Revista Desafio

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ESPERANZA La esperanza que esconde la indignaci贸n


Testigos de Esperanza Servir en tierra extranjera

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Historias que Transforman La compasión es inevitable a partir de la conciencia de que todos somos uno

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Despertar El paradigma del cuidado es necesario para la supervivencia de la especie

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Destacamos No puede existir una empresa exitosa en una sociedad fracasada

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Trabajo Construir relaciones de confianza y beneficio mutuo

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Solidaridad Amar la diferencia

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Familias Jugadas

La yerba mate sustentable y saludable

Un encuentro para humanizar la globalización

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La esperanza que esconde la indignación

Comité editorial: Eliana Aguilera, Pedro Arellano, Hugo Cabrera, Luis Carrasco, María José Calvimontes, Denis Gallet, Adolfo Gana, Sebastian Iglesias, Constanza López, M. José Lopez, Rafael Meiss, Mariella Rossi, Juan Vera, Andrés Wiche. ediCión general: Mariella Rossi. Producción: MRW Comunicaciones. diseño: Julia Salazar. diagramaCión: Catalina Navarrete,Valentina Fuenzalida. Periodistas: Macarena Figueroa, Francisca Gálvez, Erika Ortega, Patricia Sirebrenik. FotograFía: Nicolás Amaro, Adolfo Santa Maria, Michael Navarro, Shutterstock. Humor: Orlando Lagos. ilustraCión: Sandra Conejeros. ilustraCión Visión: Alice/Shutterstock, Dawn Hudson/Shutterstock. CorreCCión de textos: Miguel Ortiz. imPresión: World Color. direCCión editorial: Sánchez Fontecilla 1246, Las Condes, Santiago de Chile. teléFono: 207 8746. www.desafío.cl REVIStA Nº 84 ENERO 2012


Editorial

Despertar el Sentido ¿

Qué mejor momento al terminar un año y dar inicio a otro, para detenernos,

subir a lo alto y mirar con perspectiva el camino recorrido, los valles y mesetas transitadas, como también asomarnos a la ruta que anhelamos recorrer durante el período que viene? Estamos cerrando un año bastante convulsionado, marcado tal vez, al menos así lo leo yo, por el desencuentro, por una gran crisis de confianza e individualismo y una sensación soterrada de desazón y descontento. ¿A qué se debe tal insatisfacción? Lo habitual sería buscar los responsables afuera de la casa, y en ese sentido responsabilizar al gobierno, a los políticos, a los empresarios, a los curas, a los medios de comunicación, al vecino, etc. ¡Qué fácil!, ¡Qué cómodo!, buscar siempre a los responsables en otra parte, levantando consignas, críticas y descalificaciones contra todos quienes me impiden vivir una vida más armónica y ser feliz. Tengo la profunda certeza de que mientras no nos asumamos cada uno, con la alegre responsabilidad que conlleva el “ser único y sagrado”, mientras no descubramos todo lo que tenemos de luz y oscuridad, de claridad como de confusión, de amor como de temor será difícil que nos transformemos en un actor relevante para generar los cambios sociales que anhelamos y reclamamos. Despertar al sentido de la vida, ver el círculo de influencia de mis acciones y omisiones, recuperar la confianza en el tesoro que habita en mi interior, volver a confiar en los otros –expuesto incluso a la traición–, admirar con asombro la belleza de todo lo recibido y agradecer cada uno como un regalo, es, al menos así lo quiero para mí, la forma en que he decidido iniciar este nuevo año. Despertar a la belleza, despertar a la ternura, despertar a la admiración y la bondad. Paz y Bien por siempre

Pedro Alberto Arellano Marín

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Tema central

La esperanza que esconde Indignaci贸n y esperanza no son dos conceptos contradictorios: la indignaci贸n nos despierta, nos conecta con aquello que nos incomoda, que nos molesta, que pisotea nuestra dignidad. La esperanza es lo que hace posible que no nos quedemos en el malestar y en el enfado, sino que avancemos hacia el compromiso y la acci贸n. Por Mariella Rossi

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Tema central

la indignación E

n Chile, Raquel está indignada: vive en la pobreza, sus ingresos no le alcanzan para darles mejores oportunidades a sus hijos, apenas puede alimentarlos. Francisco está totalmente endeudado, la razón: un crédito que pidió para poder ser profesional universitario, el primero en su familia. Andrés perdió todo su capital en la bolsa, La Polar se llevó gran parte de lo que había ahorrado para su vejez. Leyla lleva esperando casi dos años por su nueva casa después del terremoto, hoy vive aún en una aldea de emergencia…. En España la gente grita: “No somos marionetas en manos de los políticos y banqueros”, “queremos democracia real ya”, “queremos participación”. En Estados Unidos se toman las plazas, acampan en Nueva York y protestan contra un sistema financiero corrupto y manejado por unos pocos. En África y Medio Oriente piden terminar con los poderes dictatoriales de una minoría y salen a las calles a protestar y expresar sus voces. “Las movilizaciones actuales responden a dinámicas locales y globales. En el ámbito local son distintas porque se provocan por situaciones diversas: alto desempleo juvenil y de adultos jóvenes en España; revueltas antiautoritarias en África y el Medio Oriente; indignados en los EE.UU. y otros países; excluidos en Inglaterra. Familias endeudadas por la educación en Chile. En el ámbito global, se puede observar una reacción contra la preeminencia desbalanceada de un régimen económico centrado en el aspecto financiero”, explica René Ríos, sociólogo de la U. Católica. El mundo hace ruido, tal y como suenan las maderas en las antiguas construcciones cuando viene un cambio de tempe-

ratura; como suena el mar al traer fuertes mareas; como suena la tierra antes de que un volcán reviente en erupción. Estos sonidos no provienen como antaño de un movimiento partidista o religioso, ni de personas que levanten alguna bandera ideológica particular. La base de este ruido es el descontento real y personal. Este es un movimiento autónomo espontáneo, apartidista, pacífico, horizontal y transparente de cuyo origen no tiene registro la historia. Miles son las voces que se alzan, miles son las causas que se esgrimen, pero la sociedad y el mundo parecen haberse puesto de acuerdo en al menos una sola cosa: sienten haber sido pasados a llevar en su dignidad. ¿Por qué hoy se manifiesta la fuerza de este malestar?, ¿cuáles son las razones para que el ser humano alce su voz justo ahora? Lo primero que puede explicarlo es el desencanto generalizado, porque aquello que se suponía venía a resolver los problemas del mundo, al parecer los ha acentuado. La humanidad apostó al crecimiento y al desarrollo como una solución a los problemas de equidad y pobreza; sin embargo, hoy el mundo mira sorprendido cómo el 1% de la población controla más del 40% de las riquezas del planeta. Las personas pusieron sus ilusiones en el desarrollo tecnológico exponencial, pero éste no solucionó el aislamiento de algunos y la falta de oportunidades de otros. Las empresas creyeron que las utilidades eran la única y mejor forma de medir su éxito y en nombre de ello se cometieron faltas a la ética y a la moral, se falsearon resultados con las consecuencias por todos conocidas: grandes conglomerados financieros y compañías de renombre cayeron en el desfalco y en la banca rota.

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Tema central ¿Cuál es tu motivo de indignación? ¿Qué sientes que pisotea tu dignidad? ¿Qué es aquello que te quema el corazón y te produce desasosiego? ¿Cuál es la causa de tu rabia? ¿Qué es lo que no te tiene contento?

En palabras del Teólogo Freddy Parra: “Detrás de lo que ocurre en el mundo hay una profunda protesta ética. Ya no resulta tan evidente que el continuo desarrollo económico y tecnológico sea un valor en sí. Poco a poco se comienza a valorar una naturaleza libre de contaminación y la necesidad de trabajar por una relación más armónica con el cosmos, recuperando el asombro por su constante e indescriptible belleza. De un modo renovado se valoran relaciones sociales auténticas y un adecuado desarrollo interpersonal”. Es así como se respira por todos lados el desencanto. Una desilusión que mete ruido, que se expresa básicamente porque existen canales y nuevas formas de conexión. Así lo explica René Ríos: “Desde una perspectiva evolutiva se puede distinguir un cambio profundo y extenso equivalente al que ocurrió en dos momentos anteriores, cuando se creó la escritura y cuando se inventó la imprenta. La internet podría ser equivalente a ellos. Hasta donde podemos observar hoy, está generando menos posibilidad de guardar secretos (wikileaks es un caso, aunque menos relevante de lo que se pensó, pero igual señala la posibilidad), más transparencia, muchos más observadores con capacidad de registrar eventos (celulares con cámara). La internet proporciona, como ya es sabido, enormes cantidades de información, de manera instantánea y ubicua”. Para Luis Carrasco, Couch ontológico, es importante mirar este fenómeno como un cambio de estado de ánimo del mundo: “El estado de ánimo es una emoción más o menos prolongada en el tiempo que nos predispone a actuar de determinada manera, por ejemplo, la resignación nos predis-

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pone a aceptar los hechos, a pensar que no podemos hacer nada para cambiarlos y nos quita poder al hacernos sentir que no podemos transformar nuestra realidad. Desde mi perspectiva, este movimiento mundial de los indignados nos ha permitido ver que vivimos como humanidad mucho tiempo en la resignación y sólo al salir de ella tomamos conciencia que por años pensamos que las cosas eran así, inamovibles. Pienso que hoy nos paramos en otro estado de ánimo que está más relacionado con el entusiasmo, el cual predispone a la acción, y da el poder para sentir que sí podemos cambiar las cosas. Hoy la humanidad está más despierta”. Este despertar indica que el paso moral siguiente para el mundo es el compromiso. Porque uno de los componentes esenciales e indispensables de la acción con sentido, de la transformación y el cambio es la capacidad de desinstalarse, de disgustarse. El mismo Stéphane Hessel, autor del libro ¡Indignaos!, que inspiró este movimiento en España lo señala: “Enfadarse y ya, para mí no tiene sentido. La ira no conduce a ninguna parte si no va seguida de un compromiso. No propongo que la gente se enfade sin más ni más, sino que se pregunte cuáles son las razones que ponen en peligro esos valores fundamentales que hemos heredado y que ahora tiemblan. Yo apoyo la indignación en el sentido contrario, la que sacude cuando los derechos básicos son atacados o perseguidos”.

Signos de esperanza El tiempo de la indiferencia dio paso al tiempo de la indignación. Nadie conoce a ciencia cierta qué va a resultar de todo esto; sin embargo, hay una elección que cada uno, en forma responsable, sí puede


Tema central

LeyLa RiqueLme, Dirigente Vecinal de Dichato La espeRanza me Da ganas De seguiR LuchanDo

La esperanza es el detonante para ponernos en marcha y trabajar por un ideal. Ha sido una de las fuerzas dominantes de las revoluciones y de las insurrecciones hacer. Podemos mirar el lado oscuro del mundo, podemos profundizar en la crisis y en las problemáticas planetarias, pero como DESAFÍO queremos -en medio de todo este aparente caos- dilucidar algunos signos que nos conectan con la esperanza. Constatar que a pesar de todo algunas empresas ya no trabajan sólo por las utilidades, sino que buscan ante todo ser sustentables y preocupadas del medio ambiente. Descubrir a emprendedores sociales que han creado un nuevo concepto de hacer negocios como la experiencia de Alex Pryor en Guayaki, una empresa orientada a la restauración del bosque, el cuidado de las comunidades locales y al mismo tiempo rentable, es una señal que muestra que hay otro camino (ver artículo completo en página 30) Darse cuenta de que existen personas que se entregan en forma total e incondicional a desafíos sociales, que dan su vida por el servicio de los demás como lo hizo Felipe Cubillos, a través de “Desafío Levantemos Chile”, quien acompañado por Joaquín Arnolds, no sólo murieron en el cumplimiento de su misión -cuando se precipitó el avión en que viajaban a Juan

Fernández-, sino que eligieron este camino porque le llenaba el alma mucho más que los bolsillos, es una clara muestra de que se puede tener esperanza. Conocer que algunas empresas tienen de verdad un interés por apoyar genuinamente a su comunidad, que están convencidas de que no se puede ser exitosa en una sociedad que no lo es, que la filantropía no basta ni es suficiente, que es necesario crear valor y construir relaciones de confianza, como es el caso de Nestlé y Minera los Pelambres (ver artículos completos en páginas 36/42), son también señales de que algo bueno puede estar por venir. Saber que más de 220 líderes de los más diversos ámbitos, de distintas partes del mundo, se dieron cita en el Aconcagua Summit en nuestro país y durante tres días compartieron sus experiencias para luego asumir compromisos concretos para humanizar la globalización (ver página 50) es una señal inequívoca que algo distinto se está gestando. Conocer a personas como Leyla Riquelme, una joven dirigente vecinal de Dichato, y Raquel Legua, una pobladora de Colina que ganó recientemente el Premio

“Después del terremoto descubrí que tenía que hacer algo, que no podía quedarme mirando, tenía que encontrar un sentido. Perdí todo y fui trasladada a una aldea temporal, un terreno pequeño que compartimos 540 familias, las casas son demasiado chicas y para ir al baño tengo que caminar y en pleno invierno en la noche es algo bien complicado. El hecho de no tener un espacio me genera una terrible impotencia y me empiezo a desesperar porque ya han pasado casi dos años y todavía no veo ninguna solución clara para nosotros. Pero cuando miro a mis vecinos viejitos que también perdieron todo y me los imagino de nuevo frente al mar en sus casas tranquilos y felices, ahí es cuando me vuelve la esperanza y con eso las ganas de seguir luchando. Esta lucha ha significado para mí tocar muchas puertas, visitar a muchas autoridades, contar nuestra realidad en todas las partes que puedo, también ha significado abandonar proyectos personales y compatibilizarlo con mi trabajo permanente y remunerado, pero hoy veo signos de esperanza, personas que quieren apoyarme, que están dispuestas a sumarse y ayudarme a lograr este propósito”.

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Tema central

Detrás de lo que ocurre en el mundo hay una profunda protesta ética. Ya no resulta tan evidente que el continuo desarrollo económico y tecnológico sea un valor en sí

Raquel legua, Pobladora y ganadora del Premio avonni al emprendimiento DaRle un giRo a la Rabia e imPotencia

“Me casé a los 8 días de conocer a mi actual marido. No tenía literalmente nada: dos tazas, dos platos y un par de ollas que me regaló mi mamá. Fueron tiempos muy duros. Un año llegó la Navidad y no tuvimos nada, pero absolutamente nada que darles a nuestros hijos. La rabia, la impotencia y la indignación me hicieron cambiar las cosas: “Nunca más va a ocurrir esto”, me dije, y salí a buscar trabajo. Estuve 28 años en un fundo como temporera, pero yo soñaba con algo distinto para mí, ese trabajo es muy sacrificado, todo el invierno mojada y el verano a pleno rayos del sol. Hace dos años se me ocurrió hacer un taller de confección con 8 vecinas y me gané un proyecto Fosis. Entonces todo comenzó a cambiar, apareció Rodrigo Alonso, un diseñador que nos dio un modelo de zapatos que empezamos a hacer y a comercializar a tiendas de diseño del Barrio Alto. Luego conocimos a Joaquín Arnolds (recientemente fallecido en el accidente aéreo de Juan Fernández) y no puedo describir lo que él hizo por nosotras, no solamente nos dio contactos, nos apoyó en la organización, sino que se preocupó personalmente de cómo estábamos, me llamaba todos los días para saber qué podía hacer él por nosotras. Tengo una tristeza muy grande en mi corazón, pero sé que debo de seguir adelante. Hoy tengo esperanzas y es por eso que me pongo de pie todas la mañanas. Mi vida ha cambiado porque muchos me han ayudado, pero también porque yo decidí en un momento dejar la pasividad y hacer algo concreto para salir de mi indignación”.

Este despertar indica que el paso moral siguiente para el mundo es el compromiso. Porque uno de los componentes esenciales e indispensables de la acción con sentido, de la transformación y el cambio es la capacidad de desinstalarse, de disgustarse Avonni (ver recuadros), es tomar conciencia de que cuando los seres humanos se conectan con su motivo de indignación pueden dar paso al compromiso. Todos estos signos y muchos más nos permiten reconocer que el mundo tiene la opción de avanzar hacia otro estadio y reavivan la fe en el hombre. Pode-

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mos verlos o simplemente ignorarlos; sin embargo, si queremos ir desde la indignación al compromiso, la única forma es a través de la esperanza.

La fuerza de la esperanza La esperanza es el detonante para ponernos en marcha y trabajar por un ideal. Ha sido una de las fuerzas dominantes de las revoluciones y de las insurrecciones. La esperanza es la que nos conecta con el sentido, nos conecta con un propósito o con una meta. El viaje de Ulises en la Odisea es una forma poética de entender el poder y la fuerza de la esperanza. El mundo tiene su Ítaca, igual que Ulises, pero en el camino son muchas las tentaciones que pueden sacarlo de la ruta y hacer que fracase el viaje. Ulises en su travesía vence miles de dificultades porque tiene la esperanza despierta en su corazón. Memorable es su lucha contra el canto de la sirenas al cual todos los marinos sucumben. Para hacerlo, tapa los oídos de sus hombres con cera después de haberles pedido que lo aten sólidamente al mástil del barco. Así puede saciar su curiosidad escuchando el canto de las sirenas, sin ceder a su encantamiento. Este canto se revela melodioso y desgarrador, y está colmado de bellas promesas. Ulises les grita a sus compañeros que lo desaten, pero por supuesto éstos permanecen sordos a sus gritos. Finalmente, el barco pasa y los héroes escapan al funesto destino de tantos otros. Son muchas las tentaciones, los signos de muerte que atraen como las sirenas de la Odisea, pero la única forma de no ceder a ellos es teniendo una Ítaca, un propósito, en suma: una esperanza.


