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economía
Opinión
Mgs. Aldo Abram
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Según los funcionarios del gobierno y del Banco Central de la República Argentina (BCRA), la elevada inflación del país (casi 52% anualizada a julio), se debe a que los precios internacionales subieron mucho. Sin embargo, cuando miramos Sudamérica, sacando la hiperinflacionaria Venezuela y Argentina, casi todas las demás naciones tienen suba de precios anuales de sólo un dígito. ¿Será que nuestros vecinos están fuera del planeta tierra o que no hay forma de justificar aumentos interanuales de los precios al consumidor de más del 50% por lo que pasa en el exterior? Otro argumento usual es que los empresarios argentinos son codiciosas y suben indiscriminadamente los precios en lugar de producir más. ¿Eso quiere decir que en los países vecinos los que tienen empresas no son ambiciosos y, por ende, no suben sus precios? Obvio que no. Cualquiera que sea un profesional independiente que presta un servicio o que tenga por lo menos un quiosquito o pone una mantita para vender cosas en la calle, sabe que no puede cobrar lo que quiera porque los compradores se van a otro lado y termina sin clientes.
Mejor pasemos de precios cuidados a cuidar el valor del peso
Conclusión, los países de la región no son los que están fuera del planeta tierra, sino Argentina y los funcionarios de su gobierno y Banco Central
(BCRA). Si el Presidente Fernández llamara a sus colegas de la región que tienen baja inflación y les preguntara como lograron ese “milagro”, estos le contestarán que la prioridad de sus bancos centrales es respetar a sus ciudadanos dándoles una moneda confiable y estable. El problema argentino es que, durante los últimos 80 años, la prioridad del BCRA casi siempre ha sido financiar los excesos de gasto de los gobiernos de turno. Lo hace produciendo un papelito pintado, que vale poco en sí mismo, y que se lo entrega al Tesoro Nacional para que pueda gastar de más; parecería magia, pero no lo es. Como los argentinos estamos cansados de que nos quiten valor del peso, no demandamos los que emite el BCRA y, como pasaría con caramelos o cualquier otra cosa que se produzca más de lo que la gente quiere, el “papelito pintado” baja de precio. Eso significa que la moneda en que ahorramos y cobramos nuestro sueldo pierde poder adquisitivo y se lo apropia el BCRA para transferírselo al gobierno para que gaste más; por eso algunos lo llaman “impuesto inflacionario”.
Así es como el gasto público puede aumentar; pero el nuestro, baja, porque nos han quitado poder adquisitivo, empobreciéndonos. Dado que le quitaron valor a nuestra moneda, cuando queremos ir al supermercado y comprar un producto, el vendedor nos pedirá
más pesos, porque han perdido poder adquisitivo; mientras que el valor de lo que queremos llevar no ha bajado. Cuando llamemos al gasista para que arregle el calefón, como su trabajo sigue valiendo lo mismo, nos cobrará más de esos pesos que valen menos que antes. Eso es lo que llamamos inflación y es simplemente el reflejo, en el tiempo, de lo que le quitan de poder adquisitivo a nuestra moneda para financiar los excesos de erogaciones del Estado. Ahora, es fácil entender por qué les cuesta tanto a los gobiernos de turno bajar la inflación; porque eso implicaría tener que dejar de gastar de más, cosa que no quieren
hacer; por lo que la prioridad del BCRA seguirá siendo quitarnos poder adquisitivo a nuestros pesos para financiarlos.
Opinión
Agustín Etchebarne
Los datos de la macroeconomía muestran que el nivel de actividad se recuperó casi 10% hasta los niveles previos a la pandemia. El salto en las exportaciones impulsadas por los buenos precios de las commoditties permitirá terminar este año con un saldo comercial positivo de unos USD 15.000 millones. Además, recordemos que el gobierno recibió un regalo del FMI en la forma de Derechos Especiales de Giro equivalente a USD 4344 millones. Pese a ese panorama auspicioso, volvió la incertidumbre cambiaria y el clima de decadencia terminal continúa. El desánimo de los argentinos es palpable, tanto como la tranquilidad que encuentran los que se van a Uruguay, Europa o EE.UU. - Agustín, acá (en Uruguay) estamos en paz. En Argentina sufríamos un permanente ataque del gobierno, impuestos altísimos, regulaciones pesadas e insólitas y para colmo con políticos y periodistas que te insultan por televisión y te culpan de la inflación y de todos los males del país. Acá, el presidente te recibe bajándote los impuestos y los funcionarios te preguntan si necesitas algo o pueden ayudarte en algún tema. Así me lo resumió un exitoso empresario que era el número uno en su rubro en Argentina y hoy es el número uno en el mismo rubro en Uruguay. - Por favor, por dos años no me hables más de Argentina. Me dice otro exitoso empresario, cansado de ayudar a intentar mejorar el país. Es un ex dueño de un unicornio, que hoy está haciendo importantes inversiones en Brasil y en otros países. Un tercero me reitera una pregunta: “¿cuándo estalla la Argentina?”.
¿Cuándo estalla la Argentina?
