De la Urbe 59

Page 1

AÑO 12•No.59•MEDELLÍN, JULIO DE 2012•ISSN16572556•FACULTAD DE COMUNICACIONES•UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Instrucciones para un final...


2 Mirada Hacer de la vida una obra de arte, realizar una escultura de sí mismo es la propuesta de Mireille Suzanne Francette Porte, la francesa, la artista, la que se hace llamar Orlan y quien pasó por Medellín.

Exposición de Orlan en el Museo de Antioquia.

Julio C. Londoño A. jcmtv13@gmail.com

“Lo más profundo que hay en el hombre es la piel”. Paul Valéry

E

Y la carne se hizo verbo

l triunfo de la Revolución Cubana, la guerra en Vietnam, los éxodos rurales de los jóvenes inconformes, los beatniks, los hippies, Luther King, Tlatelolco y Mayo del 68, la píldora y las feministas, la cocaína, la marihuana, el LSD, Andy Wharhol, la masa y los medios, la bendita contracultura... Santa Orlan. La década del 60, una época volcánica, en caída libre -y ese es el adjetivo que reclamaba esa generación-, es crucial en la historia del cuerpo. Es el momento de la liberación sexual y, en cierta medida, es el cuerpo de la mujer el que se emancipa de la reproducción, del hogar, del telón de la virginidad, del matrimonio. Aparecen los primeros discursos alternativos que proponen despojar al cuerpo de su carácter obsceno. En este contexto, asoman los trabajos iniciales de Mireille Suzanne Francette Porte, de origen francés y rebautizada con el nombre de Orlan. Con menos de 20, la joven artista exhibió una serie de fotografías y performances llamados Corps Sculptures (1964-1967), en las que el cuerpo fue su objeto escultórico. Alguna vez la artista declararía: “Somos una generación que tomamos la palabra para reivindicar nuestro cuerpo. Nos planteamos si ser o no ser madres. ¡Gracias a la píldora, la píldora! Había una época en que no casarse y no tener hijos era un acto político bastante violento. Siempre lo más difícil de soportar es que una mujer haga lo que quiera con su cuerpo, no lo que se espera que debería hacer. Queremos tener un cuerpo y poder gozar de él más allá de lo que nos enseñan. La idea es salirse del marco, ejercer el libre albedrío para inventarse y realizar una escultura de sí mismo”.

Cuerpos en sedición

El 68 fue un año de giro de tuerca para aflojar una maquinaria que de suerte no había reventado; pero explotó: las protestas contra la invasión a Vietnam, por parte de los Estados Unidos; los movimientos de los derechos civiles de los afroamericanos y de los homosexuales; la Primavera de Praga; la matanza de la plaza de Tlatelolco, diez días antes de que comenzaran los Juegos Olímpicos que ese año tenían por sede a México; y el Mayo Francés, insignia y síntesis de todo el conglomerado de movimientos de la década del 60. Es sintomático que aquellos movimientos del 68 compartan tantas similitudes, en un mundo que carecía de Twitter, Facebook y demás herramientas de comunicación con las que sí contaron la Primavera Árabe, el Occupy movement, los Indignados o los actuales movimientos estudiantiles de Latinoamérica. Los jóvenes alrededor del mundo se tomaron la palabra y las calles para vociferar en contra de los modelos que se les imponían. La doble lectura del Mayo Francés habita, quizás, en esa “efervescencia incontrolable” de la que hablaba Daniel Cohn-Bendit cuando Jean Paul Sartre lo cuestionó sobre cuál era la propuesta política de los jóvenes. Como lo plantea el historiador Jor-

No. 59 Julio de 2012

De la serie African self-hybridizations, 2000 - 2003.


3 ge Márquez Valderrama, profesor asociado del Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional: por un lado, cierta mirada marxista dice “que la decadencia de nuestra sociedad se revela en que hay una gran rebeldía juvenil que no produjo ningún cambio”; pero la segunda lectura que hacen “los estudiosos del arte, de los medios de comunicación y de la historia del cuerpo, indica que realmente no hemos entendido qué sucedió ese Mayo. ¿Por qué había que destronar el poder establecido? ¿Por qué toda revolución tiene que ser eso? ¿Por qué una revolución es acabar con un régimen político? Mayo del 68 atacó los cimientos de la relación del individuo con la sociedad, y esos cimientos eran el cuerpo. Era una revolución de la corporalidad”. Si se acepta la segunda lectura, se puede entender la propuesta de Orlan en ese momento, pues como argumenta el profesor Márquez, el punto crítico que la artista aprovecha es precisamente lo que la antimedicina, la antipsiquiatría norteamericana y los teóricos de después de Mayo del 68 (como Gilles Deleuze, Michel Foucault, David Cooper) están leyendo en aquella época: la hipermedicalización de la sociedad y los cambios que se dieron en términos biopolíticos. “Lo que entra en decadencia es la política del cuerpo y es desde allí donde hay una rebeldía, unas políticas del cuerpo alternativas desde los jóvenes que se resisten a ser como la generación anterior. Lo que Orlan sugiere es un discurso alternativo sobre el cuerpo, un contradiscurso”.

El cuerpo puesto en escena

Una década después, Orlan presentaría Incidental Striptease (1974-1975), en el que apela a la estética barroca caracterizada por su recurrencia a temas religiosos y originada en una época en que el Catolicismo debía reaccionar frente a los cambios de pensamiento que sucedieron durante el Renacimiento. En la performance, Orlan toma la figura de El éxtasis de Santa Teresa, escultura de Bernini, la despoja de su recargado vestuario y la convierte en Eva. Llevar la mueca dolorosa de la delirante Santa Teresa de Ávila, al gesto de placer de la Eva condenada a cargar en sus entrañas el pecado original, es la representación de lo que Orlan plantearía años después en su Manifiesto del Arte Carnal: “¡Aclaremos, el Arte Carnal no es heredero de la tradición cristiana contra la que lucha! Agujerea su negación del ‘cuerpo-placer’ y pone al desnudo sus lugares de derrumbamiento frente a los descubrimientos científicos. El Arte Carnal no es automutilación. El Arte Carnal transforma al cuerpo en lenguaje e invierte el principio cristiano del verbo que se hace carne en beneficio de la carne que se hace verbo. El Arte Carnal juzga anacrónico y ridículo el famoso ‘parirás con dolor’; como Artaud, desea terminar con el juicio de Dios; hoy día tenemos la peridural, y múltiples anestésicos y analgésicos. ¡Viva la morfina! ¡Abajo el dolor! Parir con sufrimiento es ridículo”. Según explica Ángela Chaverra Brand, licenciada en Formación Estética y maestra en Estética, el cuestionamiento que Orlan hace a la mirada tradicional sobre el cuerpo, revela “una necesidad de liberarlo, de nombrarlo, de desexualizarlo y apartarlo de su rol meramente reproductivo. Y junto a Orlan, también mujeres como Marina Abramovic, o en Colombia, María Teresa Hincapié, reclaman su lugar, porque las mujeres, incluso en el arte, no tenían un papel importante. Eran tomadas como modelos para las obras de los artistas plásticos, pero ellas mismas no tenían un protagonismo. Y fue sobre todo en la performance donde se ampararon, porque allí es el lugar del descubrimiento del cuerpo, no el que se idealiza, sino uno que sufre, que sangra, que tiene menstruación, que tiene callos, que está cansado, que le da rabia, que se hastía, el de una mujer guerrera, una mujer política”. En algunos textos, y mediante el análisis a diversas producciones artísticas, Michael Foucault revela un interés por el tema de la representación y la relación palabra-imagen. Elabora, entonces, el concepto de “estética de la existencia”, la conformación del sí mismo como obra de arte: hacer de la vida, arte. Idea que se conecta directamente con la propuesta de Orlan de “realizar un escultura de sí mismo”. Así, la profesora Chaverra agrega que “el cuerpo es estético, el cuerpo no es natural. Por muy naturista que usted sea, el cuerpo siempre será el lugar de la virtualidad, del adorno, de la posibilidad de la transformación. ¿Dónde está ese cuerpo que no es tocado por lo estético, por lo simbólico, por el lenguaje? No existe. Cuando Foucault dice: ‘Hagamos de la vida una obra de arte’ es porque nosotros nos tenemos que pensar en el mundo, no sólo desde lo político o desde lo ético, sino también desde lo estético. Somos seres estéticos. Uno no se come una comida, uno se come un significante. Lo que Orlan pone en evidencia es la posibilidad de que el cuerpo se transforme y forme un signo”.

La puesta en escena del cuerpo lo desvincula de su aparente carácter biológico o natural y lo convierte en el vehículo de representación simbólica y significaciones, que se transforman a través de las épocas y varían según las culturas. Algo parecido al planteamiento del antropólogo y sociólogo francés David Le Breton, quien definía el cuerpo como “una construcción simbólica, no una realidad en sí mismo. De ahí la mirada de representaciones que buscan darle un sentido y su carácter heteróclito, insólito, contradictorio, de una sociedad a otra. El cuerpo parece algo evidente; pero nada es, finalmente, más inaprensible que él. Nunca es un dato indiscutible, sino el efecto de una construcción social y cultural”. En una entrevista realizada por el sociólogo Georges Vigarello al historiador Michel de Certeau, este último comparaba al cuerpo con la lengua “constituida por un sistema más o menos refinado de opciones entre un conjunto innumerable de posibilidades fonéticas, léxicas y sintácticas. Al igual que una lengua, este cuerpo está sometido a una administración social. Obedece a reglas, rituales de interacción y escenificaciones cotidianas. Tiene igualmente sus desbordamientos relativos a estas reglas. Como la lengua, el cuerpo es usado unas veces por los conformistas, otras veces por los poetas”. Y luego apunta que la sociedad “se consagra a codificarlo sin poder conocerlo. Esta lucha nocturna de una sociedad con su cuerpo está hecha de amor y de odio: de amor para ese otro que la sustenta, y de odio represivo para imponer el orden de una identidad”. Y es precisamente en trabajos como Self-hybridizations (1998), en los que Orlan rompe con esa identidad impuesta, con los cánones, con los paradigmas de belleza creados por Occidente, los deforma y reforma y, finalmente, forma mixturas con los de otras sociedades. Para Jorge Márquez, “cuando Orlan llega a la cuestión étnica, lo que ella llama la autohibridación, en realidad está reviviendo una conciencia que apareció en Occidente a finales del siglo XIX. Se dieron cuenta de las modalidades corporales de las otras culturas y, cuando se revelan, la antropología dice: ‘No es una cuestión étnica, nosotros también somos una etnia que interviene de cierta manera el cuerpo’”.

El cuerpo no basta: el cuerpo obsoleto

En 1979, a causa de un embarazo ectópico, Orlan concebiría la serie de obras por las que es más recordada. El día que el feto debía ser removido porque ponía en riesgo la vida de la artista, Orlan convirtió la sala de cirugías en un escenario. Un equipo de grabación filmaría el momento en que el vientre de la artista, sin ser dormida por anestesia general, era cortado y de él extraído el embrión. A partir de ese momento, Orlan utilizaría literalmente su cuerpo como objeto escultórico. En el texto El Hombre Postorgánico, la comunicadora y antropóloga argentina, Paula Sibilia, formula que una de las características que mejor define al hombre, es precisamente su indefinición, la singular plasticidad del ser humano. “Plástico, modelable, inacabado, versátil, el hombre se ha configurado de las maneras más diversas a través de las historias y las geografías. Pero han sido las sociedades basadas en la economía capitalista -desarrolladas en el mundo occidental durante los últimos tres siglos- las que inventaron la gama más amplia de técnicas para modelar cuerpos y subjetividades”. La sociedad de la representación, la misma que utiliza las cirugías plásticas para moldear los cuerpos y acercarlos al paradigma, Orlan la lleva al extremo. Citando nuevamente su Manifiesto del Arte Carnal, elaborado en los primeros años de la década del 90, Orlan asevera: “El Arte Carnal no está contra la cirugía estética, pero sí contra los estándares que ella vehiculiza y que se inscriben particularmente en las carnes femeninas, aunque también en las masculinas”. Ella utiliza ese instrumento con un fin “absolutamente individual, para su proyecto artístico”, explica Jorge Márquez. “A la sociedad que ha convertido lo obsceno en dominante, Orlan la lleva al extremo y la convierte en representación. Occidente puso por delante a la piel y, al vivir en esa superficie, vive en lo más profundo. Es la afirmación de Paul Valéry, la concepción del pliegue de Deleuze. Ya no tenemos metáforas de la profundidad, porque a fuerza de mostrar lo que no debería mostrarse, ya no vivimos en ese asunto de la hermenéutica del XIX de revelar lo que está oculto. En la superficie, todo es mostrable”. Con el Arte Carnal, Orlan ha puesto en frente de quien lo contempla, un espejo que recuerda: el cuerpo es un “material a bricolar”, como dice Le Breton. Un objeto imperfecto, un borrador por corregir, “un objeto a someter, no a vivir como tal con alegría. Si el cuerpo fuera realmente libre, no se hablaría de él”.

De la serie Opera-sugery, 1991.

El Arte Carnal transforma al cuerpo en lenguaje e invierte el principio cristiano del verbo que se hace carne en beneficio de la carne que se hace verbo.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


4 Editorial

De territorios y soberanías A

unque con realidades y proporciones disímiles, la situación de la Universidad tiene puntos en común con la que padecen las comunidades indígenas del Cauca por la confrontación que se libra en sus territorios. La noción de seguridad, que se pone sobre la mesa en ambos escenarios, remite al debate sobre la soberanía y la legitimidad. En medio de la tensión por la intensidad de los enfrentamientos armados de las últimas semanas entre las Farc y las Fuerzas Militares, el llanto de un soldado, expulsado a empujones de un cerro que custodiaba en Toribío, despertó la indignación de un país que parecía enterarse con ese episodio de que el conflicto trasciende las dinámicas de una confrontación que no involucra exclusivamente a los organismos de seguridad del Estado y a una fuerza irregular. La situación del Cauca es apenas la expresión de una realidad que ha estado presente durante años y frente a la que se antepone el discurso de la soberanía y del monopolio de la fuerza. Si es claro que no puede justificarse el uso de la violencia, es necesario reconocer unas condiciones históricas que superan la coyuntura. Además, resulta por lo menos alarmante que una acción apegada a la norma sea tan excepcional y que un país celebre y lleve al grado de heroico el hecho de que su Ejército no haya usado las armas en contra de la población civil. Es claro que quien ejerce el control territorial impone sus condiciones y como consecuencia de la debilidad institucional surge lo que María Teresa Uribe denomina una estrategia de acomodamiento con la que, por obligación o por afinidad, los pobladores de un territorio acatan el orden impuesto. Sin embargo, cuando el control se encuentra en disputa, la población se transforma en un “enemigo potencial de todos los actores armados” mientras tiene lugar una competencia por la soberanía: “En un contexto de guerra irregular todas las soberanías son vulnerables y frágiles (…) Los operadores de violencia, incluido el Estado, presionan las lealtades de los pobladores y exigen una adscripción pública y comprometida con su grupo”.

Opinión

Es así como desde las acciones institucionales, la seguridad como fin supremo en muchos casos no escatima en los medios y se impone la fuerza frente a la imposibilidad de sostener una interlocución entre iguales. La idea de que no pueden existir lugares vedados para el Estado contrasta con el hecho de que en muchas regiones del país la institucionalidad se limita a la presencia militar. Pero el concepto de seguridad también merece una mirada más amplia y que permita la convivencia de diferentes formas de asumirla. La pregunta sobre si la seguridad es una idea estática que sólo es posible con el despliegue de tropas y bajo la premisa de la fuerza, toma relevancia en el contexto de las soberanías enfrentadas. En estas circunstancias las fuerzas en disputa asumen como una afrenta la posición de neutralidad. Si la población civil rechaza la idea de seguridad que promueve el Estado y que es representada por la presencia del Ejército en sus territorios, su acción se asocia de manera automática con los propósitos del enemigo. La pregunta sobre cómo se asume la seguridad y al mismo tiempo el debate sobre la soberanía también cabe en el contexto de la Universidad. ¿Es la Universidad un espacio de soberanías en disputa? ¿Qué significa seguridad para los universitarios? ¿Nos sentimos seguros en la Universidad? ¿Qué costo estamos dispuestos a asumir para sentirnos seguros? En nombre de la soberanía, que adentro se traduce en autonomía universitaria, se rechaza la presencia de los organismos de seguridad del Estado y de las organizaciones al margen de la ley; de agrupaciones criminales que protagonizan acciones ilegales, y de personas que utilizan el campus para actividades que contradicen el sentido de lo universitario. Si entendemos que el campus debe ser un lugar libre y exento de peligros para la comunidad universitaria, debemos reconocer que los nuevos torniquetes poco o nada contribuyen a ese propósito. Desde los detractores de todo dispositivo de control, se insinúa una postura neoludista, que rechaza toda aplicación de la tecnología cuando se percibe una utilización con fines políticos o de control social. Como en los albores de la Revolución Industrial en Inglaterra, los amigos de esta idea atacan las máquinas simbolizando su rechazo, acudiendo a actos que, igualmente, incrementan el clima de lo que para muchos es inseguridad.

A propósito de la problemática de seguridad en la Universidad, De la Urbe puso en marcha un experimento para comprobar qué tan efectivas son en la práctica las medidas que se han implementado durante los últimos meses.

¿Quién representa a quién?

Juan David López Morales juda1026@gmail.com

E

n la Universidad de Antioquia sobran las voces que pontifican sobre la crisis, sobre la pérdida de valores universitarios y sobre el desgaste del papel político del Alma Mater. En ese coro se destaca el estamento administrativo que, generalmente, peca por desconocimiento u omisión deliberada de los conflictos y que esgrime la representación como único estandarte para salvaguardar los principios de la vida política en la comunidad universitaria. La pretensión de representatividad en medio de una pluralidad tan caótica es lo que realmente está desgastado. El Consejo Superior Universitario, máximo órgano de gobierno, está inspirado en la doctrina de la democracia liberal, concebida en un contexto muy distinto y distante del nuestro y difundido en el mundo más por la imposición que por la deliberación, sin que reconocerlo signifique negar el aporte de la cultura europea a la humanidad. Los representantes que acuden a este organismo son lejanos de las necesidades y realidades de la vida universitaria y de nuestra sociedad. Prueba de ello es la silla vacía de los estudiantes. Allí, el estamento estudiantil tendría un voto, frente a tres representantes del aparato estatal: Presidente, Ministerio de Educación Nacional, Gobernador. Esta es una representación desproporcional. Tal lejanía se ve también en la insistencia administrativa de dirimir nuestros conflictos a través de consultas virtuales, de pactos de papel o de “consensos” verticales. Las crisis de representación no son exclusivas de los centros de educación superior. Es una crisis general. Es la decadencia no reconocida de la democracia liberal como forma de viabilizar la vida política en unos estados nacionales que hoy parecen más abstracciones teóricas que concreciones culturales y políticas. Número 59 Julio de 2012

Comité De La Urbe Prensa Heiner Castañeda, Luis Carlos Hincapié, Patricia Nieto, Elvia Acevedo, Ramón Pineda, Raúl Ostorio, Jorge Ignacio Sánchez y Gonzalo Medina Director Sistema Informativo De La Urbe Jorge Ignacio Sánchez Director periódico De La Urbe Ramón Pineda

FACULTAD DE COMUNICACIONES Ciudad Universitaria Calle 67 N° 53-108 Medellín - Colombia

No. 59 Julio de 2012

Coordinación Editorial Álex Esteban Martínez Henao, Juan David Ortiz Franco Redacción Julio César Londoño, Daniel Palacio Tamayo, Álex Esteban Martínez, Estefanía Henao Arboleda, Juan David Ortiz Franco, Esteban Ardila, Daniela Margarita Ramírez, Andrea

Defender la representatividad de los órganos de gobierno universitario sería tan ingenuo como pensar que el Congreso de la República representa los intereses nacionales, o como pensar que la vida política se reduce al acto escueto –casi vulgar- de votar. La democracia representativa termina por despolitizar a las personas, es un sistema estático en un mundo dinámico que tiende a complejizarse. Las universidades públicas se han reconocido por una efervescente actividad política, formativa y organizativa de los distintos estamentos al interior de los claustros, que hoy, en la Universidad de Antioquia, se diluye frente una individualidad alienada del sentido de lo común en construcción. Un problema es que la democracia representativa no represente, otro, que aun cuando lo haga, se vea desbordada por las necesidades de la vida política. ¿Quién representa a quién en Colombia? ¿Quién se siente representado en las figuras del gobierno universitario? ¿Quién puede hablar por alguien en medio de tantas diferencias? Las estructuras son deficientes, y la formación política y los principios propios de lo universitario también se encuentran en declive. De lo contrario, el conflicto serviría como caldo de cultivo de respuestas más cre-activas que la siempre cómoda pasividad y el siempre incómodo choque. Pensar la crisis de lo representativo no es, ni mucho menos, hacer apología a una individualización radical en que cada uno actúe únicamente según sus principios. Es plantearse nuevas formas de vivir juntos, de coexistir y de interactuar, no solo contra lo establecido, sino al margen de ello. Frente a lo plural cada quien se representa a sí mismo, pero sin vida pública en la Universidad es imposible pensar que nuestras subjetividades puedan generar discusión, afinidad o desencuentro, sentidos compartidos sobre lo que aun nos concierne a todos. d Arboleda, Juliana Echavarría Restrepo, Laura Ospina Montoya, Andrés Eduardo Viveros, Oriana Uribe Tamayo, Valeria Fuenmayor, Luis Carlos Padilla, Luis Fernando Arenas, Yessica Petro Escobar, Sara Giraldo, Luis Alberto Cifuentes, Miguel Ángel López, María Clara Cubides, Juan Camilo Castañeda, Jorge Andrés Ruiz, Alejandra Sandoval, Sandra Milena Ramírez, Luis Eduardo Ospina Diseño Julieth Duque Hernández Colaboración Darío Echeverri, Luis Carlos Hincapié, Juan David López, Alfonso Buitrago, Full Revolution Corrección Alba Rocío Rojas Fotografía Julio César Londoño, Daniel Palacio Tamayo, Daniela Margarita Ramírez, Carlos Rodríguez en el libro Fotoreporter, Gabriel Carvajal en el

libro Carvajal, Sophia Dewies, Jorge Andrés Ruiz, Estefanía Henao Arboleda, Sandra Milena Ramírez, Luis Eduardo Ospina. Caricatura Átomo Portada Mariana Arboleda en la puerta de su casa. Fotografía: Estefanía Henao Arboleda, 2012 Sistema Informativo De La Urbe Universidad de Antioquia Bloque 15 Museo universitario Aula taller 001. delaurbe@comunicaciones.udea.net.co Impresión La Patria - Manizales

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Rector Alberto Uribe Correa Decano Facultad de Comunicaciones Jaime Alberto Vélez Jefa Departamento de Comunicación Social Deisy Katherine García Franco Las opiniones expresadas por los autores no comprometen a la Universidad de Antioquia CIRCULACIÓN 10.000 EJEMPLARES


5

¡Llegó carta! Para el Dalai Lama

Por más enternecedores que resulten los garabatos de un niño para cualquier venerable anciano, que un funcionario público destine fondos igualmente públicos para invitar a que se le dibuje a ese octogenario es irresponsable. Por más que ese venerable anciano sea el mismísimo Joseph Ratzinger —o Benedicto XVI según sus súbditos—, al alcalde de Medellín hay que recordarle que Colombia es un estado laico; hay que dejar atrás ese favoritismo por el catolicismo. ¿O es que el alcalde sería capaz de pedirles a los niños de la ciudad exactamente lo mismo para la visita de Anton Lavey, el Dalai Lama o el Patriarca Bartolomé I?