Tema central

Instalarse en esta esperanza no es iluso sino que algo que tiene que ver con la concepción misma del ser humano: la capacidad y a su vez la necesidad de esperar es una característica universal de la humanidad. Así lo explica el teólogo Freddy Parra: “No se puede hablar de la esperanza sin referencia a la constitución temporal e histórica del ser humano. La persona humana, es a la vez un ser-en-eltiempo y por ello se puede afirmar que es insoslayablemente un ser-en-esperanza. Por ello, entendemos la existencia entre el ‘ya’ de lo que somos y el ‘todavía no’ de lo que podemos ser, o mejor dicho de lo que deseamos ser. El deseo es síntoma de ausencia y motivo de búsqueda y acción. El deseo, la fantasía creadora, la imaginación, nos revelan que el ser humano busca incansablemente el sentido de su vida superando lo inmediato y, con todo, abriéndose al futuro. Consciente de sus límites, de su finitud, el hombre se capta en el presente como inconcluso, como inacabado, en camino hacia una plenitud ausente, presentida en el claroscuro del presente. Como seres inacabados, vivimos, en suma, rodeados de la posibilidad”. Es por esto que parece importante ir desde lo general a lo particular y preguntarnos ¿qué pasa con cada uno de nosotros?, ¿cómo podemos avanzar desde la indignación al compromiso?, ¿cómo podemos poner luz para conquistar nuestra propia Ítaca? Aunque parezca paradójico, quizás el primer paso tiene que ver con contactarnos con nuestra indignación como Hessel lo dice claramente: “Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación: es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como me indignó a mí

Miles son las voces que se alzan, miles son las causas que se esgrimen, pero la sociedad y el mundo parecen haberse puesto de acuerdo en al menos una sola cosa: sienten haber sido pasados a llevar en su dignidad el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos (…). En este mundo hay cosas insoportables. Para verlas hace falta observar con atención, buscar un poco y encontraréis. La peor de las actitudes es la indiferencia, es decir, yo no puedo hacer nada y me las apaño. El comportarse así hace perder uno de los componentes que hacen al ser humano: su capacidad de indignación y del compromiso que nace de ella”, explica quien fue nada menos que uno de los redactores de la Declaración de los Derechos Humanos en 1948. ¿Cuál es tu motivo de indignación? ¿Qué sientes que pisotea tu dignidad? ¿Qué es aquello que te quema el corazón y te produce desasosiego? ¿Cuál es la causa de tu rabia? ¿Qué es lo que no te tiene contento? Hacerse en la tranquilidad y silencio estas preguntas tiene mucho sentido, no con el objetivo de despertar nuestros demonios internos, sino más bien con el propósito de conectarnos con aquello que nos puede movilizar, con aquello por lo cual nos atrevemos a luchar, a defender. Y esto no tiene necesariamente que ver con grandes causas o revoluciones mundiales, sino que se relaciona con mi ámbito de acción, con aquello que me es más propio. Ese es el primer paso hacia el compromiso Sin embargo, ese compromiso debe

estar iluminado por la esperanza; si no, corremos el riesgo de que se diluya rápidamente. Y la esperanza nos remite necesariamente al sentido de la vida: “El ser humano no puede renunciar a la espera de algo nuevo y mejor. Y, por lo mismo, tampoco renuncia a la utopía o al intento por superar la distancia entre lo real y lo deseado”, explica Freddy Parra. ¿Cuál es mi propia Ítaca?, ¿dónde pongo mi esperanza?, ¿cuál es el camino que tengo que recorrer para llegar allá?, ¿con qué demonios me he encontrado?, ¿cuáles volveré a despertar?, ¿qué tentaciones debo rechazar?, ¿qué motivaciones tengo que abrazar?, ¿cómo he recorrido el camino?, ¿cuánto he disfrutado de él?, ¿cuánto he estado presente en esta experiencia?... El mundo seguirá haciendo ruido y este sonido, a veces molesto, podrá recordarnos los motivos que cada uno tiene para indignarse: El desafío es no dejar que el ruido me ensordezca, sino que sea el combustible para generar un compromiso, una acción. Una acción que tiene que ver con lo que yo puedo hacer, con lo que me compete, con lo que se relaciona conmigo. Cada uno en su espacio, con sus cualidades, con sus talentos, con sus trabajos, con sus luces y sus sombras podrá así convertirse en parte del cambio que espera ver en el mundo.

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Testigos de esperanza

Servir en tierra extranjera Estos tres voluntarios salieron al mundo a servir en los lugares que más se necesitaba. África, India y Haití son los destinos que escogieron para llevar un mensaje de esperanza a través del trabajo comprometido y la entrega solidaria. Por Macarena Figueroa

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Testigos de esperanza

Cristóbal Abarzúa, voluntario de Africa Dream:

“Viven con lo mínimo, pero aún son capaces de sonreír” “Africa Dream necesitaba un agrónomo para desarrollar un proyecto de agricultura en Sudáfrica. Yo estaba trabajando, pero dejé todo y me fui. Así fue como llegué a Malamulele, un pueblo rural muy pobre, ya que era una zona de negros del apartheid. Mi misión era crear un huerto sustentable en el terreno baldío de un colegio de enseñanza básica que contaba con 700 alumnos. Mi desafío tenía dos objetivos: cumplir una labor educativa, para que los niños aprendieran aspectos de la agronomía, y que el huerto se convirtiera en un sustento para la comunidad. Junto a un sociólogo voluntario lideramos el proyecto. Trabajamos en conjunto con la directora del colegio (una religiosa chilena), profesores, auxiliares y jardineros, y así fue como sacamos adelante el huerto orgánico, que contaba con especies nativas y además rescataba las antiguas tradiciones agrícolas del lugar. Lo diseñamos con diferentes secciones para plantar verduras, frutos y flores. No todos hablaban inglés, así que tuve que aprender su dialecto, el nshangaan, para poder comunicarme mejor. Organizamos grupos de trabajo con los niños, quienes rápidamente se entusiasmaron ya que tienen una conexión muy especial con la tierra. Ellos son muy inquietos, cantan y bailan todo el tiempo, por eso en cada taller yo me preocupaba de que los niños entendieran sólo tres o cuatro ideas importantes, y les enseñaba a través del ejemplo. Esta experiencia te permite conocerte mucho a ti mismo y darte cuenta de qué eres capaz. En retrospectiva tomas conciencia de que ayudaste a hacer algo que sirve, que tiene sentido y que es valorado por las personas que viven ahí. En el plano profesional me dio más seguridad, ya que fue un gran desafío para mí y pude sacarlo adelante. Trabajamos mucho y nos ganamos a la gente a pulso, con paciencia y perseverancia. Una de las enseñanzas que me dejó mi labor en África es que realmente tiene sentido vivir de la agricultura orgánica, que es a escala humana. También vi cómo las personas viven con lo mínimo, pero aun así con capaces de sonreír. Si te interesa saber más sobre la Fundación África Dream, visita: www.africadream.cl

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Testigos de esperanza

Javiera Puentes,

voluntaria de Médicos Sin Fronteras

“Lo que más rescato es haber perdido el miedo” “Después de un tiempo trabajando como médico me di cuenta de que esa no era la vida que quería. Pensé mucho y de a poco reapareció este sueño de niña de ser parte de Médicos Sin Fronteras (MSF). Me postulé como voluntaria y fui aceptada. Mi primera misión fue en Bihar, el estado más poblado de India, donde estuve 6 meses trabajando en un proyecto de nutrición infantil. Era angustiante ver a tanta gente junta, tanta basura, tanta pobreza, pero al mismo tiempo me encanté con los colores, los olores de especias y las vacas y cabras en las calles. Mi segunda misión fue en Sudán del Sur (África), en un pueblito llamado Yambio, que tenía un hospital en pésimas condiciones. Allí trabajé como médico del servicio de pediatría y me tocó tratar a muchos niños con malaria, meningitis y otras enfermedades que casi no existen en nuestro país y que yo sólo conocía por libros. Me impactó mucho la alta tasa de mortalidad infantil y me cuestioné si iba a ser capaz de enfrentarlo. Tuve mucho miedo los primeros días, pero con el tiempo aprendí a sobrellevar el dolor de ver a mis niñitos morir y a poder reírme al compartir con mis pacientes y sus mamás. MSF es una experiencia muy intensa, pero hermosa, y lo que más rescato es haber perdido el miedo. En lo profesional se aprende muchísimo, porque hay que ver casos muy severos con pocos recursos, entonces se vuelve a la medicina básica que me encanta: el examen físico, el interrogatorio, la “corazonada”. Siento que estoy viviendo mi vida mucho más a conciencia ahora, que me conozco más y que estoy en mi centro. Aprendí que el ser feliz no depende de qué tan fácil le ha tocado a uno en la vida, sino de cómo uno interpreta los eventos. Este voluntariado me permite hacer lo que me gusta, conocer lugares que jamás estarían a mi alcance como turista, en zonas muy intensas, conocer gente muy especial, crear lazos, aprender de los demás y llenarme de energía. Si quieres conocer más de Médicos Sin Frontera, visita: www.msf.org.ar

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Testigos de esperanza

Capitán Gloria Fernández, participó en Misiones de Paz en Haití

“Nunca olvidaré las caritas de los niños del orfanato” “Desde febrero a agosto del 2011 fui parte del Batallón Chile 15, que realizó una Misión de Paz en Cap Haitien, al norte de Haití. Esta es una labor voluntaria que desarrolla el Ejército de Chile (en Haití desde el año 2004) y siempre había tenido muchos deseos de participar. Mi trabajo como CIMIC (Coordinación Cívico-militar) consistía en gestionar con las autoridades regionales la entrega de donaciones solidarias de alimentos y útiles escolares, ayuda médica y agua potable en distintos poblados. Ayudábamos principalmente a niños en colegios, orfanatos y hospitales. Los haitianos siempre nos recibieron con gran cariño y creo que se debe a nuestra forma de ser, los chilenos somos muy humanos y acogedores. Haití es un país muy pobre. Son personas muy acostumbradas al dolor y a no tener cosas. Me llamó mucho la atención una vez que fuimos a brindar ayuda médica, una joven mamá soltera contaba muy naturalmente que su bebé tenía fiebre alta hace semanas, y no pareció inquietarse cuando el médico le dijo que era un síntoma peligroso, de riesgo vital. Ellos viven una realidad muy dura, y están resignados a comer al lado de la basura y a no proyectarse en el futuro. Entre las cosas curiosas, vi cómo en una moto chica viajaban hasta cinco personas, y en un bus destartalado la gente iba sentada en el techo, porque adentro hacía mucho calor. Nunca olvidaré las caritas de mis niños del orfanato, con quienes establecimos un fuerte vínculo. Cada vez que los visitábamos, se tiraban sobre nosotros llenos de alegría. El ser mujer y hablar francés me permitió tener una gran llegada con todas las personas, desde niños hasta autoridades gubernamentales. Voy a cumplir 17 años de carrera militar, y puedo decir que ésta ha sido una de las mejores etapas que me han tocado vivir. Soy una agradecida del Ejército y de Chile por haberme dado la oportunidad de aportar con este granito de arena. Siento que las Misiones de Paz son un gran aporte que hace nuestro país, eso demuestra que estamos preocupados por tender una mano amiga a países que lo necesitan”. Si quieres conocer más sobre las Misiones de Paz, visita www.ejercito.cl/misiones-de-paz.php

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Opinión

Esperanza, creatividad y medios de comunicación L

a última versión de la Teletón me dejó pensando. No sólo porque es siempre sorprendente, gratificante y enriquecedor presenciar la solidaridad de los chilenos, sino porque en mi calidad de periodista esta vez reparé en otra cosa: la excelencia de los reportajes que, preparados especialmente para esa suerte de maratón televisiva, pudimos ver a lo largo de las 27, o un poco más, horas de campaña. ¿A qué me refiero? Durante sus tres décadas de vida, más de alguna vez la Teletón, no la obra, por cierto, sino el programa, ha recibido críticas –más o menos enconadas, más o menos ácidas, más o menos sustanciosas–relativas a que es un programa pensado y producido para emocionar y conmocionar de modo de movilizar a los telespectadores que están en sus casas a que vayan al banco, o se metan a internet o disquen un número de teléfono (cada vez es más fácil ayudar) y entreguen su colaboración a la causa, motivados básicamente por el impacto del dolor del que son protagonistas a través de la pantalla. En otras palabras, que junto a un par de espectáculos pertenecientes al género de la entretención y a la presencia de “rostros populares”, lo demás es “picar cebolla”, y exponer historias de dramáticas discapacidades que, si además van unidas a una condición de pobreza, pues mucho mejor. Pues bien, esta última Teletón me corroboró que no hay nada más injusto y erróneo que esa mirada. Especialmente, si tomamos en consideración la etapa que está viviendo la televisión chilena: noticiarios que abren con 20 minutos de delincuencia y violencia de toda índole (por cierto, con víctimas y victimarios en pantalla sin el más mínimo respeto ni por su privacidad ni por su dolor), seguidos por otros veinte minutos de fútbol (farándula y escándalos asociados a los jugadores incluidos); un cuarto de hora de denuncias varias (“noticiarios Sernac” los han bautizado), para terminar con unos pocos minutos de noticias de verdad: relevantes para la vida de los chilenos, trascendentes, información pura y dura, de aquella que nos hace más libres porque nos entrega más y mejores antecedentes para tomar decisiones. Muy por el contrario, los reportajes de personas discapacitadas que muestra el programa de la Teletón están cargados de un elemento que debiera ser central en los medios de comunicación y en

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Por Constanza López, Vicerrectora de Comunicaciones Universidad Finis Terrae

el trabajo de los periodistas: la esperanza. Nos revelan vidas que en algún momento sufrieron una experiencia dramática, desgarradora, límite; conocemos a niños que han nacido con todo en contra; a padres que no tienen más que la ilusión y el amor para ayudar a sus hijos minusválidos… Y, sin embargo, Teletón mediante, son todas historias de arrebatadora esperanza. De felicidad. De sonrisas genuinas y agradecimientos profundos. Pruebas concretas de que siempre hay una salida, de que nadie está tan solo ni es tan pobre o tan mutilado como para no poder ser feliz. No pretendo aquí comparar un noticiario con la Teletón. Lo que quisiera subrayar es el concepto de fondo que distancia a unos de otro y dejar planteada una modesta inquietud: ¿qué tal si en nuestra

“Los reportajes de personas discapacitadas que muestra el programa de la Teletón están cargados de un elemento que debiera ser central en los medios de comunicación y en el trabajo de los periodistas: la esperanza” programación dejamos de mirar los ratings y los estados de resultados por un par de horas al día? No pido un altruismo ciego; la televisión es un negocio como cualquier otro y está muy bien. Pero quizá, con un poco de creatividad –esa capacidad de dar respuestas novedosas a problemas conocidos–podamos darle un giro más humano, más enriquecedor. La sicología, la fisiología y la neurociencia han demostrado que las personas creativas son menos prejuiciosas y libres de convencionalismos, más sensibles e intuitivas y más abiertas a las emociones. Las personas que desarrollan la creatividad establecen nuevas redes de conexiones neuronales que les permiten mayores y mejores aproximaciones a la realidad y a situaciones complejas. Yo creo, modestamente, que eso es lo que les falta a nuestros medios de comunicación en general. Eso, y esperanza. Esperanza en que las cosas se pueden hacer de otra manera.


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FELICIDAD La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos. Henry Van Dyke Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo. Leon Tolstoi No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz. Madre Teresa de Calcuta

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Historias que transforman

Patricia May, antropóloga:

“La compasión es inevitable a partir de la conciencia de que todos somos uno” A eso apunta la evolución de la conciencia del ser humano. A darnos cuenta tarde o temprano de que todos somos uno. Por lo tanto, lo que le pase al otro, al planeta entero, ya no nos será indiferente. Y aflorará naturalmente la compasión desde nuestros corazones, y nos pondremos en acción para construir un mundo mejor para todos. Por Francisca Gálvez

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atricia May ha caminado en su vida por un sendero de búsqueda profunda. Sin embargo, primero tuvo que lidiar con la crudeza que su realidad inmediata le presentaba, con sus propios desafíos personales. La de ella fue una infancia difícil. Nació con una enfermedad llamada Acondroplasia, que comúnmente se relaciona con el enanismo, y los dolores físicos y emocionales fueron una constante en su niñez, adolescencia y juventud. Con la autoestima profundamente dañada, con una sensación de degradación permanente y con la idea de que no tenía cabida en el mundo ni ninguna posibilidad de realización como ser humano, inició un duro camino. Entre dudas y tropiezos, de a poco fue madurando desde su experiencia personal ese desenvolvimiento de la conciencia del que más tarde hablaría en sus libros. En un punto no le quedó más que oír el clamor de su alma, que la llamaba a erguirse, a salir adelante. A dejar de compadecerse y ser feliz. “Sé lo difícil que es alzarse desde la desesperanza a la dignidad del ser. La vida me regaló una dura y, al mismo tiempo (visto desde mi amplitud actual), maravillosa oportunidad”, dice hoy.


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Historias que transforman

Una de esas transformaciones, tal vez la más importante que debemos hacer como individuos y como sociedad, es el paso desde una concepción de la vida basada en el ego, hacia una basada en la compasión. Fueron esos desafíos los que la llevaron a buscar, a querer ver más allá y a hacerse preguntas esenciales. Había tres interrogantes que la deslumbraban en su juventud: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? El afán por encontrar esas respuestas fue lo que la llevó a decidir, a los 17 años, estudiar antropología. Le pareció que desde ahí podría acercarse a una mayor comprensión sobre la vida. “La escuela de antropología finalmente no respondió mis dudas en términos profundos, pero me entregó la base. Me enseñó de paleontología, de arqueología, de antropología física, en la cual trabajé durante un buen tiempo y me interesó mucho… Pero yo quería indagar más allá de nuestro cuerpo. Mucho más allá”, cuenta.

