los contenidos y los alcances de esa reforma. El examen pretende contribuir a resolver el problema de la calidad y la deserción, pero realmente no hay estudios que prueben que efectivamente hay una relación causal entre el examen de admisión, retención y no deserción”. Alberto Morales Sociólogo y docente de la Facultad de Derecho “Las modificaciones al procedimiento que define el ingreso a la Universidad de Antioquia tienen puntos favorables en la medida en que todo mecanismo de selección es susceptible de revisiones. Y eso con el objetivo de garantizar que la inclusión y la valoración objetiva de la prueba sean equivalentes a un concepto de justicia. Sin embargo, lo que está en discusión es que hay mucha inconformidad de parte de los diversos estamentos por dos razones. La primera, que esta medida requería muchas discusiones; por lo tanto, es apresurada y sin los suficientes consensos o acuerdos con los distintos estamentos. La segunda, preguntarse hasta dónde esta prueba específica, en lugar de crear condiciones para una permanencia en la Universidad, de entrada va a crear un filtro para limitar que estudiantes de escasos recursos sean lo suficientemente acompañados”. Carlos Galeano Estudiante de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios (ACEU) “Vemos con gran preocupación la forma como se aprobó este cambio. No sabemos cuál sería el interés del rector Alviar en cambiar de forma tan temprana y tan abrupta este examen. Consideraríamos que sí cambiaría la población universitaria, extendiéndose más a estudiantes provenientes de colegios privados. Como el nuevo complemento es un examen de conocimientos, ellos tienen mayor puntaje en el ICFES, que también es una prueba de conocimiento. El asunto tiene que seguir discutiéndose”.

Luego de saltar invicta todos los obstáculos judiciales que tipifican delitos como peculado por apropiación en beneficio propio y de terceros, falsedad ideológica en documento público y celebración de contratos sin el lleno de requisitos legales, Flor Dey Granada Valencia, alcaldesa del municipio de Argelia, en el Oriente antioqueño, está más fresca que Catherine Ibargüen después de su seguidilla de triunfos. Su proeza nada tiene que ver con el carácter intachable de nuestra atleta, pero es bueno establecer la comparación deportiva, mucho más cuando la Contraloría General de Antioquia le archivó 11 de los 16 procesos fiscales en su contra que suman en platica algo más de 900 millones de pesos. Y eso no es todo: al récord de Flor Dey se agregan 50 investigaciones de la Procuraduría y 13 penales, entre ellas el hurto calificado de bienes de su exesposo. Lo más simpático del asunto es que desde su detención domiciliaria sigue ejerciendo y tiene a la mano otros 1.800 milloncitos para repartir en 4 meses que quedan de gobierno. ¡Ánimo matrona!, siga saltando.

Trapitos al sol

La tendencia de los últimos años ha sido tirarle agua sucia a la campaña política del lado. Tanto así que uno de los debates a la Alcaldía de Medellín, quizás el más visto, terminó en un lodazal donde algunos candidatos, visiblemente descompuestos, terminaron por recomendarse valeriana para bajar los humos. Parece que los puntos álgidos de la ciudad pasan desapercibidos ante el interés por husmear en el campo rival para desprestigiar al otro. El reinado y los chismes son propios de la Negra Candela, no de los futuros gobernantes. ¡Señores!, se lo decimos en verso: la invitación es al debate y a las ideas, la gente quiere escuchar propuestas y no peleas.

Los Corleone de la política local

Como si se tratara de una monarquía, los políticos salen cada cuatro años a dejar sus delfines perfilados para los cargos públicos. En Medellín, el centro y la derecha, Fajardo y Uribe, ya apuntaron con sus muñequitos. A Restrepo y Alonso los cobija educativamente Fajardo en cada valla, si bien no con su imagen, sí con su firma. A Guerra y Vélez Uribe los protege el expresidente que, en su afán de figurar, hace las veces de popstar apareciendo en cada valla, panfleto, ladrillo, golosina o llamada telefónica a nombre del Centro Democrático. ¿Cuánto cobrará Uribe por acompañar cada foto? Porque si cobrara se haría escandalosamente rico. Ah, bueno, ya lo es.

Un adiós para Farley

Se fue un grande del teatro en Medellín: “Una ráfaga de aire que hace volar hojas y levanta todo lo que a su paso encuentre”, como describe el Teatro La Hora 25, en un comunicado de prensa, la muerte de Farley Velásquez, su director. Septiembre empezó sin él. Un paro cardíaco se lo llevo a los 49 años. Tal vez quince años de entregar el corazón dirigiendo obras clásicas lo debilitaron. Paz en su tumba y larga vida al Teatro, que lastimosamente anunció la cancelación de la temporada de Macbeth.

El Giro de Medellín

Celebramos que cada vez más personas desempolvan, prestan o consiguen una bici, haciendo más rápidos y sexis sus viajes en estos días calurosos. Pero ni a Cochise le tocaron tantos obstáculos al salir a pedalear: autos, motos y peatones se interponen en los 48 kilómetros de ciclorutas que hemos conseguido, por fin, en la ciudad. ¡Hace falta educación!

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 C贸mic

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8 Informe

¿homofóbica o gay friendly?

Fotografía: Samuel Martínez

Medellín,

Según Colombia Diversa, las personas trans fueron víctimas del 50% de los casos de violencia policial hacia la población LGBT, entre 2013 y 2014.

Medellín es una de las ciudades con más casos de violencia hacia la población LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersexuales). Al mismo tiempo, es referente de denuncia y reclamación ante el Estado. Una lucha contra los crímenes de odio que por momentos desesperanza y a veces alienta. Mariana White Londoño mariana.whitelo@gmail.com

No soy tan simple como un hombre vestido de mujer”, dice Daniela García, una mujer transgénero, de 39 años, que ha sufrido el estigma y la violencia de una sociedad de doble moral; una sociedad que, delante de la gente, la escupe y, detrás, quiere acostarse con ella. Ha recibido insultos, golpes y amenazas de muerte, simplemente por su identidad de género, que la alientan a alzar su voz, todavía gruesa, y a expresar que lo que la hace ser ella no son sus genitales. Entre el 2013 y 2014, Colombia Diversa, organización no gubernamental que defiende los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y personas trans, registró 440 casos de violencia hacia la población LGBT en todo el país. Según su informe, algunos hechos, como los homicidios, disminuyeron en comparación con las cifras de años anteriores. No obstante otros, como la violencia policial, aumentaron. La oenegé registró 217 homicidios entre 2011 y 2012, mientras que entre 2013 y 2014 se contaron 164: una reducción del 24%. Por su parte, la violencia policial se incrementó: 79 casos en 2013 y 143 en 2014, las cifras más altas desde que se rastrean estos casos. En un esfuerzo para que los LGBTI y otras personas que se consideran vulnerables –como mujeres adolescentes, niñas, afros e indígenas, entre otras– accedan a la justicia cuando son violentadas, sin sentir discriminación o alteración en las investigaciones, la Fiscalía General de la Nación creó en 2013 el Equipo de Asesores en Asuntos de Género y Enfoque Diferencial (EGED). Se trata de una instancia de la Dirección Nacional de Políticas Públicas y Planeación, que promueve la “articulación para los temas de género en las diferentes líneas de trabajo de la Fiscalía”, explica Mauricio Noguera, fiscal asesor del EGED. Una de las propuestas del equipo se consolidó en noviembre de 2014: se designaron 35 fiscales, uno por cada Seccional de Fiscalías, para adelantar las investigaciones por delitos de violencia en contra de la población LGBTI. Según Noguera, existen unos 400 crímenes desde 2005; homicidios, desplazamientos forzados y torturas, entre otros, de los cuales gran parte se dieron en Antioquia. Diana María Ángel, fiscal para asuntos LGBTI en Medellín, tiene como labor investigar y acusar a los autores de delitos contra miembros de esa población. Igualmente, debe garantizar la recolección y preservación de los elementos materiales probatorios, la comparecencia de los procesados al juicio y la protección de las víctimas y testigos de los hechos. Según Ángel, la Seccional de Fiscalías de Medellín tiene un reporte de aproximadamente 100 casos activos, entre homicidio y tentativa de homicidio, desde 2006.

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Un caso que no está en las cifras Daniela, aunque en ese entonces se llamaba diferente, tenía 5 años cuando se dio cuenta de que quería ser mujer. Aquel día prendió el televisor y se vio reflejada, a futuro, en una chica transgénero invitada al Show de Cristina. “A los 25 me quiero operar”, se dijo, y comenzó a vestirse con prendas de su mamá, a moverse y sentirse como una niña. Pero “mi hermano no lo soportaba y me golpeaba. Me chantajeaba”, cuenta Daniela. Comprendió que si en su familia vivía tal violencia, en la calle no sería diferente. De los 164 homicidios registrados por Colombia Diversa, entre el 2013 y 2014, por lo menos 30 habrían sido por prejuicios hacia la orientación sexual o identidad de género de las víctimas. De esos 30, la mayoría corresponde a mujeres trans: seis en Antioquia, cinco en Valle del Cauca, tres en Bogotá, dos en Quindío, dos en Sucre y una en Atlántico . Aunque Daniela dice que los trans viven situaciones de violencia “todo el tiempo”, hubo una que la marcó especialmente, hace tres años. Eran las 8:30 de la noche. Vivía en San Cristóbal y un bus la llevó al Centro para encontrarse con una amiga. Cuando se bajó, llegaron dos hombres en una camioneta de ventanas polarizadas y la subieron a la fuerza. “Hacían comentarios con respecto a mi identidad y se reían. Me decían ‘maricón’, que deberían ‘terminar con los maricones’ y, como yo les respondí, me golpearon en la cara”. Llegaron a un lugar solitario entre mangas y árboles, cerca de El Velódromo. Uno de los hombres se bajó para hablar por celular. Decía, en otras palabras, que ya iban a cumplir el objetivo. Daniela no entiende por qué esa vez se abrieron los seguros del carro. Miró por la ventana y vio gente, lo que le dio confianza para tirarse y salir corriendo. No pidió auxilio porque sabía historias parecidas de compañeras, en las que nadie las había ayudado. Entonces corrió y corrió hasta que encontró un lugar en donde pudo esconderse, asustada, hasta la madrugada. Hernando Muñoz, investigador y docente de la Universidad de Antioquia, piensa que la discriminación se manifiesta “desde el chiste sutil”, la burla que se hace en la familia, en el colegio, en el trabajo, en programas como Sábados Felices; mensajes de comunicación de doble moral que se van instaurando en la memoria de la gente. “Que ser una persona LGBTI es malo, es sucio, es penoso; que los hombres homosexuales son mujeres, que las lesbianas son machos en cuerpos de hombres, etcétera… Instauran unos imaginarios totalmente distorsionados”, expresa Muñoz. “Nunca he denunciado nada, nada de nada”, sentencia Daniela. Lo atribuye, sobre todo, a las situaciones que ha tenido frente a policías que no le han prestado atención o se burlan de ella. “Uno es el payasito de los policías. Incluso, es tanto el trauma que tengo con la Policía, que vos llegás y

me decís ‘soy capitán de…’, y ya me dan náuseas”. Al preguntarle por la Fiscalía o la Personería, atribuye su lejanía al desconocimiento que tuvo en algún momento sobre los servicios de estas entidades. Situación en Medellín Según el último informe sobre Derechos Humanos de la Personería de Medellín –con información proporcionada por la Fiscalía General–, en 2014 se presentaron 19 homicidios en la población LGBTI en la ciudad. Esto significó un aumento del 58,3% con respecto al 2013, cuando se presentaron 12. Sin embargo, los resultados de 2015 parecen más optimistas. Según Patricia Páramo, investigadora de la Personería, “se siguen presentando hechos de vulneración. Diría que el principal tiene que ver con la vida, pero ese índice ha rebajado muchísimo. El año pasado teníamos 19 homicidios. Para este año no llevamos ni la cuarta parte. En ese sentido es una ganancia”. Por otro lado, Páramo resaltó el hecho de que las últimas muertes registradas no son por crímenes de odio. Si por un lado llueve, por el otro no escampa: el mismo informe muestra que el desplazamiento forzado aumentó en un 120%, del 2013 al 2014. Aparecen diferentes ‘razones’, como hechos relacionados con grupos armados, homofobia o tener SIDA. Con este panorama, Manuel José Bermúdez, periodista y activista de la diversidad sexual, piensa que falta educación para que las personas no marginen, o para que la misma lesbiana, gay, trans, bisexual o intersexual no se automargine. “En mi caso particular, como yo tengo muy clara mi condición sexual y de género, y que mis afectividades no son delictivas, hago que el otro me respete”, dice Bermúdez. Además, resalta la labor del movimiento social LGBTI en Colombia, que ha logrado gestiones del Estado, como la Policía Enlace y los recientes equipos en la Fiscalía. “Hemos logrado la protección como ciudadanos y ciudadanas comunes y corrientes”, comenta Bermúdez. El ciudadano gay, como es conocido, considera que Medellín es la ciudad gay friendly de Colombia. Un ejemplo es que ya en muchos espacios, como la Universidad de Antioquia, la homoafectividad es algo común. Situación que se debe, según él, a que los LGBTI dijeron: “Usted decide cómo me ve. Me sigue viendo como eso que tiene en la cabeza o empieza a verme como su par académico. Mi condición particular de vida no tiene por qué permitirle violencias contra mí”. Precisamente, es en la Universidad de Antioquia donde me encuentro con Daniela. Me cuenta que trabaja en la Secretaría de Mujeres y que está animada, que seguirá siendo activista, informando y educando sobre la población LGBTI y defendiendo sus derechos humanos en la Corporación Antioquia Trans. En resumen, promoviendo un cambio cultural que, sin embargo, ve difícil. Siempre ha pensado en una campaña que se llame “Ponte en mi lugar”.


