Revista Desafío 82

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LIBERTAD 驴D贸nde est谩n las llaves de mi prisi贸n?


Testigos de Esperanza Corazones de entrega solidaria y silenciosa Historias que Transforman Salir del infierno hacia una Vida Nueva

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Trabajo Beatriz Fernández: Una mágica receta de waffles y algo más

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Destacamos Entrevista Juez Carlos Cerda Historias que transforman Cuando se elige la rehabilitación Solidaridad ¿Cómo son lo pobres en Chile?

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Empresas y redes sociales

Educar en libertad

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Padre Gerard Ouisse, párroco de La Legua

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¿Dónde están las llaves de mi prisión?

Com ité e ditorial: Eliana Aguilera, Pedro Arellano, Magdalena Edwards, Denis Gallet, Carmen Gloria Gorigoitía, Elizabet Juanola, María José López, Alejandra Pizarro, Mariella Rossi. Dire ctor: Pedro Arellano. Edición ge ne ral: Mariella Rossi. Producción: Sintaxis Comunicaciones . Dise ño : Julia Salazar. Diagram ación: Catalina Navarrete,Valentina Fuenzalida. Pe riodistas : Macarena Figueroa, Francisca Gálvez, Erika Ortega, Patricia Sirebrenik. Fotografía: Cristián Martínez, Michael Navarro, Shutterstock. Hum or: Orlando Lagos. Ilustración: Sandra Conejeros. Corre cción de te xtos : Miguel Ortiz. Im p re sión: World Color. Dire cción Editorial: Sánchez Fontecilla 1246, Las Condes, Santiago de Chile. Te lé fono : 207 8746. www.desafío.cl Revista Nº 82 JUNIO 2011


Editorial

La verdad nos hace libres S

i quisiéramos recoger cuál fue el valor que estuvo en la base de los grandes acontecimien-

tos que marcaron 2010, sin duda que estaríamos de acuerdo en levantar la solidaridad como el gran valor que nos enalteció como sociedad chilena y nos ayudó a recuperar la confianza en nuestro país. Recuerdo que pudimos de nuevo soñar con un destino más alto y volvimos a creer en los jóvenes que, por su compromiso a toda prueba, nos llenaron de orgullo y admiración. Me pregunto entonces cuál será, al concluir este año, el valor que marcará nuestra agenda interior y cuál es ese rasgo de la sociedad que no debemos acallar y, más que eso, tenemos el compromiso de levantar como parte esencial de nuestro patrimonio. Para respondernos esta pregunta vale la pena mirar los grandes titulares nacionales que han marcado esta mitad del año y descubrir, tras ello, ese valor que, aunque aparezca sutilmente y no se explicite tanto, nos interpela y nos obliga a rescatarlo. Qué duda cabe que este año ha estado marcado por el destape de los abusos sexuales al interior de la Iglesia Católica y que, como reacción tardía de las denuncias surgidas en EE.UU. y Europa, han venido a remecer las estructuras y el funcionamiento de una de las instituciones que hasta hace poco era mayoritariamente valorada y respetada. ¿Cuál será entonces el valor que está en la base, el valor que ha empujado para que emerjan esta mentira, estos abusos y tanta miseria humana? Creo que este gran golpe que hemos recibido como sociedad, que mayoritariamente se declara cristiana, no puede dejar de ser atendido, ni menos quedarnos apuntando con el dedo a la jerarquía de la Iglesia Católica y a sus modos de operar ¿Quién de nosotros, en nuestro actuar cotidiano, no ha metido la basura bajo la alfombra?, ¿quién no ha cerrado los ojos ante una realidad dolorosa?, ¿quién no ha negado el conflicto y dado vuelta la página por no querer enfrentar el juicio, el engaño o el error? Jesús dice en el Evangelio “la verdad los hará libres”, y es por ello, que toda mentira, toda falsedad, todo engaño, será en definitiva una prisión que inevitablemente habitaremos si no la rechazamos con fuerza y determinación apenas logremos detectarla. Con determinación y con responsabilidad asumo este momento que me golpea como cristiano, y me comprometo a mirar en verdad y sin “estrategias” todo engaño o falsedad que me involucre e invito a cada uno a hacer lo suyo para liberarse de su propia prisión.

Pedro Alberto Arellano Marín

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Tema central

¿Dónde están las llaves de mi prisión? Vivimos la vida presos en celdas transparentes. Pasamos atados a nuestros miedos, a la imagen de lo que somos, a las cosas que tenemos… Nos hemos construido celdas que nos limitan y nos hemos habituado a vivir en lo angosto de nuestro encierro. La libertad es nuestra esencia y podemos experimentarla en tanto encontremos las llaves de nuestra propia prisión.

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xiste un conocido método para entrenar a los elefantes en los circos: cuando el animal es muy pequeño, se ata su pata a una estaca con una cuerda delgada, entonces el elefante no tiene la fuerza de romper la cuerda o derribar el poste. Lo intenta por un tiempo y finalmente se da por vencido. Cuando crece, ni la cuerda ni el poste cambian sus dimensiones, pero el elefante alcanza un tamaño tal que podría liberarse fácilmente de sus ataduras, sin embargo ya no hace esfuerzos, como lo intentó tanto y falló, deja de probarlo convencido de que se encuentra atrapado. Ese elefante, enorme y poderoso, no escapa porque cree que no puede… Como aquel elefante: ¿A cuántas estacas estamos nosotros atados? ¿A cuántas delgadas amarras nos anudamos durante nuestra vida?…¿cuánta libertad nos restan, cuánta felicidad nos roban?… ¿De qué somos prisioneros, cuál es nuestro carcelero, quién tiene las llaves de nuestra celda?

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El hombre ha sido creado en libertad, ya Aristóteles lo decía: “La libertad no es más que la tendencia natural del hombre que lo conduce a ser feliz”, o dicho de otra forma por Teilhard de Chardan, “la libertad es la facultad puesta en manos del ser humano para llegar por sí mismo a ser lo que realmente es”. Sin embargo, para alcanzarla debe necesariamente liberarse de su más oscuro calabozo, el que no está tras las rejas sino que en su propia mente. Cual paradoja, se puede ser el más libre de todos los hombres aun estando en prisión. De eso han dado testimonio muchos en la historia: Mandela, Walesa, el sacerdote Francisco Nguyen van Thuan (ver recuadro) y quizás el más emblemático; Victor Frankl. ¿Qué han tenido en común estos personajes que aun encerrados entre rejas han podido vivir la libertad que muchos en el mundo añoramos a experimentar? Ellos y muchos otros han roto los ba-


Tema central

“¿A cuántas estacas estamos nosotros atados? ¿A cuántas delgadas amarras nos anudamos durante nuestra vida?… ¿Cuánta libertad nos restan, cuánta felicidad nos roban?… ¿De qué somos prisioneros, cuál es nuestro carcelero, quién tiene las llaves de nuestra celda?” rrotes de su prisión con su espíritu, han encontrado las llaves de su celda dentro de sí mismos. Frankl decía que la última de las libertades humanas, aquella que no se puede arrebatar con nada, es la elección de la actitud personal frente al destino para decidir su propio camino. Frankl preso de los horrores de la Alemania Nazi, encerrado durante tres años en 4 campos de concentración, pudo sobrevivir a la degradación, a la indignidad, al dolor profundo, al hambre, a la enfermedad, a la pérdida de todos sus seres queridos. El número 119.104 era el que identificaba a este hombre que había perdido todo menos su libertad interior. Él podía elegir cuál era la actitud frente a esa determinada situación y eso lo convertía en un

hombre libre. Es así como decide no morir y para eso lo primero que hace es contactarse con su interior y darle un sentido a lo que estaba viviendo, ponerse un propósito y avanzar hacia él. Frankl dice que una de las cosas más importantes que lo mantuvieron vivo fue la determinación de terminar su obra “psicoanálisis y existencialismo”, ese libro le salvó la vida. Mientras vivía todas las atrocidades imaginables, este siquiatra estudiaba el comportamiento del ser humano en situaciones límite, lo que le permitió descubrir la “Logoterapia”, una terapia centrada en el sentido de la vida. “Siempre soy libre, aun en prisión. Mis pensamientos, mis sueños y mis aspiraciones no pueden ser destruidos materialmen-

te”, decía Lech Walesa. Nelson Mandela, en tanto, en sus 27 años de prisión en penosas condiciones, reflexionaba: “La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”. La libertad entonces se presenta como la posibilidad de no estar determinado en cualquier circunstancia, sino que la opción de poder inclinarse hacia una predeterminación interna que nos permite avanzar y ser más. Es entonces la mente la que, en definitiva, enajena la libertad del hombre. Es nuestra manera tradicional de sentir y de pensar lo que muchas veces nos mantiene presos. Los miedos, el apego a las cosas y a las ideas nos ciegan. Las creencias, los paradigmas, los prejuicios, el culto a la imagen son nuestro calabozo. Raúl Herrera, consultor de la empresa Gestión Holísitca, comparte con Desafío su experiencia que da muchas luces al respecto: “Siento que la libertad es poder elegir dentro de las opciones que tengo en cada momento determinado de mi vida. Unos meses atrás me diagnosticaron cáncer y me dieron entre 3 y 6 meses de vida. Por cierto que hoy no puedo elegir si quiero o no quiero tenerlo, pero sí puedo decidir sobre cuáles son mis cursos de acción y en ese sentido soy libre y así lo he experimentado. He decidido seguir trabajando porque es lo que me gusta, he decidido por la calidad de vida en vez de la cantidad y en ese sentido también he manejado el tema de las quimioterapias. He decidido dedicarme a lo que más me gusta y vivir esta enfermedad en plena paz, por eso que no me importa contarla a los demás”.

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Tema central

Creencias que limitan

“Todos tenemos nuestro propio registro de creencias que nos restan libertad, y en este punto es bueno detenerse y reflexionar sobre todos aquellos pensamientos que no nos dejan desplegar nuestro potencial, que no nos dejan ser lo que realmente estamos llamados a ser y que van frenando en forma permanente lo que nuestro corazón nos pide”

Nguyen van Thuan Cuando vivir el presente te salva

Esto texto escrito por el sacerdote vietnamita Francisco Nguyen van Thuan refleja cómo, anclado en el presente, pudo soportar su terrible cautiverio. Nguyen van Thuan pasó 13 años en las cárceles comunistas y nueve en régimen de aislamiento, desde 1975. “Cuando los comunistas llegaron a Saigón, me dijeron que mi nombramiento era fruto de un complot entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista. Tres meses después fui arrestado. Esa noche, durante el trayecto de 450 km que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, me vienen a la mente muchos pensamientos confusos: tristeza, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones... Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Monseñor John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: «He pasado la mitad de mi vida esperando». Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: «Yo no esperaré.Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor». No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda la vida. Si me paso el tiempo esperando, quizá las cosas que espero nunca lleguen. Lo único que con seguridad me llegará será la muerte. (…) Siento una convicción interna y digo: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor; pero ¿cómo?”. (…) Una noche viene la luz: «Francisco, es muy simple, haz como San Pablo cuando estuvo en prisión escribía cartas a varias comunidades». A la mañana siguiente, en octubre de 1975, le hago una señal a un niño de siete años, Quang, que regresaba de misa a las 5, todavía de noche: «Dile a tu madre que me compre blocks viejos de calendarios». Muy entrada la tarde, otra vez de noche, Quang me trae los calendarios, y todas las noches de octubre y noviembre de 1975 escribí a mi pueblo mi mensaje desde la cautividad. Cada mañana el niño venía a recoger las hojas para llevarlas a casa y que sus hermanos y her­manas copiaran el mensaje”. Así se escribió el libro “El camino de la esperanza”, que ha sido pu­blicado en ocho idiomas. También escribió “Cinco panes y dos peces” y “Los peregrinos del camino de la esperanza”: “Yo no esperaré.Vivo el momento presente colmándolo de amor”.

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Entonces para ser libre no importa dónde estas sino cómo eliges estar. Andrés Wiche, consultor independiente, explica: “Yo he mirado la vida desde una condición victimizada, porque en algún momento me sentí inferior y entonces el mundo se convirtió en mi enemigo y cualquiera era una eventual contrincante que me podía atacar, perjudicar, etc… Le tomé cierto cariño a mi mirada victimizada de las cosas porque en algún momento me salvó, me ayudó a sobrevivir, en algún minuto de niño la necesité. Pero es como un zapato chino que al final te limita y no comprendes por qué lo sigues usando si ya pasó el peligro. El darme cuenta de que esto no es más que una creencia que me condiciona y comprender que puedo salirme de ella si saco el “piloto automático de mi vida” es lo que me ha permitido sentirme de verdad libre”. Es que nuestras creencias son ciertos anteojos con los que miramos la vida y cuando somos inconscientes de ellas nos limitan a vivir de una determinada manera, aun sin desearlo. Nuestras creencias acerca de nosotros mismos y el mundo son como un auto que sólo nos permite ir en ciertas direcciones. Veamos un buen ejemplo: En 1954 Roger Banister se convirtió en el primer atleta en correr una milla en menos de 4 minutos (3 minutos 59,4 segundos), batiendo así un récord que se había intentado romper por más de 100 años. En ese entonces, los científicos y médicos decían que conseguir esa hazaña era humanamente imposible. En el lapso de 7 meses de batido este récord, otros 37 atletas consiguieron romper también con la barrera de los 4 minutos, y en los si-


Tema central

“La última de las libertades humanas, aquella que no se puede arrebatar con nada, es la elección de la actitud personal frente al destino para decidir su propio camino”

guientes 3 años lo hicieron otros 300. Esto nos permite darnos claramente cuenta de cómo lo que creemos de nosotros mismos y lo que otros creen de nosotros puede limitar nuestra vida y nuestras posibilidades. Es importante reconocer entonces que todos tenemos nuestro propio registro de creencias que nos restan libertad, y en este punto es bueno detenerse y reflexionar sobre todos aquellos pensamientos que no nos dejan desplegar nuestro potencial, que no nos dejan ser lo que realmente estamos llamados a ser y que van frenando en forma permanente lo que nuestro corazón nos pide. Además de estas creencias limitantes, también contamos con otros carceleros in-

teriores, nuestros temores, que se encargan de paralizarnos y obstruyen nuestros movimientos, éstos muchas veces son aún más pesados que los grillos amarrados a los pies de los prisioneros. Ellos se alimentan de nuestros propios pensamientos y han crecido junto con nosotros para hacernos sentir poco valorados y amados. “El temor al error es lo que nos quita más libertad. Vivimos siempre preocupados de decir la alternativa correcta, de no equivocarnos jamás. Sin embargo, nuestro crecimiento no puede, desde ningún punto de vista, evitar nuestra posibilidad de error. Cuando lo quieres eliminar de la vida, matas la creatividad, porque la creatividad es un arrojo. Cualquier camino nuevo tiene

en su germen el error y eso hay que aceptarlo. Para vivir en libertad y entusiasmo es necesario atreverse a incluir el error en nuestra vida, sin ello no hay perdón”, explica Andrea Brandes, quien conoce del tema porque desde hace varios años hace clases de poesía en la cárcel de Alta Seguridad (CAS) de Santiago.

Otras prisiones Son diversas las cosas que nos hacen prisioneros, son varias las cuerdas que nos atan como a ese elefante, son bastantes los postes que nos mantienen apresados. “Hay muchas cosas que yo puedo revisar hoy y que a lo largo de mi vida se han ido transformando en prisiones, explica Ricar-

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Tema central

PARA ESTAR CONSCIENTES

“La única forma de vivir en libertad y no ser presos de nuestros apegos materiales y emocionales es estando despiertos y conscientes. Pero la conciencia sólo existe en un eterno presente, la conciencia no está puesta ni en el pasado ni en el futuro, sino que en la mirada alerta de lo que está sucediendo ahora”

do Halabí, abogado. Mi formación cristiana es una de ellas, aquella que con rigor me enseñó que para ser más pleno y bueno hay que vivir para los demás y donar la vida, perdiendo muchas veces la posibilidad de preocuparme de mí mismo. Mi formación ideológica, que me ha hecho convertirme a veces en sectario. El hecho de ser parte de un Partido Político donde a menudo prevalece la orden de partido por sobre el discernimiento personal. Mis heridas de niño también me hacen prisionero constantemente. Los secretos o dolores no confesados me hacen esclavo y me restan libertad”. Felipe de Mussy, co fundador de Crece Chile, agrega otras situaciones que lo atan. “A mí me hacen sentir prisionero las reglas de juego con las que elegimos jugar. Estamos con mi mujer esperando nuestro primer hijo y siento que tengo que meterme, casi obligatoriamente, en un

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sistema que no me gusta: Isapre, clínica, auto, etc. Viví un año en África, partí solo con una mochila y la sencillez de esa vida me hizo totalmente libre”. Otras prisiones están también en el plano de nuestras ideas, así lo explica Gustavo Donoso, director de la Fundación Cristo Vive. “Lo que más me quitó por muchos años la libertad fue un resentimiento social que me hizo ir en búsqueda casi ciega de la justicia. Hoy me doy cuenta de que en ese proceso estuve enajenado, porque estigmaticé, juzgué y no pude ver. Ahora, cuando me acerco a quienes juzgué veo cuánto me encerré en mi propia cárcel, y en el contacto con ellos vuelvo a sentirme completamente libre”. A lo anterior, Andrés Pica, asesor financiero, agrega: “La verdad es lo que más me cuesta en la vida y es quizá mi primera entrada a la libertad: ejercer esa opción es un símbolo de libertad, para eso debo partir reconociendo lo que yo soy”.