Para comprender esta contradicción entre los datos de actividad y las expectativas empresarias podemos empezar por leer el informe de “Paying taxes”, de Price Waterhouse, que muestra que las empresas argentinas pagan más impuestos que en cualquier otro país (salvo la isla de Comoros en África). Además, los empresarios pagan impuestos patrimoniales sobre los activos en Argentina y el doble sobre los activos externos. De ese modo, hay casos donde el gobierno argentino puede quedarse con hasta tres veces las ganancias de una persona física, comiéndole parte del capital. También cobra altísimos impuestos al consumo, al trabajo, al ahorro, a las transacciones bancarias, y otros 170 impuestos y tasas adicionales. Pero nada alcanza para cubrir las necesidades de los “necesitados” y los excesos de la clase gobernante. El resultado es que los argentinos están exhaustos y el Tesoro está quebrado, tenemos una deuda que supera el 102% del PBI y un riesgo país que superó esta semana los 1900 pb la semana pasada. Esto implica que es imposible de refinanciar, a menos que lográramos un programa de enorme
credibilidad que no está en el horizonte. Guzmán no resolvió ningún problema, solo pateó los vencimientos para que los pague el próximo gobierno. Además, el Banco Central está en una situación límite, con una deuda remunerada que supera el 140% de la Base Monetaria y por la que paga una tasa efectiva del 45% anual. Es una bola de nieve que va a terminar en un nuevo salto inflacionario. Las reservas líquidas no alcanzan ni para cubrir los vencimientos del próximo trimestre. La ANSES también está quebrada porque no tiene fondos suficientes para cumplir con los compromisos jubilatorios; y a pesar de ello, sigue otorgando privilegios como el bono de $32.000 a los miembros de la comunidad LGBTYQ+. Y los políticos, apenas terminadas las elecciones, rompen las promesas de campaña, inventan un impuesto del 3% a los “envases”, hablan de subir las retenciones al campo; y aún en la oposición, JxC anuncia un ajuste automático de impuestos por inflación y proponen gravar la “plusvalía” inmobiliaria. Están muy lejos de la máxima alberdiana de “cobrar muchos pocos en lugar de pocos muchos”. Esa vieja sabiduría que se encuentra en Lao Tsé, Confucio, o los filósofos árabes y que Arthur Laffer recuperó hace algunas décadas. Se sabe que a partir de cierto nivel de imposición, aumentar las alícuotas o los impuestos, tenderá a achicar la torta. Hoy la única forma de subir la recaudación a largo plazo es BAJAR IMPUESTOS. Por supuesto, en el corto plazo, eso requiere también reducir el gasto público, recortar los privilegios de los políticos y todos los subsidios a empresas y al público, salvo a los más pobres. Luego de 80 años de apretar cada vez más al sector productivo para aumentar el gasto público provocó un salto en el nivel de pobreza que está por encima del 40%. Además, la caída del salario real de los trabajadores comparado con la canasta básica está 40% por debajo del 2013, por eso el nivel de estrés social sigue altísimo. La crisis social es tan profunda que la preocupación de las madres argentinas en sectores de ingresos medios o altos es que sus hijos se vayan del país. Peor aún en los sectores bajos o muy bajos que temen que sus hijos terminen atrapados en las redes del narcotráfico o muertos en un enfrentamiento callejero. Mirando hacia adelante, vemos que en los próximos meses es probable que el gobierno alcance un acuerdo de facilidades extendidas con el FMI, nuevamente para patear vencimientos y conseguir algo de dinero fresco de modo que el gobierno pueda llegar a terminar su mandato. Es probable que lo consiga, porque a los funcionarios del Fondo no les conviene que se caiga su principal deudor. El acuerdo será un conjunto de intenciones que posiblemente sean incumplidas, al igual que los 24 convenios anteriores. Lo que está claro es que ningún acuerdo con el FMI va a resolver los problemas de la Argentina. Recordemos que el FMI es un invento keynesiano, y el problema de la Argentina es, en todo caso, un exceso de keynesianismo! Tampoco veo la manera en que logren evitar un salto inflacionario. La inflación del año próximos es muy probable que sea superior a la del año actual. Lo positivo que dejó este año es el resurgimiento del liberalismo en las urnas. El 25% de los porteños y el 7,5% de los bonaerenses votaron por diputados liberales. Son cinco diputados que se transformarán en diez si repiten el resultado en 2023 y que ejercerán una influencia muy positiva en el Congreso y en la opinión pública. Los desatinos de la casta política ahora enfrentarán a un grupo que desafía el status quo. Basta ver lo que ocurrió en EE.UU. con Trump, en Brasil con Bolsonaro, o en Chile con Kast, para comprender que es un desafío real. La Argentina requiere un programa de Reformas Estructurales que tenga por objetivo establecer un sistema económico y rentístico equivalente al de los 10 o 20 países más libres de la tierra. Eso requiere una reforma monetaria para eliminar la inflación, una mega desregulación para liberar a las PYMES, una reforma laboral consecuente con el sistema de trabajo del siglo XXI, una gran reducción y simplificación del sistema impositivo, y una apertura de la economía. Y para que todo ello sea sustentable es requisito indispensable la reforma del Estado que permita achicar el gasto público sustancialmente para volver al nivel de 25% de gasto en relación al PBI que teníamos en la década del 90.
Opinión
Claus Noceti
Abogado - Especialista en Derecho Aduanero y Cambiario.
