De la Urbe 86

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2 Ciudad

La casa que aguantó El incendio del pasado 18 de agosto en el barrio Moravia dejó muchas viviendas destruidas y unas cuantas en pie. Esta es la historia de una de estas últimas.

el incendio

Doña Luceli y su hija. Algunos caminos se han hecho entre los escombros para quienes descienden o atraviesan la montaña.

Texto y fotografías: Juan Manuel Valencia Estudiante de Periodismo jmanuel.valencia@udea.edu.co

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iete días antes del incendio que consumiría parte del sector El Oasis en el barrio Moravia, Joel Polo, un habitante de la zona, recibió una llamada de su madre. Era viernes por la mañana y la madre tenía un favor que pedirle a su hijo: un pastor de la iglesia de la que ella hacía parte estaría en Medellín por unos días y necesitaba un lugar donde quedarse. La madre de Joel le preguntó si el pastor podía hospedarse en su casa por el tiempo que estuviera en la ciudad. Él dijo que con mucho gusto. El sábado por la tarde, Joel salió de su trabajo en la empresa de reciclaje Peletizados v&v. Ya sabía que su hermano, con quien vivía, había ido a recoger al pastor Javier. Apenas se conocieron, Joel y el pastor empezaron a hablar de sus creencias: —Hay que buscar de Dios, hermano —le decía Javier. —Hay que buscar de Dios —respondía Joel. El pastor recorrió la casa y, al tiempo que caminaba por ella, pronunciaba rezos y oraciones para “ungir”. Esa noche, además de la compañía habitual de su hermano, su

esposa, la hermana de su esposa, sus dos hijos (un niño y una niña) y el perro, Joel estuvo acompañado por Javier, quien consagró con sus rituales aquella morada de ladrillo y techo de zinc que no alcanza a superar los cuarenta metros cuadrados. El domingo en la mañana, Joel acompañó al pastor Javier a la terminal. De camino conversaron sobre más cosas. En un punto de la charla, el pastor le dijo a Joel: —Hermano, yo anoche tuve un sueño. —Cuénteme, ¿qué pasó? —le respondió Joel. —Por acá va a ocurrir algo. En el sueño, Dios me mostró que por acá va a haber un problema, hermano. —¿Un problema cómo? —No le puedo relatar más. Va a haber un problema, tenga mucho cuidado con la familia. ¿Con la familia? Joel sintió tristeza cuando el pastor le mencionó a la familia. Se despidieron. Joel volvió a su casa, llamó a su madre y le pidió que orara por él. *** El viernes 18 de agosto, el día del incendio, Luceli, la esposa de Joel, se despertó a las tres de la mañana enferma. “Yo mejor me voy con usted para urgencias”, le dijo el marido. Ese día, en vez de arreglarse e irse a trabajar, Joel acompañó a su esposa a la EPS Sura Córdoba.

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*** Cuando llamaron a Luceli eran casi las diez de la mañana. Ella estaba en el hospital. Al contestar el celular, una amiga del barrio le preguntó dónde estaba, le dijo que volviera rápido porque se estaban “quemando los ranchos”. En ese momento, Luceli pensó en sus hijos. Ella estaba en una camilla, acostada mientras le aplicaban droga. A pesar de que tenía una infección, Luceli decidió irse del hospital. Le notificó su resolución al doctor, quien le prohibió irse. Él le dijo que se tranquilizara, debía permanecer hospitalizada, en ese estado no podía permitirle que se fuera. Ella le insistió en que se debía ir, que en ese momento no sabía dónde estaban sus hijos. Le aseguró que volvería al hospital cuando supiera de ellos y se calmara la situación. No regresó. “Igual me habían colocado mucha droga y, con la mano de Dios, eso es suficiente para aliviarme”, pensó. *** Joel salió corriendo apenas supo la noticia. Dejó a su esposa discutiendo con el doctor y se dirigió a su casa para ver qué podía salvar. La vecina que le avisó a su esposa de la catástrofe ya había perdido su hogar en las llamas, pero el de Joel aún estaba en pie. Recorrió las callejuelas estrechas hasta la loma donde se hallaba su casa. El fuego, que había


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Joel Polo en la puerta de su casa.

iniciado en la parte baja del barrio, ya se había llevado muchos de los ranchos de madera. Parado en una esquina, desde donde se alcanzaba a divisar su casa, la vio por primera vez rodeada de llamas. El pasillo que lo conectaba en línea recta con su vivienda era intransitable por el humo sofocante y el fuego, alimentado por la casa de madera que se alzaba frente a la suya y que ahora era consumida por la candela. Joel miró ese corredor desde la esquina frente a su hogar. A su izquierda, las casas eran casi todas de madera. Por allí el fuego se propagaba con facilidad. A su derecha, una seguidilla de casas de ladrillo y cemento, donde las llamas aún no se esparcían, pero que aun así quemaban puertas, ventanas, techos y demás objetos. Joel dio una vuelta por las viviendas de ladrillo, evitando el corredor inundado de humo, y llegó a la parte posterior de su hogar. Con la ayuda de algunos vecinos del sector y de una maza que le proporcionaron, empezó abrir un hueco en una de las paredes de su casa para sacar lo que pudiera.

*** A través del hueco que abrió Joel, con la ayuda de Luceli y de otros vecinos, lograron sacar la nevera y el televisor, los cuales llevaron a la casa de la madre de Luceli. También sacaron ropa, pero mucha se perdió entre las manos de todos los que aparecieron allí para ayudar a evacuar la casa. Sabiendo ya que sus hijos estaban a salvo, la pareja trató de rescatar los bienes que más fuera posible, antes de que su hogar desapareciera. En un punto, la tarea se hizo demasiado dura para continuar. Ya se estaban sintiendo asfixiados por el humo. Las llamas aún no pasaban de la puerta de la casa. Luceli cuenta que no siguió sacando cosas porque “yo vi mi casa en la mitad de las llamas y dije: si todavía no se ha quemado es por algo, es que mi casa no se va a quemar, y ya no seguimos sacando más, que fuera lo que Dios quisiera”. Entonces decidieron parar de sacar sus cosas y esperar a que el fuego se apagara. ***

*** Cuando Luceli iba en el taxi camino hacia su barrio, recibió otra llamada. Su amiga le dijo que se quedara tranquila en el hospital, que los niños estaban bien. Estaban en casa de la abuela. Al empezar el incendio, la vecina fue al domicilio de Luceli y sacó a los niños junto con su hermana, quien no quería abandonar la vivienda. La mujer los llevó a todos al domicilio de la madre de Luceli, quien vive a unas pocas cuadras, en un sector que no fue alcanzado por el incendio. Con un poco más de calma, Luceli siguió camino hacia su hogar. Llegó a su barrio alrededor de las once de la mañana y vio la casa en mitad de las llamas. El gallinero y los tres ranchos de madera que había a su lado derecho ya no estaban. A su izquierda se veía el monte pelado mientras el fuego avanzaba a través de él.

Esperaron en casa de la madre de Luceli. Cuando las llamas se aplacaron ya había pasado el mediodía. Joel les echó agua a las paredes de su casa por dentro y por fuera y descubrió que el daño más grande que había recibido era el hueco que él había hecho para sacar sus bienes. Aparte de eso, solo se habían quemado unas esquinas de la puerta y de las ventanas. Su rancho de ladrillo y techo de zinc aguantó rodeado por los ranchos de madera que se redujeron a ceniza y escombro. Al ver que a su casa no le había pasado nada llevaron de nuevo sus cosas para allá. Hoy, la casa de Joel y Luceli sigue en el mismo costado del Oasis en que estaba antes del 18 de agosto de 2017. Ellos todavía habitan aquella colina de Moravia, aun cuando al abrir la puerta de su casa se encuentran de frente con un monte de madera chamuscada, árboles negros y piedra partida.

El hecho El incendio sucedió en el sector El Oasis del barrio Moravia el viernes 18 de agosto del 2017. Según fuentes de la comunidad, las llamas iniciaron en una casa en la parte baja debido a un cortocircuito, probablemente con un cable pelado, alrededor de las 9:30 a.m. El fuego se propagó hacia arriba. El área quemada corresponde a ocho mil metros cuadrados, donde había principalmente casas de madera. La comunidad se alió para controlar las llamas y ayudar a las personas a salir de los ranchos o a sacar sus bienes. Algunos denuncian que la policía entorpeció su labor al no permitirles cerrar varias calles mientras ellos cargaban agua a pie desde un sector vecino; esto, debido a que, como ellos afirman, los bomberos fueron ineficientes al apagar el incendio. De acuerdo con datos de la administración, hay 466 familias afectadas. Las opciones de hospedaje para ellos son varias, algunos se acogieron a la oferta de reubicación de la alcaldía: les pagan tres meses de arriendo en otra casa mientras buscan una solución permanente. Otros se alojan en un albergue temporal para habitantes de calle en Barrio Triste. Los demás están con vecinos y familiares o en cambuches bajo el puente de la Madre Laura. No hubo personas muertas, pero sí tres perros y un gato. No es la primera vez que hay un incendio en este sector de Moravia, en el 2007 se reportó otro con doscientas casas incineradas.

Días después del incendio repararon el hueco de la casa. Perdieron algunas cosas: la ropa que desapareció entre las manos de quienes se ofrecieron a ayudar, un colchón, que fue lo único que se les incendió ese día, y a muchos de sus vecinos cercanos, quienes tuvieron que decidir entre irse a vivir en cambuches debajo del puente de la Madre Laura, irse a alguno de los albergues que ofrece la alcaldía o buscar quién los hospede. *** La tarde del incendio Joel llamó en repetidas ocasiones al pastor Javier para contarle la situación. Cuando por fin le contestó, el hombre le recordó que le había dicho que algo iba a suceder. *** La noche del incendio, Joel, Luceli y el resto de la familia durmieron en la misma casa en la que despertaron en la mañana.

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Capítulo Antioquia

ISSN 16572556 Número 86 Septiembre 20 - Octubre 20 de 2017

Representación estudiantil: un entretiempo para el diálogo

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i se comparara el debate sobre la elección del representante estudiantil de la Universidad de Antioquia ante el Consejo Superior con un partido de tenis, podría decirse en principio que la pelota ha pegado en la malla y el partido ha entrado en un receso hasta 2018. La convocatoria de la administración a elecciones después de trece años, su negativa a aplazarlas aduciendo motivos legales y la renuncia de los candidatos por la presión de la Asamblea General de Estudiantes, que argumentaba la falta de mecanismos de veeduría a la figura del representante, conforman el balance del primer set. Se trata de un partido jugado varias veces en décadas anteriores. En 1971, por ejemplo, otra coyuntura llevó a que el Consejo Superior tuviera entre sus miembros ocho representantes de los estamentos universitarios: dos estudiantes, dos profesores y cuatro decanos. Un panorama más favorable que el actual, determinado por la Ley 30 de 1992, donde seis de los nueve miembros del Consejo Superior Universitario (CSU) son externos a la universidad y solo tres sillas están destinadas para sus estamentos: un representante de los decanos, uno de los profesores y uno —ausente por el momento— de los estudiantes. El experimento de democracia universitaria de 1971 fue interrumpido tres meses después. Entre las causas de su fracaso estuvo la incapacidad del movimiento estudiantil de entonces para aprovechar su victoria. Sus dos representantes carecían de autonomía, actuaban como voceros de la Asamblea y debían someter cada una de sus acciones a la votación de esta, lo que dilataba las decisiones y el funcionamiento de la Universidad. A partir de 1992 solo dos estudiantes han ejercido su rol en el CSU. El primero, entre 1992 y 1993, fue obligado a renunciar por la Asamblea. El último, Wílmar Mejía, ejerció entre 2003 y 2004. Una vez concluido su período, las urnas de la siguiente elección fueron quemadas por estudiantes en contra de su gestión y de la elección misma. Estas experiencias revelan la persistencia de una tensión histórica entre dos formas de ver la democracia: la representativa —que delega las decisiones de la mayoría en una persona elegida por votación— y la participativa —que privilegia los procesos asamblearios y la construcción de decisiones desde la comunidad—. Sin embargo, durante los

política, cometidos para incentivar la acción de grupos paramilitares, quienes a su vez han incrementado la inequidad en Colombia. Una vez más, tres grandes males en un solo caso.

Pintemos todo de amarillo

¿Quién está detrás de las vallas de la Alcaldía de Medellín?

Cualquiera diría que un niño de tercero de primaria que todavía escribe “mobilidad”. O un tipo sin Word. Un muchachito que se escapaba de las clases de matemáticas en el colegio y nunca aprendió de cifras. También puede ser un funcionario mediocre sin muchas ganas de explicar en qué, en quiénes y cómo se invierte en la ciudad. O uno muy maquiavélico, vaya cualquiera a saber. Como sea, alguien que nunca en la vida vio una clase de español, a lo mejor porque lo suyo es el inglés: los mensajes de bienvenida en inglés para un papa latinoamericano. Un perezoso que prefirió sacar una frase falsa de twitter, que leer algún discurso del pontífice. Un publicista muy play a quien no le sale muy bien la copialina —basta ver su imitación pobre de aquel famoso cartel We can do it! para inspirar trabajadores—. ¿Alguien perdido en los tiempos de Upa donde hay que ser macho, duro? ¿Un lupista que solo piensa en grande? ¿Un pervertido? Quien sea, Fico, es tu enemigo.

Indignante

Fotografía de portada: Sara Asprilla Palomino Lo que antes fue una arrocera y luego una discoteca es hoy, acaso, el campo de juegos de un grupo de niños en este municipio de Córdoba. Imagen correspondiente al fotorreportaje “Postales de Ayapel”.

últimos meses la posición tradicional de la Asamblea se ha visto expuesta a nuevos matices. Han surgido voces que ven posible conciliar la representación con mecanismos de participación que les hagan contrapeso. Suscribimos esta postura. A pesar de las falencias del sistema de gobierno actual, del papel minoritario que otorga a estudiantes y profesores en las decisiones de la Universidad, es necesario copar cada espacio de participación. No solo por razones éticas, sino prácticas: no participar del CSU por considerarlo ilegítimo no elimina los efectos reales de sus decisiones sobre la vida de los universitarios. Tener ojos, oídos y voz en esa instancia de poder significa tener acceso a la información; abre la posibilidad de un movimiento estudiantil menos reactivo, que no solo actúe en respuesta a la coyuntura o que, al menos, reaccione más rápidamente ante ella. Las reglas del partido no han cambiado, aún es vigente la Ley 30 de 1992, pero hay formas más democráticas de jugarlo. Un ejemplo es la Universidad de Nariño, donde los estamentos universitarios tienen un rol protagónico en el gobierno universitario: presentan borradores del Estatuto General y eligen a sus directivos, como el rector —el Consejo Superior se limita a ratificar la elección—. Este referente, por el momento, resulta lejano para la Universidad de Antioquia, pero es una muestra de la posibilidad de coexistencia de formas de democracia representativa y participativa. Podría pensarse que la bola está en el campo del movimiento estudiantil. La renuncia de los candidatos que se habían presentado para las elecciones del 5 de septiembre probó la relevancia política de la Asamblea; ahora le corresponde demostrar su capacidad operativa y generar durante estos meses los mecanismos para el control del representante. Pero las responsabilidades son compartidas. Los mecanismos no pasan solo por el debate asambleario, la administración tiene la deuda de propiciar unas elecciones legítimas, no en términos normativos, sino políticos. Entre sus pendientes está generar claridades sobre la financiación de las campañas y garantías para que la figura tenga incidencia real en el debate de gobierno universitario. Un gesto de renovación sería que estos aspectos fueran producto de un diálogo entre ambos actores, cuyo partido no está en receso: se juega sus puntos decisivos durante estos meses.

En muchas ocasiones se ha dicho que los grandes males de Colombia son la inequidad, la corrupción y la impunidad. En los últimos meses hemos podido verlos descaradamente salpicar a todo el Estado colombiano. Las grabaciones al exgobernador de Córdoba Alejandro Lyons, que reveló la DEA el mes pasado, han puesto en evidencia el entramado de corrupción que existía en la rama judicial. Dos expresidentes de la Corte Suprema de Justicia han sido acusados de pedir sobornos para acabar con procesos judiciales de congresistas como Musa Besaile, investigado entre otras cosas por parapolítica. El congresista Besaile ya confesó haber pagado dos mil millones de pesos para que hundieran las investigaciones en su contra. Esto configura un acto de corrupción y promueve la impunidad frente a crímenes de para-

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En Medellín es muy sencillo criticar a la administración de turno, más cuando esta nos da razones a diario para acrecentar nuestro descontento. Pero a veces esas críticas sirven y la alcaldía actúa casi que de inmediato para solucionar el problema. Esto ocurrió el 10 de septiembre cuando un grupo de motociclistas pintó círculos con pintura amarilla alrededor de huecos y baches en la carrera 80 para evidenciar el deterioro de las vías. Resulta que, aunque suene raro e imposible, la administración respondió y en la noche del 11 de septiembre ya estaba en la 80 tapando los huecos. Si la solución es pintar de amarillo los problemas que tiene esta ciudad para que la administración los vea y solucione, seguro no habría pintura suficiente en el planeta para lograrlo.

¿Y la tierra?

La violencia bipartidista y, en consecuencia, la evolución a las guerrillas campesinas, liberales y comunistas, han tenido como telón de fondo el problema agrario y la desigualdad en la tenencia de la tierra en Colombia. Por eso, el año pasado, 52 años después de creada la más grande de esas guerrillas, las Farc, el Estado firmó con esta un acuerdo de paz, que tenía como uno de sus pilares una Reforma Rural Integral que buscara solucionar una de las causas históricas del conflicto. El pasado 29 de mayo se puso en marcha este compromiso, mediante el Decreto Ley número 902 del 2017; allí quedaron sentadas las bases que facilitarían tal reforma. A la fecha, ha sido escaso el cubrimiento mediático frente a este tema, si se le compara con el amplio análisis que ha tenido la Justicia Especial para la Paz (JEP). Esto es preocupante si se tiene en cuenta toda la responsabilidad que tiene la Agencia Nacional de Tierras para implementar dicho decreto y que esta Reforma Rural Integral podría quedarse en el papel sin la veeduría de la opinión pública y la ciudadanía. Hay que pararle bolas al tema de la tierra en Colombia.