Tendría unos 25 años cuando comenzó a adentrarse en un sendero más espiritual, en la antropología filosófica y en diferentes filosofías espirituales, que la llevaron a dar un vuelco en su comprensión. Al mismo tiempo, comenzó un intenso camino de autoconocimiento personal. Por alrededor de 15 años, todos sus esfuerzos estuvieron dirigidos a trabajar en sí misma. “La meditación y el contacto interno terminaron por llevarme finalmente a la certeza de que un cielo luminoso de sabiduría existía en mi centro, lo cual me permitió desvincularme de una imagen deplorable y avergonzada de mi persona”. Pero fue preciso un largo, costoso y valiente descenso hacia las profundidades de su propio ego para descubrir las raíces mismas de sus carencias e inse-

guridades. “Fueron las emociones, las rabias, los miedos, envidias y penas los que me dieron mayor trabajo –cuenta Patricia–. Sólo cuando fui capaz de mirarlas de frente es que pude deshacerme de su domino sobre mí”. Ahora conoce las fuerzas inconscientes que por mucho tiempo la condicionaron. Ya no la asustan y sabe reconocerlas. “Al mismo tiempo me fui abriendo a la conciencia sistémica, a la necesidad de hacer de mi vida un aporte creativo y hoy me encuentro en un punto en que ya no lucho contra fuerzas adversas, sino que intento hacer de este mundo un lugar mejor”. Después de graduarse como Antropóloga de la Universidad de Chile, se ha dedicado al estudio, práctica y profundización del conocimiento de la humanidad, su

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Historias que transforman

“Fueron las emociones, las rabias, los miedos, envidias y penas los que me dieron mayor trabajo –cuenta Patricia–. Sólo cuando fui capaz de mirarlas de frente es que pude deshacerme de su domino sobre mí”. queda actual, el ego y sus raíces y dibuja el paisaje de una cultura fundamentada en el alma como el centro del ser humano, que despierta a su interconexión con todos los seres, al poder creativo de su esencia, a la confianza radical en las transformaciones de la vida. Nos lleva a un viaje hacia el interior de nosotros mismos, al conocimiento milenario de nuestro origen espiritual, a distinguir las dimensiones del Alma y el ego y el proceso que lleva al despertar.

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Una mirada al ego

finalidad y destino, explorando las líneas de Antropología del Sentido, Evolución de la Conciencia Humana y Filosofías Espirituales, en torno al estudio de los mitos, símbolos y lenguaje poético de diversas culturas, generando así una mirada de síntesis entre el conocimiento científico y las filosofías espirituales. Su afán es traer el conocimiento a la práctica cotidiana, de modo que sea un recurso transformador de la vida personal y social. En su mirada lúcida y crítica de la cultura y el estilo de vida del mundo posmoderno, afirma que es posible gestar culturas que respondan al ser humano integral, y que ello pasa por el trabajo y la transformación personal. Está convencida de que el mundo se transforma en la medida en que se transforman las personas.

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“Se puede decir que “el ego” es un estado de tensión síquica, que nos hace permanecer en un espacio de separación, en la que sentimos que tenemos que protegernos de los demás”. Una de esas transformaciones, tal vez la más importante que debemos hacer como individuos y como sociedad, es el paso desde una concepción de la vida basada en el ego, hacia una basada en la compasión. En su libro, “De la Cultura del Ego a la Cultura del Alma”, Patricia traza los grandes ciclos de la evolución de la conciencia humana, la crisis y bús-

¿Qué es el ego? En la visión de Patricia May, el ego es ese aspecto interior que, en su fundamento síquico más profundo, nos lleva a vernos separados de los otros y del mundo. “Se puede decir que es un estado de tensión síquica, que nos hace permanecer en un espacio de separación, en la que sentimos que tenemos que protegernos de los demás”. Una característica fundamental del ego es el miedo. El miedo a no ser amado, a no ser aceptado, a no ser integrado. Miedo al otro. Por lo tanto, inconscientemente vamos creando defensas para no ser heridos. Generamos estrategias básicamente para ser amados, para manipular y generar apariencias. El ego le teme al futuro. A lo que pueda ocurrir. El siquismo del ego en general vive desde el miedo y desde ahí toma las decisiones y elecciones. Vive en constante tensión. “Sabemos que estamos situados en el ego cuando estamos tensos frente al otro, porque significa que estamos de alguna manera defendiéndonos, protegiéndonos o generando corazas. El intentar parecer es muy tensionante”, explica la antropóloga.


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Otra característica del ego es la avidez, el deseo. La sensación constante de que algo falta. “Nuestra cultura está fundamentada en eso. El consumismo es eso. El ego siempre está diciendo que no es suficiente. Ese estado de deseo nos ausenta y no nos permite relajarnos en el presente. Y es una de las grandes dificultades para la expresión de la compasión, porque no nos permite estar en el momento, con el otro. Cuando mi mente está totalmente en el presente, sin pensar en nada más, es cuando puedo soltar el ego”, explica Patricia. En nuestra vida cotidiana, el ego se traduce en ese rollo mental que no nos permite estar en presencia y en sintonía con la vida como es en cada momento, pues nos hace estar en los miedos, en los deseos, en las ambiciones. “Y desde ahí, la auténtica compasión no es posible”, sentencia Patricia May.

Compasión en acción La compasión requiere de soltar las apariencias para entrar en un estado de sintonía con el sentir profundo y con el mundo. Porque sólo así se puede abrir el corazón a ponerse en el lugar del otro. “Pero la compasión va mas allá de la empatía, de sentir con el otro, pues la compasión es acción, es decir, mueve a hacer algo, a hacer lo posible por ayudar al otro a superar su sufrimiento”. Según explica Patricia, el concepto de compasión en su sentido más profundo viene del budismo, que reconoce la empatía y la compasión como dos estados graduales. La empatía, o sintonía, consiste en estar abierto y dispuesto a conectar con el otro y con el mundo, desde la propia participación en la existencia. En un

Breve Biografía Patricia May es antropóloga de la Universidad de Chile y se ha dedicado al estudio, práctica y profundización del conocimiento respecto de quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos, desarrollando una línea de Antropología del Sentido, Evolución de la Conciencia Humana y Filosofías Espirituales. Ha participado en diversos congresos y dictado charlas en universidades y colegios. Es columnista de la revista El Sábado de El Mercurio. Ha publicado 5 libros: “Todos los reinos palpitan en ti”, “Nuevos pensamientos, nuevos mundos”, “Vivir conscientes” y “De la cultura del ego a la cultura del alma” y “Certezas en un mundo incierto”. En el año 2001 recibió el reconocimiento del Gobierno de Chile como una de las mujeres destacadas por su aporte desde las ciencias sociales al desarrollo social. En los años 2004, 2005 y 2006 ha sido elegida entre “Las 100 mujeres líderes en Chile”. Está casada con Sergio Sagüez, con quien tiene 3 hijos.

“Nos estamos dando cuenta de que no podemos tener una sociedad desigual, segmentada, injusta, porque eso no es bueno para nadie. Porque nos hace mal a todos”. segundo nivel estaría la compasión, donde nos ponemos en el lugar del otro, porque entendemos que somos el otro, y desde ahí actuamos para ayudar a aliviar su dolor. Si intentamos vivir una vida consciente, debemos trabajar el ego –dice Patricia–. Y el ego se trabaja básicamente con conciencia. “Dándome cuenta cuando me estoy ausentando, cuando mi mente está dando vueltas… Lo primero es verlo,

y en ese momento hacer una respiración profunda. Recomiendo la respiración como técnica base. Conectar con la respiración, sintonizar, y estar aquí… con el regalo que la vida me está ofreciendo ahora. Esto es un trabajo de por vida. Es como ejercitar un músculo. Si bien al principio va a representar un tremendo esfuerzo, con los años –y digo años– el nivel de neurosis de la mente, que es lo que impide la compasión, va a ir

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“Mi trabajo fue fuerte porque mi cuerpo del dolor era fuerte. Yo no vengo de mundos celestiales, conozco el infierno muy bien. Por eso entiendo a la gente que está en un estado de alteración, porque yo tuve que hacer un trabajo para poder neutralizar mi movimiento mental distorsionado”.

disminuyendo, y por lo tanto el ego va a tener menos dominio sobre nosotros”. Su propio trabajo personal en este sentido fue largo y dificultoso. Incluyó un esfuerzo de conciencia en la vida cotidiana, además de terapia, yoga y meditación. “Mi trabajo fue fuerte porque mi cuerpo del dolor era fuerte. Yo no vengo de mundos celestiales, conozco el infierno muy bien. Por eso entiendo a la gente que está en un estado de alteración, porque yo tuve que hacer un trabajo para poder neutralizar mi movimiento mental distorsionado. Y me costó harto. No fue fácil. Pero creo que la persistencia es muy importante”. Patricia May tuvo que ir descubriendo, en su propia vida, ese camino desde el ego hacia la compasión. “A partir de

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mi historia, tiendo a pensar que ninguna condición es un obstáculo para ir a la realización y al amor, que los seres humanos estamos dotados del inmenso poder del espíritu y éste al ser activado, jamás podrá ser vencido por las condicionantes vitales, entre los que el fracaso y el error son parte de un proceso mayor”. En la perspectiva de Patricia May, la compasión es crucial si queremos vivir en un mundo mejor. Porque el planeta es uno, todos somos uno, y si cualquier parte del mundo está mal, todos estamos mal. No hay diferencia entre ayudarme a mí y ayudar al otro. “El mal del otro nos va a afectar a la larga y eso es lo que está ocurriendo en el mundo actualmente. La gente que ha estado sintiéndose despla-

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zada, está moviéndose. Nos estamos dando cuenta de que no podemos tener una sociedad desigual, segmentada, injusta, porque eso no es bueno para nadie. Porque nos hace mal a todos”. Y es hacia allá que apunta el cambio necesario desde la humanidad actual: hacia la conciencia de que todos somos uno. De que todo nos afecta a todos porque somos un solo gran ser, incluyendo a todo el planeta. “Esa es la conciencia emergente y es lo que tiene que despertar. Cuando lo tengamos claro, vamos a poner nuestras acciones e incluso nuestra propia transformación personal al servicio de la transformación de todos. Ya no habrá una diferencia entre hacer las cosas para mí y hacerlas para los otros”.


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Sustentabilidad Ni la sociedad, ni el hombre, ni ninguna otra cosa deben sobrepasar para ser buenos los límites establecidos por la naturaleza. Hipócrates Hay suficiente en el mundo para cubrir las necesidades de todos los hombres, pero no para satisfacer su codicia. Mahatma Gandhi El progreso y el desarrollo son imposibles si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre las ha hecho. Dyer, Wayne W.

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Bernardo Toro, filósofo y educador colombiano:

“El paradigma del cuidado es necesario para la supervivencia de la especie” Un hombre que habla desde el humanismo y las ciencias, a quien no le falta teoría pero tampoco teme pisar en terreno de valores, para analizar en profundidad algunas de las más importantes cuestiones de nuestra sociedad. Lo fundamental, en su visión, es la necesidad de un cambio de paradigma humano, desde un foco en el éxito, la acumulación y el poder, hacia uno donde lo central sea el cuidado, de nosotros mismos, de los cercanos y de los extraños, de los bienes públicos y del planeta entero. Por Francisca Gálvez

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ernardo Toro es uno de los más expresivos intelectuales de Colombia. Multifacético, estudió Filosofía en la Universidad San Buenaventura de Bogotá, se graduó en Física y Matemática, y realizó un Magíster en Investigación y Tecnologías Educativas. Por su formación y experiencia, este pensador tiene una amplia mirada y capacidad de argumentación sobre las cuestiones más diversas, y ha realizado certeros análisis acerca de la realidad de América Latina. La educación ha sido uno de sus temas de interés, y el hecho de haber dictado clases a adolescentes de una zona de riesgo social en Colombia, marcó profundamente sus conceptos sobre la educación en la región. Sus actuales reflexiones en este sentido escapan de las visiones tradicionales y de padrones esquemáticos, y enfatizan en el papel de la comunicación y los medios para el desarrollo de una sociedad más igualitaria y libre. Otro de los tópicos que lo han apasionado intensamente a lo largo de su carrera es la democracia, que viene pensando desde hace 30 años como una forma de ver el mundo, más que como un sistema de gobierno, que tiene el deber ético de preservar la dignidad humana y sus derechos. Bernardo Toro entiende la democracia como una construcción permanente,


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“Cuidar no es una opción, aprendemos a cuidar o perecemos”

Bernardo Toro

una obra de arte creada por la sociedad organizada, capaz de promover valores como el respeto y la dignidad humana, y generar cambios permanentes. En su perspectiva, la construcción de la democracia debe ir más allá de las ideologías. “La democracia es lograr consensos bajo intereses comunes más que por intereses personales, la idea es superar los sesgos personalistas y lograr acuerdos a través del diálogo y el debate permanente”. Hoy, Bernardo Toro trabaja desde diferentes frentes –como asesor de la Presidencia de la Fundación AVINA, miembro del

Consejo Internacional del Instituto Ethos de Brasil y Coordinador de la Veeduría Ciudadana del Fondo de Inversiones para la Paz (FIP) de la Presidencia de la Republica de Colombia– buscando crear condiciones para disminuir la inequidad en cuanto a educación, información, comunicación y participación en los países latinoamericanos.

Aprendiendo a vivir bajo un nuevo paradigma Enfrentado al desafío de humanizar la globalización, la visión de Bernardo Toro es tajante y fundamental: “El camino ha-

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“El paradigma de El Cuidado nos orienta a formarnos en la inteligencia altruista y cooperativa, una inteligencia orientada al autoconocimiento, la autoestima y la autorregulación”.

cia un nivel superior de humanización es condición necesaria para la supervivencia de la especie”. Y esto es posible –explica– cambiando los paradigmas del éxito, la acumulación y el poder (PEAP) por el paradigma del “cuidado”. En su visión, es algo que tendremos que hacer, no hay escape a esta transformación. “El cambio climático nos está dando señales invitándonos a dar un giro, y tendremos que hacerlo por decisión o con sufrimiento. Cuidar no es una opción, aprendemos a cuidar o perecemos. Y así como

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el PEAP modeló todas las actuaciones políticas, económicas, sociales, culturales y espirituales, ahora todas nuestras acciones deben ser modeladas y animadas por el paradigma de El Cuidado: desde el cuidado de sí mismo hasta el cuidado del planeta”, sostiene Bernardo. Esto implica varios puntos de aprendizaje que debemos realizar como seres humanos. En primer lugar, es necesario aprender a cuidar de sí mismo, el autocuidado. “Esto significa aprender a cuidar del cuerpo y del espíritu. Nuestros sistemas

educativos han valorado mucho más los procesos intelectuales que los corporales. Disciplinas como educación física, expresión corporal, danza y teatro son consideradas materias extracurriculares. Esto, ¡a pesar de saber que el cuerpo es el único lugar en donde podemos habitar, ser y revelarnos a los demás! Por tanto, el autocuidado del cuerpo requiere de toda una formación que permitirá la autorregulación para una vida sana”. Es necesario que nuestras sociedades formen personas autónomas espiritualmente. Esto implica formar en el autoconocimiento, la autoestima y la autorregulación para que las personas puedan ser libres. “Se trata de pasar de una ética heterónoma a una ética autónoma. En términos pedagógicos, esto implica transformar en política pública las pedagogías de trabajo cooperativo en grupo, tener como logro fundamental el diseño del proyecto de vida del alumno a lo largo de la educación básica, desarrollar estrategias de observación interna, etc.”, explica Toro. Tenemos que aprender a cuidar de los cercanos. Esto implica formar en la conformación de vínculos emocionales sanos. Aprender a cuidar a los padres, hermanos y familiares, saber hacer redes sociales y profesionales. “Porque estas redes –afirma– son la garantía de la salud emocional, de la autorregulación social y del éxito profesional de las personas. Hoy, el liderazgo se define como la capacidad de saber pedir ayuda y saber dar ayuda”. En la visión de este filósofo, también tenemos que aprender a cuidar a los extraños. Cuidar a los que no conocemos, cuidarnos como especie humana. “El planeta


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no está en peligro, los que estamos en peligro somos nosotros como humanos; ¡el planeta puede seguir girando alrededor del sol miles de millones de años sin nosotros! Por lo tanto, debemos aprender a cuidar los bienes públicos, o sea, los bienes que convienen a todos de la misma manera para su dignidad”, dice. Pone un ejemplo: hoy tenemos educación de dos calidades –pública y privada– por tanto, no está generando cuidado para todos. Los que reciben mejor educación obtienen lo mejor de la sociedad y los otros son excluidos de estos beneficios. Si

la educación es de igual calidad para todos los niños y jóvenes, eso significa que estarán cuidados de la misma manera en el proceso educativo. “Si la educación, la salud, la vivienda, los servicios y bienes públicos son de la misma calidad para todos, todos estaremos cuidados en nuestra dignidad”, afirma. Es necesario cuidar el intelecto. Aprender a pasar de la inteligencia guerrera a la inteligencia altruista, solidaria y cooperativa. El PEAP generó un modelo educativo en donde la inteligencia se educa para vencer, para triunfar,

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“Sólo las transacciones en que ambas partes ganan nos permiten acumular riqueza y equidad al mismo tiempo. Debemos renunciar a las transacciones ganar-perder porque ellas acumulan inequidad”.

como un bien privado que se expresa en pruebas de evaluación. “El paradigma de El Cuidado nos orienta a formarnos en la inteligencia altruista y cooperativa, una inteligencia orientada al autoconocimiento, la autoestima y la autorregulación. Una inteligencia que pueda responder preguntas fundamentales como: ¿Quién me debe acompañar en el camino de la vida?, ¿A quién ayudar?, ¿Quién me puede ayudar?, ¿Cuál es mi responsabilidad en el tiempo que me toca vivir?, etc”. No menos importante es que tenemos

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Uno de los mayores proyectos en que tiene puestas sus energías es en su cargo como asesor de la presidencia de la Fundación AVINA, organización que lleva diecisiete años trabajando para contribuir al desarrollo sostenible de América Latina, fomentando la construcción de vínculos de confianza y alianzas fructíferas entre líderes sociales y empresariales; es decir, entre la empresa privada exitosa y responsable, y las organizaciones filantrópicas que promueven el liderazgo y la innovación. A través de la articulación de agendas de acción consensuadas, su afán es lograr una región próspera, integrada, solidaria y democrática. AVINA contribuye a disminuir la inequidad y fomenta la libertad a través de la participación activa de las personas, incentivando la creatividad en los actores sociales para que encuentren soluciones adecuadas a sus problemas. “Esta organización tiene un carácter continental en su diseño y actuación, su trabajo se centra en oportunidades a nivel latinoamericano y los equipos están conformados también de esta manera, con fundamento en la autorregulación de todos sus colaboradores”, explica Bernardo. “El trabajo de esta fundación se alinea con mis propósitos personales y hace posibles mis aspiraciones de contribuir a disminuir las inequidades en mi país y en otros países de la región”, expresa.