Es importante partir desde la conciencia más básica y preguntarnos ¿qué tanto lo percibimos el mundo exterior?, ¿somos conscientes de lo que nos rodea, de los sonidos, de los aromas, de las texturas? Luego, ¿somos conscientes de nuestro cuerpo?, por ejemplo en este preciso instante, ¿sentimos que nuestros pies están tocando el piso?, ¿estamos conscientes de nuestra mano izquierda?, ¿sentimos el dedo gordo del pie? Y si vamos más profundo, ¿podemos percibir los latidos de nuestro corazón y el sonido de nuestra respiración? Luego debemos ir un poco más allá y preguntarnos sobre qué tan consciente estamos de nuestra mente, es decir de nuestros pensamientos, qué tan atentos estamos a ellos, cuánto nos distraen, qué tipo de pensamientos tenemos en forma reiterada, a dónde nos conducen permanentemente. ¿Somos dueños de nuestra mente o ella se autodirige y nos conduce al lugar donde ella quiere? Finalmente debemos indagar sobre qué tan consciente somos de nuestros sentimientos. ¿Cuáles son aquellos sentimientos más presentes en nuestra vida? ¿Qué sentimientos rigen generalmente nuestro actuar? ¿Qué reacciones te hacen generalmente adoptar? Cada vez que nos contamos una historia, que volvemos a un condicionamiento, que actuamos desde nuestras creencias, nos alejamos de la conciencia y empezamos a identificarnos más con nuestra mente. Cuando eso ocurra, el simple ejercicio de respirar profundamente y empezar a sentir nuestro cuerpo nos devolverá al presente, que es el único lugar donde la conciencia puede estar despierta


Tema central

¿Dónde buscar las llaves? ¿Dónde encontrar entonces las llaves para abrir tantas prisiones que nos atan como personas? ¿Cómo desatar esa cuerda que nos mantiene inmóviles? ¿Cómo abrir el candado de esas rejas imaginarias? ¿Cómo derribar los muros de esas estrechas paredes que nos mantienen encerrados? Para no estar amarrados a los miedos, las creencias, los prejuicios, las ideas; para ejercer la libertad y no estar determinado por las circunstancia, el camino que irremediablemente hay que recorrer es el camino interior. “Conócete a ti mismo” eran las palabras que aparecían inscritas en la entrada del templo de Apolo en Delfos, sede del oráculo sagrado que los griegos visitaban con la esperanza de descubrir lo que les deparaba el destino o cómo debían actuar en alguna situación determinada. Quizá muchos de ellos no reparaban que antes de encontrar cualquier respuesta, la primera y la primordial de las preguntas es: ¿quién soy yo? Y la respuesta no tiene que ver con el rol que desempeñamos en el mundo, sino que con nuestra esencia más íntima. Casi todos nos equivocamos y creemos que somos lo que hacemos o lo que pensamos, pero el pensamiento es el contenido de la mente y está condicionado por nuestra historia y repleto de patrones reactivos repetitivos y persistentes. Cuando definimos quiénes somos generalmente estamos pensando en nuestro ego, quien se apodera de nosotros e incluso parece ser nosotros. El ego es toda aquella construcción mental que hemos elaborado de

nosotros mismos para poder vivir, las historias que nos hemos contados, los papeles que representamos, los roles que hemos adoptado, los resentimientos acumulados, las ideas sobre nosotros, etc. Pero, definitivamente, eso no es lo que somos, para descubrirlo es menester hacer silencio interior, acallar nuestro ruido interno. La única forma de vivir en libertad y no ser presos de nuestros apegos materiales y emocionales es estando despiertos y conscientes. Pero la conciencia sólo existe en un eterno presente, la conciencia no está puesta ni en el pasado ni en el futuro, sino que en la mirada alerta de lo que está sucediendo ahora. Solamente la presencia puede librarnos del ego y sólo podemos estar presentes, aunque parezca redundante, en el presente. Esta conciencia o presencia es un estado de amplitud interna, es estar quietos alertas y abiertos a lo que viene. Podemos escuchar y ver con claridad. Esa presencia es la que nos permite en un instante reaccionar o quedarnos tranquilos, es la que nos permite no entrar en nuestros condicionamientos habituales y darnos cuenta de esas creencias que nos limitan. Si la voz de la mente absorbe la mayor parte de la atención, no habrá espacio posible para la presencia y seguiremos en nuestras cárceles. Si la voz de la mente inunda e interrumpe permanentemente nuestra vida y nos conduce al lugar que ella quiere, no seremos nunca libres.

Como seres humanos estamos llamados a despertar esa conciencia, a vivir en presencia. Para lograrlo se necesita un proceso que se produce gradualmente en el cual se avanza, pero también se retrocede. El punto inicial tiene relación con el momento que decidimos no pasar la vida perdidos en nuestros pensamientos, juicios, prejuicios, ideas, creencias, dogmas, etc., sino que reconocemos que podemos separarnos de ellos, que podemos observarlos y luego, siendo testigos, recién entonces actuar. Cuando logramos que esto suceda en nuestra vida cotidiana estamos a un paso de apoderarnos de la llave más importante de nuestra prisión, estamos cerca de romper las amarras y arrancar la estaca que nos ata a nuestras creencias como un elefante pequeño, cuando en realidad somos grandes y libres en nuestras potencialidades. Vivir conscientemente nos permite entonces darnos cuenta de que podemos elegir entre alegría o tristeza, placer o dolor, miedo o liberación. Porque la mayor parte de las veces las circunstancias no son determinantes de nuestro grado de libertad, porque la mayor parte de las veces somos nosotros nuestros propios verdugos y carceleros. Cuando estamos conscientes, cuando vivimos en el presente, podemos acercarnos a nuestra verdad interior y apartarnos de la esclavitud del ego. Es entonces cuando podemos experimentar el enorme don que es la libertad, entender que las cadenas sólo pueden atar las manos del hombre, y es en su mente donde se guarda la llave de su prisión, como también donde reside el secreto de su liberación.

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Opinión

Y los feligreses, ¿qué? N

o conozco a Fernando Karadima. Un par de veces –más o menos a fines de los años 80– fui a misa a la iglesia de El Bosque porque vivía relativamente cerca, pero no era mi parroquia frecuente y ni siquiera sabía que existía o dependía de la Unión Sacerdotal. No manejo ningún antecedente adicional a los conocidos a través de la prensa sobre el caso Karadima, no conozco a los afectados y, sinceramente, lamento todo lo que han debido vivir. El mismo desconocimiento manifiesto frente a otros hechos que han removido a la Iglesia: no conocí al cura Tato ni al obispo Cox, no tengo relación con los Legionarios ni con las Ursulinas. Aunque soy periodista, mi especialidad no se aproxima a estas informaciones. Participo de la misa dominical en la parroquia de mi barrio, no estoy involucrado en movimiento religioso alguno, no tengo director espiritual ni me declaro seguidor o admirador de ninguna persona por muy de iglesia que sea. Sí conozco y he conocido a curas buenos –y muchos–, pero no pretendo ni se me ocurriría oponer en la balanza el mal de algunos con la bondad de muchos. La Iglesia existe para hacer el bien y, por lo mismo, eso es lo mínimo que se le puede pedir. Estudié en un colegio jesuita y mis hijas asisten a uno vinculado al Movimiento de Schoenstatt. Estoy feliz con la formación que allí reciben y, lo más importante, ellas están felices. Creo en la Iglesia Católica y quiero mantener la confianza en su jerarquía. Asumo que las responsabilidades por delitos son individuales y no institucionales. No me siento parte de una “máquina de abusos”, como catalogó a la Iglesia la panelista de un programa de TV, y estoy más que dispuesto a defender la institución creada por el propio Jesucristo. Pero, por lo mismo, como un simple y común católico más, es que reclamo que la corten. No las denuncias –por favor, no me malentiendan– sino esta proliferación de abusos, conflictos internos, ocultamientos, rumores y polémicas, que tienen a muchos obispos y sacerdotes más preocupados de las estrategias comunicacionales y de los juicios de periodistas que de sus propios feligreses

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Guillermo Turner Olea

¿Por qué tantos parecen saber algo que yo ignoro? ¿Por qué tantos tienen una versión de los hechos con detalles distintos a los públicos? ¿Por qué la Iglesia ha descuidado tanto a sus feligreses? ¿Cómo se supone que debemos enfrentar las críticas por acciones sobre las cuales no tenemos responsabilidad ni conocimiento? ¿En qué momento pasamos de la confianza a la ingenuidad? ¿Cuánto más falta por conocer?

“Porque Iglesia somos todos y si no se protege esa unidad, corremos el riesgo de que muchos católicos terminen amparándose en su propia comunidad, esquivando preguntas, alegando desconocimiento, cómodos en su limitada realidad. Tengan la amabilidad de hacernos parte del proceso, de informarnos en nuestras parroquias, de hacernos sentir parte de la expresión más pura y santa de la obra cristiana” En una reunión efectuada el año pasado en el Monasterio de los Benedictinos sugerí a representantes del clero que se cuidara al público interno y que, en esa tarea, resultaba clave la entrega de información. Porque Iglesia somos todos y si no se protege esa unidad, corremos el riesgo de que muchos católicos terminen amparándose en su propia comunidad, esquivando preguntas, alegando desconocimiento, cómodos en su limitada realidad. Tengan la amabilidad de hacernos parte del proceso, de informarnos en nuestras parroquias, de hacernos sentir parte de la expresión más pura y santa de la obra cristiana. La peor manifestación humana de la que hemos sido testigos a raíz de las denuncias que hoy nos conmueven es el abuso de poder. Frente a ello, nada mejor que una potente dosis de participación y transparencia.


Testigos de esperanza

Corazones

de entrega solidaria y silenciosa Convencidos de que la entrega sincera y comprometida puede generar cambios positivos en las comunidades, estas personas ponen a disposici贸n su tiempo y sus ganas para servir en los extremos de la vida, y brindar atenci贸n, amor y oportunidades a ni帽os y ancianos de los sectores m谩s desprotegidos de la sociedad

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Testigos de esperanza

André Le Foulon,

presidente de Patronato Nacional de la Infancia “El Patronato se creó para combatir la grave desnutrición infantil de principios del siglo XX. En sus inicios se dedicaba a repartir alimentos a los niños de bajos recursos; actualmente cuenta con centros de salud pediátrica, jardines infantiles y salas cuna donde realiza diferentes programas enfocados en la primera infancia. Un día me invitaron a ser socio y acepté; así fue como descubrí, junto a otros miembros, que la institución se estaba administrando mal, por esa razón decidimos intervenir y hacernos cargo. A mí me nombraron presidente de este grupo, a través del cual “limpiamos la casa” y, con harto trabajo, logramos salir adelante. Con motivo del terremoto del 27 de febrero de 2010 se nos ocurrió formar una Red de Salud Solidaria que consistía en abrir centros pediátricos de atención primaria en las zonas de catástrofe, con apoyo público y privado. Hay cinco módulos en proyecto en la VI, VII y VII Región, dos de ellos ya construidos en Constitución y Cauquenes. La experiencia ha sido fantástica ya que entregamos un servicio gratuito de salud de primer nivel. Con esto queremos darles una oportunidad a los niños más vulnerables del país, sobre todo en aquellas regiones golpeadas por la catástrofe. Lo que no se hace con un niño antes de los dos años es irrecuperable, desde todo punto de vista. Por eso, esta es una ayuda que damos a mamás adolescentes, mamás solas o mamás con maridos presos o sumidos en la drogadicción para que puedan estimular y cuidar bien a sus hijos. Creo que lo poquito que hacemos marca una diferencia y sentimos que estas mamás lo aprecian y se sienten personas dignas, respetadas y consideradas en nuestros centros. Cuando llegué a esta institución como socio no imaginé lo que se me iba a venir encima. Hoy día el Patronato es parte de mi vida y no lo cambiaría por nada”.

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Testigos de esperanza

Tamara García,

voluntaria del Consejo Nacional de Protección a la Ancianidad (Conapran) “De niña viví en Chuquicamata y fue ahí donde conocí la realidad del abandono que sufren los adultos mayores. En esos años y en ese lugar específicamente, con los campamentos, se vivía mucha discriminación social. Con mis padres, que eran rotarios, conocí estas realidades, me involucré y tomé conciencia. Me di cuenta de que los que siempre quedaban excluidos de la ayuda solidaria eran las personas de la tercera edad. Para mí esto fue muy importante, me marcó y decidí que iba a preocuparme por esas personas olvidadas dentro de la sociedad. A los 18 años me hice voluntaria de Conapran y ya llevo 35 siendo parte de esta hermosa labor. En estos años he hecho de todo. Muchas veces salí a terreno en las comunas más pobres del país a recoger a los viejitos abandonados de las calles para traerlos a nuestros centros, donde les dábamos ropa y comida. Quizás nuestra ayuda no era tan grande, pero lo compensábamos con mucho cariño y preocupación hacia ellos. Y lo que hasta el día de hoy recibimos a cambio es algo que no encontramos en ninguna parte; porque en la gente más pobre y más humilde siempre vas a recibir lo mejor de ellos, que es su amor incondicional y su entrega. Muchas veces me han pedido que los acompañe en su lecho de muerte. Es una experiencia dolorosa, pero te demuestra lo especial que puede ser tu presencia para ellos, con acciones tan pequeñas pero tan valiosas como escucharlos y tomarlos de la mano. Porque si tú amas y te entregas, no existen barreras. Ser voluntaria es lo más gratificante y hermoso que he hecho en mi vida. Lo volvería a hacer mil veces. La retribución que yo he recibido de todos los adultos mayores que he conocido, visitado y acompañado, ha sido maravillosa. El contacto humano y el dar sin esperar nada es lo más increíble que puede existir. Entre los adultos mayores y yo no hay diferencias, no hay desconfianzas, sólo un amor incondicional.

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Testigos de esperanza

María Elena Mujica,

voluntaria de la Fundación Giracuentos “Hace cinco años que les leo cuentos a los niños del Hospital Luis Calvo Mackenna. Para muchos de ellos el hospital es como una cárcel y están muertos de miedo. Los que tienen menos de siete años no pueden entender por qué están ahí, entonces el desafío nuestro es sacarles una sonrisa. Quienes están en quimioterapia muchas veces andan enojados o de mal genio y nuestra labor es ganarnos su confianza y su cariño de a poquito. Yo diría que casi siempre lo logramos. También tenemos una labor muy bonita con los niños de preoperatorio: antes de ser operados los niños se ponen muy tensos y nerviosos, entonces jugamos con ellos para relajarlos. Los médicos nos han señalado que si el niño entra tranquilo al pabellón, después de la anestesia estará mucho mejor. Nuestros canastos con libros tienen campanitas que al caminar van sonando. Cuando vamos por los pasillos los niños nos llaman “¡Tía, tía!” para que los pasemos a ver. Y después de contarles cuentos, casi siempre nos piden que nos quedemos un ratito más. A los más chiquititos les encanta tomar los libros, hojearlos, ver sus colores y dibujos. Los más grandes eligen ellos mismos los cuentos que quieren, piden la canasta y sacan todos los libros. Tenemos para todas las edades. Hay niños que no saben leer, pero al ver las imágenes sonríen. Entonces yo les pido que me cuenten el cuento a mí, usando su imaginación. ¡Son increíbles las cosas que se imaginan! Hablan de princesas, de ranas, de brujas y de hadas”. “Nosotros visitamos desde guaguas hasta niños de 15 años. En el hospital se ven muchas cosas: hay guagüitas que son abandonadas y nunca nadie las ha tomado en brazos. Es un trabajo muy lindo, pero muy fuerte. A mí me encanta, me llena y siento que es lo que debo hacer, que tengo que devolver la mano a la vida porque me dio una familia muy bonita. Hasta el día de hoy, de vez en cuando, me voy del hospital con alguna lagrimita. No de pena, sino de lo exquisitos que son los niños. Ellos son tan verdaderos y puros. La experiencia es impagable”.

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Compromiso “Libertad no es la ausencia de compromiso, sino la capacidad de escoger y comprometerte con lo que es mejor para ti”. Libro El Zahir “Hasta que uno está comprometido existe la duda, la posibilidad de volver atrás, y siempre está presente la ineficacia. En lo relativo a todos los actos de iniciativa hay una verdad elemental, cuya ignorancia mata infinidad de ideas y planes espléndidos: en el momento en que uno se compromete, la Providencia también hace un movimiento. Ocurren todo tipo de cosas para ayudarle a uno que de otro modo nunca pasarían. Toda una corriente de sucesos se derivan de esa decisión, produciéndose a favor de uno todo tipo de incidentes imprevistos, encuentros y apoyo material con los que ningún hombre podría haber soñado”. W.N. Murray, expedición escocesa al Himalaya.

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Opinión

GPS interior E

l GPS interior es un recurso que tenemos en las manos y es nuestra decisión libre conectar con él y permitir su guía orientadora. Funciona igual que el GPS de los autos, ese que muestra el camino, da las respuestas, nos ubica en el mapa, nos hace llegar a destino y no se equivoca. El GPS interior es un sensor personal respecto de aquello que opera como referente existencial (que puede ser personal, organizacional, social o superior) y que se transforma en un plan, por ejemplo, en un plan personal o un plan organizacional. Cada persona define qué referente seguir. Algunos se autodefinen como el referente de la propia vida, en una visión individualista y egocéntrica: mi vida tiene el sentido de satisfacerme y lograr metas personales y familiares. Otros convierten al trabajo en su referente y la vida personal pasa a ser guiada por las metas de la empresa y por cuán lejos se pueda llegar en cargos y responsabilidades. Conocemos muchas personas que trabajan intensa y tenazmente, y que están dispuestas a identificar casi por completo la vida personal con la vida laboral. Otras personas ponen su referente de vida más allá de sí mismos y buscan lograr metas sociales y de contribución al bien común. Son personas movilizadas por el servicio a otros y donde la satisfacción propia se logra cuando el bienestar alcanza a muchas más personas que sólo a mí y mi núcleo cercano. Finalmente están las personas que ubican su referente de vida en lo Superior y en el plan divino que uno debe encontrar para si mismo y para actuar en lo cotidiano. Este GPS indica la posición respecto de ese referente que yo he definido para mi y muestra la dirección a seguir. Opera como orientador interno, sabio personal y voz interna. Es anterior a los conceptos, el lenguaje y la reflexión. Es la materia prima para el pensamiento. La mente se articula y funciona bien cuando conserva su coherencia con este GPS interior, pues de otro modo se desbalancea y pierde su carácter de instrumento al servicio de la sabiduría. El GPS interior es “sentido” y uno se conecta con él mediante el cuerpo y las emociones tranquilas; sus señales son luego procesadas por la mente y el intelecto. En ese orden: primero se siente y luego se piensa.

