Núm. 171 Colima, Col., lunes 16 de febrero de 2015
Sembrador Carlos Pellicer* El sembrador sembró la aurora; su brazo abarcaba el mar. En su mirada las montañas podían entrar. La tierra pautada de surcos oía los granos caer. De aquel ritmo sencillo y profundo melódicamente los árboles pusieron su danza a mecer. Sembrador silencioso: el sol ha crecido por tus mágicas manos. El campo ha escogido otro tono y el cielo ha volado más alto. Sembraba la tierra. Su paso era bello: ni corto ni largo. En sus ojos cabían los montes y todo el paisaje en sus brazos.
*t 16 de febrero de 1977
Contenido Jardín Leo Monroy / El erudito Alberto Llanes De usos y funciones Alberto Alexis Salas Reyes
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Feria Óscar Parra Desde la casa de los espantos Goodface :) Días de sombra Graciela Ceballos
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Una patria pícara y bullanguera en el Diccionario breve de mexicanismos
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Víctor Gil Castañeda
Y esto es todos los días...
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Paulina González Meneses El otro día Paulina Meléndez
Transporte público
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Samantha Gabriela Isais Ochoa
Dafne Cedillo Estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de Colima. Su trabajo fotográfico ilustra el presente número. Ella se inspira en la vida misma, la cotidianidad, los entornos naturales y la comida (sobre todo la comida).
Universidad de Colima Director: Carlos Ramírez Vuelvas Consejo Editorial: Ada Aurora Sánchez, Hilda Rocío Leal Viera, Víctor Gil Castañeda, Gloria Vergara, Krishna Naranjo, Cecilia Caloca, Verónica González, Nélida Sánchez Coordinación: Abelina Landín Vargas Corrección: Omar David Ávalos Chávez, Verónica Anguiano Barajas
Impreso en el periódico “El Comentario” Daniel Peláez Carmona Director eFacebookf Destellos Falcom eColaboracionesf destellosfalcom@hotmail.com abelandin@ucol.mx
Diseño: Célida Paola Buenrostro Grajeda, César Avila Fotografía: Dafne Cedillo
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La opinión aquí expresada es responsabilidad de los autores
El viajero de los " mil caminos Paria Kacesa*
Cuando se mira un juguete infantil se descubre la imaginación y la fantasía de la etapa de la ingenuidad y condición soñadora del pequeño infante, que es seducido a re-imaginar un mundo propio: un mundo que lo libera de la realidad agobiante de los adultos. Mediante la soledad, descubierta a través del juego, el soñador infantil recrea el mundo del adulto, es decir, manifiesta su percepción y entendimiento a partir de los juguetes; acompañantes a la creación de imágenes que se van ordenando hacia una ensoñación vista en los rostros de cada uno de ellos El universo creado por el pequeño soñador se va llenando de diversas cargas semánticas. Un aire de complicidad se asoma entre el pequeño soñador y su juguete, entre ambos confluye una identidad y sentido de pertenencia en el juego de la ensoñación, es decir, “lo irreal se convierte en real”. El soñador infantil dentro de su universo, se descubre y descubre la personalidad propia de cada participante en el juego; para Bachelard esto es “la expansión de la ensoñación auténtica, como la dicha de soñar al igual que los poetas”. La conciencia de sí mismo se expande al igual que las demás conciencias ajenas que van despertando en cada juguete. Y son ellos los soñadores de una libertad concentrada y dada a los niños. La comunión de ambos, inicia con el amor que brota en el soñar despierto. Si el juego llega a gozar de una condición sagrada, entonces la manera de involucramiento del pequeño soñador será como parte de un ritual creado de forma inconsciente, al menos sin reconocerlo como tal. Su manifestación es producto de la ensoñación del infante y dentro de ellos (los juguetes) la captura atemporalmente de su infancia. * Su condición soñadora la obliga a recurrir a su amiga la vigilia y a delirar con John Coltrane, sentado en el piso
e Jardín f
e El erudito f
Leo Monroy*
Alberto Llanes*