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Fundación aVina, desarrollo sostenible para américa latina

que cuidar el planeta y aprender a vivir con austeridad. “Vivir elegantemente. Aprender a reciclar, reusar y reducir el consumo. Entendernos como parte de la vida planetaria y no como dominadores de planeta”, aconseja el pensador. Así como aprender a hacer transacciones ganar-ganar a nivel económico, social, político, cultural y espiritual. “Sólo las transacciones en que ambas partes ganan nos permiten acumular riqueza y equidad al mismo tiempo. Debemos renunciar a las transacciones ganarperder porque ellas acumulan inequidad”. Por último, es necesario aprender a desarrollar la hospitalidad para poder acoger y cuidar las grandes migraciones que

se van a generar por el cambio climático, las inundaciones, sequías y hambrunas que éste generará. “Si no construimos la hospitalidad y la comensalidad como los grandes nuevos valores y aprendizajes, vamos a generar grandes matanzas y guetos sociales”, advierte el filósofo. Estos caminos nos indican algunas de las grandes trasformaciones que requerimos como especie y como sociedades, en la perspectiva de Bernardo Toro, si queremos lograr nuevos niveles de humanización y adaptación a las nuevas transformaciones del planeta, para poder seguir viviendo aquí, y viviendo en paz y armonía.


Opinión

Juan Vera

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Alegato en favor de la Esperanza

igo con atención los movimientos sociales que se están produciendo en todo el planeta. Me conmueve especialmente lo que pasa en el mundo árabe. En uno de los reportajes que han documentado estos sucesos se daban datos de Naciones Unidas realmente aclaratorios. En los cuatro primeros países en los que comenzaron las revueltas, el 70% de su población tenían menos de 30 años y en un porcentaje aún superior al 70%, cuando les preguntaban por el futuro, respondían que no veían ninguna oportunidad en su futuro personal, que no tenían ninguna esperanza de que pudiese ser mejor que el presente caótico que estaban viviendo. Por eso, al no tener nada que perder, estaban dispuestos a morir. Nunca, como después de escucharlos, tuve tan claro que no hay futuro sin esperanza, sin duda quedarán días por vivir, pero no Futuro, escrito con mayúscula, como ese tiempo que será mejor si hacemos hoy las cosas que debemos hacer. La desesperación (que viene de desesperanza) es lo que sobreviene cuando no vemos alternativa para que las cosas cambien a pesar de nuestros esfuerzos. Aun así, el género humano tiene en su ADN el impulso de que su propia muerte sea liberadora. Al escribirlo pienso si será un impulso Crístico. Cuando analizamos los grandes discursos de la historia encontramos frecuentemente que se pide a las personas y a los pueblos que se esfuercen para lograr un futuro que puede ser mejor, pero junto con ello se ofrece una Visión capaz de generar esperanza y con ella sobreviene la energía de la disposición al esfuerzo ¿Dónde están hoy esos discursos, atareados como estamos en el presente? ¿Quiénes los pronuncian? ¿Qué nos pasa hoy a lo largo del planeta? No creo que lo que suceda sea el resultado de la coyuntura económica o de no sentirnos representados por los gobiernos, o de la desigualdad que sigue existiendo en todo el mundo, aunque todas estas cosas estén en la lista inmediata de las causas, creo que hay una decepción mayor que está provocada por el descreimiento en la conducta humana,

por la idea de que el poder corrompe, de que finalmente los que llegan a él en cualquier ámbito lo aprovechan en su propio beneficio. La desesperanza tiene su origen en nuestra lectura del presente, no como producto de una coyuntura de la que podemos salir, sino como algo estructural ante lo poco que podemos hacer. Es esa lectura sobre la que hay que trabajar y desde mi punto de vista eso significa conductas más valóricas, que el amor prevalezca sobre el interés, que la colaboración prevalezca sobre la competencia, que el diálogo prevalezca sobre la descalificación y la palabra sobre el grito.

No hay mucho tiempo que perder, pienso como el gran filósofo español José Antonio Marina, que hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores y sacar a la calle nuestra esperanza Esperar que esto salga de la política es poner una vez más el poder en otros, aun cuando creo que esta es la gran tarea de las nuevas voces que deberían hacer la política del futuro y digo nuevas voces intencionalmente, porque me parece insuficiente hablar de nuevas caras. No se trata de renovación generacional per se, se trata de renovación de discursos, de miradas y formas de entender el presente y de ofrecer futuros diferentes. Es una tarea de todos nosotros. La juventud discurre a nuestro alrededor, cuando no somos nosotros mismos los jóvenes y es en ellos en los que hay que sembrar la semilla de esa flor necesaria. Escribo esto como un alegato en favor de la esperanza, porque no hay mucho tiempo que perder, pienso como el gran filósofo español José Antonio Marina, que hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores y sacar a la calle nuestra esperanza, al menos la de todos aquellos que aún la tenemos, para ponerla en acción y que sea una contagiosa Esperanza.

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Ser Familia

Famila Elisa Corcuera

Familias jugadas

El compromiso personal es el detonante de cualquier opción que apunte a construir un mundo mejor, pero cuando ese compromiso además de personal es familiar, podemos hablar de “familias jugadas” es decir, familias que abrazan en conjunto una causa y que son capaces de organizarse para sacarla adelante. Aquí mostramos dos ejemplos que pueden motivar a nuestras propias familias a moverse en este sentido.

Por Macarena Figueroa

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l cuidado del medio ambiente y la educación ambiental, así como la protección de niños en vulnerabilidad social son las causas que apasionan a estas dos familias, quienes llevan a cabo una cruzada que tiene por objetivo aportar a una sociedad más igualitaria y humana. El compromiso que han adquirido éstas nos sólo es un aporte para la comunidad, sino que es una posibilidad de estrechar y mejorar la convivencia entre sus miembros y potenciar las relaciones y los talentos de cada uno. El resultado es más unión y comprensión entre todos.

Jugados por el medio ambiente Desde que era niña, Elisa Corcuera recuerda los paseos y salidas a acampar a parques naturales que realizaba junto a sus padres, la profesora de ciencias naturales y educadora ambiental Ana María Vliegenthart, y Luis Corcuera, botánico doctorado en patología vegetal. Disfrutar

Famila Verónica Riquelme

de la naturaleza siempre fue un pasatiempo que compartieron en familia y que llenaba sus vidas. “Poco a poco nos dimos cuenta de que podíamos hacer que nuestros intereses se convirtieran en algo concreto”, cuenta Elisa. Y así fue. En el año 1994 decidieron comprar un terreno de 28 hectáreas, ubicado a 18,5 km de Puerto Montt, entre el Parque Nacional Alerce Andino y el mar. El parque contaba con gran diversidad de ambientes, como bosque nativo, praderas y río, y decidieron que allí crearían un espacio para la educación ambiental, la investigación y la conservación de la vida natural. Lo bautizaron Parque Katalapi en honor a un helecho nativo que crece allí en abundancia, que presenta una especie de tronco centenario y que alcanza el metro de altura. “Desde que compramos el terreno, teníamos claro que queríamos hacer un aporte a la sociedad, ése era nuestro sueño. No fue fácil, porque no somos ricos, no heredamos ningún predio, y tuvimos que


Ser Familia

pagar el parque con esfuerzo”, explica Ana María Vliegenthart. “Sin embargo, como familia siempre estuvimos conscientes de la ignorancia de la sociedad respecto de la sustentabilidad del medio ambiente, y por eso quisimos enfocar nuestros esfuerzos hacia el cuidado de la vida natural. El planeta no da abasto para continuar el nivel que llevamos de consumo y destrucción. Frente a esto, nos parece importante ser un pequeño aporte para cambiar esa visión de que el planeta es desechable. Hay un valor familiar detrás de cambiar esta visión no sustentable de la vida. Si no hacemos ahora ya un cambio gradual, el futuro va a ser muy dramático”. Cuando la familia Corcuera Vliegenthart adquirió el parque, éste había sido usado como campo agrícola de subsistencia, al igual que la mayoría de los campos de la zona. Los dueños tenían animales y habían cortado lo mejor del bosque para hacerlo leña. Debido a esto, el principal desafío era permitir que el ecosistema creciera y se regenerara, para poder iniciar la labor con que soñaban. La familia también se preocupó de enriquecer el bosque, plantando todas aquellas especies que habían sido taladas, como coihues, olmos y mañíos. El resto lo hizo la naturaleza, y hasta empezaron a aparecer especies que hace tiempo no se veían por la zona, como zorros, diversos tipos de aves y anfibios. Hace cuatro años que el bosque se regeneró completamente y se reunieron las condiciones para que empezara a funcionar como un recinto abierto a la comunidad, entre ellos, investigadores, estudiantes y turistas que deseen tener una experiencia educativa en el bosque. Para todos ellos se arman programas especiales según sus ca-

“Es una gran suerte poder trabajar juntos. Nos complementamos, y todos hacemos lo que haya que hacer para apoyar al otro. Esta experiencia nos ha unido mucho más, porque siempre tenemos que estar interactuando y haciendo cosas juntos. ¡Hay razones para conversar todos los días!”, cuenta Elisa Corcuera

racterísticas propias, conocimientos, intereses y edades. El Parque Katalapi cuenta con la infraestructura necesaria para recibir grupos, como senderos y alojamientos, y además tiene convenio con universidades, mediante lo cual se pueden realizar diferentes proyectos y prácticas profesionales en sus terrenos, así como eventos y coloquios científicos de especialistas de diversas disciplinas. Uno de los programas más destacados es el que se realiza en un sendero muy fácil de recorrer que puede ser usado tanto por ciegos como por personas videntes con los ojos vendados, donde se

les invita a vivir una experiencia de bosque desde los demás sentidos, como encontrar hojas de diferentes árboles y helechos a través de sus texturas y olores, identificar los sonidos del bosque y descubrir los frutos y hierbas comestibles del bosque. “El Parque Katalapi es una iniciativa familiar, y para entenderlo hay que conocer la estructura de mi familia. Mi mamá es educadora con especialización en temas ambientales y siempre quiso encontrar un espacio donde poder enseñar esas materias. Mi papá es investigador botánico, y siempre quiso seguir ligado a la investiga-

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Ser Familia

ción una vez que jubilara. Yo tengo un magíster en Planificación del Medio Ambiente y me especialicé en conservación en tierras privadas. No estamos muy seguros cómo, pero nuestras tres locuras se unieron en una, y el resultado fue el Parque Katalapi”, afirma Elisa Corcuera. Para la familia Corcuera Vliegenthart, el embarcarse juntos en una lucha común es una labor que les permite relacionarse desde otra perspectiva. “Es una gran suerte poder trabajar juntos. Nos complementamos, y todos hacemos lo que haya que hacer para apoyar al otro. Esta experiencia

nos ha unido mucho más, porque siempre tenemos que estar interactuando y haciendo cosas juntos. ¡Hay razones para conversar todos los días!”, cuenta Elisa Corcuera. “Quisimos hacer un aporte con nuestra vida, de no dedicarnos a algo sólo por ganar más dinero, ser más exitosos o más famosos, sino que quisimos enfocarnos en algo que fuera un aporte a la sociedad. También está el convencimiento familiar de que uno tiene que hacer aquello que le gusta, que nos uniera y que fuera un aporte valioso. A todos nos llenó trabajar en esto, y poder hacerlo juntos es mejor todavía”.

“Quisimos hacer un aporte con nuestra vida, de no dedicarnos a algo sólo por ganar más dinero, ser más exitosos o más famosos, sino que quisimos enfocarnos en algo que fuera un aporte a la sociedad”, explica Elisa Corcuera

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Jugados por los niños vulnerables “Siempre viví una vida color de rosa, hasta que una querida amiga de la infancia murió cuando tenía 27 años. Esto me sirvió para darme cuenta de que la vida es muy efímera y es importante entregar algo a cambio de lo que uno recibió. Para no olvidar a mi amiga, fundé un hogar de menores el 10 de mayo de 1982, y lo bauticé con su nombre: Bernardita Serrano”, afirma Verónica Riquelme, educadora de párvulos y psicóloga, quien hace 29 años se dedica junto a su familia a trabajar con niños en vulnerabilidad social. En el hogar que fundó recibe desde pequeños de sólo unos meses hasta jóvenes de 17 años. Actualmente tiene a cargo 33 niños, todos ellos en situación de abandono y/o abuso, y allí se gestionan adopciones y la reinserción familiar. Cuando Verónica fundó la institución, su hija Melissa sólo tenía cuatro años y muy rápido se acostumbró a compartir con los niños que regularmente llegaban a su casa. Una ocasión particular fue una vez cuando a la primera casa que arrendaron para que funcionara como hogar se le cayó un árbol encima, entonces Verónica llevó a los siete chicos que tenían entonces para su propia casa, donde estuvieron viviendo cerca de 20 días. “Mi hija desde siempre ha compartido sus juegos, su educación y el cariño de su mamá con los demás niños. Cuando el hogar llevaba dos años nació mi segundo hijo, Giovanni. Cuando él era chiquitito no entendía por qué todos los niños del hogar me decían mami, entonces yo le explicaba que él era mi hijo de la “guatita”, y que los demás niños eran mis hijos del corazón. A él le costó entender al principio, pero cuando creció finalmente comprendió y ahora está totalmente involucrado”.


Ser Familia

“Nos hemos enriquecido como personas y como familia. Cuando empiezas por entregar la verdad es que terminas recibiendo tú mismo. Esto, además, ha influido enormemente en la formación de mis hijos y en la forma de relacionarnos. Hacer un voluntariado juntos favorece nuestra unión y nos ayuda a dialogar en el mismo idioma”, afirma Verónica Riquelme.

Melissa Pastorini, la hija de Verónica, es abogada y hace 10 años fundó una asociación francesa, Sourires d’Ailleurs, la cual gestiona el apadrinamiento de los niños del hogar, así como la venida de voluntarios franceses, quienes se instalan por dos o tres meses en Chile para realizar actividades recreativas con los niños del hogar. Melissa es la representante en Chile, mientras que en Francia está a cargo Aude Allard, una chilena adoptada por franceses y amiga de Melissa, a quien conoció mientras realizaba estudios de posgrado en ese país. Por su parte, Giovanni, el segundo hijo de Verónica, es psicólogo y el presidente del hogar, y él organiza las actividades a realizar. “Mi marido me ayuda bastante, y como trabaja en el rubro de la construc-

ción, me colabora en todo lo relacionado con esos temas, y hasta va a buscar a los niños al colegio cuando yo no puedo. Ninguno de nosotros recibe una remuneración por hacer esto, porque es un voluntariado de familia. Creemos que hay mucho por hacer, y si uno no lo hace, nadie lo hará. Los niños tienen tantas necesidades, todos los días, y nosotros queremos estar ahí para ellos”, afirma Verónica Riquelme. El sello que han querido plasmar en el hogar es el ambiente familiar, donde los niños se sientan cómodos y parte de un grupo humano acogedor. “Nosotros buscamos ser como una gran familia, donde hacemos cosas cotidianas juntos, como almorzar, ver televisión y conversar, tratamos de estar el mayor tiempo posi-

ble con ellos. Algunos fines de semana llevamos a los niños para nuestra casa, mientras que en el verano organizamos campamentos con ellos”, afirma Verónica. Actualmente el hogar cuenta con la subvención del Servicio Nacional de Menores (Sename), por lo que es fiscalizado por esta institución. También recibe el apoyo de la fundación francesa Mon Enfants, la cual entregó los fondos para construir el establecimiento, que está ubicado en la comuna de San Pedro de La Paz, en la Octava Región. Verónica es, además, la representante en Chile de esta fundación, después de muchos años de recibir ayuda de su parte. Hace cuatro años, la familia de Verónica Riquelme adoptó legalmente a Rocío, una pequeña del hogar. El proceso fue largo y difícil, pero finalmente los tribunales dieron su aprobación. Ahora ella tiene nueve años, y durante este tiempo ha podido experimentar lo que significa ser parte de una familia, conocer los hábitos de buena convivencia, respeto y aprecio mutuo. “Nos hemos enriquecido como personas y como familia. Cuando empiezas por entregar la verdad es que terminas recibiendo tú mismo. Esto además ha influido enormemente en la formación de mis hijos y en la forma de relacionarnos. Hacer un voluntariado juntos favorece nuestra unión y nos ayuda a dialogar en el mismo idioma. En mi casa suena el teléfono todo el día y no importa quién conteste, porque todos manejamos la misma información y sabemos lo mismo. Entre todos nos ayudamos, si uno no puede, lo hace el otro. Con mis hijos conversamos sobre el caso de cada niño y juntos proponemos soluciones. Ha sido maravilloso”, concluye Verónica.