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¿Quién paga las campañas políticas? Con las campañas para las elecciones de octubre en su recta final, aumentan las inversiones de candidatos que pretenden ganar el voto popular. De La Urbe indagó por la legislación que limita los dineros que se pueden invertir en este rubro y cómo se vigila su cumplimiento. Juan Diego Posada jdposadap@hotmail.com

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Para las próximas elecciones, el valor de cada voto válido para Gobernación y Asamblea será de 3.012 pesos, mientras que para Alcaldía y Concejo será de 1.815 pesos. Todo retribuido por el Estado.

l 25 de julio de 2015 se dio inicio, según la regulación del Consejo Nacional Electoral, a las campañas para alcaldía y gobernación en Colombia. A partir de esa fecha, los candidatos de los partidos y movimientos políticos emprendieron oficialmente el camino hacia los principales puestos de elección popular en regiones y departamentos. La Registraduría General de la Nación y el Consejo Nacional Electoral (CNE) son los dos entes de mayor influencia en los procesos de regulación en lo que a las campañas políticas compete. El primero, cumple la función de registro y seguimientos; el segundo, tiene poder legislativo y regula las acciones políticas de los partidos y movimientos, aunque entre sus funciones también está el seguimiento. Para cada año electivo, el CNE con la ayuda del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) realiza el “Estudio base para la actualización de los costos reales de campañas electorales”, basados en tres cifras: los costos reales de la campaña, el censo electoral y la apropiación presupuestal para la financiación estatal. En otras palabras, lo que puede valer una campaña política, la cantidad de gente apta para votar por regiones y municipios más la capacidad estatal para ayudar a la financiación. Para el caso de Medellín y Antioquia, los censos electorales, es decir, los ciudadanos habilitados para votar, están en 1’450.379 millones y 4’393.453 millones, respectivamente. Así, las cifras que el CNE calculó como topes de campañas políticas son: 1.726 millones de pesos en Medellín y 3.552 en Antioquia. Los partidos políticos no podrán sobrepasar estos límites presupuestales y deberán reportar el ingreso de dinero a sus campañas por cualquier concepto desde el 25 de julio de este año, día de inicio de las mismas. En los formatos de Cuentas Claras, plataforma utilizada para llevar el control de los gastos de campaña, los candidatos lo discriminan en seis campos: 1) aportes del patrimonio de los candidatos, cónyuges o parientes; 2) contribuciones, donaciones, créditos en dinero o especie de particulares; 3) créditos de entidades financieras; 4) ingresos de actos públicos o actividades lucrativas del partido o movimiento; 5) recursos de origen de los partidos y movimientos políticos; y 6) financiación estatal. Es que el Estado termina pagando una parte de las campañas políticas bajo la modalidad de “voto válido obte-

nido”, es decir, cada voto que entra por candidato tiene una retribución en un monto fijo que es definido por el CNE. Los partidos, con conocimiento aproximado de esta “retribución”, pueden pedir un adelanto de hasta el 10% del valor para financiar sus campañas. Para las próximas elecciones, este “voto-retribución” es de 3.012 pesos por voto válido, en el caso de la Gobernación y la Asamblea Departamental; mientras que el voto válido por Alcaldía y Concejo Municipal tiene un valor de 1.815 pesos. Todo retribuido por el Estado. Por ejemplo, si tomamos como referente la campaña anterior, el actual gobernador Sergio Fajardo obtuvo aproximadamente un millón de votos en las elecciones de 2011. El voto válido obtenido en las elecciones para la Gobernación en dicho año tuvo una retribución de 2.689 pesos. Entonces, al multiplicar el concepto de retribución por votos, Fajardo y su partido hubieran recibido 2.689 millones si no fuera porque el Estado solo puede retribuir como tope máximo el gasto que el candidato tuvo en campaña, es decir, los 1.254 millones de pesos que Fajardo invirtió en su postulación. En cualquier caso, un candidato así no pierde plata. Algunos grupos en Antioquia, como el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) y otros grandes empresarios, apuestan por algunos candidatos que puedan responder a sus necesidades, dando el “aval” al candidato que ellos consideren adecuado. Estos “avales” significan también desigualdades económicas entre candidatos. Según Juan David Valderrama, gerente de la actual campaña de Federico Gutiérrez para la Alcaldía de Medellín, se espera llegar a los 1.000 o 1.100 millones de pesos para las elecciones de 2015 por medio de su movimiento Creemos; mientras que en el 2011 Gutiérrez gastó 223 millones con el aval del Partido de la U. El Polo Democrático Alternativo logró financiar las elecciones pasadas a Luis Fernando Muñoz y su campaña a Según la MOE, Medellín está en riesgo extremo de violencia electoral. Esta se mide en comportamiento atípico de votos nulos y variación en la participación de los votantes.

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la Alcaldía con 80 millones de pesos. Para el caso actual, Jorge Gómez, candidato a la Asamblea Departamental, asegura que tan solo con 500 millones deben financiar todas las campañas en la región de Antioquia, incluyendo gobernación y alcaldía. Al otro lado de la baraja, se encuentra el actual alcalde de la ciudad, Aníbal Gaviria, quien invirtió en su campaña 1.245 millones de pesos hace ya casi cuatro años. Mientras que Luis Pérez, hoy candidato a la Gobernación, consolidó la suma de 874 millones para su candidatura a la Alcaldía. Haciendo algunas operaciones, el actual Alcalde gastó 15 veces el presupuesto de campaña del Polo Democrático, dato que da cuenta de lo inequitativas que pueden ser las elecciones en las regiones. Propaganda política Las épocas electorales no solo vienen acompañadas de debates políticos y puestas en escena de los candidatos a los puestos públicos. Si bien algunas caras ya son conocidas, su candidatura está precedida por sus planes de gobierno que, al ser tan extensos, deben estar condensados en publicidad. La propaganda en campaña también está regulada por el CNE a través de las Resoluciones 1176 y 236 de 2015. Esta última, por ejemplo, estipula el número de espacios o cuñas radiales en los medios de comunicación. En los municipios de primera categoría, como Medellín, habrá un espacio de hasta 50 cuñas radiales de 25 segundos cada una por partido o movimiento político, de igual manera aplicará con los candidatos a gobernación. Con respecto a los espacios televisivos, se disponen cinco cuñas televisivas de 25 segundos en el caso de los aspirantes a alcaldía, mientras que los candidatos a gobernación pueden difundir nueve cuñas televisivas de 30 segundos cada una. Además, el Alcalde de turno asigna cinco vallas públicas para la difusión de las campañas. Sin embargo, existe la posibilidad de contratar hasta 14 vallas privadas. Estas últimas pueden tener un costo aproximado de 20 millones cada una. Los volantes también juegan un papel importante en las campañas, pues se vuelven parte del paisaje antes, durante y después de las elecciones. Algunas fuentes consultadas al interior de las campañas afirman que, en promedio, se pueden enviar alrededor de 60 personas con 10 mil volantes cada una, por dos días. Esto promedia unos 600 mil papeles que inundan la ciudad. Al otro lado de la ecuación, las campañas con menos amplitud alcanzan a desplegar unos 25 mil volantes en una semana de trabajo. Las redes sociales han sido la excepción a la regla y no existe aún una regulación sobre el uso de estas en la propaganda política. Son el principal vacío legal en regulación, aunque sean pieza fundamental en una campaña actual. Por otro lado, las llamadas programadas también han sabido escapar del espectro. Estratégicamente, algunos candidatos han recurrido a las grabaciones telefónicas para conseguir votos, como es el caso del Centro Democrático y su líder Álvaro Uribe. Su voz pregrabada ha estado llamando a varias personas de la ciudad para promover a Andrés Guerra, su candidato a la gobernación. Adjunto a los registros aportados para la rendición de cuentas en los partidos, se debe discriminar el dinero que es utilizado para propaganda electoral. En resumen, las campañas pasadas conformadas por cinco candidatos a la Alcaldía de Medellín gastaron en total 1.539 millones de pesos en este concepto. Entre ellos, Jacqueline Toloza del Movimiento MIRA fue la de menos inversión con 16 millones y Luis Pérez por el movimiento Firmes fue el mayor inversor con 686 millones de pesos, según la plataforma Cuentas Claras. En el campo de la gobernación, los cuatro candidatos del 2011 gastaron en propaganda 1.470 millones de pesos, siendo Rodrigo Saldarriaga, del Polo Democrático, el menor inversor con 200 millones y Álvaro Vásquez, del Partido Conservador, el mayor con 502 millones. Se debe resaltar que, aunque ya va un mes de campaña, los partidos deben dar cuenta paulatinamente de sus libros y movimientos económicos. Desde ya están disponibles las plantillas para reportar ingresos en la plataforma Cuentas Claras; solo que aún los formularios siguen en ceros. La fecha límite para rendir con claridad los gastos de cada campaña es el 25 de diciembre. Al parecer, todos esperan hasta entonces, día en el que, seguramente, lo último en lo que vamos a pensar es en cuánto gastó cada candidato.

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10 Especiales

La verdad bajo La Escombrera Redacción De La Urbe delau.prensa@gmail.com

Si hace 13 años, cuando se empezó a señalar que había desapariciones forzadas en esta zona, hubiera habido una voluntad del Estado por investigar lo que estaba pasando, por enfrentar la situación y por preservar los lugares donde se supone hay desaparecidos, tendríamos más posibilidad de buscar. Pero no se hizo. La Escombrera no es solo el polígono uno, donde ahora se realizan las excavaciones. Si miras al frente, hay otra escombrera: es una montaña. Cuando el proceso inició, esa montaña no existía, era a ras del piso. Ya son toneladas de tierra”. Quien habla así, enfática, es Adriana Arboleda, abogada de la Corporación Jurídica Libertad y representante de las víctimas de La Escombrera. Adriana, si bien agradece que hubieran comenzado las excavaciones en una parte de la zona, sigue esperando más compromiso del Estado en favor de la verdad. “Hasta el día de hoy seguimos pidiendo que la otra escombrera se cierre. No lo hemos logrado. Aquí están primando los derechos de un empresario particular sobre los derechos de las víctimas; se están desconociendo normas internacionales que dicen que los lugares en los que se presume que hay víctimas de desaparición forzada inhumadas clandestinamente deben ser preservados para poder garantizar la búsqueda de estas personas”. Es que La Escombrera no es solo una. Ni es un pedacito de tierra. Ni está cerrada toda. En áreas donde podría haber cuerpos de desaparecidos siguen cayendo escombros, tapando la verdad. El avance, sin embargo, es valioso: acordonar una parte de la zona –conocida como La Arenera– y comenzar las excavaciones. Luego de un mes, se puede evidenciar un progreso lento pero constante en la remoción de los 23 mil metros cúbicos de arena y despojos. De acuerdo con la Fiscalía, ya se han removido algo más de 6 mil metros cúbicos de tierra. De igual forma se adelantan los otros tres componentes del Plan Integral de Búsqueda: la atención psicosocial a las madres, el proceso de memoria y la recolección de material genético. Este último es el que permitirá identificar los restos que se encuentren en el primer polígono, o zona de búsqueda, de La Arenera. El componente de atención psicosocial busca mitigar la angustia y el dolor de las víctimas que llevan tantos años esperando encontrar a sus familiares desaparecidos, además pretende ayudar con la ansiedad que se ha generado alrededor de la exhumación. El proceso se realiza de la mano de un grupo conformado por la Unidad Municipal de Víctimas, el Ministerio de Salud y las organizaciones sociales que han estado vinculadas a la comunidad. Pero no ha sido fácil. “Hay mujeres que cuando suben acá sienten mucho dolor porque piensan que es el mismo recorrido que hizo su familiar. Piensan cómo lo habrían subido, si caminando, si en un carro, si vendría vivo o muerto”, comenta Alejandra Balvín,