En tu silencio reposa la paz Recorren guías y semillas la grandeza de tu vientre verde Espinas Botones Mariposas Y en la vulva de una rosa Se abre la vida. *6° Letras Hispanoamericanas
e De usos y funciones f Alberto Alexis Salas Reyes*
Para Valeri, mi eterna acompañante Se puede usar un poema para limpiarse los labios solamente si éste habla de labios o de servilletas, de ninguna otra manera sería posible deslizar las palabras para remover los restos de la batalla entre una boca y un pastel. Si un poema habla de besos servirá para besar, no para reír, no para llorar, sólo y exclusivamente para besar. El poema tiene un fin y éste se encuentra entre sus versos. Puedo escribirte que me quieras, y me querrás, pero ¿por qué me querrías sólo por haber escrito que me quieras? Quiéreme porque me quieras e ignora mis palabrerías, querer es olvidar, olvidar que te he pedido que me quieras. Ya sé, hagamos una cosa, te escribiré que me quieras; me querrás y fingiremos que jamás escribí que me quisieras, seremos como esos amantes que lo olvidan todo, excepto que se quieren, saben que no lo saben y no pueden recordarlo. Qué puedo decir, así de enredoso puede resultar el amor. Vagando entre olvidos y recuerdos. Sin embargo, en lo más hondo, se esconde otra palabra que —por miedo a ser pronunciada— se lee en voz baja. *4° Letras Hispanoamericanas
Un erudito llegó a la única biblioteca del lugar. Se quitó su abrigo negro de piel y dirigiéndose al encargado lanzó una amenaza con voz clara y fuerte. —¡Estoy listo! —dijo—, voy a leer a todos los autores que su apellido paterno comience con la letra “A”, después a los de la “B” y así hasta llegar a la “Z”. Como se sabe, última letra del abecedario español. Se sentó entonces en una silla que daba a una mesa de trabajo enorme y se dispuso a iniciar su ardua y larga tarea. Luego de diez años y seis meses, siete días, ocho horas, nueve minutos, veinte segundos, once milésimas de segundo y cincuenta y cuatro micro milésimas terminó su trabajo. Fue al librero y se dio cuenta, muy a su pesar, que había sin embargo más libros publicados de otros autores jóvenes y no tan jóvenes y consagrados y no tan consagrados que su apellido paterno iniciaba con esa, la misma letra: la “A”. Volvió a tomar asiento y se puso nuevamente a leer a éstos otros autores jóvenes y no tan jóvenes, y consagrados y no tan consagrados, que su apellido paterno iniciaba con la “A”. Cuando terminó (día que por cierto no recuerdo), el erudito regresó al viejo librero y se dio cuenta, nuevamente, que había otros autores nuevos, de los nuevos, de los nuevos, que su apellido paterno iniciaba con la letra “A”, además que había ya, otra vez, autores de los consagrados, de los consagrados y no consagrados de los no consagrados, que al igual que los nuevos, de los nuevos, de los más nuevos, su apellido paterno iniciaba con esa misma vocal. Volvió a sentarse en la silla que daba a la mesa de trabajo y comenzó a leer a esos jóvenes, de los nuevos, de los más nuevos, y los consagrados, de los consagrados, de los no consagrados que su apellido iniciaba con... blablablá. El erudito nunca llegó a acercarse siquiera a la letra “B”. Aún desconocemos si murió en el intento. *Escritor y editor
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e Feria f
Óscar Parra* “Tired of lying in the sunshine, sta- Regresé a todos los momentos del ying home to watch the rain. día antes señalado, el polvo que estaba seYou are young and life is long and guro haberlo quitado en la templada mañana there is time to kill today. And then one day you find volvió a su sitio, la ropa interior se descolgó ten years have got behind you. del lazo y perdió aroma y sentido, volví a No one told you when to run, dejar los alimentos en su lugar de origen, la you missed the starting gun.” chuleta al congelador, el agua al garrafón y (Time - Pink Floyd) así sucesivamente, pasando en un estado de