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Ignacio Fernández. Director Magíster en Psicología de las Organizaciones Universidad Adolfo Ibáñez, Chile

Es el instrumento de evaluación y el termómetro de mi felicidad y bienestar, y se convierte en el criterio para chequear la coherencia de mi conducta. Es ese “algo” que dentro de nosotros nos dice si estamos haciendo bien o mal las cosas y si somos consistentes entre lo que decimos y lo que hacemos. Nos da la certeza interior en los momentos de dificultad, cuando otros te dicen que estás equivocado, recibes críticas, envidia o te dicen que lo que emprendes es poco razonable. Es el ancla al referente y el que da equilibrio y sentido. Esta guía interior se escucha cuando se activa la tríada de conexión: mente en silencio, cuerpo centrado y emociones tranqui-

“Este GPS indica la posición respecto de ese referente que yo he definido para mi y muestra la dirección a seguir. Opera como orientador interno, sabio personal y voz interna. Es anterior a los conceptos, el lenguaje y la reflexión. Es la materia prima para el pensamiento”.

las. Las personas pueden usar diferentes métodos y formas para buscar su propio equilibrio, y todas ellas ayudarán si se cumplen las condiciones de esta tríada de conexión. Por ejemplo, para algunas personas trotar cumple esas condiciones. Para otros, trotar es competir para ganar y los saca del estado de conexión. Cuando se actúa desconectado del GPS interior, sus directrices son sentidas como intuición y corazonadas. El liderazgo y la innovación personal se despliegan en contacto con el GPS interior, un recurso que está en las manos de todos. Depende de cada uno dónde ponemos el foco de nuestra atención, pues creamos aquello que focalizamos y nos convertimos en aquello que nos concentramos.


Historias que transforman

Blanca Rodríguez

Salir del infierno hacia una Vida Nueva La vida de La Gorda es un ejemplo de la valentía que se requiere para atreverse a confiar en el amor de otros. La suya es una historia de esperanza que demuestra que el ser humano sí puede transformarse. Es también la historia de una vida agridulce, que terminó con la muerte de una mujer marcada por la desgracia y el desamor. Blanca nació y Blanca murió. Este es su proceso….

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l 24 de diciembre de 1991, día en que Blanca Rodríguez se casó, la iglesia del Voto Nacional, en pleno centro de Bogotá, se llenó de maleantes, prostitutas y ladrones. A la salida se sentía el olor a bazuco (mezcla de cocaína y heroína) y algunos indigentes lanzaron cohetes para celebrar. Todos los que esperaban a la salida de la iglesia querían comprobar el rumor que corrió por las calles del Cartucho (barrio marginal de Bogotá) unos días antes: “La Bavaria”, aquella mujer odiada, temida y respetada por la facilidad con que hundía el cuchillo a cualquiera que se le atravesara, esa prostituta que sólo vivía para el vicio, ese día se casaba. En la primera fila de la iglesia estaban los amigos de su nueva vida: Nohora Cruz, su madrina, la mujer que la sacó de la prostitución y las drogas; la familia de Pedro, el hombre con quien se casó, y sus amigas de la Fundación Vida Nueva, institución que trabaja con mujeres que, como ella, un día vivieron en la calle y de la prostitución. “La Bavaria”, llamada así en su antigua vida porque no dejaba botella de cerveza llena, fue por muchos años prostituta, drogadicta, una madre despreocupada y una mujer que esquivó cualquier relación estable. Pero dejó todo, ya no era “La Bavaria” sino “La Gorda”, la coordinadora de la Fundación, la esposa de Pedro y la amorosa madre de seis hijos. Esta mujer rolliza, de piel blanca, cabello y ojos negros, tenía una carcajada sonora y fuerte. Su presen-

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Historias que transforman

“Si existía la dignidad, yo no la conocía; para qué negar que a mí me gustaban la calle, los hombres y el trago, pero también estaba cansada de pelear, de andar de arriba para abajo, de no tener dónde parar cada noche”.

cia se hacía sentir y hablaba abiertamente, sin tapujos, de su vida.

Una vida en el submundo La suya fue una niñez absurda. Un día despertó en una caja de cartón, debajo de una escalera en la calle del Cartucho. Las primeras imágenes que vio fueron indigentes y delincuentes. Allí conoció a sus primeros “parceros”, otros niños abandonados como ella. Sin padres, hermanos o infancia; como si no tuviera origen. En ese lugar vio robos, atracos, armas y drogas. Lo único que comía eran las sobras que podía alcanzar. En esos recuerdos extraviados sólo hay un momento dulce: el día que se encontró en un basurero donde buscaba comida, un muñeco del Pato Donald. Aquél fue el único y efímero juguete que le mostró un lado amable de la vida, le sacó una sonrisa y la hizo sentir

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que era niña, pero sólo por unos días, porque se lo robaron. Recuerda muy bien, y con amargura, cuando la violaron. Supone que tendría como ocho o diez años. Esto la marcó porque no sólo fue abrupta, como es lógico, sino que lo hicieron sus propios amigos. De ellos fue su mujer desde los 11 años. Fue pasando por sus manos, como en forma de préstamo, tal como lo hacían las otras niñas. Eran como 20, y todos vivían de robar. Al principio ella sólo era la “campanera”, la que avisaba si había peligro para que los otros pudieran saquear un carro, o lancear carteras y billeteras. De la misma forma como aprendió a robar, aprendió con ellos a fumar bazuco y marihuana, a chupar pegante y a tomar cerveza. A los 12 años tuvo su primer embarazo. La niña nació muerta y ella ni siquiera supo cómo, cuándo, ni quién la había embarazado, como tampoco supo que aquellos dolores eran los de un parto. Nunca tuvo un guía, una mano amiga, nunca estuvo en un orfanato, ni conoció ninguna obra social. Para ella sólo existían la calle, el vicio y el robo, su forma de sobrevivir. Tampoco, por supuesto, tuvo recatos morales, ella no sabía la diferencia entre el bien y el mal, tanto como no sabía su nombre, simplemente era “La Bavaria”. Después de haber sido mujer de todos aprendió que había otra forma de conseguir plata: además de robar, podía cobrar por estar con los hombres. Entonces se convirtió en prostituta y antes de cumplir los 14 años ya tenía sus primeros clientes. También tuvo su segundo embarazo.

De allí nació un niño que fue al principio su martirio y con los años su gran amor: Juanito, al que le tocó “chupar”, como ella misma admitía, toda la calle y el sufrimiento de una prostituta, drogadicta y alcohólica. El niño nació enfermo, pero a cada ataque que le daba se ganaba una tunda de su mamá. Muchos años después supo que no eran berrinches de tanto llorar, sino epilepsia, y que sus golpes aumentaban el problema. A los 15 años le ofrecieron trabajo en los Llanos Orientales y allá fue a parar con su Juanito. Vivió en fincas donde trabajaba como prostituta, y aunque conseguía clientes no veía la plata, pues la dueña del negocio no le pasaba nada. Sentía miedo, hambre, y un profundo dolor por ser explotada. También la utilizaron para llevar droga, la embarcaban en una avioneta, y dentro de los pañales del niño metían los paquetes de pasta de coca. Un día, en una fiesta en donde los patrones se emborracharon y la perdieron de vista, se arrancó para el monte, pero la pillaron y le dieron un tiro en una pierna. Tuvo que quedarse allí hasta que la herida sanó, y volvió a escapar. Finalmente llegó a una finca en donde consiguió plata, cogió un bus y llegó al terminal de Bogotá con Juanito.

De drogas, peleas y cabaret Siguió su vida de prostituta en la calle. Mientras se paraba a esperar clientes, su hijo jugaba solo en los andenes. Cuando conseguía un “rato” con un hombre sus compañeras cuidaban al niño. “Yo quería que Juanito se atendiera solo, a veces se me olvidaba, lo dejaba tirado... Pero si llo-


Historias que transforman

raba yo le daba duro, y si le daba pataleta, más duro le daba”, reconocía. Vivió en piezas, en inquilinatos, en hoteles. Se robaba todo, incluso la limosna en la iglesia, para comprar marihuana, cocaína y cerveza, lo que alcanzara. Tuvo amantes esporádicos, con uno de ellos llegó su tercer hijo, una niña. Ya no sólo le gustaba drogarse y tomar cerveza, sino que admite abiertamente que le encantaban la vida de cabaret y los hombres. “La Bavaria” era ya una mujer mayor de 20 años, conocida en toda la zona del centro de Bogotá. Recorría esas calles de noche y de día, le encantaba entrar a cualquier cabaret, conocer hombres, tomar trago, pelear con el que se le ocurriera. Eran conocidos su nombre y su fama. Aprendió a disparar, ya manejaba bien el cuchillo y atracaba en la calle para comprar vicio o vendía trago en las plazas, para conseguir plata y drogarse. En su mundo también tuvo quién la vigilara, Pedro, el administrador de una cancha de tejo a donde ella iba para conseguir clientes y tomar cerveza. Lo consideraba “latoso”, porque siempre quería resguardarla, advertirle cuáles eran los hombres peligrosos con los que se metía, ladrones temibles que manejaban el negocio de los carros robados en Bogotá. Fueron muchos años en que se creía la heroína de la calle, la más valiente de todas las mujeres que se paraban en las esquinas, la que más hombres conseguía por esa forma desfachatada de hablar, de tomar cerveza a la par con ellos. Tuvo un cuarto hijo. Su vida fue “una constante pelea”. Son famosas todavía las escenas que protagonizó en la calle, en donde se agarraba a cuchillo con uno de sus amantes, se retaba a duelos con sus amigas por clientes, por droga o por tonterías, y también son famosas sus numerosas en-

tradas al hospital, casi moribunda, por las heridas de bala y las cuchilladas que recibió. No creía en nada. No amaba a nadie, ni a sus hijos, ellos se criaron casi solos, siempre los mantuvo sucios, hambrientos en la calle, sin cuidado y sin amor. Pero le sacaba partido a todo lo que podía. Por eso comenzó a ir todas las semanas a una casa de monjitas en el barrio La Candelaria donde le daban comida y ropa. A las monjas tampoco les “compraba cuento”. Iba por comida, aprovechaba para bañarse, pero no tenía intenciones de escuchar el discurso de Dios. En esa casa, un miércoles en la tarde, conoció a una “mona llena de joyas”, se llamaba Nohora y “le tenía unas ganas tremendas de robarle todo”. “La Bavaria” ya tenía planeado que a la semana siguiente, cuando volviera a su visita, la iba a atracar. Llegó el día, pero Nohora sólo llevaba puesto unos aretes de plata, así que se quedó con las ganas. Después planeó robarle la casa. “Yo le tenía unas ganas a esa vieja, porque tenía todas las joyas de oro, además me contó que vivía sola y hasta me dio el número de teléfono del apartamento. Ya tenía planeado un robo grande”. Pero “era bien cariñosa”. Quizás esa amistad que se fue tejiendo poco a poco, todos los miércoles en la tarde, hizo que “La Bavaria” tuviera compasión con su víctima. Reconoce que no sabe por qué no la atracó. En efecto, esas charlas semanales con Nohora fueron mostrándole un mundo diferente. “Ella me dijo que no tenía dignidad, no conocía qué era el amor ni el buen trato, porque de todas maneras las monjitas eran duras con nosotras. Nohora no me discriminó”. Esa ternura de Nohora, las palabras cariñosas, un discurso sin reproches fueron calando en el corazón duro de “La Bavaria”, que en el fondo lo único que tenía era resentimiento con su mamá por abandonarla

Esa ternura de Nohora, las palabras cariñosas, un discurso sin reproches fueron calando en el corazón duro de “La Bavaria”, que en el fondo lo único que tenía era resentimiento con su mamá por abandonarla en la calle, con los hombres que sólo la usaban, el recuerdo triste del muñeco que le robaron y de la ingenuidad que le quitaron cuando, siendo una niña, la violaron.

en la calle, con los hombres que sólo la usaban, el recuerdo triste del muñeco que le robaron y de la ingenuidad que le quitaron cuando, siendo una niña, la violaron. De todo lo que había sido su vida hasta ese momento fue hablando con Nohora. Esa fiera enjaulada abrió sus puertas, por fin, a una mujer totalmente diferente a ella, que vivía en otro mundo, que no tenía necesidades, que jamás le subía la voz y que lo único que le pedía era que la acompañara por las calles del centro a conocer otras prostitutas

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Historias que transforman

“La Bavaria” ya se había convertido en “La Gorda”, dejó las calles y lentamente las drogas. Aceptó a Pedro como su novio. Aceptó jugársela por conformar un hogar y trabajar con Nohora en la creación de una fundación para las prostitutas, quería colaborar en sacar a sus amigas de esa vida azarosa. a quienes abordaba con el mismo discurso paciente de dignidad y amor propio.

“Ella me robó el corazón” Nohora también le hablaba de Dios y ella comenzó a desahogar todo el dolor contenido. “La Bavaria” sólo entraba a las iglesias para robar, no sabía amarse ni amar, pero las charlas con Nohora las fueron haciendo cómplices, amigas. El detalle que marcó para siempre la vida de “La Bavaria” fue un ramo de flores. Fue un día de la mujer, cuando Nohora le llevó claveles rojos. Esa noche se paseó mostrándoles a sus compañeras aquel regalo: “Miren, me trajeron flores y no estoy muerta”, les decía a las otras prostitutas. Para ella las flores eran sinónimo de muerte, de entierro y de trago. Sólo las había visto en los cementerios y velorios. Así fue abriendo lentamente su corazón. En su historia había ya un personaje bueno y cuando abrió esa ruda muralla que la separaba de sus propios sentimientos comenzó a ver a sus hijos de otra manera. Empezó a creer en el amor, en su dignidad, aprendió a quererse y a valorarse, y se dio la oportunidad de dejar-

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se amar por otros. “Si existía la dignidad, yo no la conocía; para qué negar que a mí me gustaban la calle, los hombres y el trago, pero también estaba cansada de pelear, de andar de arriba para abajo, de no tener dónde parar cada noche”. Vivió intensamente todos los sentimientos, el odio, el rencor, las ganas de drogarse, por eso también vivió con intensidad este tránsito largo y dispendioso que le tomó unos tres años, para dejar la calle, los robos y la prostitución. “Me trataron con ternura, esa fue la clave”, reconocía. Comenzó a sentir cariño por sus hijos, a sentirse bonita, a pensar que las palabras de Pedro, el eterno admirador de la cancha de tejo, le subían el ánimo. Nohora nunca le dijo “La Bavaria”, simplemente la llamaba su “Gorda”. Lo decía abiertamente: “Yo pensaba robarle todo, pero ella terminó robándose mi corazón”. Las posibilidades de tener techo, comida, estabilidad y estudio para sus hijos fueron pesando más. Detrás de la dureza y de la muralla que había construido para no sentir el sufrimiento de su vida había una mujer frágil, con miedo. En ese proceso conoció a unos funcio-

narios del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) que le propusieron trabajar en una fundación para sacar prostitutas de la calle. Aceptó y fue la primera en dejar ese oficio. La llevaron a vivir con sus hijos a una casa y le pagaron un sueldo por su trabajo. Por primera vez recibía plata por algo diferente, ganada “con honor”. En ese puesto servía de enlace entre las trabajadoras sociales y las prostitutas. Luego de casi un año, la fundación se acabó y quedó sin trabajo, así que ella y Nohora fueron en busca de un sueño: crear su propia obra. Consiguieron una casa prestada cerca de la calle del Cartucho y fueron levantando su visión con recursos que conseguían de la caridad. La llamaron Fundación Vida Nueva. Eso era lo que ellas querían, una vida nueva para las mujeres que seguían vendiéndose en la calle. “La Bavaria” ya se había convertido en “La Gorda”, dejó las calles y lentamente las drogas. Aceptó a Pedro como su novio. Aceptó jugársela por conformar un hogar y trabajar con Nohora en la creación de una fundación para las prostitutas, quería colaborar en sacar a sus amigas de esa vida azarosa.


Historias que transforman

Detrás de la dureza y de la muralla que había construido para no sentir el sufrimiento de su vida había una mujer frágil, con miedo.

Después del ramo de flores “en vida”, como decía “La Gorda” riéndose, Nohora le regaló una muñeca y pudo sentir la ternura que le inspiró aquel peluche que encontró en un basurero cuando era niña. Con ello también se dio cuenta de que había algo de ingenuidad por rescatar en su alma curtida. “Finalmente fui noble. Me fui dejando enseñar, empecé a hacerle caso a Nohora y a Pedro”. Por eso aceptó casarse por la Iglesia, vestida de blanco, con un ramo de claveles rojos como homenaje a Nohora por el detalle que marcó el fin de su vida de prostituta.