Obsesión heroica

Opinión

El malestar que genera Bienestar Camila Botero Cardozo cboterocardozo@gmail.com Colectivo Desdeel12

Se requiere de valentía para enfrentarse en el monte con otros, exponiendo la vida; saberse posible víctima de las balas, las bombas, los tatucos; caminar con temor de que la muerte pueda estar pendiendo de la próxima rama, debajo de la siguiente piedra, en una distracción de mi lanza… Pero valentía no es heroísmo, como tampoco es heroísmo abstenerse de disparar contra civiles. ¿De cuándo acá que un militar no dispare su fusil es gracia? Ah, sí, ese día, porque al día siguiente un indígena —que no fue alcanzado por las cámaras con encuadres preciosistas— murió a manos de un militar.

Torniquetes

Registradoras de la Universidad de Antioquia, estorbosas máquinas. Poner la billetera, esperar el bip, dip, tic, TIP para poder entrar. “¿Tiene algo para registrar?” preguntan los vigilantes y uno dice que no de puro afán. Al salir el fastidioso: “¿Me colaboran con los bolsitos abiertos?”. Uno rezonga pero abre el bendito bolso. ¿Qué va a ver? ¿La coca del almuerzo?, se piensa en el momento. Pero allí se acaba la novela. Para otros la novela más que rebelión interna se torna en ciencia ficción. Se creen seguidos por las máquinas; la Matrix, el Gran Hermano, los observa. Se ocultan de las máquinas aun cuando entregan su información veraz a bases de datos abiertas para el Estado. Con el estruendo de las papas explosivas vuelan por los aires las simples máquinas a la Universidad: harán de ella un lugar más público. Bum, cataplúm, cabúm, bun.

Un colombiano sin cabeza

A

l parecer había pedido una cita para consulta psicológica unos días antes, se la habían dado para el 23 de julio, buscó además en la oficina de Bienestar de su facultad, ese día era el compensatorio de los encargados de dicha oficina, saludó a las secretarias y fue al bloque 12. Acabó con su vida. En Desdeel12 nos dimos a la tarea de indagar. Más que una historia triste como muchas otras, pudimos esbozar una seria deficiencia en la Universidad. Los funcionarios de Bienestar no son negligentes ni desean que se ande muriendo gente por todas partes sin la debida ayuda. El problema es que no hay con qué. Los recursos son limitados para todo lo que hay que hacer. Una vez más, es un problema estructural, de fondo y no de forma, Bienestar Universitario no tiene cómo responder a las necesidades de la comunidad universitaria si no cuenta con los fondos suficientes. Ejemplo de esto es que haya solamente 12 psicólogos para toda la población universitaria, tienen la responsabilidad de estar en las inducciones de todos los pregrados, en las ferias de Bienestar y en los talleres psicopedagógicos que se realizan dentro de la institución, además de esto deben hacer consulta para los estudiantes vulnerables. 12, tan solo 12 profesionales en Psicología para ayudar a solucionar los problemas de miles. La ley 30 de 1992 que rige la educación superior dice lo siguiente sobre el bienestar universitario: “Cada institución de Educación Superior destinará por lo menos el dos por ciento (2%) de su presupuesto de funcionamiento para atender adecuadamente su propio bienestar universitario”. Probablemente este porcentaje sí se cumpla, pero entonces no está siendo utilizado como es debido. O no alcanza, porque lo que es seguro es que algo pasa, cada vez reducen el presupuesto para el bienestar en las facultades, les dan un dinero anual que es insuficiente para cubrir costos de viajes de los estudiantes, el complemento alimenticio no alcanza ni a las mil personas. ¡En una comunidad de más de 30 mil! Mientras todo esto sucede, la Universidad se jacta de tener un muy buen servicio de bienestar, de cumplir a cabalidad con las leyes de formar integralmente a los miembros de la comunidad. “La Dirección de Bienestar Universitario con miras al mejoramiento continuo, se compromete a ofrecer servicios con calidad y cobertura a la comunidad universitaria, orientados a su formación integral, que le brinden satisfacción y referidos en tres dimensiones: sentido de comunidad, formación ciudadana y calidad de vida”. Ya vimos que lo de cobertura en realidad no es que se cumpla, y lo de la calidad está en duda. Muchos pueden decir que tenemos el mejor Bienestar Universitario del país, aun así, esto no quiere decir que estemos bien, quiere decir que los otros están peor. Sería algo como “mal de muchos, consuelo de tontos”. ¿La solución? Exigencia al Estado para que responda por lo que debe. En una oficina de Bienestar de una facultad nos dijeron que los planes a futuro para prevenir que sucedieran muertes en la Universidad era informar a los estudiantes que pueden ir a las EPS de las que hacen parte a pedir consulta psicológica, pero esto es librarse del papel formador del que tiene obligación la universidad pública. Es entregarle a la empresa privada las funciones de un Estado que no está funcionando; de nuevo sale a relucir el problema estructural, de fondo y no de forma. ¿Y si alguien no tiene EPS? Bueno, pues le daremos la cita para después porque hoy, no hay forma. desdeel12.blogspot.com

Llegado el centenario, hubo que escoger entre Dios y el Diablo. Sábana o tabloide. Uribe y Santos, o en sentido contrario. Gómez y Hernández. ¿Hernández y Gómez? Llegado el centenario se estremeció la costura que une a las dos familias detrás de El Colombiano. Llegado el centenario, sábana, Uribe (¿o Santos?) exigieron exclusivas loas o una nueva devota, pero camándula en mano Ana Mercedes expulsó de sus dominios a la sobrina elegida… y El Colombiano quemó sus santos.

El Sistema Informativo De la Urbe se transforma. Nuestra nueva sede está ubicada en el Aula Taller número 1 del Museo Universitario y en internet la dirección del Sistema ahora es más simple: http://delaurbe.udea.edu.co. Próximamente tendremos nuevos cambios porque nuestra renovación apenas comienza. Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 Reconstrucción En tiempos de la violencia entre liberales y conservadores, Santa Rosas de Osos fue un lugar de confrontación. Desde allí, Miguel Ángel Builes, el Monseñor, se propuso librar las “batallas de la fe” contra los rojos y el “demonio” del comunismo.

Fiesta del corazón de Jesús, 1959. Presidida por monseñor Builes.

Daniel Palacio Tamayo dpalacio367@hotmail.com

La espada de Monseñor

No tiene ideas, pero las defiende con ardor. Clemenceau

P

ermanece parado de perfil en el segundo piso de la Catedral de Santa Rosa de Osos, justo al lado izquierdo del órgano de tubos. Sus manos, con los dedos entrecruzados, van al vientre; no se alcanza a ver en el anular de la mano derecha ese gordo anillo obispal que muchos niños besaron a su paso. Monseñor Miguel Ángel Builes ve desde allí toda su iglesia, como si estuviera en la eucaristía para cerciorarse del estricto cumplimiento de su legado. Ningún feligrés se atreve a mirar a sus espaldas. Al costado derecho del altar, a la altura del ombligo, hay una alcancía metálica en la que se recoge dinero para colaborar con los propósitos de canonizarlo. En Santa Rosa de Osos, Builes es omnipresente: placas con letras en arabescos, bustos en cemento como si fuera prócer, y un Museo en la que fuese su casa, para exhibir sus camas, colchas y trajes inmaculados. Jader Villa es fotógrafo por herencia y pasión. Su casa tiene la mejor fachada de la cuadra. Allí guarda imágenes, audios y videos de la historia de ese municipio con fama de católico hasta los tuétanos. Mientras busca en su computador fotos de Monseñor, rememora esos años de infancia cuando la pasó muy cerca de él. Fue su monaguillo: “Era un hombre muy radical en lo conservador”. Como acólito, siempre estuvo atrás y recuerda su pulcritud al vestir y cada uno de sus pasos afinados. En los actos más solemnes, Monseñor se calzaba zapatos de charol, se colgaba su cruz pectoral y usaba una capa, que si no fuera por el monaguillo que la sostenía, arrastraría unos tres metros. El solideo lo remplazaba en la eucaristía por la mitra y, en los lugares de evangelización, por un sombrero negro de pastoreo. Unos 50 años después de estar al lado de Builes, Jader recuerda bien la voz de Monseñor, “sosa y muy nasal”, grabada en su mente y en unos cuantos casetes que guarda con recelo. No era la mejor voz, pero tenía buen oído: “¡Oiga!, prepare esto y aquello. Dígale a la séptima voz del coro que está desafinada”. Miguel Ángel Builes era aficionado a la música. Ordenó traer de Alemania el órgano que está al lado de su retrato. Quería más solemnidad en las misas.

Desde el púlpito

A pocas cuadras de donde fue su casa está el ancianato del municipio. Allí vive María Virgelina Osorio, quien transita por los 80. Con los ojos aguados, recuerda

No. 59 Julio de 2012

que para Builes ella representaba una doncella: vistió muy tapada, no montó a caballo y se dedicó a sus destinos de mujer, al tiempo que rezaba en tono de canción. Yo te quiero yo te adoro, eres bello, mi Señor, eres lindo, eres amable yo te amo. Te amo tanto, mi tesoro, me he entregado solo a ti. Tú eres mi única esperanza y tu madre para mí. Tú me cuidas, tú me guías con tu madre al caminar, con todos mis trabajos yo te quiero abrazar, yo te tengo encomendada mucha gente, mi Señor, que la Virgen Madre amada les dé su protección, por fin te doy las gracias, muchas gracias, mi Señor, por los padres tan queridos, muchas gracias Señor. Canciones que repetía mientras regaba su jardín de rosas y claveles. La mayoría de conversaciones las sostenían allí. Monseñor Builes también tenía esa costumbre de contemplar las flores de su casa 28-14 en la Calle Real, mientras atendía ilustres visitantes. María Virgelina vestía como una ‘doncella’ porque atendía las recomendaciones que hacía Builes desde el púlpito: que la ropa forrara los atributos de la mujer era un atentado contra la ley natural, una señal de inmundicia. El vestido debía cubrir la ‘virtud’ y “salvar el pudor cubriendo sus vergüenzas ella misma, como lo hizo Dios con Eva”, so pena de ser señaladas por Monseñor como “un perfecto animal hembra (…), así la habremos ganado para magníficas milicias de la causa comunista”. Sin mencionar las palabras con las que se dirigía a los hombres afeminados: “El hombre disfrazado de mujer se afemina y se degrada de aquella superioridad en que el Señor le puso”. Serían, al final, la representación de lo equívoco, de lo “monstruoso”. Ahora, el padre que oficia en la catedral de Santa Rosa de Osos dice en forma de chanza: “Por favor, le descubren el pecho a los bautizados. Mucho cuidado, a los niños; no a las madrinas”. Los asistentes apenas sonríen. En épocas de Builes, hubiera mandado a las madrinas con escote para donde Asmodeo, el demonio de la impureza. Septiembre 29 de 1971. Sobre el nochero se destaca un ramo de rosas rosadas. En la pared, hay un crucifijo. Está en su lecho de muerte, las monjas le rezan. Él sonríe, se levanta un poco, reparte la bendición. Ellas se hincan a los costados de la cama para orar. Builes entrecruza las manos con un escapulario. Vuelve a sonreír. Muere. Cuarenta años después, en el convento de las Siervas de Dios, se conservan las rosas marchitas y, negros por el tiempo, el par de algodones que le metieron en la nariz


7 luego de su muerte. Al lado están los cilicios, esas fajas con púas que impiden una mala postura al sentarse y al tener relaciones sexuales, utilizados como penitencia en épocas de la Inquisición. Lo repitió en muchas ocasiones. Desde el púlpito, tiró puyas a los liberales plagiando la frase de Rafael Núñez: “‘Regeneración o catástrofe’ os diré con voz poderosa, que repercuta en el cielo, en la superficie de la tierra y en los abismos, unión de los católicos o comunismo”. Hasta su muerte, Builes enarboló las banderas conservadoras en la lucha bipartidista. “El comunismo es la gran mentira del mundo”, les insistía a los fieles.

Retrato de monseñor Builes.

Fotografía: Daniel Palacio

ron escabrosos capítulos de violencia y de sangre. Se había ordenado difundir la violencia práctica. Miguel Ángel Builes compaginaba con Laureano Gómez, conservador, porque tenían claro que “también la autoridad civil es de origen divino”. Eran compinches. Y entregados a la religión. Combatientes del ‘pecado’ del liberalismo, estaban haciendo cumplir el mandato divino. “La Iglesia tiene el derecho y la obligación de indicar las normas que deben seguir los fieles en cuanto a la vida social en todos sus aspectos”. Las metáforas atraviesan todo el discurso de Monseñor. Gráfico y directo en su escritura, podía pasar horas enteras sentado en su taburete de madera leyendo, contestando correspondencia o escribiendo una de ‘Regeneración o catástrofe’ sus 63 pastorales, que le sirvieron como tribuna para 29 de septiembre. También es el día del Arcángel echarse a la carga contra los liberales, las mujeres y los San Miguel. Admirado por Builes, por su espíritu comadúlteros. Ocupaba hasta el más mínimo espacio del bativo, siempre quiso ser el Capitán de los Ejércitos del papel para escribir sus mensajes. Si era del caso, contesSeñor. Lo supo el día que estaba en el reclinatorio frentaba en el sobre de la carta. te al Arcángel. Las ventanas se abrieron de repente. Cuando no tenía el tiempo para leer la prensa, BuiLa espada de San Miguel cayó a los pies de Monseñor. les encargaba a alguien que se la leyera. Estaba atento a “Dar las batallas de la fe” fue el mensaje que entendió. los editoriales fogosos que dictaban escenas de la lucha Desde ese momento inició la cruzada: armas, camánduentre godos y liberales. Era la lógica para ilustrar la la, pantano, sangre, La Violencia. encarnación del mal. “La cruzada no era, por tanto, Era clara la indicación en todos los hogares, plazas incompatible con la salvación eterna”, asegura en uno e iglesias, citando al papa Juan XXIII: “No se puede ser de sus ensayos el estudioso de La Violencia, Gonzalo católico y comunista al mismo tiempo, ni dar su nombre Sánchez: “La política, a su vez, no puede ser pensada a la secta, ni dar sus votos a elecciones por candidatos sino como un campo de batalla en el cual la hacienda comunistas”. Él quería estar en todas partes para no deaportaba soldados, el partido respectivo banderas y la jar ni un solo espacio para la masonería, la inmoralidad Iglesia muchas cosas a la vez: un lenguaje y un espíritu o el comunismo. “A mi padre fundador lo han acusado de la cruzada y la demonización del adversario político”. de político, de cualquier cosa; pero, para empezar, ninPor el Decreto 3518 del 9 de noviembre de 1949, se gún ser humano es apolítico”, dice con voz temblorosa declaró turbado el orden público y en Estado de Sitio Juana Bautista, la hermana superior de la comunidad todo el territorio Nacional. El acto legislativo No. 6 de de Hijas de Nuestra Señora de las Misericordias, una 1954 prohibió en Colombia la actividad política del code las tres comunidades fundadas por Monseñor Buimunismo internacional. Aseguraba que dicha actividad les, pues, para ella, no hubo tal confrontación en épocas atentaba contra la tradición, las instituciones cristianas de “La Violencia”. “Los liberales iban a misa cuando y democráticas de la República; y perturbaba la trancaía la tarde para que no les hicieran bronca, mientras quilidad y el sosiego público. que los conservadores iban a mediodía”. Cualquier volante podía ser considerado como inBuiles invitó a la prensa a escuchar las palabras citador a la desobediencia. Un atuendo, como una budel Papa: “Los católicos deben participar en la política fanda roja, podría ser indicio de la orientación política, activa del país”, desde el apoyo en la formación y ejecucomo para la hermana Juana Bautista, lo era asistir a ción de programas para la inspiración cristiana; pues, misa en horas de la noche. No había quién chistara ante estaba convencido de que sus palabras eran más una la rigidez y la fatuidad: “Prohibimos terminantemente defensa de la Iglesia que una intromisión en política. y bajo precepto de obediencia a nuestros fieles el perDebajo de las túnicas, ardía el temor por la expantenecer de hecho, o favorecer de cualquier modo, a la sión del liberalismo. Builes les pidió a sus contrincantes Federación de Trabajadores de Antioquia por ser una alistarse para lo peor y a sus soldados, enfilar para desociedad de tendencias y espíritu gratamente peligroso fenderse de la causa comunista que tomaba fuerza en la para la religión, para la sociedad y para el orden demodécada del 50. Lo dijo así para que no quedaran dudas. crático”. Palabra de Builes, amén. El pueblo obedecía. “Debemos abrirnos en dos campos: las derechas, de un Desde el lado del órgano de tubos, Monseñor sigue lado; las izquierdas, del otro. Así nos podemos enfrenesperando con su capa larga -la misma de los eventos tar sin vacilaciones y a sabiendas de que las derechas especiales-, el avance de su proceso de canonización. Ya defienden los derechos de Dios y del espíritu, al paso no puede gritar desde el púlpito. Ya no puede hablar de que las izquierdas, arrastradas por el materialismo marla moda, la homosexualidad, las mujeres y la política. xista, atacan a Dios. Por eso, es necesario que los cristiaMonseñor no se quedaría callado ante los actos de hoy, nos, pero en especial los militantes católicos, se pongan “sería un Procurador”, dice la hermana Juana Bautista. de pie y combatan hasta la muerte si es necesario, por El proceso de canonizala Madre Iglesia, con las armas ción de Monseñor Miguel que le están permitidas”. Ángel Builes fue declarado Nunca especificó cuáles “Prohibimos terminantemente y bajo causa histórica y está en rearmas estaban permitidas. La precepto de obediencia a nuestros fieles colección de pruebas por parvoz pasó del púlpito al altar, te de la comunidad religiosa al atrio, al parque y, de allí, al el pertenecer de hecho, o favorecer para presentarlo ante el Vacampo. Pero, ¿qué estaría pende cualquier modo, a la Federación ticano. El 29 de septiembre sando Monseñor cuando, con de 2001 se inició su proceso esas armas, en 1951 se comede Trabajadores de Antioquia por ser de Beatificación que marcha tieron 62 asesinatos en Santa “satisfactoriamente”. En la Rosa de Osos? Entre 1949 y una sociedad de tendencias y espíritu 1953, se mataron 26 bandolegratamente peligroso para la religión, para la actualidad, es Siervo de Dios. ros y 54 civiles. Por ahí pasa-

Hermana Juana Bautista y su monseñor.

sociedad y para el orden democrático”.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


8 El recreo

Vuelta olímpica Deporte y política parecieran ser dos temas que no se dan la mano, que cada uno va por su lado; pero a lo largo de su historia, los Juegos Olímpicos han demostrado que ambos están más involucrados de lo que aparentan. A propósito de las justas mundiales que se realizan esta vez en Londres, hacemos este recorrido en llamas por esa relación entre los juegos y el poder de las naciones.