En estas épocas, donde comenzamos a despedirnos de un 2021 ciertamente peculiar, es difícil no caer en la tentación de hacer algún tipo de retrospectiva y ver que es lo que nos dejó este año en materia de comercio exterior. A la luz de cierta tranquilidad a nivel aduanera (lo cual podría traducirse en un nuevo año perdido, donde la aduana no se sale de su rol fiscalizador), los ojos se posan en las novedades que hemos tenido a nivel de control de cambios. A todas luces, en esta materia, el año 2021 tiene una identidad propia muy marcada. Algunos recordarán el 2021 como el año en el que el Banco Central de la República Argentina (en adelante BCRA) reguló tanto o más las operaciones de bonos que la propia Comisión Nacional de Valores. Otros lo recordarán como el año en que confundió la individualidad que tiene una empresa con relación a sus controlantes (vedando acceso al mercado de cambios a la primera, si los segundos realizan operaciones bursátiles). Podrá ser también recordado como el año en el que llevó la complejidad del cálculo de cupos para el pago de importaciones a un nivel cuasi actuarial. Muchos otros recordarán este año, como aquel en el que el organismo sinceró que cualquier pago que supere los diez mil dólares hace tanto daño que se debe dar aviso con tres días de antelación que uno pretenderá realizar semejante desembolso (notar que no hace mucho, el umbral era de dos millones de dólares). Ahora bien, más allá de todas estas particularidades, resulta relevante hacer notar que muchas de estas normas que marcaron los últimos 12 meses, han sido fruto de efectos colaterales que el BCRA no debiera ignorar y, en el improbable caso que así fuera, debería aprovechar el año que comienza para hacer las urgentes correcciones del caso. Pero repito, resulta poco probable que el BCRA desconozca los efectos colaterales que a continuación detallaremos y no solo por lo obvio, sino por el poder de daño que estos tienen. Cuesta creer que el mencionado organismo no sepa que si se obliga a ingresar y liquidar las divisas obtenidas por la venta de cualquier activo, estoy matando el negocio del “drop shipment” (posibilidad de que las compañías argentinas actúen como intermediario entre partes del exterior). No debiera escaparse del entendimiento del BCRA que si obligo a alguien a liquidar divisas en “x” días le resto competitividad en comparación con otros oferentes que pueden vender a crédito. Me permito dudar que el BCRA a la fecha no sepa que las restricciones al pago anticipado de servicios esta generando que compañías argentinas deban triangular importaciones, y que la única solución posible al acotamiento de plazos antes mencionado en la inclusión de terceros operadores en las exportaciones. La gravedad de esto, esta dado por
Los efectos colaterales del control de cambios
el empobrecimiento de las empresas. Debe notarse que el hecho de tener que inactivar negocios (drop shipments), o la mera pérdida de competitividad (imposibilidad de financiamiento) e incluso la incorporación de intermediarios, tienen un mismo correlato: menores ingresos para las empresas nacionales. El 2022 podrá ser entonces, el año en que se corrijan estos errores del pasado y se analicen los eventuales efectos colaterales de forma previa a cada incursión normativa. Al fin de cuentas no es más ni menos que un elemento esencial de la tarea legislativa. El 2022 podrá ser la oportunidad de cortar con el ejercicio de prueba y error, de abrir los ojos para ver la realidad, y los oídos para escuchar al ecosistema de negocios que cuando no un poco de normalidad, exige al menos un respiro. No es posible asegurar si todo esto sucederá. Ni siquiera podemos afirmar que se cumpla al menos en parte. Sirve entonces el presente como una expresión de deseo. Esperemos recordar el 2022 como el año donde el comercio exterior mostró su poder de transformación sobre la economía, reemplazando las viejas recetas a base de controles y prohibiciones, por ingredientes tales como facilitación e incentivo. El 2022 nos espera, y el resto del mundo también.
Opinión
Natalia Motyl
Economista de la Fundación Libertad y Progreso.
La política genera ansiedad en nuestro país, un poco por el famoso “Boca-River” que llevamos en la sangre y, otro tanto, porque en la Argentina existen dos tipos de equilibrio que se encuentran en constante lucha. Sí, con equilibrios me refiero al económico y al político. El económico serían las políticas públicas lógicas que debería aplicar, medianamente, un país para no caer en una crisis en el corto-mediano plazo y salir de un estancamiento que ya lleva diez años. Por otra parte, se encuentra el político, lo que le conviene al grupo político que hoy se encuentra jugando a la ruleta rusa con nuestro nivel de vida. Este último equilibrio, el que le conviene a un grupo de personas que tienen la azarosa fortuna de tener el poder, es el que prima sobre el equilibrio económico. Así, uno podría diseñar un escenario lógico de acá a cinco años, lo que convendría en materia económica. No obstante, el abanico de posibilidades se abre en varios escenarios de acuerdo a los tentativos caprichos de la política de turno.
Llegó el día después… ¿se viene la helada económica?