Elevándose a una nueva vida Con tesón y disciplina se convirtió en ama de casa y madre responsable, tuvo tres embarazos más, de un solo padre: Pedro. Esos tres hijos menores le mostraron una forma diferente de ser mamá. Tal como amó a sus tres pequeños aprendió a amar a los tres mayores, los de su antigua vida. No los discriminó, al contrario, sintió muchísimo dolor de haberlos dejado a un lado durante tanto tiempo y los acogió con todo el amor de una madre arrepentida.

Juanito, su hijo mayor, murió y ese mismo año apareció el cáncer de Nohora, su gran amiga y soporte, la primera persona que la trató con dulzura. Entonces se invirtieron los papeles. Se afianzó en su cargo como coordinadora de la Fundación Vida Nueva, y se encargó de hacer todas las gestiones en el Instituto Cancerológico para que “su madrina” tuviera la atención necesaria. La muerte de Juanito y la enfermedad de Nohora la derrumbaron. Cuando últimamente hablaba de ello, después de contar con picardía sus peripecias, sus robos, su larga lista de amantes y sus locuras, volvía a decaer. Pensó en volver a la calle a drogarse. El humo la llamaba, el trago y las cantinas parecían imanes. Pero soportó la desgracia sobria, con estoicismo. Nohora se recuperó del cáncer, pero es “La Gorda” quien hace poco partió. Una operación gástrica tuvo complicaciones, al encontrarle una bala en el estómago, y ella murió. Fue un duro golpe para todos quienes la conocieron y quisieron, para todas las mujeres a quienes sirvió de ejemplo de esperanza y vida nueva. Porque su conversión fue real, ella descubrió el amor de Dios, y su testimonio fue moti-

vo de transformación para todo el que tuvo la oportunidad de conocerlo. Y, por supuesto, resultó un golpe para su querida madrina, ella fue su mayor aliada en la construcción de ese espacio de salvación que es Fundación Vida Nueva, donde hoy sienten la partida de “La Gorda” como su resurrección. Están convencidas de que su espíritu seguirá presente como el sólido cimiento que fue para la fundación. Su funeral estuvo lleno de flores. “Mucha, mucha gente llegó. Alrededor de ella nos tomamos de la mano, cantamos alabanzas y dimos gracias, las voces resonaban y silenciaban el lugar para dejar que las lágrimas corrieran con libertad en todos los que amorosamente nos acompañaban. Nuestros sentimientos se confunden, hay risas al recordar las picardías que hacía, llanto por toda la falta que nos hace, enseñanzas aprendidas, gestos, silencios elocuentes, rabietas, consejos, gritos, caricias y todo lo que en esencia ella era”, cuenta Nohora. “La ceremonia terminó con mariachis y en unísono todas cantaban como en viejos tiempos, ella quería que así fuera y sus hermanas de comunidad le regalaron la serenata”.

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Cifras de Esperanza

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Cifras positivas que son buenas noticias:

26.000

personas han participado en más de 200 proyectos de voluntariado del programa Yo Voluntario, “En Todo Amar y Servir”, desde sus inicios, en 1998. Fuente:Yo Voluntario “En Todo Amar y Servir”.

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bomberos trabajan diariamente y en forma voluntaria para salvar miles de vidas a lo largo de todo el territorio nacional. Fuente: Memoria Anual 2009 de la Junta Nacional de Bomberos de Chile.

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4.000

niños, jóvenes y adultos con algún tipo de discapacidad intelectual son atendidos diariamente por Fundación Coanil.

Fuente: www.coanil.cl

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de los jóvenes entre 15 y 29 años señala que le gusta estar con su familia en su tiempo libre. Fuente: Injuv.

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Libertad “Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo”. Franz Grillparzer “Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?” Arturo Graf. “El hombre nace libre, responsable y sin excusas”. Jean-Paul Sartre. “Como no sabían que era imposible, lo hicieron”. Anónimo “Engarza en oro las alas de un pájaro y nunca más volará al cielo”. Rabindranat Tagore

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Trabajo

Beatriz Fernández, empresaria colombiana, creadora de “Crepes & Waffles”:

Una mágica receta de waffles y algo más… Dueña junto a su marido, Eduardo Macías, de la cadena que está presente en Colombia y en otros siete países de Hispanoamérica, partió enseñando a sus empleadas cómo vestir, hablar, sonreír y atender bien a los clientes y hoy su empresa da trabajo y apoya a mujeres jefas de hogar, no sólo dándoles una ocupación sino que ofreciéndoles planes de salud, vivienda y talleres de crecimiento personal. Esta es su historia, la que compartió directamente con Revista Desafío.

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s una realidad en muchos países del mundo, mujeres en situación de pobreza que deben enfrentar la vida solas, ya sea por tener parejas disfuncionales, problemas de violencia intrafamiliar, situaciones de abandono con varios hijos que alimentar, etc. En Colombia esta situación no es distinta. “El 98% de mis empleados son mujeres jefas de familia porque esa es la realidad de Colombia. Colombia tiene cara de mujer”, explica Beatriz Fernández, dueña de la cadena de restorán “Crepes & Waffles”, cuando le consultamos si no la han acusado alguna vez de discriminar en favor de las mujeres para contratar personal. Beatriz, como mujer, es capaz de empatizar y entender mejor los problemas de sus empleadas. Ve a sus trabajadoras como personas luchadoras, que sufren, que deben enfrentar la vida solas. Heroínas que han logrado superar dificultades y aprovechar la ayuda y apoyo de la empresa para crecer, no en base a donaciones, sino a través del aprendizaje y superación. Su historia tiene mucho de pasión, pero también una buena dosis de magia y fe. Comenzaron con su marido muy jóvenes, en 1980, en ese tiempo estudiantes universitarios. “Éramos unos niños jugando a ser empresarios”, así describe Beatriz Fernández el momento que decidieron empezar con este pequeño local de crepes y waffles en Bogotá. Provenían de familias de muy buena situación económica hasta que con una diferencia de seis meses, y justo cuando comenzaban este negocio, ambas familias quebraron. Cuenta que costó al principio partir,

entre otras cosas, porque las recetas de los waffles las sacaba de un libro, pero en la práctica les quedaban bastante malos. Sin embargo, sucedió algo inesperado que Beatriz atribuye a una obra de Dios. A los quince días exactos de inaugurado el local una señora entró al negocio, probó los waffles y no los encontró nada de buenos, de hecho, sus palabra exactas –según relata Beatriz– fueron: “‘¡Chinita!, te quiero decir que tus waffles son horrorosos’ (…) recorrió la cocina y allí estaba Lalo revolviendo una ollita con salsa boloñesa (…) La señora destapaba las ollas, abría la nevera y todo, y yo la miraba en su recorrido. Al finalizar nos dijo: ‘saben qué, muchachos, yo soy experta en waffles, les voy a traer mi receta preparada y escrita’”. A la hora volvió con la receta y nunca más se supo rastro de ella. “Es emocionante –relata–, la receta fue todo un éxito y la señora no volvió a aparecer”. A los seis meses, Beatriz le dijo a su esposo: “Ella era Dios,


Trabajo

Dios nos está diciendo: ‘A ver, muchachos, qué son capaces ustedes de hacer hoy, sus papás hicieron mucho por ustedes, ahora, muestren qué pueden hacer ustedes’ (…) Desde ese momento entendimos que contábamos con un trabajo distinto, que teníamos una misión de vida a través del desarrollo de esta empresa. Entonces, desde el principio, cuando nos daban premios, yo decía, que al primero que le quería dar gracias era a Dios. Dios está en mi corazón… la alegría y el entusiasmo me han acompañado siempre. Sentirme bien, hacer el bien y hacerlo bien”.

Una sonrisa verdadera Cuando empezaron a reclutar personal para atender a los clientes, buscaron deliberadamente mujeres jefas de hogar, Beatriz sintió que había que darles una oportunidad especial. Pronto se dieron cuenta de algunos problemas importantes. La buena disposición, alegría y cariño con que se les pedía tratar a los clientes eran incompatibles con su situación cotidiana; ellas provenían de lugares de extrema pobreza, muchas habían sido victimas de la violencia, el abuso o el abandono. “Nuestra gente tenía que dejarles en la casa a sus hijos arepitas (panes o bocados colombianos) para que comieran cuando tuvieran hambre, pues debían permanecer encerrados, porque no había quién los cuidara (…) a pesar de sus problemas ellas estaban trabajando en un lugar de

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Trabajo

Cuando empezaron a reclutar personal para atender a los clientes, buscaron deliberadamente mujeres jefas de hogar, Beatriz sintió que había que darles una oportunidad especial.

Academia de las Artes, S.E.R.

Ficha Técnica: l 2.900 trabajadores en Colombia l Más de 3.500 locales en el mundo l Presencia en: Brasil, Ecuador, España, México, Panamá, Perú y Venezuela.

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Para los empleados de “Crepes & Waffles” no era fácil servir con alegría a los clientes porque su vida, fuera del trabajo, era muy dura y su realidad, muy precaria. Beatriz comprendió esto desde un principio y junto con darles algunos beneficios puntuales para que resolvieran su situación, pensó que también era importante entregarles herramientas que los conectaran con el sentido de la vida, que los contactara con el disfrute y que al mismo tiempo les ayudara a rescatar sus valores internos. Es así como surge la Academia de Artes S.E.R (Servicio, Evolución, Revolución), que se encarga de despertar sensibilidades y desarrollar talentos en sus empleados. Para ello realizan capacitaciones funcionales y dinámicas integrales, las cuales incluyen talleres lúdicos sobre manipulación de alimentos, ergonomía y servicio al cliente. Así también se integran otras disciplinas como yoga, canto y baile. Por ejemplo, uno de los talleres se llama “mercadeante”, el mercadeo es llevado al arte de complacer los sentidos y se hace a través de la danza de Shakira, para conocer otros aspectos de su ser y sus sentidos.


Trabajo

“Hoy estamos felices porque gran parte de nuestra gente puede tener una vida digna”. estrato social alto donde tenían que sonreír, allí hay un protocolo para el servicio”. Así se fueron dando cuenta de que ellas partían trabajando desde una total ignorancia y analfabetismo. Era necesario enseñarles conocimientos concretos, pero, por sobre todo, ayudarlas a conocerse a sí mismas, a valorarse y a conectarse más con su sentido… “les empecé a enseñar a comer, hablar, maquillarse, vestirse, miles de cosas prácticas para atender a los clientes, pero que al mismo tiempo les servían para transmitirlas en sus casas. (…). Además, íbamos trabajando en cosas más intangibles como el respeto, la alegría, la responsabilidad y honestidad”. Beatriz comenzó a dar charlas y estaba en contacto permanente con ellas para otorgarles capacitación para su trabajo y formación para su vida. De a poco, Beatriz se fue interiorizando del mundo al cual sus trabajadoras per-

Apoyo a sus empleadas jefas de hogar Programa de Vivienda: Cuenta con un plan de vivienda para sus empleados a través del cual se realizan préstamos a cero tasa de interés y ayuda en el pago de las cuotas iniciales. Programa de Salud: Proporciona sin costo para el empleado, salud prepagada a través del grupo Sanitas de España (Colsanita en Colombia) que les permite acceder rápidamente a las mejores clínicas y especialistas del estrato socioeconómico alto de ese país. Charlas Matinales: Diariamente a través de conferencias telefónicas, Beatriz envía a todos los empleados de Crepe&Waffles un mensaje creado por ella con el objeto de ser esa primera palabra la que “motive, alegre y potencie el alma y el crecimiento personal” de toda la organización, buscando desarrollar el “ser” para luego “hacer”.

tenecían. Comenzó a palpar la realidad de la atención de salud a la que podían aspirar. “Por muy grave que fuese la dolencia, les daban hora de atención para un mes más y nosotros dijimos: ‘Vamos a cambiar esta historia’, y comenzamos a tener planes de salud para atender sus necesidades, pagados por la empresa, y fuimos avanzando en eso”. También corroboraron las condiciones en que sus empleadas vivían y se propusieron hacer un esfuerzo para enfocar parte de sus recursos en ayudarles con un plan de vivienda especial. “Las casas no las regalamos. Aportamos dinero importante para que las personas tuvieran su vivienda, eso les ayudaba a una reducción de la cuota inicial y después el dividendo era igual a la suma que pagaban para el arriendo del cuarto donde vivían”. También pensaron en cómo brindarles comodidades mínimas en esas nuevas viviendas, así agregaron un plan para que pudieran

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Existe un “Crepes & Waffles” en Chile, pero su origen no tiene ninguna relación con el emprendimiento de Beatriz; sin embargo, ella dice que no ha hecho nada al respecto porque no vale la pena desgastarse, “eso nos daña y nos distrae (…) todo cae por su propio peso”. La única vez que intervinieron fue cuando en una entrevista en un diario chileno apareció la pareja dueña de los locales en Chile dando a entender que sí había un nexo con la empresa colombiana. En esa oportunidad publicaron una página aclarando y desmintiendo tales dichos. Eduardo Macías, Beatriz Fernández y Carlos E. Cavelier

Claves para hacer prosperar un negocio Estos son algunos de los conceptos que Eduardo Macías, socio y marido de Beatriz Fernández, considera claves para el éxito de su negocio l Lo importante no es tener un buen plan de negocios sino un gran sueño. l No todo se puede planear; hay que aceptar que se tienen que dejar muchas cosas al azar, al destino. l Hay que confiar en el instinto. Se debe evitar tanta teoría que le puede dañar a uno el olfato empresarial. l Crepes & Waffles no está en el negocio de la comida, está en el negocio de producir experiencias agradables a quienes nos visitan. l Lo más difícil en el manejo de una empresa es conservar el rumbo. Porque la competencia, los clientes y las nuevas teorías lo confunden a uno. Entonces lo que hay que hacer es confiar en la intuición propia. l La participación de todos los empleados en la compañía es vital, porque como les digo yo “ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros”. l Es indispensable generarles valor a todos los colaboradores de la empresa, no sólo a sus accionistas. l Hay que dignificar el trabajo y la vida personal de todos los miembros de la compañía. Todos los empresarios tenemos que ponernos la mano en el corazón y hacer esto. l Una marca es sobre todo una promesa; más que promocionarla gastando en publicidad, lo que se debe hacer es diseñar ideas novedosas para que esa marca genere cariño y lealtad entre los clientes. l Es indispensable retornar a lo simple y a lo humano. Ese es el camino del verdadero progreso. l No se deben confundir los empresarios con los negociantes. Los primeros tienen sueños, los segundos simplemente ambiciones económicas. l No hay que centrarse en los defectos de la gente, hay que trabajar con sus cualidades. l Los colaboradores deben traernos los problemas que enfrentan, pero también sus posibles soluciones.

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adquirir lavadoras y secadoras, de manera que no llegaran a trabajar a sus casas y que tuvieran un momento de descanso. “Hoy estamos felices porque gran parte de nuestra gente puede tener una vida digna: casas o departamentos con jardines y plazas”. Así, de a poco, la gente empezó a sonreír porque su trabajo les estaba sirviendo como un medio para su desarrollo personal y familiar. Ya las necesidades más urgentes estaban resueltas, sus vidas se habían vuelto más dignas. Sin duda esa nueva realidad de las mujeres de “Crepes & Waffles”, cambiaba también el negocio. Ellas podían sonreír porque estaban contentas y orgullosas y no sólo porque el protocolo de atención al cliente así lo decía. Beatriz Fernández tiene una gran sensibilidad, de hecho, mientras la entrevistamos muchas veces se emociona profundamente con las preguntas y reflexiones. “Siento, luego existo”, grafica ella. Cuando le pedimos un mensaje para los empresarios chilenos responde que quiere entregar uno que no es de ella sino de un maestro de la India: “No busques ser grande porque a la grandeza rara vez le sigue la bondad, más bien procura ser bueno, porque a la bondad siempre le sigue la grandeza”.


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Aprendizaje En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe. Eric Hoffer Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Benjamin Franklin No es el conocimiento, sino el acto de aprendizaje, y no la posesión, sino el acto de llegar allí, que concede el mayor disfrute. Carl Friedrich Gauss El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío. Horace Mann Con mis maestros he aprendido mucho; con mis colegas, más; con mis alumnos, todavía más. Proverbio hindú

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Ser Familia

Educar en libertad

FORMAR PARA LA VIDA A muchos padres nos asusta que la libertad se instale en nuestros hogares como eje central. Imaginamos que nos conducirá a criar hijos “sueltos”, mediocres, sin más motivación que ir de carrete en carrete. Sin embargo, los resultados pueden ser exactamente lo contrario.

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ctualmente, el mundo aspira a contar con un nuevo tipo de actores: creativos, con iniciativa, capaces de generar proyectos que marquen una diferencia. En otras palabras, verdaderos motores y no una pieza más del engranaje social que quizás funciona, pero no evoluciona. Sin embargo, ¿estamos creando mentes proactivas? Las familias y los colegios, ¿caminan en esa línea? Aunque cueste admitirlo, la respuesta es clara y rotunda: no. Isidora Mena, sicóloga y directora de Valoras UC –programa de estudios y apoyo a la convivencia entre los chilenos–, centró su tesis de doctorado en el estudio de las demandas sociales por creatividad al sistema educativo. Exploró los más diversos escenarios de nuestra sociedad, porque veía la necesidad de que la creatividad humana aflorara. Después de un largo recorrido, confirmó que no todos están dispuestos a dar el salto al cambio. “Los que no comparten esta visión, en el fondo siguen creyendo en lo más profundo y sincero en la conveniencia de que muchas personas sean sólo obedientes, sumisas, con pocas ganas de mirar la realidad y transformar lo que les parezca útil modificar. Algo así como ‘es muy idealista esto de que todos seamos más creativos’”, reflexiona. Con su experiencia, sostiene que la educación tradicional no promueve las cualidades que se espera de las nuevas generaciones: “En el intento por mantener el orden y la disciplina se tiende a privilegiar la entrega de conocimientos teóricos por sobre el despertar de la imaginación, la creatividad y la capacidad de aportar a la comunidad”.

novadores. Las destrezas y habilidades requeridas dependen de la empresa y del cargo. Sin perjuicio de lo anterior, lo que se busca a niveles mas estratégicos son profesionales autónomos, flexibles, innovadores y con capacidad para relacionarse armónica y sistémicamente con su entorno”. En síntesis, caminamos en la dirección opuesta a la que necesitamos llegar.