Redacción De La Urbe delau.prensa@gmail.com

Los Ángeles 1984

Y

a habían pasado 37 años del fin de la Segunda Guerra mundial y el comienzo de la Guerra Fría, ocho desde boicot del bloque africano a los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976 y cuatro el boicot estadounidense a los juegos de Moscú en el 80. Las potencias, además de fracturar el planeta, habían roto también con la unión simbolizada en los anillos olímpicos. La mesa estaba servida para otro roce propio de una novela de espionaje. La URSS había asegurado a lo largo de tres años que no pagaría a Estados Unidos con la misma moneda y que sí asistiría a la cita en Los Ángeles. No había ánimo de revancha, decían los voceros soviéticos. Todo cambió el día del arribo de la llama olímpica a Nueva York. Con la invasión estadounidense a la isla de Granada como excusa y la supuesta inseguridad para la comitiva rusa, se hizo el anuncio de que los países firmantes del Pacto de Varsovia, excepto Rumania, no asistirían a Los Ángeles. Corea del Norte, Yemen y Etiopía se unieron a la lista de 14 naciones que rechazaron la invitación del COI. La mano invisible del capital se hizo visible en los olímpicos de Los Ángeles de 1984. Después del fiasco económico de Montreal 76, el alcalde angelino Tom Bradley entregó a Peter Ueberroth, exejecutivo de la todopoderosa Coca Cola, la organización del certamen deportivo. En su momento Uerberroth sostuvo que los juegos se realizarían sin que los californianos tuvieran que pagar un centavo. Y así fue: el capital privado financió totalmente el certamen. Su clave fue invertir poco y recaudar mucho al utilizar algunas de las instalaciones de los olímpicos de 1932, como el Memorial Colisseum, convertir las universidades en villas olímpicas y utilizar el estadio de los Lakers como polideportivo. Uerberroth hizo del viaje de la llama olímpica una máquina de dinero al hacerla recorrer 19.000 kilómetros a lo largo de 40 estados y cobrar 2.000 dólares a quien quisiera llevarla por un kilómetro. Las cuentas le salieron a los organizadores: se trató del primer evento que generó un superávit de cerca de 200 millones de dólares de la época. El éxito fue tal que desde entonces el COI tiene un programa mundial de patrocinio de los olímpicos. Los Ángeles fueron testigos del nacimiento de una estrella. Con 23 años, excesivamente delgado para ser hijo de un exjugador de fútbol americano, falto de una musculatura prominente, Frederik Carlton Lewis o simplemente Carl Lewis corrió como impulsado por el viento. Su destino estaba marcado por la velocidad. Cuenta la leyenda que en su infancia tuvo un encuentro con el mítico Jesse Owens, ganador de cuatro medallas de oro olímpicas. Años más adelante, cuenta la leyenda, en la pista atlética del Memorial Colisseun, Lewis ganó la prueba de los 100 metros con una marca de 9 segundos con 99 centésimas. Pero era sólo el comienzo. Dos días después compitió en salto alto. En su primer intento alcanzó los 8 metros con 30 centímetros. Le bastó para clasificar a la final y ganar el oro, tras sumar 24 centímetros a su marca anterior. Dos días más adelante, con 19 segundos y 80 centésimas se colgó un nuevo oro. En relevos de 4x100 estableció el récord mundial de 37 segundos con 83 centésimas. El joven de Alabama había tocado el cielo. La leyenda había terminado. Un negro ganó en tierra de blancos y grabó su nombre en la historia de las hazañas olímpicas. Álex Martínez

Berlín 1936 Julio de 1936, el mito de Prometeo, el fuego que robó a Hefesto para obsequiarlo a los mortales y que no murieran de frío, atravesó siete países. Un viaje de relevos, 3.422 manos para transportar por primera vez una antorcha encendida desde las ruinas del Templo de Hera, en Olimpia, hasta Berlín. Así inicia Olympia, el documental de la cineasta alemana Leni Riefenstahl, conocida por las producciones cinematográficas de propaganda que hacía del régimen nazi. “Declaro inaugurados los Juegos Olímpicos de Berlín, en celebración de la undécima Olimpiada de la era Moderna”, fueron las primeras palabras que pronunció Adolf Hitler tras la entrada triunfal de los 4.066 deportistas que compitieron en los juegos representando a 49 países, número que no se había alcanzado en las versiones anteriores. El uso de los primeros planos, las tomas del público y las cámaras lentas durante las competencias que predominaron en Olympia, fueron parte de esa nueva forma de hacer documentales. La toma de la sombra del corredor, el contrapicado de los clavados, la exaltación de los cuerpos mientras se esforzaban, las caras de frustración y de victoria acercaban al espectador con el deportista y todo lo que estaba en juego en ese momento sin importar los marcadores, lograron un ritmo narrativo que llamó la atención de especialistas de todo el mundo a pesar de su contenido político; finalmente, ganó varios premios. Éste fue el primer producto documental de larga duración de un evento deportivo de este tipo. Su técnica fue reproducida y su trabajo sirvió luego de inspiración a grandes directores. “Él quería un filme que movilizara, atrajera, impresionara a una audiencia que no estaba necesariamente interesada en la política” (Leni Riefenstahl). Olympia hizo parte de esa estrategia de propaganda del nazismo que pretendía que los visitantes regresaran a sus países con la mejor imagen del régimen. Meses antes de que iniciaran los juegos, Hitler ordenó que desaparecieran las campañas antisemitas que se hacían desde que asumió el poder. Era tan fuerte su deseo de mostrar la cara buena del nazismo que permitió que Helene Mayer, esgrimista de origen judío, compitiera, a pesar estar exiliada en Estados Unidos. Hitler la calificó, tiempo después, como una gran deportista, luego de que portara una esvástica e hiciera el saludo nazi durante la entrega de la medalla de plata que ganó. Tras el partido de fútbol en el que Perú le ganó a Austria 4-2, aún cuando se habían anulado tres goles hechos por Fernández Meyzán, se dice que Hitler presionó para que se anulara el partido para favorecer a su país natal, a pesar del supuesto maltrato al que fueron sometidos los jugadores y los espectadores peruanos. El Comité Olímpico Internacional decidió repetir el juego a puerta cerrada. Perú se retiró como protesta y Austria ganó por W. Argentina, Chile, Uruguay y México apoyaron al equipo peruano en su protesta. Colombia se sumó al descontento y dejó Alemania junto a Perú. Aunque el atleta norteamericano que ganó las pruebas de 100m, 200m, 4x100m y salto largo, Jesse Owen, se convirtió en la estrella de los juegos de Berlín, Alemania fue el país que más medallas de oro se llevó. Esto evitó que el honor nazi, basado en la superioridad de la raza aria, se viera afectado, a pesar de la gran importancia que los medios dieron a su triunfo sobre el favorito de Alemania. El documental y los juegos se despidieron con los descontentos, con el triunfo de Alemania en la tabla de medallería y con el ir y venir de la campana de 14 toneladas que tenía grabada el águila del Partido Nacional Socialista en el centro y los anillos olímpicos justo debajo de las patas. Estefanía Henao Arboleda

No. 59 Julio de 2012


9 Múnich 1972

Beijing 2008

Las cartas estaban sobre la mesa, el deporte y la política se confundían en una sola disputa, los contingentes se formaban para el enfrentamiento entre Oriente y Occidente; dos naciones, dos ejércitos, dos formas de ver el mundo, de organizarlo, de repartirlo. El escenario, Alemania Federal, 1972. Los juegos comenzaron el 27 de agosto, en medio de la Guerra Fría y con un ambiente de confrontación geopolítica por los intereses estratégicos de Estados Unidos y la Unión Soviética. Justamente, los equipos de baloncesto de las dos grandes potencias mundiales de la época se enfrentaron en una de las contiendas deportivas más recordadas de los Juegos Olímpicos de la era Moderna. Finalizando el partido, con dos tiros libres, luego de una falta personal, el equipo de Estados Unidos sobrepasó en el marcador a la URSS que se había mantenido al frente hasta ese momento. El juego se reanudó y en los tres segundos restantes los soviéticos se volcaron en un ataque rápido con el que no lograron anotar. Sin embargo, y mientras los norteamericanos celebraban, la delegación de la URSS reclamó a los jueces porque, según aseguraban sus representantes, su equipo había solicitado un tiempo muerto que no fue concedido antes de las anotaciones de su rival. El reclamo fue atendido gracias a la intermediación de un directivo de la Federación Internacional de Baloncesto y se ordenó repetir los tres segundos finales. En ellos, el jugador Servei Belov recibió el balón bajo el aro, y mientras sonaba la campana que indicaba el final del partido, anotó una canasta que le dio el triunfo al comunismo sobre el capitalismo en lo que parecía un episodio más de la Guerra Fría. Al terminar los juegos, el medallero dejó a la Unión Soviética en el primer lugar y a Estados Unidos, en el segundo; mientras que la República Democrática Alemana superó a Alemania Federal en el tercer y cuarto lugar, respectivamente. El balance era claro, el honor de los juegos de 1972 fue para el bloque oriental. En la madrugada del 5 de septiembre de 1972, ocho integrantes de la organización palestina Septiembre Negro irrumpieron en el lugar de concentración del equipo israelí de lucha en la Villa Olímpica de Múnich. Dos miembros del equipo murieron en el forcejeo inicial del ataque, otros nueve fueron retenidos y más tarde asesinados junto a cinco de los secuestradores durante una fallida operación de rescate protagonizada por las fuerza policiales alemanas. Septiembre Negro exigía la liberación de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y la de otras dos personas retenidas en penitenciarías alemanas. Sin embargo, la negativa del gobierno de Israel a las peticiones de esa organización fue acompañada por la propuesta de enviar a Múnich sus fuerzas especiales con el propósito de planear una operación de rescate. Esa posibilidad fue rechazada por las autoridades alemanas que se consideraban en la capacidad de sortear la situación. Tras la muerte de los 11 integrantes del equipo olímpico de Israel y ante la decisión del Comité Olímpico Internacional de interrumpir los juegos apenas durante 24 horas, bajo el argumento de que suspenderlos de manera definitiva sería claudicar ante las intenciones de los terroristas, Israel decidió retirar a la totalidad de su delegación y en pocas semanas elaboró una lista de miembros de Septiembre Negro y la Organización para la Liberación de Palestina, presuntamente relacionados con la planeación y la ejecución de los ataques de Munich. La operación clandestina, que fue autorizada por la primera ministra, Golda Meir, y ejecutada por el Mossad, tuvo como propósito eliminar en cualquier lugar del mundo a cada uno de los integrantes de esa lista y fue denominada Cólera de Dios. Existen diferentes versiones sobre su duración pero el último asesinato que se relaciona con los responsables de la masacre de Munich ocurrió en París 20 años más tarde, el 8 de junio de 1992. Cuarenta años después de los juegos y de la muerte de los 11 integrantes de la delegación de Israel, la polémica se centra en la negativa del Comité Olímpico Internacional a la solicitud de las autoridades israelíes para que durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 se guarde un minuto de silencio que rinda homenaje a las víctimas de el episodio del cinco de septiembre de 1972.

2 de marzo de 2008, Changing Arena en Shangai, la ciudad más poblada de la República Popular China. La cantante Björk susurra: Tibet, Tibet!, tres veces, y luego se escucha su grito ante el silencio del público: raise your flag (higher, higher!). Años atrás, los censores del régimen habían prohibido a los Rolling Stones interpretar cinco de sus canciones como condición para presentarse en suelo chino, sin embargo, a pesar de que la artista islandesa fuera advertida de que la canción Declare Independence no debía sonar esa noche, lo hizo, convirtiendo su primer concierto en China en el último. Veintitrés días más tarde se encendía en la antigua Olimpia la “nube de la promesa”, como fue bautizada la antorcha de los Juegos Olímpicos Pekín 2008. Pero lejos de ser la nube grabada en la antorcha un símbolo de armonía de la cultura china, se convirtió en un tótem de discordias. El discurso del representante chino de los juegos de ese año, Lui Qi, fue interrumpido por unos minutos por las arengas de una manifestación contra la represión del gobierno chino hacia el Tíbet. Además, las revueltas desatadas en esa región en marzo de 2008, pusieron en vilo la asistencia de algunas naciones a los juegos de aquel año. El entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, declaró la ausencia de Francia, pero la decisión fue reevaluada tras una huelga de consumidores que afectó a la cadena de supermercados Carrefour en China. La organización francesa Reporteros Sin Fronteras aprovechó la ocasión para organizar múltiples protestas en contra de la situación de derechos humanos en la China Popular y la represión en el Tíbet. En 2007 habían redactado un comunicado con nueve demandas en el que exigían, entre otras cosas, la liberación de los periodistas e internautas encarcelados en China por ejercer su derecho a la información, la disolución del Departamento de Publicidad que controla el contenido de la prensa china, eliminar el bloqueo a los sitios informativos de internet y los “11 mandamientos del Net” y la legalización de las asociaciones independientes de periodistas y de las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Hasta ese momento China contaba con cerca de 30 periodistas y 50 ciberdisidentes encarcelados. Luego de visitar el país anfitrión, la “nube de la promesa” emprendió otra fase de su recorrido que la llevaría a tronar por las grandes ciudades del mundo. A su paso por Estambul, Turquía, la tormenta dejó ocho personas detenidas por protestar contra el régimen Popular Chino y por la independencia de Turquestán Oriental, una región que pertenece a la Provincia Autónoma Uygur de Xinjiang, China, poblado mayoritariamente por la etnia Uygur, que proviene de Turquía y de religión musulmana. Días antes de que la “nube” se posara sobre Londres, la policía china había irrumpido en un monasterio del Tíbet, y lo que había comenzado como un registro de rutina, desembocó en una protesta y en un tiroteo que dejó a ocho personas muertas y a diez más desaparecidas. En la versión oficial de Pekín, se agregó un funcionario herido de gravedad. El accidentado recorrido de la llama olímpica por Londres, fue inaugurado por el campeón de remo Steve Redgrave. Las arengas en protesta por lo sucedido en el Tíbet llovieron al paso del nubarrón del fuego olímpico, al punto de que uno de los manifestantes llegara a arrebatar la antorcha que en ese momento cargaba la presentadora de televisión Konnie Huq, y en otro punto de la marcha dos activistas intentaron apagarla con un extintor. La olímpica jornada cerró con un marcador que indicaba la detención de cerca de 35 personas. De allí, la tormenta opacaría al fulgente París. A pesar del despliegue de seguridad que el gobierno francés había ofrecido, la “nube de la promesa” que promulgaba el lema “Un mundo, un sueño”, debió ser transportada en un autobús y apagada por “problemas técnicos”, que podrían traducirse en cientos de manifestantes con pancartas de aros olímpicos convertidos en esposas. Y así prosiguió la nube, dejando centenares de detenidos a su paso por Estados Unidos, Argentina, Omán y la India donde residen gran cantidad de exiliados tibetanos. El 8 de mayo se informó que la antorcha llegó a la cima del Monte Everest por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos. El equipo encargado de llevar la “nube de la promesa” a “la frente del cielo”, como es conocido el pico más alto del mundo en Nepal, estuvo compuesto por 22 tibetanos, 8 chinos de la etnia Han y uno más de la minoría Tujia. Colgada ‘la nube’ en el cielo, quedaba confirmado el afán del gobierno Chino por sentar su hegemonía territorial. La República Popular China había anunciado en julio de aquel año la instalación de más de 200.000 cámaras que velarían por la seguridad de los visitantes, prohibieron los besos por considerarlos una “violación al espacio privado” que debía ser analizada por un centro de mando para establecer el peligro real de cada situación. En su último destino, con los ojos vigilantes y sin el peligro de los besos, la ajada antorcha, nube de discordias, coronaba su gira mundial el 8 de agosto, día en que se inaugurarían los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Polvora, trompetas, se alzaban las banderas (higher, higher!).

Moscú 1980

Juan David Ortiz Franco

El mundo estaba dividido en dos bloques y los Juegos Olímpicos no estaban por fuera de esa tensión internacional. Faltando seis meses para realizarse las justas en Moscú, varios países se negaron a participar en el certamen deportivo, ocasionando lo que para muchos ha sido el mayor boicot a la competición. Las dos potencias mundiales, La Unión Soviética y los Estados Unidos de América, querían realizar las justas deportivas de 1980 en medio del segundo apogeo de la Guerra Fría. Los Ángeles y Moscú eran las ciudades postuladas por ambos países. Finalmente, la capital soviética fue designada para acoger el evento deportivo, a pesar de que el bloque anticomunista había sacado un comunicado rechazando la postulación de esta ciudad porque según ellos en la URSS las libertades eran limitadas. Con la designación, Moscú empezó su preparación para hacer unos buenos Juegos Olímpicos, de ello dependía el cambio en la situación geopolítica del momento. Pero EEUU no se quedaría quieto; tras la intervención soviética en el conflicto interno de Afganistán, el presidente Jimmy Carter afirmó el 3 de enero de 1980, que su país no asistiría a los Juegos de ese año. Carter, que estaba en búsqueda de su reelección, aseguró que a los deportistas estadounidenses que asistieran al evento les sería anulado el pasaporte, e invitó a los países de su bloque aliado para que actuaran de la misma manera. Así procedieron muchos de los países amigos de Estados Unidos, que no asistieron a la competición. En otras naciones hubo tensión entre las instituciones del deporte y

Julio C. Londoño A el gobierno, por ejemplo, en Gran Bretaña, la Asociación Olímpica permitió que sus deportistas tuvieran la libertad de decidir si iban o no a las competencias en contra de lo que opinaba la primera ministra, Margaret Thatcher. Francia, Italia, Holanda, Suiza y otras naciones decidieron acudir pero no participaron de la ceremonia de inauguración. Países como España acudieron al evento deportivo, pero con la bandera del Comité Olímpico de su país y cuando fueron premiados sus deportistas se escuchó el himno olímpico en lugar del de su país. Con 81 delegaciones de los 142 países que conformaban el Comité Olímpico Internacional esta fue una de las versiones con menos países asistentes para dar paso al boicot de las justas de 1984 en Los Ángeles, EEUU.

Esteban Ardila

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


10 En primera persona La narrativa de los escritores del Caribe colombiano tiene un swing, un tono, un color inconfundible. La de Libardo Barros Escorcia no es la excepción. Antropólogo, historiador, doctor en Ciencias Históricas, magíster en Desarrollo Cultural y pedagogo de la lengua, él es ante todo un apasionado contador de historias. Este es un encuentro en primera persona.