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vocera de la organización Mujeres Caminando por la Verdad. Para Jorge Mejía, consejero para la convivencia, la reconciliación y la vida, ya se ha avanzado en las valoraciones psicológicas de las víctimas. “Aún estamos pendientes de la entrega de resultados, pero hemos detectado que hay problemas serios de salud mental en algunas de estas personas que requieren una atención adecuada por parte de la institucionalidad”. Este proceso se articula con el proyecto de memoria que se desarrolla conjuntamente entre las organizaciones sociales y la Casa Museo de la Memoria, donde se realizan unos talleres y asambleas que permitirán reconstruir los relatos alrededor del conflicto y las desapariciones. Adicional a esto se adelanta una investigación con la que se pretende encontrar razones y trasfondos de las desapariciones forzadas. Y es que la espera, la expectativa y la ansiedad que se viven en el campamento que ocupan las víctimas en La Escombrera no son fáciles de llevar por la lentitud de un proceso del que se espera tanto. A la ansiedad se le suma la información confusa, como la que difundieron algunos medios de comunicación el pasado 3 de septiembre al anunciar el hallazgo de los primeros restos que, aún sin confirmar, podrían pertenecer a uno de los desaparecidos. Esta información fue revelada por la Alcaldía, pero las víctimas y sus representantes nunca fueron informados de dicho descubrimiento, violando el acuerdo de que serían ellas las primeras en enterarse frente A la fecha se han encontrado fragmentos de prendas, accesorios y un documento, los cuales se encuentran en poder del grupo de criminalística de la Fiscalía. a cualquier hallazgo. “Nosotros nos molestamos seriamente con esas declaraciones que hubo –comenta Adriana Arboleda–. Libertad ha propuesto que se contrate un grupo de Dichas declaraciones rompieron ese acuerdo que teníaantropólogos forenses independientes que hagan no mos, además porque fue información, a nuestro modo solo el papel de veedores, sino también que ayuden de ver, errada y confusa, y lo que vemos es que tienen en las labores de excavación para acelerar el proceque ajustarse los protocolos porque cualquier informaso, puesto que considera que el equipo técnico, conción que salga de acá tiene muchos efectos: políticos, formado por dos ingenieros especialistas en suelos, mediáticos, afectivos sobre las víctimas. Los días que cinco técnicos de criminalística y nueve auxiliares de siguieron a esas declaraciones fueron muy difíciles para campo, “sigue siendo pequeño para la magnitud del las mujeres porque sintieron que se les estaba ocultando procedimiento”. Además, advierte que el proyecto se información”. Solo hasta el 10 de septiembre, la Fiscalía hizo al revés, ya que, primero, se definió el presusalió a desmentir que los hallazgos encontrados fueran puesto de 1.100 millones de pesos y, luego, se iniciade restos humanos. ron los trabajos sin saber con certeza si el presupuesto iba a alcanzar. Seguir buscando Frente a esto, el consejero Mejía explica que se Una de las posibilidades que se ha puesto sobre prevé una adición de 500 millones de pesos, pero la la balanza es la de ampliar el perímetro del polígono incertidumbre de las víctimas frente a si alcanza o no que se está explorando: pasar de 3.600 metros cuaes constante. Temen que si se acaba el presupuesto el drados a 5.000 metros cuadrados, y que no solo sean proyecto se detenga indefinidamente. 23 mil metros cúbicos de escombros, sino cerca de Mientras tanto, entre la tensión y la espera, si35 mil. Todo ello en el mismo plazo de cinco meses, guen las excavaciones. Ha habido avances en muchos según lo asegura el consejero Mejía. Una posibilidad campos, como la recolección de muestras de matede la que, como dice Adriana Arboleda, las víctimas y rial genético de los familiares, pero sigue faltando sus representantes se enteraron por los medios de cocomunicación, claridad, que los acuerdos entre las municación y no por una conversación conjunta entre organizaciones de víctimas y la Fiscalía se cumplan. los diferentes grupos. Como dice Alejandra Balvín: “Nosotros tenemos el A pesar de que el aumento en el perímetro de derecho a saber qué es lo que está pasando. Ya son 13 búsqueda se ve como algo positivo, siguen las dudas. años de espera para que, cuando por fin se hace algo, Es por esto que la abogada de la Corporación Jurídica no lo podamos ver”.

Fotografía: Alejandro Buriticá

El pasado 5 de agosto iniciaron las exploraciones de una parte del sector conocido como La Escombrera, en la Comuna 13 de Medellín. Con la ayuda de la Fiscalía, se pretende revelar las características de esa fosa común del conflicto urbano de la ciudad. Un proceso de angustia y de espera donde, más allá de los avances en las excavaciones, se necesita diálogo entre las víctimas y el Estado.


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12 Reportaje gráfico

Imágene

Redacción De La Urbe delau.prensa@gmail.com/@delaurbe

Fotografía: Sara Castillejo Ditta

Fotografía: Natalia Botero Oliver

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Fotografía: Miguel Ángel Romero

Este camino lo recorrieron madres, padres, hermanos, esposas y familiares, devastados pero con esperanza. Si bien pisaban la tierra donde podía estar un ser querido desaparecido, también pisaban la tierra donde por fin encontrarán respuestas. Pasaron 13 años de espera para que el Estado decidiera cerrar parte de La Escombrera.

Fotografía: Natalia Botero Oliver

Los movimientos sociales y civiles de la Comuna 13 se manifestaron en La Alpujarra con la intención de hacer un llamado de atención: mirar a La Escombrera para que lo sucedido allí no sea debatido solo en la Comuna 13, sino que se reflexione sobre el significado que tiene esto en la historia de Colombia, lo aberrante de la guerra y los efectos de la misma.

l sinuoso camino que pretende at fin del conflicto armado signific quitar el velo de miles de histori Narraciones de los hijos que vieron m balas o anécdotas de las madres que suales que terminaron por ser las últi secuestros y asesinatos. También mur por décadas se han quedado en el pe todo y escucharlo todo. Buscar en el p Un pequeño terreno en la Com como La Escombrera, por ser sitio de años, se fue transformando poco a p de la guerra urbana que vivió y viv desperdicios de ladrillo y cemento era de cientos de desaparecidos de lo aba y fuerzas de la ley que terminaron po La operación Orión, de mediado tísimo porcentaje de desaparecidos e muchos de los cuales fueron a para El sitio empezó a adquirir con el tiem nombre maldito, que mezcla paradó el de profundo dolor. Hoy, tras un largo tiempo de l Fiscalía adelanta en esa zona una cu de recuperar los restos de entre 40 y arrojados en el lugar con la intenció completo las pruebas del delito. Desde que inició el proceso, dec sus hijos están bajo sus pies, velan por en un pequeño símbolo de la verdad hacia el fin del conflicto. Ahí están los rostros del dolor de jos de la sangre de su sangre para des bre. Están también las manos de aqu dar una buena noticia a los familiare gelados en el tiempo, las fotos tipo ca mientras manos de conocidos los toca los recuerdos a las épocas cuando tod

Fredy Ramírez es el coordinador técnico forense de La Escombrera. Él comenta, según su experiencia como antropólogo en excavación e intervención forense, que la búsqueda de restos humanos en este lugar es como buscar una aguja en un pajar. Para ello se aplicó la Matriz de Harris −unas cuadrículas con coordenadas Este y Oeste−, en la cual hay un control efectivo, hay más exactitud y permite que el trabajo de sacar la tierra se pueda observar y limpiar adecuadamente en la búsqueda de restos óseos.

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Ella busca a Wilfer A. Callejas, uno de los 200 cuerpos que se calcula están bajo los escombros. Pero más allá de esta cifra, que puede ser polémica e inexacta, lo que se busca es una historia, una trayectoria de vida y unos sueños que fueron suspendidos intempestivamente y sin explicación.


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es de una angustiante esperanza

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travesar Colombia mientras planea el ca, entre otras inmensas dificultades, ias que guardan el dolor de la guerra. morir a sus padres atravesados por las e guardan con recelo despedidas caimas. Verdugos que aceptan torturas, rmuraciones sobre desaparecidos que eor de los limbos. Hay que contarlo pasado la no repetición en el presente. muna 13, conocido informalmente e despojos de construcciones durante poco en un oscuro cementerio oculto ve Medellín. La tierra mezclada con a, a viva voz, el sitio de ocultamiento aleos entre guerrilleros, paramilitares or actuar ilegalmente. os de octubre de 2002, aportó un alen estos barrios del centro occidente, ar, según testigos, a La Escombrera. mpo un cariz de zona prohibida, de ójicamente un halo de esperanza con

cenas de madres, convencidas de que r una labor que empieza a convertirse d en medio del esperanzador tránsito

El asesinato y desaparición de Luis Fernando Lalinde fue el primer caso de ejecución extrajudicial por el que el Estado colombiano fue condenado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Su historia se ha vuelto un símbolo debido a la lucha valiente e incansable de su madre. En el evento previo al inicio oficial de las excavaciones estuvo ella, Fabiola Lalinde, junto con su hija Adriana, que es la mujer de verde que se ve en la foto.

Luz Helena Galeano, lideresa del grupo de mujeres que ha logrado hacer un llamado de atención al Estado sobre el tema de La Escombrera, junto a su hija y otras mujeres, después del ritual simbólico de sanación espiritual antes de que comenzara oficialmente la búsqueda de restos humanos.

El Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) y otras organizaciones sociales recriminan al Estado como cómplice de muchas de las desapariciones que ocurrieron en la Comuna 13 durante la Operación Orión. Según el testimonio de alias Don Berna, esta operación fue una toma conjunta entre los paramilitares y la fuerza pública.

Fotografía: Alejandro Buriticá

Fotografía: Natalia Botero Oliver

una madre expectante por los desposcansar después de tanta incertidumuellos que trabajan día y noche para es. Y colgados, como recuerdos conarné de aquellos a los que se buscan, an y pretenden acercarse al menos en dos estaban vivos.

Fotografía: Natalia Botero Oliver

Fotografía: Miguel Ángel Romero

lucha por parte de los familiares, la uidadosa excavación con la esperanza 200 cuerpos que podrían haber sido ón de, una vez muertos, borrar por

Detrás de los mensajes que plasmaron las organizaciones sociales y los familiares, se ve el perímetro acordonado que corresponde al polígono uno de excavación. En la primera etapa van a ser removidos 35.000 metros cuadrados de tierra, equivalente a cuatro pisos de tierra.

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14 Opinión

La Escombrera, ¿una verdad en manos inadecuadas? ¿Es el CTI de la Fiscalía el más idóneo para realizar las exhumaciones en la Comuna 13? Cuando el Estado es arte y parte, con más razón vale preguntárselo. En este artículo de opinión, otra mirada al proceso que se desarrolla en La Escombrera. Andrea Aldana andrealdana@gmail.com

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Fotografía: Natalia Botero Oliver

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Qué decir que no se haya escrito sobre las excavaciones que por fin se iniciaron en La Escombrera de la Comuna 13 de Medellín? Lo que nadie ha dicho y lo que nadie ha escrito: las inadecuadas manos a las que se enfrentan unos restos óseos que son los principales testigos en la reconstrucción de una verdad histórica que, hasta el momento, poco tiene de lo primero y por lo fresco de sus entierros es difícil connotarla de lo último. Existen episodios de la violencia en Colombia cuyo tratamiento debe estar en manos especializadas, independientes y sin vínculos gubernamentales con el fin de lograr una reconstrucción aproximada de los hechos. Con las exhumaciones, especialmente con las que adquirieron un carácter simbólico, ocurre lo mismo; este es el caso que no se cumple en el desentierro que se pretende en La Escombrera. En ese sitio no se lleva a cabo una simple exhumación de restos sino que se está desenterrando una verdad. Los huesos que allí puedan encontrarse son los libros en los que está escrita la historia oculta de la violencia en Medellín y deben ser leídos por lectores de interés genuino. Para el caso concreto: por organismos no gubernamentales y sin fines de lucro que apliquen las ciencias forenses a la investigación de violaciones a los derechos humanos. El trabajo que se desarrolla en La Escombrera no corresponde solo a la recuperación física de los restos óseos, trabajo para el cual el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) puede estar calificado, sino que su fin último debe ser la identificación de los mismos. Esto requiere una estrategia de búsqueda de las personas desaparecidas de la Comuna 13, la cual solo aparece luego de una investigación preliminar. De acuerdo con Gisela Ortiz y Óscar Loya, miembros del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), la investigación preliminar busca recopilar una información que pueda responder las preguntas básicas que se generan en una intervención forense: ¿cuántas víctimas hay en el sitio?, ¿quiénes eran esas víctimas?, ¿dónde están enterradas? y, principalmente, ¿qué pudo haberles pasado? Por tal razón, el CTI o cualquier antropólogo forense de la Fiscalía son inadecuados para adelantar dicha investigación, así como para realizar la exhumación. Este organismo le obedece al Estado y, en el caso de La Escombrera, este es parte del conflicto; los 13 años de silencio que ha guardado frente al tema podrían ser un posible preludio de una manipulación de resultados. En el 2010, esta situación se contempló por lo que la Alcaldía de Medellín, en cabeza entonces de Alonso Salazar, encargó a la Universidad de Antioquia la compleja investigación preliminar de los desaparecidos, no solo de La Escombrera, sino de toda la Comuna 13. Este sería un proyecto piloto para dar inicio a una estrategia de búsqueda de todos los desaparecidos en Medellín. El Grupo de Investigación Estudios Biosociales del Cuerpo (Gienscuerpo), del Departamento de Antropología de la UdeA, dirigido por la antropóloga forense Timisay Monsalve, estuvo al frente de la extensa investigación. El equipo investigativo, conformado por antropólogos, sociólogos y periodistas, fue asesorado por los tres grupos especializados que −debido a la experiencia bélica de sus países− más experticia tenían: el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG).

Del polígono uno se pretende remover 35 mil metros cúbicos de arena y escombros.