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Nuestro mundo

La experiencia de GuayakĂ­

La yerba mate sustentable y saludable

Distinctive images/shutterstock

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Nuestro mundo

“¿Podrá generarse un cambio por medio de los productos de consumo?”, fue la pregunta que se hizo Alex Pryor. Su respuesta dio origen a la creación de una empresa orientada a la restauración del bosque y el cuidado de las comunidades locales, sin perder de vista la rentabilidad. por Macarena Figueroa

A

lex Pryor es un emprendedor social. Nacido y criado en Argentina, se tituló de Ingeniero en Alimentos en la Universidad de Cal Poly, en California, Estados Unidos. Fanático del mate –como buen argentino–, del surf y del yoga, uno de sus pasatiempos favoritos es caminar por la Mata Atlántica (formación vegetal que comprende el sudeste de Brasil, y el noroeste de Argentina y Paraguay) y sentir la energía de la selva. Consciente de la devastación de esta ecorregión boscosa, actualmente reducida a sólo el 7% de su área original, creó un modelo de negocios que mediante la venta de yerba mate en Estados Unidos ayuda a restaurar la Mata Atlántica y logra cambios sociales y ambientales trascendentes en la zona. Este proyecto fue elaborado en conjunto con su gran amigo estadounidense David Karr, a quien conoció, por supuesto, tomando mate. Mientras estudiaba en Estados Unidos, Alex notó la dependencia de los ciudadanos norteamericanos hacia el café, por sus propiedades energizantes y, al mismo tiempo, la tendencia de éstos hacia la búsqueda de alimentos saludables y orgánicos. En su vasta experiencia como consumidor de mate, y consciente del poder revitalizador de éste, Alex pensó que esta yerba tradicional de Sudamérica tendría una acogida positiva en los estadounidenses. Muy pronto el proyecto universitario se convirtió en una pasión y más tarde en una empresa que fue bautizada como Guayaki Sustainable Rainforest Products. Su objetivo sería llevar el tradicional mate de América del Sur y con ello crear una empresa que fuera más allá de las ganancias y que impactara positivamente en su entorno, preservando la naturaleza y fomentando la equidad social. “Me inspiré en un conjunto de experiencias vividas profundamente conectadas al corazón. Desde ahí gira todo, desde el corazón. Con sus más y menos. Pero aprendiendo con el tiempo que es más gratificante dar que recibir. La yerba mate Guayakí tiene como

Alex Pryor

fin ser una herramienta saludable para el medio ambiente, para el productor y para el consumidor final”, explica Alex Pryor. Su socio fundador, David Karr, hace tiempo buscaba un negocio ambiental sostenible que se mostrara como una alternativa válida a los métodos tradicionales que utilizaban las grandes empresas en los Estados Unidos. Descubrir el mate para él fue clarificador, puesto que además de sanarse de alergias que sufría desde la niñez –gracias al consumo diario de esta yerba– y ser el motor de partida de su gran amistad con Alex Pryor, fue el impulso que lo llevó a encontrar finalmente un modelo de negocio que pudiera sentir como un aporte al medio ambiente y a la sociedad.

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“No pierdo la esperanza porque creo que existen alternativas y buena gente que trabaja para no destruir los recursos ambientales de la Mata Atlántica. Tenemos una deuda pendiente con la naturaleza y es hora de pagarla”. Juntos, Alex y David trabajaron intensamente para sacar adelante a Guayakí. Al principio sólo contaban con una casa rodante y una huerta orgánica, además del apoyo incondicional de amigos y familiares. El grupo fundador de Guayakí, bautizado como “Semillas”, se completó cuando se unieron a la causa Michael Newton, Chris Mann, Steven Karr y Richard Bruehl (todos ellos asiduos consumidores de mate).

Medio Ambiente + Justicia Social + Rentabilidad Guayakí se basa en tres pilares para trabajar: el cuidado del medio ambiente, la justicia social y la viabilidad económica. El primer pilar apunta hacia la recuperación de la Mata Atlántica, la que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). La deforestación, producto de la tala indiscriminada de madera nativa

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y las extendidas quemas para agricultura han generado residuos tóxicos, erosión de suelos, contaminación de aguas y destrucción de la biodiversidad. Frente a este fenómeno, Guayakí apuesta por el manejo sostenible de la tierra y sus recursos, y está en permanente contacto con organizaciones especializadas en medio ambiente en la región, para poder trabajar en focos de mayor prioridad de conservación. Además, Guayakí produce yerba mate mediante los parámetros de la agricultura orgánica, es decir, no utiliza tóxicos (pesticidas, plaguicidas o similares), ni tampoco máquinas (el trabajo es manual). Bajo este esquema, eligió cultivar yerba mate sombreada, es decir, bajo la sombra de los árboles nativos y no a pleno sol –como es la forma tradicional–, lo que trae muchos beneficios para la producción y para el bosque. En primer lugar, al no elegir un sistema bajo el sol no es necesario talar árboles con el fin de


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despejar terrenos para el cultivo, sino que se comparte el espacio con las especies nativas, para aprovechar los minerales y el nitrógeno que éstas entregan naturalmente a la tierra para enriquecerla. Los árboles, además, brindan alimento y refugio natural a las aves –las que actúan como controladoras de pestes–, ayudan a captar el carbono de la atmósfera y además mantienen un equilibrio entre especies de insectos que son beneficiosos para el ecosistema. El suelo cubierto por una sombra de gran diversidad de árboles nativos permite conseguir una humedad y temperatura ideales para que los microorganismos del suelo puedan continuar con su ciclo dinámico de sucesión, es decir, su ciclo de reciclar nutrientes. Un siglo atrás, la mayor parte de la Mata Atlántica estaba intacta, hoy es uno de los cinco focos de mayor peligro en el mundo. Por este motivo, además de producir yerba mate, Guayakí está llevando a cabo diferentes proyectos de reforestación: en aquellos lugares donde hay cuencas de agua se han preocupado de plantar especies nativas, mientras que donde existe una baja biodiversidad se ha restaurado con hasta 2.000 árboles por hectárea. Hoy la empresa de Alex Pryor está trabajando en 6.000 hectáreas junto con 100 familias en Paraguay, Argentina y Brasil para recuperar los bosques colindantes, proteger los suelos degradados contra la erosión, establecer sombra para los cultivos, mejorar el ambiente, embellecer los paisajes y enriquecer la vida silvestre. Su objetivo es alcanzar 60.000 hectáreas para el año 2020, y proveer ingresos para 1.000 familias a través del comercio justo de la yerba mate, costos que se internalizan a través del sistema productivo y la venta de los productos Guayakí. La empresa es sustentable de principio a fin, y para el embalaje de los productos y derivados de la yerba mate utilizan bolsas de papel de aluminio fabricadas con materiales biodegradables y compostables (las bolsas enterradas en la tierra se degradan completamente en 180 días). Respecto de la justicia social, Guayaki trabaja con pequeñas y medianas comunidades de productores en Argentina y Brasil, y con la comunidad indígena Aché Guayakí en Paraguay. Todos son remunerados según los criterios del comercio justo. Además ha generado con las comunidades relaciones de largo plazo y de mucha confianza y está comprometida con la captación de recursos financieros, humanos e institucionales para ejecutar programas que resuelvan, de una manera sostenible y con plena participación de las comunidades, los problemas detectados.

“El problema no es el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de las aguas o la deforestación. Estos aspectos son las consecuencias de un problema cultural y meramente humano. Qué mundo les dejaremos a nuestros hijos no es lo que me preocupa, sino qué hijos le dejaremos al mundo”.

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Nuestro mundo

“Estoy convencido de que se pueden internalizar los costos sociales y ambientales al generar un producto o un servicio. No sólo empresas, sino también gobiernos deben tomar este principio en sus agendas”. indígena; al contrario, su sueño es que muchas otras organizaciones se sumen a esta causa y generen proyectos para ayudar a los KueTuvy a desarrollarse y ser autosustentables. En Brasil, en tanto, Guayakí trabaja con 25 pequeños productores que practican la agroecología hace 50 años y son miembros de un sindicato de trabajadores rurales que reúne a 4.000 campesinos. Estos 25 productores del estado de Paraná formaron la Cooperativa de Familias Agro Ecológicas (COFAECO), que cultiva productos orgánicos para consumo propio y para comercializar. Guayakí trabaja con ellos, distribuyendo y vendiendo su yerba mate nativa para perfilar la producción orgánica como una alternativa a las prácticas actuales, como la ganadería, que ponen en riesgo la Mata Atlántica.

Rentabilidad

l Ventas Anuales: 15 millones de dólares l Rubro: Yerba Mate - Bebidas - Alimentos Naturales l Número de trabajadores: 150 l % de participación de mercado en Estados Unidos: 75%

El caso de Paraguay es relevante ya que la comunidad indígena Aché Guayakí KueTuvy se compone de 40 familias, y son los últimos cazadores y recolectores de la Mata Atlántica. El nombre de la marca Guayakí fue puesto para rendirle un homenaje a esta comunidad nativa. La empresa trabaja directamente con ella, convirtiéndola en una de las primeras familias indígenas en manejar una reserva natural sostenible. El territorio de la comunidad KueTuvy tiene 4.600 hectáreas de bosque nativo y juntos, la empresa y la comunidad, desarrollan periódicamente proyectos de mediano y de largo plazo que apuntan a un desarrollo sin destrucción de los recursos naturales. Pero la empresa no espera ser la única que trabaje con esta comunidad

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Hoy por hoy Guayakí tiene una participación del 75% del mercado norteamericano y ventas anuales por 15 millones de dólares. Así ha podido ir demostrado que existe demanda por productos orgánicos que son fabricados bajo las normas de la remuneración justa a los productores y que apuntan al cuidado del medio ambiente, ya que los consumidores están dispuestos a pagar el costo que refleja en su contenido un valor social y ambiental. Hoy los productos de Guayakí (yerba mate en bolsitas de té o en bebidas energéticas) tienen distribución nacional en el mercado de Natural Products en Estados Unidos y Canadá, en tiendas como Wholefoods (supermercado especializado en alimentos orgánicos). De esta forma, cuando se compra yerba mate de Guayakí el consumidor está apoyando la restauración del bosque y de su gente, pagando un precio de comercio justo y apostando por una empresa sustentable en toda la cadena de producción. “Estoy convencido de que se pueden internalizar los costos sociales y ambientales al generar un producto o un servicio. No sólo las empresas sino también gobiernos deben tomar este principio en sus agendas”, explica Alex Pryor y agrega: “Para innovar debemos recordar los atributos creativos con los que todos nacemos. Guayakí innovó en un plano empresarial cambiando las premisas que otorgan a la empresa la misión de trasladar los aspectos económicos como medios para cumplir un fin de inclusión social y regeneración de vida en ecosistemas productivos”.


Opinión

Andrea Brandes Enseña poesía en la cárcel de Alta Seguridad

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El lugar de las cosas

ónde queda el lugar de las cosas? ¿Cada objeto tiene un lugar de residencia?, ¿cada lugar una senda precisa que conduce a él? Me pregunto, porque después de lo que he vivido en los años que hago clases en la cárcel, la respuesta ya no es obvia... José Luis (Lito) volvió a clases después de dos meses de encierro en la Cárcel de Máxima Seguridad. Le pillaron un teléfono celular y se fue castigado. Dos meses encerrado en solitario durante 22 horas diarias. Cada vez que desaparece un alumno y me entero de que está castigado, me entristezco. A muchos he visto volver de ese encierro feroz, más pálidos que la luna y con la ansiedad instalada en la médula. Pero el día que volvió el Lito, llegó triunfante. Asombroso, no sólo había sobrevivido al encierro, ¡lo había derrotado! Y no sólo lo había derrotado, sino que lo transformó en un momento de crecimiento, de introspección, un momento místico. “Es que no estuve preso, señorita, en mi cabeza estuve libre, imaginando y escribiendo”. Me entregó un montoncito de hojas de cuaderno. Como hojitas del árbol de los sueños, fui recibiendo los versos más preciosos. Lito armó caminos, recorrió en silencio y mientras soñaba sus sueños, se encumbró a lugares inéditos. Escuchando su historia, comprendí que ese “mundo interno” al que se refiere en sus poemas es capaz de contener este mundo y el otro, y que el poder de imaginar puede ser una gloria incluso en un lugar destinado al tormento. Como en la leyenda apache que dice que en nuestro corazón combaten un lobo bueno y uno malo, y que gana el lobo al que alimentemos, Lito llenó su corazón de bondad y de historias bellas, y en ese encierro pensado para quebrar, pudo florecer. Escuchándolo, quedamos todos puestos en el lugar de las posibilidades infinitas. Por eso, la tarea de la semana consistió en diseñar la casa en la que cada uno quería vivir. Debía ser autosustentable, en un lugar que fuera a la vez habitación y fuente de ingresos.

“Cada uno elija lo que quiera, diseñe como quiera, escriba, pinte, narre una historia, eche mano de lo que tenga a su alcance, pero invente su lugar”, les dije. Y a la clase siguiente, la sorpresa: molinos de viento, plantas de tratamiento de aguas, sembradíos, camioncitos fleteros, casas coloridas con corredores de sombra y ventanas luminosas, jardines, talleres de costura, pajareras, chancherías, hornos de barro. Y como fue tan bello, la tarea de la semana siguiente consistió en el trabajo conjunto de pensar una comunidad. “Tomen algún lugar, y armen su pueblo, piensen en la forma en que quieren

“Pero el día que volvió el Lito, llegó triunfante. Asombroso, no sólo había sobrevivido al encierro, ¡lo había derrotado! Y no sólo lo había derrotado, sino que lo transformó en un momento de crecimiento, de introspección, un momento místico”

convivir, ganarse la vida, formar sus familias”, les insinué. Y llegaron mis alumnos con un plano que, desenrollado, mostró una comunidad preciosa, en que la gente trabaja en conjunto, y comparte en respeto y en igualdad. Mejor que la “Utopía” de Thomas Moro, porque esto parece de verdad, un pueblito en que no hay nada dejado al azar. Desde el sistema de regadío y alcantarillado, hasta 8 páginas de un plan de salud y otras tantas en que se concibe la educación del futuro. Todo ha sido soñado desde el lugar más tenebroso, que para siempre dejó de serlo. Por eso ya no es tan claro dónde queda el lugar de las cosas, porque en medio de una prisión en el corazón de Santiago, en el corazón de un grupo de hombres presos, vive un pueblo bueno y feliz. Tiene hasta un observatorio astronómico, para observar el firmamento.

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Destacado

Paulina Bravo, Gerenta de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad Nestlé.

“No puede existir una empresa exitosa en una sociedad fracasada” El éxito de una empresa se ha medido sacándolas por completo de su entorno social, hemos mirado los negocios como una isla, sin considerar las relaciones con su territorio, su comunidad o con sus redes relacionales… ¿Puede considerarse exitosa una empresa que vive en una comunidad que no lo es? por Mariella Rossi W.

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l crecimiento y desarrollo económico ilimitado no ha resuelto los problemas sociales que el modelo capitalista trae consigo. Michel Porter y Mark Kramer han planteado que se puede reinventar el capitalismo, y para hacerlo, las empresas deben volver a conectar el beneficio social con el beneficio empresarial. Lo que es bueno para la sociedad es bueno para la empresa, y no al contrario. Sólo construyendo sociedades más prósperas, las empresas garantizan su supervivencia a largo plazo. Estos destacados autores publicaron a principios de este año un artículo en la revista Harvard Business Review donde se destaca que la eficiencia en la economía y el proceso social no son opuestos. Así, el crear valor económico debe también crear valor para la sociedad. A este concepto le pusieron Valor Compartido que parte por reconocer las necesidades de la sociedad y la relación que debe existir entre éstas y las necesidades de los negocios. El concepto de Valor Compartido lo definen como “las políticas y prácticas operativas que incrementan la competitividad de una compañía desarrollando simultáneamente condiciones económicas y sociales en las comunidades donde las empresas tienen el asiento de sus negocios”.

La creación de Valor Compartido ha sido aplicado, y con gran éxito, por algunas empresas pioneras entre las que destacan: Nestlé, GE, Google, IBM, Johnson & Johnson, Unilever, Wal-Mart.