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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 Posconflicto

Henry Acosta Patiño, facilitador del diálogo Gobierno-Farc

La paz estable y duradera Juan Arturo Gómez Tobón Estudiante de Comunicación Social Periodismo juan.gomez2@udea.edu.co

¿

Cómo le ha cambiado la vida a Henry Acosta ahora que es un hombre público? Antes era más fácil. Mucho viaje llevando y trayendo mensajes del monte; primero con el presidente Uribe y después de Santos, pero con un bajo perfil. Cuando se supo quién era yo vinieron las entrevistas, conferencias en universidades y gremios. Al igual seguía con el papel de facilitador. A la par llegaron los compromisos de opinión. No es que sean complicados, sino que a veces los periodistas, unos, no todos, editan las entrevistas y ponen en ella lo que menos uno habló. El trabajo se intensificó y el riesgo aumentó. De su respuesta nace una pregunta: ¿cómo ha sido el papel del periodismo en el proceso de paz con las Farc? Pesó mucho y seguirá así, no en vano se le dice el cuarto poder. Lamentablemente, en Colombia, los grandes medios, esos que pertenecen a poderosos conglomerados, tomaron partido frente al proceso de paz con las Farc. Es como si les gustara el morbo de la guerra y no la situación posible de la paz. Su posición no era a favor de la guerra sino en contra de la paz. Eso, en resumidas cuentas, significa lo mismo. Las grandes cadenas tomaron partido frente al plebiscito e influyeron a favor del «No». Para la muestra un botón: en diecinueve años que estuve como facilitador del proceso de paz, la iglesia católica siempre estuvo a favor, pero llegó el momento de votar y cometieron el error de declararse neutrales en algo tan trascendental. Así, sucesivamente, muchas organizaciones, gremios y colectividades tomaron posiciones no entendibles. Pero no se puede negar que en Colombia se está gestando, gracias a las nuevas TIC, una nueva generación de periodistas independientes, que hacen grandes aportes a la opinión pública. Pero las redes como Twitter, WhatsApp, Facebook, se han vuelto incontrolables; la gente replica cosas sin verificar si es verdad. Y una mentira repetida muchas veces se vuelve verdad. Los medios de comunicación se deben comprometer con la justicia social y la equidad, no con lo que necesitan los empresarios. ¿Cuáles fueron los momentos más difíciles de los diálogos? El 4 de noviembre de 2011 cuando mataron a Alfonso Cano pensé que todo se acababa, pero dos días después me manda a buscar Pablo Catatumbo y por intermedio de otro comandante le envía el siguiente mensaje a Santos: “A pesar de la muerte de Cano, los diálogos continúan”. Todo eso, a sabiendas de que, dos meses antes, se habían acabado las conversaciones exploratorias y firmado el acuerdo general, que era la agenda para el acuerdo final. Existen versiones, como la del excomandante Francisco González, quien en una entrevista, que se puede ver en YouTube, dice que a Cano lo capturaron vivo y luego lo asesinaron. Hubo otras que no se las puedo contar, pero diré una que el país no conoce. Sucedió cuando se creó lo que se conoció como el cónclave y se le entregó la manija de los diálogos a la canciller: Sergio Jaramillo y Humberto de la Calle siguieron ahí, pero la dirección la tomó María Ángela Holguín. Por andar haciendo las cosas a la carrera, se tocaron puntos muy rápido que no se habían discutido, como la reincorporación que solo se trató en dos páginas; otros, como los temas de género y étnico se tocaron el último día. En ese periodo sucedió algo que el país no conoce, Timoleón le dijo a Santrich: “Usted era el que más se oponía, ahora le va tocar ir y junto con el Gobierno redactar cómo va quedar el acuerdo final”. Por increíble que parezca, el hombre que más se oponía a todo, es quien termina redactando el acuerdo final. Hoy es uno de los hombres más activos dentro del partido de las Farc junto con Iván Márquez, que lograron que el partido se llamara Farc. Lo cual es un error gravísimo. ¿Por qué es un error gravísimo? Las Farc resuelven dejar las armas y deciden desmovilizarse mentalmente. Desde hace cuatro años venía hablando ese tema con Timoleón, pero ellos no se desarmaron nominalmente; es algo ilógico seguirse llaman-

aún está lejos

El alguna vez denominado “secreto mejor guardado” de los diálogos de paz y todavía facilitador de dichos diálogos da su visión sobre la implementación de los Acuerdos y los peligros latentes en la etapa del posacuerdo, y explica las razones por las que desde su punto de vista serían deseables una nueva Constitución y la consecuente reforma política. Además, expone el porqué y bajo qué condiciones se debe hablar con grupos como el Clan del Golfo. Solo en unos cuatro años podremos decir si valió la pena o no. Henry Acosta Patiño do como cuando eran una organización armada. Acá se acostumbra regalar gorras o camisetas que dicen: «Yo soy Partido Liberal» o «Partido Conservador». Imagínese una camiseta que diga «Yo soy Farc». Las Farc están pensando más con el deseo que con la razón. Lo otro que estaba en discusión, no sé si lo sacaron de los estatutos, es la orientación ideológica; estos decían que eran unos marxistas-leninistas. Son unos absurdos históricos pensar que este país sea socialista y acabar con la propiedad privada, la globalización acabó con el socialismo. Ellos sentaron su posición en este tema en un mensaje que le traje al presidente Uribe en junio 16 de 2006, que empezaba diciendo: “No estamos por la toma del poder ni porque Colombia sea un país socialista”. Las Farc son conscientes de eso. ¿Cómo va la implementación de los acuerdos? La situación está muy grave. Por ejemplo, reincorporación no habrá. A cada uno de los guerrilleros le darán ocho millones de pesos, dizque para montar empresa. Apenas a principios de agosto le ordenaron a la Agencia Colombiana para la Reintegración que empezara con eso, pero la ACR no tiene los instrumentos económicos ni legales. ¿En qué va a terminar un asunto tan importante como la reincorporación de catorce mil guerrilleros que existen entre desmovilizados y detenidos? Esos hombres y mujeres que están esperando una reincorporación social, pero solo se les entregan unos recursos para montar un negocio. ¿Qué van a saber de emprendimiento personas que han estado veinte años en el monte?

Henry Acosta Patiño fue por diecinueve años un anónimo mensajero, llevando y trayendo palabras, unas veces escritas, otras a viva voz, por montañas y selvas de Colombia; algunas en medio de fuertes operativos militares y otras tomando vuelos de afán para sortear las crisis en la mesa de La Habana. Su mayor placer es gozar de la compañía de su “Dulcinea”, Julieta López Valencia, y su mejor amigo, su perro Pablito. Humberto De la Calle Lombana, quien fuera jefe del equipo negociador del Gobierno, dice: “Tengo una enorme admiración por Henry Acosta, por su papel en la consolidación de la paz en Colombia. En su origen, las primeras intentonas y mensajes cruzados corrieron por cuenta de él, luego sirvió como facilitador entre el Gobierno y la guerrilla, y hoy es un defensor de lo que se hizo. Henry Acosta es un apasionado de la paz”.

“Las víctimas y los sectores productivos históricamente invisibilizados se deben convertir en partido político, como el caso del partido de los Sin Tierra en el Brasil”. Fotografía: Archivo María Angélica Cardona Gómez

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7 Sin reincorporación a la vida civil existe el enorme riesgo de tener 300 o 400 bandolas en el país; ellos están preparados para la guerra y van a tener que rebuscarse la vida de la forma que mejor saben. Eso lo hablé con alias Romaña y él me dijo: “Henry, acá vamos a maldecir el día que se firmó el acuerdo final, porque era más fácil mantener ochenta frentes o columnas móviles con mando único, que tener trescientas o cuatrocientas bandolas haciendo fechorías”. ¿Se puede repetir la historia de la UP o el EPL? La respuesta es triste. A Colombia el deseo de venganza la ha perseguido a través de su historia. En La Habana se firmó el fin del conflicto armado entre el Estado y las Farc, no la paz. Solo en unos cuatro años podremos decir si valió la pena o no. Por otro lado, en Colombia no se consolidará la paz mientras existan grupos armados como el Clan del Golfo, tengamos el nivel de corrupción actual y exista el narcotráfico. Otro punto es que la economía colombiana es una economía de guerra y el tamaño del ejército; donde haya paz no se necesitará un ejército tan grande, por eso hay militares que están en contra de la paz. ¿Para consolidar la paz es necesario dialogar con otros grupos? Claro, hay que conversar con los que están salidos del carrete, es necesario saber qué quieren ellos y dialogar sobre la premisa de lo que es posible hacer, pero los del Golfo son un grupo alrededor del narcotráfico, entonces ellos salen y llegan otros. El asunto no es solo hablar, lo prioritario es erradicar las causas de la existencia de ellos. Como se lo propuso Alfonso Cano a Uribe, en aquel mensaje que llevé yo, él le dice al entonces presidente Uribe: “Sentémonos a dialogar sobre las causas del conflicto armado interno” y Uribe le dice: “Dígales que yo no me siento a eso, que entreguen esos fierros”. ¿Cómo quedan las víctimas ante este panorama? A los acuerdos les faltó darles igual condición a las víctimas en participación en política, participación que no está negada en los acuerdos, sino que no está facilitada. Pero el grueso de los medios de comunicación y de los políticos tradicionales solo catalogan como víctimas a las de las Farc. Como si acá no existieran víctimas del Ejército, de los políticos o de los empresarios. Yo me atrevo a decir que en Colombia hay cerca de treinta millones de víctimas. Se dice que el eje central del acuerdo final son las víctimas, pero eso es solo un decir. Solo se acordó lo esencial: usted para ser reconocido como tal debe ir a la Unidad para las Víctimas y después hacer cola para recibir 120 mil pesos cada tres meses. ¿Cómo pueden cambiar esa realidad y la de otros sectores como campesinos y mineros tradicionales? El factor terrateniente es preponderante en nuestro país, es un lastre que cargamos desde la colonia con la encomienda; desde ahí se vuelve el terrateniente una institución y después nos trajo el otro mal, los paramilitares. Estos no nacen contra las Farc, son más antiguos; su fin, despojar de sus tierras a los campesinos y, después, en sus inicios, las Farc entran a defender a los campesinos. Y hoy, que no existen las Farc como grupo armado, sigue la misma historia, a quienes les restituyeron las tierras se las están quitando de nuevo y a los reclamantes los están matando. A donde debe ir el país es hacia la equidad y la justicia social sin acabar con la propiedad privada, esto se logra con

Ahora un grupo político, pero todavía con la mayoría de sus militantes concentrados en zonas veredales en varios departamentos, las Farc tienen al país a la expectativa por el éxito o fracaso de su desmovilización. Fotografía: César Alzate Vargas

una economía de bienestar. En la Colombia de hoy pasa todo lo contrario, no se busca esa equidad. Para cambiar esa realidad, las víctimas y los sectores productivos históricamente invisibilizados se deben convertir en partido político, como el caso del partido de los Sin Tierra en el Brasil; lo deben hacer los estudiantes. Eso de salir con banderas no resuelve nada, solo así podrán llegar a algunas esquinas del poder, eso hace parte de la solución. Lo otro es morir como Atanasio Girardot, solo por poner la bandera. El camino es la democracia. Pero para que haya verdadera participación en política es necesario implementar el voto obligatorio y acabar con la inscripción de la cédula; acabar con el umbral y las listas cerradas. ¿Es necesaria una nueva Constitución para Colombia? Absolutamente necesaria. Pero cuidado, que no nos pase lo de la gloriosa Constitución del 91, donde se sentaron todos los partidos, la oposición, el M19 y el EPL y hoy de ella no nos queda nada. La nueva Constitución debemos blindarla con mecanismos como la Constitución de Estados Unidos. Allá existen las Enmiendas y estas no se pueden tocar o elevarlas a Acuerdo Especial según el Protocolo Tres de Roma. Es necesario blindar algunos puntos, para que los gobiernos futuros no la amolden a su amaño. ¿Cuál fue el momento más alegre como facilitador? El 23 de junio de 2016 en La Habana, cuando se firma el fin de la guerra. Algo paradójico: el presidente Santos prácticamente no quería darle la mano a Timoleón y Raúl Castro lo logró. Pero ese día me lamenté. Lo sigo haciendo, las Farc no reconocen que el artífice de todo este proceso de paz fue Alfonso Cano, ese fue el ideólogo y quien mandó los primeros mensajes tanto a Uribe como a Santos. Desconozco las razones.

Para hacer más bella

la paz

Texto y fotografías: Carlos Orlas vierte aguas limpias tanto al Cauca como al Magdalena, corredor biológico de especies como el jaguar). Estudiante de Ciencia Política Vale la pena escuchar estas voces, las del guerrillero carlosandresorlas@gmail.com raso, el que, como dice Atahualpa, “de tanto ir y venir, hizo una huella en el campo”.

H

ace meses, antes de la presentación oficial del partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), tuve la oportunidad de visitar como corresponsal de AMA (Alianza de Medios Alternativos) a la guerrillerada concentrada en la zona veredal de Carrizal, en Remedios, Antioquia. Entonces muchos excombatientes tenían la idea de quedarse ahí para cuidarse las espaldas [la vida] entre ellos, vivir como una familia y proteger la “franja amarilla” que han delimitado de manera artesanal en la Serranía de San Lucas (la única serranía que

Lo pactado obliga El 6 de septiembre de 2017 la ONU empezó la destrucción de las 7.132 armas dejadas por la guerrilla de las Farc-EP; a la par, estas se convertían en el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Estos dos hechos marcan el fin del grupo subversivo, pero de no darse con éxito la Implementación del Acuerdo Final peligra la consolidación de la paz y se corre el riesgo de que esta sea un sueño más lejano que en el pasado. En agosto de 2017 se había logrado el 17,9 por ciento de lo acordado. De los veinte proyectos de ley necesarios para la implementación de los acuerdos, ocho han sido presentados al Congreso y solo dos han sido aprobados, pero los dos numerales de este, donde reza que lo aprobado debe tener concordancia con lo acordado, fueron declarados inexequibles y actualmente hay una ponencia del magistrado Luis Guillermo Guerrero que busca eliminar apartes como: “Las instituciones y autoridades del Estado tienen la obligación de cumplir de buena fe con lo establecido en el acuerdo final”. El mismo informe del Observatorio de Seguimiento a la Implementación hace especial énfasis en la lentitud en puntos como inversión en zonas de conflicto, sustitución de cultivos y reforma agraria. Según el segundo informe de la Fundación Paz y Reconciliación, 55 líderes sociales o comunitarios han sido asesinados desde el 24 de noviembre de 2016, fecha en que se firmó el acuerdo, hasta el 11 de julio de 2017. De los 242 municipios donde había presencia de las Farc-EP, en doce existe hoy presencia o expansión del ELN; en dieciocho, de grupos armados organizados y, en dieciséis, de disidencias de las Farc. El mismo informe resalta la presencia de las Fuerzas Militares en 160 municipios donde existió presencia del grupo subversivo.

Teo, el político Es el enlace político con lo que llaman “los civiles”. Tiene la elocuencia de un hombre que, además de haber leído, ha templado su ser en los trajines de un conflicto social y armado cuyas raíces siguen hundiéndose en lo agrario: “Me puse Teófilo por Teófilo Forero —me explica—, el compañero que en su momento dio un debate muy duro con un sector socialdemócrata del partido que condenaba la lucha armada y terminaba trabajando al lado del enemigo, dando dedo y todo eso. Él era muy lúcido”.

Teo es oriundo de Envigado. Tiene unos cuarenta años, veinticinco de ellos en la insurgencia. Su padre fue obrero de Cervunión en Itagüí y él, desde joven, participó de algunas incursiones subversivas en el barrio San Pío de Itagüí con los epelos, como se refiere a los otrora integrantes del Ejército Popular de Liberación. Cuando le pregunto si puedo mencionar su nombre en una crónica, me responde: “Hermano, es que mi acción ya es la política abierta, de cara a todo el pueblo”. Me revela entonces su nombre de pila: Gustavo Adolfo Palacio Zuluaga. Y con su nombre, vuelve a lo suyo, a su discurso: “En la guerrilla nunca dejamos de hacer política ni de luchar por la paz. Ahora queremos apostarle a la construcción de paz desde acciones pequeñas como el cuidado de la naturaleza. Queremos involucrar en ello a ingenieros

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8 Posconflicto —Ah, qué bonito eso. Yo creo mucho en la lectura, hermano, porque cuando armo un cerebro, armo un místico con fusil. Zuleima, la militante Es tímida, hermosa, de San Vicente del Caguán (Caquetá). La gran mulata con rasgos entre indígenas, ribereños y campesinos. Cuando la vi por segunda vez llevaba puesto el uniforme militar que muchos todavía se ponen de vez en cuando con toda naturalidad. Tiene dos hijos y, aunque es una mujer de pocas palabras, me compartió algunas acompañadas de sonrisas, silencios, dulzura y mucha convicción. “Acá somos muchas mujeres y nunca nos han tratado como inferiores ni nada de eso. Ni como si solo sirviéramos para tener hijos, cocinar y quedarnos en la casa. Las Farc es una familia y ahorita que definamos bien lo del partido político seguiremos siéndolo para luchar por una vida con decoro para los campesinos. Ellos son nuestra base social. Dejamos las armas, pero no dejamos el espíritu revolucionario con el que nacimos”.