Y de repente se escuchó un tremor incesante por el lugar donde estábamos, espontáneos, recios, como el estruendo que interrumpe el ruido. Las voces y los gritos corrían en llamarada fugaz hasta mis oídos, que nítidos fieros agudizaban cada vez más el sentimiento del pánico general que se sentía, estaba todo dicho, la feria con su galanura rebosante había escaseado de luz. Esos globitos luminosos que le dan vida a todo movimiento cedían pidiendo descansar ante multitudes que exigían verlos funcionar de nuevo. No sé si fue a causa del pánico, o cosa divina, que por ende comencé a sentir cómo mi brazo, caído en cuenta que lo tenía en el hombro de mi compañero, retrocedía ante mi impulso y voluntad, al momento justo donde lo tenía antes del apagón, sentí pues cómo mis piernas y las de todas las almas que estábamos ahí, se movían en reversa para cada uno tomar el trasporte que los había colocado en el lugar. Repetí los mismos reclamos de la tardanza de mi amigo, guardé el dinero en el bolsillo que ya había gastado en el teléfono traga-monedas, mi cuerpo se movía poseído reproduciendo el fiel recorrido, se escuchó el crujido del trasporte que en segundos me dejó sobre la avenida, tétrico momento el ver cómo los carros en vez de ir a su sentido y origen común, regresaban uno a uno con sus suspiros, y carcajadas en reversa. Caminé sobre el empedrado y en segundos llegué a mi hogar, donde las puertas parecieron tener vida y abrirse al compás del “ya me voy” y del sonido de esa puerta donde estaba seguro la dejé cerrada al momento de partir. Sin impedir mi avance llegué al comedor donde comencé a sentir, una vez sentado en la silla preferida, cómo los ácidos del estómago regresaban bocado a bocado, uniforme y sin afectación el pan y el espeso sabor del café, que esa noche me dispuse a tomar antes de ir a la feria. 4
locura y desesperación al sentir el hambre no saciada. Las horas cedieron a la madrugada y volví a pasar por la regadera, pero esta vez sin sentir el agua y el jabón jugando sobre mi cuerpo, al contrario, estos salían de mí como almas enterradas sobre piel y carne, el perfume fue la esencia que más dolió sacar de sí, para regresar a ese botellón ámbar, y volví a quedar en cama y soñar pero de manera consciente la pesadilla del día. Despertando desorbitado a las 3, preguntando si ya había pasado lo peor, confundió el tiempo la pesadez de mi sueño orgánico y volvió en sí hasta despertarme arrebatado por un impulso de prender luces a la 1 de la mañana, que estaba seguro se habían apagado, regresé a la sala de mi casa y saqué de la conciencia las líneas y los capítulos leídos esa noche para dejarlos donde estaban, en el libro, dejé el artefacto en posición y cogí el teléfono sentado en los sillones de todas las noches, reproduciendo la plática que conforme decía se olvidaba para volver a decirse: _ Adiós. _ Buenas oches. _ Seguro. _ ¿Estás seguro que podré encontrarte en la feria mañana y no me van a dejar solo esperando como siempre? _ Allí te vemos entonces. _ Ok, mañana a las 8, pero en punto ¿sí? _ Sí importa. _ No importa, que se apure. _ A las 8 nos vemos, pero no confíes, ya ves que Brandon suele llegar tarde. _ ¿Y entonces a qué hora? _ Sí, vamos a ir los de siempre, y no digas que no, que por el dinero… _ Y qué ¿se va a hacer lo de la feria? N-I-F *6° Letras Hispanoamericanas
e Desde la casa Aborté un sueño llamado Carcajada. En el cuarto, después de medianoche, me toma la cabeza para hacerla girar hasta la náusea. ¿Por qué me lastima si yo no quise traerlo al mundo? ¿sabe que su fuente y la mía son la misma? Parí una pesadilla llamada Alimento. Cada mañana, con sangre en los nudillos mete su puño en mi garganta donde canta una canción usando mi voz. ¿Le parece gracioso verme vomitar el verderrojo? ¿se da cuenta de que soy su madre y padre? ***
e Días de sombra
Graciela Ceballos*
La tristeza también hace poesías, inventa cuentos, crea historias, provoca que resurjan los relatos como polvos que suben de la tierra, como aguas que avanzan con prisa y se llevan entre sus olas las arenas, los recuerdos, las nostalgias. La alegría no es la única responsable de que las palabras se junten y formen emociones. Si cuando el corazón se pone en blanco, la soledad dicta, el alma escribe, y el dueño de los tormentos con su mente aun hecha nudos todo lo sigue… Tal vez incluso no hay mejor día para escribir que esos días, los días de sombra, donde el sol no se ve y parece que se avecina la lluvia; se pronostica para la vida un mal tiempo. Hace frío y qué importa. Tiembla la piel y los ojos se