Siguiendo los resultados de las últimas elecciones y las ideas populistas arraigadas en la política local, se espera una helada económica en los próximos dos años. El escenario más probable es que haya un recambio en el Ministerio de Economía y de Producción después de la derrota del oficialismo. Uno esperaría que dicho recambio se lleve adelante después de la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo,
desde mi visión personal, yo no descartaría que en un futuro primen las pasiones por sobre la razón y, en un contexto de crisis política, los peones a sacrificar sean los dos hombres de Alberto Fernández antes de tiempo. En caso de que se dé un recambio después de la renegociación; igualmente, el atraso cambiario, las tarifas y precios pisados, con control de precios, más restricciones cambiarias y una política fiscal intentando no desmadrarse tanto, es esperable que el año que viene, a partir del segundo trimestre vuelva a haber una recesión, pasado la reactivación y el efecto del rebote por la flexibilización de las medidas sanitarias post pandemia. De esta forma, en 2023 volvería a contraerse la actividad de forma anual. Recordemos que este año la Argentina recuperó todo lo perdido en 2020 por el incremento de la liquidez mundial, en un intento de amortiguar el impacto de la pandemia de los principales países, que generó la suba de los precios de las commodities. Sin embargo, a partir del segundo semestre del año los precios comenzaron a estabilizarse y, es probable, que en 2022 el contexto internacional se encrudezca. Así que, más allá que en 2021 vamos a tener un crecimiento del 10%, no es sostenido y en 2023 la caída sería del 3,9% anual. La raíz madre de los problemas en nuestro país es el abultado déficit fis-
cal que ahoga al sector privado. La Argentina gasta más de lo que le ingresa y para financiar ese exceso de gasto recurre a la emisión monetaria, suba impositiva o endeudamiento. Estas tres vías son completamente recesivas. Lamentablemente, en los últimos años las políticas de parches priman sobre las políticas de sentido común. Es como tener una pérdida de agua en un caño en la casa y en vez de llamar al plomero, le colocamos un chicle. En algún momento, el agua filtra. A nuestro país le sucede lo mismo. Por lo tanto, hasta que no se logre un equilibrio fiscal vía un camino no recesivo, esto es bajando el gasto público, la Argentina volver a entrar en una crisis en el corto-mediano plazo. En este escenario la inflación se aceleraría en 2022 en 10 puntos porcentuales en términos anuales, con variaciones mensuales que llegarían a superar el 4,5%, por la mayor emisión monetaria para financiar el deterioro de las cuentas fiscales. Bajo este contexto, tanto los salarios como los haberes de los jubilados, volverían a perder contra la inflación y el malestar social se acrecentaría en lo que queda de la gestión de Alberto Fernández. Cabe remarcar que el nivel de vida de los trabajadores en nuestro país ya se ha deteriorado en más de 40 puntos porcentuales en los últimos 10 años y el nivel de vida de los jubilados en más de 30 puntos porcentuales en la última década. Además, otra tendencia preocupante es la igualación hacia debajo de todos los estratos de ingresos y la falta de movilidad social. A diferencia de otros países del mundo, si te encontras en un decil de ingresos, es probable que bajes a los estratos de ingresos inferiores, en vez de ascender. Por otra parte, el enfriamiento económico ya es un hecho debido a las mismas políticas de parches aplicadas por el gobierno. Hoy sectores claves como la construcción y la industria están alertando de que encuentran muchas dificultades para acceder a los insumos que se venden afuera del país, lo que provoca problemas en la producción. Además, muchos insumos locales también tienen algún que otro componente importado, por lo que el problema es mucho más complejo a la hora de producir, provocando los “cuellos de botellas”, autogenerados por el mismo gobierno. La tasa de desempleo y pobreza, más allá de que puedan bajar algunos puntos por la flexibilización de las medidas restrictivas de distanciamiento social, seguirán en niveles muy elevados. Cabe recordar que desde el 2011 el sector privado no genera puestos de trabajo. Es necesario una reforma laboral de forma urgente que permita incrementar el empleo y los salarios reales, diversificando la estructura productiva, incorporando nuevas tecnologías y aumentado la productividad. Para que nuestro país pueda salir de esta helada económica es necesario que lleve adelante las reformas estructurales que le permita crecer. De otra forma, el escenario no va a cambiar. Es imprescindible entender que, para poder crecer, necesitas de capital y el capital se ahorra durante mucho tiempo. Si no lo hiciste internamente, lo tenes que atraer del resto del mundo. Y eso se logra con políticas de largo plazo.
Opinión
Juan Núñez
CEO de Green Bond Meter (GBM).
A dos años de los incendios en la Amazonia, la desforestación de la selva tropical más grande del mundo continúa sucediendo pese a las millonarias donaciones de los países ricos y las críticas hacia las autoridades brasileñas. Según cálculos de economistas de la Universidad de Chicago, la pérdida de una hectárea de bosque amazónico le cuesta a la comunidad internacional 24 mil euros, considerando solamente su valor como almacén de gases de efecto invernadero, en tanto que las tierras dedicadas a la cría de ganado, causa fundamental de la deforestación, producen un valor de solo 850 euros por hectárea. ¿Los motivos? Entre otras cosas porque en el debate está ausente una propuesta de salida para los 30 millones brasileños que viven en la zona, que necesitan incentivos para poder explotar su región de una manera sostenible. De esta manera, la clave para dar vuelta esta ecuación es cambiar la economía de los de habitantes del lugar. Costa Rica es un ejemplo de como la remediación ambiental y la recuperación del capital natural puede traer beneficios económicos. En los años noventa, el país centroamericano tenía los índices de deforestación más altos del mundo. Frente a este problema, el Gobierno costarricense promovió cambios estructurales en el sector agrícola que beneficiaron la protección de los bosques, con la introducción de controles jurídicos para evitar el cambio del bosque natural a otros usos de la tierra y con una financiación estable destinada a los bosques a través de un sistema de pago por servicios ambientales. La mayor parte de estos ingresos provienen de un impuesto al consumo de combustibles fósiles. Con la reforestación, no sólo se ha beneficiado el medio ambiente: en torno a la conservación de los bosques ha crecido toda una industria y los bosques trajeron, además, ingresos adicionales por el desarrollo del ecoturismo. Esta es una experiencia a imitar. El valor que aporta el capital natural no está reconocido y permanece escondido a pesar del gran potencial que tienen de impactar en empresas y organizaciones. La propuesta de Green Bond Meter (GBM) consiste en la conservación y recuperación del patrimonio natural en Argentina y alrededor del mundo. Es una solución que invita a proteger 300 millones de hectáreas de biosfera (flora, fauna, tierra) durante 100 años mediante la creación de un ecosistema que combina las tecnologías Blockchain, GIS y AI. De esta manera, de las mejores tierras, se elegirá un millón de hectáreas, cuyos m2 serán asociados a 1 token = 1 GBM Coin, estableciendo un activo digital respaldado en el capital natural que preserva. Este Utility token (GBM Coin) permitirá adquirir los GBM Land, un token NFT que permite ser propie-
Cómo hacer para que la remediación ambiental sea una actividad rentable
tario virtual, usufructuando servicios digitales como publicidad verde y accediendo a los créditos de carbono en condiciones preferenciales, emitidos entre las tierras propias y de terceros, en función de la adicionalidad generada por la preservación de biosfera y fijación de CO2e. GBM comenzó ya el proceso de reconversión integral de un campo de 24.500 hectáreas en la selva paranaense, en Misiones, que estaba sometido a un proceso de deforestación controlada, que ahora comenzó a revertirse para su conservación. En esas tierras, los obrajeros contratistas que trabajaban en la extracción de madera, estarán incluidos en los planes y acciones de remediación a través de las tareas de reforestación, esperamos comenzar con las tareas al inicio del próximo año. Los procesos de recuperación de hectáreas de bosques que pasan de la tala a la reforestación promueven la generación de empleo formal, el fortalecimiento de una economía verde, la incorporación de nuevos actores al mercado, el crecimiento de las economías locales y una mayor autonomía económica para los grupos vulnerables. Quiere decir que en los 10 meses que lleva el predio en posesión de GBM hay una acción contundente y cuantificable en cuanto a la deforestación evitada. La reserva puede, a su vez, absorber mas de 115.000 toneladas de CO2e, lo que equivale a quitar 25.000 autos de circulación al año.