Mural. La ZVTN parece irse adecuando para ser un vividero de farianos que homenajean a sus camaradas en cada acto cultural y en todo tipo de pancartas.

agrónomos, ambientales y forestales, para que nos ayuden a mantener e incluso a ampliar esa franja amarilla que nosotros hemos trazado para proteger la biodiversidad que hemos podido reconocer en tantos años recorriendo Serranía de San Lucas. Nosotros cogimos un baldado de pintura amarilla a base de aceite y empezamos a demarcar esa franja para proteger miles de hectáreas de selva que son el corredor biológico de especies como el jaguar, la danta, los manatíes. Y allí quedó vedada cualquier tipo de intervención humana que alterara este hábitat. En un año de guerra se destruyen hectáreas que tardan ochenta años en recuperarse. Y Manos a la obra. Los guerrilleros se disponen a montar una pirámide de madera para asar carne a la llanera. nosotros tenemos algo de culpa, pero un solo bombardeo del Ejército provocaba un desastre apocalíptico en términos de la biodiversidad destruida en pocos minutos. Queremos restaurar el territorio a partir de la reforestación con especies nativas y otras de rápido crecimiento. Lo otro es que esta zona es una reserva de oro, pero no vamos a entrar a criminalizar al campesino que vive de miniar. Imagínense cuánto oro hay que, en la mera construcción de este campamento, con dos paladas de la retroexcavadora, se sacaron algunos castellanos, apenas en la superficie. Entonces: ¡cuánta gana le llevarán a esto las multinacionales! Nosotros queremos que los campesinos puedan hacer otro tipo de miFumando espero. Muchos guerrilleros fuman y charlan en circunstancias para ellos inusuales, custodiados de nería porque ellos, a pequeña ONU y Ejército, y esperando con incertidumbre un subsidio del gobierno hasta para comprarse sus cigarros. escala, también contaminan. Para eso debemos generar alternativas dignas. K. anda con su libretica escribiendo unos versos muy La idea nuestra es involucrar a los campesinos en el enamorados. Y muy patrióticos. Y rebeldes. cuidado de la biodiversidad y dimensionar al ecosistema —Kaimán, ¿para qué la poesía en tiempos de guerra? como víctima la guerra. —le hago la pregunta de Hölderlin, el poeta alemán. Ahora, sabemos que nuestro enemigo no ha cambia—Porque en la guerra se necesita algo de humanidad do y siempre ha sido nuestro enemigo de clase, a muerte. —me responde. Ellos siguen pensando en exterminarnos. Las veinticua—¿Y en tiempos de paz? tro horas del día que vivíamos en la selva estábamos ex—Para hacer más bella la paz —responde entre sonpuestos a morir. Ahora también lo estamos, pero proterisas. gidos de mucho pueblo. —En medio de la guerra, ¿te quedaba tiempo para leer, escribir, para arrebatarle versos a la muerte? Kaimán, el poeta —En las postrimerías del conflicto, he tenido tiempo —Kaimán con k —me dice—. Porque el otro es el para el amor, para organizar mis ideas en favor de las búsanimal. quedas del pueblo. Somos un puñado de hombres y mujeres Costeño, nacido en los Montes de María, lleva unos convencidos de que esta lucha rendirá sus frutos. treinta años en la guerrilla. Con una pinta no muy militar, —Kaiman, en un libro que se titula Cristo con un fusil al de boina y gafas, me recuerda a León de Greiff: Porque me hombro, Kapuściński narra que los guerrilleros que liberaron ven la barba y el pelo y la alta / pipa / dicen que soy poeta… cuando Mozambique del colonialismo portugués iban con fusiles no porque / iluso / suelo rimar —en verso de contorno difuso— / para combatir al opresor y a la vez con libros para alfabetizar mi viaje byroniano por las vegas del / Zipa. a su pueblo cuya mayoría era analfabeta. ¿Qué piensas?

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Agustín, el rapero Nació en Ituango, municipio del nordeste antioqueño. Tiene veinticuatro años. Su abuelo, su padre y algunos tíos pertenecieron a la guerrilla. Su madre y otros familiares salieron desplazados del pueblo por amenazas de los paramilitares. La familia se asentó en la Comuna 3, Manrique, pero Agustín, porque lo sentía como un destino, ingresó a las Farc-EP y no quiso huir a la ciudad. Canta rap porque un día vio a otro compañero, se inspiró, le pidió pista y se improvisó unos versos. Sus letras hablan de la ciudad, los jóvenes, el campo, el hambre: Esto es pa los jóvenes que viven en cantidad / Encerrados por el humo que contagia la ciudad / Y como no tienen dinero porque el gobierno lo niega / Ellos meten marihuana acompañándose a ciegas. Su misión se les agota y piensan que su vida es bella / Solo miran hacia el cielo y ven una linda estrella. / Niños llegan desplazados y piensan en un buen vivir / Y su madre en su conciencia sabe que van a sufrir / Ella todos los domingos se va para misa en bus / Y se arrodilla en ese templo a pedirle a su Jesús: / Que ilumine a sus hijos, que tengan un buen trabajo… / Y como no tienen apoyo solo miran hacia abajo. […] Solo porque eres pobre no te dan valoración, / yo te invito gran amigo que hagamos revolución Yo doy como el árbol fino…yo hago parte de las Farc, el ejército del pueblo, / déjate hablar de mi causa / solo mira pa delante, deja atrás todos tus vicios y serás un militante… Miras tu querida madre brillar como un diamante, / ella llora de alegría porque soy un militante. / Ahora el barrio sigue contagiado y todos hacen hasta rumba y se quedaron con las ganas de mirarte en una tumba, / cogerás un nuevo rumbo y así nadie te ataja, lucharás por nuestro pueblo y por todas las clases bajas. Para toda esa juventud perdida en las ciudades sepan que yo desde aquí, llevo oportunidades, / Para que tengan vivienda, para que haya educación, para que reine la paz y triunfe la revolución. Andrea, poeta a dos manos No se dejó entrevistar en cámara. Sin embargo, me compartió un poema que escribe a dos manos con su hija, un poema “al natural”. Esas palabras así, escritas como se puede o como le suenan o como le nacen, me recordaron a Pessoa: “Obedezca a la gramática quien no sabe pensar lo que siente”. Este es el poema de Andrea, que, en el más bello instinto de la pluralidad, firmó como Andreas: Tierra amada Andando por los caminos de mí amada patria Colombia Conocí tus secretos, viví entre tus entrañas Brazos abiertos de espesa montaña que abrigaste mis noches brindándome el descanso después de la larga jornada. ¡Manto verde como la colcha de la vieja Mamá! ¿Cuántas noches fuiste testigo de mis angustias, sueños, alegrías y parrandas? ¿Cuántas noches y días fuiste trinchera en la Batalla donde sin clemencia la guerra te arrebataba el silencio plácido que brindas en tus entrañas, con bombas, cohetes y metralla? Y aun así tú fuiste esa Vieja Mamá: abriendo tus brazos, recibiendo a tus hijos, aquellos que nacieron entre Helecho y Palmas. ¡Tierra Amada! Hoy te pido perdón por haberte herido Cuando por ignorancia mutilaba y daba muerte a tus especies que en tu seno guardabas como aquella madre que celosa cuida de sus hijos: protegiéndolos del perverso que no duda en maltratarlos. Te abrazo hoy con cariño expresándote desde mi alma: —Que haré de ti un gran monte verde Tibio nido para todos Como la colcha de la vieja Mamá.


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ESPECIAL ¿Universidad públ ica?

La universidad que fue y… seguirá siendo

Que la universidad pública en general, y la de Antioquia en particular, es y seguirá siendo del Estado, no tiene discusión. El problema radica en que cada vez más los costos de funcionamiento se trasladan a las arcas propias de cada entidad, y de estas a las de las unidades académicas, lo que se refleja en que paulatinamente las matrículas costarán más y habrá menos estímulos académicos. 2016, mencionaba que el déficit para ese año era de “aproxiDaniela Jiménez González madamente 38 mil millones de pesos”. danielajimenezg09@gmail.com Juan David Tamayo Mejía Según el informe de Gestión y resultados sociales 2016 de la Universidad de Antioquia, ese año terminó con un juandatamayo17@gmail.com déficit por valor de $37.995 millones. Esta cifra, sumada Estudiantes de Periodismo

al déficit del año 2015 por $62.088 millones, arrojaba un acumulado negativo de 100.083 millones de pesos. En el año 2000, la Universidad de Antioquia solo contaba con un siete por ciento de profesores con título de doctorado. En la actualidad, el 42 por ciento de los docentes cuenta con este nivel de formación. Y este aumento, con el mismo número de profesores, incrementa los gastos de funcionamiento de nómina, que es, precisamente, donde está concentrado el déficit de la Universidad. Esta situación se replica en todas las universidades del país, en unas con mayor intensidad que en otras. De acuerdo con Fernando Tobón, vicerrector administrativo, los profesores tienen una forma de pago especial que busca fomentar ciertos aspectos del desempeño docente y poner unas categorías específicas en el escalafón. “Usted puede ser profesor auxiliar, asistente, titular y su salario se define de acuerdo con los títulos que haya obtenido: pregrado, especialización, maestría, doctorado… eso todo se reconoce. Pero eso no está financiado, porque hace parte de la financiación básica de la Universidad y toca buscar la manera de pagarles esos salarios a los profesores”, explica Tobón. Entre los miembros de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia (Asoprudea), la conclusión es que desde hace veinticinco años el Estado colombiano viene promoviendo la privatización de la educación superior. “Hay un elemento fundamental para entender por qué pasa eso y es cuando la educación superior no se entiende como un derecho, sino que entra en el contexto del servicio, como ha ocurrido con la salud. Ya lo que interesa es la calidad del oferente, que responde a los principios de las leyes del mercado”, manifiesta Juan Esteban Pérez, presidente de Asoprudea. Desde la década del noventa, con el programa Bienvenidos al futuro, de César Gaviria, y con la promulgación de la Ley 30, el Estado estableció, primero, que lentamente se retiraría de la financiación de la educación superior universitaria. Segundo, que estimularía la venta de servicios

o autofinanciación. Tercero, que permitiría que el sector privado ingresara al negocio de la educación superior. Entonces había once universidades privadas y 32 públicas. Hoy, veinticinco años después, se han consolidado 48 universidades privadas y las mismas 32 públicas. Varias de estas últimas, en quiebra. De acuerdo con Jorge Aristizábal, secretario de Asoprudea, “la Universidad de Antioquia, con un presupuesto que, en pesos, es prácticamente el mismo que recibía en el noventa, ha triplicado la cobertura, se extendió a los posgrados, a nueve regiones y a trece seccionales, y el presupuesto es el mismo. Todo lo demás lo ha tenido que conseguir la Universidad con recursos propios”, explica. Y continúa: “La Constitución de 1986 establecía que la educación es un derecho del individuo y una obligación del Estado. Eso lo tumbaron y, con la Constitución del 91, la educación quedó como un servicio público a cargo de la sociedad, la familia y el Estado. Es pasar de un derecho a un servicio público y ya no es el Estado el que debe darlo, sino la familia o la sociedad”. ¿Todo este panorama significa que las universidades públicas van camino hacia la privatización? Carlos Mario Patiño es profesor y asesor del Observatorio del Derecho a la Educación Superior de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. La tesis que sostienen en el observatorio es que hay una tendencia a utilizar los recursos del Estado para educación superior en financiar la demanda. Es decir: el Estado está financiando a los estudiantes para que entren a la universidad, pero va dejando de lado el apoyo a las instituciones para que garanticen su funcionamiento y aumenten la calidad. Sin embargo, según Patiño, hay también mucha demagogia al afirmar que la universidad pública se está privatizando, puesto que se trata, en mayor medida, de un cambio del modelo como la universidad se financia, pero no de su transformación en una entidad privada. El panorama financiero también hace que las universidades sean cada vez más dependientes del cobro de las matrículas, lo que genera, en algunas, el aumento de los valores pagados por los estudiantes semestre tras semestre y conlleva a que solo las personas con cierta capacidad económica puedan estudiar.

¿Ya no cabes en el salón? ¿Qué está pasando con los recursos para la educación?”, se lee en uno de los carteles que pintan algunos estudiantes cerca al Teatro Universitario Camilo Torres. “¡No a la desfinanciación! ¡Infórmate!”, concluye el mensaje, como una exhortación a acercarse, preguntar y participar de los encuentros. Se trata de una iniciativa de la Comisión de Difusión de las Problemáticas de la Universidad Pública, un grupo de entre seis y ocho estudiantes de pregrado que se reúne cada semana, desde el 15 de agosto, para realizar conversatorios, debates o pintar carteles con el objetivo de difundir información sobre la desfinanciación de las universidades estatales. Óscar Pardo, estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial y miembro de esa comisión, dice que las nuevas generaciones están ingresando a la Universidad de Antioquia, donde ocasionalmente se escucha hablar del tema de la desfinanciación, pero no conocen la profundidad ni las causas de ese problema. “Esta comisión es un esfuerzo por contribuir a que los estudiantes se enteren de cuál es el estado actual de la Universidad: un estado de crisis y de congelamiento del presupuesto”, indica Pardo En los últimos años, el debate sobre la desfinanciación de las universidades públicas colombianas y la privatización de la educación superior ha tomado nuevamente relevancia, motivado por las críticas de algunos sectores hacia programas como Ser Pilo Paga o, también, por la preocupación que han expresado públicamente algunos rectores que denuncian la situación de crisis que enfrentan las universidades. Entre los cuestionamientos se encuentran los problemas que subyacen a la Ley 30 de 1992, por la cual “se organiza el servicio público de la Educación Superior”, señalada entre algunos sectores precisamente por asociar la educación con el concepto de servicio y ubicar un derecho bajo las lógicas de la empresa privada y la rentabilidad económica. Para Mauricio Alviar Ramírez, rector de la Universidad de Antioquia, la realidad financiera de la educación pública es bastante compleja. Las instituciones estatales siguen acumulando un déficit que se ha generado por las inconsistencias entre la Ley 30 de 1992 y el Decreto 1279 de 2002 —el cual establece un régimen salarial y prestacional para los docentes de las universidades estatales—. Dichas inconsistencias se traducen en que el Estado no les ha reconocido a las universidades el aumento de productividad de los profesores y sus títulos de posgrado. “En términos monetarios, se trata de un déficit acumulado [para todas las universidades públicas], por solo esos dos conceptos, de aproximadamente novecientos mil millones para 2017. Sin contar otros déficits que provienen del tema de infraestructura física, tecnologías y otros rubros de inversión. Para el caso particular de la Universidad de Antioquia, ese déficit está presupuestado, para este año, en unos cincuenta Pese a sus implicaciones, los problemas financieros de la educación superior pública mil millones de pesos”, explica Alviar. En la entrevista aún son desconocidos para muchos estudiantes. Diálogo con el rector, publicada en De la Urbe en abril de Fotografía: Juan David Tamayo Mejía

Mauricio Alviar Ramírez, rector. Fotografía: Archivo Karen Parrado Beltrán

Fernando Tobón, vicerrector Administrativo. Fotografía: Juan David Tamayo Mejía

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10 Isabel Higuita, estudiante de octavo semestre de Derecho e integrante del Observatorio, agrega que hay que reconocer que la Universidad ha hecho esfuerzos por no sucumbir, teniendo en cuenta que ha podido seguir a flote con una reducción grande de recursos. “Esta situación está tendiendo a que el subsidio de los mil pesos (exención de matrícula a la que acceden 18.511 estudiantes) va a desaparecer, a que cada vez más los precios de las matrículas suban y eso quiere decir que la Universidad está pensando como una empresa”. Sin embargo, Patiño es enfático en señalar que “no está en discusión que a la Universidad la vaya a comprar una empresa u otra universidad. Lo que está pasando es que hay una asfixia presupuestal de recursos públicos directos y eso implica que se tenga una institución de naturaleza estatal, pero que va a depender de los recursos privados de cada estudiante; eso es, que el dueño sea el Estado, pero que funcione como una institución privada”. Ante esta problemática parecen ser pocas las estrategias para hacerle frente a la creciente disminución de recursos. Según el rector Mauricio Alviar, la propuesta que ha

venido desarrollando con su equipo de trabajo desde el año pasado ha estado enfocada en el Congreso de la República, sobre todo en las comisiones económicas, tanto de Senado como de Cámara de Representantes; en la Asamblea Departamental de Antioquia y en el Concejo de Medellín. La idea es convencer a estas instancias de la importancia de mejorar las condiciones financieras de la educación superior. Entre tanto, Asoprudea se enfrenta a la indiferencia de parte del sector profesoral y de otros estamentos. Para la Asociación, la estrategia está en seguir denunciando y seguir haciendo eco en toda la comunidad universitaria de la situación de desfinanciación. Con esa misma línea coinciden los estudiantes que pertenecen a la Comisión de Difusión de las Problemáticas de la Universidad Pública, que están convencidos de la importancia de no dejar de debatir el tema. Comentan que, después del paro de 2011, motivado por una fallida reforma a la Ley 30, se ha hablado muy poco de la problemática financiera de las universidades. “El problema de los consejos superiores universitarios es que hoy salen a decir que necesitan más recursos, pero lo