“Creo en ti… tú puedes”

“En el intento por mantener el orden y la disciplina, se tiende a privilegiar la entrega de conocimientos teóricos por sobre el despertar de la imaginación, la creatividad y la capacidad de aportar a la comunidad”. Isidora Mena, sicóloga y directora de Valoras UC.

Desde el mundo académico y empresarial, Carlos Sanhueza, experto en negociación, coincide con este diagnóstico. “Tanto la educación como la familia chilena aún privilegian a los ‘niños ordenados y obedientes’, lo que no es ni bueno ni malo. Pero sí tengo claro que de esos niños no salen jóvenes autónomos ni in-

Al escuchar por primera vez hablar de educar en libertad, es legítimo que los padres se pregunten: ¿Se puede aplicar a todos los niños y jóvenes? “Por supuesto que sí –sostiene Isidora Mena–. Pero significa lo que su nombre indica: ‘formar’ en libertad. Es decir, ayudándoles a aprender cómo ejercer su libertad en una comunidad a la que deben respetar. Se relaciona mucho con formar en valores, pues en el fondo se trata de ‘qué valores’ debes resguardar cuando ejerces tu libertad, para cuidarte a ti y a tu comunidad”. Por su parte, Carlos Sanhueza, como padre de una familia numerosa, advierte que hay que contemplar que cada persona es un mundo en sí mismo, con distintas necesidades y preocupaciones. “Eso de que ‘a todos los hijos los he criado igual o los quiero de la misma manera’ es una ceguera. Padres e hijos estamos en constante transformación. Por lo tanto, no podemos esperar ser los mismos o educar de la misma manera si aceptamos esta característica de los seres humanos”. Una tarea nada de fácil, pero tampoco una misión imposible. Y cuanto antes se comience, mejor. En el hogar y desde que

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“Cuando le preguntamos a la gente qué hacen los abuelos con los nietos, la respuesta más común es ‘malcrían a los nietos’. Mi reflexión es que lo que hacen es amar, jugar, enseñar, acariciar. Mi sugerencia es copiemos la sabiduría de los abuelos, que privilegian las relaciones sin exigencias”. Carlos Sanhueza, experto en negociación.

los menores empiezan a usar uniforme, como lo asume el Colegio Notre Dame, que día a día enfrenta el reto de educar en libertad. Un concepto que muchas veces se malentiende y que Ignacio Canales, rector del establecimiento, aclara: “Significa darle al niño la posibilidad de explorar, de generar descubrimientos originales desde su infancia hasta su juventud, etapa en que el colegio patrocina su formación”. Al avanzar por este camino, admite, se han ganado el estigma de ser un colegio desordenado. Pero nada más lejano de la realidad. “Ponemos reglas. Los alumnos tienen hora de llegada y de salida, deben usar uniforme –aclara–. Hay gente que confunde la formación en libertad con dejar hacer. No, ellos saben que si no cumplen las reglas, reciben sanciones”.

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Por otro lado, la confianza mutua es un postulado al que nunca claudican, Por ejemplo, “si un niño es visto en una actitud sospechosa en la sala de clases –grafica–, es consultado por su profesor jefe o el rector. ‘¿Copiaste, Felipe?’. Si él responde ‘no’, se cierra la conversación. No hay indagatoria o investigación. Basta su palabra. Si él nos miente, él se miente. Es muy distinto vincularse desde la confianza que desde la desconfianza y hay que dar la oportunidad de recuperar la confianza resquebrajada”. Avala sus palabras a través del testimonio de un ex alumno, quien al visitarlo le comentó: “Cuando me enseñaron a reconocer mis errores, hoy, a los 43 años, percibo que lo que hicieron conmigo fue no romper el vínculo. Siempre se mantuvo y ahí está la clave”.

La palabra “autocontrol” también adquiere suma relevancia. Permite incentivar que los alumnos superen metas desde un compromiso consigo mismo, más que desde el control externo. “Porque una vez que retiras ese control, la pregunta es: ‘¿Has logrado que incorporen eso como algo que les hace sentido o simplemente porque es represivo?’”, cuestiona el académico. Claramente, la educación en libertad se presenta muchísimo más exigente que la tradicional. Demanda del niño o del joven coraje y determinación para optar y actuar. También fortaleza para aprender de los errores y no conformarse con la mediocridad. “Los beneficios de formar en esta línea tienen que ver con la ganancia en la capacidad de autorrealización, que el niño se fortalezca y sea capaz de medir que sirve, que puede,


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antes de ponerse en contacto con sus limitaciones”, asevera Ignacio Canales. Sin duda que para obtener resultados satisfactorios es necesario un trabajo en conjunto con los hogares. “A algunos hijos les cuesta más aprender esto que a otros, por motivos personales o familiares. Por ejemplo, si un hijo es muy impulsivo, aprender que sus intereses tienen que contemplar los de los otros será más lento –plantea Isidora Mena–. Si uno es muy arriesgado, será más largo explicarle que debe reflexionar los peligros y consecuencias de sus actos y que mientras no lo logre, a veces, cuando el riesgo sea mayor, los padres tendrán que limitar ciertas acciones”. Como un papá muy presente y proactivo, Carlos Sanhueza entrega un enriquecedor testimonio. “He pasado por todos los métodos de enseñanza –confiesa–. Desde la tradicional, basada en la obediencia y límites, hasta la que un padre tradicionalista podría definir como de laissez faire. Mi

TORPEDO PARA PADRES

Un sistema que genera espacios de desarrollo personal es una buena señal. Cuando esto sucede, uno construye comunidad ‘con el otro’, no ‘sobre el otro’ ”. Ignacio Canales, rector del Colegio Notre Dame.

Educar en libertad no es un elucubración teórica ni una moda pasajera. Se trata de un modelo formativo real, de gran importancia. Podemos comenzar a ponerlo en práctica desde ya, con una guía para padres que crecieron en el sistema estricto del pasado y aceptan el desafío de innovar con sus hijos. l No perder la autoridad. Más que buscar la amistad de los padres, necesitan que en conjunto ejerzan como tales: que les fijen bordes claros, contemplando que el ejercicio de la libertad propia incluye el respeto por los demás y su propia libertad. l Mantener un diálogo permanente. Conversar, no dictar cátedra, explicar las razones de las decisiones tomadas, escuchar a los hijos, hacerles preguntas para que reflexionen y darles la oportunidad de exponer sus argumentos. l Dejar experimentar. Resguardando su seguridad e integridad, no sobreprotegerlos. Permitirles explorar, ensayar, descubrir el mundo en que pueden desplegar su creatividad. l Reconocer, no castigar los errores. En lugar de reprender o atemorizar, guiar a los hijos para que a través de la reflexión se enriquezcan, comprendan que se equivocaron y tendrán que enmendar el rumbo.

cambio surgió a partir de una serie de reflexiones. ¿Las buenas notas garantizan que mis hijos serán hombres-mujeres de bien? ¿Criar hijos obedientes garantiza que serán buenos profesionales-empresarios-padres o madres de familia? Frente a estas reflexiones, concluí que nada de lo anterior garantizaba el futuro de mis hijos. Que lo que sí garantizaba este tipo de exigencias era un estrés de las relaciones con ellos y que lo único que me permitía criar hijos autónomos y seguros de sí mismos era una crianza en el amor. ¿Cómo? Respetándolos, viéndolos, escuchándolos, siendo consistente entre el discurso y la acción, y todo muy coordinado y consensuado con la mamá”.

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Nuestro mundo

Empresas y redes sociales:

Transparencia, democracia, conexi贸n

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¿Qué implicancias pueden tener las redes sociales para el mundo empresarial? ¿Será que toda esta revolución de la comunicación digital está empujando a las organizaciones a abandonar sus antiguos paradigmas? ¿Cómo esta realidad ya instalada va a cambiar necesariamente las formas de comunicación e incluso de gestionar el conocimiento dentro de las empresas?

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os cambios globalizadores que las nuevas tecnologías han significado no sólo entran en nuestra vida personal, sino que su impacto ha tocado también de maneras insospechadas al mundo empresarial, afectando incluso a la economía. ¿Qué implicancias pueden tener las redes sociales para las empresas? “En un contexto donde reina la información no hay nada que se pueda ocultar, se hace imprescindible especialmente para las empresas, actuar con transparencia, coherencia y valores. Si no, las consecuencias pueden ser caras. La razón de la enorme influencia que tienen las redes sociales es que las personas o clientes, pueden comunicarse con todo el mundo a tiempo real, y eso significa que sus quejas e insatisfacciones con las marcas, productos o incluso con la gestión interna de la organización pueden transformarse en una tragedia”, señala el socio fundador de Desafío, Denis Gallet. Ejemplos hay muchos, uno de ellos es lo que ha ocurrido a Nike, el mayor fabricante de calzado deportivo del mundo, con las denuncias de explotación infantil en sus factorías asiáticas que se le han hecho en años recientes y con lo cual su imagen pública se ha visto afectada enormemente, al punto de que tuvieron que pedir disculpas e incluso pagar millones de dólares para arreglar juicios. Para las personas también corre. Sin necesidad de ir más lejos, hace un par de semanas un ex funcionario de la aerolínea LAN publicó un video en el que se muestra a un pasajero que, indignado, lo humilla con vociferados insultos. El video se multiplicó a través de Facebook, Twitter, Youtube y otras redes, llegando también hasta los medios de comunicación masivos, donde aparte de identificar con nombre completo y teléfono al ‘‘educado’’ pasajero en cuestión, la gente le dedicó todo tipo de comentarios de repu-

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La emergencia de redes informales e imprevistas, que se arman a cada segundo, se introducen en todos los rincones de la sociedad, son omnipresentes y no reflejan en su estructura ni funcionamiento las relaciones de fuerza dentro de las empresas.

dio. Eso demuestra que, como personas y como empresas, estamos mucho más expuestos que antes. Y no hay más que hacerse responsable de los actos propios A su vez, según destaca Denis Gallet, “esto se está dando en un contexto donde el individuo está teniendo un mayor deseo de libertad y de participación”. En las empresas, los empleados están pidiendo menor jerarquía y la estructura piramidal ya no funciona. La emergencia de redes informales e imprevistas, que se arman a cada segundo, se introducen en todos los rincones de la sociedad, son omnipresentes y no reflejan en su estructura ni funcionamiento las relaciones de fuerza dentro de las empresas. Además de la necesidad de transparencia, estas redes facilitan la emergencia de líderes legitimados desde la base y de inteligencias colectivas que se organizan muy rápidamente, para actuar en pos o en contra de algo, como han sido por ejemplo las protestas que se han podido ver en Chile en rechazo a la construcción de centrales termoeléctricas y nucleares.

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Todo esto ayuda a la concreción de un nuevo paradigma en el mundo de los negocios. Un paradigma basado en la confianza y en la transparencia. Más temprano que tarde las empresas –por experiencia propia o por experiencia de terceros– comprenderán que hoy es muy difícil ocultar información, que ésta ya no genera el poder que generaba antes. Es así como las organizaciones jerárquicas irán de a poco desarmando sus pirámides para luego conseguir avanzar hacia empresas más planas y horizontales. Por otro lado, el paradigma de que unos piensan y otros ejecutan tenderá necesariamente a desaparecer ya que la expresión de las ideas será mucho más abierta, simple y participativa con canales abiertos y con poco filtro. Las empresas que no se suman hoy a esta tendencia tendrán que hacerlo después porque de esto también dependerá su subsistencia. Las redes sociales serán herramientas cada vez más necesarias para el marketing, la publicidad e incluso para la reputación de las organizaciones. Ya no hay vuelta atrás, estas redes se toman los espacios y la realidad inminente obliga a las organizaciones a repensarse y a tomar las decisiones teniendo claro que sus paredes y muros empiezan a ser transparentes.

En Chile, un lento despertar En Chile también, aunque aún tímidamente, las empresas están comenzando a participar de las redes sociales y a incluirlas como una herramienta interna. En la visión de Álvaro Portugal, socio fundador y gerente comercial de Blue Company, la empresa creadora de Bligoo, se trata de una relación que ha ido cambiando con el tiempo. “Hace cinco años, cuando les ofrecíamos a las empresas conectarse a las redes sociales, nos quedaban mirando como si estuviéramos locos. Veían a los blogs y a las redes sociales en general como juegos de niños… Pero hoy nos encontramos con que las redes sociales están incorporadas en la vida de la gran mayoría de


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los chilenos con conexión a internet, y que las empresas también engancharon”. Aunque en la perspectiva de Portugal, lo han hecho más por obligación que por pura voluntad. Resulta complicado hacer el cambio, cuando han estado acostumbrados durante muchos años a comunicar unidireccionalmente. “En un comienzo hubo una reacción de negación y de no querer participar en este fenómeno, tal vez por un miedo a quedar muy expuestos. Pero a poco andar se dieron cuenta de que la gente igualmente va a hablar de ellos, quieran o no, van a comentar sobre sus productos y servicios. Por lo tanto no les quedó más alternativa que subirse al carro, porque esto está más allá de ser una tendencia”, asegura.

Ya no hay vuelta atrás, estas redes se toman los espacios y la realidad inminente obliga a las organizaciones a repensarse y a tomar las decisiones, teniendo claro que sus paredes y muros empiezan a ser transparentes.

En la visión de este experto, las redes sociales democratizan la comunicación. “Antes, para poder hablar y ser escuchado, era necesario tener un medio, como un diario o una radio, lo que significaba una gran inversión que no todos podían hacer. Hoy, en cambio, cualquiera puede tener su propio canal de comunicación a bajo costo”, sostiene el creador de Bligoo. Además, cuando las empresas se comunican con su público a través de las redes sociales, se produce un gran cambio: se personaliza a la empresa, pues es una persona la que debe representarla, hablar por ella, y responder preguntas. Esto, en definitiva, acerca la empresa a la gente. Y ha significado la aparición de un nuevo rol dentro de las gerencias de marketing o de comunicaciones, el ‘‘community manager’’, quien es el encargado de hablar en las redes y de hacer visible a la empresa bajo su línea editorial.

Experiencias de blogs Gabriel Bunster, se integró como gerente comercial a la empresa de ingeniería de sistemas, Prosystem.cl, y como asiduo bloggero creó inmediatamente un blog para su área. “El blog está entremez-

“Es valioso contar con un espacio donde se pueda recoger lo que piensa la gente y sus ideas, lo que ha permitido el surgimiento de nuevos líderes, que muchas veces están ocultos. Se eliminan los silos o feudos de información, porque aquí todo se comparte y se hace más fácil traspasar las buenas prácticas”.

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clado con el sitio web y ha resultado bien interesante, porque se ha convertido en un canal de comunicación diferente y expedito con nuestros clientes. Por ejemplo si hay una noticia, o cerramos un nuevo negocio o contrato, lo publicamos en el blog en un lenguaje coloquial y directo, y eso produce rápidamente un impacto”. El valor agregado del blog como herramienta comunicacional frente al mail corporativo es que permite una reflexión más amplia, la elaboración de los temas con mayor profundidad y la colaboración de otras personas en su elaboración. “Además da una reputación a las personas, porque lo dicho es dicho por alguien. En un blog, quien escribe es parte importante, y que muchas veces define qué es lo que voy a leer”, señala.

“Cuando las empresas se comunican con su público a través de las redes sociales, se produce un gran cambio: se personaliza a la empresa, pues es una persona la que debe representarla, hablar por ella, y responder preguntas. Esto, en definitiva, acerca la empresa a la gente”. Otra valiosa experiencia en este sentido es la de la Subgerencia de Comunicaciones de Banco Estado. Ellos se percataron de que la empresa tenía ciertas necesidades comunicacionales que superaban lo que podía ofrecerles la Intranet. “En una empresa de este tamaño, con diez mil empleados y sucursales a lo largo de todo Chile, se hacía necesaria una comunicación multidireccional y a todo nivel, entre pares y también verticalmente”, cuenta Víctor Polanco, jefe de comunicaciones digitales de Banco Estado. Fue esa necesidad de una mayor y mejor comunicación la que los llevó a encontrar la plataforma de blogs Bligoo, como una posible solución. En un principio no fue fácil. Hubo que hacer todo un trabajo de acercamiento y de educación de las personas hacia esta nueva tecnología. “Al comienzo los blogs se ocupaban muy poco,

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tenían sólo 900 visitas diarias en promedio y muy pocos comentarios, porque la gente no estaba acostumbrada a la interactividad. También influyó el grupo etario del banco, que es en su mayoría gente más adulta”, explica. “Al principio, las personas escribían sobre temas misceláneos, gustos y hobbies principalmente. Pero con el paso del tiempo se empezó a ver que los blogs más visitados eran los que apoyaban algún tema comercial y de negocios del banco; blogs de proyectos, lanzamientos, promociones, etc. Empezaron a desaparecer los de gustos específicos de la gente. Eso se explica en parte por la orientación otorgada a las personas y a los equipos en los usos y las potencialidades del blog para mejorar su trabajo”. “Lo que tenemos actualmente es comunicación instantánea -afirma Polanco-. Antes, cuando lanzábamos una campaña la difusión era muy costosa, había que enviar dípticos, volantes, etc. a través de grandes distancias. Hacerlo en línea tiene un mayor impacto y es más eficiente. Todo esto ha sido medido con estadísticas. Por otro lado, es valioso contar con un espacio donde se pueda recoger lo que piensa la gente y sus ideas, lo que ha permitido el surgimiento de nuevos líderes, que muchas veces están ocultos. Se eliminan los silos o feudos de información, porque aquí todo se comparte y se hace más fácil traspasar las buenas prácticas”. Ahora que han logrado vencer la barrera de que las personas visiten y usen el blog, Víctor Polanco y su equipo buscan ir más allá. “Queremos hacer gestión del conocimiento y desarrollar productos a través de los blogs. La idea es tomar los comentarios y las ideas de la gente, en cuanto a mejoras de procesos o productos, por ejemplo, y darle un horizonte para poder implementarlo. Se trata de aprovechar y gestionar ese conocimiento que está pululando en esta plataforma. Actualmente estamos analizando cómo recogerlo”, explica. Hoy cuentan con más de 200 blogs en funcionamiento, que reciben 3 mil visitas diarias en promedio. Si bien en un principio, hay que decirlo, tuvieron el temor de que pudiera dársele mal uso a esta red. Hoy están tranquilos. “¡Con diez mil usuarios, es posible organizar un golpe de Estado! Pero la comunidad se regula por sí sola.