El amante del útero

Fotografía: María Margarita Gómez Ozuna

Daniela Margarita Ramírez Ozuna dama0621@gmail.com

B

arranquilla estaba alegre y aún no era época de carnaval. Solo faltaba un mes para que diciembre inundara la ciudad con su bullicio, luces de colores y fiesta permanente. A cada paso, la urbe le hacía alarde a los contrastes y, sobre todo, a “la magia” del Caribe. El taxi iba rápido y el aire acondicionado apaciguaba el calor que, una hora atrás, había anunciado el comienzo de un día con mucho sol. Próximos a llegar a nuestro destino, Libardo Barros Escorcia dijo que Foucault, el filósofo e historiador francés, era gay y, con tono enérgico, criticó a todos aquellos que, según él -contrario al francés- hacían de su homosexualidad un derroche de espectáculo, pues eran incapaces de disfrutar su condición sexual como la de cualquier mortal en la tierra. Su inconformidad fue el resultado de un comentario hecho por un locutor de la radio comercial. El viaje había empezado dos días atrás, en el Golfo de Morrosquillo. Cinco horas de viaje hasta Soledad y media hora en taxi hasta Barranquilla. A las siete de la noche, el automóvil se detuvo frente a una amplia terraza en la que reposaban dos frondosos árboles de mango. Las pocas luces de las casas vecinas permitían ver el estilo colonial de una construcción con la fachada pintada de un amarillo pálido y que segundos después abrió sus numerosas puertas. Cada una de ellas dio entrada a los mundos de Barros. A mano derecha estaba el cuarto de estudio, con un computador de mesa, un abanico y varios estantes llenos de libros organizados irregularmente, sin seguir ningún patrón, ni siquiera el tema. Me invitó a entrar y propuso que descansara del viaje mientras escuchaba una canción. “Estoy seguro que en mi vida hay una Daniela”, dijo. Se refería a la canción de Pedro Guerra que lleva el mismo nombre y que resultó un descubrimiento, como todo lo que vendría a continuación. Una canción más, de Joaquín Sabina.., apartes de una crónica para un periódico local y fotografías de su personaje: un escuálido hombre en cuya piel se reflejaba el paso del tiempo y en sus zapatos, la historia de su vida y su trabajo. Cuando el cronista Alberto Salcedo Ramos, compadre de Barros, me dijo por teléfono que su amigo, y casi un hermano me atrevería a decir yo, sería la persona que me recibiría y guiaría en Barranquilla, solo me sentí agradecida por el favor que muy amablemente me hacía. Supuse que sería un barranquillero conversador, sencillo, extrovertido y con un buen sentido del humor. No me equivoqué. Barros es antropólogo, doctor en Ciencias Históricas, magíster en Desarrollo Cultural y pedagogo de la lengua. Es, además, un contador de historias. Dos de ellas lo hicieron merecedor del Premio de Periodismo Semana 2011 en la categoría de Mejor Reportaje en Prensa Escrita o Internet, con “Odisea de la inundación en Soplaviento” y “El carnaval después de la innovación”. Le encanta leer y enseñar, por eso se las ingenia para inculcar el amor por la lectura a sus alumnos de la Normal Superior La Hacienda y de la Universidad del Norte. En un salón grande y espacioso, conserva los libros y muñecos coloridos con los que motiva a los estudiantes a crear historias. Chimpancés, dragones, y otros animales hacen parte del selecto grupo de personajes que cobran vida en cada taller de redacción. El dragón y yo cruzamos algunas miradas. Lo señalé e inmediatamente supe que era el protagonista de una historia. Al estilo de un recital para niños, tomó un libro de cuentos, lo abrió y, sin ninguna timidez, se asomó un reptil, mientras él seguía narrando. Fue un abrebocas de sus clases. Una mesa con algunas sillas, un televisor de un poco más de 20 pulgadas, un abanico, cuerdas para colgar la ropa limpia, una despensa con algunas botellas de licor nacional y extranjero y algunas medicinas. En el centro, dividiendo la gran sala, el útero. Debajo, un radio de los antiguos cuyas voces servían de canto arrullador para las noches. Desde ahí se podían ver los dos perros de Libardo que, aunque juiciosos, permanecían detrás de la reja que divide el patio de la casa. “Si no te asustan los hombres, te puedes quedar aquí”. Sonrió y me prometió una carne deliciosa. Me contó que aprendió a cocinar gracias a su madre, que tenía un restaurante. “También aprendí a hacer todas las labores de la casa. Ella me decía que me tenía que defender cuando estuviera solo”. Aseguró que en su cuarto había una cama grande con un abanico y que, si aceptaba su oferta, podía hacer uso de ella sin

No. 59 Julio de 2012

ningún problema. Él dormiría en su útero: un amplio chinchorro, de tonos cafés, que estaba guindado de las dos paredes laterales de la sala principal de la casa. Supuse que el nombre surgió de lo acogedora y cómoda que era aquella hamaca. No resultó tan disparatada mi suposición. Según Libardo, todo aquello que es acogedor y amable tiene un poco del anhelado y perdido útero del que procedemos. “Mi útero es más bien un útero psicológico que me he proporcionado a mí mismo para sobrevivir. No creas que es fácil vivir en medio de tanto muerto y tanta joda que hay en este país. Entonces, para no terminar jodido me introduzco en ese útero donde pienso en todas las posibilidades que hay para no terminar desesperado en medio de la desesperanza”. De ese, su útero imaginario, hace parte todo aquello que le encanta y lo hace feliz.

Los años de infancia

Y es que para Barros lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida, lo que aprendimos de niños es lo que verdaderamente hace de nosotros lo que somos. Por eso resalta de su mamá el emprendimiento, la practicidad y el silencio; una mujer de pueblo. De ella, rememora el sentido de la responsabilidad. Su papá, descendiente de indígenas Wayuu. De él recuerda sus facciones un poco rudas pero su trato amoroso. “Tu familia te da la cuota inicial. Jean Paul Sartre decía una cosa muy bacana: un hombre es lo que hace de sí con lo que hicieron de él”. Su escritura está marcada por los años de infancia vividos en Soplaviento-Bolívar. “Yo me metía en el mundo de los pescadores que vivían cerca a mi casa, que hablaban muy bacano. Escuchaba a mi abuela que contaba historias. Recuerdo que un día había una fiesta en la esquina y yo le dije: ‘Abuela, ¿eso ahí qué es?’. Ella me respondió: ‘¡Ay, mijito!, se está casando Atalita’ (además un nombre precioso, Atala). Yo le dije: ‘Abuela, y esa mujé’ tan maluca’. ‘¡Ay, mijo! A ningún chócoro viejo le falta basura’. Mi abuela me contaba historias antes de dormirme. Ella empezaba a inventar. Inventaba tanto que al día siguiente yo le decía que me volviera a contar el mismo cuento y me contaba otra versión. Era una señora que escasamente sabía escribir, seguramente ni terminaría la primaria; pero era un manojo de emociones, de sentires”. De su familia y amigos, aprendió el valor del ser y no del poseer, de la estética y la sensibilidad. Del ser Caribe, los recursos e historias que nutren su escritura. “¿A quién tengo en frente? Al mar, al río, a la gente que pesca, que cuenta historias deliciosas. Para qué cojo para otro lado. Ellos me han inventado a mí y yo los invento a ellos. Ellos me han dado muchas cosas y eso lo proceso y lo convierto, le doy un nivel académico. Lo enaltezco dentro de mis límites. Todo lo que está en mis libros son mis límites”. Y esos límites aparecen en Las huellas orales del tigre, su más reciente libro, producto de la investigación doctoral. En él explora y ahonda en la tradición oral de cinco pueblos del Caribe colombiano a partir de la figura del tigre y concluye, entre otras cosas, que “las imágenes orales del tigre reflejan y denuncian la actual situación social y política del Caribe colombiano, los conflictos más sentidos y la falta de unos mecanismos de poder más justo”. “Estás en tu casa”, me dijo. Al día siguiente preparé el desayuno y en la noche, de regreso del primer día del Congreso, organizado por la Facultad de Comunicación Social Periodismo de la Universidad Autónoma del Caribe, encontré la comida lista. De entrada, Libardo tiene la apariencia de un hombre del Caribe: bermuda caqui, camiseta blanca, chanclas tres puntadas y cabello peinado por la brisa. Es extrovertido. Y tiene también un poco de Cuba, país donde estudió su maestría y su doctorado. El viernes, último día de mi estadía en Barranquilla, nos levantamos temprano: Libardo tenía cita en una universidad de la ciudad donde, como él mismo afirmó, estaban intentando seducirlo para que dictara una cátedra de Antropología del Vestuario; yo debía ir al Hotel Country Internacional, sede del encuentro académico. Tomó su morral negro; yo, mi mochila. Salimos a la esquina y tomamos un taxi. El cielo de Barranquilla estaba completamente azul. El conductor tenía puesta una emisora de música variada; el locutor hablaba y hablaba. Libardo mencionó a Foucault. El taxi se detuvo en la esquina del hotel. Nos despedimos y él siguió su camino. Prometí escribirle y volver porque él mismo afirmó que en mi próxima visita encontraré la casa diferente. Quizás más llena de los encantos de su mente.


11

Ejercicio

Instrucciones para recibir el fin del mundo

¿Y si fuera verdad que el fin del mundo está cerca? ¿Usted qué haría? Seguramente, al amanecer del 22 de diciembre el mundo seguirá igual, vivito y coleando, pero por si las moscas, aquí unas cuantas instrucciones para resignarse a la debacle del planeta Tierra. Darío Echeverri S. echeverri.dario@gmail.com

Métase bajo las cobijas y espere…

C

uando Jean-Claude Marie Vicent de Gournay quiso criticar al gobierno francés del siglo XVIII por su política intervencionista, dijo: Laissez faire et laissez passer, le monde va (de) lui même; «Dejad hacer, dejad pasar, el mundo va por sí mismo». Esa frase fue el empujón inicial para el neoliberalismo que hoy gobierna al mundo, y viene como anillo al dedo para justificar esta nota introductoria para la selección de textos creados por estudiantes del curso de Composición Española de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia en el semestre 2011-2. En un intento democrático, los temas seleccionados partieron de un título muy empleado por autores como Julio Cortázar y de un esfuerzo creativo alrededor de las especulaciones sobre el fin del mundo, elaboradas por esotéricos y explotadas por canales de televisión con base en interpretaciones acomodadas de las profecías de los mayas. Cortázar escribió en Historias de Cronopios y de Famas (1962) apartados con los siguientes títulos: Instrucciones para llorar, Instrucciones para cantar, Instrucciones-Ejemplos sobre la forma de tener miedo, Instrucciones para entender tres pinturas famosas, Instrucciones para matar hormigas en Roma, Instrucciones para subir una escalera, Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, Instrucciones para dar cuerda al reloj, Instrucciones para llorar. El texto incluía La tarea de ablandar el ladrillo, es decir, otro instructivo. De sus manos –mejor-, de su cerebro brotó también el cuento fantástico Instrucciones para John Howell. En el decenio del ochenta, el subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, publicó Instrucciones para cambiar el mundo. En sus escritos, algunos estudiantes nos invitan a dejar hacer, dejar pasar. De igual modo, nos presentan sus composiciones literarias alrededor de elogios y diatribas, dos posiciones muy recurridas en escritos literarios o filosóficos. Recordemos, para justificar, aquel texto de Estanislao Zuleta que comenzó a sonar y hacer efecto en todas las universidades colombianas desde cuando el maestro pronunció su discurso Elogio de la dificultad, al recibir en la Universidad del Valle el doctorado Honoris Causa en Psicología, en 1980. Norberto Bobbio, por su parte, nos legó Elogio de la templanza (1994), y más recientemente, el profesor Julio Cañón publicó Elogio de la fragilidad (2012).

Después de haber cenado con su familia, dese un buen baño con agua tibia, eso le hará descansar un poco. Luego, cepíllese muy bien los dientes; no se sabe en qué momento necesite de ellos, tal vez para sonreír. Diríjase a su cuarto, póngase la piyama, vaya a su cama, tome el libro de su preferencia o, si le parece mejor, vea televisión. Pasado un rato, cuando sienta que ya casi se acerca el fin, no desespere, deje lo que esté haciendo, métase bajo las cobijas y espere que el fin del mundo llegue. Puede repetir estos pasos todas las noches cuando sienta que el mundo se acaba. Andrea Arboleda

Ría, llore y camine Dimensione el significado de la palabra fin. Téngalo claro y haga todo lo que siente que debe hacer antes de que se desencadene el hecho conocido y seguro. Haga una lista de sus pendientes, los obligatorios y los soñados; priorícelos y póngalos en la agenda con el firme propósito de cumplirlos. Ría, llore, camine, duerma, sienta, salte, ruede, investigue, quiera, exprese y comunique como lo haría, sabiendo que lo hará para estar tranquilo el día del fin, sin reproches ni arrepentimientos. Busque con quién quiere pasar el último instante de su vida y dedíqueselo; igual, se van a morir. Juliana Echavarría Restrepo

En cualquier caso, lleve paraguas Lleve siempre paraguas, cualquiera que sea la forma como se acabe el mundo, usted se va a salvar. Lleve paraguas todos los días por si hay erupción de los volcanes más grandes de este planeta. Así evitará que le caigan cenizas y lo ahoguen. Lleve paraguas todos los días por si el sol explota: usted estará seguro bajo la sombra y no se quemará. Lleve paraguas todos los días por si hay una lluvia de meteoritos, para que no se moje con su fuego. Lleve paraguas todos los días por si en el fin del mundo empiezan a caer pájaros muertos, piedras, cenizas, pedazos de cielo, soledades, tinieblas, o la temida culpa. En cualquier caso, lleve paraguas. Laura Ospina Montoya

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


12 Ejercicio Para usted, amigo futbolero Lo que va a leer a continuación es dedicado a usted, amigo futbolero. Si a usted no le gusta el fútbol y cayó en este escrito, tiene dos opciones: no haga caso, busque otro método y muera a su gusto. O léalo por curiosidad porque, con seguridad, algún conocido suyo es amante del deporte rey y le puede transmitir la información. O si definitivamente nos odia a quienes disfrutamos de lo que usted llama “opio del pueblo”, querrá saber si tendremos el fin que le gustaría. Volvamos al tema: seguramente cuando llegue el fin del mundo, usted va a despertar muy alegre, así como lo hace todos los días cuando sabe que irá a ver jugar a su equipo. Los tres días anteriores se habrá informado de todo lo correspondiente a la nómina titular y la de su próximo rival. Es fijo que tuvo discusiones acerca de cómo plantear el partido, cómo enfrentar al contendiente -o lo que llamamos “jugar al técnico”-; en fin, estará preparado para este día. Báñese, es muy importante que lo haga. Esa mañana será muy tranquila. Tendrá una sonrisa que no se la va a quitar nada ni nadie. Póngase la camiseta favorita que tenga del equipo de sus amores, almuerce bien, despídase en su casa (usted ignora que no volverá) y salga para la cancha. Si está en otra parte, gaste sus ahorros, péguese el viaje a la ciudad, recuerde lo que seguramente dijo un día: “Todo por mi equipo”. Esta es la oportunidad para demostrarse a usted mismo que era verdad. Cuando llegue al sector del estadio, verá a mucha gente como usted, feliz, con buenos ánimos, de su mismo color; todo será una fiesta. Al entrar al escenario deportivo, su corazón empezará a latir más rápido. Se sentará en el lugar que acostumbra y el resto será cuestión de esperar que empiece el partido. Saldrá su equipo a la cancha; su corazón volverá a latir desenfrenadamente. El recibimiento por parte de la hinchada será espectacular, sentirá la emoción de los jugadores. Todo será tan maravilloso que el otro equipo quedará anonadado; desde ahí comenzará perdiendo el partido. El árbitro pitará el inicio del juego. Disfrútelo, goce cada filigrana, cada finta, regocíjese con cada atajada de su portero, aplauda cada triangulación de sus jugadores, analice la táctica que muestra su equipo al defenderse de los ataques rivales; admire la velocidad de los contragolpes, festeje la magia que derrocha el jugador más técnico que tiene en sus filas, insulte al integrante que menos le gusta del contrario; desahóguese, está en todo su derecho; libere toda la adrenalina que tiene: es bueno para su salud. Correrá el minuto 80, el partido estará 0-0. El cielo hará un sonido ensordecedor. Las personas que están en la parte alta del estadio se asomarán a la calle y verán cómo la gente afuera corre desesperada. El fin del mundo será una realidad, el suelo empezará a abrirse, seguirá la lluvia de meteoritos, todo parecido a un capítulo de Los Simpsons que usted miró alguna vez. Pero estos eventos, curiosamente, no golpearán el estadio, la naturaleza sabe que el partido aún no acaba. Usted, al igual que todos los asistentes, va a esperar que el juez pite el final porque a su mente vendrá cierta parte del cántico que reza: “…y si muero hoy, el cielo puede esperar…”. El gol llegará en algún momento. Usted está feliz, pues su equipo deja la vida en la cancha por conseguir el triunfo, sin importar lo que ocurre afuera. Si le gusta el buen fútbol (esto es obvio) tanto como a mí, el gol va a llegar después de una secuencia de pases, dos o tres paredes; un caño, seguido de un pase preciso entre líneas a su delantero estrella, aquel que tiene como ídolo, al que ha defendido en varias charlas de fútbol, el que usted cuenta como fijo en la selección de su país; este hombre, que le tiene la garganta gastada de tantos goles que le ha hecho gritar, va a meter el balón… El estadio va a explotar en un solo grito de gol. Su corazón se querrá salir, no creerá tanta felicidad y las lágrimas de alegría bajarán por su rostro. El partido no dará para más y usted sabrá que podrá morir tranquilo, pues su equipo, el que amó toda la vida, le dio la última alegría de su existencia. Andrés Eduardo Viveros

¿Cómo lo prefiere? Así, pues, se avecina el fin del mundo y nos preparamos para recibirlo. El fin del mundo llegará en telegrama, después de consignar una módica suma de fe en la cuenta del Nostradamus de turno. Si lo hace ahora, podrá recibir no uno, sino dos fines del mundo con su respectivo empaque para cargar. Si usted es un amante de lo tradicional, le aconsejamos ríos de llamas y agujeros de tierra que se abren al paso de los desesperados. Un mesías en un caballo blanco le indicará su futuro. Arriba: el azul para los justos; abajo: el rojo para los pecadores; no han de sorprenderlo algunos pecadores “arrepentidos” del lado azul, y unos justos inconformes, del lado rojo. En este punto, sus gritos deberán superar los 60 decibeles y sus lágrimas bien embotelladas le aliviarán la garganta. Con un trapito mojado, podrá desempolvar -en la gaveta de la memoria- los domingos en la iglesia, los rosarios con la abuela y los librillos blancos y azules que obsequiaban las Hermanas en la escuela; todo esto con el fin de que sus plegarias corran como trenes por sus labios, y despeguen de su boca cual aviones de guerra, sembradas de miedo y esperanza. Ahora bien, si usted prefiere finales tipo Hollywood, ha de toparse entonces con una serie de enemigos de la Nación y del orden público que intentan alterar la paz mundial. Estratégicamente ubicados al Oriente y al Sur del mapa, estos enemigos de la patria, ameritan ocupaciones militares y avanzadas políticas, propensas a permitir el control de la zona, y uno que otro saqueo disfrazado de progreso. Le aconsejamos una doble moral intachable. Pero si lo suyo son los finales tranquilos, solo nos queda recomendar una gran montaña, con tibios rayitos de sol -de esos que pican y rebotan al tiempo-, sus mejores momentos amarrados a las entrañas. Lejana, su canción preferida, y cercana, su mujer favorita. Oriana Uribe Tamayo

Un recuerdo formidable En nuestro mundo tan ‘civilizado’ nos toca hacer filas para todo; el día del juicio final no será la excepción. Por ello, te daré algunos tips para que consigas un buen lugar y no llegues tarde al fin del mundo. Recuerda que éste puede dejarte plantado. Además, te diré cómo hacer el camino más ameno y para que ese día sea un recuerdo inolvidable para ti. 1. Deja todo organizado desde el día anterior: las despedidas, la ropa que usarás o todo lo que consideres pertinente para salir de este mundo. 2. Haz una lista de lo más importante de tu existencia: los recuerdos, personas o cosas, para que la leas en el camino y te vayas con esa nostalgia de las películas; además, éste será el entretenimiento perfecto porque el camino es largo. 3. Trata de usar ropa cómoda, nunca se sabe en que qué momento te tocará correr o cuántas horas tendrás que esperar. 4. Elige una canción, para que sea el “soundtrack” de ese último día; le dará dramatismo y color; además, encajará perfecto en ese recuerdo final (No olvides pedir a tu llegada el DVD de tu travesía… Me lo agradecerás). 5. No te preocupes por arreglar las cosas malas que hiciste durante tu vida, el cielo es aburrido; es en el infierno donde gozarás ¡la gente aquí sí que sabe divertirse! 6. Levántate temprano o, si puedes, quédate durmiendo cerca de la entrada, porque esas filas se vuelven interminables; entre más pronto se acabe, mejor. Ser millonario no sirve para conseguir un lugar, aquí los intercambian por tiempo de vida -no entiendo cómo quieren vivir más-. 7. No te tensiones, tu tiempo llegará. Si lo prefieres, lleva toda clase de objetos para entretenerte, así se hará más corto el viaje o, bueno, eso sentirás. 8. Por ningún motivo confíes en religiones o naves extraterrestres que te quieran llevar a otro planeta; allá podría ser peor. 9. Cuídate de los zombis, en estos días están por doquier y necesitarás mucho de tu cerebro en el más allá. 10. No estés triste, éste es un lugar mejor, por eso el afán de algunas personas para llegar primero. Disfruta el viaje, ya que no extrañarás la tierra. Espero que estas notas te sirvan y, si puedes, trae cerveza; se nos está acabando. Valeria Fuenmayor

No. 59 Julio de 2012


13 Enfrenta tu peor temor: el miedo “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá” Job 1:21 ¿Qué será de ti mañana?, me he preguntado. Y he llegado a concluir: de tu decisión dependerá tu final. En medio de los afanes de la vida, los seres humanos buscamos hallar el amor y la felicidad. Algunos en Dios, otros a través del afecto. Hay quienes lo hacen mediante los placeres que ofrece el mundo o, incluso en su trabajo. Sin embargo, la mayoría evade la realidad, olvidando que un día todos partiremos. A continuación, expreso los consejos más importantes que hallé para morir con la conciencia en paz: 1. No mueras solo. Decide reconciliarte con quienes has peleado, siempre que en tus manos esté solucionarlo. 2. Enfrenta tus miedos. Haz aquello que temías hacer, pero recuerda que eres responsable de tus actos, esto con el fin de que no maltrates a nadie en el camino. 3. Atrévete a soñar en grande. Expresa, siente, cree, ríe, llora, canta, besa, abraza, perdona, corre, salta, danza, juega y piensa que los retos están hechos para ser superados. 4. Ayuda a otros a lograr sus sueños. Extiende la mano y no busques nada a cambio. Verás que la vida te sonríe. Recuerda: soñar es creer que puedes lograr lo que otros creyeron imposible. Por cada mil perdedores que dijeron: “¡Esto no es posible!”, hay un ganador que demostró que la victoria está en la fe y en la disciplina, lo que se traduce en amor cuando se hace desinteresadamente. Aquello que las mentes simples no alcanzan a entender, lo que llaman locura, extravagancia y tontería es lo que tú puedes lograr hoy. A Michael Jordan, le dijeron que no servía para el baloncesto, pero no lo creyó. A Walt Disney le increparon que no tenía imaginación, pero se levantó. A Jesús lo tildaron de loco, mas él no replicó. ¡Todos lucharon y con sus logros acallaron las voces contrarias! Si está cercano el día de tu partida, así te quede un día de vida, o 90 años, mata el temor. Aprende a odiar el rencor, a aborrecer la discordia y a derrotar el miedo; no olvides que este último sólo se vence de una manera: enfrentándolo. Nada trajiste a este mundo y nada ‘material’ te llevarás. Regresa desnudo, sin pertenencias; pero no vacío, sino con el alma desbordante de belleza. Luis Carlos Padilla Berrío

Tómalo con calma Nadie puede negar que le causa, aunque sea un poco de temor, todo lo que se habla por estos días de la llegada del fin del mundo. Aunque muchos digan que no creen en eso, que el único que sabe eso es Dios o que esos son puros cuentos; por dentro hay un poco de temor, dudas y preguntas como: ¿sí será verdad? Para evitar o amansar un poco ese miedito, a continuación propondré algunas instrucciones para recibir como se debe el fin del mundo: 1. Reconcíliate con los familiares con quienes tengas problemas en el momento, pues irse disgustado con algún ser querido sería muy doloroso. 2. En caso de que no estés en pleitos con ninguno, hazles sentir que los quieres o los amas, especialmente a tus padres, hermanos, hijos, a tu pareja y a tus grandes amigos, así sean pocos o inclusive uno solo. 3. Comparte mucho con tus seres queridos si no lo hiciste en todo el tiempo que gozaste de la vida que Dios te prestó. Encomiéndate mucho a él y pídele perdón por todos los pecados cometidos. 4. Si ofendiste a alguien y no te has disculpado, hazlo, antes de que sea demasiado tarde. 5. Intenta hacer lo que no pudiste aunque sea tarde y no lo alcances a hacer todo, por lo menos inténtalo. 6. Finalmente, toma todo con calma que no te vas a ir solo: nos vamos todos los habitantes de la Tierra; así podrás recibir el fin del mundo con total paz y tranquilidad. De todas formas, en algún momento nos iba a llegar el día y qué mejor que sea acompañado de todos los humanos o, al menos de tus seres queridos, y no irte solo sabiendo que hubieras dejado a mucha gente triste por tu partida.