Cuando el conocimiento vale por lo que produce 299’941.988 pesos, ubicándose como la dependencia de menos ingresos. Aunque de esos dineros no depende de manera estricta la calidad de la educación que reciben sus estudiantes, el ejercicio de dividir los ingresos de esas dos unidades académicas por el número de personas matriculadas expresa en proporciones la desigualdad entre una y otra. En el caso de Ingeniería, el cálculo da como resultado 5’345.895 pesos por estudiante y en Filosofía 491.708 pesos, un 90,8 por ciento menos. Parte de esa diferencia radica en que el Instituto de Filosofía desarrolla proyectos de extensión cien por ciento solidarios, es decir, que son gratuitos y no le generan ninguna ganancia. “A mí, cuando me dicen que Filosofía es la facultad que menos recursos tiene, sí, normal, ni que El Instituto de Filosofía es la unidad académica que menos recursos propios genera. En contrapoestuviéramos estudiando ingeniería. Plasición, el conocimiento que imparte es más vital que nunca. tón se pondría muy bravo con nosotros si cobráramos por el conocimiento”, dice Cortés. Agrega que Karen Sánchez Palacio generar recursos es más complicado para las disciplinas que hacen parte de las ciencias humanas: “Es difícil entrar a ese karen.sanchez@udea.edu.co mundo de los negocios y hacer cosas que sean valoradas y Elisa Castrillón Palacio pagadas por el mercado desde el punto de vista del área de castrillonelisa@gmail.com las humanidades”. Estudiantes de Periodismo Además, el panorama es más desalentador para las Fotografías: Juan David Tamayo Mejía universidades públicas frente a las privadas, pues en las primeras, dice, la responsabilidad social debe primar sobre la necesidad de generar recursos. Según Cortés, las univeregún un informe de la firma Sapiens Research sidades privadas pueden desarrollar programas desde los Group, publicado en agosto, la Universidad de pregrados y facultades de las ciencias sociales y humanas, Antioquia ocupa el segundo puesto en el ranking porque además de recursos, cuentan con el apoyo necesario de las mejores instituciones de educación superior en el para desarrollar las ideas. Las conexiones con el mercado país. Este listado tiene en cuenta el número de publicales permiten generar propuestas atractivas para empresas o ciones indexadas, la cantidad de posgrados avalados por instituciones que están dispuestas a pagar por ellas. En el caso del Instituto de Filosofía, no existen esas conexiones, el Ministerio de Educación y el número de grupos de inaunque cuente con el conocimiento y el personal necesario vestigación de cada institución. Sin embargo, la realidad para el desarrollo de esas actividades. económica de las universidades públicas es crítica: no solo Aunque Filosofía fue la unidad académica con menos los dineros provenientes de las asignaciones estatales son recaudo durante 2016, la situación de otras dependencias insuficientes, sino que además deben generar recursos protambién es compleja. La Facultad de Comunicaciones, por pios para suplir sus necesidades. ejemplo, recaudó 9.950’339.345 pesos, pero terminó el año Si bien existe un presupuesto general que, según Feranterior con un déficit de 160 millones de pesos, debido a la nando Tobón, vicerrector Administrativo, suple los gastos reducción de ingresos por proyectos de extensión. “Nosode funcionamiento básicos, cada facultad, escuela o institros tuvimos una época en que hacíamos mucha extensión, tuto tiene la responsabilidad de gestionar y repartir los repero cada día hay más competencia y cada día más las emcursos generados por investigación, extensión y programas presas se cuidan de hacer ese tipo de inversiones”, informa de posgrado. Estos recaudos se destinan a gastos como el Edwin Carvajal, decano de esa Facultad. mantenimiento de laboratorios y oficinas, el pago de serviPor su parte, la Facultad de Salud Pública, la tercera en cios públicos y viáticos para docentes y estudiantes. la lista de las unidades académicas con mayores recursos Para Francisco Cortés Rodas, director del Instituto de propios —superada por Ingeniería y Medicina—, gestionó Filosofía, algunos programas tienen más relación que otros 30.924’977.826 pesos en 2016, gracias a su oferta de extencon el mercado, lo que les facilita recaudar fondos por medio sión e investigación, basada principalmente en la prestación de actividades de extensión e investigación. Durante 2016, de servicios relacionados con la salud a empresas del sector la Facultad de Ingeniería, con 7.653 estudiantes matriculapúblico y privado. dos en el segundo semestre, Entre quienes contratan los servicios de esa Facultad esgestionó 40.912’138.825 pesos tán la Gobernación de Antioquia, el Ministerio de Salud, EPM, y fue la unidad académica con el sector minero y grandes proyectos industriales, entre otros. más recaudo, mientras que Según Yolanda Lucía López, vicedecana de Salud Pública, la el Instituto de Filosofía, con ¿Universidad 610 estudiantes en el mismo trayectoria y reconocimiento de esta unidad académica en el mercado ha impulsado la demanda de sus servicios. “Lo que periodo, gestionó un total de públ ica?

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ESPECIAL

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que han hecho desde hace veinticinco años es permitir que eso ocurriera y no sentar una voz de rechazo ni plantearles la situación a los estudiantes, profesores o trabajadores para ver qué vamos a hacer. Eso, para mí, es una complicidad”, sentencia Óscar Pardo, estudiante de Comunicación Audiovisual e integrante de la Comisión. Carlos Mario Patiño indica que el escenario ideal y, si se quiere, utópico, es que el Estado asuma la totalidad de los costos de la educación del estudiante, para que realmente se pueda hablar de “universidad pública”, pero ante la imposibilidad de que esto suceda, se requieren mejores condiciones para que las instituciones educativas se concentren en su misión: mejorar su calidad educativa, investigar, impactar a la sociedad y promover mejores profesionales. Estas discusiones dan cuenta de la necesidad que tiene la Universidad de Antioquia y, en general, las instituciones estatales de educación superior, de encontrar un modelo para no ahogarse en las deudas, mientras acuden a maniobras financieras y se preocupan más por sobrevivir y menos por avanzar en condiciones de calidad.

En 2016, la Facultad de Ingeniería fue la unidad académica de la Universidad de Antioquia que recaudó más recursos propios por servicios de extensión, investigación y posgrado: más de cuarenta mil millones de pesos. El Instituto de Filosofía fue la dependencia de menores ingresos, con cerca de trescientos millones de pesos en el mismo periodo. ¿Qué implican esas diferencias?

La Facultad de Ingeniería recaudó más de cuarenta mil millones de pesos en recursos propios durante 2016. Sus espacios de estudio y laboratorios son la expresión de los estados financieros de esa unidad académica.

nos permiten los recursos de todos estos convenios es tener un funcionamiento y operatividad para un mayor desarrollo de la función misional de la Facultad. Nunca será suficiente, pero con esos excedentes sí podemos enfocarnos en un plan de acción, priorizar hacia dónde se va a enfocar el desarrollo y funcionar administrativamente mucho mejor”, asegura. ¿Responsabilidad del Estado? Por otro lado, los recursos que el Estado ofrece para becas e investigación son cada vez más reducidos y el mayor porcentaje de beneficiarios hace parte de las áreas de Ingeniería o de las Ciencias Exactas y Naturales. En la Convocatoria de Doctorados 757 de 2016 de Colciencias, de 222 asignaciones, menos del veinticinco por ciento fueron para las Ciencias Sociales y Humanas. Para Edwin Carvajal, una de las posibles soluciones para la problemática actual de las unidades académicas frente a la gestión de sus propios recursos “debería ser que cada facultad tenga un presupuesto desde la administración central anualmente. Que se paguen las nóminas de docencia de pregrado es insuficiente, porque hacemos mucho más que docencia”. Y es que con el actual modelo de financiamiento, a cada facultad, escuela o instituto, además de numerosos gastos de funcionamiento distintos a la docencia, le corresponde, por ejemplo, el pago de nómina de los profesores de posgrado, lo que además ha elevado los costos de dichos programas. A esta problemática se suma el anuncio del Gobierno Nacional de disminuir en un cuarenta por ciento el presupuesto general de investigaciones de Colciencias, lo que implica que algunas dependencias vean disminuida la posibilidad de obtener ingresos por investigación.


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Retratos de la desfinanciación

ESPECIAL

Para una institución como la Universidad de Antioquia, retratarse puede ser producto del orgullo, de un pomposo esfuerzo publicitario o de una reflexión sobre los rasguños que el tiempo y los problemas estructurales de la educación superior pública les han hecho a sus instalaciones, a su espíritu y a su comunidad.

¿Universidad públ ica?

Karen Parrado Beltrán Estudiante de Periodismo piedemosca@gmail.com Fotografía: Juan David Tamayo Mejía

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l ‘pico y placa’: los baños La comunidad universitaria aprendió a convivir con las filas. Fila para calentar la coca, para comprar un café en alguna ‘burbuja’, para prestar un portátil en la biblioteca, para entrar al baño… Somos muchos y el campus construido en 1968 —pensado inicialmente para quince mil estudiantes— experimenta un hacinamiento cada vez más notorio. Según registros de la Vicerrectoría de Docencia, la sede central de la Universidad cuenta con 318 aulas y 56 baños públicos para atender a 23.466 estudiantes, además de profesores, empleados y visitantes ocasionales. La política de ampliación de cobertura —promovida con la Ley 30 del 92— ha puesto un mayor número de estudiantes en las aulas e indicadores de la Universidad, pero ha mermado significativamente su capacidad para acogerlos adecuadamente en sus instalaciones. Marta Avendaño, una de las encargadas del servicio de limpieza de los baños públicos de la Ciudad Universitaria, señala que estos son insuficientes y que la situación es “fatal”, especialmente a “las tres, seis [de la tarde], y a las ocho de la noche”, cuando se presentan mayores congestiones. La gente en los baños hace fila y, ante la impaciencia o la urgencia, muchos se ven obligados a migrar de un bloque a otro para encontrar un baño con un cubículo desocupado, con el sanitario en buen estado o con la puerta bien puesta. Con tanto tráfico en los baños, surgió un ‘pico y placa’ implícito entre la comunidad universitaria para evitar las filas. De esta manera, muchos optan por dejar sus necesidades para momentos menos concurridos del día, evitando horas álgidas como el mediodía o los cambios de clases. “A los baños del bloque once llega mucha gente. Llegan personas del bloque diez —que no tiene baños—, la gente que viene de paso del Museo o de Artes. Son unos baños demasiado pequeños y se hacen filas. Es impresionante”, comenta Marta. Una de sus compañeras, Marisela Gutiérrez, afirma que es normal “encontrar un baño tetiado de gente” y que los sanitarios tapados son “los que generan más caos”. En su percepción, la facultad con mejores baños es Ingeniería, donde hay baterías sanitarias en cada piso, mientras que la mayoría de las demás unidades académicas solo cuentan con baños públicos en los primeros pisos. Otra realidad es la de los baños privados, dispuestos solo para personal administrativo y profesores, los cuales cuentan con dotación mensual de papel higiénico y jabón, algo que resulta impensable en los baños públicos. En algunos de estos últimos, la necesidad de papel se sobrelleva con dispensadores por monedas, y muy pocos tienen dispensadores de toallas higiénicas. En total son diez las empleadas encargadas de limpiar los 56 baños públicos de la ciudadela universitaria. La jornada de limpieza de cada batería sanitaria incluye “estregar tazas, lavamanos, piso, vaciar papeleras y limpiar espejos y mesones”. Marta explica que esta es una labor que lleva cerca de una hora por bloque. “Nos toca durito porque es mucha la gente”, agrega. La labor que ella y sus compañeros desempeñan en la Universidad hace parte de un contrato para los servicios de aseo con la empresa A&S, por el cual la institución pagó 9.606 millones de pesos en 2016. Además de que el campus central ha recibido escasas ampliaciones y del crecimiento de la población universitaria, la situación de la Universidad en materia sanitaria enfrenta problemáticas de otro tipo, producto, tal vez, de la

Los baños de la Universidad son testimonio de las dificultades generadas por el aumento de la población universitaria en un campus construido para menos de la mitad de las personas que lo habitan en la actualidad.

misma situación de hacinamiento: “Van a cerrar un baño en el bloque dos porque los señores homosexuales se lo tomaron. A la compañera de ese bloque le da miedo entrar ahí cuando ellos están, y a toda hora están”, relata Marta. Con estas condiciones, las filas en los baños y en muchos otros espacios parecen la expresión del estreñimiento financiero de la Universidad de Antioquia y de las universidades públicas colombianas en general. La espada de Damocles: los profesores de cátedra Los profesores de cátedra sobrellevan una condición nómada que los ubica en las aulas y corredores de la Universidad, pero que los excluye de habitarla con vitalidad. Su trabajo por horas los ha convertido en uno de los contratistas más abundantes de la institución, con una nómina que sobrepasa los cien mil millones de pesos anuales. Los profesores de cátedra cargan una “espada de Damocles” debido a la “condición de precariedad, tercerización y de explotación, porque en un año se les contrata por ocho meses”, afirma Ramiro H. Giraldo, presidente de AspUdeA, el primer sindicato de profesores en la historia de la Universidad de Antioquia. Trabajar solo dos tercios del año y no tener garantías de permanencia es una clara desventaja, pues “son contratados bajo la modalidad de cátedra pero tienen funciones comunes y corrientes, como un profesor de planta”, señala Giraldo. Además, muchos de ellos enfrentan una movilidad constante entre diferentes plazas de contratación y temporalidades laborales. “Eso es muy traumático porque yo sigo dando las mismas horas de cátedra, sigo perteneciendo a los mismos comités, sigo dando las mismas materias, sigo trabajando lo mismo por el medio sueldo”, explica Mauricio Naranjo, profesor de la Facultad de Comunicaciones, quien ha trabajado como profesor de cátedra y ahora es ocasional de medio tiempo. La ocasionalidad es transitoria y válida por un periodo inferior a un año, según lo estipula la Ley 30. En estos términos, Naranjo cumple una jornada de veinte horas semanales y tiene la posibilidad de dictar doce horas cátedra adicionales, las cuales decidió asumir para complementar su salario. Buena parte del reconocimiento académico de la universidad pública se fundamenta en el trabajo de sus profesores. De hecho, el informe Gestión y resultados Sociales 2016, de la Universidad de Antioquia, los reconoce como “uno de los más valiosos recursos institucionales, pues hacen posible el cumplimiento de los ejes misionales de la Alma Máter”. Al cierre de 2016, la Universidad contaba con 6.381 profesores para atender cerca de 72 programas académicos ofrecidos en las sedes de Medellín y cuarenta de las sedes regionales. Aunque si se suman correctamente las cifras presentadas por el documento, el número total

de profesores es 6.403. Las cuentas no casan y las estadísticas se tornan confusas. De acuerdo con las listas de Talento Humano, del total de profesores, 4.227 son de cátedra, o sea el 66.2 por ciento. Mientras tanto, 1.520 son profesores vinculados, el 23.8 por ciento. Estas cifras no consideran a los docentes que tienen otras modalidades de contratación. El número de profesores de cátedra se ha quintuplicado desde 1993, cuando había 774. Y si las cuentas se llevan hasta los profesores vinculados y ocasionales, se advierte que solo 874 nuevos profesores con este tipo de vinculación han ingresado a la planta docente de la Universidad de Antioquia desde entonces. Más allá de las cifras, el profesor Naranjo considera que lo que sostiene a buena parte de estos profesores es un profundo “amor por la universidad”, sentimiento que, en ocasiones, no se corresponde con la remuneración salarial. “Eso le hace a uno pensar muchas cosas. Yo creo que pesa mucho la vocación y el sentido de pertenencia. Casi todos los profesores hemos sido egresados de la de Antioquia”, señala. Pero ese compromiso que asumen los profesores de cátedra no se compadece tampoco con sus condiciones prestacionales. “Estamos hablando de que en promedio tú tienes que trabajar veinticinco años para cotizar 1.300 semanas, pero si estás trabajando dos tercios de un año, te toca trabajar cuarenta”, explica el presidente de AspUdeA. Así las cosas, no es de extrañar la expresión “profesores taxi”, pues compensan su salario dando cátedras en diferentes universidades. “Le pagan las dos horas de clases y de ahí tiene que salir corriendo, muchas veces, a dar clase en otra universidad o a otro trabajo que tenga”, apunta Óscar Pardo, uno de los estudiantes líderes de la Comisión de Difusión de las Problemáticas de la Universidad Pública. “Si diez estudiantes le piden asesoría, seguro que él va a decir que no: ‘reunámonos y yo les hablo a todos, porque si me reúno con cada uno son diez horas de trabajo gratis’”, comenta. Frente a esta problemática, el Vicerrector Administrativo, Fernando Tobón, explica que a los profesores “se les reconoce la experiencia y la productividad” y a la Universidad “le toca buscar la manera de pagarles esos salarios”, generando lo que denomina “la brecha” presupuestal. Por su parte, el presidente de AspUdeA afirma que “se hace un uso indebido del concepto de profesor de cátedra” porque esta modalidad de contratación fue concebida originalmente como una figura excepcional que se convirtió en la regla. La amplia vinculación de profesores de cátedra a la Universidad ha generado un grupo flotante de miles de contratistas del conocimiento, que vienen y van, suscitando traumatismos en la consolidación de los procesos académicos.

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13 ESPECIAL

¿Universidad públ ica?