Estas organizaciones internacionales también fueron contratadas por Salazar para emitir el informe Caso La Escombrera. Conceptos Técnicos por Forenses Internacionales, que no era otra cosa que las propuestas de exhumación e identificación que ofrecían estos organismos no gubernamentales y sin ánimo de lucro para ayudar a la reparación, la no repetición y la no vulneración de las víctimas. Por parte de Colombia, a pesar de la existencia de Giebscuerpo y del Equipo Colombiano de Investigaciones Antropológico Forenses (Eciaf ), entidades cuya prioridad es el respeto a las víctimas, al único ente al que se le permitió presentar propuesta fue a la Fiscalía. Los conceptos se hicieron públicos el 23, 24 y 25 de noviembre de 2010. En estos, las organizaciones internacionales reconocieron el trabajo que ya había adelantado el grupo de la Universidad de Antioquia y manifestaron la necesidad de continuar con su colaboración y de estrechar la relación con las víctimas que ya había establecido la Universidad. Sin embargo, la investigación preliminar que realizó la academia nunca fue publicada. Los resultados nunca vieron la luz aunque fueron financiados con dineros públicos, tal vez porque en su contenido básicamente se enunciaba que la desaparición forzada era una práctica de Estado y que La Escombrera era tan solo la punta del iceberg del drama real que atormentaba a la Comuna 13; además, también se advertía la necesidad, la urgencia, de frenar el arrojo de escombros en el lugar. Estos argumentos no los emitía un particular: era un grupo de investigación perteneciente a la Universidad de Antioquia el que hablaba y era la Alcaldía la que pagaba por ser acusada. Desde entonces, cinco años después, poco se conoce de quienes adelantaron la investigación preliminar en la que se sustenta la exhumación que allí se está realizando. Fredy Peccerelli, miembro de la FAFG, manifiesta que una exhumación no tiene sentido cuando no se sabe a quién se busca, pues toda identificación parte de una comparación; de allí la importancia de estrechar la relación con las víctimas. En general, para las tres organizaciones internacionales, acostum-

bradas a trabajar bajo la presión de los gobiernos, sus aparatos militares y precarias condiciones de seguridad, más que el hallazgo de restos, su fin es el del esclarecimiento de la verdad y el revestimiento de poder a las víctimas para generar bases reales que garanticen una no repetición. Este objetivo está bastante alejado de las manos del CTI, que hoy interviene en la exhumación de La Escombrera, y del consejero para la convivencia, la reconciliación y la vida, de la Alcaldía de Medellín, Jorge Mejía Martínez. De lo contrario, no hubiera ocurrido el espectáculo del pasado 3 de septiembre, en la que se hizo público el “hallazgo” de unos restos y un ropaje, pero de los que no se podía dar información debido a que aún se desconocía si la osamenta pertenecía a humanos o a animales. Cualquier antropólogo que haya tenido un mínimo acercamiento a estructuras óseas sabe que la diferencia entre este tipo de huesos es enorme, a no ser que se trate de chimpancés, y La Escombrera no es un sitio en el que prime esta especie. Así mismo, se violó el acuerdo establecido con las víctimas en el que se les prometió que serían las primeras en saber si un resto óseo aparecía. El “hallazgo” ya era viral en las redes sociales y en los medios de comunicación. Y las víctimas, que tienen campamento en la excavación y que en grupos de diez en diez van rotando para tener presencia permanente en La Escombrera, no tenían idea de que un hueso, tal vez de humano, tal vez de perro, había sido encontrado: una burla más obligadas a soportar. Emitieron un comunicado manifestando su enojo, pero este no tuvo eco. Esto es lo que ocurre cuando la ciencia forense no está al servicio de los derechos humanos sino del Gobierno. El personal del CTI no es adecuado para la exhumación precisamente porque sus jefes gubernamentales podrían estar comprometidos en el delito. Lastimosamente, en el desentierro de La Escombrera se puede estar enterrando una verdad. Aceptar que el CTI sea el encargado de la exhumación de restos en la Comuna 13 es como aceptar que la memoria histórica de un país sea narrada por su Ministerio de Comunicaciones.


Regiones

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Fotografía: Sofía Villa

El anhelo de paz en las regiones

Más de 300 representantes de los 23 municipios del Oriente Antioqueño se reunieron en el Encuentro Regional para la Paz. Además, contó con la participación de un delegado de las Embajadas de Suiza, Suecia y Noruega.

Yéssica Petro Escobar Diana Sofía Villa Múnera

@yesi2410 @evitarlafatiga

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isar las calles de San Carlos, Antioquia, genera un sentimiento que mezcla asombro y admiración. En este pueblo, que vio huir al 80% de sus pobladores desplazados por la violencia, florece un Jardín de la Memoria en el parque principal, un monumento en honor a las miles de víctimas que ha dejado el conflicto armado en este municipio. Ver a los niños jugando en el parque, a los perros merodear por la fuente y a los viejos descansar en las bancas son motivos para mantener la esperanza. Aunque este pueblo caluroso y montañoso no fue el único que ardió en la cruda guerra de los años 80, sí es un ejemplo de retorno y reconciliación. Según la investigación San Carlos. Memorias del éxodo en la guerra del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1986 y 2010, de las 74 veredas que tiene el municipio, 30 fueron abandonas en su totalidad y más de 20, parcialmente. Se cuentan 33 masacres, 156 desaparecidos y 78 personas víctimas de minas antipersona. A pesar del horror, en 2011 ya se registraba el retorno de alrededor de 9.000 personas y 2.700 familias. Con la idea de recoger aprendizajes y preocupaciones, y de darle información de primera mano a las comunidades, los días 5 y 6 de agosto se realizó allí el Encuentro Regional para la Paz del Oriente Antioqueño. En este evento participaron organizaciones sociales, sociedad civil, empresa privada y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz (OACP). El asesor para la paz territorial y arquitectura institucional para el postconflicto de la OACP, Diego Bautista, comenta que “el encuentro en San Carlos es importante por todo lo que pasó allí en la etapa del conflicto, pero especialmente por lo que ha pasado luego con los procesos de paz y reconciliación que son un referente importante para todo el país y para nosotros, para hacer los diseños que haya que hacer de cara a la implementación”. Antes de llegar a San Carlos, ya se habían realizado catorce encuentros que surgieron como una propuesta llevada a la OACP por la Redprodepaz, la Ruta Pacífica de las Mujeres, la Red de Iniciativas y Comunidades de Paz desde la Base y la Corporación Pensamiento y Acción Social. En el coliseo del municipio se reunieron más de 300 personas para hablar de paz. En las sillas de plástico se sentaron representantes de víctimas, de juntas de acción comunal, de mujeres, de colectivos artísticos, de jóvenes, de sindicalistas, de ambientalistas y de un largo etcétera de organizaciones que vislumbran un país sin guerra. En los discursos y en las conversaciones improvisadas no se asomaba un deseo más claro que el de vivir en paz, aunque las negociaciones de La Habana no son del agrado de todos. “Aquí, en esta región, hay mucho escepticismo, mucha desconfianza sobre las Farc y sobre el Gobierno”, comenta Beatriz Montoya, directora de la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño. También agrega que a pesar de esto siguen creyendo porque “la paz la tenemos que construir de abajo para arriba, los pobladores de los territorios”. Para las organizaciones sociales del Oriente es claro que después de los Diálogos no se va a acabar el conflicto; es por eso

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Décadas atrás, en San Carlos se realizaban reuniones entre actores armados para planear la guerra. Hoy, se planea la paz con los actores sociales de este municipio y de los demás del Oriente antioqueño. Informe de De La Urbe desde el Encuentro Regional para la Paz. que hacen hincapié en denominarlo posacuerdo y no posconflicto. En este sentido, Gonzalo Murillo, coordinador nacional de la Redprodepaz, afirma que “el proceso de paz no está diseñado para hacer grandes transformaciones, sino para generar las condiciones para que esas transformaciones se den. Si se quieren grandes transformaciones hay que hacerlas en democracia, pero para hacerlas en democracia hay que dejar las armas de lado”. ¿Qué significa la paz para las poblaciones rurales? Mientras en la ciudad la paz se ha vuelto un tema político, en las zonas rurales, donde se ha sentido el peso real de la guerra, las inquietudes van desde cómo convivir con los desmovilizados que quieran habitar y trabajar en el pueblo y qué oportunidades van a tener, hasta saber dónde están y qué pasó con los desaparecidos, además de garantizar las condiciones de seguridad y

Para los pobladores, la paz también es tener soberanía alimentaria, conciencia para no depender económicamente de lo que viene de afuera y formalización de la propiedad rural. dignidad para que los desplazados puedan retornar. Según las oenegés, es fundamental que haya garantías para su labor, que cese la estigmatización y que no sean percibidos como enemigos. En el terreno ambiental, para las personas del Oriente, la paz significa el derecho a la información no engañosa ni parcial sobre los megaproyectos que están llevando a cabo en la zona, como el Túnel de Oriente. Además se pide al Gobierno que no se hagan más desplazamientos de familias para ejecutar los proyectos. Para los pobladores, la paz también es tener soberanía alimentaria, conciencia para no depender económicamente de lo que viene de afuera, formalización de la propiedad rural, empoderamiento de la comunidad para ejercer mayor control social, mayor cobertura en salud y un sistema educativo pensado para la zona. Dificultades de la región, retos para el Gobierno En las zonas donde el conflicto dejó incalculables víctimas, la dejación de las armas o el cese bilateral definitivo no es su principal preocupación. Por supuesto que llegar a un acuerdo es primordial; sin embargo, son conscientes de los temas difíciles que tienen que afrontar antes y después de una negociación entre las Farc y el Gobierno. Garantías de no repetición, respaldo para el retorno, soberanía en los territorios, disposición de escenarios para

conversaciones entre las víctimas y los actores armados, derecho a la información veraz sobre lo que acontece en La Habana, la inclusión dentro del proceso, entrarían en las principales inquietudes de los diferentes sectores de las poblaciones en las regiones. Los Diálogos se encuentran en uno de los puntos más coyunturales del proceso: el fin de la guerra. Para esto, el Gobierno debe tomar decisiones políticas que, posiblemente, la ciudadanía no las acepte de la mejor manera. Por ello es fundamental que el Gobierno genere confianza. En este sentido, para Gonzalo Murillo “es completamente necesario que se lleve a cabo un evento de refrendaciones, plebiscitaria o constituyente”. Dentro de las conversaciones que se tuvieron en el Encuentro Regional para la Paz, tanto víctimas como organizaciones manifestaron inquietud por la poca información que reciben sobre las mesas de trabajo en Cuba y porque la que les dan a conocer, incluso a través de los medios de comunicación, es usada por los sectores políticos a su conveniencia. “Sobre el proceso de paz pienso que va muy rápido en La Habana y muy lento en Colombia, en parte por los medios de comunicación. Por ejemplo, la Asociación Nacional de Mujeres pudo enviar algunas de sus integrantes a La Habana, ellas eran de las menos convencidas con las negociaciones. Pero cuando estuvieron allá se dieron cuenta de que todo estaba marchando positiva y rápidamente; sin embargo, muy poco de eso se sabe acá en el país. En eso tienen mucho que ver los medios de comunicación porque están inmersos entre la polarización de santistas y uribistas”, expone Benjamín Cardona Arango, presidente de la Asamblea Provincial Constituyente del Oriente Antioqueño. Antes de finalizar el Encuentro, se dejó claro que lo que allí se había discutido, así como las conclusiones y propuestas que surgieron, iban directamente para la mesa principal en Cuba. Por eso elevaron sus peticiones al Gobierno y por ende a las Farc para retirar minas y explosivos de guerra, así como detener el reclutamiento forzado de menores, el despojo y el desplazamiento. El Gobierno, representado por el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo Caro, argumentó que entendía que existieran dudas porque “la gente todavía no palpa el compromiso de las Farc. Creo que todavía las Farc tienen que hacer mucho para demostrarle a la gente para dónde van. El Gobierno tiene que garantizar eso, pero yo creo que, en este caso, nos hemos acostumbrado a vivir de una cierta forma y tenemos que cambiar y arriesgarnos a construir algo nuevo”. Una de las conclusiones dentro del encuentro fue que la sociedad en general debe entender que el acuerdo que surja de los Diálogos de Paz no será una solución radical; simplemente se convertirá en una oportunidad para generar las condiciones adecuadas. Los cambios deben hacerse no desde la violencia, sino a partir de las capacidades que tenga la sociedad civil para tomar decisiones significativas frente a lo que se avecina.

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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


16 Teatro

“Camilo”: ser complejo

Fotografía: Cortesía Teatro La Candelaria

en la voz de trece cuerpos

“Camilo” es un montaje que se aproxima al performance y al teatro experimental, con énfasis en la construcción musical y en la danza contemporánea.

Alba Rocío Rojas León albarociorojasleon@yahoo.es

E

l sacerdote y guerrillero colombiano, Camilo Torres Restrepo (Bogotá, 1929 – San Vicente de Chucurí, Santander, 1966) es el personaje carismático y múltiple de “Camilo”, obra escenificada por el Teatro La Candelaria, de Bogotá, creación colectiva con la dirección de Patricia Ariza. Dos años y tres meses duró la investigación y montaje cuya función se presentó en Medellín, en el Teatro Pablo Tobón Uribe, ante un aforo completo de público joven y adulto, ansioso de conocer el relato dramático sobre el “Cura Guerrillero” o “Padrecito”, como es conocido por muchos en Colombia. Tras ordenarse sacerdote en 1954 y completar su formación con estudios de sociología en Bélgica, Camilo Torres participó en la fundación de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, en la que ejerció la docencia entre 1959 y 1962. La expulsión de la Universidad, en 1962, acrecentó su proyección pública y marcó el inicio de un acercamiento a posturas revolucionarias, que culminó con el abandono del sacerdocio y la incorporación a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, en 1965. Camilo Torres Restrepo fue abatido por el ejército colombiano apenas un año después, en su primer enfrentamiento armado. Camilo llegó a La Candelaria para pasar por el alma y los cuerpos de los actores y actrices, y de ahí, llegar al público. ¿Será que todos somos Camilo? Esta es la conversación sostenida con Patricia Ariza. Camilo Torres Restrepo fue un hombre representativo de la intelectualidad colombiana. Cofundador, con el maestro Orlando Fals Borda, de la sociología en Colombia, profesor universitario, sacerdote, político, rebelde y, por último, insurgente. ¿Cuáles aciertos y dificultades halló el grupo para la adaptación de esta vida tan polémica a la obra teatral? Entre los aciertos está el haber escogido este personaje representativo de Colombia, personaje muy importante para la historia, para la academia, para la intelectualidad, para la vida política, para la paz. Yo creo que a Colombia lo que le falta es el relato nacional del conflicto, un relato que esté más cerca de la verdad. Ese relato no existe, ha sido mal contado por los medios de comunicación. Entonces, el arte tiene que contribuir con el relato a muchas voces y con muchos lenguajes; esta es nuestra contribución: un personaje representativo de la historia del conflicto colombiano. Entre las dificultades, no es tanto la biografía de Camilo Torres; yo creo que esto lo pueden hacer mejor los historiadores. No es que nosotros no lo podamos hacer; es que no es nuestro interés. No es el papel del arte contar la historia de la vida de Camilo Torres, sino más bien a través de otros terrenos distintos con los cuales trabaja el arte que va más al universo de los afectos, de los sentimientos, mostrar cómo el pensamiento de Camilo afecta a los actores. Nosotros hicimos una investigación muy exhaustiva, luego