¿Rico? o ¿Pobre? Las instrucciones para recibir el fin del mundo serán diferentes para cada persona o, mejor, para cada clase social, pues estoy segura de que hasta el último día de vida de la humanidad va a existir la diferencia de clases; por esto daremos recomendaciones diferentes para ricos y pobres. Para los ricos de todo el mundo, más que instrucciones, serían torturas ya que sólo tienen dos opciones: 1. Despilfarrar en un año todo lo que han conseguido o robado y, sobre todo, lo que se han esforzado por conservar, eso por lo que toda la humanidad daría hasta la vida: el dinero. 2. Hacer lo que siempre han hecho, ser tacaños o como ellos lo llaman: “ahorrar”. Para las personas humildes o pobres, hay dos opciones: 1. Si es una persona pobre de las que vemos normalmente, que lo poco que tienen o consiguen lo usan para pagar deudas, porque lo único que hacen es meterse en apuros; entonces, se endeudarán más ya que no tendrán que pagarlas y terminarán muertas antes de tiempo o felices porque gozaron gratis. 2. El pobre que es trabajador y honrado, y lo único que hace es ahorrar para la comida o la educación de sus ocho hijos, no tendrá de qué preocuparse; podrá gastar ese poco dinero dándose gustos que no se había dado en toda su vida. En fin, tal vez los que menos tenemos sufriremos menos, como dice el refrán: “El que ríe de último, ríe mejor”. Yessica Petro Escobar

Luis Fernando Arenas Ospina

Regale paraguas, disfrácese y rece A continuación, se describe cronológicamente los pasos que se deben seguir para recibir con altura el 21 de diciembre del 2012. Primero, se recomienda haber consumido considerable cantidad de alcohol en la Navidad pasada, pues fue su último 24 y 31 en este mundo. En mayo, celebre como nunca antes el Día de la Madre. Se recomienda dar un regalo caro y ostentoso para no quedar con la imagen de hijo tacaño y miserable (esta misma recomendación se debe tener en cuenta para el Día del Padre). En septiembre, celebre el Día del Amor y la Amistad como los otros años. Esto le ayudará a mantener su mente distraída del apocalíptico fin. En octubre, sería de gran ayuda que se disfrace, preferiblemente de muerte, de ángel, de diablo, de Jesús o de cualquier personaje alusivo al cielo o al infierno, con el fin de irse familiarizando con las posibles imágenes que le esperan. En noviembre, récele a las Ánimas del Purgatorio. Ésta será su última oportunidad para tener un cupo arriba. Por último, en los 20 días de diciembre, consuma abundante cantidad de natilla, buñuelos y chicharrón; esto le dará suficiente energía para asumir el fin del mundo. (El Día de los Aguinaldos se recomienda regalar paraguas, antídotos anti zombis y oraciones). Para mayor información, comuníquese con la línea de atención: 01666666. Nota: Abrimos a partir del 24 de diciembre del año en curso. Sara Giraldo Maestre

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


14 Ejercicio El fantasma de la poesía descansaba De la ventana emanaba el eterno éter inspirador de putas y ladrones, el incorpóreo aroma del tabaco se mezclaba con el perfume de las flores que observaban la última puesta de sol. Ratas y palomas apareándose en un intento desesperado de supervivencia; entonces, todo era más extraño que de costumbre. El final se acercaba. La luna, como nunca lo volvería a hacer, contemplaba su figura en el mar. El cuervo por fin se marchaba del dintel. La temporada en el infierno estaba por terminar. Las flores del mal se marchitaban. La última inocencia estaba perdida. El fantasma de la poesía descansaba y, entre tanto, en una rústica habitación, un ser sin rostro apuraba su colilla, intentando comprender la forma más adecuada para recibir el fin del mundo. El cigarrillo se consumía y con éste todo el mundo se iba convirtiendo en ceniza. ¿Qué hacer esa última noche? Simplemente contemplar cómo todo se transforma en recuerdo, o tomar un último café y leer un último libro. Adentrarse en el mar y aparearse con la parca. Besar por última vez. Procrear al último ser humano. ¡Hay tanto por hacer y tan poco tiempo! La luna reflejaba en la pared la imagen de la máquina de coser y el paraguas que se encontraban sobre la mesa de cirugías. Nunca supo entender la belleza de este encuentro fortuito, pero ya era tarde para desentrañar ese formidable acertijo. Entonces encendió una velita, regó las matas, se prometió nunca más volver a tomar, fue al baño: orinó, defecó; se miró la cara destruida en el espejo, recordó esos días que olían a diesel con durazno, cuando el vino tenía alma. Planeó su viaje a ninguna parte, caminó y se desinfectó la cabeza. Le fluían poemas extensos, aburridos y sin gracia, pero ya qué, si todo estaba por terminar. Las ansias por ser tan diáfano como el humo lo consumían. Quería ser parte del aire, abono para las plantas, alimento para los peces, pero jamás comida de gusanos. Dos décadas, cuatro lustros, eran demasiado para esos animalitos rastreros. Ya siendo la hora, quiso esperar esplendoroso a la pomposa muerte: bañó su cuerpo en combustible, metió maderos a una improvisada chimenea y con un fósforo, le dio rienda suelta al fin del mundo. Había llegado por azar a éste, y no quería irse de la misma forma. Luis Alberto Cifuentes Jojoa

Los zombis no son criaturas amigables Ante todo, debe saber que no se ha determinado cuándo será el fin del mundo y que es de suma importancia seguir estas instrucciones. El fin del mundo puede resultar en su muerte; entonces, lo primero es estar vivo. ¿Está usted vivo? Siga leyendo. ¿No? No se preocupe, nada le va a pasar. Tenga en cuenta que el final del mundo se manifiesta de distintas maneras. A continuación, le enseñaré a combatir la más terrorífica de todas: la epidemia zombi. Para empezar es primordial que sepa distinguirlos. En la Antigüedad, se creía que estas criaturas tenían un color verde limón con visos amarillos. Científicos japoneses han desmentido este mito. Generalmente, se les reconoce por su falta de miembros, manchas de sangre, caminar torpe y lenguaje incomprensible (no confundir con adolescentes ebrios). A diferencia de creencias populares, estas criaturas no quieren devorar su cerebro. Aceptémoslo, esto terminaría más rápido con los zombis que con la especie humana. Con un pequeño mordisco a su brazo o una lamida de oído, quedarán satisfechos. Por eso, recomiendo usar muchas capas de ropa que, además de proteger su piel, le ayudarán a no usar lo mismo todos los días cuando la civilización sea destruida. El hecho de que se acabe el mundo no es excusa para verse mal. Es importante tener un arma. Los zombis no son criaturas amigables. Sin importar quién haya sido en su vida, lo van a querer devorar. Muchos prefieren armas de largo alcance como pistolas, bazucas, arcos y flechas o catapultas. Personalmente, recomiendo usar un bate o cualquier garrote que esté al alcance. Esto le ayudará no solo a destruir al enemigo, sino también a divertirse mientras lo hace. Luego de estar bien vestido y armado, hay que recolectar comida, y mucha. Empresas norteamericanas promueven el consumo de enlatados o hamburguesas de McDonald’s. Se conoce que en países del Medio Oriente están chequeando la carne de zombi para saber sus características alimenticias, ya que se presume una baja en la agricultura si la epidemia llega a suceder. Finalmente, debe conseguir un vehículo (muchas personas presentan calambres luego de correr durante cinco días consecutivos), éste también le puede servir como arma. Pero tenga en cuenta que atropellar zombis sólo es legal en ciertas ciudades europeas, pues algunos activistas aseguran que siguen siendo seres humanos. Sobre todo, recuerde que usted puede volverse zombi. Sencillamente, evite cualquier contacto con los infectados. El condón o el tapabocas de forma vertical no ayudarán. Al seguir estas instrucciones, podrá sobrevivir al fin del mundo. Y no olvide que el próximo zombi puede ser su hijo.

¡Hasta luego! O… eso creo

Miguel Ángel López López

El tutorial que está a punto de leer consta de dos consejos prácticos para que la llegada del fin del mundo no lo tome por sorpresa y pueda afrontarla con mayor facilidad: 1. Desde ahora, comience a romper todos los vínculos amorosos: familiares y de amistad, de tal manera que al llegar la fatídica fecha no tenga que preocuparse por la salud o el paradero de los suyos, sino solamente de las últimas cosas que desee realizar. 2. (abstenerse de leer este punto si se es sensible o ateo). Decida el destino de su preferencia (cielo o infierno) y comience a realizar acciones que lo lleven a él para que ese día se evite largas filas y obtenga un lugar de preferencia al lado de “los duros”. Ahora se le darán instrucciones para alargar el tiempo de vida en caso de que alguna de las siguientes situaciones sea la causa del fin del mundo: • Meteorito: al despertar, salga y mire el cielo de ese día. Si observa una bola de fuego acercándose velozmente, use ropa ligera y luego empaque en una mochila implementos de invierno. Aliméntese bien, salga a recorrer un lugar que le agrade; si no muere por el impacto, abríguese todo lo que pueda y esté listo para congelarse. • Invasión extraterrestre: si al salir de su casa nota a todos sus vecinos actuando raro, vuelva a encerrarse. Mire por la ventana y si ve una serie de naves espaciales de todos los tamaños, tome su arma favorita y salga a asesinar a todo el que encuentre (para esto se recomienda haber practicado el primer consejo). • Una bola de fuego solar: si esta es la situación, el calor insoportable le hará levantarse desesperado. Así que quítese la ropa, salga a correr para sentir el aire fresco en su cuerpo, busque la última gota de agua, siéntese en el prado y -si puede- péguese un tiro, pues dicen que morir quemado duele. • La maldad humana: para este caso no es necesaria mucha preparación. Ya estamos acostumbrados desde siglos anteriores. Nota: Olvide todo lo anterior. El fin del mundo todavía está lejos. Así que sólo dedíquese a vivir porque cuando ese día llegue, su vida podría terminar. ¡Hasta luego! O… eso creo. Maria Clara Cubides González Las imagenes son fragmentos de las obras El paraíso y El Infierno de El Boscoa

No. 59 Julio de 2012


Reconstrucción

Fotografía: Carlos Rodriguez fotoreporter Inauguración del estadio el 19 de marzo de 1953.

Un estadio, dos amores Su romance comenzó en el Atanasio, en un partido del Nacional con Santa Fe. Él es conservador, hincha del Medellín. Ella es liberal, hincha del ‘verde’. Sus diferencias no fueron excusa para enamorarse, casarse y tener hijos. Una historia de amor unida por un estadio. Juan Camilo Castañeda Arboleda camilo-05965@hotmail.com

L

a relación entre Luz Miryam Heredia y el fútbol empezó a muy temprana edad. El papá, un moreno con cuerpo atlético, jugaba, y según ella, muy bien. Él la llevaba todos los domingos a un potrero, en la parte alta de Manrique, que servía de improvisada cancha. “Recuerdo que mi papá cogía un pedazo de balón que tenía, cargaba a Dubelia, me cogía de la mano y arrancábamos loma arriba para llegar a la supuesta cancha”. Ese potrero, en el que jugaban, es en la actualidad el Parque Gaitán. La primera vez que Luz Miryam Heredia fue al Estadio Atanasio Girardot fue en abril de 1954, cuando tenía doce años. Recuerda que era un partido del Independiente Medellín del cual era hincha su padre y, posteriormente, su hermana Dubelia, con quienes presenció el partido. “Si mal no recuerdo, el partido fue contra América y Medellín lo goleó; pero a mi ese equipo no me gustaba”. Para ese entonces, el Estadio Atanasio Girardot era una de las construcciones más importantes de la ciudad. Se había inaugurado el 19 de marzo de 1953 con un cuadrangular que jugaron Atlético Nacional, de Medellín; Fluminense, de Brasil; Deportivo Cali, de Colombia; y Alianza Lima, de Perú. El primer partido profesional fue el de Nacional contra Alianza Lima que quedó empatado a dos goles. Para la historia quedó el gol de Jaime ‘El Manco’ Gutiérrez que fue el primer gol profesional anotado allí. El partido de fondo entre Cali y Fluminense quedó empatado a un gol. La construcción del estadio se inició en 1947 cuando el entonces alcalde Eduardo Fernández Botero, simbólicamente, puso la primera piedra. Pero las obras en sí comenzaron dos años después cuando el Concejo aprobó comprar el lote que era rodeado por las calles Colombia y Pichincha. En el proceso de construcción hubo muchos problemas porque se cambiaba de administración municipal constantemente. Entre 1947 y 1953 hubo entre 10 y 15 alcaldes. Pero, finalmente, después de tanto traspié, Roberto Ocampo Álvarez fue el alcalde que tuvo la fortuna de cortar la cinta en la inauguración. Para la construcción del escenario deportivo, se utilizaron 27.500 bultos de cemento y 580 toneladas de hierro. La programación inició a las nueve de la mañana con una misa que dio el entonces obispo auxiliar de Medellín, Monseñor Buenaventura Jáuregui. Luego, se realizó un campeonato de atletismo en la pista del estadio que era la primera en polvo de ladrillo del país. Posteriormente, se realizó un partido entre la Selección Antioquia de fútbol contra las inferiores del América de Cali. En las 16 entradas habilitadas para el ingreso de personas, hubo un fuerte dispositivo de seguridad, pues, para evitar incidentes, se prohibió el ingreso y la venta de licor. En total, ingresaron 31.900 personas. Luego del partido al que fue con su papá y su hermana, Luz Miryam regresó al Estadio con un tío pero para ver a Atlético Nacional, también contra América de

15

Cali. “Recuerdo mucho un jugador argentino que se llamaba Carlos Alberto Gambina, en ese partido hizo tres goles y en otro partido hizo ocho”. Ese jugador y el Este país estaba y título alcanzado por Nacional en ese 1954 la hicieron está vuelto mierda: hincha del ‘verde’. A principios de febrero de 1958, Miryam entró a mataban porque trabajar en la panadería El Dorado que quedaba por sí y porque no. En el barrio Niquitao. Allá conoció a Gilberto Arboleda, quien se convirtió en su esposo. Comenta ella que “él Manrique, que era un fue la primera persona que me habló. Era un monito, barrio de tradición bajito, de ojos verdes, al que le gustaba hacer chistes. Me cayó muy bien, pero no pensé que fuera a ser mi liberal, cada rato esposo”. se hablaba de un “Una fecha que recuerdo mucho es un partido contra Santa Fe en 1958. Ellos eran los líderes del godo muerto o de campeonato y pues si Nacional ganaba se les acercaba liberal desaparecido. mucho, pero quedaron empatados a dos goles”. Para ese tiempo, el equipo ‘verde’ era llamado, por lo jugaMenos mal en fútbol dores, Independiente Nacional, pues había una espeesos colores no cie de acuerdo entre los equipos que consistía que el entonces desaparecido Independiente Medellín cedía existían y nosotros algunos deportistas a Nacional para darle un poco de estabilidad al conjunto ‘verde’. Pero ese nombre nunca íbamos a divertirnos. se aceptó públicamente. El partido del que habla Miryam, se jugó el 17 de agosto de 1958. Ella asegura que antes del partido había mucha expectativa, pues Santa Fe era, en ese año, el equipo al que todos le querían ganar. “Como 15 días antes del partido le había comentado a Gilberto que fuéramos y él se animó porque habían muchos jugadores que eran del Medellín. Pero el problema era que los dos trabajamos el domingo”.

Recuerdos desde la tribuna

Se llegó el día del partido y, como todos los días, llegué al trabajo a las siete de la mañana. Me puse el delantal, el gorro y empecé a preparar la masa del pan. En esas entró Gilberto y me dijo: “Miryam, pedí permiso por los dos para ir al partido y el jefe nos dejó”. Yo al principio no le creía porque él era muy cansón, pero cuando llegó don Jaime le pregunté y me dijo que sí. A mí se me encharcaron los ojos. Me preocupaba la boleta para entrar, la plata la tenía, pero con la expectativa que había no estaba segura de conseguir una entrada a esas alturas. Hablé con Gilberto y me dijo que no me preocupara, que él tenía todo listo. Cogió el maletín, sacó un cuaderno y del cuaderno, dos boletas. Me emocioné tanto que le di un beso en el cachete. Un par de años después, cuando ya estábamos casados, Gilberto me confesó que lo planeó todo y que todo eso fue una estrategia de conquista. Trabajamos hasta las 12 del mediodía. Bajamos hasta la Plaza Cisneros a coger un bus escalera que nos llevara al Estadio. Había mucha gente, pero finalmente logramos montarnos en uno. La vía hasta el Estadio era terrible, estaba en muy mal estado, pero finalmente llegamos como a las 12 y media. Mientras hacíamos la fila para entrar, hablé un largo rato con Gilberto. Me contó que había nacido en 1941 en el Guaico, un corregimiento de La Ceja. Llegó a Medellín en 1950, les tocó venirse porque un grupo de liberales que subieron de Rionegro, amenazó al papá de Gilberto con asesinarlo por ser conservador. Yo era de familia liberal y, en ese momento, me dio una vergüenza y una ira que aún hoy me sudan las manos. Este país estaba y está vuelto mierda: mataban porque sí y porque no. En Manrique, que era un barrio de tradición liberal, cada rato se hablaba de un godo muerto o de liberal desaparecido. Menos mal en fútbol esos colores no existían y nosotros íbamos a divertirnos. Cuando eso la gente sí era decente; no como hoy en día que van es un poco de gamines a gritar pendejadas y a pelear con otros hinchas o con la Policía. Gilberto es hincha del Medellín que, hasta 1947, fue el único equipo profesional de la ciudad. Lo bueno es que él no era como Dubelia. Era muy respetuoso en la victoria y las derrotas las aceptaba dignamente. Así era en temas políticos: él nunca peleó conmigo por un tema conservador. De hecho, en unas elecciones yo no quise montarme en un bus conservador y él, sin ningún problema, se fue conmigo en un bus liberal hasta el puesto de votación. El día del partido, él estaba contento, pero en el fondo sentía tristeza porque el Medellín no existía, había sido liquidado por problemas económicos. A mí me daba como pesar, pero mi Nacional sí estaba y yo tenía que disfrutarlo. El Medellín reapareció en 1959. Y qué pesar porque en ese torneo les ganamos un partido 7 a 2. El partido empezó y toda mi atención se concentró en el balón. Muy rápido un jugador de Nacional que se llamaba Delio ‘Maravilla’ Gamboa anotó el primer gol. Pero para nada sirvió porque después José Vicente Grecco nos hizo dos goles. Por fortuna, ‘Maravilla’ Gamboa empató justo antes de acabarse el partido. Todo lo que pasó ese día lo recuerdo muy bien porque, después del partido, Gilberto me empezó calentar el oído. Me decía que yo era una mujer físicamente muy bonita, que era trabajadora, inteligente. Y, como tuvo ese detalle tan bonito de llevarme al Estadio, le empecé a parar bolas. Salimos del Estadio y nos fuimos para uno de esos bares de tangos de Guayaquil a escuchar tangos y a tomar aguardiente. Yo pensaba en la pela que me iba a dar mi mamá, pero al final ella no dijo nada. Las siguientes salidas con Gilberto fueron de nuevo al Atanasio. Él y yo vimos en el Estadio los partidos finales del Medellín de 1955 y de 1957; y, también, los del Nacional en 1973, 1976, 1981 y 1991. En todas las finales, los equipos paisas salieron campeones. También viajamos a Manizales, Armenia, Pereira, Cali, Ibagué a ver jugar a Medellín o Nacional. Sin duda, el viaje que más recuerdo es el del 31 de mayo de 1989 a Bogotá, la final de la Copa Libertadores que ganó Nacional. Por eso digo que el fútbol llenó de capítulos mi vida, algunos muy felices, otros no tanto. En 1995, Nacional llegó de nuevo a la final de la Copa Libertadores. Esta vez el partido sí se pudo hacer en el Atanasio, con la esperanza de que el ‘verde’ remontara un resultado de 3 a 1. Llegué al Estadio acompañada de mi hijo menor y mis dos hijas; desafortunadamente el partido quedó empatado. Lloré como nunca. A finales de los 90, se estaban creando las barras bravas, esa gente que va al Estadio a todo, menos a ver fútbol. En 1999, Nacional le ganó a América una final, salimos felices del Atanasio. Nos dirigíamos al Metro cuando escuchamos explosiones. En una de esas, un policía nos dijo que nos devolviéramos. Sin preguntar por qué, eso hicimos y, en vez de Metro, cogimos taxi y a celebrar en la casa. Al otro día, lo primero que salió en las noticias fueron los vagones del Metro rayados y con los vidrios rotos: los habían dañado los furiosos hinchas del equipo caleño. Desde ese día no voy al Estadio.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


Fotografía Sophia Dewies.