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14 Análisis

La “gente de bien” y 370 muertos

Según los registros oficiales de la Alcaldía de Medellín, entre el primero de enero y el 10 de septiembre de 2017, 373 personas fueron asesinadas en la ciudad. La cifra seguiría pasando de agache de no ser por dos situaciones: una declaración oficial que criminalizó a todas las víctimas y la protesta silenciosa de unos pocos. Juan David Ortiz Franco Profesor de Periodismo david.ortiz@udea.edu.co Ilustración: Raúl Edinson Trujillo

E

n el cuerpo de Jaime Alonso Villa Borja, de 49 años, los técnicos encargados del levantamiento encontraron once heridas de bala. Un sicario le disparó desde una moto negra. Según los registros de la Policía, eran las 2:47 de la tarde del viernes 14 de julio. Ese asesinato, en el sector de Arrabal, muy cerca de un altar a María Auxiliadora con una placa que le pide bendecir el barrio y una oración que habla de salvación y vida eterna, fue el primero de los cuatro que ocurrieron en las siguientes ocho horas y el número 264 en la lista de los homicidios cometidos en Medellín en 2017. Leonardo Fabio González, de 45 años, esperaba el cambio de un semáforo en el cruce de Carabobo con la Avenida 33. Viajaba como pasajero en una camioneta Dodge, color gris oscuro, con placas de Cali. Recibió ocho disparos de un sicario que escapó en una moto roja. El conductor, también herido, alcanzó a manejar la camioneta hasta el Hospital General; sobrevivió. González murió poco después. El asesinato ocurrió a las 3:20 de la tarde. A las 9:08 minutos de la noche, muy cerca de la sede del Sena, en el barrio Pedregal, Yeison Arbey Londoño Laverde fue asesinado con dos disparos en el cuello. Vivía del reciclaje y había estado en la cárcel por el homicidio de un integrante de un combo de la zona. Según su familia, había recibido varias amenazas. Tenía 39 años. *** El conflicto urbano que ha experimentado Medellín durante décadas tiene varias imágenes emblemáticas: un encapuchado, vestido de camuflado y botas pantaneras, apunta con su mano derecha hacia algún lugar en algún barrio de la comuna 13. En esa fotografía de Jesús Abad Colorado, durante la Operación Orión, se ve la mano a medio abrir del hombre que, seguido por un grupo de soldados, suelta un gesto delator. Otra imagen del mismo fotógrafo, también en la comuna 13, también en la Operación Orión, muestra a una niña que, apoyada en el marco de una ventana, mira a través del orificio que dejó una bala. Sobre su rostro se dibuja la telaraña del vidrio roto. De ese episodio hay decenas de imágenes más: la foto de Henry Agudelo, reportero gráfico de El Colombiano, en que se ve a una mujer mayor herida, llevada en brazos por un hombre joven, sin camisa. En primer plano, robando casi la mitad de la imagen, aparece la mano de un policía que empuña un fusil. En otra fotografía, de Luis Benavides, del periódico El Mundo, el comandante del Ejército de la época, general Carlos Alberto Ospina, iza la bandera de Colombia en el atrio de la iglesia del barrio 20 de julio. Celebra su victoria militar en una operación que cambió el control territorial de las milicias guerrilleras por una hegemonía paramilitar que aún se mantiene en esa zona de la ciudad. Tal vez la más reciente de esas imágenes es, como las demás, el testimonio de una derrota. No es lejos de

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Tumba de Fabián Álvarez en el cementerio de San Javier. Fotografía: Juan David Ortiz


15 la 13: vereda La Loma, corregimiento de San Cristóbal. Es mayo de 2013 y un soldado, con su fusil terciado, se inclina para levantar junto a uno de sus compañeros, un closet a cuadros verdes y blancos. A su lado, un hombre de apariencia campesina carga en su mano izquierda una pequeña pipeta de gas y, con la derecha, sostiene un costal que lleva sobre su hombro. ¿Quién tiene el control en Medellín?, se lee en un titular de la revista Semana, que republicó la fotografía de Manuel Saldarriaga, reportero gráfico de El Colombiano. Ese día, con la ayuda del Ejército, cuarenta familias abandonaron sus casas. Durante 2013 fueron tres los desplazamientos masivos que, según cifras del Instituto Popular de Capacitación (IPC), afectaron a 378 personas en esa zona de la ciudad. Uno de esos desplazamientos fue entre el 11 y el 13 de mayo. En esos tres días, los combos forzaron la salida de veinte familias del sector San Gabriel. La primera en salir fue la de Fabián Alberto Álvarez Marín. Doscientos setenta y siete Fabián, de 47 años, fue la cuarta víctima de ese viernes 14 de julio. Fue la vida 277 que se llevó la violencia homicida que padece la ciudad en 2017. Hasta el 10 de septiembre, los registros oficiales reseñaban 373 asesinatos, cinco más que en el mismo periodo del año anterior. Esa estadística está muy lejos de la de principios de los noventa, que le valió a Medellín el título de “la ciudad más violenta del mundo” —en 1991, 6.349 personas fueron asesinadas en Medellín: un promedio de 529 por mes y 120 a la semana—, pero no deja de ser dramática, sobre todo, porque los muertos contados por centenares han naturalizado ese crimen. Junto a su esposa, Luisa Fernanda Paniagua, y sus dos hijas, Fabián había regresado a su barrio en marzo, luego de casi cuatro años. Ocuparon de nuevo la casa que dejaron al desplazarse, convencidos de que existían las condiciones necesarias para rehacer su vida en el lugar que abandonaron en medio del fuego cruzado de los combos. Luisa recuerda que ese desplazamiento lo precipitó otro asesinato, el de Jonathan Álvarez, sobrino de Fabián, el 10 de mayo de 2013. Ellos se fueron al día siguiente y el 13 de mayo salieron diecinueve familias más. A su regreso, se encontraron con un barrio silencioso y de puertas cerradas. El miedo que los expulsó en 2013 seguía allí. Fabián, para enfrentarlo, propuso organizar una fiesta para los vecinos. Fue el 2 de julio y la gente de San Gabriel volvió a encontrarse en la calle, como no lo hacía hace tiempo. Él mismo tocó la batería en la orquesta de la que hacía parte, junto a varios familiares de su esposa. En la madrugada, cuando terminó la celebración, le agradeció a Luisa por su complicidad, por tomar la palabra —Fabián era inteligente, pero no muy bueno para hablar en público— y ayudarle en su idea de sacar a su barrio del encierro. Muy pronto cumplirían veintiún años de matrimonio. Pero a la fiesta le siguió la incertidumbre. El desplazamiento masivo de 2013 contó con una respuesta institucional que no era usual. La Corporación Región, en un editorial publicado el 5 de septiembre para señalar el aumento de ese fenómeno en los últimos meses —durante el primer semestre de 2017 el desplazamiento forzado en Altavista aumentó el 240 por ciento y en San Cristóbal el 100 por ciento, en comparación con el mismo periodo de 2016—, destacó las acciones que emprendió la Alcaldía de Medellín durante el desplazamiento de hace cuatro años: “(…) adecuó los protocolos para la atención y protección de la población afectada, hizo presencia permanente en el territorio, impulsó una respuesta inmediata y coordinada de la institucionalidad, incluyendo la fuerza pública”. Fue precisamente el retiro de la fuerza pública lo que generó aún más desconfianza en el sector. La semana siguiente a la fiesta organizada por Fabián, la Policía levantó los puestos de control fijos que había instalado en 2013. Pese al llamado de la comunidad a diferentes instituciones para que volvieran a ubicarlos, no hubo respuesta. Un funcionario de una entidad municipal presente en la zona asegura que los agentes que estaban en La Loma recibieron la orden de trasladarse al corregimiento de Altavista, el lugar que en los últimos meses ha concentrado buena parte de la atención mediática e institucional por cuenta del aumento de la confrontación entre combos en esa zona. La noche de ese 14 de julio, Fabián, Luisa y sus dos hijas se encontraron para comer juntos en San Michel, muy cerca de la parte central de San Javier y del límite que separa a la comuna 13 de la vereda La Loma. Fabián regresaba a su casa en su moto, acompañado de su hija menor. Estaban a unas tres cuadras de su casa cuando escucharon un disparo. Él se detuvo y en ese momento una bala entró por uno de sus hombros, atravesó su corazón y se alojó en un pulmón. Bajó de la moto, caminó unos pasos y se desplomó. Su esposa y su otra hija los seguían de cerca en otra moto. Alcanzaron a ver a un hombre que disparaba escondido entre la maleza a un costado de la vía, casi al frente de una vieja casa convertida en iglesia evangélica. Cuando se acercaron, Fabián aún estaba vivo. La bala le causó una hemorragia interna. Hizo un gesto como si tratara de decir algo, pero su boca se llenó de sangre. Aunque la versión de la Policía es que fue trasladado en una patrulla, Luisa cuenta que en realidad pasaron unos quince

El alcalde Federico Gutiérrez junto al general Óscar Gómez. Fotografía: Alcaldía de Medellín

minutos hasta que el conductor de un carro particular se detuvo y lo llevó hasta el Centro de Salud de San Javier. Al llegar, Fabián ya estaba muerto. Según el informe oficial, eran las 10:37 de la noche. Luisa está segura de que ese disparo no iba dirigido contra su esposo. No había recibido ninguna amenaza, nunca había tenido problemas con los “muchachos” de alguno de los combos, nunca tuvo una reseña judicial o fue investigado por algún motivo. Fabián era “gente de bien”. ¿“Gente de bien”? La violencia que Medellín ha padecido durante décadas, pese a sus periodos más o menos conflictivos, a los viejos y los nuevos brazaletes, a la mutación de sus actores y sus repertorios, ha servido para reforzar la idea de que la ciudad se puede dividir en dos bandos. De que hay buenos y malos. El 27 de julio, a las 5:21 de la tarde, la Policía encontró en Campo Valdés el cuerpo de Manuel Jaime Arango, rector de la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe. Lo mataron por robarle su moto. Ese jueves, contando a Arango, seis personas fueron asesinadas en Medellín. Dos días después, el agua de cuatro fuentes del centro de la ciudad amaneció teñida de rojo. Era la forma de protestar de un grupo de personas por la ola de homicidios que enfrenta la ciudad. El secretario de Seguridad, Andrés Tobón —aunque ya fue nombrado en propiedad, en ese momento estaba encargado de esa Secretaría por la captura del titular, Gustavo Villegas, procesado por su relación con grupos delincuenciales— anunció una investigación para encontrar a los responsables de la protesta. Por su parte, el alcalde, Federico Gutiérrez, dijo que era importante reflexionar sobre el respeto por la vida, que sentía dolor por los homicidios, pero se quejó por lo que le costaría la ciudad reemplazar el agua de las fuentes. Esa preocupación de Gutiérrez se tradujo en poco más de tres millones de pesos que, luego, el colectivo que impulsó la protesta recogió en monedas, también lanzadas a las fuentes, pero más tarde recogidas para pagar lo que invirtió la administración. Pasaron veinticuatro días desde el asesinato de Fabián. Operación Orión, 2002. Once desde el asesiFotografías: Archivo Jesús Abad Colorado

nato del rector Arango. Fue el 7 de agosto cuando El Colombiano publicó un artículo que incluía una declaración del general Óscar Antonio Gómez Heredia, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá: “Aquí a la gente de bien no la asesinan. A los que están matando son aquellos que tienen problemas judiciales”. Desde el comienzo del año y hasta el 31 de julio, una semana antes de esa afirmación, la ciudad ya acumulaba 304 asesinatos. En su respuesta a un derecho de petición, Gómez dijo que lo que quiso transmitir fue “un mensaje de tranquilidad a los visitantes nacionales, extranjeros y locales, para que disfrutaran de los diferentes eventos de la Feria de las Flores que se celebraban en la ciudad de Medellín, ya que los homicidios ocurridos durante esos días no tenían una relación directa con las festividades”. A la pregunta sobre los elementos con los que cuenta la Policía para afirmar que Fabián Alberto Álvarez y Manuel Jaime Arango no cabían en la categoría de “gente de bien”, el general dijo que su intención “no fue estigmatizar hechos específicos”. Afirmó que para la Policía “toda vida es importante” y que “ningún homicidio tiene justificación”. Reconoció que para la fecha de esa respuesta —14 de agosto— ya se contabilizaban más de trescientos homicidios y agregó un dato: que en 162 casos, el 54 por ciento, las personas asesinadas habían tenido investigaciones penales. Aunque “también resultan siendo víctimas”, dijo el general. Luisa está sentada, junto a su hija menor, frente a la tumba de su esposo, en el cementerio de San Javier. Es domingo y varios puñados de personas se agolpan alrededor de sus muertos. Organizan un ramillete de rosas que ubicarán en un momento sobre la lápida que tiene una foto de Fabián y una imagen del divino niño. Las flores que sobran las reparten en las tumbas vecinas. Habla de la situación de su barrio, del nuevo desplazamiento que ha tenido que enfrentar con sus hijas luego del asesinato de Fabián, de lo que las instituciones y sus funcionarios —de quienes habla con nombre propio—, hicieron y dejaron de hacer. Se detiene en el general Gómez y dice que le gustaría preguntarle qué era lo “malo” que tenía su esposo. Sube a una pequeña escalera y se despide con un par de golpecitos sobre el vidrio que enmarca la bóveda. Ese domingo, 10 de septiembre, no hubo asesinatos en Medellín. La lista, al menos por un día, se detuvo en el nombre 373.

Fue precisamente el retiro de la fuerza pública lo que generó aún más desconfianza en el sector. La semana siguiente a la fiesta organizada por Fabián, la Policía levantó los puestos de control fijos que había instalado hace cuatro años. Pese al llamado de la comunidad a diferentes instituciones para que volvieran a ubicarlos, no hubo respuesta.

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16 Retrato

En las entrañas de la protesta minera Cubrimiento periodístico del paro minero en el Nordeste antioqueño y relatos de un caos que dejó tres muertos, ochenta heridos y un pueblo casi destruido físicamente con secuelas económicas y sociales. Este cubrimiento fue realizado para la Agencia Prensa Rural y el Semanario Voz, medios para los cuales trabajo. Texto y fotografías: Bibiana Ramírez Periodista bibianamarcela1@gmail.com Pruebas que recogió la comunidad de los artefactos lanzados por la Fuerza Pública.

E

l lunes 14 de agosto salí para el Nordeste antioqueño con una Corporación en la que trabajo allí. La intención era acompañarlos en la recolección de denuncias e informar lo que estaban viviendo Remedios y Segovia con el paro minero, donde ya había heridos y ninguna entidad pública ni medio de comunicación lo estaban atendiendo. Después de pasar la noche en Remedios, cerca al Coliseo, donde también estaba instalado el Esmad, madrugamos el martes a Segovia. En todos los lugares donde parábamos, la gente hablaba de la protesta que ya iba en su día veinticuatro, pues toda la región se estaba viendo afectada. Entramos a Segovia por la vía principal, un poco impactados por su soledad. Mientras miraba por la ventanilla, en silencio, sentía que algo grave estaba pasando. Después del Batallón, en toda la curva que lleva al Hospital, estaba una fila del Escuadrón Móvil Antidisturbios y, al lado, la tanqueta. Detrás, en una pared decía, en letra muy grande: “paro minero”. Más adelante, un carro con las llantas arriba, destruido, impedía el paso por esa calle larga y vacía. Nos bajamos. Yo saqué mi cámara y tomé una foto. Dos señores que estaban sentados en la acera empezaron a decir que para qué íbamos a hablar con la empresa, que deberíamos mostrar a la gente que estaba sufriendo. Se sentía la tensión, pues lanzaban sus frases sin preguntar quiénes éramos. Tuvimos que devolvernos y coger otro camino más largo para llegar al sector de la Electrificadora, donde estaban la mayor concentración y el bloqueo. Ese era el punto más estratégico; por ahí es por donde la Gran Colombia Gold pasaba sus volquetas para recoger material de la mina. Cientos de mineros ocupaban la larga calle junto a la mayoría de entables artesanales para sacar oro. Las barricadas que había en el camino las quitaban para que pasáramos. Nos recibió Jaime, más conocido como Mongo, quien es vicepresidente de la Mesa Minera, conformada en 2016 para “dignificar el trabajo de los mineros”. Minería tradicional Desde el 21 de julio, los mineros decidieron salir a hacer una protesta pacífica y cerrar las vías para llamar la atención del Gobierno. Primero, porque una serie de leyes y decretos fueron creados para criminalizar a los mineros ancestrales e impedirles vender el oro. Y, segundo, porque la Zandor Capital, filial de la multinacional canadiense Gran Colombia Gold, decía ser dueña de todos los predios que conforman a Segovia. Los mineros alegaban que ese territorio les pertenece desde que tenían la Frontino Gold Mines, desde los años setenta, pero que les fue robado en el 2003 por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez para ser entregado a la Zandor. Jaime nos habló de unos estudios realizados por Corantioquia donde señalan que la actividad minera desa-

Desde el Colegio eran lanzados los gases y algunos caían en las viviendas.

rrollada por la Gran Colombia Gold contribuye al ochenta por ciento de la contaminación en la región. “La idea de esta empresa es hacer minería a cielo abierto en todo el Nordeste”, dijo una fuente que trabaja allí y agregó que en diez años sacarían el oro que los mineros tradicionales tardarían cien. La minería en esta región data de unos cuatrocientos años atrás. Fuimos al Coliseo, lugar que los campesinos e indígenas, que también se unieron a la protesta, llamaron campamento de refugio humanitario. Cuando hablábamos con ellos, todavía en la mañana, se empezaron a escuchar explosiones y se encendieron las alertas. La noche anterior, mientras el cura del pueblo realizaba una misa de sanación, con tres mil feligreses, el Esmad los dispersó con gases. Por eso, la tensión al siguiente día. El 31 de julio fueron los primeros enfrentamientos, cuando llegaron los campesinos y los indígenas. Los ataques duraron toda la noche y parte del día siguiente. La Fuerza Pública se impone Cuando volvimos a la Electrificadora, ya había empezado la confrontación. Los mineros aseguraban que ellos solo se defendían si el Esmad empezaba a hostigar. Me invitaron hasta el Colegio, donde se atrincheró la Policía. No había más periodistas en la zona, por eso la necesidad de que todo quedara registrado. La Policía tumbó las rejas del Colegio, rompió lámparas y los techos; lo dejó casi