El Caso de Nestlé Chile Para Nestlé la creación de Valor Compartido es lo que sin duda le permitirá un éxito a largo plazo, porque la empresa sólo podrá ser exitosa en una sociedad que mejora cada día. Por eso su labor va más allá de satisfacer al consumidor, supone aportar valor a los empleados, agricultores, proveedores y todos los sectores de la sociedad que se vinculan. “Nosotros como empresa hemos ido haciendo un tránsito en nuestro modelo, en épocas pasadas ayudábamos a la comunidad, pero hoy la mirada es totalmente distinta, no estamos en la filantropía, si no que aportamos a todos y cada uno de los públicos de la compañía a partir de una clara definición de las áreas en las que realmente entregamos valor y que, no por casualidad, están estrechamente relacionadas con la actividad propia de la compañía”, explica Paulina Bravo, gerenta de asuntos corporativos y sustentabilidad de Nestlé. “Es por eso que mucho más allá de entregar dinero –explica Paulina–, hoy se


Destacado

En los últimos 10 años Nestlé ha logrado la disminución del 26% en el consumo de energía y de 61% en el uso de agua.

entienden los proyectos como un todo en que la empresa se involucra con personas, recursos e incluso emocionalmente. Nosotros trabajamos con y para las personas y esto genera un vínculo muy fuerte con ellas”. Pero la vinculación con la comunidad no es en cualquier tema, ni de cualquier forma, ellos intervienen en aspectos que estén relacionados con su negocio directamente y en el cual puedan entregar su expertise. Son múltiples los programas que esta empresa desarrolla en este sentido y muchos son de alcance mundial, ya que Nestlé está presente en más de 90 países. Consciente de que a nivel mundial existe un grave problema de malnutrición, ya sea por desnutrición o por obesidad, Nestlé

definió poner este tema como uno de sus principales ejes de acción. Del año 2009 al 2011 se están desarrollando en todo el mundo programas tendientes a educar en nutrición y en estilos de vida saludable a niños de entre 6 y 12 años. Este programa buscan beneficiar a más de 11 millones de estudiantes en todo el mundo. Es en este contexto que Chile, en marzo del 2010, se lanzó un programa que se le llamó “Niños en Acción” y que contempla la intervención integral en alimentación equilibrada y actividad física a 1.700 escolares, de 4 a 8 años, de la comuna de Peñalolén. Este programa espera disminuir los índices de obesidad entregando charlas de alimentación saludable, talleres de actividad física, eventos deportivos, etc.

Un modelo colaborativo Según lo explica Paulina, los proyectos de distinta índole que Nestlé realiza se basan en modelos colaborativos en los que se juntan diferentes voluntades para la consecución de un fin. Tal es el caso del proyecto “Vecinos en Acción” que desarrollan con la Municipalidad de Peñalolén, en el cual queda en evidencia el valor de las alianzas público privadas y del trabajo asociativo. “Cada uno aporta desde sus competencias y todos nos necesitamos para lograr el éxito del programa”. “Vecinos en Acción” es un proyecto que involucra también al INTA (Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos), a las corporaciones de salud y educación de la municipalidad, a los dirigentes vecina-

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Destacado No estamos en la filantropía, si no que aportamos a todos y cada uno de los públicos de la compañía a partir de una clara definición de las áreas en las que realmente entregamos valor.

Proyectos de creación de Valor comPartido

Mostramos algunos de los proyectos que desarrolla Nestlé con el fin de crear Valor Compartido l Niños en Acción: apunta a disminuir en un 2% anual la obesidad en los niños participantes. l Vecinos en Acción: ha impactado a más de 6.500 personas que participan en los talleres de educación física l Reconstruye tu almacén: gracias al programa, almaceneros del centro sur del país pudieron volver a echar a andar su negocio después del terremoto. l Becas académicas para la investigación: entrega becas de posgrado para lograr perfeccionamiento de jóvenes que desarrollan investigación para el INTA. l Programa global para el desarrollo de proveedores de leche: promueve altos estándares en la producción de la leche. l Compromiso con la reducción de la Huella Ambiental. En los últimos 10 años ha logrado la disminución del 26% en el consumo de energía y de 61% en el uso de agua.

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les y al Club Deportivo de la Universidad Católica. Se trata de un programa de empoderamiento comunitario que promueve temas de nutrición y actividad física con el fin de sensibilizar a la población respecto de la importancia de mantener estilos de vida saludables. “Para mí, este es uno de los proyectos más queridos, por el nivel de compromiso e involucramiento que han tenido sus participantes y también por los resultados obtenidos”, señala Paulina. “Partimos capacitando, aquí en las oficinas de Nestlé, a 30 mujeres de los sectores más vulnerables que la Municipalidad de Peñalolén seleccionó para que se convirtieran en monitoras. Para ello creamos, en conjunto con nutricionistas de la Universidad de Chile un programa que, usando los mejores y más entretenidos recursos pedagógicos, les enseñaban sobre nutrición, autocuidado, planificación de minutas saludables que se ajustaran a sus presupuestos, y también que el comer equilibrado no es más caro. Ellas tenían que comprometer su asistencia y ser evaluadas mediante una prueba al final del período. Aquellas que aprobaron el examen se convirtieron en flamantes monitoras, cuya función era convocar y entusiasmar a sus vecinas para replicar el conocimiento aprendido”. Junto con ello se prepararon profesores de educación física para que realizaran talleres gratuitos de actividad física tres veces por semana en las distintas sedes comunales. Por otra parte, el INTA estuvo a cargo de medir el impacto del programa. “Es muy gratificante ver los resultados del programa, porque han superado nuestras expectativas. En este caso van mucho más allá de los objetivos del propio proyecto. Por ejemplo, las vecinas empie-


Destacado

personas creen en nuestra marca, porque ponemos nuestro expertise al servicio de una necesidad de la comunidad, pero no por la donación de productos, de hecho en los proyectos sociales relativos a nutrición, no realizamos este tipo de prácticas para despejar cualquier duda respecto de los objetivos de los proyectos. Entonces así construimos marca con un alto compromiso social y compromiso con el entorno”, señala Paulina.

Compartir experiencias

Sólo construyendo sociedades más prósperas las empresas garantizan su supervivencia en el largo plazo. zan a hablarse, se conocen y resuelven diferencias. A las mujeres que participan se les aumenta significativamente la autoestima porque se sienten más bonitas, más delgadas, más ágiles y sanas, y eso redunda en una mejor convivencia en el hogar”.

La corresponsabilidad Otro de los programas de gran impacto es el que está dirigido a los proveedores de leche, teniendo claro que la leche es la materia prima principal que ocupa Nestlé para gran parte de sus productos. El programa presta asesoría a más de 900 productores a través de capacitación y asistencia técnica en temas de contabilidad y eficiencia productiva. Uno de los focos más importantes de este programa es el aspecto medioambiental, en el cual se hace énfasis en prevenir la contaminación de las aguas y fomentar su cuidado y preservación durante la cadena productiva “Nosotros como grandes comprado-

res de leche tenemos una corresponsabilidad en el cuidado del medio ambiente. A través de asesores pusimos a disposición de nuestros proveedores una auditoría con el fin de determinar el nivel de cumplimiento de 5 ejes específicos en esta materia y así apoyarlos en un proceso de mejora continua a través del cumplimiento de ciertos estándares medioambientales”, explica Paulina. “Todo esto no sólo reditúa en un cuidado por el medio ambiente, sino que trae consigo una relación más estrecha y cercana con los proveedores y también una forma de trabajo colaborativo”. Así como éstos, son muchos más los proyectos que están en la línea de la creación de Valor Compartido que esta empresa impulsa. Todos estos proyectos tienen un gran retorno social aunque no necesariamente un retorno económico. “No tenemos un beneficio económico directo en el corto plazo, pero sin duda que hay un retorno en reputación. Las

Paulina cuenta que al tratarse de proyectos sociales, la competencia se aborda de manera diferente: “Nuestro equipo se mueve por sacar adelante los proyectos, compartir nuestro expertise e ir avanzando en sus etapas, pero la competencia en si pasa a un segundo plano. Sucede algo bien curioso, pues al estar en terreno no es relevante con quien compites. De hecho, muchas empresas desarrollamos programas similares en nutrición a través de una mesa de trabajo que se plasma en el proyecto “NutriRSE” que impulsa AcciónRSE. Ya llevamos 4 años, compartiendo prácticas y experiencias que se han traducido en algunas publicaciones con el fin de ponerlas a disposición de otras empresas que también quieran abordar la problemática de la obesidad y así contribuir a la disminución de los índices que registra nuestro país” “Yo creo que estamos entendiendo que finalmente nos necesitamos, estamos entendiendo que tenemos que escuchar porque hoy no se define lo que se entrega en función de lo que quieres, sino que en función de lo que el otro necesita”, finaliza Paulina.

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Opinión

Una nueva forma al mundo implica una nueva forma al ser humano Por Julio Olalla y Robert Dunham

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l éxito es relativo. Es lo que podemos hacer con el desastre que hemos generado. T. S. Eliot Estamos en un momento en el cual el ser humano enfrenta la realidad finita del planeta y las consecuencias de los sistemas que hemos inventado. Debemos mirar profundamente nuestras cegueras culturales actuales, mirar las raíces de cómo llegamos a actuar de la manera en que actuamos y crear el mundo que hemos creado. Si vamos a cambiar el mundo y a generar un nuevo futuro, debemos primero mirarnos al espejo, y ver en qué tipo de personas nos hemos convertido, el tipo de pensamiento en el que solemos caer, y qué tipo de relación hemos elegido tener con nuestro mundo. El mundo se ha convertido en un espejo de los seres humanos y debemos reflexionar acerca de cómo nos convertimos en quienes somos si es que queremos ver una posibilidad de cambio real. ¿Qué es lo que podemos ver al mirar el mundo y nuestra manera de ser en él? Más allá de nuestras explicaciones automáticas e inadecuadas, vemos que un tema central de nuestra civilización es que no cuidamos la naturaleza y nuestro medio ambiente, percibimos el mundo natural solamente como materia prima para utilizar, de una manera similar, vemos a las personas como “recursos humanos” . Todavía pensamos y operamos como si el mundo fuera mucho más grande que nuestro impacto en él. Estamos tan empapados en la interpretación de que todo es para nuestro uso que, incluso, utilizamos nuestro propio “ser” como materia prima. ¿Materia prima para qué? para cualquier proyecto que produzca ganancias, crecimiento y retornos financieros, independientemente de las consecuencias. Hemos puesto el crecimiento económico como nuestro valor y fin último, nuestra única solución y el impulsor de nuestros propósitos sociales. Grecia e Italia acaban de elegir a “tecnócratas” a cargo de sus gobiernos para arreglar sus situaciones financieras. Esto refleja que para nuestra sociedad otras inquietudes son consideradas como secundarias y la intención es simplemente renovar el crecimiento económico y el consumo.

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Somos una cultura que ha perdido el sentido y la virtud, y que ya no tenemos la noción de una buena vida en armonía con la naturaleza, con otros, y en pos de un futuro sano. Creemos que la buena vida es la expansión permanente del consumo, sin preguntarnos a quién beneficiamos al consumir más. Es necesario entender que más no es sinónimo de mejor y buscar lo que realmente es bueno. Debemos tener respeto y gratitud por los regalos de la vida y la naturaleza y no simplemente destruirlos en nuestro consumo. Hemos perdido el lugar de lo sagrado, y por “sagrado” no nos referimos a lo religioso, sino a los aspectos de la vida que reverenciamos, respetamos, agradecemos y ponemos en un lugar más alto que el interés propio. Por ejemplo, nuestra sociedad en la actualidad les permite a las empresas poner químicos en el medio ambiente aún cuando se ha demostrado que afectan el desarrollo fetal, esto deja de manifiesto que las ganancias son más importantes que el respeto por nuestros hijos y nuestro medio ambiente. ¿Cómo llegamos a valorar nuestras abstracciones más que nuestras vidas? ¿Cómo llegamos a dejar que los números dictaran nuestras elecciones más que nuestra conexión con la vida y el sentido? ¿Cómo llegamos a renunciar a nuestra responsabilidad personal y social de cuidar el futuro y el mundo que compartimos? Algunos contarán la historia de la pérdida de la vida religiosa, y el avance de la lógica laica. Pero nosotros sostenemos que estamos en un camino de desconexión de nuestra raíces. Vivimos en la era de modernidad (algunos la llaman posmodernidad) hemos pasado quinientos años en la celebración de la ciencia, la racionalidad y los poderes de la predicción y el control. Hemos tenido una inmersión tan larga y profunda en este sentido común que no podemos ver cómo nos ha cambiado como personas. Vivimos en la historia de que el universo es meramente material, sin sentido intrínseco, y que la única fuente de sentido son nuestros propios propósitos y deseos. Hemos exiliado el poder de las emociones de nuestro pensamiento, y las hemos relegado al mundo interno y personal sin darles relevancia en el mundo externo de la acción. De hecho, la ciencia tomó como su primer principio que lo verdadero y


Opinión

“Si vamos a cambiar el mundo y a generar un nuevo futuro, debemos primero mirarnos al espejo, y ver en qué tipo de personas nos hemos convertido, el tipo de pensamiento en el que solemos caer, y qué tipo de relación hemos elegido tener con nuestro mundo”

válido es sólo lo que se puede replicar sin sesgo por un observador, sin la influencia de los sentimientos. En esta lógica somos más efectivos cuando nos separamos de nuestras emociones porque se convierten en un prejuicio personal que distorsiona el pensamiento verdadero desapasionado y racional. Tenemos entonces un tremendo problema a raíz de estos supuestos no cuestionados que constituyen nuestro sentido común en el presente. Primero, el supuesto de que las emociones no son relevantes para la acción efectiva ha probado ser falso. El neurocientífico Antonio Damasio ha demostrado que el comportamiento racional no es posible sin involucrar los circuitos emocionales del cerebro1. El campo de la inteligencia emocional demuestra que el 90% de la diferencia entre líderes, gerentes y organizaciones de alto rendimiento y las de rendimiento promedio tiene que ver con sus habilidades emocionales2. El otro problema es que nuestra formación de toda la vida en técnicas de pensamiento racionales y de abstracción ha dejado afuera la parte más importante de nuestro pensar y elegir, ha dejado afuera la ética y las elecciones de sentido, de lo que nos importa, de lo que hace una vida buena y un buen mundo para compartir. Desde un punto de vista pragmático, el medio ambiente nos da aire, agua y la capacidad de generar alimento. Como el medio ambiente ha sido regalado, en vez de producido, no lo hemos valorado, lo que ha provocado costos tremendos que no son pagados, porque nuestra contabilidad sólo valora la acción humana, no las acciones esenciales de la naturaleza. La naturaleza nos regala belleza, es la base de nuestra vitalidad física, y el estar encarnados nos regala la capacidad de amar, conectar y dar sentido. Y esto también lo sacrificamos en el altar de la economía. Sin embargo, aún creemos que nuestra cultura tiene la posibilidad no sólo mirarse al espejo, sino también de reconectarse con preguntas como: “¿qué es una buena vida?”, “¿qué es una buena persona?”, “¿qué es un buen ciudadano?”, y generar nuevas respuestas, acciones y resultados para un futuro sano y una buena vida.

Debemos reconocer que no podemos imponer la predicción y el control sobre toda la vida y seres vivos, y que estas aproximaciones no pueden convertirse en las bases de nuestra relación con la vida, con otros, el futuro, y el mundo. Debemos renunciar a nuestra adicción al consumo, y renunciar a la ética del crecimiento canceroso, debemos recuperar nuestra responsabilidad con la naturaleza, con otros, y el sentido que alimenta nuestras almas. Debemos ser competentes emocionalmente para ejercer los poderes que tenemos y darle una nueva forma a nuestro mundo. Debemos hacernos responsables de nuevo por las consecuencias de nuestros actos, individuales y colectivos. Aunque no pretendemos tener las soluciones a nuestros problemas globales, sí sabemos que debemos atenderlos mirando en qué tipo de seres humanos nos hemos convertido, y debemos reconectar y reintegrar nuestras capacidades emocionales a nuestro pensar. Recuperar nuestra capacidad de conectarnos y cuidar aquello más armonioso y lleno de sentido del mundo. Es necesario redescubrir nuestra sensación de vivir en un mundo vivo, con el cual tenemos una relación, y que este mundo nos cuida solamente en la medida en que nosotros cuidamos de él. Debemos mirarnos al espejo y darle una nueva forma a nuestro ser solo así podremos darle otra forma al mundo. Próximamente, exploraremos cómo nuestro pensamiento moderno nos ha separado de nuestra alma, esa parte de nosotros que se conecta más profundamente con lo que nos importa y le da sentido a nuestra vida. Julio Olalla es fundador de Newfield Network. Autor del libro Del Conocimiento a la Sabiduría. Robert Dunham es fundador del Instituto de Liderazgo Generativo, e implementa programas de liderazgo en todo el mundo. Es coautor del libro El Camino del Innovador. 1 Damasio, Antonio, Descartes Error, Avon Books, 1994. 2 Goleman, Daniel, Emotional Intelligence, Bantam, 1996, 2006.

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Trabajo

Minera Los Pelambres y Su Desarrollo Sustentable:

Construir Relaciones de Confianza y Beneficio Mutuo Desarrollo Sustentable es el concepto de moda, aunque cada sector de la industria pueda entenderlo con matices distintos, ¿es un objetivo inalcanzable?, ¿sólo se trata de un concepto de marketing para mejorar la imagen de una compañía?, ¿será este concepto sinónimo de la la Empresa (RSE)? por Patrcia Sirebrenik

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Denis Vrublevski/shutterstock

Responsabilidad Social de


Trabajo

E

n Minera Los Pelambres (MLP) piensan que Desarrollo Sustentable es mucho más que RSE. “Desarrollo sustentable tiene que ver con viabilizar un negocio en el largo plazo, y esto no se logra generando valor económico sin ser capaces de cumplir con lo que la sociedad demanda de la empresa”. Afirma Ignacio Cruz, gerente general de MLP. “La responsabilidad de una empresa con la sociedad hay que descubrirla a través de un diálogo permanente, escuchándola, conociendo sus necesidades, llegando a acuerdos en que ambas partes se beneficien”, explica. “Normalmente se podía entender que la responsabilidad social era darle algo a la sociedad, como compensación. Pero incluso la definición de compensaciones debe cambiar”. El ejecutivo tiene claro que no basta cumplir la normativa ambiental para afirmar que se es sustentable. “Eso es sólo la base, el principio”. Las demandas podrían ser infinitas, qué duda cabe. De ser así, la empresa no podrá ser viable, ¿cuál es el límite? Para MLP tiene que existir una relación cercana de la empresa con la sociedad, “y hablo de la sociedad porque para mí no son sólo las comunidades vecinas a la faena, sino todos los actores que tienen alguna relación con el negocio – indica el ejecutivo que lidera la compañía desde el año

2006–. Cuando construyes una relación con cada uno de los grupos de interés del negocio, teniendo dos pilares fundamentales además del entendimiento: la confianza y la búsqueda del beneficio mutuo, puedes generar un encuentro en donde esas expectativas se puedan aterrizar en la realidad de cada negocio. En esa medida, todos crecemos”.