16 Recorrido

Viajar de couch en couch Un miércoles emprendimos el viaje desde las montañas de Medellín hasta las playas de Máncora, al norte de Perú. Llevamos poco dinero, pero teníamos acceso a la red social couchsurfing. El plan no era viajar de hostal en hostal, sino “surfear couches”. Calle de Quito.

Jorge Andrés Ruiz Ayala jruiz182@hotmail.com

S

alimos como los rayos del sol hacia la Terminal del Sur en Medellín, con más de ocho kilos sobre la espalda: dos mochilas, botellas de agua, sogas, cargadores de celular, cámaras fotográficas, un par de libretas, algunos alimentos y una especie de navaja suiza con cuchara, cuchillo y tenedor, un invento que Sophia había traído de Alemania; algunos pesos y los respectivos papeles. Abordamos el bus de las diez, con rumbo al sur. Bajo el telón celeste las casuchas se desdibujaban con la velocidad. Después de que el chofer esquivara montañas, despeñaderos y largos camiones que zigzagueaban como serpientes sobre la complicada geografía de Antioquia y el Eje Cafetero, arribamos a las planicies del Valle del Cauca, donde las náuseas cesaron, tras nueve horas de viaje. Eran casi las ocho de la noche y por fin habíamos llegado a “La sucursal del cielo”, la primera parada. El aire que hervía y la salsa que inyectaban los parlantes de algunos locales de la “Terminal” nos dieron la bienvenida.

“Cali es Cali, lo demás es loma”

Tomamos un taxi hasta la casa de Oriana, nuestra primera couch. Solo la conocíamos por sus datos de perfil y una foto que intentamos memorizar –ya habíamos escrito a unos quince extraños y ella fue la única en darnos un sí–. Oriana del Mar Salcedo, una caleña de piel trigueña, había llegado hacía poco de Brasil donde se licenció en Arte Teatral. Ella y sus padres nos recibieron en su hogar: una casa con

cierto aire a galería de arte, cercana a la Avenida Sexta, conocida por sus clubes y discotecas. Dejamos las maletas en el cuartito con baño que los Salcedo nos ofrecieron, ubicado en el patio, bajo el brillo de la noche que se colaba entre los altos muros y la cortina de la ventana, y salimos a dar un paseo por la Avenida. Oriana nos enseñó la ciudad, las casitas del barrio colonial San Antonio, la gótica y pálida iglesia de La Ermita, el opulento Museo del Oro. Nos presentó a algunos amigos y, después de que un niño intentara asaltarnos, nos guió por las calles hasta una carreta, donde probamos el chontaduro con miel –con un sabor entre la papa y la madera–. Nos dio un curso intensivo de salsa caleña en una pequeña discoteca repleta de gringos que bailaban cada canción de la misma forma, y morenos del Pacífico que parecían volar sobre la densa pista de baile al ritmo de congas, bongós y maracas. Nos despedimos pasado el ocaso del tercer día. Los Salcedo nos recomendaron sitios para visitar en Ecuador, nos regalaron mandarinas y nos ayudaron a empujar el taxi averiado que esperaba a la entrada. Después de que sus viajes a Egipto e Islandia lo impactaran en su forma de ver el mundo, el trotamundos Casey Fenton decidió crear Couchsurfing: una red social hecha realidad en 2004; algo así como un Facebook para viajeros que cuenta con más de tres millones de miembros distribuidos en todos los continentes, siendo más popular en Europa y Norteamérica. “Es una gran oportunidad para aquellos que como yo quieren conocer el mundo y no tienen mucho dinero para hacerlo, o para quienes desean forjar contactos conociendo gente y haciendo amigos en cualquier lugar adonde vayan”, escribe Pako en su perfil, un mexicano residente en España, quien hace parte de la comunidad desde 2005. Pero no solo es alojamiento gratuito, couchsurfing también promueve el intercambio global y sin distinciones, como una forma de conocer los lugares por medio de sus habitantes, desde otra perspectiva. “Parece una oportunidad súper buena para compartir experiencias culturales, intercambiar conocimientos, ideas”, comenta Priscila, surfer activa desde 2011.

“Guay que sí, guay que no”

Couches en Quito.

No. 59 Julio de 2012

En la Terminal de Cali llamamos a Álex, un pastuso que, aunque no nos pudo recibir en su couch –por esos días acogía a una polaca–, nos dio el número de teléfono de su amiga Mónica, quien nos recibiría el domingo. El bus salió a las 9 de la noche, después de la indignante requisa militar y de que “la azafata” filmara a los pasajeros. Tras superar la moraleja de la terrible película cristiana sobre un converso bombero estadounidense, logramos conciliar el sueño. Cruzamos espectros, subimos y bajamos montañas, giramos y tratamos de descubrir entre la penumbra causada por el centelleo de las luces altas del vehículo, aquellos lugares ciegos que dejábamos atrás. En unas ocho horas llegamos a San Juan de Pasto, abrazados por la oscuridad y el frío de la madrugada, liberados de la sensación que produce el vómito ajeno. Invadidos por el sueño de la mala noche, comimos las mandarinas en la sala de espera. Las pequeñas personas nos observaban como si viniéramos de otro planeta –quizás habían notado la falta de baño–. A eso de las seis, llamamos a Mónica Garcés: “No hay problema. Los estoy esperando”, dijo con un acento medio bogotano, medio pastuso. El único retrato que teníamos de ella era la complicada dirección que trató de explicarme.


17 A través de la ventana del taxi que surcaba las pequeñas calles, imaginé cómo podría ser nuestra siguiente anfitriona. El volcán Galeras se imponía ante el telón claro del cielo y sobre el verde pálido de las montañas. En esa fresca mañana, pensé en el sonido andino de flautas de caña interpretando La Guaneña y con la melodía en los labios, le sonreí al pequeño hombre con rasgos indígenas que iba al volante. Desayunamos con los Garcés y compartimos experiencias del viaje. Sin pensarlo, y pese a la escasez de gasolina, nos invitaron a una excursión en su jeep: nos llevaron a La Cocha, una laguna increíble sacada de algún paisaje europeo y puesta en medio de una comunidad indígena. Tomamos una lancha para explorar la isla silvestre La Corota. En la tarde, al regresar a la ciudad, adormecidos, conocimos a Álex y a la polaca en un pequeño local de helado de paila; luego, fuimos a un festival de rock en la Plaza de Nariño. Allí, el humo de los cigarrillos y de las ollas con licor hervido atravesaba el sonido distorsionado de las guitarras eléctricas. Mónica, arquitecta y amante de los viajes a la Argentina, tenía que irse por cuatro días. Se despidió y nos permitió quedarnos en su cuarto por una noche más. El último día lo pasamos con su padre, Germán, paseando por la ciudad, buscando los escasos dólares de baja denominación, tomando café y mirando fotos de excursiones pasadas en la cúspide del volcán Azufral, en Quito y en Guayaquil. El martes de la despedida no había agua ni gasolina, la ciudad estaba a punto de colapsar. Los conductores se preparaban para bloquear las calles principales porque les molestaba la escasez de combustible y la especulación de las gasolineras, mientras el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía se preparaba para evitar la manifestación. Tuvimos que caminar hasta la terminal y, en pocos minutos, abandonamos la ciudad en un microbús destartalado, rumbo a Ipiales, antes de que el gas lacrimógeno respirara por las arterias de la capital nariñense.

encontramos a otros viajeros, polacos y gringos, que llevaban más de seis meses abandonados a la suerte de las rutas del continente; y a algunos ecuatorianos que emigraron a Londres y que vienen cada año, traídos por la nostalgia de esa ciudad que en la tarde se había cubierto con un manto de ceniza volcánica. A la mañana siguiente, descendimos la montaña en bicicleta hasta el “Pailón del Diablo”, una cascada muy reconocida en la región. La subida en camión la negociamos en compañía de algunos argentinos encantados, al parecer, más que por mi nacionalidad, por la marihuana colombiana.

El mundo llama a la puerta

En Cuenca, Priscila Niemes, una estudiante de Derecho, nos recibió por dos noches en el piso que comparte con su hermana. Hicimos un recorrido nocturno por las estrechas calles coloniales, cocinamos juntos y firmamos su particular diario en el que guarda fotitos y mensajes de los surfers que habían llamado a la puerta: una francesa y un par de uruguayos. Bebimos chocolate en el casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. Prisci nos habló de sus planes de recorrer el planeta y que, mientras llega el día, deja que el mundo la visite. El sábado muy temprano tuvimos que marcharnos. Pero la ciudad nos había encantado y queríamos descubrirla por completo. En el café internet, leímos la respuesta: Mario y Patricio aceptaron recibirnos. Un hombre con un delantal azul abrió la puerta. “¿Eres Patricio?”, Sophia le preguntó. Era Mario. Una pareja de alemanes lo acompañaban en la sala. “Una vez vinieron unos colombianos y en la noche entraron con prostitutas e hicieron una orgía; dejaron condones regados por toda la sala y se fueron muy temprano. ¡Horrible! ¡Esos colombianos son unos locos!”, le contó Mario a sus huéspedes, quienes lo miraban estupefactos –al parecer, no entendían–. El arbolito “¡Ku ku ku ki, ku ku ki!”, llamó Patricio a un niño afro. “Él es “Un colombiano estuvo Los punteos de la guitarra abordaron el microbús mientras atranuestro ahijado, viene de Nigeria. Estábamos en un safari y sus papás aquí con una alemana. vesábamos, a unos 80 kilómetros por hora, las violentas montañas nos lo regalaron porque había una guerra civil en ese país”, exclamó que luchaban entre sí, mezclándose en medio de la batalla. “Viento Patricio. “Waki waku”, respondió el pequeño. Todos se echaron a reír Ella se hizo pasar por tú que te alejas junto a mi amorcito”, la voz de un peruano al ritmo y no sabíamos si lo que nuestros couch afirmaban era cierto. Bromeasecuestrada para que de la tecno-cumbia invadió el espacio, al mismo tiempo que el micro ban constantemente. se escabullía por el camino rodeando precipicios y algunas caídas de La cocina estaba repleta de alimentos: champiñones, verduras, sus padres le mandaran agua. Nos sentimos más cerca del sur, donde las tres cordilleras se frutas y papas llenaban los espacios. Teníamos muchos ‘kilómetros’ el dinero del rescate – hacen una. de hambre y nos permitieron tomar lo necesario si cocinábamos para Llegamos a Ipiales en menos de una hora y cruzamos la frontera todo el grupo. Como en los otros couches, nos sentimos bienvenidos. chismoseó Mario–. Con antes del mediodía. Pasamos los controles y un sujeto ofreció llevarNuestros anfitriones no querían que lo tomáramos como si estuviérala plata se compraron nos, pero al ver su carro blanco, sin ninguna señalización o anuncio, mos en un hotel; nos acompañaron con sus chistes y anécdotas increírechazamos su oferta y, con recelo, buscamos los colectivos que nos bles. Mario, el diseñador de zapatos para mujer, nos mostró su taller una casa donde ahora llevarían a Tulcán, la primera ciudad de Ecuador. y Patricio, el bailarín, nos llevó a una fiesta de barrio, donde bailó viven juntos”. En Tulcán no había couches, tuvimos que quedarnos en un hostal. descalzo y bajo la lluvia con su grupo de danzas típicas. Veinte dólares, sin desayuno, eso costó la ruidosa noche en la Puerta “Un colombiano estuvo aquí con una alemana. Ella se hizo pasar de Oro, un precio muy alto para un cuartucho que apestaba a humepor secuestrada para que sus padres le mandaran el dinero del rescate dad. Lo único que valió la pena fue la vista al volcán Chiles desde la –chismoseó Mario–. Con la plata se compraron una casa donde ahora mugrienta ventana de la habitación. Añoramos, por un momento, la hospitalidad de viven juntos”. Lo miramos incrédulos. Y así corrieron los días de nuestra estancia de nuestros anfitriones caleños y pastusos, mientras improvisábamos unos sánduches sábado a martes. preparados con ayuda de la navaja suiza, como haciendo malabares. Antes de irnos, Patricio nos invitó a pasar el Año Nuevo y ayudarles a repartir En Tulcán, visitamos el cementerio museo, lleno de cipreses podados en forma comida, galletitas y juguetes en la fiesta que hacen para todo el barrio. No pudimos de flores, animales y figuras de las culturas romana, griega, egipcia, inca y azteca. prometerle nada. El aire alegre y acogedor de esa casa cuencana, desde donde se ven Más que un museo, parecía el escenario de Eduardo Manosdetijeras, esa película de las cúpulas azules de la catedral, nos dificultó la partida. Pero teníamos que contilos noventa, dirigida por Tim Burton. El verde llenó de vida los pasadizos y menguó nuar, la meta estaba cerca. el tono lúgubre del lugar. Un humilde guía nos contó la historia de la ciudad y nos indicó cómo encontrar el Parque Ayora, donde dos sujetos, con aspecto de corredores La última ola de apuestas malhumorados, nos darían cash del tío Sam a cambio de unos pesos. Ardía. El desierto que bordeaba la carretera se imponía y generaba una sed desEl miércoles, antes del mediodía, partimos hacia Quito. Allí encontraríamos a esperante. Tras un par de horas, el mar le dio color a la árida geografía. El calor era nuestros próximos anfitriones: María Dolores, Nico y sus mascotas, una dálmata y impresionante y caía muy bien, después del frío de la sierra. un labrador. Antes de que el bus arrancara, el ardiente sol penetraba los espacios del En Máncora, nos sentimos triunfantes al escuchar los pitos y los gritos de los vehículo sin baño y los vendedores de ‘empanaditas’, ‘fritaditas’, ‘choclo’ y todo tipo mototaxistas como si celebraran. Pasados unos cuantos minutos, ese panorama camde comida chatarra subían y bajaban e insistían hasta el acoso. Los precios no eran biaría: estábamos en un lugar turístico repleto de comerciantes intensos que nos tan altos como en Colombia. abordaban como sanguijuelas y nos ofrecían alimento, hospedaje o cualquier cosa que pudieran. Orines de perro Huimos a la playa. El sonido de las olas salvajes, decoradas con surfistas, nos María Dolores y Nico nos recogieron. Sin recordar su aspecto, subimos a la tranquilizó. El mar nos habló de la infinidad del horizonte, más allá de los barquitos camioneta, en la esquina donde se cruzan las Avenidas Eloy Alfaro y Seis de Diy del vuelo de las chillonas gaviotas. Pasamos tres días en Perú. Habíamos bajado ciembre. En el apartamento nos alojamos en un cuarto de invitados con vista a los unos 1300 kilómetros y ahora los tendríamos que recorrer de regreso y con pocas enormes pinos del Parque Metropolitano. Salimos en la fría noche a uno de los inconparadas. Pasamos más de dos días sobre ruedas, hacia el norte. tables restaurantes de esa ciudad con cierta estética norteamericana. La pareja nos Fueron 26 días de ruta, entre siete ciudades, decenas de e-mails, algunas llamallevó a un local indio, donde cenamos por unos cuantos dólares. das y un montón de recuerdos. Regresamos a la ciudad de la primavera, con la senMaría tenía que trabajar en la escuela y Nico en el hospital; nos dejaron las llaves sación de vacío que dejan los viajes intensos, pero con un nuevo panorama y la mey nos recomendaron algunos lugares de la ciudad. Nos dieron rutas y consejos. María moria de efímeros amigos que algún día volveremos a encontrar en la vía. nos contó de sus viajes al sur, incluso de la vez que fue retenida por la Policía por haber viajado, sin notarlo, en un bus pirata que no pasó por los controles fronterizos Fotografía: Jorge Ruiz entre Bolivia y Chile. En el piso conocimos a Meedo, un médico egipcio que había caminado durante cuatro días hacía Machu Picchu, después de haber volado de Sidney a Lima y de Lima a Cuzco en tiempo récord. Meedo, el “turbo turista”, se marcharía pronto a Montañita, una playa hippie en la costa ecuatoriana, para regresar a su consultorio en Australia. En Quito nos quedamos casi una semana y aprovechamos el tiempo para visitar el mercado artesanal de Otavalo –110 km al norte–. Recorrimos callejones y laberintos entre toldos, con todo tipo de mercancías, desde cobijas de tigres hasta diversas especias. Regateamos con los indígenas que parecían desesperados por vender sus productos. También viajamos a La Mitad del Mundo; en aquel lugar, un globo terráqueo se impone para decir que allí se pesa menos, que un huevo se sostiene en la punta de un clavo, que el planeta se divide en dos hemisferios. Salimos muy temprano de la casa de nuestros anfitriones, sin desayunar; de nuevo, como cada mañana, en la cocina brillaban los charcos de orina de perro. Con un rugido estomacal, tomamos el trolebús hasta la moderna terminal de Quitumbe, parecida a un pequeño aeropuerto. Partimos a Baños, bajando por toda la sierra del Ecuador, aún más hacia el sur. Baños es un paraíso para los amantes de la naturaleza y de los deportes extremos; está en la sierra y cercano a la selva ecuatoriana. Allí también nos tuvimos que alojar en un hostal con algunos turistas. Nos quedamos dos noches.

La garganta del diablo

Visitamos el mirador con el fin de ver los fuegos artificiales que el volcán Tungurahua escupe cada noche; sin embargo, la densa niebla se opuso al evento y nos expulsó con la lluvia. Nos conformamos con el recuerdo de las aguas termales donde

Laguna de la Cocha, Nariño

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


18 En comunidad

Un enfoque a la resistencia

Full Revolution, presente en marcha de la comuna trece.

“Ayúdanos a armar a los niños de la Comuna 13… de lápices, cámaras de video y de fotografía”. Con este lema publicitario, algunos muchachos amantes de la televisión, el cine, la música y el arte conquistan a diario más jóvenes para su proyecto de vivir en paz en el sector de San Javier y sus alrededores. Luis Eduardo Ospina luchospin@hotmail.com

“No es solo un juego, de policías y ladrones, es más una vivencia del mundo y sus callejones. No es una historia, es algo que sucede a diario, mientras la tentación sin compasión toma mi barrio”. No es solo un juego. Esk-lones.

E

se domingo al mediodía, el cura del barrio Villa Laura también habló de lo que todos hablaban. Al final de la misa y en un sermón más largo que el de las siete palabras condenó el hecho de que los pelaos del Canal no pudieran salir al aire. Ya eran casi dos meses que llevaban sin programas. Las milicias arrebataron una de las cámaras comunales y los pelaos en forma de protesta pararon las actividades audiovisuales. “Así no podemos seguir”, decía el padre Chócolo meneando las manos, como queriendo salirse de la túnica, “que nos devuelvan lo que nos pertenece”, repetía. El día del robo, Haider, Adrián, Chorrillo y los demás habían decidido regar el chisme de lo que pasó. Al toque de Haider, se reunieron todos en el salón y convinieron parar las actividades. ¿Cómo era posible que les quitaran su herramienta de trabajo, su arma de transformación?, se preguntaban perplejos. Sentados en círculo, acordaron que todos en el barrio se debían enterar de esa güevonada. Se acababan los paneos, las entrevistas, los encuadres, los efectos y las narrativas visuales. Guardaron las otras cámaras.