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inservible. No me acerqué mucho, pues soy consciente de que en este tipo de situaciones la prensa corre peligro. También me mostraron cómo la Fuerza Pública se metía en las viviendas y desde allí lanzaba gases muy picantes. Algunos disparos de arma de fuego se escuchaban y la comunidad evidenció que había francotiradores. En varias ocasiones, hubo que correr porque el Esmad se acercaba a la Electrificadora, pero la respuesta de los mineros lo hacía retroceder. Después del mediodía, llegó la noticia de que el joven Brandon Ochoa, “quien no hacía parte de la protesta, sino que estaba de observador, recibió un impacto de bala en el pecho”, según Lizbeth Albornoz, quien estaba al lado del muchacho, y también, un impacto de goma en su estómago. Casi tres horas se pasó Brandon agonizando. Falleció. Fue el primer muerto en esos días de protesta. A la oficina de la Mesa Minera, llegaban los heridos que eran atendidos por la Cruz Roja. También llegó una madre con cuatro niños, todos llorando y casi sin respiración porque uno de los gases cayó en su casa. Les lavaron las caritas con leche para bajar la picazón y luego se los llevaron a un lugar seguro. De un momento a otro, se escucharon unos gritos: “¡Se metieron, se metieron!”. Jaime nos dijo que fuéramos al hotel que estaba ahí cerca. La inundación de gases era casi insoportable. Otras personas también llegaron a este sitio. Las habitaciones estaban abiertas. En una de ellas nos


17 metimos los de la comisión y unas seis cuenta de que era la imagen de mujeres del pueblo. Alexis Acevedo, de 42 años, quien Mujeres valientes murió esa noche. Quedó otro heYa eran casi las cinco de la tarde. rido de gravedad, al que días desLos corazones estaban agitados. Los pués le amputaron la pierna en el rostros se inundaban de llanto. Las hospital de Rionegro. explosiones se escuchaban más cerca El hambre empezaba a mostrarse. Los alimentos estaban y el hotel retumbaba. Yo recibía llamás costosos. Se iban acabando madas de algunos colegas de medios las provisiones hasta de vinagre alternativos porque desde temprano y leche para amortiguar el gas. estaba informando de la situación en El pueblo, ya agotado, exigía que redes sociales. Intenté salir de la haretiraran el Esmad, que aún se bitación a registrar un poco, pero los mantenía dentro de las casas, el gases y la presión de las mujeres me Colegio y el Hospital. hicieron entrar de nuevo a ésta. Una de ellas se empezó a preoAcuerdos para levantar la cupar por los muchachos que estaban protesta peleando. “Se les debe haber acabaTodos esos días hubo una do el vinagre, voy a salir a darles”. campaña de desinformación. El Empacó en una bolsa varias botellas único medio que llegó a registrar con este líquido, se tapó el rostro y lo que estaba pasando fue el casalió. A los quince minutos, regresó nal venezolano Telesur, impulsado diciendo que “a nuestros hombres les por la información estaba yendo mal”. Las explosiones Por un momento, se calmaron los ataques y le gente volvió a las calles. que nosotros, desde no cesaban. Se escuchó una gritería Prensa Rural, estáy fue porque un muchacho cogió bamos publicando. una pipeta de gas, la destapó y la iba Después, los mea lanzar al Esmad. Los demás no lo dios nacionales emdejaron, hubiese sido fatal. Además, pezaron a interesarporque ahí mismo estaban la gasolise por la situación nera y la estación de gas natural. No del Nordeste. estaría contando esta historia. El gobernador Esta misma mujer propuso que de Antioquia, Luis nos tomáramos de las manos e hiPérez, dijo públicaciéramos una oración. Yo, que soy mente que era un un poco escéptica, acepté, pues ya paro armado impulme estaba preocupando. Ella tomó sado por el Clan del mi mano, la apretó y empezó a rezar. Entrada al campamento de refugio humanitario. Momento tensionante de los ataques en la Electrificadora. Golfo. Aseguró que “Señor, aplaca esta ira y defiende al la muerte de Branpueblo”. En ese mismo instante, se don fue en una riña y la de Alexis aflojó una tormenta y se calmaron los por el mal manejo de la pólvora. estallidos. Nos asomamos al balcón Que los bomberos estaban repary vimos cómo uno de los tres drones tiendo explosivos a la gente. Todo que estaba usando la Policía para graesto fue desmentido por los manibar a la gente, cayó por la lluvia. Fue festantes y varios comunicados se como un trofeo. publicaron, desde la Mesa Minera, Desde el balcón, estas mujepara proteger a la población. res animaban a sus hombres. La de La misma transnacional la oración me dijo que allá al frente pagó un aviso en el periódico El estaba su esposo, también luchando Colombiano donde señalaba a los por la causa. Ellas empezaron a tirarmineros de ser el “cartel de los les más vinagre para que resistieran a explosivos que tienen en jaque a los gases. Ellos les agradecían: “¡UsSegovia y Remedios” y agradecía tedes son unas guerreras!”. Otro les a Luis Pérez y al Esmad “por la dijo: “¡Entren, muchachas, que hay celeridad para controlar el orden francotiradores!”. La lluvia se calmó público y garantizar la seguridad y la pelea continuó, pero en menor de los habitantes de la región”. proporción. Ya estaba oscuro. Seguridad que no existía. Esa noche tuvimos que queEl viernes 25 de agosto se diedarnos a dormir en el hotel. Eran ron los primeros acercamientos en 35 ollas en las que se preparaba el una reunión realizada en el Bataalimento para todos los manifestanllón de Segovia y con la presencia tes, incluso para la gente del pueblo; del viceministro de Minas, Carlos pero los fogones de leña no se prenCante, la Secretaría de Gobierno dieron esa noche. Se escuchaban los Bloqueada la entrada principal a Segovia. de Antioquia, los alcaldes de Reperros y los gatos quejarse. La gente medios y Segovia, la Mesa Minera en la calle, a hablar duro; de vez en y la Gran Colombia Gold. atención; por el contrario, acosaban para acabar rápido. cuando, alguna explosión o algún grito. A veces, risas o La propuesta de la Mesa Minera tenía catorce puntos Mucha gente se quedó sin ser escuchada por el Gobierllantos. Dormir no se pudo. no, pero sí por la Comisión. para ser negociados. Entre ellos estaba hacer una caracteAl siguiente día, salimos muy temprano para RemeA las cinco de la tarde, el Esmad lanzó un gas a la genrización de toda la cadena productiva de la minería ancesdios, que está a unos veinte minutos. Las calles de Segovia te que iba hacia el cementerio a enterrar a Brandon. Todos tral y tradicional en los municipios de Segovia y Remedios; estaban desoladas. Parches negros y blancos marcaban el se dispersaron instintivamente, un poco descontrolados. un periodo de transición de dieciocho meses para pasar de suelo. Eran las huellas de los gases y la ceniza del fuego Ese era el afán de los funcionarios, algo sabían de lo que la informalidad a la formalidad; diferenciar minería ilegal para opacar la picazón. Piedras y vidrios resaltaban en el iba a pasar. Yo me quedé en la parte alta del pueblo. Esa y criminal de los mineros ancestrales; una oficina permapavimento. El miércoles y el jueves continuaron las explovez el Esmad logró llegar a la Electrificadora con la tannente de la Mesa Minera con apoyo técnico y económico siones y los ataques, pero fueron muy esporádicos. queta. Allá abajo las detonaciones y los gases aumentaban del Ministerio de Minas y Energía; reglamentación de los considerablemente. Unas diez mujeres cogieron la bandera contratos de operaciones; reforma del Código de Minas; Se agudiza la confrontación de Colombia y se pararon en la mitad de la calle. Fueron suspensión del proyecto de Ley 169 de 2016 hasta que se El viernes 18 volvimos a Segovia con algunas orgasacadas con la tanqueta. formalice la cadena productiva de la minería. nizaciones sociales y una comisión de derechos humanos Desde arriba se escucharon algunos tiros de arma de La contraprestación económica con la Gran Colombia que llegó de Medellín para recoger denuncias y acompañar fuego. Decidí buscar un lugar seguro, pero donde me puGold es que sea entregado el ocho por ciento de toda la la protesta. El ambiente era diferente. Miles de familias diera enterar de lo que estaba pasando. Fui de nuevo a la producción a ésta y el 92 por ciento a la cadena producestaban concentradas en la Electrificadora porque estaban sede de los Bomberos. “No respetaron ni el entierro de tiva. Todo esto, firmado a través de un decreto o resoluhaciendo un homenaje y la despedida a Brandon, casi todo Brandon. No teníamos ninguna vía bloqueada. Teníamos ción y en Segovia, delante de toda la comunidad y con la el pueblo estaba allí. La mayoría llevaba camiseta blanca. las esperanzas puestas en esa delegación del Gobierno que institucionalidad. Daba la sensación de esperanza. había llegado”, dijo una mujer quien, en medio del caos, El 2 de septiembre, a los 44 días de protesta, se dio Y muchos la tenían porque ese día estarían la Probuscaba la salida para su casa. la firma. El Esmad fue retirado, nuevamente el comercio curaduría, la Alta Consejería de la Presidencia para los Los Bomberos se la pasaban en una tensión constanabrió sus puertas y la gente volvió a trabajar en las minas. Derechos Humanos, la Oficina de Derechos Humanos de te. En cualquier momento, les tocaba salir a socorrer a El colegio fue limpiado por la comunidad y la Gran Colomla Gobernación de Antioquia y la Comisión para recibir algún herido. Todos se informaban por las redes sociales, bia Gold se comprometió a arreglar los daños. denuncias de los desmanes del Esmad. También las musobre todo por el WhatsApp, donde tenían una gran cade“Algunos cambiando las pelusitas, como le decimos al jeres tenían programado un viaje a Remedios para hacer na, casi todo el pueblo conectado. oro, para seguir sobreviviendo. Las filas eran largas para una movilización pacífica, como ya lo habían hecho en Elmo Quintero, el encargado de los Bomberos, me desacar el RUT y para vender. La mayoría quejándose de las Segovia días antes. cía que había pasado casi todo el mes sin dormir. Y en sus pérdidas, pero hay una relativa calma. La recuperación es Esa reunión con la institucionalidad se realizó en la ojeras se notaba que estaba diciendo la verdad. Esa tarde los lenta, pero volvemos a respirar”, dijo Amparo Melo, esposede de los Bomberos. El lugar se desbordó por la lleheridos aumentaban. Le llegó un video con uno de gravesa de un minero y quien estuvo haciendo denuncias de los gada de tanta gente a denunciar. La actitud de los fundad donde se le veía el pecho abierto. Más tarde nos dimos atropellos de la Fuerza Pública. cionarios era desprevenida y no prestaron la suficiente

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La Gabriela

18 Ideas

Ernesto Elohim Estudiante de Filosofía ernestoelohim27@gmail.com Fotografía: Juan David Tamayo Mejía

E

s un año de ausencia, pero entre las montañas escalonadas veo a la ciudad asomarse como un niño que se acuna con su propio ronquido. Desciendo la autopista Medellín-Bogotá y los alrededores de la cárcel Bellavista; nubes dispersas en medio de un cielo hinchado de azul diáfano, un sol radiante que disuade la formación de nubes negras, bajo el cual se conserva la vegetación espesa de árboles y potreros próximos a desaparecer. Acorralado por la falta de recursos y la premura de instalarme me dediqué a explorar ofertas hasta encontrar un lugar acogedor. Empujados por la especulación inmobiliaria y la falta de suelo para construir, los precios de los apartamentos en Colombia y particularmente en Medellín están en sus máximos niveles históricos. En ningún barrio de la ciudad —menos aun en las lomas, donde la construcción de parques y bibliotecas a las que nadie va a leer ha disparado el precio de los arriendos y de la propiedad— encontré algo que se correspondiera en términos cuantitativos con el espacio geográfico y cultural que es el Valle de Aburrá. Corrí entonces hacia ese bonito lugar que había visto al recorrer el norte del valle y encontré a La Gabriela, un barrio del municipio de Bello, un gueto constituido por casas de invasión; hechas de cartón y adobe, de latón y barro, fijadas por la desesperación, la generosidad y solidaridad de las que hacen alarde los que no tienen nada. Es un caserío que barrió una avalancha de tierra hace algunos años. Sobre La Gabriela se cierne el sol, se derrama la lluvia, se secan los pozos y se inundan las aceras. Los animales y los niños son semisalvajes, corren sobre las montañas, juegan entre los carros viejos, se suben a los árboles, ruedan los balones por la loma de Calle Vieja… los primeros meses son tranquilos a pesar del estruendo con que se deleita una comunidad ignorante de cualquier manifestación de cultura imperecedera. La comunidad está compuesta por un porcentaje importante de negros que cantan vallenatos, costeños que oyen vallenatos y bachata y todo el mestizaje se aturde con reguetón. La única noción clara de gobierno que se dibuja en estos baldíos son los muchachos que cada sábado, sin falta, vienen a pedir la cuota por vigilancia. A la gente le cobran mil pesos por el privilegio de vivir aquí, a los supermercados diez mil, a los carros otro tanto… una desagradable tabla de precios que en este barrio y en la zona nororiental establecen Los Triana y en el norte del valle de Aburrá, Los Pachelly, y así, un sin-número de recaudadores que a cambio de su renta tienen proscrito el robo, a la manera de los castigos del Antiguo Testamento. Estos caballeros hacen de la extorsión y el atropello su condición indispensable para existir y su monopolio se consolida a partir de la normalización de sus prácticas.

Lo relevante en este contexto no es que la policía sea inoperante o esté desbordada; en medio de una densidad poblacional que se mueve entre laberínticos barrios construidos en lomas, en franca lucha con la gravedad y que para 2005 era de 5.820 hab./km² y cuya población ha ido creciendo a magnitud exponencial, hablar de la ineptitud de los agentes es un argumento viejo que no insultará su dignidad. Los agentes de policía no ocupan en esta ecuación el modesto puesto del incompetente; son parte fundamental de una estructura social en la cual ellos hacen el pacto con los criminales, cierran los ojos ante la evidencia y a la vez —evitando la confrontación— protegen sus vidas de comunidades que muchas veces se sienten identificadas con los grupos que las oprimen. En muchas ocasiones cuando el CTI de la Fiscalía ha entrado a estos laberintos buscando someter a cabecillas o jíbaros es la población del barrio la que agrede a los funcionarios y protege a sus victimarios. No es extraño, estos señores feudales, estos patrulleros de barrios miserables, arreglan matrimonios, velan por la seguridad, hacen de jueces, desplazan personas de un barrio a otro y se adueñan de sus predios, adjudicándoselos a su base social, a su capital político. Ellos no solo proscriben el robo para ejercitarlo ellos mismos con exclusividad, también establecen los lugares en donde se puede consumir la droga que venden. Lo curioso es que cumplen el papel regulador que los estados europeos hacen en lo que a las drogas concierne, y no obstante la del Valle de Aburrá es una población (para el momento que escribo esta nota) decididamente en contra de cualquier atisbo de legalización. La descomposición social está aquí a todos los niveles, lo peor de la vieja y nueva generación conjugan una mixtura en la que no es posible culpar a alguien sin culparnos todos. Los mismos pillos que venden la droga se indignan si fumas frente a un niño; lo curioso es que el niño no ve la diferencia entre tabaco fumado en pipa, cigarrillo de tabacalera, mariguana de corinto o la creepy que cultiva mi amigo de la universidad en su finca hasta que el que tiene la malicia se la hereda. En la circunstancia a la que me remito el niño nunca se dio por enterado, pero los ñeros aprovecharon la ocasión para exhibir su moralizante ignorancia. Es un extraño lugar este Medellín, esta Antioquia. Antes de que lo mataran, Jesús María Valle dijo que Antioquia había exportado violencia a departamentos pacíficos; con todas las objeciones filosóficas que esta afirmación pueda tener, esto es una obviedad histórica; ojalá logremos consolidar esta más macabra red de criminalidad, frivolidad y empresarismo que erige una vitrina impecable o decora una fachada bajo la que se esconden sonrisas que son muecas a la manera de los personajes de David Lynch: muecas distorsionadas por la miseria, la violencia simbólica y el vacío. El progreso es avanzar, ¿para qué, a costa de qué y hacia dónde? Eso no importa. La normalización de circunstancias insostenibles se da merced a una confusión entre significado y significante; que los índices de violencia y mortandad bajen es sinónimo de bienestar para quien

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Paz puede ser, y en este caso es, pacto entre criminales, entre policías y criminales, entre criminales y sociedad, entre liberales y conservadores, entre izquierdistas y derechistas, entre todos y todas. se toma la vida en abstracto; pero vivir es un cúmulo de circunstancias que apelan a la extorsión, a la violencia estructural, un poco a la ignorancia y mucho a la supervivencia. Los tecnócratas no entienden que a veces sobrevivir se reduce a estar en franca lucha con el instinto de conservación. Paz puede ser, y en este caso es, pacto entre criminales, entre policías y criminales, entre criminales y sociedad, entre liberales y conservadores, entre izquierdistas y derechistas, entre todos y todas. Un taxista me dijo hace unos meses: “Bello es de los pocos municipios en los que aún los buses entran al parque principal, y esto es por el miedo que la alcaldía le tiene a los…” y no sabía cómo terminar la frase que yo le completé: “…valijas”. Entonces se animó a decir lo que todo el mundo sabe: que ellos son, por igual, la ley, la trinidad y la pesadilla para millones de personas que habitan este suelo. Un vigilante me relató mientras sacaba unas copias en un local, cómo en su barrio si los pelaos se chocan en sus motos contra un carro, ya sea que este esté aparcado o en movimiento, que ellos vayan ebrios o drogados, con o sin casco, es al tipo indefenso al que le toca escuchar sentencias de este corte: “cucho, le toca pagar”, a lo que la víctima responde: “pero si yo estaba aparcado frente a mi casa”. Por respondón, con lo siguiente despejan cualquier duda: “eso no es parqueadero, cucho, ya sabe…”. Bueno, ya todos sabemos lo pacífico que está el Valle de Aburrá, lo envidiados que nos sentimos al vivir acá, la normalidad social, lo orgullosos que estamos todos. Aún recuerdo con ternura a la mona que tiene una discoteca frente a la casa en la cual vivía en La Gabriela, con su hermoso perro Morgan (un pitbull) y sus amigos Los Triana. Cuando algún vecino osaba quejarse de las parrandas de toda la semana que empezaban a las once de la noche y se acababan por lo general entre alaridos a las ocho de la mañana, ellos le respondían: “¿no puede dormir? Si quiere lo mando a dormir para siempre, marica” y otras bellezas de imprenta de ese corte. “Demás que con las extorsiones pagadas del sueldo de uno es que beben todas las noches”, me dijo un vecino alguna vez y yo le creo de buena fe. La mona y Los Triana son una cara fea de una ciudad aún más fea, de un país aún más feo que solo se mira de soslayo. Una ciudad caliente por sus feos y estúpidos guetos, y fría y vacía como los condominios que sustentan sus muertos. No digo nombres, miro la ciudad desde sus montañas hermosas o desde su metrocable de diseño francés y no puedo evitar pensar en una frase de Chuck Palahniuk, de su libro Monstruos invisibles: “Es imposible mantener una sonrisa real tanto tiempo; al cabo de un rato todo son dientes”.