No. 75 Septiembre de 2015

¿Cómo fue el proceso de adaptación de la vida de Camilo Torres a una obra teatral? Patricia Ariza, la directora, se lo explica a De La Urbe. tratamos de olvidarla para ver más o menos eso cómo había penetrado en el cuerpo y en el alma de los actores y de las actrices. En la secuencia narrativa y dramática, ¿cómo se estructura la obra en la línea del tiempo de acuerdo con la biografía de Camilo Torres Restrepo que tiene tantos matices? Sí, matices diversos, sobre todo la dificultad, la dicotomía, la contradicción entre ser académico, no ser académico; ser sacerdote, no ser sacerdote; ser insurgente, no ser insurgente; ser hijo de su mamá o debatir con la mamá… Es lo que nos pasa a todos en las grandes decisiones de la vida. Porque él sí tomó la decisión de irse para la insurgencia, pero también es cierto que lo acosaron demasiado. Las cosas también tienen una causa. ¿Cómo fue el proceso de montaje y la metodología utilizados en la producción de “Camilo”? Nosotros trabajamos con la creación colectiva. Esa es una metodología que la hemos inventado nosotros y el Teatro Experimental de Cali. La hemos desarrollado y ha ido cambiando mucho a través del tiempo, pero sigue siendo una obra creada por todos y por todas las integrantes que la gente ve en escena. Participan 13 hombres y mujeres de todas las edades, de todas las tallas. Camilo Torres fue un pionero de la Teología de la Liberación y miembro del Ejército de Liberación Nacional. En este sentido, ¿considera que aún tienen vigencia sus postulados, luchas sociales y denuncias sobre la explotación y la injusticia social? ¿Cómo se estructuran en “Camilo”? Sobre la injusticia social, sí, por supuesto. Yo creo que Colombia es uno de los países con mayor índice de injusticia social en el mundo; es uno de los países más desiguales del mundo. Pero la obra no es un panfleto; nosotros no somos del Ejército de Liberación Nacional. Lo que más quisiéramos es que ellos se vincularan al proceso de paz; tenemos respeto por toda la gente, incluyéndolos a ellos. No es un juicio ni a Camilo ni a la insurgencia; es, sencillamente, mostrar un hombre en unas dificultades como lo hemos estado todos en la vida, o sea, qué camino tomas en una decisión como esta. Entonces, no es una propaganda política, intentamos que sea más una obra de arte, que sea como un paradigma que le muestre a la gente las dificultades de tomar decisiones en un determinado momento de la vida. Cambiar la hostia por el fusil, es decir, haber sido sacerdote y luego irse para la guerrilla, ¿qué importancia se le concede a este giro en la vida de Camilo Torres y cómo se expresa en la obra? Yo no creo que él cambiara la hostia por el fusil. Yo creo

que él nunca dejó la hostia. Yo creo que fue sacerdote hasta el último momento. Él murió con la Biblia; él jamás dejó de ser sacerdote. Jamás participó en un combate. En el único combate en el que participó, murió; no disparó, iba a recuperar un fusil y en ese momento lo mataron. Entonces, no es que sea blanco o negro, es las dos cosas y, además, otros colores también. El cuerpo de Camilo Torres Restrepo aún está “oculto”, para la historia nacional, y “desaparecido”, para sus seguidores. ¿Cómo resolvieron este desenlace en la obra? ¿Todos estuvieron de acuerdo? Prestando 13 cuerpos para su búsqueda porque son 13 actores y actrices. El cuerpo de él está perdido, pero metafóricamente está en el cuerpo de estos actores y actrices. Nosotros seguimos exigiendo que aparezca el cuerpo de Camilo y el todos los desaparecidos y desaparecidas de Colombia. Y a pesar de las declaraciones del general Valencia Tovar, ¿sigue siendo válido que sus retos se hallan en un mausoleo militar en Bucaramanga? No. Todo cuerpo de una persona muerta y de una persona que fue tan querida por sus seguidores tiene que estar al alcance de ellos. O sea, nosotros quisiéramos ir a llevarle flores a Camilo. En la obra, un parlamento que dice la madre de Camilo comenta que muchos de sus seguidores le llevan flores, pero no saben dónde ponerlas. Si se piensa en los Diálogos de Paz que se desarrollan en La Habana, ¿cuáles son los elementos de actualidad que se hallan en “Camilo” y que sean vigentes para aportar a este proceso? Camilo siempre mandó mensajes de paz, o sea, en su momento dijo: “Si avanzamos, podemos lograr la paz”. Yo creo que Camilo era un hombre esencialmente, filosóficamente, pacifista. Lo que pasa es que no lo dejaron ejercer su apostolado de manera legal. Yo no justifico que se haya ido para la insurgencia, pero tampoco lo condeno; no es ese mi papel. Yo no soy juez; soy artista. Y a los cercanos 50 años de la existencia del Teatro La Candelaria y de la muerte de Camilo, ¿cuál es la vigencia del grupo? Son 50 años de una paradoja, 50 años de la muerte de él, 50 años de la vida de nosotros. Entonces, se los dedicamos, en parte, a él. Camilo vive, pero en nosotros y en nosotras también.


Crónica

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en la Oriental Diego Zambrano Benavides @diegozamben

A

ntes de caer la tarde, la avenida Oriental se envuelve en el ruido del tráfico. Motos, buses y carros circulan con afanes por una de las vías arterias de la ciudad. La mancha negra del esmog se dibuja en el aire y se impregna en la ropa de los peatones que cruzan a pie de un lado y otro de la avenida. Todavía quedan algunas horas para que los vendedores cierren sus casetas. El cielo permanece despejado, como muchos de estos días de fuerte verano que acompañan a Medellín desde hace meses. Los que trabajan allí, específicamente en la intersección de la Oriental con la calle Caracas, miran sus relojes, hablan entre ellos y levantan la vista porque saben que en cualquier momento, en cuestión de minutos, llegará volando la bandada. No pasan ni cinco minutos cuando la bandada de pericos se acerca, vienen volando y garriendo de un árbol a otro. Los gritos de estos pájaros son tan fuertes que se equiparan con el ruido de los motores que pasan por la avenida. No llegan todos al tiempo, van apareciendo en grupos de entre 10 y 15. Poco a poco van llenando las copas de los árboles, en especial de uno que queda al lado del semáforo, que fue sembrado hace años entre las coloridas y sucias pirámides de cemento y baldosín del separador de la avenida. La bandada de los pericos aparece todos los días a la misma hora y descansa siempre en el mismo árbol. La gente se asoma por las ventanillas de los buses para ver el espectáculo, los motociclistas aprovechan que el semáforo está en rojo y levantan sus cascos para mirarlos, en los andenes varios sacan sus celulares para grabar videos y tomar fotografías. El ingeniero forestal y ornitólogo Pablo Flórez explica que se trata de una especie de perico o loro con nombre científico aratinga pertinax, comúnmente conocido como perico cara sucia. Esta especie es común en los países del trópico, como las Guyanas, Venezuela, Colombia y algunos países

Todos los días a las cinco de la tarde, quienes pasan por la intersección de la avenida Oriental con la calle Caracas, en el Centro de Medellín, son testigos del desplazamiento de unos coloridos visitantes que se posan sobre las copas de los árboles en un espectáculo particular. Allí hicieron su casa los pericos de la Oriental. de Centroamérica. No son muy grandes; llegan a medir 20 centímetros aproximadamente. A simple vista no se podría distinguir entre el macho y la hembra. Es decir, habría que ser especialista en pájaros para saber cuál es uno u otra. Podría decirse que se encuentran dentro de los pericos románticos idealistas, pues estos cara sucia solo tienen una pareja durante toda su vida, son monógamos durante los 20 años que suelen llegar a vivir. En Colombia, esta especie es nativa de las zonas secas del valle del Magdalena, de los Llanos Orientales y de las sabanas del Caribe. A Medellín, y en general al Valle de Aburrá, llegaron por cuenta de los traficantes de aves. Según Flórez, muchos pericos escaparon de las casas de sus captores o de los zoológicos en los que se encontraban. También dice que estos animales no tienen predilección por algún tipo de árbol en específico; simplemente llegan a donde se sienten más seguros. La bandada de los cara sucia de la Oriental frecuenta estos árboles hace más de dos años. Aunque la gente que los ve todos los días afirma que estos pericos prefieren los árboles frondosos: se quedan en ellos hasta que los dejan secos, como se puede observar en varios de los árboles del separador de la avenida. Aunque esto se debe, según Flórez, a que esta especie anida en cavidades propias de los árboles secos, de los cuales no hay muchos en Medellín, por lo que estos animales no representan una plaga para la ciudad.

Los pericos cara sucia suelen dormir en grandes grupos, lo cual explica por qué cuando la bandada está reunida en alguno de los árboles de la Oriental haya por lo menos 100 pericos o loros. Al parecer, encuentran más seguridad en los árboles y parques de la ciudad que en la zona rural, donde es más fácil que los predadores ataquen a la colonia en la noche. Estos pericos son juguetones, se los ve muchas veces en pareja, coqueteándose, volando juntos de rama en rama, de árbol en árbol. Los que no están en pareja se mueven en bandadas de a 10 o 15, y se la pasan planeando en círculos y buscando otras ramas a las que llegar. Aunque son medianos, se alcanzan a ver sus colores, sobre todo cuando en sus vuelos bajan demasiado para dejarse contemplar: verde, amarillo, azul, rojo y naranja. Ana Villegas tiene 47 años y hace más de ocho trabaja en una de las casetas al lado de la avenida Oriental. “Cuando yo llego a abrir la caseta, por ahí a las cinco y media de la mañana, los pájaros ya se están yendo; aunque a esa hora se van calladitos, no hacen tanta bulla, solo el ruido que hacen con las alas cuando se van volando todos juntos”. En dos ocasiones Ana ha tenido que cuidar a un par de pericos que se estrellaron contra el edificio donde queda la Farmacia Magistral. Ella los recoge y los protege en una canasta hasta que los pájaros se curan y vuelven otra vez con el resto de la bandada. “Estos pericos son muy bravos, y muerden muy duro. Pero eso sí, tienen una cola con unos colores muy bonitos”, cuenta Ana. Son animales muy apetecidos como mascotas porque, según las autoridades ambientales, son fáciles de domesticar. No hay un valor exacto, pero en el mercado negro pueden conseguirse desde 50 mil pesos, aunque algunos pueden llegar a ser vendidos en el exterior por más de 400 dólares. Colombia suscribió desde 1981 un convenio con más de 175 países para disminuir el mercado ilegal de fauna silvestre: se trata de la convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres. En el Código Penal Colombiano se establecen penas de hasta 90 meses de cárcel y hasta 15 salarios mínimos por tráfico ilegal de animales silvestres. Por suerte, para los transeúntes el espectáculo es gratuito y los pericos no faltan a la cita, bien sea en la madrugada o al atardecer. Qué mejor regalo para el caos y el ritmo agitado del Centro que levantar la vista y escuchar el despegue y el desplazamiento de los pericos, ver la danza de las parejas o los vuelos en los que presumen de sus colores mientras van de un árbol a otro. La Oriental se duerme con el garrir sinfónico de la bandada de los cara sucia hasta el día siguiente, cuando levantan vuelo y no se sabe para dónde van.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


Fotografía: Cortesía

18 Perfil

Jacobo ganó, recientemente, una de las becas de creación de la Alcaldía de Medellín en la modalidad creación de ensayos o libro de ensayos.

Kamikaze satánico

(o la valentía de un hombre que escribe) Eliana Castro Gaviria ecastrogaviria@yahoo.es

Como una represa que se desborda. o hay sonido que Jacobo Cardona Echeverri —antropólogo y escritor de cuentos, novelas, guiones y poemas— aborrezca más que el de un bostezo. —Qué hace ese tipo viviendo, ¿ah? —dice—. ¿Por qué no se muere de una vez? ¿No encuentra divertida la vida? Yo le encuentro muchos peros a la vida, te mata, por ejemplo, pero es muy sencillo pasarla bien. No hay que buscar la experiencia extrema, el abismo, la foto en Instagram; no, bastan un libro y una película, y ambas cosas están a la mano. Hace meses, durante un conversatorio en Comfenalco, Jacobo leyó uno de los poemas de su libro Manufacturas, artefactos, cosas deshechas —ganador del IV Concurso Nacional de Poesía Universidad Industrial de Santander en 2012—: “Tuve problemas/ con mi impresora/ y quise escribir/ un poema/ para desahogarme/ Y como no funcionó,/ llamé al técnico/ de Epson”. Una mujer del auditorio se molestó: eso no era poesía. A mediados de junio, invitado a la Parada Juvenil de la Fiesta del Libro, cuando faltaban minutos para las cuatro de la mañana, Jacobo le refutaba a un grupo de periodistas que hablaban sobre las torturas y los sacrificios de escribir: “Cómo va a haber sacrificio cuando estás escribiendo lo que te gusta explorar, lo que te gusta hallar”.