Flashback

Adrián Taborda llevaba la cámara esa mañana de septiembre de 1997. El comandaba el grupo de tres que salieron a filmar las casas de invasión destruidas allá en una parte de San Javier. Dos funcionarios de Ser-vivienda los acompañaban. Subieron loma arriba, por entre las mangas y los improvisados caminos, llegando con dificultad a su sitio de grabación. De repente, tres manes armados con metras, que vestían ropas de civil y capuchas, los rodearon. – ¿Ustedes qué están grabando? -grita la voz sin rostro-. ¡Para grabar por acá tienen que pedir permiso!. – ¡Yo que voy a pedir permiso para grabar estas casas! –dice Adrián, entre sorprendido y asustado. – ¿Sabe qué? Entrégueme la cámara por las buenas –insistió el miliciano. –Hermano, esto no es mío; pero es de todos, es de la comunidad, usted verá. Dos segundos de silencio. El miliciano se acercó hacia un grupo de cinco reclamándole por el objeto de registro. De forma rápida, Adrián sacó el casete y lo entregó al encapuchado; guardó la cámara en su maleta. El líder de los armados volvió sobre su petición, esta vez más enojado. –¡Prestá pa’cá! ¿O te vas a hacer matar por esa chimbada?- dijo el miliciano empuñando su pistola y acercándola al torso del joven camarógrafo. –Hermano, usted verá, pero yo la cámara no se la entrego –respondió Adrián. Esos cuadros son eternos, pasan como en cámara lenta en los recuerdos de Adrián, quien se asa cuando le apuntan con un arma. Entregó la cámara del Canal comunitario de Villa Laura y se resignó diciendo que todos los del barrio se iban a

No. 59 Julio de 2012

enterar de ese robo. -“¡Hágale! Ni siquiera saben quién soy yo”- contestó el encapuchado, militante de las células urbanas del ELN. – ¡Vengan rápido! No se pongan a güevoniar por allá- le dijo Haider Ramírez al recibir una llamada de Adrián, que le contaba lo ocurrido. Los elenos salieron otra vez y con una ráfaga de tiros al aire celebraron su batalla ganada con las armas. Adrián y los funcionarios de Ser-vivienda se subieron al taxi más próximo que encontraron, lamentando la pérdida de su ‘arma de combate’ en la zona. Plano general de quien va en un bus integrado a Villa Laura, luego de tomarlo en la estación del Metro de San Javier, puede escuchar el rumor del motor, que se hace más grave a medida que la loma se empina. Las casas empiezan a cambiar en ese trayecto motorizado, travelling hacia el barrio. De fachadas elegantes y techos de barro conservado, pasamos a paredes de bloque pelado y a medio pañetar. También, el verde que aún conserva la montaña en medio de la ciudad se abre a los ojos del visitante. En el cielo, se agrisa el paisaje. Villa Laura es un barrio que surgió en los años 80, fruto de unos terrenos vendidos muy baratos por las monjas misioneras de la Madre Laura. Aquella mujer que tenía su morada desde mediados de siglo en ese sector. Laura Montoya Upegui, evangelizadora de indígenas, murió en “olor de santidad” en aquel convento en 1949. Según testimonios, alcanzó a realizar varios milagros. Uno de ellos, el de la señora que se curó de cáncer tras acostarse y descansar en la cama de la Madre Laura. Este fue investigado por el mismo Vaticano que, en tiempos del papa Juan Pablo II, le valdría para beatificar a la monja. Recientemente, reconocieron un segundo milagro de la beata: está cerca de convertirse en Santa. Actualmente, es un barrio tranquilo a eso de las cuatro de la tarde. Los niños juegan con sus bicicletas descolgándose desde lo alto, motos van y vienen comandadas por hombres y mujeres. También se pueden ver ancianos vestidos de azul cercanos al salón comunal. El Centro de Integración Barrial cumple, en junio de 2012, quince años de construido. Es un lugar que sirve hoy de refugio a diferentes apuestas sociales y culturales. Haider Ramírez, como presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa Laura, fue el principal gestor de ese Centro de Integración. Murió asesinado el 23 de agosto de 2006. En una semblanza realizada para el periódico La Hoja, el periodista Joaquín Gómez diría: “Su muerte no solo dolió en los 22 barrios de la comuna 13. Más que un líder, fue un alma de cambio”. Sin duda, liderazgos como éste han dejado un legado en el sector. Su muerte abrió un tajo en el corazón de aquellos que accionan por una transformación en San Javier, su recuerdo invita a la esperanza. “Desde que a los ocho años armaba torneos de fútbol con los niños del barrio y recogía plata entre los vecinos para un refrigerio de leche con banano, sentía que había que ser más que un vecino (…). El liderazgo nato de Haider Ramírez estimuló a sus amigos para acompañarlo a terminar lo que faltaba del Puesto de Salud de Villa Laura, que no se cerró ni en la época de más violencia en la comuna 13. En esos tiempos, también defendió con la palabra la neutralidad del Centro de Integración Barrial para que no fuera tomado por ningún bando, un espacio donde se empezaron a encontrar organizaciones comunitarias de los barrios El Corazón, La Asomadera, Belencito, Betania, Villa Laura y Monte Verde”, narra Joaquín Gómez.


19 Primer plano

La sede de Full Producciones es una oficina en ese Centro de Integración. No vale la pena ser mala gente, es un letrero que tienen los pelaos del Canal, allá en su acogedor espacio. Una pequeña cabina que aísla el sonido con cajas de huevos moradas y azules contrasta con el resto del lugar. Dos modernas pantallas de computador hacen pensar que esa fue la última inversión del Presupuesto Participativo. Sin embargo, más de 15 años como colectivo, primero como canal de barrio y hace cuatro como productora, indican que se sustentan gracias a gestiones con empresas privadas y públicas, gracias al trabajo diario de los pelaos que siempre han creído en este proyecto. Tienen propuestas como la construcción colectiva del Plan de Desarrollo. “Nosotros tenemos trabajos con los niños, de derechos humanos, de prevención, de trabajo comunitario, de historias Taller Fulleritos. de vida, de historias de ciudad”, cuenta Adrián, quien le ha metido el hombro a esta apuesta social; su constancia en la productora deja ver que se toma las cosas en serio. Ellos son iniciadores del Festival de Cine en San Javier. Comuna 13 la otra historia, dice el eslogan del Festival, lo que deja entrever la apuesta para narrar esos otros temas que están presentes en el sector y son desdibujados por lo espectacular y sensacional que resulta el conflicto para los grandes medios de comunicación. En 2011 recibieron la visita de Salvo Basile, aquel colombo-italiano de gran bigote, reconocido en el país por sus papeles de telenovela. Es tan clásico que hasta participó en la Estrategia del Caracol. Los pelaos del Canal aprovecharon la celebridad, para dar un recorrido por varios barrios del sector. Era la excusa para romper con las fronteras invisibles, al menos por el lapso en que él estuvo allí. “Fue muy valioso porque él mismo llamó a varios periodistas a decirles que estaba aquí, que vinieran. Ese día fue de las pocas veces en que publicaron cosas diferentes al conflicto en la 13”, dice Juan Carlos Gutiérrez, Chorrillo. Chorrillo lleva 16 años haciendo audiovisuales desde el barrio Villa Laura para todo San Javier: “Esta empresa social lo que quiere es empoderar a la comunidad en el tema de la comunicación. No queremos desconocer que en esta comuna hay un conflicto, pero queremos resaltar las historias de vida, los temas culturales, las apuestas diferentes a lo que siempre muestran los canales de televisión sobre la 13”. Ayúdanos a armar a los niños de la Comuna 13… se lee en una postal del semillero Fulleritos, enfocado en niños hasta los 14 años; de lápices, cámaras de video y de fotografía, continua la frase al darle la vuelta a la publicidad. Desde mediados de los años 80, con los primeros desplazamientos hacia los cerros de San Javier, la violencia ha sido un asunto recurrente en la comuna, tal vez como reacción a la falta de oportunidades que ofrece la ciudad a todas esas familias migrantes que llegan. “Los pelaos del Canal hacen actividades aquí, buscando arrancarles los jóvenes a la guerra”. Repite, como si fuera un guión, Yarley Patiño, madre de dos integrantes del semillero Full Revolution. Otra de las apuestas educativas de la productora comunitaria es dar talleres formativos sobre manejo de cámaras y producción audiovisual a jóvenes de 15 años en adelante.

Gran angular

La 13 es sinónimo de violencia en el imaginario colectivo de muchos colombianos. Ya Chorrillo ha perdido varios levantes en discotecas y viajes cuando les confiesa a las jóvenes, que pretende, que vive allí; siempre sus ‘conquistas’ terminan preguntándole que si eso por allá está caliente y asumen una actitud diferente frente a él. En los 22 barrios formados en esos ríspidos cerros, viven más de 160 mil personas. No es fácil saber cuántas familias hay, pues todas las semanas llegan desplazados tanto de otras comunas, como desde el nordeste antioqueño y Chocó, por ejemplo. Han tenido, en épocas duras del conflicto urbano, una tasa de asesinatos de 108 por cada 100 mil habitantes, muy parecida a la de Bagdad después de la invasión. En un territorio diverso, no se puede pensar que su población es homogénea, ni que un barrio es igual a otro. La variedad de pobladores forman un mosaico único de colores, unidos por una característica común: la variedad. Sólo hace falta ver sus fiestas y expresiones culturales para darse cuenta de ello. En la cancha de San Javier, se hace, desde 1991, La fiesta de la vida. “Nace como movilización en contra de la violencia que en ese entonces se estaba llevando, nace como movilización de vida misma”, manifiesta Sandra Milena Ocampo, partícipe de este evento. Revolución sin muertos es un festival de música urbana que inicia el 23 de septiembre de 2002, cuatro meses después de la Operación Mariscal y uno antes de la famosa Operación Orión. El hip hop y el rap hace rato que tienen una escena fuerte en los barrios de San Javier; es un género ya maduro y cada vez mejor producido por todos esos pelaos que lo asu-

La 13 es sinónimo de violencia en el imaginario colectivo de muchos colombianos. Ya Chorrillo ha perdido varios levantes en discotecas y viajes cuando les confiesa a las jóvenes, que pretende, que vive allí. Siempre sus ‘conquistas’ terminan preguntándole que si eso por allá está caliente y asumen una actitud diferente frente a él

men como proyecto de vida. “Es nuestra filosofía de vida, nuestra apuesta política, es lo que proponemos para cambiar al mundo. Sabemos que hay un cambio que tiene que hacerse y lo proponemos a través del arte, la cultura y la música”, comenta Jeison Alexánder Castaño, uno de los que jalonan esta propuesta desde hace más de 10 años. Y está rodando en la web, una canción de rap llamada Conspirando por la paz. Ahí participan más de nueve grupos de hip hop que ya están consolidados en la ciudad. Parece ser una propuesta interesante desde esta cultura urbana, como forma de resistencia a la violencia de los últimos 20 años. El Festival del Porro es una iniciativa de construcción ciudadana. Se realiza en el barrio Santa Rosa de Lima, que ha sido cuna de músicos, como la familia Paniagua. “Ahí la fiesta se convierte en una razón de ser. Son actividades en las que la cultura de la costa Caribe se hermana con Antioquia. Las expresiones autóctonas de la música colombiana se proyectan, se disfrutan, se gozan y se aprende de ellas”, afirma Marcos Vega, conocedor de música colombiana y partícipe de este Festival. En el Barrio Belencito, se celebra la Feria de la Antioqueñidad. Es un desfile que reúne un conjunto de tradiciones de este departamento en torno a grupos artísticos y tablados culturales. La ruta del desfile siempre rompe con esas abstractas fronteras invisibles y los ocho días de agosto, en que se hace el evento, de veras que se ve una integración comunitaria, tanto en ese barrio como en los sectores aledaños. San Javier también tiene su carnaval. El Carnaval de la 13 es una fiesta en la calle, itinerante y animada, llena de colores y música, de disfraces, de baile y sonrisas. En ese carnaval se pintan las calles de los barrios al compás de la música, de la danza y los movimientos de cuerpos que bailan al ritmo de las chirimías, los tambores y clarinetes. Sencillamente ofrece lo que ofrece cualquier carnaval; un escenario de alegría que como todos esos eventos y manifestaciones culturales están en contraposición a la violencia de las armas. “En todos los barrios de San Javier puede haber problemas de violencia. Pero yo no tengo duda de que, en su gran mayoría, lo que hay aquí es gente camelladora que valora y respeta la vida”, expone Yarley Patiño de manera tajante, genuina. Todas esas expresiones del respeto hacia la vida son una forma de resistir a eso violento que hay en la atmósfera del sector. Los habitantes de esos 22 barrios han puesto los muertos en esta guerra urbana, y seguramente son ellos quienes encuentren alternativas para resistir y preservar lo que tienen. No hay duda de que los lazos comunales en todos esos barrios en conflicto están robustecidos. Cuando la maleza crece en una porción de tierra, lo correcto es que al arrancarla de raíz, ella misma sirva como abono a las flores venideras. La hermosa flor de lo comunal es fuerte en la 13. Todos los colectivos, grupos y eventos lo demuestran día tras día. Por eso, esa mañana de septiembre de 1997, días después de la misa del padre Chócolo y de un repudio generalizado por el robo de la cámara por parte de todo el barrio, tocaron la puerta de Haider Ramírez. “Hombre, qué pena con usted, tome la cámara”, dijo una voz sin rostro mientras le entregaba ese objeto gris oscuro. Sin esperar respuesta, el caretrapo se fue. Se cumplían exactamente dos meses del incidente del robo a Adrián y, curiosamente, al ocaso de ese día se inauguraba la sede del Canal comunitario. “¡No es casualidad!”, coinciden en afirmar los pelaos del Canal varios años después del acontecimiento, lo dicen mientras manipulan las ‘armas’ con las que ellos ‘combaten’: sus cámaras de video.

Homenaje a Haider Ramírez .

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


20 Semblanza

De amores arrugados y otros recuerdos

Árbol de Valparaíso

“Radio Reloj da la hora y luego ponen un disco, y dice la hora otra vez y ponen otro disco. Así pasan todo el día y la vida se va yendo entre una canción y otra. Y no nos dejan olvidar que antes eran las 9:05 y ahora son las 9:10…”. Sandra Milena Ramírez Giraldo reyneyro@hotmail.com

Bajo las ramas de un viejo enamorado…

A

las cuatro de la tarde, bajo las ramas del viejo árbol, en la orilla de los andenes de piedra, en el sitio donde desembocan ocho calles que forman la viñuela del parque, allí se daban los encuentros llenos de códigos secretos: un guiño en los ojos, una quitada del sombrero, un tambaleo del pañuelo o un tocar del cabello, ponían a delirar a juventudes caza-amores en ese pueblo del suroeste antioqueño. La ceiba gigante de largas ramas, que tenía más historias que el viejo diablo que merodeaba (y aún merodea) en Caramanta y Valparaíso, era tan alcahueta de besos y caricias, que se quedaba muda ante los romances junto a su tronco arrugado. Los domingos de mercado, de campesinos con sus recuas, de misas y fritangas en la plaza, eran días de desfiles con escapulario en mano, con amplias faldas de percal floreado y diversos sombreros. El rosario de cuentas negras, labrado en madera, sobre las manos blancas y delicadas de Ana, viajaba desde Caramanta hasta Valparaíso. Allí se reunían un sinnúmero de mujeres y hombres para afianzar su espíritu y, por qué no, encontrarse con otros. La larga cabellera ondulada de Ana era cautivadora. Una o dos trenzas al viento atrapaban las miradas de jovenzuelos que se sentaban en el parque; los ojos claros de Francisco se quedaban ensimismados en ella. Ese campesino trabajador, de piel blanca y fuerte, la veía todos los domingos con su caminar recatado y jovial. Fueron muchas las miradas de su parte, antes de conseguir una de vuelta. La mirada de Ana llegó, y con ésta supo de su nombre: “Anita”, de sus 16 años y de su vida en Caramanta, tierra ancestral de los “Caramantos“, tribu que había dejado magia e historias místicas por estos bosques y caminitos de trocha. Cuando sonaba la campana de la iglesia indicando las 12 del día, Francisco dejaba su azadón, sus botas sucias y apresuraba el paso. Camino arriba, Valparaíso se iba perdiendo entre colinas y nubes, dejando sólo ver la copa de la gran ceiba que daba sombra al parque. Con paso firme y ligero, Francisco se encontraba heliconias (que robaba para su novia), café y cardamomo, aromas que acompañaban su caminata de la tarde, mientras llegaba a los olores de Anita, esa de fuerte temperamento y dulce mirada. En la sala de la casa algunas velas daban una tenue luz, cuando caía el sol. Las siluetas se tornaban oscuras con la llegada de la noche, mientras el tiempo volaba cuando Anita y Francisco charlaban, sin que nunca se fuera la mirada de Luis, el padre, que vigilaba la quietud de las manos y las distancias de los labios. Con una luna acompañante, Francisco se tomaba un chocolate energizante y prendía su linternita para encaminarse hacia Valparaíso nuevamente. Un beso en la mejilla y un apretón deseoso en la espalda de Anita, era su enamorado adiós. Acomodándose el sombrero, el poncho y el machete, Francisco bajaba la loma por la que corría un riachuelo entre yerbales que susurraban cosas y expedían risas mujeriles y maliciosas. Algunas sombras por entre las ramas, le silbaban al oído de forma coqueta. Y él, con tono airoso y remangándose el pantalón, les gritaba: “Sálganme al camino, brujas, yo les corto ese culo…”. Y un día, en las montañas de edén azulado, el demonio del suroeste y el gran árbol fueron cómplices de ese agarrón de manos sudorosas y asustadas, cuando Francisco -tras un año de caminitos angostos- tomó a Ana, la miró con sus ojos verdeazules y le susurró: “Hoy que fulge el cielo sobre la ceiba valparaiseña, las brujas dejarán de molestarme. La ceiba asoleada será testigo y usted, Anita, dirá que sí…, que sí

No. 59 Julio de 2012

quiere ser mi señora”. La piel de madera del árbol se estremeció, como la frágil y suave de Anita, a quien hoy, tras 73 años del “sí”, vuelve a ponérsele de gallina. Sus ojos que no ven claro, se cristalizan recordando al joven e inmortal Francisco Ramírez y al siempre vivo árbol, que se fue con los viejos amores, que se enfermó de tanto amar…

Ana recuerda

Nombre: Ana Patiño. Edad: 89 años. Lugar de nacimiento: Caramanta. Su verdadero amor: Francisco Ramírez.

Ana, ¿cuáles eran los sitios de encuentro, los espacios para la gente enamorarse?

¡Huuummm!, los lugares pueden ser todos, mija. Cuando uno es del campo, hasta el camino de trocha es un buen lugar para estar con la persona que uno quiere. Pero la plaza siempre ha sido lugar de encuentros, la iglesia y el árbol de ceiba, que arropaba casi todo el parque de Valparaíso… Yo recuerdo que los domingos, cuando bajaba de Caramanta con mi papá para ir al retiro espiritual de la iglesia, los muchachos esperaban en el parque a que salieran las muchachas o las atisbaban desde lejos… Recuerdo esas miradas que uno se robaba cuando mi papá estaba concentrado en el rezo y yo me volteaba para ver… a Francisco.

¿Y cómo fue todo con Francisco? ¿Cómo se enamoraron?

Como le iba contando, el retiro espiritual de los domingos se volvió una miradera con él… Él no entraba a la iglesia pero estaba en el parque esperando a que yo saliera. Pero como iba con mi papá y él no me dejaba hablar con nadie, solo podíamos sonreírnos disimuladamente… Un día después de tanto mirarnos, un domingo también, mi papá se distrajo con unos amigos que se encontró en la plaza y uno de mis hermanos se había ido a comprar algo para llevar a la finca… Ahí Francisco, muy conchudo, se acercó rapidito, rapidito, y me preguntó el nombre, que dónde vivía, que cuántos años tenía… y así nos fuimos yendo. Cada domingo se acercaba, me preguntaba algo y me saludaba… Cuando menos lo pensé, apareció en mi casa, por allá arriba en la vereda Sucre de Caramanta…, visitándome a mí, a Anita de 16 años.


21 Ana, ¿y cómo hacía para visitarla…?

Bueno, los papás en ese entonces no eran tan descuidados como los de ahora. Él me vigilaba y no le gustaba que saliera mucho porque yo era su niña y estaba a cargo de mí y mis hermanos, porque mi mamá había muerto cuando todos estábamos muy pequeños. Así que lograr que Francisco le cayera en gracia fue una guapeza. Ya cuando podía entrar a la casa y hacerme visita en la sala, Francisco subía a la vereda los sábados, con su linternita, poncho y sombrero, porque lo cogía la noche y le tocaba coger montaña para abajo con las brujas detrás de él. Francisco era muy buen mozo, y me tocó oír cómo las brujas lo llamaban y se reían..., le coqueteaban por los caminos. Pero él no les temía, las enfrentaba y les decía “¡Sálganme al camino, yo les corto ese culo!”. Después de un año de visitas, de idas a misa, de charladas y de chocolates calientes, Francisco me dijo que si quería casarme con él… Lo hicimos en la iglesia de Valparaíso que, años después, fue tumbada por un terremoto. Con ella se fue la vieja ceiba que cubría el parque, porque estaba enferma.