que con mayor biodiversidad de Sudamérica y está compuesta por una selva de clima semi-tropical y tropical húmedo, con variada topología y cumbres de más de 700 metros sobre el nivel del mar. Se caracteriza además por su diversidad de especies de flora y fauna, con más de 150 kms. internos de ríos y arroyos, pero debido a la deforestación de los últimos 100 años la cobertura arbórea actual no supera los 50 años de vida, cuando su composición original contenía especies que superaban los 1.000 años de antigüedad. Reconocer que funcionamos en un sistema de mercado que tiene en cuenta la realidad ambiental significa integrar el capital natural a los procesos de toma de decisión. Este enfoque es la única vía posible para afrontar la crisis climática y de biodiversidad que vivimos.
Reservas
De octubre a noviembre: el BCRA pasó de ser comprador a vendedor neto de divisas
Desde que asumió Miguel Ángel Pesce como Presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), en diciembre de 2019, el BCRA perdió US$7.572 millones en reservas netas mientras que las brutas cayeron en US$1.679 millones. El equipo de economía de la Fundación Libertad y Progreso señala como agravante un contexto en el que los precios de las commodities se encontraban en los niveles más altos de los últimos 10 años. Natalia Motyl, Economista en la Fundación Libertad y Progreso y docente explicó que las reservas internacionales “son todos los activos externos bajo el control del BCRA para entre otras cosas satisfacer necesidades de financiamiento de la balanza de pagos; intervenir en los mercados cambiarios a fin de influir sobre el tipo de cambio y entre otras cosas para generar confianza en la moneda y la economía y servir como base para el endeudamiento, cosas que en este momento no suceden en Argentina”. Motyl comenta que las reservas netas suelen hacer referencia a los activos de reserva deducidos aquella moneda extranjera que tiene en sus cuentas, pero que no son propias o no son de libre disponibilidad. Un ejemplo de lo primero son las integraciones de encajes que hacen los bancos en el BCRA por los depósitos en dólares que reciben de los ahorristas. Del segundo caso, el Swap de monedas – especie de crédito – que se hizo con el Banco de China y que requiere una autorización de dicha entidad para ser usado. En otras palabras, explica, “es el poder de fuego que tiene el BCRA de hacer frente a una corrida cambiaria, garantizando la estabilidad monetaria, o el pago a importaciones. Relacionado al dólar, si se dispara una crisis de confianza y se incrementa la demanda de dólares, son los activos que tiene el BCRA para hacer frente a esa corrida”.
¿Qué se puede hacer?
Aldo Abram Director Ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso explica, “la gravedad de la situación actual se observa cuando se tiene en cuenta que las reservas netas han bajado en un año con precios internacionales para nuestras exportaciones que fueron espectaculares. De hecho, las ventas externas argentinas superarán los USD 76.000 millones en 2021, a pesar de que serán menores en cantidad a las de 2019.” Además, agregó, “que las reservas brutas ya mostrarían una baja si se restaran los USD4.300 millones de DEGs que nos concedió el FMI y que cayeron como maná del cielo. Todo esto demuestra que mantener este tipo de esquemas cambiarios lleva a pérdidas de reservas y a cada vez mayores restricciones a la posibilidad de compra de divisas al tipo de cambio oficial, como la que afectó a la adquisición en cuotas de viajes al exterior. De hecho, los otros 22 cepos que en el pasado los gobiernos buscaron sostener en el tiempo,
terminaron todos en una crisis”. Natalia Motyl señaló la evolución de las reservas desde diciembre de 2019 a la fecha: “Vemos una suba de US$3.516 millones en depósitos y moneda extranjera, US1.889 en swap con China, caída del US$529 millones en obligaciones con organismos internacionales, US1.016 millones en aportes del gobierno a organismos internacionales y suba de oro de US$643 millones”. En el mes de noviembre, resultado de las fuertes intervenciones cambiarias para mantener calmado el mercado cambiario, el BCRA perdió US$1.004 millones en reservas netas y US$584 millones en reservas brutas. Luego de ser comprador neto de divisas en octubre, paso a ser vendedor neto de divisas, acumulando ventas desde noviembre en US$636 millones. Las reservas netas totalizaron los US$4.478 millones y las brutas los US$42.223 millones. En detalle la composición de las reservas hasta este momento es la siguiente: Depósitos y moneda extranjera los US$12.010 millones; Swap China US$20.339 millones; Obligaciones con organismos internacionales US$3.148 millones; total de aportes del Gobierno Nacional a organismos internacionales en US$2.258 millones y Oro US$3.542 con millones.