N

“No tener miedo/ Y si se tiene, hacerse el loco” Los títulos dicen que Jacobo es antropólogo de la Universidad de Antioquia y Magíster en Estética de la Universidad Nacional, mientras que las últimas noticias literarias del país lo reseñan por ser el ganador de la 14 Bienal Internacional José Eustasio Rivera con su novela Las vidas posibles, el Premio Nacional de Cuento de La Cueva con el relato “Cuando vuelvas de Marte” y un premio de poesía de la Universidad de Santander. Si estuviéramos hablando de fútbol, Jacobo sería el mí-

No. 75 Septiembre de 2015

Navegando por diferentes géneros literarios, con referencias que van de la cultura pop a la filosofía oriental, Jacobo Cardona Echeverri es una voz potentísima en la literatura nacional de estos días. Un escritor al que habrá que seguirle la pista. tico jugador que defiende bien, organiza el medio campo, mete goles y, de vez en cuando, se pone en el arco. Como cuando escribe ensayos, críticas e instrucciones para ir a cine. Dicen sus amigos que es un tipo soberbio, mordaz, punzante, incisivo, influenciado por las luchas interiores de la literatura europea que más le gusta y la literatura de carretera de escritores americanos ebrios. Enamorado de Nadia. Docente universitario. Un novelista a la vieja usanza, con ciertos mitos a su alrededor como el origen de su nombre y el relato de orgías interminables durante su juventud. Kamikaze satánico por un blog que ya no existe. Un tipo que durante meses le escribió un poema a los objetos de la casa mientras hacía su tesis de maestría. Un personaje, medio tristón, que todo el tiempo anota ideas, escenas y diálogos en cuadernos, como el impulso mismo de respirar. —Ahora, en clase, se me ocurrió la historia de un tipo con el que experimentan una nueva medicina y de pronto cree que tiene poderes. El clásico perdedor que quiere sobresalir de alguna manera. Aquí tengo tres papelitos, llego a casa y anoto las ideas, después miro cómo jugar con ellas. Eso uno lo podría llamar disciplina, pero mirá que no. Quiero escribir, escribo; quiero leer, leo. Si eso es sufrir, qué bueno es el sufrimiento. —¿Cómo hacés para saber que un tema es una novela, un poema o un guion? —Creo que tiene que ver con el poder de la imagen. En el cine, por ejemplo, hay cosas que son más potentes y no deben ser dichas sino mostradas; mientras que en la novela siento que los personajes tienen que reflexionar. “La piedad será el secreto mejor guardado/ en los libros para niños” Cuando Jacobo cursaba quinto de primaria, escribió un

cuento de piratas para la clase de español. Reprobó: en las anotaciones, la profesora le explicaba que no podía copiarse los cuentos de los libros. “¡Pero yo me lo inventé!”, pensó, y guardó ese recuerdo como uno de los mayores halagos —involuntarios—que ha recibido en la vida. En los últimos años de los setenta, la época en la que Juan Gabriel grababa sus discos de mariachi, Jacobo nació en el pueblo más lejano y frío del Oriente antioqueño, Nariño, a más de 100 kilómetros de Medellín. De aquella época conserva las imágenes que lo hacen sentir más cómodo: la montaña, la niebla y la lluvia. Sostiene, incluso, que crecer en una geografía tan profunda y aguda esculpe cierta interioridad, un modo más auténtico y sencillo de acercarse a las cosas. En medio de esa naturaleza de encerramiento, Jacobo encontraba en su casa La Divina Comedia, leía la Biblia, grababa discos de Guns N’ Roses y de Camilo Sexto y leía los cómics de Kalimán y Águila solitaria. Escogió la antropología después de fracasar con la guitarra y con la idea de formar una banda de rock. “Desde pequeño, había una obsesión por tratar de ordenar el mundo, clarificarlo, entender cómo funcionaba”. La antropología tenía tanta gracia y glamour como el rock: “Sabía que hablaban del fuego, del australopithecus, de los indígenas y de robots, debía ser divertido”. Pronto descubrió que, más que un sombrero y una lupa, la antropología le daba elementos para identificar en los gestos más sencillos “el probable talante moral de un individuo y su cuota de oscuridad”. Y ha sido un antropólogo juicioso en sus investigaciones sobre violencia armada, construcción de testimonios, víctimas y victimarios. —¿Te obsesiona la construcción de la memoria? —La memoria, la identidad y la pérdida; la violencia y el asunto de la moral. En general, todo el arte tiene que ver


con la memoria, incluso en la misma relación que tengo con publicar: se trata de hacer un trato con el pasado.

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19 Si estuviéramos hablando de fútbol, Jacobo sería el mítico jugador que defiende bien, organiza el mediocampo, mete goles y de vez en cuando se pone en el arco.

Los buenos pocos amigos —Jacobo es una represa que desborda —explica Diego Agudelo, amigo, periodista—. A veces te suelta un montón de cosas en un solo párrafo: sus referencias pop, la música, las lecturas y el cine de su generación y otras referencias capitalistas: McDonald’s, las gasolineras, las putas, los travestis, imágenes agrestes para un universo literario pop. Eso como decoración, porque los temas centrales son muy propios de él: ahí viene su formación antropológica e intelectual. Encontrás también cierta poética asesina y algún sentido de transgresión cuando escribe, digamos, un poema sobre una impresora. A comienzos de siglo, un grupo de muchachitos de la ciudad que escribían poemas fueron invitados a Cartagena. Diego todavía recuerda los versos con los que Jacobo cerró uno de los recitales: “Dame/ dame más por el culo”. Los otros jovencitos, tras bambalinas, ebrios y pretenciosos, gritaban: “¡Eso, monito, eso!”. A los 20 años, Jacobo pensaba que la poesía era el primer eslabón y, como lo que quería era escribir, se inscribió en un taller del Festival de Poesía de Medellín. De toda esa etapa, él prefiere hablar poco: “Me alegro de haber obtenido la conciencia de lo ingenuo que fui, de lo adolescente y vanidoso. Tal vez teníamos talento, quizá alguien muy agudo lo leía desde afuera, pero había que educarlo mucho”. Ahí conoció a Diego y a otros veinteañeros, devoradores, que querían escribir sobre sexo, drogas, alcohol, mujeres, con un lenguaje desenfadado, prosaico. Y vivieron una época en la que todo fue en exceso: los libros, el cine y la bebida. “Hasta que lo logramos superar, es decir, ya no hay ese deseo por subvertir o al menos el deseo es más metafísi-

co, más reflexionado. Nos vamos a mantener siempre en una literatura del descontento, el reclamo, pero que los materiales que utilicés no sean los que ya están masificados”, concluye Jacobo. Poco a poco la veintena de muchachos eligió otros caminos y quedaron los amigos. —Dentro de Jacobo hay una fuerza demoledora que le permite crear y destruir convenciones con las que uno normalmente convive —dice Diego. “Mi compromiso con la muerte es constante” Según sus propias cuentas, le quedan unos treinta años de vida. Dos cosas son seguras acerca de su muerte: no será antes de filmar su largometraje El último reino —guion con el que ganó la Beca de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos de la Fundación Carolina y Casa de América— y su causa no será el hastío. —¿No te asusta escribir cuando te dicen “adelante, es lo tuyo”? —Hace cinco años yo me preguntaba por el futuro, y el futuro no llegaba. Ya logré liberarme de esa presión constante de nuestra

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época, ese ‘qué has hecho’, ‘qué has logrado’. Y ya he llegado a una etapa en la que se han asentado mis búsquedas, ciertas libertades, me he visto desde afuera y he sido más receptivo a los errores. Las vidas posibles, su novela, cuenta la historia un hombre treintañero que debe lidiar con la frustración y la fascinación de dar clases en un colegio y una lucha interna por hacerse a una vida propia y auténtica. Una historia en la que los niños un día disparan y al otro, después de una historia de terror, le piden autógrafos a su profesor. “Cuando los niños prometían portarse bien a cambio de otra historia, constataba el poder de un mecanismo que nos situaba como especie más allá de cualquier límite biológico o sociológico. La imaginación nos hacía humanos”, comenta el protagonista. La novela fue escrita después de los seis años que Jacobo pasó como profesor en un colegio en la Comuna 13 de Medellín, antes de los premios y las promesas literarias. —¿Qué estás escribiendo ahora? ¿Qué sigue? — Hacer carrera literaria, y lo digo en el sentido de no vivir de premios porque hay muchos limitantes: las ediciones, la distribución, los lectores. Tengo el borrador de una novela sobre realidad virtual, más experimental. Incluso está desde antes que Las vidas posibles, pero el asunto llama, te pide. Hace días, el Diario del Huila publicó una carta en la que Jacobo narraba a los lectores cómo le descontaron un 20% del premio de la Bienal de Novela. Como si lo que se hubiera ganado fuera una lotería y no un premio literario. Entonces escribió: “Ese es uno de los dos mayores sueños de todo aquel que busca convertirse en escritor [la publicación]; el otro es construir un universo absolutamente nuevo, donde los demás se sientan como en casa”. Como si la represa que se desborda fuera la nuestra.

Alexis González Molina caricaturasmoly@gmail.com

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l siglo pasado estuvo marcado por interminables divergencias políticas. Un breve resumen de los primeros años diría que mientras se acercaba el fin de la hegemonía conservadora, Alberto Lalinde Arango caricaturizaba la arremetida liberal encabezada por Enrique Olaya Herrera. Después de 44 años, en 1930 los conservadores pierden las elecciones presidenciales. En abril del 48 es asesinado Jorge Eliécer Gaitán. Dos años después, Laureano Gómez, conservador, alcanza la presidencia e impulsa una serie de políticas represivas. Gómez sería derrocado por Rojas Pinilla, militar artífice del derecho al voto para las mujeres y precursor de la televisión colombiana. Sin embargo, el gobierno de este último persigue la libertad de expresión y es muy laxo con los restos de violencia política que aún ejercían lo conservadores contra los liberales, originando el cierre de varios periódicos que luego harían tambalear su permanencia en el poder. En mayo de 1957, Rubén Henao Morales, en el diario El Correo, ilustraría con una caricatura la renuncia de Rojas Pinilla. A pesar de la violencia, el desempleo y la desigualdad, en Medellín y en toda Antioquia se disfrutaba del arte: teatro, poesía y pintura, además de la bohemia. Sus medios de difusión nunca fueron ajenos a la espontaneidad y a la sátira; los primeros periódicos de circulación matutina fueron un buen escenario para fusionar la realidad con la crítica y el arte. La astucia y la perspicacia de los artistas antioqueños, así como su valentía durante todos estos años, han servido como fuente de opinión en la vida social, política, económica y religiosa del departamento. Panorama de la caricatura en Antioquia en el siglo XX es un libro concebido por Luz Posada de Greiff, bibliotecóloga de profesión, y el filósofo Jairo Morales Henao, ambos antioqueños y titulares de una investigación que, sin mayor problema, logra sumergir al lector en una turbulenta época. Una época en la que, por demás, comienzan a conocerse los primeros caricaturistas en Antioquia. Cada uno de los artistas compilados en la obra tiene un estilo propio y marcado. Eladio Vélez y Hernando Escobar Toro fueron fieles a las proporciones y a la suavidad del trazo; Miguel Ángel del Río y Gustavo Facio Lince se distinguían por el manejo rústico de las líneas; mientras que los estilos más contemporáneos como los de Elkin Obregón y Luis Fernando Vélez Ferrer, más conocido como Velezefe, estimaban el uso de las líneas curvas para ilustrar personajes menos proporcionados pero más animados. Es una lástima que no se cuente con la información suficiente para conocer con exactitud a cada uno de los artistas y las obras que en su momento se publicaron en los espacios publicitarios, informativos y culturales de la región. Lo que sí es cierto es que cada uno de ellos conforma una pieza fundamental en nuestra historia. Durante años fueron representantes y precursores de las expresiones artísticas antioqueñas y hoy son fuente de inspiración para quienes seguimos el camino de la caricatura y la opinión pública. Morales Henao, J. & Posada de Greiff, L. (2015). Panorama de la caricatura en Antioquia en el siglo XX. Medellín: Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.

Elkin Obregón

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


20 Voces

El traductor tose, pero poco Fotografía: Juan Camilo Jaramillo

Conocido como caricaturista y escritor, Elkin Obregón es también traductor: un oficio de amor y de pelea con las palabras que nos permite llegar a grandes autores. Batallas a solas en medio del humo.

Elkin Obregón tardaba alrededor de siete meses traduciendo una novela de 400 páginas.