Juanita “mil amores”

El último escaño de la iglesia presenciaba sonrisas, miradas y piernas tímidamente expuestas. Juanita, Juanita… “¿Quién es Juanita por la que se están matando dos muchachos en el parque de Marinilla?”, llegaban a preguntar los vecinos al zaguán del Chagualo, donde Victoriana, la mamá de ella, vendía ropa. Sonrojándose poco y sin salir a mirar, la coqueta hija mayor de los Alzate Serna se quedaba parada en el corredor, sobando con disimulo la ropa para la venta, mientras su madre, cautamente, sonreía de reojo. Al día siguiente, a la salida del convento, luego de la jornada escolar, los muchachos del colegio se apresuraban a su encuentro y con un “Qui’ubo, Juanita”, se veían rodar corozos como muestra de afecto, presentes coquetos. En el instante, descubría quiénes eran los boxeadores de parque que se habían reventado alguna boca o amoratado algún ojo. Con unos 14 años resplandecientes en su rostro, Juanita caminaba presumida, obsequiaba alguna sonrisa y se aligeraba para llegar a casa. En el balcón, se divisaban montañas cercanas de color verde intenso y algunas lejanas de color gris azulado. Allí, mientras degustaba del panorama, algunos enamoradizos posaban de Romeos y le cantaban canciones, o lanzaban bellas miradas, o atrevidamente le pedían un beso que ella nunca les daba. A todo el que pasaba, Juanita le picaba uno de los dos cristalinos ojos color moca; pero nada más… Con una picardía inocente, modelaba para su madre, estrenando los vestidos que ella cosía. Siendo una familia humilde, ella se pinchaba con sus trajes lechuguinos, los que le diseñaba Victoriana, y que las hijas de la gente rica del pueblo le pedían en préstamo. Una tarde de descanso a las puertas de su casa, unos ojos azules sorprendieron a Juanita con una rosa encendida. Ella, que tantos pretendientes tenía, por vez primera había sentido la dulzura en la mirada del apuesto Apolinar. Pero tras los encuentros y conversaciones coloridas a las puertas de la casita de los Alzate, se fue construyendo una despedida de teatro: con pañuelo en mano, en una madrugada de marzo, vio partir a Apolinar en un tren hacia Bogotá. Un amor de poco trecho que Juanita vio fugarse desde su ventana y que años después se iría para siempre, cuando un accidente en la capital colombiana, llevó a los ‘ojitos azules’ a un mundo desconocido. En su rostro aún fresco, se fueron marcando las andanzas adolescentes, los desamores y las picardías vividas de aquí a allá, entre Rionegro y Marinilla. La gente que se iba y venía, tejía las historias en la piel de Juanita, quien una mañana partió con su familia hacía Medellín. Quedó un sabor a nostalgia en la voz de los muchachos que lamentaban la partida de las niñas bonitas. Se escuchaba a Gustavo, a José Hoyos y a Luis, (enamorados de Juanita), cantando: “Corazones partidos, yo no los quiero; yo cuando doy el mío, lo doy entero…”. En Medellín, las pretensiones no se hicieron esperar. Pero el ambiente citadino y fugaz aceleraba la velocidad del péndulo y la juventud iba sumando en años… Juanita, quien rezaba para no quedarse soltera, comenzó a preocuparse ante la falta de miradas y de noviazgos por mil. Jesús Giraldo, un hombre trabajador, algunos años mayor, la había pretendido desde su llegada; pero a Juanita no le gustaba su mirada, a pesar de ser opalina, profunda y lozana. Sin embargo, cuando vio que otros brazos pretendían quedarse con el acuerpado Jesús, ella volvió a sus andanzas, a sus miradas inocentemente seductoras. De salidas con la vigilancia de Victoriana, besos robados (aunque dice haber sido solo uno), chocolates finos y dos años de noviazgo, los rezos de Juanita parecían escucharse y la boda se celebró en la iglesia San José, a sus 20 años de edad, que para ella eran una eternidad. Juana Álzate de Giraldo, a sus 90 años y más de 20 en andanzas “falderas”, recuerda los “mil novios” que tuvo: Apolinar, José, Luis, Gustavo, Jesús; lo “tremenda” que fue, el beso robado… olvidando en ocasiones el nombre de sus hijos, su propio nombre.

Juana recuerda

Nombre: Juana Álzate Serna. Edad: 90 años. Lugar de nacimiento: Marinilla. Su verdadero amor: Jesús Giraldo. “¡Aunque…, hmmmm, con tanta adoración que tuve!…”

Juana, ¿cuáles eran los lugares de conquistas, los lugares de encuentro, los lugares para enamorar?

Pues, la iglesia era un buen lugar… Como la iglesia se llenaba y los pendejos no entraban, yo también me quedaba en la puerta para que me vieran; me paraba bien derecha, bien pispa… Claro que rezaba, aunque no sabía bien qué decía el padre porque estaba pendiente de los muchachos y sabía que ellos me estaban mirando… Yo era tremenda. Otro lugar era la plaza. Cuando había ferianos quedábamos tardeando, y como mi papá trabajaba mucho esos días, nos volábamos. Pero no faltaba el que le iba a contar, y salía Don Pacho a corretearnos por el parque…”.

¿Cuáles eran las hazañas para escaparse a los encuentros?

Mi papá era celoso y se paraba en la puerta de la tienda para vigilarnos. Nos sellaba la ventana con clavos, pero nosotras (Maruja, Josefina, Ana y yo, las más avispadas) nos turnábamos para escaparnos al parque y encontrarnos con los muchachos. O si no salíamos, ellos nos hacían visita por el balcón, y Berta que era la beata, “un taco ahí simple”, se encargaba de vigilar si mi papá llegaba… ¡Tratar con mujeres es bravo!

¿Cuántos novios tuvo?

Mmmm, miles de novios tuve… Apolinar, Luis, Gustavo, José Hoyos, Jesús el que fue mi marido… y se me va la paloma para recordar los otros.

¿Y cómo conoció a Jesús? ¿Cómo se enamoraron?

Cuando mi familia y yo nos vinimos de Marinilla, llegamos a Buenos Aires, por los lados de Ayacucho y las Mellizas. Por aquí, las hermanitas Alzate también fuimos admiradas y felicitaban a don Pacho, mi papá, por las hijas tan bonitas y educadas que tenía… Los muchachos de Marinilla y Rionegro quedaron muy tristes y nosotras también; pero a muy pocos los volvimos a ver y mejor conseguimos amigos en Medellín. Varias de mis hermanas comenzaron a ser pretendidas y tenían su novio, que las visitaba en la casa y todo. Yo como era más ‘pata’, hablaba con muchos pero nada serio. Pero al tiempo, empecé a ver la cosa mala. Ya no me miraban tanto, ya estaba viejona, como de 19 o 20, y me preocupaba porque me iba a quedar. Yo ya había conocido a Jesús, quien me había pretendido un tiempo; pero a mí no me gustaba mucho. Se lo achacaba mejor a Berta, aunque él me buscaba a mí, me llevaba dulces finos y me pitaba cuando pasaba en el carro. Como yo no le paraba muchas bolas, comenzó a salir con una muchacha de la vuelta y ahí sí me asusté, mmmm, me dije que lo iba a perder. Y me tocó salir a atajarlo. Cuando pasaba por la casa, le decía “Qui’ay, Jesús”, y él siempre me miraba con cariño y se quedaba hablando conmigo. Un día la mamá de la muchacha nos vio charlando y ni más… Así agarre a Jesús… Y me fue gustando, y era muy atento y cariñoso.

Juana, ¿y cuánto duró de novia con Jesús?

Casi que no… ese pendejo muy duro. De eso sí me acuerdo yo, que casi me tocaba suplicarle. Y le decía: “¿a vos no te gustaría casarte?”. Y respondía que había que pensarlo mucho… aunque se veía muy enamorado y siempre era muy cariñoso. Duró como dos años… Ya al final, después de tanto rezar, se decidió. Fue algo sencillo, rápido, allí en la iglesia San José.

¿Y cómo fue la noche de bodas?

Llegamos a una casa muy organizadita, muy bonita, Jesús ya me tenía todo preparado. Pero, ¡Dios mío, uno ahí esperando en la cama! ¡Qué susto! Lo malo fue que el descarado dijo que estaba como fácil, creía que él no era el primer hombre, aun viendo la sangre en las sábanas. Estuvo la cosa maluca por un tiempo. Yo me iba para la casa de mis papás, muy triste y enojada. Me quedaba con las tías Julia, Teresa y Susana, que me alcahueteaban todo, y les contaba mi pena. Un día llegó Jesús con mercado y me dijo que nos fuéramos para la casa, y yo le decía que no, que de la casa de mi mamá no me sacaban…, pero al final me tocó. Él, muy serio, se amarró el zapato y me dijo que se lo desamarrara. Más rabia me daba, yo tan orgullosita que he sido. Lo recuerdo como si fuera ahora… Al final, no pude desamarrarlo, estaba fuertemente atado y dijo que así era el matrimonio, que nosotros no éramos un juego.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 Gran angular

El tiempo pasa... Fotografías de Estefanía Henao Arboleda. estefaniahenao.a2@gmail.com

Q

ue no hay nada más inevitable que el transcurrir de los días y la transformación inminente de lo vivo a la condición inerte. No hay nada que más se anhele que los días pasados y esa suerte de recuerdos nostálgicos que traen a colación la resbaladiza juventud. Tiempo y vida, como agua entre los dedos. Y todos me dicen: ¡Qué sabio que eres!... pero ¿Cuántos me escuchan ahora? ¿hoy? Toda una vida elucubrando posibles futuros, y hoy cuando estamos posados sobre ese “futuro”, nos encontramos con una imagen fija que medita sin más sobre esta ebria soledad y los surcos que han marcado ya el rostro. Este trabajo fotográfico contiene miradas y sonrisas del ayer, contemplaciones reflexivas al pasado, la espera, el trabajo y el departir con los compañeros, en esos lugares llamados parques que aún acogen sin prejuicios esas figuras transformadas por los años, las manos de un relojero que envejecen por hacer del tiempo su materia prima. Alejandra Sandoval

Vejeces Las cosas viejas, tristes, desteñidas, sin voz y sin color, saben secretos de las épocas muertas, de las vidas que ya nadie conserva en la memoria, y a veces a los hombres, cuando inquietos las miran y las palpan, con extrañas voces de agonizante dicen, paso, casi al oído, alguna rara historia que tiene oscuridad de telarañas, són de laúd, y suavidad de raso.

Pasaje Junín

José Asunción Silva

No. 59 Julio de 2012

Manrique

¡Colores de anticuada miniatura, hoy, de algún mueble en el cajón, dormida; cincelado puñal; carta borrosa, tabla en que se deshace la pintura por el tiempo y el polvo ennegrecida; histórico blasón, donde se pierde la divisa latina, presuntuosa, medio borrada por el liquen verde; misales de las viejas sacristías; de otros siglos fantásticos espejos que en el azogue de las lunas frías guardáis de lo pasado los reflejos; arca, en un tiempo de ducados llena, crucifijo que tanto moribundo, humedeció con lágrimas de pena y besó con amor grave y profundo; negro sillón de Córdoba; alacena que guardaba un tesoro peregrino y donde anida la polilla sola; sortija que adornaste el dedo fino de algún hidalgo de espadín y gola; mayúsculas del viejo pergamino; batista tenue que a vainilla hueles; seda que te deshaces en la trama confusa de los ricos brocateles; arpa olvidada que al sonar, te quejas; barrotes que formáis un monograma incomprensible en las antiguas rejas, el vulgo os huye, el soñador os ama y en vuestra muda sociedad reclama las confidencias de las cosas viejas! El pasado perfuma los ensueños con esencias fantásticas y añejas y nos lleva a lugares halagüeños en épocas distantes y mejores, por eso a los poetas soñadores, les son dulces, gratísimas y caras, las crónicas, historias y consejas, las formas, los estilos, los colores las sugestiones místicas y raras y los perfumes de las cosas viejas!


23 Instantes Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios. Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora. Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Estación Parque Berrio

Iglesia de la Veracruz

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante. Pero ya ven, tengo 85 años... y sé que me estoy muriendo.

Plaza Botero

¿Borges? ¿Don Herold? ¿Nadine Stair?

El anciano Estación Parque Berrio

“En el interior de un ruidoso café, un anciano se apoya sobre un velador; un periódico ante él, iluminado por la soledad. Y en el desprecio de su miserable vejez piensa qué poco gozó de los años cuando tuvo vigor, y elocuencia, y belleza... ...Ha envejecido tanto; lo siente, lo ve. El tiempo de su juventud, como si hubiera sido ayer, pasó. Qué velozmente, qué velozmente. Medita en cómo ahora se ríe de él la Sabiduría; y cómo se fió siempre -¡qué locura!de esa embustera que le decía: “Mañana. Tienes mucho tiempo...” ...Recuerda impulsos que contuvo; y el sacrificio de su felicidad. De su insensata prucendia se burla hoy cada ocasión perdida. ...Hasta que de tanto evocar el pasado se adormece. Hundido sobre el velador solitario.” Kavafis

Plaza Botero

Pasaje Junín

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


24 Desde la U El regreso de vacaciones sorprendió a los habitantes de la Universidad de Antioquia con la historia de Pablo Tobón, el estudiante de Economía que decidió concluir con su vida en un bloque de la ciudadela. Sus profesores y compañeros lo recuerdan.

Este es Pablo Tobón Luis Carlos Hincapié lchincapiem@gmail.com

quería llegar, que quería ser un gran economista, hacer una Maestría y un Doctorado. Ese era su perfil: muy académico, él lo hacía saber así y trabajaba por esas metas”, concluye la profesora Sara. Por fuera de lo académico, Pablo habló con la profesora Sara “más o menos 15 la 1 y 20 minutos de la tarde de aquel 3 de julio, Edwin Torres marcó días antes de salir a vacaciones, me dijo que había cosas que lo afligían. Él quería sapor última vez el teléfono de su amigo Pablo Tobón. Habían quedado de car mejores notas, quería trabajar adicional para mejorar sus ingresos. Le recomendé encontrarse en la Universidad antes del mediodía, en plenas vacaciones, y que consiguiera algo en la Universidad e incluso quedamos en que si yo conseguía era previsible que cumplieran la cita porque nada los apasionaba más que estudiar, una convocatoria se la iba a enviar al correo”. El jueves antes de vacaciones hablaron investigar, hablar de Economía y compartir los ratos de ocio. telefónicamente por última vez y -como siempre- preguntó por lo que había pendienUna hora más tarde, los visitantes frecuentes del bloque 12, la gente de la Faculte en el estudio: un capítulo de un libro para el próximo quiz. Esta era su conducta tad de Economía que se enteraba del suceso y los demás comentaban sobre el insólito típica con los profesores y, en medio de ella, cultivaba el respeto, la confianza y la hecho de que, en una semana, Carlos Mario Robles y Pablo Tobón, dos estudiantes de amistad. A la profesora Luz Ángela Valencia, le regaló, al finalizar el semestre pasaEconomía de la Universidad de Antioquia le hubieran puesto fin a sus vidas. Carlos do, Historias de Cronopios y de Famas de Julio Cortázar. Mario en una estación del Metro y Pablo en el tercer piso del bloque 12, en pleno En lo sentimental, le dijo a la profe Sara que “estaba bien con su novia” y lo miscampus de la Universidad de Antioquia. mo ratifican sus mejores amigos. “Era un novio fiel”, dicen con una sonrisa nostálgiLa profesora Sara Atehortúa conocía a Pablo desde hace año y medio, pero sólo lo ca Edwin Torres y Míxer Gutiérrez. Luego, enfatizan que la versión de “una muerte tuvo en su curso este semestre. “Era un chico muy amigable con los profesores, muy pasional” que publicaron los medios hay que descartarla de plano. amigo de un colega Juan Esteban Vélez y muy amigo de los estudiantes de últimos seEl 28 de julio sería su cumpleaños y el plan ya estaba montado para celebrarlo mestres”. Esta percepción coincide con la de la profesora Luz Ángela Valencia, quien con dos de sus amigas y otros dos contemporáneos. Frente a su muerte, sus amigos también lo considera como un estudiante “inquieto y destacado”, aunque durante solo se atreven a decir que “no hay explicación” y que la decisión de Pablo tuvo que las 4 semanas previas a su muerte, a ella le extrañó no verlo recorrer de extremo a ver con algo más profundo y más personal que las simples necesidades económicas. extremo la Facultad como solía hacerlo. “No se estaba dejando ver mucho e incluso A lo mejor, la causa fue una “depresión que no notamos”, dice Míxer Gutiérrez. “Ese el profesor de Estadística me comentó que había faltado a clase de manera inusual”. día yo estaba en Bello y Edwin me llamó a avisarme. En quince minutos estuve aquí, Apasionado, participativo, muy cumplido con los trabajos “Sobran los elogios pero no tuve oportunidad de verlo, el lugar estaba cercado…”. y faltan las explicaciones para la decisión que tomó Pablo”, reflexiona la profesora “Cuando llegué a la oficina, estaba inundada -relata Edwin-. Había una gotera. Sara. Sus profesores y amigos más cercanos coinciden en que su relación con los Empecé a limpiarla con papel periódico. Yo lo llamé como a la una y no me contestó. compañeros de curso era buena, con todos hablaba, pero su verdadero círculo se La última llamada que le hice a Pablo fue a la una y veinte. En esas me vine para encontraba en semestres más avanzados. Con ellos se reunía frecuentemente, salía a la Facultad a pedir ayuda para lo de la gotera. Cuando llegué donde la secretaria, tomar cerveza al frente y había conformado un grupo de investigación en cuya sede un joven que estaba en Bienestar nos dijo: ‘¡Vengan! ¡Vengan! ... Parece que hay un del bloque 13 pasaban gran parte del tiempo. güevón que se suicidó’”. Daba la impresión de ser muy serio y muy seco porque se expresaba de manera El fin de semana les dijo a Edwin y a Míxer que se sentía mal y que pensaba ir directa y argumentada. Al principio -según sus compañeros- parecía vanidoso y, tal donde el sicólogo. “Habíamos quedado que yo lo acompañaba a pedir la vez, medio fastidioso, pero había que estar cerca de él para conocerlo, cita –agrega Edwin–. ‘De hecho, yo te acompaño porque también quiero agrega Edwin Torres. Con el tiempo, su condición de “rolo” ya no pesaApasionado, pedir una; me parece bueno vivir esa experiencia’. Eso fue el lunes en la ba en sus relaciones. Entre su grupo de amigos y compañeros, primaban noche que hablamos. Cuando yo llegué y me dijeron que parecía que el entendimiento y el respeto. “Estaba unos semestres más atrás, pero participativo, muy era de Economía, Pablo se me vino a la cabeza y dije: ‘Puede que no? siempre quería estar más adelante en términos académicos y buscaba cumplido con los Había como dos muchachos. Uno dijo: ‘Yo lo he visto y es de Filosofía’; gente de mayor experiencia que hubiera vivido más la carrera”, cuenta el otro dijo: ‘No... Yo practico taekwondo y él escalaba’. Entonces, salí su amigo Edwin Torres, quien lo conoció cuando trabajaba en el Centro trabajos “Sobran los ycorriendo y, cuando llegué, ya no había nada que hacer… Yo solo lo vi y de Documentación de Economía. “Llegaba frecuentemente a prestar elogios y faltan las no quería permanecer ahí”. libros de microeconomía, su tema preferido, pasaba gran parte del día El tiempo avanza y siguen las evocaciones de los 15 miembros del allí y luego comenzamos a tomar tinto y a hablar de temas de estudio…; explicaciones para grupo de amigos de Pablo; pero ya no buscan motivos, prefieren guarpero también charlábamos, nos molestábamos, hablábamos de la familia, de mujeres, de aspiraciones”. la decisión que tomó dar un buen recuerdo y que las cosas se queden así por respeto a su familia. Y Edwin expresa que “en medio de nuestro dolor, tratamos de Se sentía muy orgulloso de su familia y hablaba con frecuencia de Pablo”, reflexiona la pensar en detalles que los demás no hubieron pensado. Estuvimos junellos: “Mi mamá es profesora universitaria y mi papá ha trabajado mutos todo el tiempo. Nos íbamos para la casa y seguíamos hablando de cho en obras del Transmilenio de Bogotá”, les decía. La percepción sobre profesora Sara. él… A Pablo, nunca lo vamos a olvidar”. Pablo era la de un estudiante “brillante pero normal”. Nadie pensaba que sus problemas podían ser de tal magnitud. Él mismo afirmaba: “Estas cosas me afligen, pero yo estoy bien”. Siempre fue tranquilo, “es más, yo tenía la imagen de que era muy estructurado, que sabía adónde

A


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.