¿Cómo se componen las reservas?
Los activos de reservas se componen de: i) oro; ii) DEGs (derechos especiales de giro que son anotaciones en el haber de los países miembros del FMI, que se conceden a cada país de acuerdo a su volumen de comercio); y, iii) otros activos de reserva (depósitos y moneda extranjera swap con China-intercambio de monedas entre países-, obligaciones con organismos internacionalespréstamos-y depósitos del gobierno nacional).
¿Reservas netas o brutas?
Las reservas netas suelen hacer referencia a los activos de reserva deducidos los activos que no son propios (las integraciones de encajes en USD) o no son de libre disponibilidad, créditos como el swap chino que necesitan un permiso para usarse relacionados con las reservas en un momento determinado. En otras palabras, Motyl explica, “es el poder de fuego que tiene el BCRA de hacer frente a una corrida cambiaria, garantizando la estabilidad monetaria, o el pago a importaciones. Relacionado al dólar, si se dispara una crisis de confianza y se incrementa la demanda de dólares, son los activos que tiene el BCRA para hacer frente a esa corrida”.
Opinión
Víctor Beker
Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano.
Etimológicamente, presupuesto viene de dos vocablos del latín: pre (antes) y supuesto (hipótesis). O sea, es un supuesto a priori sobre lo que acontecerá en el período de tiempo al cual está referido. Por lo tanto, se trata de una previsión que depende críticamente de las hipótesis en las cuales está basado. En el caso específico del Presupuesto General de Gastos y Recursos, los cálculos se basan fundamentalmente en los supuestos sobre la tasa de crecimiento de la economía y la evolución de sus variables nominales. El Proyecto de Ley de Presupuesto 2022 estima un crecimiento del PIB de 4%. De verificarse esta dinámica, el producto superaría en 2022 el nivel pre-pandemia, aunque se mantendría 3,5% por debajo del máximo registrado en 2017, según cálculos de la Oficina de Presupuesto del Congreso. La misma fuente remarca que la tasa de crecimiento prevista implica un incremento del PIB del 5% entre diciembre de 2021 e igual mes de 2022.
Un presupuesto basado en proyecciones más optimistas que las del FMI
La previsión del Poder Ejecutivo es mucho más optimista que la del FMI, el cual estima una tasa de crecimiento de la economía argentina para el año próximo del 2,4%, tras calcular una recuperación del 6,4% para el año en curso. Se-
gún el documento del Poder Ejecutivo, el tipo de cambio nominal se ubicaría en 102,40 pesos en diciembre de 2021 y en 131,10 pesos en diciembre de 2022. O sea, con una evolución nominal del 28%. La variación del Índice de Precios al Consumidor se proyecta
en 33% para 2022. Cabe recordar que, para 2021, se preveía una inflación anual del 29%. Pero el año concluirá con un incremento de precios del orden del 50%. Suponiendo que se mantenga constante el margen de error para el 2022, la inflación para el año próximo debería calcularse entonces en 57%. Esto implica que deberá incrementarse la tasa de devaluación prevista o se producirá un significativo retraso cambiario. El proyecto prevé un superávit comercial para 2022, aunque con un mayor crecimiento de las importaciones que de las exportaciones. Las exportaciones se estima que alcanzarán los 85.887 millones de dólares, mientras que las importaciones totalizarían 76.565 millones. Ello im-
plicaría una contracción del 27,6% en el saldo de la balanza comercial, según la estimación de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Las proyecciones oficiales se basan en los siguientes supuestos: 6% de crecimiento de la economía mundial, precio de la soja estable y aumento de un 9% en la producción local de esta oleaginosa. El mayor crecimiento de las importaciones se explicaría por la recuperación económica, la cual requeriría un incremento en la
utilización de insumos importados. El proyecto del Ejecutivo no incluye proyecciones en materia monetaria, que son de jurisdicción del Banco Central. Sólo se menciona el monto esperado de Adelantos Transitorios, que ascendería a 2,3 billones de pesos. Habrá que esperar a comienzos de 2022 para que la autoridad monetaria dé a conocer el programa monetario anual; entonces podrá evaluarse su consistencia con el programa fiscal. En el Proyecto de Ley de Presupuesto para 2022 se espera que los ingresos participen en un 16,7% del PIB, lo que implicaría -según la estimación de la Oficina de Presupuesto del Congreso- 1 punto porcentual menos respecto de la participación proyectada para el cierre de 2021. Los ingresos tributarios constituyen el principal rubro dentro de los recursos y se proyecta recaudar por tal concepto 6.409.706 millones de pesos, lo cual implicaría una recuperación en términos reales de 3,2% respecto de 2021. Asimismo, el proyecto elevado al Congreso contempla que los gastos primarios representen el 20,3% del PIB en 2022, lo que implicaría una disminución de 1,5 puntos porcentuales con relación al ejercicio vigente, impulsada por la contracción de los subsidios energéticos y los programas sociales. Computando el pago de los intereses de la deuda, los gastos totales participarían con el 21,9% del PIB, implicando una caída de 1,3 puntos con relación a 2021. El comportamiento de ingresos y gastos resultaría en una mejora de los resultados económico, primario y financiero, los cuales, a pesar de ello, seguirían siendo negativos: se plantea un déficit primario del 3,3% y un resultado financiero del 4,9% del producto. Las necesidades de financiamiento previstas para 2022 totalizan 17,5% del PIB. Se pre-
vé que sean cubiertas con colocaciones brutas de títulos públicos (incluyendo intra sector público) por 10,7% del PIB; otorgamiento bruto de Adelantos Transitorios del Banco Central por 3,8% del PIB, y desembolsos brutos de organismos internacionales por 2,9% del PIB, según las estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Por último, cabe destacar que el Presupuesto descuenta un acuerdo con el FMI que libere al Estado de tener que pagar 19.000 millones de dólares a ese organismo el año próximo.