Relación con los Trabajadores Para Ignacio Cruz, el ejemplo más simple y aplicable a cualquier empresa está en la relación con sus trabajadores (uno de los grupos de interés). “Nosotros hemos construido por años una relación de confianza donde cada vez que hemos tenido que negociar un contrato colectivo con los sindicatos, no nos sentamos a defender posiciones, sino a construir un convenio colectivo que les ayude a ellos a tener mejores beneficios, mejores rentas, mejor calidad de vida en su trabajo, y que a nosotros nos genera mejoras en la productividad y en los resultados económicos a través del compromiso de los trabajadores con el medio ambiente y la seguridad”. La negociación colectiva en MLP es cada cuatro años; sin embargo, el sindicato y la administración de la empresa se sientan a conversar mes a mes para revisar si hay que actualizar el convenio, lo que sig-

nifica que cuando corresponde una nueva negociación se tiene la “tarea hecha”. “Esa relación con los trabajadores hay que llevarla a todos los grupos de interés, es decir, sentarse a conversar sobre un acuerdo de qué hacer en conjunto”, afirma Cruz.

Lecciones Aprendidas Aprendiendo de los errores cometidos, la compañía supo enfrentar y superar algunos conflictos que se presentaron con grupos de interés. Una de las pugnas se inició por la construcción del segundo tranque de relaves en el sector de El Mauro. “Hoy haría algunas cosas de manera distinta, por ejemplo, no iniciaría un proyecto sin haber resuelto todas las conversaciones que están pendientes, aunque tuviéramos la aprobación ambiental”, explica el ejecutivo minero. Otro ejemplo de las lecciones aprendidas tiene que ver con el cierre del primer tranque de relaves, “Los Quillayes”. En el 2007 MLP tuvo un conflicto con parte de la comunidad de Cuncumén y Tranquilla producto de un accidente operacional (el agua utilizada en la producción, en vez de llegar al tranque de relaves, se fue al río Choapa). “Por ese incidente operacional se produjo un escándalo tremendo, tuvimos sesiones de la Corema con presencia de más de 70 personas de la comunidad realmente alteradas”, relata Ignacio Cruz.

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Trabajo “Una de las cosas importantes que están pasando es que la sociedad ha ido cambiando y vuelve a poner al centro de la preocupación a las personas. (…) todo lo que tenga impacto en sus vidas y en la oportunidad de que puedan ser felices se vuelve cada vez más relevante”. Se asumió el error y se pidió disculpas. Pero no era suficiente, y la minera se dio cuenta a tiempo. “Nos sentamos a conversar y cambiamos la manera de hacerlo. Empezamos a establecer una relación con toda nuestra disposición a escuchar de forma empática, a tratar de entender de verdad cuáles eran sus problemas, entender por qué un evento como ese, que no tenía graves consecuencias en el medio ambiente, provocó reacciones tan virulentas de parte de la comunidad”. En términos simples, la minera logró entender el mensaje de la comunidad. Sus verdaderas preocupaciones. No querían más computadores para la escuela, ni que la pintaran de nuevo, o que refaccionaran la posta, o que sembraran pasto en la cancha de fútbol. “A nosotros nos interesan tres puntos fundamentales. El agua, el polvo y el cierre del Tranque Quillayes. Queremos saber cómo vamos a vivir con ese tranque de relaves al lado nuestro. Mientras no tengamos resuelto esos tres puntos, no queremos hablar de nada más”, señalaron claro y fuerte.

Mensaje recibido. La empresa cambió su forma de relacionarse con sus grupos de interés, especialmente con la comunidad “hoy tenemos cuatro mesas de trabajo con la gente de Cuncumén. Después de un año de conversaciones terminamos firmando un convenio de colaboración –explica Ignacio Cruz–. A partir de eso se constituyó una mesa que está tomando las decisiones respecto del cierre del tranque, compuesta por cuatro personas de la comunidad y tres de la compañía. Actúa como un directorio”. También se han organizado, entre otras instancias, monitoreos ambientales periódicos por parte de la comunidad en los distintos lugares de la producción de MLP. Asimismo, diversos ejecutivos tienen reuniones semanales con representantes del valle, entre otras acciones.

Sustentabilidad: Un paradigma del siglo XXI “Es un error en cualquier empresa tener una Gerencia de Sustentabilidad, porque sustentabilidad es todo el negocio. Si se quiere tener una gerencia con ese concep-

Ficha Técnica: l Minera Los Pelambres pertenece en un 60% al grupo minero chileno “Antofagasta Minerals” y en un 40% al consorcio japonés integrado por “Nippon LP Investment” y “MM LP Holding BV”. l Se encuentra entre los diez principales yacimientos cupríferos del mundo y entre los cinco primeros a nivel nacional. l Genera más de 5.400 empleos directos y otros 8.300 indirectos: 65% son de la Región de Coquimbo, 4,8% del empleo regional. l Realiza el 93% de las exportaciones de la región. l Aporta el 14% del PIB regional y desde el 2000 a 2010 ha aportado al Estado US$ 2.558 millones.

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to, ésta debe reemplazar a la Gerencia General de esa compañía”. Así de tajante es Ignacio Cruz, quien explica cómo MLP ha ido redefiniendo el objetivo de su negocio a lo largo de su historia. Cuando partieron, en 1999, el paradigma de la industria minera en Chile era producir más al menor costo posible, es decir, lograr la mayor productividad posible. Luego, en Los Pelambres llegaron a la conclusión de que aquello tenía consecuencias graves para la compañía. Lo vivieron durante las etapas previas a iniciar el proyecto. “La industria minera era muy poco demandada por los grandes inversionistas, porque con este paradigma generaba grandes utilidades a costa de hacer grandes inversiones, pero sin rentabilidad”, señala el directivo. Por ello, con el tiempo llegaron a un segundo paradigma para el negocio: crear valor económico por sobre el costo de oportunidad para el inversionista. Finalmente la experiencia los hizo evolucionar y hoy ese objetivo fue enriquecido. La empresa debe generar valor sustentable, social y ambiental. “Es imposible imaginar que alguien el día de mañana vaya a tener una empresa en que lo único que va a hacer es ganar plata, exprimiendo el sistema. No existe esa posibilidad, y si existe, no va a durar nada”, enfatiza.

Ser Más Felices “Una de las cosas importantes que están pasando es que la sociedad ha ido cambiando y vuelve a poner al centro de la preocupación a las personas. En esa perspectiva, todo lo que tenga impacto en sus vidas y en la oportunidad de que puedan ser felices se vuelve cada vez más relevante”. Esta afirma-


Monika Gniot/shutterstock

Trabajo

ción no pertenece a un filósofo, sino a un ingeniero que proviene del sector financiero y que ahora comanda MLP, Ignacio Cruz. Señala que se trata de “un cambio profundo, pero que conlleva algo que la sociedad entiende, es decir, que lo que estamos haciendo nos va a permitir a todos ser más felices. Con esta manera de mirar las cosas, y si somos consecuentes y estrictos con ello, podemos generar vidas más equilibradas en nuestros trabajadores, que pue-

dan mejorar la relación en todos sus ámbitos de acción; en su trabajo diario, también con sus familias y amigos”. Es un proceso largo y se inicia con pequeños gestos, por ejemplo, “la gente de operaciones está entendiendo que dentro de su responsabilidad está el saludar con una sonrisa a la persona que trabaja a su lado, porque eso le genera valor social al sistema. Estamos desarrollando esa inteligencia emocional, pero es todo un proceso”, concluye Ignacio Cruz.

“Es imposible imaginar que alguien el día de mañana vaya a tener una empresa en que lo único que va a hacer es ganar plata, exprimiendo el sistema. No existe esa posibilidad, y si existe, no va a durar nada”.

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Solidaridad

Jean Vanier

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Amar la diferencia Marino de guerra por nueve años, al desembarcar en tierra firme se entregó por entero a un ideal: promover el cambio del individualismo a una vida en comunidad. “La vida en común es una maravillosa aventura. Deseo que muchos puedan vivir esta aventura que es, en última instancia, la de la liberación interior, la libertad de amar y ser amado”, afirma este filósofo y teólogo canadiense, que transforma las palabras en acción. por Erika Ortega

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Jean Vanier

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ace casi cinco décadas, Jean Vanier dio inicio a una revolución silenciosa que con el tiempo se expandió por todo el mundo. No buscaba aplausos, ni reconocimientos. Sin embargo, ha sido nominado varias veces al Premio Nobel de la Paz, con un emprendimiento que reviste una gran profundidad: rescatar la esencia de los seres humanos, sea cual fuere su condición, cultura o credo, pro-

moviendo su integración a una vida comunitaria que enriquece a cada uno de sus integrantes. Hijo de un destacado diplomático y militar canadiense condecorado en la Primera Guerra Mundial, el joven Jean ingresó a los 13 años a la Marina de Guerra. Le encantaban los viajes, el mar y los barcos. No obstante, tras navegar durante nueve años por distintos océanos, no cesaba de


Solidaridad “Mientras Aristóteles distingue al hombre de los otros animales por ‘poseer la capacidad de razonar’, yo prefiero distinguirlo por su capacidad de amar. El misterio del ser humano es que somos corazón. Cuando nos volvemos viejos, ya no podemos hacer cosas ni razonar como antes, pero sí tenemos un corazón”.

oír una voz interna que lo llamaba a encontrarle un sentido a su vida. Con esa inquietud, en 1950 decidió colgar el uniforme y se dedicó por diez años a estudiar filosofía y teología. Tiempo después, mientras dictaba clases de filosofía en Canadá, un sacerdote lo invitó a conocer a sus nuevos amigos. “Eran muy especiales: seres con discapacidades intelectuales, con quienes me costaba comunicarme –recuerda–. Pero a través de sus cuerpos, sus ojos, sus palabras, rogaban por una relación, por una amistad”. Con un talento especial para descifrar los códigos de los que sufren, este hombre de profunda fe no podía permanecer inmóvil ante las duras interrogantes de quienes no entendían por qué eran marginados. Menos al recorrer hospitales psiquiátricos y constatar las tremendas carencias afectivas de los pacientes. Por este motivo, al visitar en Francia al padre Thomas Philippe, su antiguo amigo y consejero espiritual, por esos días capellán de una residencia para discapacitados mentales, vio con claridad su camino. Compró una casa en ruinas en Trosly-Breuil, cerca de París, para emprender en tierra firme una nueva travesía junto a Raphaël Simi y Philippe Seux, ambos discapacitados. “Les pregunté si querían venir conmigo. Sabía que era una pregunta irreversible, pero correcta”, rememora quien en ese lejano día de 1964, al abrirles las puertas de su nueva morada, sentaba las bases de una gran obra, llamada El Arca. Un nombre lleno de simbolismos, emanados del Arca de Noé, en la cual animales y personas encontraron un refugio para salvarse del Diluvio Universal.

“Muchos discapacitados están atrapados en la inundación –advierte Varnier–. Son muertos antes o después de nacer, encerrados en instituciones o donde fuere que no se les dé espacio para la libertad”. Raphaël, Philippe y los que se sumarían con el tiempo a las nuevas sedes de El Arca encontrarían, por primera vez, un verdadero hogar en el que reinan el amor, la fraternidad y el compromiso con los discapacitados intelectuales en situación de vulnerabilidad social. De este modo, pasan del abandono a la integración a un lugar de pertenencia, donde la lástima es reemplazada por un respeto infinito que les permite sentirse valorados y queridos. También crecer en todas sus dimensiones, desarrollar en la armonía de la aceptación sus talentos y potencialidades. En pocas palabras, disfrutan como cualquier ser que se desenvuelve en un seno familiar que lo acoge y estimula a descubrir su valor único. Para lograrlo, en las comunidades de El Arca –que en la actualidad suman más de 138, repartidas en 35 países de los cinco continentes– conviven con personas que los acompañan en distintos escenarios: hogares, talleres y centros de atención diurna. En estos espacios, cuentan con asistentes que juegan un rol fundamental a través de diversos quehaceres. Desde cocinar y limpiar, hasta brindar servicios médicos, de higiene o jardinería. Comparten la vida en los hogares o trabajando junto a ellos en las huertas, los talleres de pintura, cerámica u otra actividad que encienda la luz de una vida renovada, en la que los cambios de humor repentinos o roces que

surgen en cualquier convivencia estrecha representan una oportunidad para ejercitar la tolerancia y aprender a querer a los otros con sus virtudes y defectos.

Todos a Bordo “En El Arca -dijo Vanier hace un tiempo- estamos descubriendo nuestra propia terapia, muy diferente a la de los hospitales, y distinta también a la fundada únicamente en medicamentos o en psicoanálisis. Es una terapia basada en una relación auténtica vivida en una comunidad que aporte a la persona un dinamismo, una aceptación de sí misma y una nueva motivación. Deseamos que puedan crecer humana y espiritualmente según su ritmo de vida y su don”. Profundizando en esta línea, en 1971 sentó las bases de las Comunidades de Fe y Luz, para familiares de personas con discapacidad. Hoy, en sus 1.800 centros emplazados en todas las latitudes, conjugan a diario el verbo amar. Amar la propia indi-

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Solidaridad

vidualidad y el gran tesoro que esconde la más amplia diversidad humana. Sin embargo, su experiencia traspasa las fronteras de estas instituciones. Tal como él mismo aclara en “Comunidad, lugar de perdón y de fiesta” –uno de los 20 libros de su autoría, traducidos a 29 idiomas–, si bien al utilizar el término “comunidad” se refiere a grupos de personas que han decidido dormir bajo el mismo techo para vivir y trabajar según una nueva visión de la persona humana y de sus relaciones, su mensaje es extensivo a otros estamentos de la sociedad, como la familia, la pareja o aquellos que sin filiación formal se reúnen con regularidad para compartir su ideal y estrechar lazos profundos. En la base de todas estas configuraciones subyace un principio básico. “Sabemos que no somos la solución para todas las personas con discapacidades mentales, pero sí queremos ser un signo para la sociedad –explica Vanier–. Signo de

que cada persona es una historia sagrada y de que se puede ser feliz, amar y alcanzar la paz a pesar de las diferencias y las debilidades. Somos como el goteo de una llave. Apenas una pequeña gota delante de un río de poder, competencia y dinero. Se trata

COMPARTIR EL PAN Aunque cueste creerlo, cómo almorzamos o cenamos dice mucho sobre cuán cerca o lejos nos encontramos de ser y hacer comunidad. Por este motivo, Jean Vanier califica al autoservicio como el peor de los inventos. “Cada uno con su bandeja, su botella de vino y sus sobres de azúcar, sal y pimienta, como en los aviones –comenta–. Es horroroso obligarnos a comer y beber la cantidad estándar, y hacerlo a solas. Es mucho más humano tener una gran botella y que cada uno se sirva según su gusto, atendiendo a que el otro cuente con lo que necesita y dispuesto a dejar lo mejor para el de al lado. Entonces, la comida no es un acto solitario, egoísta y triste, sino el momento en el que cada uno da, comparte y ama”. Con una visión sorprendente, profundiza en el fundamento biológico y emocional de compartir con calma y entrega al prójimo en torno a una mesa bien preparada. “La unión entre comida y amor tiene sus orígenes en la primera infancia. Para una madre, alimentar a su hijo es un gesto de amor que se realiza en la mutua presencia, en la alegría y en el juego. Un niño que no es alimentado con amor, que recibe el biberón mecánicamente, tiene desarreglos digestivos. El hombre no come como los animales, cada uno en su rincón, porque la amistad y el amor humanizan esta realidad material”.

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de cambiar el mundo un corazón por vez”. En la actualidad, las olas que impulsan a El Arca se expanden hacia todas las riberas del planeta, transportando un potente mensaje, en plena era de las comunicaciones globalizadas e instantáneas, cuando muchos optan por encapsularse, por privilegiar el “yo” por sobre el “nosotros”, el mundo entero demanda cambios. Nuevas reglas para las sociedades del siglo XXI, en las que el individualismo y la exclusión deben dar paso a la inclusión, ante una urgente necesidad de derribar barreras. Chile no es la excepción. Hace unos años, cuando fue invitado por Desafío, a poco de aterrizar en el aeropuerto Arturo Merino Benítez, a Jean Vanier le bastaron unos minutos para constatarlo. En su comienzo de aquella visita a nuestro país, tomó un taxi para trasladarse a la ciudad. En el trayecto escuchó perplejo al conductor cuando, adquiriendo en forma espontánea el rol de guía turístico, le comentó: “De este lado están los pobres y de ése, los ricos. Pero nadie cruza de un lado a otro”.