Juan Manuel Flórez Arias @juanmaexos

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lkin Obregón dibuja círculos con la cuchara sobre la taza de café. –Pensé que íbamos a hablar del oficio de traductor, no de mí. Primer cigarrillo. El pelo es blanco con visos negros tanto en la cabeza como en la barba, las gafas de marco delgado y los ojos grandes y oscuros. Aunque la boca me dice que no hablemos de él, todo a su alrededor en este ático con piso y techo de madera lo desmiente: libros en las estanterías en cada una de las paredes, libros puestos en pila sobre la mesa; lámparas antiguas, retratos, dos gatos; una figura de Charlie Brown, el compañero de Snoopy, metida en un vaso de cristal; ocho títeres que cuelgan del techo frente a un espacio que hace las veces de balcón interno y desde el que se ve el corredor de la casa; una pintura a lápiz que muestra al Elkin Obregón de hace un par de décadas con el pelo completamente negro y con un cigarrillo como el que sostiene ahora; objetos de todo tipo desperdigados de cuyas historias se proclama, sin decir nada, dueño y custodio. Vive en el barrio Prado de Medellín, en una casa que no ha conocido las mudanzas desde que nació en ella hace 74 años; la fachada es amarilla y las puertas verdes. En ellas, garabateados con aerosol, se leen mensajes que se escribirían sobre las paredes de un lugar deshabitado: “Ni peones ni patrones”, “Libertad a presos políticos”. Desde fuera, la casa aparenta tener dos pisos, pero en realidad es una planta alta, como algunas de las viviendas antiguas de Medellín, con un ático al frente. Las ventanas que dan a la calle dejan ver, a pesar del polvo, algunos libros que ahora miro desde adentro de la casa. Sentado frente a mí parece haber abandonado la fragilidad que demostró hace un minuto mientras subía las escaleras de madera, en medio de un temblor que casi me lleva a darle la mano para ayudarlo a subir. No lo hice y ahora lo agradezco. Aún tiembla, pero lo compensa con la firmeza al hablar. Le digo que dialogar sobre su oficio de traductor es, en parte, hablar de su vida y, como para no darle más largas, prosigue: –Yo viví en Brasil un tiempo. Me fui intentando ejercer mi oficio de caricaturista y un día me di cuenta de que podía leer en portugués. Segundo cigarrillo. –Al ser un traductor empírico, ¿pasó por el proceso de ensayo-error? –pregunto, pero no me entiende. Reformulo la pregunta. Duda. Tras una tercera versión responde: –Eso de ensayo-error nunca lo había pensado. Lo que

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te puedo decir es que cada texto tiene sus problemas. La traducción es un juego de equivalencias: entre lo que está escrito y lo que uno dice que está escrito. Comencé a traducir oficialmente una vez regresé a Colombia por la década de los ochenta. Entonces, la editorial Norma tuvo la idea maravillosa de hacer publicaciones literarias. Mi amigo Iván Hernández me ofreció el trabajo y comencé con una obra de Machado de Assis: Misa de gallo y otros cuentos. La editorial Norma tuvo varias colecciones en las que trabajaron durante cerca de veinte años Elkin Obregón y otros traductores nacionales: Cara y cruz y La otra orilla, dedicadas a clásicos y a novedades literarias respectivamente. Había, además, una tercera colección llamada Poesía, para la que Elkin tradujo uno de los libros que más recuerda: Poema sucio de Ferreira Gullar, un poema largo, editado como libro. –Yo logré entrar en contacto con Ferreira Gullar, ya no me acuerdo cómo. En esa época no era pila’o como ahora, no había Internet ni esas cosas –señala un computador viejo a mi derecha–. Pero era un poco aburridor porque los escritores son muy vanidosos y joden mucho. Intercambiábamos mensajes y una vez me pidió que cambiara en un fragmento la palabra gallinazo por buitre. Yo le dije “maestro, me muero de la pena pero lo que usted escribió es gallinazo. Y además usted está hablando de San Luis de Marañón; en América no hay buitres, lo que hay es gallinazos”. Él me dijo: “Traduzca como quiera que el que sabe español es usted”. Tercer cigarrillo. Cuarto cigarrillo. Tos ocasional. Mientras traducía ese libro, Elkin Obregón se encontró con la dificultad de que Gullar combinaba el verso libre y pasajes con métrica y rima. Recuerda una frase que es, según su memoria, de Borges o de Ferreira Gullar: “A veces importa más la música que el sentido”. –Tengo un libro de poemas de Rilke y el traductor lo hizo de forma literal. Tú lees un soneto y no encuentras ninguna métrica y eso no queda sabiendo a nada. No terminé de leerlo. – ¿Cuál es la particularidad de traducir del portugués al español? Quizá modos de ver la vida distintos que se reflejan en la estructura de esa lengua… –No. Es que vos hacés unas preguntas. A vos sería muy difícil traducirte –sostiene el cigarrillo sin encenderlo mientras concluye la idea, como anunciando la pausa que se avecina–. Pues en el portugués hay muchos falsos amigos, palabras que parecen significar tal cosa, pero no es así. Recuerdo que cuando estaba en Brasil un amigo llegó indignadísimo porque leyó en un letrero “obrigado pelo lixo”. Decía: “Estos hijueputas racistas, obligado el pelo liso”. Con seguridad debajo del letrero debía haber una caneca de basura, porque eso quiere decir “Gracias por la basura”. También está el caso de otro amigo que cree que sabe traducir del portugués y al que le leí publicada hace poco la traducción de un poema en el que escribe:

“La embala en el culo”; supongo que intentaba traducir, “O embalou em seu coló”: la acuna en el regazo. Y así y todo, su traducción salió publicada en la revista de una universidad. Quinto cigarrillo. Elkin Obregón no lee los libros antes de traducirlos; lo hace mientras trabaja en ellos para poder sorprenderse con los finales. Tiene la sensación de que muchos grandes escritores no son buenos traductores, porque no cambian de piel, siempre son los mismos. Pero al tiempo tiene la sensación –o cree tenerla, dice– de que para ser traductor se debe ser escritor. –Usted ha hablado de los escritores en tercera persona… –No, yo soy escritor. Y hace un recuento de sus libros: Versos de amor y de los otros, Memorias enanas, Papeles seniles. De este último hay un fragmento en el que, al reflexionar mientras ve a dos ancianas sentadas esperando un bus en Madrid, parece describirse a sí mismo sentado ahora frente a mí: “Imaginé en sus rostros el abandono de la soledad, pero también el consuelo de su compañía y la cercanía de la muerte”. Sexto cigarrillo. Tos profunda. Aunque dice que le ha dado tiempo para hacer de todo, lo que Elkin Obregón es y ha sido es caricaturista. Comenzó de niño como seguidor de las tiras cómicas de Educando a papá, Lorenzo y Pepita, La pequeña Lulú, la cual entiende como una novela de un pueblo pequeño norteamericano. Durante la década de los setenta y ochenta publicó caricaturas en El Colombiano y El Mundo, y luego se dedicó a dibujar por encargo y a realizar la tira cómica El Alienista. Al preguntarle si considera el dibujo como una forma de traducción, vuelve a decirme que soy intraducible, que supone que lo es para los grandes artistas, y se ríe. Su época de traductor terminó, pero no se acuerda cuándo. Norma fue abandonando las publicaciones de literatura paulatinamente. La colección Poesía, sostenida por los editores de Bogotá, fue la primera en cerrar acusada de incumplir una función que nunca había sido destinada a desempeñar: hacer dinero. Séptimo cigarrillo. Parece notar que llevo la cuenta. –Las colecciones de Norma fueron muy bellas, pero se fueron acabando y murieron de muerte natural. Dice muerte natural, aunque sabe que las mataron. La Organización Carvajal prefirió que Norma continuara con su línea tradicional de textos escolares y Elkin Obregón se quedó sin ese empleo, pero sobre todo sin la oportunidad de que le pagaran por hacer una de las cosas que más le gusta. –Y sin puesto en el periódico ni en Norma, ¿de qué vive ahora? –Atraco un banco cada quince días. –Usted fuma mucho. –Me fumo dos cajetillas diarias. Antes fumaba tres. La cosa es que nunca he aspirado hasta los pulmones; si lo hiciera, no estaría aquí hablando con usted. Mi papá sí, a él lo mató el cigarrillo. Tosía todo el tiempo.


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Las palabras del Karen Andrea Parrado Beltrán piedemosca@gmail.com

silencio

U

na mujer de casi un metro sesenta de estatura, tez clara, ojos marrones, cabello cobrizo, recogido y rizado camina a mi lado, sostenida de gancho de mi brazo derecho. Prefiere caminar de ese lado porque así puede ubicarse mejor. Es casi media mañana. La luz verde del semáforo peatonal me hace dar el primer paso hacia la calle, mientras ella avanza tras el sonido de aviso del semáforo. Cruzamos la avenida Oriental en el Centro de Medellín. Luz Mery Restrepo Restrepo es cuentera. Hace quince años descubrió su amor por las historias cuando asistió a una velada de cuentería, y desde hace casi dos años se dedica a contarlas. La primera vez que narró una historia frente a un público sintió terror, aunque lo relata como quien recuerda una broma: “No te imaginás uno cómo tiembla”. Es parte del grupo de cuentería de la Corporación Viva Palabra, su escuela y también el primer lugar a donde salió sola después de quedarse ciega. Luz Mery tiene 42 años y, a causa de una retinitis pigmentosa que le anuló progresivamente la visión, hace seis años que vive el mundo con cuatro sentidos. A los dieciséis una sombra empezó a llevarse paulatinamente su visión mientras ella, tras la cortina de luz que le quedaba, se graduó en la universidad, se casó, tuvo dos hijos e hizo su proceso de rehabilitación en el Hospital San Vicente de Paúl, en Medellín. En la cocina de la casa antigua donde funciona Viva Palabra, prepara un tinto; es diestra y tiene memorizadas las distancias y los pesos en las manos. La luz del recinto es pálida y las calles que nos trajeron hasta aquí han sufrido la misma transición que Luz Mery: del sol radiante a la penumbra. Sus compañeros y amigos le dicen “Mona”, y la mirada de Luz Mery se posa sobre ellos como una mariposa que los hace estremecer: “A mí me parece una mujerzota (…) ¡Huy! Yo cuando la veo por ahí en la calle con su bastón, pasando calles y todo me dan mariposas y cocodrilos en el estómago”, comenta Soledad Acosta, actriz y compañera de cuentería. La luz del espejo “A mí me encanta escuchar historias. Si me cuentan cualquier anécdota, me atrapan ahí mismo”, dice Luz Mery con un gesto de sorpresa en su rostro. Tomó clases de cuentería todos los sábados de los dos años y medio que duró su formación en Viva Palabra. De esos sábados recuerda especialmente uno: el primero. —¿Cómo te llamás? —Luz Mery. —Ah, muy bien. Bienvenida, Luz Mery. ¿Pero tenés algo de luz? —Sí, el nombre. —Al menos tenés buen humor. Porfiria Mosquera fue uno de los primeros personajes a los que dio luz: “Una negrita muy linda, toda contenta, pero muy chismosita”, a quien atormentaba una querella con una comadre muerta que se negaba a cerrar sus ojos sin vida por la falta de perdón entre las dos. La historia le exigió encarnar a Porfiria por dentro y por fuera. “Eso fue muy charro porque yo bien blanca y me pintaron de negro, me pusieron una peluca crespa, falda, blusita. Negra, negra, negra”, relata con naturalidad mientras adopta una modulación de voz ronca y un acento costeño. Otros dos personajes memorables dentro de su repertorio son Amalia y Amelia, las dos ciegas protagonistas de un

de plástico azul nocturno, acoge la voz de Luz Mery que, sentada frente a mí, relata escenas de su propia vida. Me mira con ojos pequeños, como los de las pinturas de Botero: cálidos y brillantes. El tinto es, ahora, un cuncho en el pocillo y, con sus manos libres, Luz Mery dirige sus palabras.

¡Luces, voz, acción! —Buenos días. Mi nombre es Luz Mery. Les voy a contar un cuento en señas —las manos de Luz Mery arrebatan al aire las formas de las letras que componen su nombre: la ele, la u, la zeta… la ye—. Se llama “Para eso son los amigos”, de Valeri Gorbachev. Cuando estudiaba Licenciatura en Educación Especial, en la Universidad de Antioquia, sus manos aprendieron a entregarle voz a sus movimientos. Parada ahora en el escenario del pequeño teatro de Viva Palabra, Luz Mery habla mientras gesticula con sus manos; entonces, dos relatos simultáneos se funden en una sola voz. “Es muy bonito que hasta a los sordos les guste ir a escuchar cuentos”, y señala que para lograrlo tuvo que acudir a la ayuda de su sobrino, que es sordo, para profundizar sus nociones en lengua de señas e interpretar la narración y la intención del cuento. “Hay que aceptar que hay personas que necesitan otros ajustes para que les pueda llegar la información, el disfrute y el agrado”, comenta. En medio de la historia del amigo cerdo y el amigo cabra −los protagonistas del cuento en señas−, Luz Mery conduce los hilos de la narración entre sus manos. El auditorio la acompaña con un par de señas que ella les enseña; al final, estas se apagan en los últimos destellos del relato: “Para eso son los amigos”. Siguen los aplausos. Una vez, cuando contó el mismo cuento con un auditorio lleno de sordos, narró sin sonidos: “Fue muy chévere porque ahí se voltearon los papeles. Los que quedaron sin entender fueron los escuchas, mientras que el público sordo entendió todo el cuento”. Esa experiencia la motivó a seguir narrando el cuento y a Luz Mery ha dado vida a personajes como Amalia y Amelia en el monólogo Espejos. pensar en adaptar otros en lengua de señas: “Es muy difícil llegar a un público sordo sin ser expertos en señas. Pero que al menos uno tenga un cuento, dos cuentos, y que haya una sola persona sorda en medio del público y que lo disfrute, eso ya es ganancia”. Actualmente Luz Mery está vinculada con el Seminario en Animación a la Lectura y Discapacidad que organiza la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, una oportunidad de incluir otras maneras de leer y de relatar, así como de sensibilizar al público oyente sobre la experiencia narrativa de quienes no comparten su capacidad auditiva. En su rocola del recuerdo, Luz Mery escucha desde los éxitos ochenteros de Madonna que dejó en su juventud hasta los discos de salsa romántica de la radio y las canciones de Carlos Vives que escucha ahora en su casa: “Sobre todo las canciones viejitas”, confiesa. En la calle, las personas le ofrecen su ayuda o le ceden el puesto en el bus; ella acepta sus buenos gestos aunque a veces le gustaría pasar desapercibida. monólogo que montó mientras estudiaba en Viva Palabra. El Sonidos e imágenes conviven en un tinto que comnombre del monólogo es Espejos y parece ser el lago en el que partimos en la cocina. Ha pasado un tiempo desde que ella contempla su doble reflejo. “Las dos están en la misma Luz Mery pasó la página de la que sería una nueva hiscondición de ser ciegas, pero no en la misma condición de toria: la suya en la cuentería. Extraña los colores; el azul, enfrentar la vida”, aclara Luz Mery. Por un lado, Amalia es su favorito. Lleva una bamba azul en su cabello recogido la ciega anulada por su condición: “Es boba, tímida, toda y una luz que entra por la claraboya de la cocina le enlinda; a mí me encanta”, confiesa mientras imita la voz del ciende el rostro. Habla de su vida, de su familia, de su personaje. Por otro lado está Amelia, la ciega que ha logrado pasado. Tiene el cabello ruborizado por la luz. Hace una vencer su condición con voluntad y autoestima: “Esa es toda pausa y, entre risas, confiesa: “Yo hablo mucho. Es que coqueta, toda estilizada”. soy cuentera”. Un teatro pequeño, con escalones de tablas viejas y sillas

Narrar historias a ciegas, con palabras o con gestos, dejando atrás la enfermedad, la pérdida y el temor. Es la vida de una mujer que ha ganado, con la palabra, la fuerza para darle luz a su voz y a la de sus personajes.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 Entrevista

Fotografía: Cortesía

Martín Caparrós, entre muertos, amores y balones Además de sus diez novela, sus crónicas, ensayos y reportajes publicados, Caparrós escribe regularmente en un blog llamado Pamplinas.