Criptomonedas
Adicción a las criptomodenas, la próxima pandemia
Desde la consultora BTR Consulting elaboraron un estudio acerca de la adicción que generan las criptomonedas, de las que sostienen que serán la próxima pandemia.
Las Redes Sociales son en la actualidad el trampolín ideal para la prosecución de ciberdelitos y estafas de todo tipo, la hiperconectividad y los efectos colaterales post pandémicos arrojaron nuevas situaciones de riesgo y consecuencias para los millones de usuarios en todo el mundo, algunos obviamente reconocibles y otros en ciernes o emergentes. Varias Entidades de Salud ya tratan la adicción al trading de criptomonedas como Bitcoin, Ethereum, Ripple y Litecoin, como si se tratase formas de adicción al juego. Las criptomonedas son monedas digitales que no están respaldadas por un banco central, se compran y venden como acciones y se negocian a nivel mundial. Su valor también fluctúa como acciones. La primera criptomoneda fue Bitcoin y, con una participación estimada del mercado del 66% en 2020. Parecen una forma fácil de enriquecerse, como otras formas de juego, puede ser muy adictivo. Algunos de los síntomas que los usuarios de criptomonedas deben tener en cuenta lo que sugiere una adicción, son: sentir tensión muscular y ansiedad, verificar constantemente los precios en línea (incluso en medio de la noche) y pensar en el comercio de criptomonedas al hacer otras cosas.
¿Qué es el day-trading?
Day-trading es la compra y venta de acciones y otros instrumentos financieros dentro del mismo día. Los traders aprovechan los pequeños movimientos de precios y monitorean constantemente los cambios a través de Internet. Hace algunos años, el day trading solo lo realizaban empresas financieras y expertos en inversiones. Pero ahora, este tipo de transacciones están abiertas a cualquier persona con conexión a Internet y un dispositivo móvil. Otro tipo de Cryptotrading adictivo se conoce como Spread Betting. Esto es cuando alguien hace una apuesta en una acción, moneda u otro instrumento financiero, subiendo o bajando. La diferencia entre el day trading es que no implica comprar una acción (o un valor), sino simplemente apostar en qué dirección irá el precio. Uno de cada diez traders en los EE. UU. Es adicto: “A veces tienen suerte y ganan. La mayoría de las veces,
pierden y pierden mucho, pero continúan porque están en un círculo vicioso a la baja, haciendo lo que se llama “revenge trading” para tratar de recuperar sus pérdidas. Esta es una receta para un desastre total“.
¿Cómo la gente adquiere la adicción a las criptomonedas?
• Invertir en lugar de apostar: mucha gente justifica
apostar en los mercados de criptomonedas como “invertir”. No se ve como una apuesta única a un caballo, o una noche jugando al póquer on line. Los mercados de criptomonedas son increíblemente volátiles, con miles de criptomonedas diferentes disponibles para elegir, es fácil dejarse atrapar por un ciclo de especulaciones, ganancias y pérdidas.
• Acceso a través de Smartphones: Internet per-
mite a cualquier persona con un teléfono inteligente acceder instantáneamente a los mercados globales, donde los precios se actualizan cada pocos segundos. Observar las fluctuaciones de precios puede resultar atractivo y, en algunos casos, adictivo.
• Mercados fluctuantes: El mercado de criptomonedas fluctuante de alto riesgo atrae al jugador con problemas. Proporciona emoción y un escape de la realidad. Bitcoin, por ejemplo, se ha negociado mucho y se obtuvieron enormes ganancias y pérdidas.
• Redes Sociales: Muchas personas en Tiktok y Youtube que se hacen pasar por expertos que pueden educar a los consumidores sobre los mercados emergentes de criptomonedas. A pesar de que Tiktok ha impuesto restricciones sobre la publicación de asesoramiento financiero en la plataforma, todavía hay una gran cantidad de material que brinda ‘consejos’ de inversión sobre el comercio con criptomonedas. Muchos
de estos perfiles de video tienen una gran cantidad de seguidores. Muchas personas usan los grupos de WhatsApp como una forma de intercambiar consejos sobre el comercio de criptomonedas.
• La promesa de grandes ganancias: Internet
está inundado de historias que documentan las enormes ganancias financieras que algunas personas afortunadas han obtenido con el comercio de criptomonedas. Sin embargo, las pérdidas rara vez se informan.
El adicto al trading de criptomonedas hará todas o algunas de las siguientes acciones:
• Dedica todo su tiempo y dinero al comercio en línea;
• Experimentar problemas financieros;
• Persigue sus pérdidas (gastan más para recuperar sus pérdidas)
• Cree que una gran victoria está a punto de suceder; • Miente a sus amigos y familiares sobre el alcance de sus pérdidas;
• Experimente cambios de humor, depresión y desesperanza;
• Piense constantemente en la próxima inversión;
• Se vuelve inquieto o irritable cuando intenta reducir o detenerse;
• Niega el problema.
Los adictos al trading de criptomonedas muestran el mismo tipo de adicciones conductuales que los jugadores con problemas. No hay cifras sobre la cantidad de personas adictas al comercio de criptomonedas. Pero esto crece rápidamente, 24 horas al día, 7 días a la semana, en tu teléfono, tu computadora portátil, en tu habitación. Mucha gente está haciendo trading con criptomonedas y le cuentan a todo el mundo que están ganando dinero. No escuchamos a la gente que está perdiendo dinero.