Solidaridad

“Muchos discapacitados están atrapados en la inundación. Son muertos antes o después de nacer, encerrados en instituciones o donde fuere que no se les dé espacio para la libertad”. Triste bienvenida. Pero no era nada nuevo para él. Ya había visto panoramas similares en otras partes. Tantos, que asevera con convicción: “Nuestra civilización occidental es competitiva. Desde el colegio el niño aprende a ‘ganar’. Sus padres están encantados cuando es el primero del curso. De esa manera, el progreso material individualista y el deseo de subir de grado en el prestigio pisotean el sentido de la comunión, de la compasión, de la comunidad”. Contrario a lo que se podría pensar, al usar la palabra “comunidad” en términos genéricos no habla de aglutinar hombres y mujeres de similares características. Muy por el contrario, se refiere a grupos que se nutren de la diversidad. Así, sus integrantes se ven obligados a lo que él llama saltar por encima de simpatías y antipatías para querer al otro con sus diferencias. “El Padre que los ha convocado a vivir juntos, poco a poco les dará un corazón y un espíritu nuevos para que sean testigos del amor. No hay que buscar la comunidad ideal. Se trata de amar a los que Dios ha puesto a nuestro lado hoy (…). Nosotros hubiéramos querido personas distintas, más alegres o más inteligentes, pero esas son las que Dios nos ha dado, y con ellas debemos crear la unidad y vivir la alianza”, asevera quien es considerado por muchos como el mayor profeta de nuestros tiempos. Un gran desafío. Más aún cuando con la convivencia diaria caen máscaras para desnudar debilidades y falencias que desconocíamos y que, de paso, nos demandan generosidad para ponernos al servicio de los demás. “Algunas veces –advierte– es más fácil oír los gritos de los pobres que están lejos que los de los hermanos y hermanas de la comunidad. Nada hay más digno de gloria

que la respuesta al grito del que está a mi lado día a día y que me molesta. Puede ser que no se logre responder a los gritos de los demás más que cuando se haya asumido el grito de la propia herida”. Pero más allá de lo que sucede en El Arca, quien se crea libre de los obstáculos que sufren quienes comparten allí, se encuentra en un gran error. En una oportunidad, al ser consultado sobre cuál es la mayor discapacidad de la sociedad actual, Jean Vanier respondió sin dudar: “La competencia. La búsqueda desenfrenada por ganar y separar el mundo entre ganadores y perdedores; incluso, no dar a algunos ni siquiera la posibilidad de perder. Debemos pasar de una sociedad de la competencia a una sociedad de relaciones humanas. Sólo tienes que caminar por un barrio pobre o por un instituto psiquiátrico y te encontrarás con tantas preguntas… Así entenderás la visión de El Arca”.

“Aceptemos que el crecimiento nos lleva del egoísmo al amor, de ‘la comunidad para mí’ al ‘yo para la comunidad’. Es un camino largo y a veces arduo, empedrado de alegrías y sufrimientos. Un camino que empieza aceptando nuestras diferencias y aprendiendo a conocernos unos a otros”. Jean Vanier

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Encuentros

Aconcagua Summit 2011

Un encuentro para humanizar la globalización

Durante 3 días estuvieron reunidos en nuestro país más de 220 líderes de distintos ámbitos y nacionalidades, unidos por el anhelo de construir un mundo más sustentable en lo social, económico y medioambiental. Representantes de España, Francia, Colombia, Haití, Argentina, Suiza y Chile, entre otros países, se dieron cita bajo una premisa necesaria: “Abrir el corazón y dejarse llevar”.

Por Hugo Cabrera

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Encuentros

R

eunir bajo el mismo techo a personas que a lo largo del mundo estén trabajando, desde distintas perspectivas, en humanizar la globalización y hacer más sustentable nuestro planeta fue una de las apuestas del Aconcagua Summit 2011. El encuentro congregó en nuestro país, entre el 13 y 16 de octubre pasado, a 220 líderes sociales, políticos, empresariales, culturales y espirituales de distintas procedencias. ¿El resultado? Un renovado compromiso personal de los participantes, la creación de redes de acción y 21 proyectos concretos para avanzar hacia una sociedad más justa, equitativa y sostenible. La idea partió el año 2010 en la Fundación Desafío. Pedro Arellano, director de la organización, recuerda que pensaron en un encuentro que revitalizara el ánimo de transformación social y la acción común de “líderes, personas que hoy día en su ámbito están impactando su territorio, pero que a su vez se están preguntando ¿cuál es la humanidad que queremos construir?”. Así, con la metáfora de “ascender juntos a una cumbre” -escogiendo el imponente monte Aconcagua como símbolo y entorno del encuentro-, se invitó a personas tan diversas como Sam Daley Harris, director del Microcredit Summit Campaign (EE.UU.); Albina Ruiz, directora

ejecutiva de Ciudad Saludable (Perú); Nuria Chinchilla, experta en conciliación trabajo y familia (España). También se convocó a Sandro Solari, gerente general de Sodimac; Fernando del Solar, Ceo de Nestlé; Aníbal Montero, director de Salfacorp; Paola Luksic, presidenta de la Fundación Andrónico Luksic; Raquel Leguá, pobladora; Roberto Delmastro, diputado; Claudio Orrego, alcalde de Peñalolén, y Karoline

Fortalecer los vínculos y conocer personas que, al igual que nosotros, luchan todos los días por transitar los prejuicios, recorrer este camino tan hermoso -como el impresionante lugar-, compartir el encuentro junto a grandes referentes... Gracias por la oportunidad, por mirarnos como semejantes, como sujetos protagonistas de nuestra propia historia. ¡Humanizar la globalización es posible! ¡Tenemos mucho por trabajar! Silvia Flores, directora Cooperativa Barrio La Junta (Argentina)

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Encuentros

Ideas en marcha

Los 22 proyectos ideados por los participantes del Aconcagua Summit quedaron en manos de sus propios promotores. A días del término de encuentro, varios grupos impulsores pusieron “manos a la obra”. Para ello comenzaron reuniones, salidas a terreno y toda clase de mensajes, haciendo uso del correo electrónico y de las redes sociales para mantenerse en contacto y coordinarse. En ello, la Fundación Desafío, gracias a fondos de Corfo, ha comprometido su apoyo para dar sustentabilidad a estos novedosos emprendimientos.

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Mayer, religiosa creadora de la Fundación Cristo Vive, entre otros.

Don de fluir “Después de tres días nos vamos a conocer con nuestro nombre, con nuestros desafíos, con el propósito que mueve nuestras vidas, con lo que nos duele… Eso tiene que ver con nuestra humanidad”, dijo Pedro Arellano al abrir el encuentro. La introducción continuó con una invitación a dejarse llevar, a dejarse sorprender por una experiencia muy diferente para conectarse con uno, con los demás y con los sueños compartidos. Y hubo sintonía de inmediato. De ahí en adelante, de la mano de una metodología muy singular y flexible (la “antimetodología”, como cariñosamente la bautizaron algunos), todas las cosas fueron fluyendo para un encuentro que tendría grandes frutos. Entre los momentos destacados estuvieron los inspiradores testimonios. Por ejemplo, los de Nicolás

Buttet, religioso suizo, y Julio Olalla, creador de Newfield. Mientras el primero habló de cómo eligió vivir en la pobreza, “con” y “para” aquellos que la sociedad ha apartado (“al respirar hondo los olores de la enfermedad y la miseria”), el segundo invitó a cambiar los “observadores racionales y críticos que somos” para modificar así nuestras acciones y, por consiguiente, los resultados de éstas.

La riqueza del encuentro Pero también el Summit, sabiendo que la riqueza estaba en todos y cada uno, generó muchas instancias de encuentro grupal. Fue en pequeños grupos donde mejor se plasmó el espíritu de la instancia: un encuentro cara a cara de personas de diferentes mundos, pero con anhelos comunes, que no habrían tenido posibilidad alguna de interactuar (mucho menos tras un propósito común). Así, en un grupo podía haber un empresario, un líder juvenil, un político, una ex trabajadora


Encuentros

Estoy aún con el alma inflamada. No puedo dejar de recordar a todas esas personas que con su vulnerabilidad, esperanza y valentía nos regalaron la tremenda posibilidad de generar cambios… Estoy feliz y agradecido de Dios. Nicolás Cruz, director de ONG Junto al Barrio

sexual, un pastor evangélico y una dirigente de una comunidad originaria. Esta oportunidad de encuentro fue especialmente valorada por los participantes. Claudio Orrego, alcalde de Peñalolén, indicó que el Summit era “un encuentro sin etiquetas, prejuicios y roles, entre mundos que nunca se encuentran o, si lo hacen, es generalmente en base a estereotipos”. Por su parte, Delia Curahua, coordinadora de la Agrupación de Mujeres Migrantes Warmipura (Chile), indicó: “Se me pasó por la cabeza en un momento que yo no pertenezco a este mundo, pero eso no quiere decir que no nos aceptemos unos y otros, porque en el fondo lo que queremos es avanzar”. Un logro valioso fue concebir proyec-

tos nuevos que estuvieran alineados con el propósito personal y que colaboraran con la humanización de la globalización. Tras reunirse por áreas de interés común, los participantes comprometieron una serie de iniciativas en los más diversos ámbitos. Hubo 18 temáticas en las que los participantes trabajaron, entre ellas se destacan: desarrollo sustentable, empresa, finanzas, espiritualidad, familias, pueblos originarios, discapacidad, entre otras. “Todas éstas reflejan algunos de los grandes desafíos de la humanidad”, señala Gonzalo Muñoz, coordinador general del encuentro. Así, un sello para empresas “humanamente responsables”, un proyecto de reconstrucción del “tejido social” de Dichato, un videojuego que enseñe a los niños el

consumo responsable, una agrupación nueva que permita la inserción laboral de personas con discapacidad y el posicionamiento de la felicidad como tema en la agenda nacional fueron sólo algunos de los proyectos generados (ver recuadro). Estas iniciativas serán ejecutadas por sus propios creadores con el apoyo de la Fundación Desafío. Este es el primero de una serie de encuentros que se realizarán con el mismo propósito, de esta forma se irán abriendo espacios para que germinen iniciativas que, sin duda, humanizarán la globalización. Como concluye Denis Gallet, director de Desafío, “en un mundo que tiene todas las apariencias de un desierto, cuando tú pones un poquito de agua, no mucha, empieza a florecer”.

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Opinión

¿Aquí y ahora versus esperanza? ¿S

on compatibles el vivir en el aquí y ahora y la esperanza? Para responder a esta pregunta es preciso entender a qué nos referimos con cada uno de estos conceptos. La noción del aquí y ahora es una de las peor interpretadas de los últimos tiempos. Esta inspiradora concepción ha ido degradando en un malentendido presencialismo, que a su vez ha desembocado en una forma irresponsable de satisfacer sólo deseos inmediatos, sin ninguna consideración por las consecuencias a largo plazo de los propios actos, para uno mismo o para los demás. Esta forma excesivamente liviana de vivir es por cierto poco compatible con la esperanza. La esperanza, por su parte, ha sido confundida con la ilusión, es decir, con la tendencia a construir mundos fantaseados, futuros idealizados y soluciones mágicas para los problemas presentes. Nuevamente, esta forma de comprender la esperanza es muy poco compatible con vivir el presente. Sin embargo, la idea original del aquí y ahora era la de habitar el momento presente, estando conectados con lo real, con los sentidos, con los eventos actuales y, sobre todo, con nuestros semejantes, en lugar de estar perdidos en las ensoñaciones de la mente, yendo siempre hacia el futuro que aún no existe o hacia el pasado que ha dejado de existir. Vivir el aquí y ahora fue sinónimo de intensidad existencial, de presencia, de estar auténticamente conectados con lo que ocurre en el momento actual, dentro y fuera nuestro. ¿Y qué ocurre con la esperanza? La esperanza es definida por el diccionario de la Real Academia Española como un estado de ánimo en el que se confía en la realización de un deseo. Otros diccionarios la definen como una sensación de que lo anhelado habrá de llegar. Mientras que en Teología se la considera como la confianza en que Dios cumplirá con lo prometido a sus fieles. En los tres casos encontramos palabras clave para comprender por qué la esperanza y el vivir el aquí y ahora son perfectamente compatibles: estado de ánimo, sensación y confianza. Los tres describen experiencias inmediatas, no proyecciones ilusorias hacia el futuro. Los tres se refieren a vivencias que son sentidas en el cuerpo, y el

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Daniel Taroppio es psicólogo, magíster en Desarrollo Personal e Interpersonal, profesor universitario y escritor.

cuerpo es la clave del aquí y ahora, pues es en el cuerpo donde la vida se siente, se experimenta, se vivencia. Santa Teresa comprendía esto mejor que nadie. La esperanza no puede explicarse racionalmente, no se basa necesariamente en datos que puedan ser comprobados. Está más de cerca de la intuición que de la razón. ¿Y qué es la intuición? Es el resultado de la percepción e integración de muchos datos captados y procesados por el inconsciente, que se traducen en el cuerpo como un registro de certidumbre inexplicable. Es decir, que es en nuestro cuerpo donde desemboca la intuición. Por eso solemos expresar nuestras intuiciones como “esto me huele mal…”, o “me sabe a algo raro…”, o, en Chile, “lo siento en la guata”, o “me tinca…”. Nuestro cuerpo “sabe” que es el resultado de millones de

“Palabras clave para comprender por qué la esperanza y el vivir el aquí y ahora son perfectamente compatibles: estado de ánimo, sensación y confianza” años de evolución desplegados por una inteligencia portentosa que jamás podrá ser abarcada y explicada por la razón. Por eso, de un modo que no es irracional sino transracional, porque va más allá de la razón, desde lo profundo de nuestras células que laten al pulso del cosmos, las personas de Fe tenemos esperanza. Y esta esperanza que sentimos está arraigada aquí y ahora, porque nos nace de adentro, “de profundis”, del corazón. Esta esperanza no es pasividad, no es entregarle a Dios nuestras propias responsabilidades sino hacernos cargo de lo que nos toca en el día a día. Es una esperanza activa, comprometida y responsable que inspira la acción y estimula la voluntad. De ella nace el entusiasmo, que significa literalmente estar poseídos por Dios. No tiene nada que ver con ilusiones futuristas sino con la captación interna de la Fe viva. Y esto sólo se puede percibir en el aquí y ahora, en la vivencia inmediata de la fuente de vida que late en cada uno de nosotros.


Tiempo Libre

Comentario de Libro

“Desafiados, siete historias de emprendedores sociales” S

in duda, “Desafiados” es un libro esperanzador. Su mayor fortaleza es que recoge siete grandes historias chilenas de emprendimiento social, llevadas a cabo por jóvenes visionarios, que sintieron una inquietud, un malestar social, y simplemente no pudieron quedarse sin hacer nada. Al contrario, desplegaron su máxima capacidad innovadora, sus ideas, sus sueños, sus conocimientos y, principalmente, su fe irrenunciable de que es posible luchar y hacer frente a las injusticias que nos llenan de rabia, impotencia y desconsuelo. Cada uno de ellos fue capaz de crear, a punta de convicción, trabajo duro y compromiso, iniciativas que en lo concreto ayudan a crear un mundo mucho más humano y comunitario. Guillermo Rolando, el emprendedor apasionado, convirtió su propia pasión -el fútbol- en una herramienta para atraer a muchos niños y jóvenes en riesgo social. A través de “Futbol+”, su apuesta es invitarlos a cambiar su perspectiva de vida y a ser capaces de experimentar valores tan imprescindibles como el trabajo en equipo, el compañerismo y la lealtad. Gonzalo López, el emprendedor intuitivo, inspirado en su tremendo amor por la naturaleza, lleva muchos años organizando los masivos Festivales de la Basura, donde gracias a su entusiasmo y magnetismo atrae a muchas personas que se unen en su lucha para limpiar la basura acumulada a lo largo del país y a erradicar los basurales ilegales. Tomás Recart, el emprendedor con

vocación de servicio, sintiendo el deseo profundo de aportar a mejorar la calidad de la educación de los colegios más vulnerables, creó Enseña Chile, donde convoca a los mejores profesionales de distintas áreas y los invita a convertirse en profesores de alumnos de escasos recursos. Pedro Traverso, el emprendedor convencido, tenía claro que era necesario fusionar el mundo empresarial con el mundo social y para conseguirlo fundó Late, una empresa innovadora que dona el 100% de las utilidades de la venta de agua mineralizada a organizaciones sociales que trabajan con niños vulnerables. Juan Cristóbal Romero, el emprendedor decidido, movido por su trabajo en el Hogar de Cristo, diseñó una novedosa plataforma, llamada Fondo Esperanza, a través de la cual gestiona la entrega de pequeños créditos a grupos de microempresarios de escasos recursos para ayudarlos a mejorar su calidad de vida. Cecilia Castro, la emprendedora valiente, es una pobladora que fue capaz de hacerse escuchar frente a autoridades y empresarios para que conocieran la realidad de los campamentos en Chile. Ella creó la corporación “También Somos Chilenos”, y allí trabaja motivando a otros dirigentes a superar la pobreza de la inactividad y a luchar por sus derechos. Finalmente está Felipe Vergara, el emprendedor comprometido, quien con el

sueño del acceso igualitario a la educación creó Lumni, un sistema de financiamiento de estudios superiores que utiliza fondos de inversión en capital humano. Para elegir a los beneficiarios se basan completamente en las capacidades del postulante, así el dinero deja de ser una barrera para estudiar. Este libro nació como resultado del trabajo de 20 profesionales jóvenes, miembros del Grupo Desafiados de la Fundación Desafío de Humanidad, quienes se dedicaron a buscar las mejores historias de emprendimiento social en Chile para reunirlas en la primera publicación de estas características en el país. Uno de estos “desafiados” fue Joaquín Arnolds, quien participó activamente en esta iniciativa y que murió hace unos meses en la tragedia de Juan Fernández. El libro está dedicado a su memoria. Consultas al teléfono: 2078746

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Humor

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