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Cifras de Esperanza R

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En general las cifras positivas no son mostradas, pero sí existen, algunos ejemplos de ellas:

Más de 6.000

microcréditos fueron entregados durante enero y febrero de 2011 por Banigualdad a emprendedores de escasos recursos. Fuente: http://banigualdad.cl

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$23 millones

fueron destinados por el programa de voluntariado corporativo Engage Santiago que desarrolla Acción RSE en Chile, en beneficio de 2 mil habitantes de Peñalolén. Fuente: Acción RSE.

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80%

de los chilenos que tienen pareja indica estar feliz o muy feliz. Fuente: Encuesta Bicentenario

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Destacamos

Juez Carlos Cerda:

“No creo que la privación de libertad sea el mejor camino para rehabilitar” El ministro de la Corte de Apelaciones -a quien le ha tocado investigar importantes casos de violaciones de derechos humanos, entre otras tantas causas- reflexiona en estas páginas acerca del ser humano que delinque, la efectividad de la pena con pérdida total de libertad, la posibilidad de rehabilitación y reinserción, las limitaciones de nuestra sociedad frente al tema y otras materias afines.

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Destacamos

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incero, reflexivo, con una profunda fe en Dios y en el ser humano. Así es el juez Carlos Cerda. ¿Optimista o idealista frente a la esencia del ser humano?, preguntamos. “Yo diría que ese optimismo está iluminado por un idealismo”, responde. Y eso ¿es bueno o malo? ¿Lo ha perjudicado en la vida o no?, seguimos inquiriendo. “Depende de lo que sea considerado bondadoso o maldadoso como resultado. Yo soy feliz hasta el día de hoy por todo lo que me ha dado la vida en el plano profesional (…) aun lo que muchos pudieran ver como negativo, tropiezo o fracaso, yo simplemente lo veo como una consecuencia del privilegio de servir los valores esenciales de la comunidad, oportunidad única (…) cae de lleno en mi concepción de lo que es ser juez”. “Es cierto que en esa perspectiva está de por medio la fe, infinito don que no todos compartimos -explica el magistrado-. Si uno está consciente de no ser Dios, que por ello necesariamente está lleno de defectos y que, con todo, Dios lo quiere y lo salva, ¿cómo no va a estar absolutamente feliz?”. Esa mirada lo ha unido a las personas, entre ellas a las y los reclusos, porque según cuenta, “he tenido el privilegio de ser juez y estar cerca de tanta gente sufriente, entre otras causas por la privación de la libertad, y cuando me he acercado a ellas he encontrado alguna manera de mutuo consuelo, desde la cruz”. Es un convencido de que efectivamente existen la rehabilitación y la posibilidad de reinserción, pero la única forma de hacerlo, dice, es a través de la humanización de la pena, de la dignificación del condenado, sin considerarlo como un paria ni como

“He tenido el privilegio de ser juez y estar cerca de tanta gente sufriente, entre otras causas por la privación de la libertad, y cuando me he acercado a ellas, he encontrado alguna manera de mutuo consuelo, desde la cruz”.

un enemigo sino como un ser con carencias y necesidades. El acompañamiento para el juez Cerda es primordial, guiarlo y tratarlo de igual a igual, entendiendo que todos los seres humanos tienen defectos.

“No existen las personas malas” Así de tajante es el juez Carlos Cerda. “La persona en sí misma perversa no existe”, afirma, y relata su experiencia al interrogar a tantos inculpados a lo largo de su carrera. “Me ha tocado investigar violaciones gravísimas a los derechos humanos, increíbles,

que las personas mientras no las conocen en una investigación judicial no las pueden siquiera imaginar; sus hechores son mirados como verdaderos ‘ogros’ (…) y a esa persona uno la interroga y encuentra, como siempre, un ser humano, un hombre que es capaz de tener pena, de llorar, que tiene soberbia, orgullo, sentimientos, que tiene sus necesidades, que en algún momento se proyectó, se desilusionó, se cayó y ha quedado ahí”. Y afirma categórico, “es un ser humano siempre”. Pero agrega que para encontrar a este

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Destacamos

“Mucho antes de castigar al caído debimos haber evitado que cayera. Porque el suelo en el que yace carece absolutamente de sentido sin la altura. Porque pertenece a Chile, a la humanidad toda… Chile y el mundo se hacen con él”.

¿Quiénes debieran ser los que hubieran de cumplir sus condenas encarcelados?

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ser humano el juez no puede interrogarlo como “el castigador” sino que debe ir como “el servidor”: “El que busca con él la paz y el orden, subiéndolo al carro”. Cuando se da cuenta de que el juez se acerca con ese espíritu de, junto con él, hacer verdad y aprovechar esa experiencia objetivamente negativa como una de reconstrucción personal, y en ese sentido, de reparación social, tiene muchas posibilidades de caminar hacia allá. A juicio del magistrado, en esa perspectiva no tiene sentido el mero encierro, es decir, la ausencia de políticas verdaderamente rehabilitadoras, la carencia de educación, trabajos manuales, distracciones que enseñen a reír, a estar contento, a crecer. Suponiendo que esa sea una premisa correcta, ¿quiénes debieran ser los que hubieran de cumplir sus condenas encarcelados? -se pregunta él mismo- “tal vez nada más aquellos que, porque no han tenido la posibilidad de conocer, de rozar las cosas bondadosas, viven en un ambiente de cosas odiosas, aquel que nunca conoció el amor sino sólo el trato con el otro de supremacía, de fuerza, de poder (…) el que no conoce otro roce. Pues el que no tiene conciencia de otro -alteridadno puede entenderse a sí mismo, y ésta es una cuestión fundamental, dado que para quien no existió esa dimensión de alteridad es muy difícil que haya identidad,

conciencia de sí mismo, lo que se troca en merma de la responsabilidad ética, porque no se puede discernir entre lo que es bueno y lo que no lo es”. Su única identificación es ser el mejor, el superior, el más fuerte, el capo de lo que sabe hacer, es decir, delinquir”. Es un mundo en que los parámetros son distintos. El magistrado manifiesta creer que en esos casos “debe haber un sistema de manejo de las libertades para ir generando una personalidad responsable que pueda asumir la libertad al momento en que se entienda cumplida la sanción”. Y relata un ejemplo: Cuando se creó los penales de Colina I y II se estableció que uno de ellos se caracterizara por darles trabajo a los reos. Industriales debidamente seleccionados se instalaron en galpones dentro del presidio, confiando íntegramente la mano de obra a reclusos que ganan el ingreso mínimo; se les paga un porcentaje y la diferencia va a un ahorro personal obligatorio que les es entregado cuando salen en libertad; tienen cotización previsional y, además, egresan habiendo aprendido un oficio, mueblista, electricista, etc. Durante la reclusión han conservado el contacto íntimo regular con su mujer. Se ha constatado, agrega, que la mantención de la vida afectiva y una jornada laboral aminoran el grado de reincidencia. En el otro penal de Colina, los reclusos están simplemente en-


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“El regalo más grande que Dios le puede haber dado a un juez es, justamente, permitirle encontrar en aquellos que son mirados como una lacra social, su gran humanidad”.

cerrados, “yo diría como leones”. En esta conversación nos damos cuenta de que no sólo falta cambiar la cultura del trato hacia los reos, como sociedad, sino comprometer un alto presupuesto para lograrlo. Por iniciativa del Gobierno, el Congreso discute un proyecto de ley que establece penas alternativas a la reclusión para casos de incumplimiento de penas de multa (al 29 de diciembre de 2010, 2.648 personas se encontraban en la cárcel por este motivo). Como pena alternativa se propone la prestación de servicios en beneficio de la comunidad. Para el juez Cerda el proyecto va en buen camino, “es tan mala la realidad, que romper la inercia ya es en sí mismo positivo. Proponer algo distinto, de buena fe, es difícil que vaya a redundar en algo peor”. Pero es el inicio de un proceso, aunque no implique una reforma cultural propiamente, que es el camino que Carlos Cerda cree que en verdad corresponde buscar. Esa transformación de la sociedad para que llegue a considerar al delincuente como parte de ella, alguien que también tiene derecho, como el que más, a pertenecer y gozar del bien común.

Trato indigno y rehabilitación ¿Por qué como sociedad tratamos de forma tan indigna a los reos?, le preguntamos. “Esta es una realidad universal,

la excepción es que haya un trato digno, dignificante -afirma Carlos Cerda-, ¿por qué no hemos tenido conciencia de que esto es algo indebido?” (…) No tengo claridad sobre las causas, pero se confabulan muchos elementos que pudiesen ser motivo de debate”. Y nosotros, los que nada tenemos que ver con la justicia, los chilenos comunes, ¿poseemos alguna responsabilidad en esto?, le preguntamos al juez. Carlos Cerda reflexiona: “(…) que ni el niño errante ni el joven delincuente nos dejen indiferentes; que nos duela el martirio de las rejas. Porque mucho antes de castigar al caído debimos haber evitado que cayera. Porque el suelo en el que yace carece absolutamente de sentido sin la altura. Porque pertenece a Chile, a la humanidad toda… Chile y el mundo se hacen con él”. En cuanto a la real posibilidad que un reo pueda rehabilitarse y reinsertarse en la sociedad, el magistrado es taxativo: “Yo creo en la reinserción siempre, pero ¿es posible la reinserción exclusivamente a base de la limitación total de la libertad? -se pregunta-. ¿Es la privación de libertad el mejor camino para rehabilitar, para reinsertar a los que, de hecho, están marginados del bien común? Podría ser que aquellos que responden a esa suerte de esquema de delincuencia pro-

fesional a que antes hicimos referencia, pudieren requerir de un régimen, quizás sólo inicial, de encierro. Tengo para mí que el resto, la masa de transgresores de la ley penal, no califica para un sistema semejante; no creo que el castigo mejor para esas personas hubiese de ser la total privación de su libertad”. Carlos Cerda reflexiona que “el regalo más grande que Dios le puede haber dado a un juez es, justamente, permitirle encontrar en aquellos que son mirados como una lacra social, su gran humanidad. No hay alguien que mata, roba, viola o tortura, que no tenga una explicación (…) y el torturador de la dictadura, ese salvaje torturador bajo formas inconcebibles a la mente, estaba convencido de estar construyendo sociedad, estaba eliminando el marxismo, se sentía auténtico patriota”. Cuenta que “el mismo Pinochet, hasta el final, cuando yo investigaba el caso Riggs, conversando allá en su casa, ya viejito, un hombre bonachón, seguía viéndose como el redentor que había eliminado el marxismo del continente y más allá de Cuba, convencido de que era prácticamente un diosito, un segundo dios”. Carlos Cerda logra ver el fondo y la esencia de cada persona, no importando qué delito haya cometido, tan así, que termina esta entrevista confesando: “Yo aprendí a querer a Pinochet”.

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Opinión

Una ingeniosa idea para obtener fondos solidarios D

esde el año 2008 un grupo de amigos aficionados al deporte participamos en la que actualmente es la principal actividad solidaria en el Maratón de Santiago, y que permite reunir fondos para los niños con cáncer. La coordinación comienza muchos meses antes y con el permiso de los organizadores del evento oficial. La tarea es motivar a la mayor cantidad de corredores, auspiciadores y miembros de la organización. Para organizar nuestra posta en el maratón, lo primero es tener más de 60 voluntarios con buen estado físico y dispuestos a renunciar a correr las distancias oficiales, a pesar de prepararse y levantarse ese día para entregar el máximo moviendo las piernas. Una vez que tenemos a los seleccionados, se les pide que hagan una donación a la Fundación Nuestros Hijos para de esa forma “comprar” su km. Si alguien quiere elegir el km específico a correr (por cercanía con la casa, hora de día o por la pendiente del sector), entonces debe pujar por él. De esa forma se obtiene un primer fondo para la causa, y un tiempo teórico grupal por los 42 km. Y es con esos dos números que desafiamos a las empresas auspiciadoras. Les pedimos que multipliquen el aporte en la medida en que nosotros mejoremos nuestro tiempo, por lo tanto cada corredor debe dar su cien por ciento, es decir, correr a toda su capacidad. Pero lo más importante es que quien recorra los últimos metros debe ser siempre un niño que esté en tratamiento o bien que se haya recuperado gracias a la ayuda de la Fundación. Los 42 corredores deben hacer un trabajo silencioso para que ese niño consiga el dinero y brille al cruzar la meta. En el maratón del domingo 3 de abril, nuevamente un corredor desconocido entró muy temprano a la “jaula” para ubicarse muy cerca de los profesionales. Llevaba un pequeño cilindro en sus manos y largó dejando el alma en el asfalto. Luego ese efecto se replicó en cada kilómetro. Un corredor de polera blanca y con la leyenda “Yo corro por los niños con cáncer, ¿y tú?” iniciaba el kilómetro como si lo estuvieran persiguiendo, y lo terminaba entregando el

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Gonzalo Muñoz, Gerente general TriCiclos.

testimonio junto con las últimas energías. Pude constatar que varios quedaron tirados en alguna vereda intentando recuperar el aire por largos minutos. Todos los años hay anécdotas graciosas que nos obligan a activar los planes B y C, pero lo maravilloso es que el bastón no se cae ni se detiene a pesar de que ese equipo nunca antes había entrenado ni ensayado. En este maratón los últimos 200 mt. los corrió César Aros (profesor de educación física que sobrevivió a 2 trasplantes de médula) empujando un cochecito donde iba sentado Giovanni, actualmente en tratamiento.

“Lo más importante es que quien recorra los últimos metros debe ser siempre un niño que esté en tratamiento o bien que se haya recuperado gracias a la ayuda de la Fundación. Los 42 corredores deben hacer un trabajo silencioso para que ese niño consiga el dinero y brille al cruzar la meta”.

La magia de esta actividad hizo que este año nos sobraran corredores dispuestos a hacer el esfuerzo, incrementamos el aporte de cada uno, dos grandes empresas nos apoyaron auspiciando, superamos nuestra marca del año anterior, y quedamos aún más motivados para repetirlo. El Desafío 2012 es que esta vez no habrá cilindro con los nombres, sino que 10 cochecitos con niños dispuestos a ser empujados por los corredores hasta que uno de esos coches cruce la meta de la misma forma como lo hizo Giovanni.


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S

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Emprender

“Cualquier cosa que puedas hacer, o que sueñes que puedes hacer, comiénzala. La audacia lleva en su seno el genio, el poder y la magia”. Goethe “Un emprendedor ve oportunidades allá donde mira, donde otros sólo ven problemas”. Michael Gerber “No he fracasado. He encontrado diez mil formas que no funcionan”. Thomas Edison “El camino para hacer es ser”. Laozi

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Entrevista

Padre Gerard Ouisse, párroco de La Legua:

“La paz se construye con la participación de todos” ¿Quién es este sacerdote que en los últimos días ha salido a dar la cara por la población de La Legua ante las autoridades? ¿Por qué ha asumido, a pesar suyo, el papel de portavoz de una comunidad azotada por la violencia, en su lucha para lograr la paz y la unidad? Aquí, su historia y sus razones.

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Entrevista

A

l padre Gerard, o ‘‘padre Gerardo’’, como se le conoce en su parroquia de La Legua, no le gusta dar entrevistas. O más bien, no está acostumbrado. Siempre ha sido de muy bajo perfil, de una vida tranquila y quitada de bulla. Pero aún así, lo convencimos. Con su hablar calmo y reflexivo, nos contó la historia de su lucha por una comunidad que sufre víctima de la delincuencia y del narcotráfico y por qué, aunque no está acostumbrado a ese tipo de roles, ha asumido la responsabilidad de su portavoz con entereza, valentía y una profunda paz. Proveniente del pueblo francés de Campbon, donde creció en el seno de una familia pobre y campesina, el padre Gerardo lleva casi una década en La Legua. Fiel a su historia y procedencia, ha vivido y trabajado siempre en ambientes sencillos, tanto en su Francia natal como en Chile, desde que llegó al país, en 1986, para hacerse cargo de la parroquia de la población José María Caro. “En mis 45 años de servicio he tratado siempre de vivir lo que llamamos en lenguaje religioso, ‘el misterio de la encarnación’. Vivir en medio de la gente y como la gente. Salvo mi primer año de sacerdocio, nunca he vivido en una casa parroquial, siempre he estado en el barrio. Ahora también es así”, cuenta. La relación que tiene el padre con la comunidad de su parroquia, San Cayetano, es muy cercana. “Cuando hay reuniones o misas, lo primero que hago es preguntarle a la gente cómo están. Conversamos mucho, y ellos cuentan su realidad, lo que están viviendo. A partir de eso intento darles un mensaje de esperanza, de alegría, de paz”. Fue en una de esas asambleas, a comien-

zos de año, que se dio la voz de alarma ante la situación de violencia insostenible que se vive en la población y que se ha intensificado en los últimos meses, donde las balaceras son cosa de casi todos los días. “Estábamos en medio de la reunión cuando me llamaron para avisarme que había un muerto en la feria. Otro más. Esto no podía continuar. Teníamos que hacer algo. Pero ¿qué? Yo propuse hacer folletos con el mensaje de ‘No a las armas’, y colgarlos por todas partes. Pero ellos dijeron que era demasiado peligroso, que podían matarlos si los veían. Entonces propusieron escribir una carta”. El padre redactó esa carta retomando las expresiones de la gente, y la firmó en nombre de la comunidad, ya que era arriesgado que todos pusieran sus nombres. Y se la envió al ministro del Interior.