Trabajo de grado

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Los petroglifos y la lucha entre el agua y el oro en Támesis Sara Ortega Ramírez Antropóloga saritaorte@gmail.com

P

or lo general, la gente asocia la arqueología con el oficio de desenterrar huesos o dinosaurios (para lo cual existe la paleontología) o con encontrar tesoros (a lo que se dedican piratas o cazafortunas). Una definición más acertada diría algo así como que la arqueología estudia los grupos humanos del pasado, a través de los restos materiales que han persistido en el tiempo y el espacio. Una definición más sentimental diría que la arqueología es compañera de la nostalgia y que se mueve gracias a un punto medio entre el desvanecimiento y la permanencia. Una de estas huellas materiales que ha perdurado por miles de años es el arte rupestre: pinturas y grabados realizados en rocas. A estos últimos se les denomina técnicamente como petroglifos. Tal vez el lector haya escuchado algo sobre las milenarias pinturas de las cuevas de Lascaux y Chauvet en Francia, o sobre los bisontes de la cueva de Altamira en España. ¿Tal vez ha leído sobre algún caso americano, como el de la cueva de las manos en Argentina? ¿O sobre las pinturas rupestres en Facatativá, Cundinamarca? ¿Habrá escuchado algo sobre los petroglifos de Támesis, Antioquia? En este municipio del suroeste antioqueño se conserva la mayor cantidad de petroglifos reportados en la región. No ha sido mucho lo que se ha escrito sobre el tema, pero es evidente que desde hace unos años viene ganando fuerza como objeto de estudio. La primera investigación formal la hizo el antropólogo Graciliano Arcila a mediados del siglo XX, señalando la presencia de cuarenta rocas con grabados y proporcionando información detallada de doce. En ese entonces no se pudo determinar la edad de estos grabados, ni con qué finalidad se hicieron, ni qué representaban esas figuras; sin embargo, se viene pensando desde entonces que lo más probable es que fuesen elaborados en una época anterior a la conquista española y se han asociado algunos de sus motivos con iconografía quimbaya. Hoy seguimos casi con los mismos interrogantes, seguimos sin descifrar —pero sin dejar de imaginar— lo que pudieron representar estos signos que nos parecen tan enigmáticos. Desde hace unos cinco años la arqueóloga Alba Nelly Gómez, actual jefa del departamento de Antropología de la Universidad de Antioquia, se ha venido involucrando con el estudio de este tema, publicando como uno de sus resultados de investigación el libro Petroglifos de Támesis, en el cual se presenta un completo registro de 93 rocas. Estos petroglifos han venido cobrando relevancia no solo para la academia, sino también para la misma comunidad local, casi que de manera simultánea. Si antes la palabra era desconocida por la totalidad de los habitantes del casco urbano, ahora la mayoría de ellos la conoce y la lleva graba-

Petroglifo. Fotografía: Alba Nelly Gómez García

medios de comunicación (el periódico local se denomina precisamente El Petroglifo); en fin, para Támesis hoy son tan importantes sus petroglifos como lo son sus ríos y montañas; “en una fotografía de un tamesino —me comentaba un concejal de allí—, siempre aparecerá el río Frío o una cascada, el cerro Cristo Rey y un petroglifo”. Es cierto que para la arqueología estas rocas pueden proporcionar información sobre eventos y seres del pasado, pero en algunas ocasiones, como en el caso de Támesis, más que hablarnos sobre un pasado remoto y sobre sociedades ya desaparecidas, nos están hablando fuerte y claro sobre unas dinámicas sociales contemporáneas. Los petroglifos, que antes fueran objetos invisibles o poco valorados por la comunidad, se han estado convirtiendo en un elemento importante, generador de identidad para los tamesinos, y este cambio de percepción se enmarca en un proceso histórico concreto, responde en gran medida a la necesidad de proteger su territorio frente a la posible entrada de la minería. Este interés especial sobre los petroglifos se había engendrado desde finales de los años noventa, en un contexto que abarcaba, entre otras cosas, una crisis económica municipal, una crisis nacional campesina y el auge de la actividad minera en el país. En los años noventa, recuerdan algunos habitantes de Támesis, se vivió un boom cultural en el que aparecieron muchos grupos y actividades artísticas en el municipio. En este proceso los petroglifos comenzaron a jugar un papel central como recurso visual. El alcalde de esa época, Car-

Porque algo queda muy claro cuando se habla con los habitantes de este municipio, y es que están decididos y además orgullosos de parársele de frente a la locomotora minera y sacar a naranjazos sus iniciativas empresariales. da en su memoria y lenguaje. Aparecen diferentes motivos de petroglifos en las fachadas de las casas, grabados en el cemento de los andenes, en el empedrado del parque principal, en las paredes de la Casa de Gobierno, en diferentes logosímbolos de instituciones y productos tamesinos, en sus

los Vallejo, comenzó a hablar de ellos como un elemento cultural valioso. Sumado a esto, se realizaba un trabajo arqueológico en la vereda El Rayo, durante el proyecto de parcelación Caminos del Cartama, donde se encontraron varios petroglifos además de otros vestigios del pasado como cerámica y artefactos en piedra. Esto implicaba que el discurso arqueológico estaba llegando al municipio para mostrarles a sus habitantes, desde una justificación científica, que en sus tierras existían evidencias sobre grupos humanos del pasado, y que esto era algo valioso, reconocido por la nación como un patrimonio cultural, y no simples piedras o tiestos. Apareció por esta misma época, en 1998, un trabajo de grado de antropología donde se registraron 34 rocas con petroglifos, entre las cuales se hallaban las ya descritas por Graciliano Arcila. Támesis comenzó a conocerse como “santuario de arte rupestre”. Pero estas lecciones de amor por el pasado que la arqueología difundía no habrían tenido tanto eco si los tamesinos no se hubiesen visto envueltos en una crisis que los llevó a replantearse como pueblo. La crisis cafetera y campesina en general ha provocado que muchas zonas rurales deban buscar alternativas de subsistencia. El Estado nacional instauró la locomotora minera como un modelo económico importante para el país, pero algunos pueblos del suroeste —entre ellos, Támesis—, al tener cerca deplorables ejemplos como el de Marmato, se han negado rotundamente a la entrada de esta actividad en sus tierras; porque saben el alto costo que sus recursos naturales deben pagar por la extracción de metales a gran escala. Támesis no es un pueblo de tradición minera, sino agrícola y pecuaria, pero estas actividades tan subvaloradas en el país no bastaban, así que debían definir una segunda fuerza económica que les permitiera sobrevivir en este sistema sin tener que entrar en el circuito de explotación

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20 ‌ inera. La primera década del siglo XXI fueron tiempos m críticos, pues el municipio estaba en quiebra. Se cancelaron muchos procesos y actividades culturales. Los tamesinos tuvieron que pensarse como comunidad y replantear cómo estaban haciendo las cosas. El concejal Sergio Ruiz recuerda: “Se olvidaron las diferencias de partidos políticos y nos unimos para sacar adelante al municipio”. La arqueología jugó un papel importante, en tanto les mostró a los habitantes que en su territorio permanecía una riqueza histórica significativa que no todos los municipios ostentaban; esto les daba motivos para sentirse orgullosos de su tierra, para reforzar sus vínculos con ella. Esas rocas grabadas, consideradas patrimonio arqueológico, se presentaron así como una carta de juego importante para que el municipio, primero, supiera que albergaba algo revelador y valioso dentro de sí; y, segundo, pudiera demostrar que sería capaz de salir adelante aprovechando esos recursos naturales y culturales, mas no explotándolos de manera feroz. A partir de entonces, Támesis comenzó a posicionarse como un destino turístico ecológico y arqueológico. Se trata de atraer un turismo que quiere ser responsable con los recursos y no un turismo de fiesta y algarabía. Hoy, los petroglifos forman parte de rutas que los promocionan como “rocas mágicas” o “rocas que

hablan”. Aunque no sabemos con certeza qué nos dicen y algunos arqueólogos se retuercen ante las historias sin sustento empírico que van por ahí, es necesario entender que estas rocas juegan un papel político y cultural importante en la actualidad. Estas son resignificadas por los pobladores actuales que -seguramente como lo hicieran los antiguos-, valoran la riqueza de su territorio y comprenden, como reza en tantos banderines que asoman por las ventanas de tantas casas del pueblo, que el agua vale más que el oro. Porque algo queda muy claro cuando se habla con los habitantes de este municipio, y es que están decididos y además orgullosos de parársele de frente a la locomotora minera y sacar a naranjazos sus iniciativas empresariales. Y es que “el que no esté en contra de la minería es que no es tamesino”, me decía doña Stella, quien atiende el hotel y restaurante El Turismo. Ella recuerda que hace unos años un ingeniero que llevaba a cabo un trabajo de indagación para una empresa minera le susurraba: “Lo que ganan en las naranjeras no alcanza para nada, nosotros les pagamos mucho dinero, y se dará cuenta, doña Stella, que

En las fachadas del casco urbano se ven tanto referentes gráficos a los petroglifos, como mensajes contra la minería. Fotografías: Sara Ortega Ramírez

con nosotros se acaba la naranjera. Ese día vamos a ver quién gana”. A esto, ella respondía: “¿Para qué ese dinero, si solo nos va a durar un ratico? En cambio, los recursos naturales con ustedes se acaban y ahí nos queda es la pobreza”. Líderes ambientales, artesanos, políticos y educadores tienen claro que la lucha por defender su territorio — rico y diverso— debe trascender el plano sentimental y necesita argumentos legales que sean válidos frente a instancias más grandes como los planes de gobierno nacional o intereses económicos de transnacionales. Por esto, muchos tamesinos desean ansiosamente una declaratoria de patrimonio de la humanidad sobre su territorio, pues, dicen con toda seguridad, “donde hay patrimonio no hay minería”. Lucía, una artesana que hace parte del Circuito Económico y Solidario de Támesis (CESTA, otra alternativa económica de combate), decía: “Que nos nombren patrimonio cultural, para espantar las moscas que se llaman mineros, que traen deforestación, que se llevan la flora, la fauna, el agua, el subsuelo, todo. Porque no son beneficios, sino maleficios para el pueblo”. Así, estas rocas con inscripciones indígenas que para la arqueología representan información sobre el pasado, para los habitantes de Támesis encarnan más bien una garantía, un escudo que permitirá la preservación del territorio tal y como está; porque aquello que es patrimonio debe protegerse y conservarse, así lo dictamina la Unesco. El conocimiento y discurso científico ha venido jugando en el siglo XXI un papel muy importante dentro de grupos sociales que deben emprender una lucha para reivindicar sus derechos políticos (especialmente aquellos que tienen que ver con la tierra), frente a sistemas por lo general más grandes que sufren de gula. Aunque este año se firmó un acuerdo en el concejo de Támesis que declaraba su rotunda oposición a la minería, aún quedan más batallas por librar; la incógnita sigue ahí, no se sabe quién finalmente ganará, si la naranjera o la empresa minera. ____ Este artículo es un despiece del trabajo de grado Los objetos arqueológicos y los relatos sobre el pasado.Diferentes visiones sobre los petroglifos de Támesis, Antioquia realizado para optar al título profesional en Antropología. Asesoró: Alba Nelly Gómez.

Dos libros de Angosta

Diego Guerra Trabajador Social dieguelo21@hotmail.com

Criacuervo Klaus y Adler son dos hermanos alemanes que, además de su amor por Cora, solo tienen en común su destierro de la posibilidad de sentirse en paz. Criacuervo narra la historia de su separación paulatina al morir sus padres, de su inconformidad existencial y de la posibilidad del reencuentro (en Colombia) en un momento definitivo de sus vidas. Cora, que compartió con ellos la infancia, parece ser la única conexión entre los dos hermanos y la imagen de lo que la vida tuvo de feliz antes de tornarse dura con ellos; por eso, para ambos, el reencuentro —y Cora— significa una posibilidad de redención. Berlín, Hamburgo, Cartagena, Criacuervo (lugares donde se desarrolla la novela), ¡qué más da! Para Klaus y Adler la vida es inclemente en cualquier parte y, aunque a ratos lo parezca, casi nunca concede segundas oportunidades. Orlando Echeverri Benedetti, el autor, presenta en esta novela personajes fuertes pero abatidos por los golpes del destino, personajes que emprenden caminos para aferrarse a un sentido y no sucumbir ante el olvido; porque en esta narración siempre está latente el recuerdo, el deseo de regresar, a la infancia, a la protección de los padres, a la ilusión de felicidad, a la ilusión del amor. “Ningún hombre debería estar en un lugar donde no pertenece, se dijo [Adler], y luego lo invadió el miedo” (101). Pero, ¿cómo regresar a una ilusión, cómo recuperar lo que, tal vez, nun-

ca ha existido? Como reflexiona uno de los personajes, “algunas veces la vida es así, finge trasmitir un mensaje trascendental que luego se desvanece en el instante previo a su revelación” (204). Criacuervo se parece a eso: un descubrimiento importante que queda flotando en la conciencia sin llegar al exterior. La corriente Los cuentos que componen este volumen hablan de muchos temas, del amor, del desamor, de los amigos, del desencanto, de los secretos, de la pasión, de la soledad, de los destinos echados a perder, del tedio, de las mujeres, sobre todo de eso, de las mujeres; porque este es un libro con alma de mujer: sus narradoras y sus protagonistas son siempre mujeres y la feminidad es otro de sus protagonistas. Las mujeres de estos cuentos están atravesadas por circunstancias, lugares, edades, clases sociales y anhelos muy diferentes y, en todas ellas, la característica en común es la fuerza y la sensibilidad frente a la vida, frente a la cotidianidad, que es cualquier cosa, menos simple o superficial. Una de esas protagonistas, por ejemplo, en una carta desesperada, escribe “la vida me había prometido más que este apartamento recién remodelado, que este fácil transcurrir de hechos aburridores y predecibles, que esta eterna cadencia”. Grandes dramas íntimos ocurren en las páginas de este libro de cuentos.

No. 86 Medellín, septiembre 20 - octubre 20 de 2017

Con sencillez y profundidad, Juliana Restrepo, autora de La corriente, nos lleva en sus relatos de un lugar a otro, de Colombia a Francia, de la madurez a la juventud, del pasado al presente, siempre con una gran sutileza y verosimilitud. “Me miro al espejo. Lo que veo, lector, es mi imagen, puesta exactamente detrás del espejo, aburrida y excitada” (38); su narración dialoga todo el tiempo, de manera tácita o expresa, con el lector, a quien le cuenta, le explica y hace cómplice del desarrollo de cada historia. De inmediato, los relatos de Juliana Restrepo generan empatía, por eso al final es fácil identificarse con cada motivo, con cada circunstancia, con cada alegría o con cada tristeza; con cada mujer. Criacuervo y La corriente han sido publicadas recientemente por Angosta Editores como parte de su colección Lince.


Este mes, durante la Fiesta del Libro de Medellín, se presentó la primera obra de Estefanía Carvajal Restrepo. Niebla en la yarda es un reportaje sobre tres hombres —o el perfil en profundidad de cada uno de ellos— enfrentados a la más dura circunstancia de sus vidas: la prisión. Todos al final salieron airosos y le contaron su experiencia a la joven periodista mientras ella hacía su trabajo de grado para recibir el título de la Universidad de Antioquia. El volumen mereció distinciones y premios y ahora, con dos años más de maduración, se convierte en uno de los títulos de la colección de periodismo narrativo de Angosta Editores. Presentamos un avance del capítulo que no estaba en el proyecto inicial.