Reconocido por muchos como el gran cronista latinoamericano, Martín Caparrós escribe y viaja todo el tiempo: novelas, crónicas, libros de viaje y sobre fútbol, hasta panfletos. En esta entrevista nos devela su propio universo. Carolina Enríquez Ruiz carorure@gmail.com

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aría Soledad Rosas viajó a Italia en 1997 gracias a un regalo que le dieron sus padres después de haber concluido sus estudios en hotelería. Al siguiente año, se le encontró colgada en la ducha de una granja italiana. Su muerte, sin causas ni explicaciones, despertó el interés de Martín Caparrós y esa misma historia hizo que, años más tarde, él y yo pudiéramos sentarnos en medio de una mañana bulliciosa a conversar por más de una hora. Caparrós nació un día de 1957 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Ha escrito sobre deportes, política, cultura, incluso de gastronomía; también es novelista. En el 2001, comenzó a sumergirse entre las líneas de Amor y Anarquía, entonces desentrañó los recuerdos y secretos que había de Soledad Rosas, entrevistó a sus padres, a su hermana, a algún exnovio, a sus amigos más cercanos; le dio una vida. Ese fue mi primer encuentro con uno de los cronistas latinoamericanos de culto. Hincha de Boca Juniors, ha ganado el premio Rey de España y la Beca Guggenheim, entre otros reconocimientos. El 16 de febrero de 1974 publicó “Un pie congelado doce años atrás”, su primer artículo en un periódico sobre un pie encontrado en el Aconcagua. Martín siempre está de un lado a otro, viajando, estirando el tiempo que nunca alcanza. Esa mañana, la mañana de nuestro encuentro, llegué puntual a Plaza Mayor, el lugar del evento de premiación de la Fundación de Periodismo Gabriel García Márquez. Fue fácil encontrarlo entre tanta gente. Como siempre, estaba vestido de negro, tan sutil, tan sobrio, tan él. Antes de comenzar, le leí un fragmento de “¿Una entrevista? No, gracias”, un pequeño artículo de Gabriel García Márquez que había conocido días antes y que me había dado la valentía para estar ahí. Entonces, le dije: “Las entrevistas son como el amor: se necesitan por lo menos dos personas para hacerlas, y solo salen bien si esas dos personas se quieren”. Empecemos por mi comienzo que es Amor y Anarquía. Dices que la muerte de Soledad te llevó a buscarle la vida. ¿Cómo es eso? Cuando murió Soledad yo no me enteré porque ese año, en el 98, vivía en Nueva York, estaba de corresponsal de un diario argentino y en esa época no había mucho internet. Al año siguiente, estaba de vuelta en Buenos Aires y un fin de semana, muy raro, tres personas muy distintas me hablaron

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Ahora no hay mucho más espacio en los medios para una buena crónica que hace diez años. Sigue siendo caro, sigue siendo complicado y, sobre todo, los editores siguen pensando que sus lectores son idiotas y que nunca van a leer 20 mil caracteres juntos.

de esa historia. Los tres me hablaron de la muerte de Soledad y, de hecho, lo que apareció en los diarios fue su muerte. Fue a partir de su muerte que decidí tratar de averiguar cómo era la vida que de algún modo la había llevado hasta ese momento. El público, ¿cómo reaccionó con el libro? Es raro, yo digo que es un libro para adolescentes. Me gusta lo que pasa; casi siempre que voy, por ejemplo, a una feria del libro en Argentina hay algún chico que aparece con un ejemplar de Amor y Anarquía un poco gastado, un poco roto. Siempre son chicos de menos de 20 y tantos años. Y me gusta, sigue persistiendo en ese sector, el sector que evidentemente puede identificarse con Soledad. Un editor en Costa Rica acaba de hacer una especie de edición pirata. Un tema recurrente en tus narraciones es la muerte, ¿la buscas de algún modo? La rechazo, todo lo que puedo, y quizás por eso escribo más de lo que quisiera sobre el tema, porque me importa mucho. Más que miedo, me da mucho malhumor que se tenga que acabar algo bueno. El hecho de que se acabe me parece algo muy decisivo y creo que por eso lo pongo en escena con cierta frecuencia, además porque supongo que uno de los ejes de nuestra cultura es todos los malabarismos que inventamos para dejar de lado el hecho de que esto se acaba. ¿Cuál ha sido tu muerte más dolorosa? Nunca me lo habían preguntado así, ni yo me había hecho esa pregunta. Cuando murió mi padre fue un golpe fuerte. Fue hace mucho, en el 86, él estaba mal, así que de algún modo era predecible. Pero sigue siendo el muerto que más presencia tiene en mi vida, quiero decir, sigue apare-

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ciendo de vez en cuando en mis sueños. No sé si en ese momento preciso me produjo un dolor intolerable, pero sí que a lo largo de los años sigue teniendo un peso. ¿Sueñas mucho? No, no sueño mucho. Digo, sueño mucho pero no me acuerdo de lo que sueño. A veces, muy cada tanto, tengo un sueño muy vívido en el que está mi padre y charlamos, conversamos algo. La primera vez me pasó dos años después de que murió mi padre, estaba en un viaje muy raro en autobús por el interior de Brasil. Dormía de noche en el autobús y a la mañana me despertaba en un pueblo, daba una vuelta y tomaba otro bus, iba a otro lado… Una de esas noches en el autobús me encontré a mi padre en una esquina de Madrid, y yo le decía: “Tanto tiempo que no te veía” y él me decía: “Sí, lo que pasa es que me mudé a otro barrio, pero estoy bien, estoy contento”. En España irse a otro barrio es morirse. Quedé por un lado muy aliviado de haberlo visto bien, y al mismo tiempo pensaba que con mucho menos que eso se fundan religiones. ¿Crees en eso? Lamentablemente, no creo en nada de eso. Ojalá pudiera, sería mucho más cómodo. Entonces, ¿después de la muerte, no hay nada? No, se acabó todo. Por eso me da tanta rabia. En muchos lugares eres referenciado como el gran cronista, ¿qué piensas? Yo siempre pensé que era un escritor que hacía novelas o no ficción, o cosas por el estilo, nunca pensé que fuera un cronista.


23 En Por la crónica, uno de tus textos más reconocidos, dices que nuestros periódicos le prestan cada vez menos importancia a las crónicas… Ahora no hay mucho más espacio en los medios para una buena crónica que hace diez años. Sigue siendo caro, sigue siendo complicado y, sobre todo, los editores siguen pensando que sus lectores son idiotas y que nunca van a leer 20 mil caracteres juntos. Una de las definiciones que das de la crónica es que “es un intento fracasado de atrapar el tiempo en el que uno vive”¿Cómo la vas con el tiempo? ¿Te preocupa el tiempo? El tiempo es el camino por el cual uno llega a ese punto nefasto en el que todo se acaba. Siempre me parece que me falta tiempo. Me sorprende mucho la gente que dice que tiene demasiado tiempo, que no sabe qué hacer con él. A mí nunca me sobra, siempre tengo qué hacer. Eso que puede pensarse como una especie de privilegio también es una desdicha porque me pone ansioso. Y los viajes y el tiempo… Lo que yo digo es que viajo porque es la mejor forma de combatir lo fugitivo del tiempo. Cuando uno viaja tiene la sensación de que el tiempo dura muchísimo, es una manera de estirar el tiempo que siempre termina por ser insuficiente. ¿Cómo te llevas con la popularidad? Hay lugares donde soy un poco popular, en Argentina, supongo, pero por malas razones. Salí bastante en televisión. Yo no respeto mucho eso de haber salido en televisión, entonces no me importa, me están reconociendo por algo que no me importa. Ya cada vez me paran menos para decirme: “¿Cuándo vas a volver a la televisión?” y cada vez me dicen más: “Leí tal libro”. Eso me gusta, pese a todo, tener la sensación de que a alguien le importó lo que hiciste, es algo que siempre me sorprende. No me importa particularmente. Desde chico vi gente que se volvía muy loca con eso. Siempre me pareció un poco vulgar que te importara el reconocimiento. En Los Living, tu novela, dices que “el amor es cualquier cosa menos ciego”, ¿qué es cualquier cosa? (Risas). Literalmente, cualquier cosa. Es interesado, desinteresado, generoso, egoísta, amable, cruel y así sucesivamente, menos ciego. El amor es la forma, el momento en el que uno menos ciego está, en que más mira al otro, más intenta entender, apropiarse, unirse con otra persona. ¿Qué haces por amor? Lo que intento hacer por amor es amar, cosa difícil, no me sale tampoco tanto (risas). No sé qué hago; he hecho cosas, me he mudado a otros países; he hecho cosas que podría seguir haciendo. ¿Y no te has arrepentido? No tiene sentido arrepentirse porque es un estado muy pasajero: lo lamento, pero es un estado pasajero. Entonces, cómo me voy a arrepentir de lo que hice cuando estaba en un estado totalmente distinto al que estoy ahora. A veces te sale mejor, a veces te sale peor, pero arrepentirme sería un poco tonto. Traigamos entonces un amor que tenemos en común, el fútbol. ¿Cómo nació ese amor por el fútbol? Nunca me lo habían preguntado. A un chico argentino es muy difícil que no le guste el fútbol, es algo que siempre estuvo ahí. Muchas veces he contado cómo comenzó mi amor por Boca Juniors y lo cuento en el libro Boquita. Tenía unos cinco años, había aprendido a leer y entonces leía todo lo que había por ahí. Estaba en un baño de un hotel en Mar del Plata, y había un diario medio viejo y me puse a leerlo y decía que un equipo que se llamaba Boca Juniors le había ganado a un equipo que se llamaba River Plate. Un partido que después fue muy recordado en la historia de Boca porque el arquero en ese momento, un tipo que se llamaba Antonio Roma, atajó un penal en el último minuto y por ese penal Boca fue campeón. Yo leí eso y dije: “Yo voy a ser de estos que ganaron”. Eso hace 50 y pico de años. Un ídolo, ¿Juan Román Riquelme? Sí, si tuviera que elegir uno solo sería Riquelme. ¿Y Maradona? Durante mucho tiempo respondí que Maradona, lo que pasa es que está tan insoportable, dice tantas estupideces que ha hecho que muchos nos hartemos de él, y nos hartemos incluso retrospectivamente. Que lo respetemos menos como jugador por las estupideces que dice cuando ya no es jugador. De vez en cuando pongo un DVD o busco en internet algunas compilaciones de sus jugadas y es increíble. Ahí me reconcilio. Pero cuando lo escucho decir tonterías me da mucho malhumor. Yo creo que Maradona no se da cuenta de que ya no puede decir lo que quiere; él podía decir cualquier cosa, porque después, el domingo, entraba en la cancha y hacía un montón de cosas que nadie podía hacer; entonces, uno perdonaba lo que decía. En El Hambre haces varias veces esta pregunta, ahora quiero que la respondas. Si se te aparece un mago y tienes que pedirle algo, ¿qué le pedirías? Me la preguntaron varias veces, y no sabía bien qué contestar. Ahora tengo una respuesta que me satisface. Le pediría que no haya más magos, que no se necesiten magos, que renuncien todos y se vayan a trabajar de algo decente porque las situaciones que necesitan magos son las situaciones que no soportamos.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


24 Medios

Los vaivenes del proceso de paz A tres años del inicio de los Diálogos de Paz en La Habana, el proceso de negociación ha sido un camino de encuentros y desencuentros entre el equipo del Gobierno y las Farc. Los medios de comunicación no han estado aislados del proceso y han realizado un cubrimiento, casi diario, de sus avances o retrocesos. Los once militares muertos en el Cauca tras el ataque de las Farc, el secuestro del general Alzate, entre otros acontecimientos, son la evidencia de cómo los medios de comunicación colombianos han pasado de un desbordado optimismo a momentos de escepticismo e, incluso, desesperanza.

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