“En mis 45 años de servicio he tratado siempre de vivir lo que llamamos en lenguaje religioso, ‘el misterio de la encarnación’. Vivir en medio de la gente y como la gente”.

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Entrevista

-¿Cómo se siente al ser el portavoz de una comunidad?

En Chile no podemos continuar viviendo en una sociedad con tanto rechazo, desprecio, estigmatización. Nos encerraron en un ghetto y tenemos que derribar los muros. El siguiente es un extracto: “Vivimos cada día un ambiente de violencia intolerable. En un contexto de miedo, donde nadie camina por nuestras calles, la costumbre es recorrerlas corriendo para evitar verse atrapado por el fuego cruzado. Muchos niños han dejado de asistir a clases (…). Los vecinos experimentamos la impotencia de vernos obligados a vivir escondidos en nuestras casas mientras los narcotraficantes son dueños de la calle y caminan por ella libremente con armas en la mano. En los últimos 15 días han muerto tres personas y han sido heridas otras tantas. ¿Cuántas personas más sería necesario que murieran para que ello provocara la reacción de las autoridades competentes? Mientras esto ocurre se ha instalado un hábito de silencio de las autoridades y este silen-

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cio provoca un sentimiento de abandono e impotencia frente a tanta violencia. Usted sabe que el narcotráfico es un síntoma de una herida social. Probablemente son muchas las deudas pendientes en educación, salud, trabajo y oportunidades que están a la base de esta situación. Pero en lo inmediato se hace imposible atender al pago de esas deudas si es que en nuestras calles no rige la paz de un Estado de Derecho…”. La carta concluye: “No nos resignamos a seguir viviendo así, porque La Legua es tierra de lucha y dignidad. Desde nuestra fe en Jesucristo no claudicaremos en la defensa de la vida que se nos ha confiado”. Fue entonces que comenzaron el ajetreo, las llamadas de la prensa, las peticiones de entrevistas, y el nombre del anónimo padre Gerardo saltó a los diarios.

-No tengo la costumbre de serlo… a lo largo de mi vida nunca lo había hecho. No es mi vocación, por eso me sorprendió un poco la reacción que tuvo esta carta. Estoy con protección policial y la prensa me ha llamado mucho. Tuve que asumir algunas responsabilidades, pero si lo hago, es porque detrás hay una comunidad. Siempre hablé en el nombre de la comunidad. Para mí es difícil, pero tenía que hacerlo, tenía que tomar en cuenta la situación de los que están con peligro de muerte, con un miedo tremendo… Acá muchas veces la gente no puede venir a misa porque hay balacera. No podemos continuar así. Y, gracias a Dios, yo me siento muy apoyado por la comunidad en este intento.

-¿Cómo es su relación con la gente de La Legua? -Para mí vivir en La Legua ha sido mirar a Cristo. Yo me enamoré de esta gente. Son muy cariñosos, muy acogedores. Pero ellos no te regalan nada. No porque seas sacerdote te van a dar regalías. Ellos esperan que tú seas coherente y no puedes tener dos estandartes. He pasado momentos muy difíciles también, pero a pesar de todo me quedé fiel a ellos y a mi fe en Jesucristo. Tratando de vivir lo que vivía Jesús. El Evangelio dice: ‘‘Jesús vio’’. Y yo me pregunto, ¿cómo miraba Jesús a la gente? Eso trato de hacer. Miro, observo; sus caras, sus expresiones… lo que viven en el día a día.

-¿Y qué es lo que ha visto? -En La Legua la gente tiene una identidad muy marcada. Son una comunidad muy fuerte, que ha luchado toda su vida


Entrevista “Siempre hablé en el nombre de la comunidad. Para mí es difícil, pero tenía que hacerlo, tenía que tomar en cuenta la situación de los que están con peligro de muerte, con un miedo tremendo… Acá muchas veces la gente no puede venir a misa porque hay balacera. No podemos continuar así”.

por la edificación de la población. A pesar de la pobreza y la miseria, lucharon para tener electricidad, alcantarillado… Pero me han llamado siempre la atención los niños que no van a la escuela, los jóvenes que se pasean de una esquina a la otra, sin rumbo. Yo vivo en medio de eso, y soy el sacerdote de todos, sin excepción. De la población católica, pero también de los narcos, de los delincuentes. Si fallece uno de ellos, en la pelea o como sea, yo voy a su casa y hago el responso si me lo piden. Y terminamos, siempre, dándonos la paz.

encerraron en un ghetto y tenemos que derribar los muros. El problema que padece La Legua es un problema de muchas poblaciones en Chile. Es un problema del tipo de sociedad que estamos construyendo. La solución no va a venir con más carabineros, más represión ni más cárcel. Si hay armas es porque hay droga. Si hay droga es porque los narcotraficantes encontraron un terreno favorable a la venta. Si no atacamos la causa de la pobreza; la vivienda, la educación… nunca vamos a salir adelante.

-¿Cómo se puede cambiar la situación en La Legua?

Desde siempre, cerca de la gente

-La solución no es la represión. Tiene que haber un proyecto social a largo plazo. No se puede decidir en las oficinas, las autoridades deben escuchar a la gente, y decidir con ellos lo que tienen que hacer. Si se limitan a la represión, van a fracasar. Si no toman en cuenta lo que piensa la gente, van a fracasar. Creo que como pastor era mi papel recordarles a las autoridades que no podemos construir la paz imponiendo algo de afuera. No. La paz se construye con la participación de todos. La paz se construye también con el perdón. Para mí, vivir el perdón es aceptarnos, encontrarnos con opiniones diferentes, con historias diferentes. Vivir el perdón para mí es aceptar al otro como es. No basta con decirlo. Escuchar, sin juzgar. Eso es vivir el perdón.

-Se hace necesario un trabajo en unión… -Sí, porque con una comunidad involucrada podremos construir una Legua diferente. En Chile no podemos continuar viviendo en una sociedad con tanto rechazo, desprecio, estigmatización. Nos

-¿Por qué decidió ser sacerdote? -Me tocó verlo de cerca en mi familia. Soy el penúltimo de nueve hermanos, y el mayor era sacerdote. Desde que yo tenía unos siete u ocho años veía pasar frecuentemente por la casa jóvenes sacerdotes y seminaristas, amigos de mi hermano. Y recuerdo que lo que más me llamaba la atención era su gran alegría. Me daban ganas de ser como ellos. A los once años ya había entrado al seminario menor de la diócesis de Nantes. Después siguió el seminario mayor, y a los 27 fui ordenado sacerdote.

-¿Cuáles fueron sus primeras actividades como sacerdote? -Mi obispo me mandó como vicario a una parroquia cerca de Nantes, en un lugar muy pobre, donde la mayoría de la gente era obrera. Un año después me pidió dejar la casa parroquial para ir a vivir en el barrio. Estuve tres años viviendo en una mediagua, en medio de la gente. Después, en la década de los 60, y luego del Concilio Vaticano II, se tomó la decisión por parte de la Iglesia local

de enviar a dos sacerdotes a trabajar en la empresa, como obreros. La idea era lograr acercarse a la gente, desde la experimentación de sus condiciones de vida y realidad. Se hizo una votación para elegir a quienes debían tomar esa tarea, y fui designado. Entonces debí dejar la parroquia y partir a tocar la puerta de las empresas, buscando trabajo, como cualquier desempleado. Tenía 30 años cuando ingresé a trabajar en una empresa de metalurgia y construcción.

-¿Cómo fue esa experiencia? -Tuve que aprender la profesión de fresador, que consiste en manejar una máquina que realiza cortes en fierro. Fue un trabajo muy interesante para mí. Al optar por vivir en la condición obrera, yo tenía que vivir como ellos y pude conocerlos bien. También las condiciones de trabajo. Rápidamente entré en un sindicato, y empecé a asumir responsabilidades para intentar mejorar las condiciones de trabajo. Estuve quince años en la misma empresa. Hasta que me vine a Chile.

-¿Por qué se fue de Francia? -En las reuniones que teníamos a nivel país con los otros sacerdotes obreros, para compartir nuestras vivencias, conocí a sacerdotes que trabajaban en el Tercer Mundo y me interesó mucho lo que contaban, sus experiencias… y quise ir. La historia de la vida del padre Gerardo ha sido una historia de servicio, desde una profunda y esencial cercanía con la gente, que lo ha llevado por varias comunidades hasta llegar a Chile, y a su actual y querida población de La Legua, de la cual no pretende irse, y donde tiene puestas todas sus esperanzas.

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Historias que transforman

Walter Vásquez:

Cuando se elige la rehabilitación Salió del mundo de la delincuencia tal como entró. Por su decisión. Siendo un niño optó por la droga y el robo como maneras de escapar a una infancia marcada por carencias, abandono y soledad. Estuvo varios años preso, fue lanza en Argentina y Europa, las vivió todas en el oscuro camino de la clandestinidad. Ya no quiere más. Tiene dos hijas a quienes adora, y por ellas ha decidido cambiar. Hace cinco años que no roba ni se droga. Pero siente el peso de su pasado sobre su cuerpo y su salud, y agradece el tener la oportunidad de enmendar los errores cometidos. Hoy trabaja y tiene sueños de futuro. 48


Historias que transforman

L

a vida de Walter Vásquez ha sido dura. Gran parte de ella al margen de la ley, sumergido en el sórdido ambiente de las drogas y la delincuencia, y con varios años tras las rejas. Desde su temprana infancia en la población San Gregorio, de La Granja, supo lo que es el abandono. Tenía ocho años cuando sus padres lo dejaron a él y a su hermano menor, Ronald, de seis, al cuidado de sus abuelos. “Mi abuela trabajaba como asesora del hogar puertas adentro, no estaba nunca en la casa, y mi abuelo tomaba todo el día. A veces en las mañanas iba a trabajar a la feria. Yo lo acompañaba, y fue ahí donde a los nueve o diez años empecé a robar. Me metía gateando entre los cajones de fruta, y les sacaba plata de las cajas a los viejos…”, cuenta. Después le enseñó a su hermano a hacer lo mismo. “Era para comprarnos cosas que queríamos y no podíamos, porque mi abuelo se tomaba toda la plata…”. Poco después empezó a probar con drogas. “Lo hacía para escapar, para no sentir nada”. Aspiraba neoprén, fumaba lo que hubiera, tomaba. Entró en el círculo vicioso de la droga y el robo. Comenzó a caer detenido y a ser llevado a correccionales. Un día, cuando los dos hermanos volvían a la casa después de clases, los carabineros los estaban esperando para llevarlos a un hogar de menores, por petición de sus padres. “No nos gustó estar encerrados. Fue una mala influencia, porque había cabros malos ahí adentro, mayores, y uno aprendía esas cosas…”, recuerda Walter. Estuvieron cerca de dos meses en ese hogar del barrio República. Hasta que un día llegaron sus abuelos a pedir su custodia y el Juzgado de Menores accedió a darles la tutela de los

“Cuando Génesis tenía cinco años me dijo que no quería ir a verme más a la cárcel, porque no le gustaba ese lugar. Me di cuenta de que uno tiene que darle otro ritmo a su vida si quiere ver a sus hijos crecer”, dice Walter con convicción.

niños, para que estuvieran con su familia y siguieran yendo al colegio. Pero Walter más que al colegio volvió a la calle. “Yo pasaba mucho tiempo solo, nadie me mandaba. Me drogaba, hacía lo que quería”. Cuando terminó octavo básico decidió no ir más al colegio. De a poco se fue formando una pandilla en el barrio, en torno a los hermanos Vásquez. “Como nos veían con plata, los amigos y otros cabros se empezaron a acercar. Llegamos a ser como 15, y salíamos todos a robar. Nos decían ‘los de la banca’, porque con un tronco grande que recogimos hicimos una banqueta que pusimos afuera de la casa, donde siempre nos juntábamos”, cuenta. El pequeño niño que les sacaba las monedas a los locatarios de la Vega Central

se había convertido para entonces en lanza profesional. Todo un líder negativo, que inició a varios otros en esas andanzas, y que pasaba meses en la calle, sin volver a su casa, durmiendo debajo de los puentes y en las caletas de Plaza Italia. Antes de cumplir los 18 años había pasado por todos los hogares de menores y correccionales de Santiago. También por Illapel y Valparaíso.

Lanza internacional Cuando tenía quince años, Walter cruzó ilegalmente a Argentina, escondido en el maletero de un bus. Estuvo alrededor de un año en Buenos Aires, viviendo en villas marginales y haciendo eso a lo que se había acostumbrado: robar. “Era mi modo de vida, lo que sabía hacer”, dice. Hasta que

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Historias que transforman

“Me gustaría llegar a tener una microempresa de jardinería. Esa es mi meta. Quiero que mis hijas tengan buenos estudios. Deseo que sean profesionales, no importa que nos tengamos que esforzar. Ya que uno no lo pudo ser, que ellas lo sean”.

punzón en una pierna –la razón de su leve cojeo–, otra vez me dieron una puñalada en el cuello…”. En su opinión experta, las cárceles chilenas son peores que las europeas. “Aquí se ve miseria, masacre y abuso de poder. Hay mucha violencia y cizaña por parte de los gendarmes. Allá no… aunque te discriminan por no ser local, nadie se mete contigo. Todos los reos tienen su cama y buena comida. Hubo una, eso sí, en Ámsterdam, donde todo era de cemento, mesas, sillas, y ¡cama de cemento! A las seis de la mañana nos despertaban con marchas militares a todo volumen encima de nuestras cabezas”, recuerda.

El camino de la rehabilitación fue detenido por robarle a un turista, y enviado a una casa correccional local. Cuando salió se fue junto a un grupo de conocidos a Brasil, donde estuvieron alrededor de un mes codeándose con la mafia y el narcotráfico de las favelas de Río de Janeiro. Tenía 17 años cuando volvió a Santiago, donde a falta de un mejor prospecto siguió robando. Al poco tiempo lo pillaron y tuvo su primera gran condena: cinco años y un día en la Penitenciaría. Salió a los 22. Por ese entonces, su hermano Ronald tuvo un accidente. Un vehículo lo atropelló y lo mató, poco después de que se hubiera arrancado de la cárcel de menores de Puente Alto. Walter volvió a caer. Tres años más en la cárcel de San Miguel. El día que terminó su condena le llegó un pasaje desde Europa. Se lo enviaban algunos de sus antiguos compañeros, que lo estaban invitando a irse para allá a ‘trabajar’ con ellos. Walter tomó el avión. En Milán se reu-

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nió con sus compañeros chilenos. Estuvo seis meses en Italia, hasta que lo pillaron lanceando. Le dieron dos meses de presidio. Cuando salió libre se fue a robar a otros países: Bélgica, Holanda, Suiza. Ahí también supo de cárceles. Dos años después había juntado dinero, echaba de menos e impulsado por el frío del invierno europeo decidió volver a Chile. Tenía 26 años. Pero siguió en las mismas. Lo reconoce con franqueza: “Me gustaba salir a robar, yo a veces tenía plata y salía igual. Por la adrenalina”. Así continuó en su recorrido carcelario, ahora por Colina I y II, nuevamente la cárcel de San Miguel y la de Puente Alto. Su experiencia privado de libertad fue difícil. Sólo él sabe por qué entonces reincidía una y otra vez. Reconoce que no era un reo fácil, y que estuvo varias veces metido en peleas de pandillas, motines y desórdenes. “Una vez me atravesaron un

Walter conoce a Paola, su actual esposa, desde siempre. Vivían en el mismo pasaje y le gustaba desde que eran chicos. Nunca se había atrevido a hablarle, hasta cuando volvió de Europa. Al poco tiempo empezaron a pololear. Hoy están casados, y tienen dos hijas, Génesis (13) y Millaray (7). “Cuando nació la mayor yo seguía robando. Pero empecé de a poco a darme cuenta de otras cosas. Cuando caía preso y ellas me iban a ver, no me gustaba que las revisaran al entrar… el trato que les daban. Cuando Génesis tenía cinco años me dijo que no quería ir a verme más a la cárcel, porque no le gustaba ese lugar. Me di cuenta de que uno tiene que darle otro ritmo a su vida si quiere ver a sus hijos crecer”, dice Walter con convicción. Cuando decidió cambiar, lo primero que hizo fue vender en la feria, luego trabajó en una empresa de aseo de vías públicas en Las Condes. “Estuve un año en eso, pero cuando veía la oportunidad, igual robaba”. Hasta que un día, en 2002, se encontró con