Financiación
Es la macro…
Por INVCQ Consultora Económica.
A última hora del día 25 de noviembre el Banco Central publicó la comunicación A7407 y en pocos minutos toda la prensa y las redes sociales estaban hablando sobre lo que es un nuevo apriete de tuercas del cepo cambiario: la autoridad monetaria dispuso que a partir del 26 de noviembre “las entidades financieras y no financieras emisoras de tarjetas de crédito no deberán financiar en cuotas las compras efectuadas mediante tarjetas de crédito de sus clientes -personas humanas y jurídicas- de pasajes al exterior y demás servicios turísticos en el exterior (tales como alojamiento, alquiler de auto, etc.), ya sea realizadas en forma directa con el prestador del servicio o indirecta, a través de agencia de viajes y/o turismo, plataformas web u otros intermediarios.” En pocas palabras, se prohíbe la financiación de los gastos de turismo en el exterior por lo que quienes recurrían a este mecanismo para viajar al exterior deberán hacerlo a partir de ahora al contado o accediendo a otro tipo de financiamiento por otra vía diferente a las tarjetas de crédito (por ejemplo, sacando un crédito bancario personal). Esta medida es una nueva demostración de la falta de diagnóstico y mirada global del problema económico por parte de las autoridades. Siguen intentando detener la pérdida de reservas del Banco Central con medidas parciales tendientes a trabar más el acceso de la demanda al mercado de divisas. Según declaraciones del gobierno la medida tiene carácter provisorio. Sin embargo, sabemos por experiencia que todo lo provisorio o “de emergencia” se vuelve permanente en la política económica argentina. Parece poco creíble que en un par de meses el gobierno decida flexibilizar el acceso al crédito para turismo internacional en un contexto macro que será igual o incluso peor que el actual si no se decide implementar un programa de corrección de múltiples desequilibrios. La medida a su vez es una revelación de la preocupación que tiene el equipo económico con respecto a la diná-
mica cambiaria. Durante los primeros 9 meses del año, según los datos del balance cambiario del Banco Central, las cuentas externas en concepto de gastos de turismo, tarjetas y transporte en el exterior tuvieron un déficit de 1.500 millones de dólares. Esta cifra representa una cantidad muy baja en perspectiva histórica y es muy similar a la del año pasado cuando el turismo estaba casi cerrado por completo. Comparando contra 2017, en los primeros nueve meses del año de aquel momento el déficit turístico superaba los 8.000 millones de dólares. Sin embargo, la dinámica descendente de las reservas netas que mira el BCRA desde hace algunos meses, sumado a que los próximos meses son históricamente los de temporada alta de déficit turístico, llevaron a las autoridades a tomar esta decisión.
Otro de los argumentos por parte del oficialismo es que ante un escenario de “escasez de dólares”, es pertinente que el gobierno administre los recursos escasos garantizando su uso en importaciones necesarias para sostener la producción. Con respecto a esto hay observaciones para hacer. En primer lugar, el gobierno debería ponerse a pensar cómo es posible que estén hablando de escasez de divisas en un período de superávit de cuenta corriente. Esa falta de diagnóstico es la que los lleva a acumular medidas que no resuelven los problemas. En segundo lugar, según los propios números del Banco Central en octubre los dólares destinados a importaciones de bienes fueron de solo 4.500 millones de dólares mientras que en septiembre había sido de 6.000 millones. Es decir que no es cierto que se limite el acceso a divisas para viajar con el objetivo de no trabar la importación de bienes para la producción, porque en el último mes se ha reflejado una caída sustancial de los dólares a los que pudo acceder el sector importador. Lo que siempre está ausente es la visión global. El problema de los dólares en realidad no es un problema de dólares, es un problema macroeconómico de inconsistencias y desequilibrios múltiples. Y en lo que a eso respecta, el gobierno ya ha consumido la mitad de su mandato sin la capacidad de armar, comunicar y comenzar a ejecutar un programa de ordenamiento macroeconómico. Muy por el contrario, los últimos números de las finanzas públicas dan cuenta de que el déficit fiscal está creciendo de forma acelerada en los últimos meses. En el mes de octubre el déficit primario fue de 0,5% del PBI, superior al de octubre del año pasado cuando la actividad económica era menor y casi el mismo ratio que en octubre de 2015, el año de desequilibrio primario más grande de las últimas décadas.
Aunque no ha habido precisiones, debería ser la semana que viene o a más tardar la próxima, el momento de la presentación del plan plurianual que anunció el Presidente a minutos de haberse conocido la derrota electoral. Lamentablemente este tipo de medidas y los números más recientes de la evolución del déficit fiscal no permiten ser muy optimista respecto a que el gobierno haya dado un giro en su visión del problema y pueda presentar un programa consistente de reducción del déficit, normalización monetaria, desaceleración de la inflación, y compresión de las brechas cambiarias. También estas señales hacen dudar de la capacidad que el gobierno tendrá para poder llegar a un entendimiento fructífero con el staff técnico del Fondo Monetario Internacional. No hay dudas de que el Fondo intentará basar el acuerdo en un programa de ajuste fiscal. Uno de los principales componentes de expansión del gasto público es el subsidio a las tarifas, tema álgido dentro del gobierno que ya ha sido causa de duras internas en el Ministerio de Economía. El déficit operativo de las empresas del Estado también ha mostrado un fuerte crecimiento en el último tiempo, así como también las mayores transferencias sociales que no han podido normalizarse luego de la pandemia 2020. Una vez más, es la macro… pero el gobierno parece no entenderlo.