Fotografía: Julio César Herrera

El libro

En obra

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de Estefa E

lla tenía dieciocho años y pinta de punkera. Él tenía cuarenta, un hijo y un divorcio. Ellos, que podrían ser padre e hija, llevaban dos meses juntos en California viviendo como marido y mujer, fumando marihuana y voleando cabeza en los conciertos de rock and roll que, a principios de los ochenta, convocaban a los jóvenes rebeldes y libertarios de la gran América. Ella, Cristina Hicks, era hija de un gringo y una colombiana y su mayor tesoro era la juventud, porque en los bolsillos no tenía un centavo; él, Carlos Javier Marulanda, era un hombre de negocios nacido en Pereira y radicado en Miami que tenía justo lo que ella necesitaba: los contactos de la mercancía. El plan era muy simple: Cristina ya tenía el cliente conversado y su único trabajo era servir como intermediaria entre el proveedor y el consumidor final. Debía llevar el producto —diez kilogramos de cocaína colombiana— al lugar de encuentro —un parqueadero oscuro en un restaurante de Los Ángeles—, recibir el dinero, contarlo, sacar su parte y entregar el resto. A Javier, que creció en el seno de una familia de políticos y terratenientes del Eje Cafetero —hombres y mujeres de moral católica y buenas costumbres—, no le parecía descabellada la idea de vender cocaína: Colombia tenía un recurso natural valiosísimo, que era la hoja de coca, con numerosos y poco conocidos usos terapéuticos y medicinales, ¿entonces por qué no aprovecharlo y, de paso, ayudarle a Cristina a resolver sus problemas económicos? El dilema ético del consumo de drogas no lo trasnochaba. Desde que probó la marihuana, a los veintitrés años, Javier olvidó los prejuicios que le habían metido en la cabeza cuando era niño. Lo más peligroso de la yerba era ir a comprarla, y su mamá lo ponía en esa tediosa tarea cada vez que le botaba los porros que encontraba en el nochero o en los bolsillos de sus pantalones. Él, que había intentado ser cura y médico, creía firmemente que las drogas debían ser legales y que lo que estaba desangrando al país no era la cocaína, sino el empeño de los gringos por eliminarla de la faz de la Tierra. Javier consideraba que era su derecho, y su deber, combatir la guerra contra los narcóticos desde su propia versión de la desobediencia civil: comprarla, venderla y consumirla aun sabiendo que las leyes castigaban con ahínco a los narcotraficantes. Así pues, el único pero que le veía al negocio de Cristina era el cliente, un supuesto amigo del exnovio de la muchacha. A Javier le daba mala espina y tenía el presentimiento de que la vuelta podía terminar con ellos tras las rejas de una prisión. Por eso, aquella noche de verano de 1983, Javier le dijo que no la iba a acompañar, levantó la bocina del teléfono y pidió un taxi que nunca llegó. Estaban en el apartamento de ella, en la avenida Rutgers de Westminster, una localidad del condado de Orange cerca a Los Ángeles, y Cristina se empeñó en que tenía que entregar la mercancía en el parqueadero de Charlie’s. “Si no confía en mí, ¿entonces qué estamos haciendo?”, lo confrontó la muchacha. Al fin y al cabo, si no fuera por él, a ella nunca se le hubiera ocurrido vender coca para echarse unos cuantos dólares fáciles al bolsillo. Cuatro días antes, el 15 de mayo de 1983, la pareja había viajado a San

Francisco a recoger la droga en un automóvil Dodge de placas IGGG609 que Cristina alquiló en un Rent a car. Al día siguiente, se encontraron con un hombre en un motel de la localidad de Stanton y le pasaron un maletín con cinco paquetes de coca prensada. Cristina le dijo al cliente que tenían once kilos más escondidos en Los Ángeles, y que le entregaría otra parte de la mercancía el 19 de ese mes. A las 6:10 p.m., Cristina salió de su apartamento y se montó en una Toyota modelo 82. Al mismo tiempo, Javier se montó en el Dodge alquilado y siguió a la camioneta hasta el boulevard Huntington Beach. Cuando llegaron a Charlie’s eran las 6:35 p.m. y el parqueadero estaba vacío. Pero apenas se bajaron del carro los abordó una horda de policías que tenía muy claro lo que había en el paquete que estaban a punto de entregar. El cliente de Cristina, recomendado por el exnovio al que seguía viendo a escondidas de Javier, resultó ser un informante de la DEA llamado Lynn Wood. Y antes de que pudieran decir algo, los dos ya estaban esposados y camino a la prisión. El agente del FBI Robert Montoya y el agente especial de la DEA John M. Valestra contaron la cocaína que Javier llevaba en el Dodge. Eran diez de los once kilos que supuestamente habían recogido en San Francisco, lo que quería decir que Cristina había escondido un paquete de coca prensada en su apartamento. Así, mientras unos agentes llevaban a Javier a la cárcel federal de Terminal Island, una isla ubicada en el puerto de Los Ángeles, entre San Pedro y Long Beach, otros registraban hasta el último rincón del apartamento donde el pereirano había amado tantas veces a la muchachita que le recordó que la juventud es hermosa y rebelde, pero extraordinariamente estúpida. A pesar de ser una cárcel de baja seguridad, por los corredores de ese centro de reclusión habían pasado varios de los criminales más famosos de los Estados Unidos, como Al Capone, el mafioso italiano de la época de la Prohibición, y Charles Manson, un cantante y exconvicto que inspiró a sus seguidores a cometer nueve asesinatos en la década de los sesenta. Ahí, en Terminal Island, Javier vivió por primera vez un ritual que habría de presenciar decenas de veces. Cuando el recluso recién entra a la prisión, los guardias se encargan de despojarlo de su humanidad y de romper el cordón umbilical que lo une al mundo que conoce: “Desnúdese, agáchese, tosa, póngase esto —un overol caqui o naranja— y recuerde que este va a ser su número”. Luego, lo trasladan a una celda aislada donde deberá permanecer hasta que resuelvan su situación judicial. El cuarto es frío, así sea verano, y las luces nunca se apagan. El objetivo, asegura Javier, es que el preso entienda que su cuerpo ya no le pertenece, sino que está a merced del gobierno de los Estados Unidos. No le costó mucho tiempo asimilar esa situación. Sabía que era inútil resistirse a la voluntad del estado más poderoso del mundo y que en un juicio tendría la baraja perdedora: lo habían atrapado con las manos en la masa y, aunque era residente del país norteamericano, su nacionalidad sólo podía empeorar el concepto del jurado. Por eso, una vez estuvo instalado en Terminal Island, lo primero que hizo fue llamar a un abogado —al que finalmente le pagó para que defendiera a Cristina— y lo segundo, declararse culpable.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 Una jornada

Trasnochamos para ver al papa “Queridos hermanos, quiero agradecer las horas que han pasado acá incluso bajo la lluvia. Lamentablemente, hubo un atraso significativo en el viaje y ustedes tuvieron que esperar más. Gracias por su paciencia, por su perseverancia y por su coraje, y como todos somos pecadores, pidamos perdón por nuestros pecados”: con estas palabras, el papa Francisco emocionó a más de un millón de feligreses que acudieron a verlo y oírlo el 9 de septiembre en Medellín. Presentamos dos testimonios.

No fue una entrada campal

entrando a sus jaulas. Se veía mucho blanco por las carpas plásticas que igual que nosotras la gente compraba para María Paola Aristizábal Jaramillo protegerse de la lluvia. Quedamos muy lejos de la tarima, mpaola.aristizabal@udea.edu.co desde allí solo podríamos ver al papa a través de una panAntonia Mejía Benjumea talla. El cansancio nos ganó, usando las carpas de tres mil “pesitos” como cobija, nos dormimos. antonia.mejia@udea.edu.co Nos paramos desorientadas, con rabia y cansadas. No Laura Herrera Ortega habíamos dormido nada. Decidimos salir de ahí. Encontrar laura.herrerao@udea.edu.co una salida parecía más difícil que entrar. El cuadrante estaEstudiantes de Periodismo ba lleno, íbamos en contravía y la logística de las vallas nos decía que no podíamos salir. Caminamos por entre los pestilentes baños públicos y ecidimos aceptar la misión “casi imposible” de estrujando logramos abandonar ese cuadrante. entrar a la misa del papa Francisco en Medellín, A las seis de la mañana decidimos volver a la 70, donconscientes de que un millón de personas reunide estaban las entradas. Había más gente y con más afán. das en el aeropuerto local podía ser un infierno y que solo la De las diecisiete entradas, solo las de los extremos estaban entrada iba a ser el equivalente a nuestro purgatorio. concurridas. Una daba a la Clínica de Las Américas y la otra Planteando situaciones hipotéticas ideamos estrategias a la calle 30. Esta recibía todos los del metroplús y aunque para sortearlas. No podíamos dormir allá como parte del reto, no había problema para ingresar se hacía fila cada tanto, pero nuestras estrategias incluían comprar puesto, saltar la especialmente para las mujeres. valla y hasta seducir a los de la entrada “pelando teta”. Los A las 7:05 de la mañana cerraron las puertas. La gente medios sembraron pánico cuando anunciaron que había gente comenzó a aglomerarse y suplicar para que la dejaran entrar. haciendo fila dos días antes. Las puertas estarían abiertas desCon expresiones y cantos como “queremos ver al Papa”, “si de las 7 pm del viernes hasta las 7 am del sábado. Decidimos la fe mueve montañas también mueve vallas”, comenzaron a irnos en la madrugada del sábado. presionar, pero no abrieron nuevamente las puertas. Nos preparamos para una jornada muy extensa empaAl igual que nosotras, más de un millón de personas cando sánduches, papas, galletas, agua y bebidas hidratanpudieron entrar de manera fácil y ordenada a recibir la bentes. El único clima en el que pensamos fue en el sol cuando dición del cielo. Para quienes llegaron tarde ni nuestras esamaneciera, así que con un abrigo sencillo llegamos a las 3 trategias iniciales hubieran podido ayudarles. de la mañana preparadas para hacer una larga fila. No había fila. Un poco desconcertadas, pasamos por el filtro policial y caminamos por todas las entradas para confirmar que había sido mucho más el escándalo de los Daniela Sánchez Romero medios. Las personas iban ingresando a intervalos, algunas daniela.sanchezr@udea.edu.co con sillas plásticas, otras con banderas del papa, y otras solo Estudiante de Periodismo con comida para aguantar las próximas siete horas esperando la llegada de Francisco. Hacia las cinco de la mañana, la lluvia y el frío ya nos estaban agotando, así que decidimos, ahora sí, ingresar a la Un jean completamente mojado. Tres busos y dos carmisa campal. Para esto había dos entradas. Primero lo hicipas que no lograron contener seis horas de lluvia. Diecisiete mos por la de la pista. La gente se amontonaba caminando horas de espera al Papa y veinte minutos de la homilía de en medio del pantano y de quienes intentaban encontrar un Francisco en el Olaya Herrera. lugar para acomodarse. La mayoría de la gente llegó al lugar de encuentro a las Decidimos ir hacia la del aeroparque, en el extremo cuatro de la tarde, pasó un filtro de ingreso a las siete de opuesto. Esa, según el sonido, parecía ser la más cercana a la noche y, luego de otras dos horas de fila, llegaron a las la tarima, y los cuadrantes ya estaban muy llenos. Aguantapistas del aeropuerto. En ese conjunto estaba yo. Fuimos mos allí solo un rato antes de decidir volver a la otra entrala segunda tanda de un grupo de cinco mil personas y nos da donde parecía haber más espacio. ubicaron, aproximadamente, a unos doscientos metros de una pantalla LED que se encontraba a otros cuatrocientos Nos guiaron hacia uno de los cuadrantes de la B; nos metros del costado izquierdo de la tarima principal. sentíamos como en una feria de ganado, éramos el ganado

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Homilía a metro y medio

No. 86 Medellín, septiembre 20 - octubre 20 de 2017

Fue una noche larga, los cantos y la música —tanto de la tarima como de la gente— no cesaron hasta la llegada del papa. La lluvia no opacaba sus rezos, alabanzas y la esperanza de ver al representante de Cristo en la tierra. Las carpas, plásticos y bolsas fueron las armas para lograr mitigar el agua que caía. A las cuatro de la mañana las gotas de lluvia nos despertaron. A pesar de que mis compañeros y yo usábamos un plástico como techo y que este me cubría completamente, mis 1.50 metros de altura hacían que estuviera más cerca del suelo, que el agua me empapara hasta las rodillas, que la carpa que llevaba me quedara grande y que le impotencia de no ver me obligara a sentarme en el cemento húmedo. La expectativa de la llegada del pontífice aumentaba, como lo hacía la lluvia y la gente. Lluvia que empapa mis lentes y nublaba mi vista. Gente que me empujaba, que me pisaba y rompía la carpa que arrastraba y que se me paraba al frente haciendo que no pudiera ver ni la pantalla LED. Hacia las siete, nuestra comida había acabado. La lluvia continuaba con un ritmo constante, mis zapatos y mi pantalón ya estaban completamente mojados, mis gafas estaban parchadas y sucias, y las ganas de irme hacían que la mañana fuera cada vez más larga. Con la imagen del avión aterrizando en el aeropuerto José María Córdova, más o menos a las nueve de la mañana, logré desvanecer el cansancio y el hambre y olvidar por un momento que tenía toda la ropa húmeda. Por un momento, porque al cabo de quince o veinte minutos, anunciaron que debido a problemas climáticos, Francisco bajaría por tierra al Olaya Herrera y eso significaban otros cuarenta minutos de espera. Un tiempo propicio para que las personas se dispersaran, comenzaran a recoger sus maletas y bolsas, acomodaran sus pequeñas sillas justo en frente de mí para poder ver al papa en su recorrido por las pistas del Olaya Herrera. Con un retraso de casi una hora del tiempo previsto, el sumo pontífice pudo llegar al lugar que convocó a más de un millón de personas con el objetivo de recibir su santa bendición. Todos corrimos hacia las vallas para verlo pasar en su papa móvil. Todos lo vieron, menos yo. Las señoras del frente se pararon en sus sillas y las chicas de los lados levantaron sus celulares para grabarlo. En mi video solo quedaron espaldas, brazos, celulares y un carro a toda velocidad, que si espabilo, no lo veo. Rabia, desespero y cansancio mezclados con hambre. La señora del lado pregunta desde qué horas estoy y al escuchar mi respuesta lo único que hace es sacar comida de su maleta. Por otro lado, las de más atrás me regañan por comer en misa mientras ellas se toman selfies y critican la cara de las demás señoras que oran con sus ojos cerrados y dejan salir una que otra lágrima al escuchar las palabras de sabiduría del papa Francisco.


En lente

Postales de Ayapel

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on las negociaciones de paz entre el gobierno y las Farc, las preguntas relacionadas con la disputa por la tierra y su relación con la guerra se convirtieron, de nuevo, en el centro del debate público. Ayapel es uno de esos territorios a los que ahora miramos. Este municipio de Córdoba fue, durante años, sobrepasado por el conflicto, la injerencia de grupos como el EPL y la intensidad de la actuación del narcotráfico, que contaba con latifundios allí.

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Queremos narrar unas historias que, en medio de este nuevo capítulo que vive el país, son una apuesta por contar la memoria y cultura de los territorios desde otras lógicas que no sean las del conflicto, el olvido o la violencia. Ayapel se encuentra en el extremo oriental del departamento de Córdoba. Está bañado por el río San Jorge y por una ciénaga de cuarenta mil hectáreas.

Fotografía: Luisa Fernanda Rojo Granda Estudiante de Periodismo Recursos hídricos

A pesar de contar con una de las partes más determinantes del macrosistema de humedales de Córdoba, ni los habitantes ni la administración han sabido utilizar y filtrar correctamente el agua. Solo cinco barrios de Ayapel cuentan con servicio de alcantarillado, según el informe presentado por el Plan Maestro.

Fotografía: Sara Asprilla Palomino Lugares abandonados Estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial

Durante la época de bonanza de los arroceros, la Arrocera Ayapel fue una de las más grandes y exitosas. Solía funcionar cerca de la plaza principal frente a la ciénaga, pero múltiples desbordamientos llevaron a detener la producción para evitar pérdidas. El edificio se mantuvo en abandono hasta que, años después, se hizo la adecuación del espacio de oficina para convertirla en una discoteca llamada Patayuya. La discoteca funcionó por varios años, pero fue abandonada más tarde. Actualmente, estos espacios se encuentran en total abandono. El espacio de Patayuya lo utiliza un grupo de niños para jugar en las tardes.

Fotografía: Alexandra López La gastronomía Estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial

Ayapel es un municipio rico en frutas exóticas y vegetales. La estética de los platos se debe, antes que nada, a sus ingredientes. Entre los platos típicos se destacan la Viuda’e pescao, los rollitos de repollo y el mote de queso.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


24 Última Fotografía: Juan José Arias La agricultura Estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial

Es una tradición heredada de los primeros nativos de la zona. Hoy, reconocida como la principal actividad económica del territorio. Se siembra principalmente arroz, maíz, yuca y mango. En los últimos años se han visto reducidos en un 34,84 por ciento los productores agrícolas, a causa de diversas problemáticas.

Fotografía: Marcela María Posada La minería Estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial

La minería informal es una de las mayores fuentes de empleo en el municipio. La pequeña minería, también llamada minería ilegal, es una problemática ambiental y política antigua en esta zona. Cada mina está conformada por dos o tres personas. Los terrenos son húmedos, inestables y difíciles de transitar.

La pesca Fotografía: Antonio Rosero Estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial Según cifras de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge, la producción pesquera en 1997 reportaba un rendimiento de 31 kg/día, mientras que en 2007 solo se reportaron 5.52 kg/día.

Investigación: María Antonia Gómez Fotografía: Marco Antonio Pérez Peleas de gallos Estudiantes de Comunicación Audiovisual y Multimedial

El Cedro, Fotografía: Jessica Mileidy Agudelo Cano Estudiante de Periodismo corregimiento de Ayapel

El Cedro es un corregimiento ubicado a diez minutos en lancha hacia Tierralta. Gilberto Pérez y Erasmo Mercado son habitantes del sector desde la infancia. La casa de Erasmo tiene un billar para los habitantes de El Cedro y un patio grande en el que, anteriormente, solían apostar peleas de gallos. Gilberto dedica su tiempo a la pesca, al ritmo de las décimas de su hijo, que le activan la memoria.

No. 86 Medellín, septiembre 20 - octubre 20 de 2017

Las peleas de gallos son una de las fuentes de entretenimiento más representativas.“El gallo es un animal agresivo por instinto. Ellos atacan a otros gallos porque es su naturaleza, no lo condicionan”, responde uno de los galleros para justificar su oficio.


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