Historias que transforman

el alcalde de La Granja. “Él me ubicaba porque conocía a mi mamá. Le dije que quería trabajar, que deseaba rehabilitarme. Él me citó al parque Brasil y me pusieron al tiro a trabajar en mantención de áreas verdes. Ahí aprendí de jardinería. Me gustó mucho”. Walter estaba trabajando legalmente hacía tres años cuando llegaron a buscarlo para llevarlo a cumplir una condena que tenía pendiente. “Ya me estaba rehabilitando. Pero tenía que cumplirla”. Fueron dos años más. Pero esa última experiencia en la cárcel fue diferente a las anteriores. “Yo creo que con el tiempo y la edad, con todo lo vivido, me he puesto más sensible. Participé en el taller de literatura, era el encargado de la biblioteca, tuve buena conducta. Antes siempre fui un reo conflictivo”. Por esos días, unos vecinos le dijeron a su hija Génesis que Walter era un ‘‘bandido’’. “Ella me lo dijo y a mí me afectó porque no quiero que ellas vean ese aspecto de mi vida. Génesis me volvió a decir clarito: ‘papá, yo no quiero verte más preso’. Le prometí que no iba a robar más. Por eso estoy poniéndole empeño. No quiero dejarlas solas, quiero tirar para arriba con ellas. Aunque me cueste”. Al salir, volvió a su empleo en los jardines del parque Brasil, donde ya lleva más de dos años laborando cuatro días a la semana. Le gusta lo que hace. “Me relajo regando, trabajando con la tierra y con las plantas. Me gusta tener mi espacio, trabajar tranquilo. Y he aprendido harto”. Se ganó un proyecto FOSIS y otro del Patronato de Reos, que le sirvió para comprar sus propias herramientas: tijeras, cortadoras, orilladoras, para poder hacer “pitutos”. “Me gustaría llegar a tener una microempresa de jardinería. Esa es mi meta. Quiero que mis hijas tengan

buenos estudios. Deseo que sean profesionales, no importa que nos tengamos que esforzar. Ya que uno no lo pudo ser, que ellas lo sean”, dice esperanzado. Por eso ahora está buscando mayor estabilidad laboral, postulando a nuevas oportunidades, con un mejor sueldo e imposiciones. “Quiero llegar a viejo tranquilo. He tenido una vida ajetreada y todo eso me pasa la cuenta, pero doy gracias a Dios porque estoy aquí, y porque puedo seguir luchando”. Walter cree sinceramente que está rehabilitado. “Me doy cuenta porque he tenido varias posibilidades de reincidir, de vender droga, de irme a Europa de nuevo a robar, y he dicho que no. Porque no quiero. Ahora no me dan ganas. La última vez que salí de la cárcel mis compadres me mandaron otro pasaje a Europa. Yo se lo mostré a mi señora, y le dije que no me interesaba ir. Ella me dijo, ‘trabaja no más’, y sí poh, eso es lo que estoy haciendo, porque quiero estar con mis hijas. Prefiero tener el refrigerador pelado, pero estar los cuatro juntos”. Cuando dejó de robar les contó a sus amigos. Al principio no le creyeron. “Uno me preguntó ¿por qué? Yo les dije porque no quiero robar más, quiero estar con mi familia, y además lo he pasado mal. He estado a punto de morir varias veces, y esa no es vida. Ellos respetaron mi decisión. Aunque somos criados juntos desde cabros chicos y yo los saqué a robar a ellos. Ahora yo me salí y ellos siguen”. Este ex líder negativo ha despertado y ahora, con su decisión y motivación, está siendo todo lo contrario: un buen ejemplo para sus amigos. Con el apoyo de su señora, sus hijas, y de los sicólogos del Patronato de Reos, Walter se cree capaz. Y ciertamente se merece una oportunidad.

“Quiero llegar a viejo tranquilo. He tenido una vida ajetreada y todo eso me pasa la cuenta, pero doy gracias a Dios porque estoy aquí, y porque puedo seguir luchando”.

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Solidaridad

¿Existe una nueva pobreza en Chile? ¿Quiénes son los pobres hoy en Chile?, ¿de qué carecen?, ¿qué esperan?, ¿cómo se sienten mirados por la sociedad?, ¿cómo esperan salir de la situación en la que viven?

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stas y otras preguntas fueron las que buscó responder la Fundación para la Superación de la Pobreza con el estudio “Voces de la pobreza, significados, representaciones y sentir de personas en situación de pobreza”, del año 2010. ¿Cómo lo hicieron?, preguntando a personas en situación de pobreza, a través de Focus Groups, para rescatar los significados que tiene el fenómeno de la pobreza para ellos. Los resultados mostraron un nuevo rostro de la pobreza, una realidad en la que los pobres han transitado desde el “no tener”, asociado a carencias de necesidades básicas (falta de techo, abrigo, comida, etc.), hacia un profundo malestar emocional del “no ser” y “no hacer”, sustentado en sentimientos de discriminación e impotencia para desarrollar una vida en condiciones

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de dignidad. La pobreza entendida como no ser y no hacer, se transforma en una realidad compleja, que demanda enfoques nuevos que no pueden ser reducidos al tener. El estudio describe la realidad de la llamada “pobreza equipada”: aquella de grandes televisores, electrodomésticos, juegos electrónicos, de ropa e incluso autos de marca, que permiten una mejor distinción social en el barrio. Un porcentaje importante de personas en situación de pobreza hoy, “tienen”. Este “tener” se transforma en un invisibilizador de su realidad. Esta pobreza equipada, es, sin duda, una de las dificultades a la que se ven enfrentadas las herramientas de medición de la pobreza actuales y una desafío para la focalización de las políticas sociales. Aún teniendo, los más pobres se sienten pobres, invisibles,

discriminados, marginados y no demandan asistencia, sino oportunidades justas, equitativas y dignas para ser sujetos de su propio proceso de transformación. Quienes viven la pobreza tienen claro que la educación y las condiciones laborales son factores claves que pueden favorecer u obstaculizar sus procesos de superación social. A mayor educación, y particularmente, profesionalización, mayor oportunidad de acceso a buenos trabajos, bien remunerados y con mejores condiciones de desarrollo. Reconocen también que sus principales recursos humanos y activos sociales son el esfuerzo, la honradez y la experiencia, y sienten que es necesario que la sociedad tome en cuenta esos valores. La cultura del esfuerzo clama por ser recono-


Solidaridad

Primer Encuentro de Voluntarios de la Comunidad de Organizaciones Solidarias

Los desafíos que presenta el estudio “Voces de la pobreza” se extienden hacia las organizaciones solidarias por lo que surge, entre otras, la necesidad de capacitar a sus voluntarios no sólo en competencias (cómo cuidar, qué hacer, qué enseñar, etc.) sino también despertando los anhelos y buscando una comunión profunda con el otro. En este contexto, la Comunidad de Organizaciones Solidarias realizó, en abril pasado, el Encuentro “Voluntarios, constructores del país en el que queremos vivir”, que convocó a los voluntarios de las distintas corporaciones y fundaciones que forman esta comunidad. El objetivo de este encuentro era vivir una instancia de reflexión y discusión sobre el rol de los voluntarios frente a esta nueva forma de pobreza, con el fin de transformar la mirada respecto de los destinatarios de las mismas organizaciones. El Encuentro se realizó en la Universidad San Sebastián y contó con la participación de los panelistas Sebastián Zulueta, director ejecutivo de América Solidaria; Benito Baranda, vicepresidente de la Fundación para la Superación de la Pobreza, y la Hermana Karoline Mayer, directora de la Fundación Cristo Vive. Sebastián Zulueta comenzó el Encuentro con la pregunta ¿De qué manera y cuándo somos nosotros mismos generadores de situaciones de no-solidaridad? Este punto de partida permitió reflexionar sobre la responsabilidad compartida frente a la solidaridad. Benito Baranda, por su parte, habló sobre la necesidad de acercarse al otro con profundo respeto. Contó la historia de un hombre que quería ser voluntario en una hospedaría: “Cuando llegó había mal olor, pero en vez de taparse la nariz y pasar rápido o buscar cómo solucionar el problema, cada vez que iba aspiraba profundamente el olor que tantos respiraban cada día, todos los días”.A través de esta historia explicó que no es posible la solidaridad verdadera sin encuentro y no es posible el encuentro sin el respeto por el otro. Esto significa “no te vengo a dar, sino vengo a encontrarme contigo”. La Hermana Karoline Mayer contagió a todos con su alegría y pasión. Desde su historia personal, cargada de humanidad, rostros, manos, historias, nombres de personas de barrios marginados, mediaguas pequeñitas –y con rendijas por donde se cuelan el viento y la voz de los vecinos–, esta mujer alemana interpeló a los asistentes sobre la responsabilidad de cada uno en la construcción de estructuras de injusticia que producen pobreza. Ella invitó a levantar la cabeza y extender las alas para hacernos “grandes” y crecer en la responsabilidad del país que construimos, y explicó que no basta con paliar solamente las consecuencias de la pobreza –al cuidar y servir niños en riesgo social, abuelos abandonados, personas marginadas o jóvenes excluidos– sino que es necesario comprometerse también en la transformación de las causas y en construcción de estructuras de justicia y dignidad. “No es posible la paz sin la justicia”, concluyó.

cida y diferenciada de la pobreza que se queda entrampada en su desesperanza, que vive de la asistencia y que, en muchos casos, se alimenta de estereotipos generados por el resto de la sociedad. La cultura del esfuerzo debe ser valorada e incorporada en las políticas públicas sociales. En relación a posibles caminos de superación de la pobreza, planteados por los mismos entrevistados, llama la atención la ausencia de relevancia de las organizaciones civiles y sociales como actores reconocidos en la superación de la pobreza, siendo el propio individuo y su familia quienes deben esforzarse y emprender para salir adelante, seguido de una importante labor del gobierno/estado y de los empresarios en la generación de oportunidades. Esta ausencia de relevancia que las personas otorgan a las organizaciones sociales, muestra que la superación de la pobreza parece jugarse hoy entre los esfuerzos de la base y la cúspide, lo que da cuenta de una atomización social y de una sensación de marginación e inaccesibilidad al no existir los actores intermedios que vinculen los dos extremos. Los resultados del estudio dan claras luces de la necesidad de políticas sociales construidas sobre la realidad de la pobreza y no sobre las creencias o ideologías de lo que los pobres son y viven. Se hacen necesarios espacios de participación, tanto para la construcción de diagnósticos como en la búsqueda de soluciones que mejoren su calidad de vida, a través de políticas integrales que perfeccionen el actual enfoque sectorial. Chile está en una coyuntura particular y propicia para esta nueva mirada: es el desafío fundamental del futuro Ministerio de Desarrollo Social. http://www.superacionpobreza.cl/ descarga-archivo/libro_voces_final.pdf

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Encuentros

Encuentro en Lo Alto en Bogotá:

Un abrazo de unión con el pueblo colombiano R

eminiscencias de un nuevo Encuentro en lo Alto, por primera vez fuera de Chile, esta vez en la ciudad de Bogotá, donde colombianos y chilenos vivieron momentos de unión, fe y alegría. Ya son seis las instancias de reunión en las alturas de los cerros que ha organizado la Fundación Desafío. Todas grandes convocatorias en las que se ha mirado desde lo alto hacia lo alto, para en ese espíritu, poder reflexionar sobre la vida y escuchar a Jesús. Pero esta es la primera vez que el encuentro sale de Chile, abriendo los brazos para incluir a los hermanos de Colombia, país con el que Desafío mantiene una cercana relación desde hace muchos años, y que se concretó especialmente gracias a la motivación de Juanita Liébano, quien ha participado en todos los encuentros en Chile y que tuvo la iniciativa de llevarlo también a su país. Así se hizo. El fin de semana del 4, 5 y 6 de marzo más de 50 personas vivieron su Encuentro en Lo Alto. Gente de distintas ocupaciones y vivencias, pobres, ricos, trabajadores, empresarios, pobladores, creyentes y ateos se juntaron para vivir un encuentro desde el corazón, dejando fuera los roles, carteles y caretas, arriesgándose a vivir un

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fin de semana diferente, fuera de casa, rodeados de desconocidos y sin tener mayor idea de lo que iban a vivir. “Pero algo les debía rondar en el corazón para que dejaran a un lado todas las cosas planeadas tradicionalmente en un fin de semana, algo debía estar ahí, dando vueltas en el alma. Así llegaron los participantes del encuentro, desprevenidos, inquietos, curiosos, pero todos con anhelos dentro”, cuenta el ejecutivo colombiano Carlos Alberto Vargas. De a poco todos se fueron mirando, encontrando. Como bien dice Carlos, “Fuimos sintonizando y simpatizando hasta hoy sentir que podemos tomarnos de las manos y darle mucha fuerza a nuestras iniciativas para continuar con lo que nos fue regalado”. Laura, de 17 años, asistió pensando en que fuera un buen espacio para discernir su carrera universitaria, y hacia el final del encuentro no sabía cómo iba a contarle a sus amigas la experiencia que había vivido, tan importante y tan significativa, al lado de personas adultas, algunas diametralmente opuestas a ella, como Sandra, que sentada a su lado en la primera reunión de grupo, habló sin complejos de su pasado como trabajadora sexual, de la for-

ma como está buscando recuperar a sus dos hijos, de la clase de mujer que ahora sabe que quiere llegar a ser. “No conozco muchos lugares en mi país donde pueda darse de manera tan tranquila la unión de dos realidades tan distintas, tan extrañas la una para la otra, y con miradas transparentes, sin la menor codicia, sin envidia”, dice Carlos Alberto. Mientras el Padre Alfonso Rincón, quien durante años fuera uno de los grandes pensadores de ciencias humanas en la más importante Universidad pública de Colombia, con la sencillez que lo caracteriza, tuvo la oportunidad de encontrar a Diego, un hombre de piel gruesa y manos de historia fuerte, que vivió varios años en las calles de Bogotá, mendigando, hurgando en la basura, y en ocasiones hasta robando. Hoy vive limpio, vendiendo bolsas para la basura. Ya no las rompe para buscar comida. Hacia el final del encuentro, Diego se levantó frente al padre Alfonso, Laura, Sandra y todos los demás y lo que dijo resume lo profundo que puede llegar a tocar en los corazones humanos una instancia de unión con los otros: “He vuelto a robar, les robé a ustedes el corazón y las razones que hoy tengo para seguir viviendo”.


Tiempo Libre

Comentario de libro:

El Elemento D

escubrir tu pasión lo cambia todo, es el subtítulo del libro, que es equivalente a descubrir tu Elemento, lo cambia todo. Nuestro Elemento es aquello que nos gusta hacer y que se nos da especialmente bien. Como cultura occidental, señala Robinson, estamos instalados en una comprensión de la educación como un proceso que prepara a las personas para trabajar en líneas de producción industrial, y por ello el sistema educacional mismo es otra línea de producción de paquetes de individuos, tratados como grupos y medidos en base a pruebas estandarizadas. De hecho todo el sistema educacional está alineado para obtener los mejores resultados en esas pruebas estándares. El resultado de esto es que el sistema educacional agota sistemáticamente la creatividad de los niños. Lo que propone Robinson es alinear todo el sistema educacional para buscar el Elemento de sus alumnos a través de una educación personalizada, y poner todo el sistema a trabajar para su desarrollo y cultivo. Una invitación a dejar de hablar de mediciones como el coeficiente intelectual estándar y que vayamos más a la pregunta ¿cuál es tu inteligencia? o ¿de qué modo eres inteligente?, entendiendo que la inteligencia individual es tan particular como lo es la huella digital. Para descubrir el Elemento sugiere las siguientes preguntas: ¿Qué es aquello que absorbe más tu interés? Si pudieras hacer lo que quisieras, ¿qué te gustaría

estar haciendo? Cuando estamos en nuestro Elemento, nos pasa que nos perdemos en la experiencia, vivimos el momento y damos el máximo de nosotros mismos. El tiempo transcurre de manera diferente, porque establecemos contacto con algo fundamental para nuestro sentido de identidad, para nuestros objetivos y nuestro bienestar. Sentimos gran placer y deleite en lo que hacemos. Es como estar dentro de un túnel, no vemos nada más, sólo lo que estamos haciendo. Cuando estamos en el Elemento vivimos en la emoción del entusiasmo, estamos en lo que el autor llama “in the zone”, “nuestra zona”. Cuando estamos en el Elemento, estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. A pesar de estar agotados físicamente, la actividad nos llena de energía; es como estar conectados a un alimentador de corriente, señala Ken Robinson. Concluye diciendo que estar «in the zone» es una experiencia que puede llegar a ser adictiva. Otra cosa muy importante, las personas que están en su Elemento se agrupan en lo que él llama tribus. Incluso una persona en proceso de búsqueda de su Elemento, al dar con la tribu con la que sintoniza, podrá dar muy probablemente con su Elemento. Cuando estas tribus se concentran

en un mismo lugar, las oportunidades de que se produzca una inspiración mutua pueden ser enormes (el caso de Silicon Valley). La pasión de Ken Robinson es transformar la educación en gran escala; de manera que llegue a ser quizás el principal proceso que nos lleve a nuestro Elemento. Los niños aprenden mejor el uno del otro, y cuando los profesores aprenden junto a ellos. Con redes temáticas, juego, y la experiencia inserta en el mundo real. Las redes sociales y tecnologías de comunicación humana entrarán con fuerza aquí. Y no será sorprendente si las personas dejan el sistema educacional y buscan mecanismos de desarrollo personal en forma autodidacta; hay buenos ejemplos ya de ello. En la época en que vivimos necesitamos personas creativas, apasionadas, colaborativas, felices. Para terminar, Ken Robinson da muchos ejemplos de personas que están en su Elemento y de las cuales cuenta parte de sus historias; como la del baterista Mick Fleetwood; de la bailarina Gillian Lynne; del creador de Los Simpsons, Matt Groening; de la actriz Meg Ryan; del peluquero Vidal Sassoon; y de la jugadora de billar Ewa Laurence, entre varios más. Un libro imperdible, especialmente para aquellos que están en el mundo de la educación.

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Humor

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