de los espantos f Goodface*
No quiero bailar ni cantar, por eso iré a la copa de ese olmo, ¿no lo ven?, está en la punta de la loma turquesa. Sólo un buen caballo conducido por un jinete diestro puede llegar a ese lugar. Tengo al equino, cuyo nombre es Pastel. Al jinete lo voy a contratar el próximo Domingo de Carnaval, porque únicamente allí se reúnen los mejores de toda la región. Una vez me cuelgue la cabeza bajo alguna rama de mi deseado árbol, no me dañarán más, perras ingratas. Se terminó su melodía hecha de vísceras. Volverán Pastel y su jinete a ésta casa para que lloren de pena, porque ustedes no tienen piernas, no pueden cabalgar, ni siquiera saben moverse. *** Los gemelos gimen: les duele horrores el vientre. Les he dado un té de hierbas malas para que me dejen en paz de una buena vez. Es una lástima
haber olvidado que soy su cuerpo también y con ellos me estoy muriendo. De recordarlo, hubiese tenido en cuenta la solución más efectiva: entregarnos a las llamas del horno. Somos una trinidad de vergüenza, por eso muriendo uno se mueren los otros dos. *** Te diré lo que veo cuando cierro los ojos: está tu cara suplicando, desde la frente chorreando sangre hasta la nariz. Pides misericordia por tu alma podrida: no puedo pensar, (no tengo cerebro) no quiero pensar. ¿No te da miedo crucificar tu cadáver? En tres días apestará todo el recinto.
ponen vidriosos, y los labios resecos, y el cielo se pinta oscuro, como se oscurecen en el interior los buenos recuerdos, esos que antes causaban sonrisas y dejaban asombrados a los propios ojos como si miraran desde la ventana de otro cuento. Me gusta escribir estos días. Los días como hoy. Tomo papel y bolígrafo, porque el ordenador qué sabe de lágrimas y de estrujar un papel y luego otro, hasta que el último sea menos imperfecto. Me siento en el espacio de siempre y escribo sin pensar, solo escribo. Van saliendo las palabras de una en una, forman cadenas y enredan todo. Me enredan a mí misma incluso. Y cuando estoy así, enredada, me salen las lágrimas. Volteo y me miro con un montón de ataduras, desde dolor del pasado hasta miedo al futuro, desde palabras que se dijeron hasta las que anhelo escuchar y sé que no llegarán ni mañana ni el día después de mañana. Se me enreda adentro, y así sin poder desatarme me rindo ante las letras. Dejo que mis propios textos me consuman, aunque quede diminuta, frágil y sin fuerzas, sin poder sostener mis esperanzas y sin poder aliviarme de los benditos recuerdos. Me siento enferma, enferma de tanto pensar y de tan poco esperar.
Qué importa nada. Si de escribir se trata soy una masoquista, una enferma que vuelve una y otra vez a los malos recuerdos para crear historias, para tener motivos que puedan tejer las depresiones y los dolores inciertos. Si de escribir se trata me dejo manejar. No me guío sola, me guían los suspiros, los enojos, las desilusiones que una a una van haciendo fila para salir como una sola voz y gritar al unísono que ya no pueden callarse por más tiempo. Pero es tan perfecto el oficio de escribir que, sin saber cómo, de la nada, luego de enredarme, de escribir todo, de sentir que las esperanzas se pierden y las energías se agotan, luego, luego de tanto, se cura mágicamente aquí dentro. Escribir debe ser un arte, el arte más curativa que existe. Escribo y me quedo curada. Curada de espantos, curada de males, curada de ti y de todos. Escribo y me siento nueva. Como si luego de tantas letras, me dieran una página en blanco, sin nada, para así con un poco más de fe, escribir en mi vida de nuevo, ahora en los días de sol, en los días que espero…
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:)
*Egresada de la Facultad de Letras y Comunicación
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Una patria pícara y bullanguera en el Diccionario breve de mexicanismos Víctor Gil Castañeda*
Una compilación de Guido Gómez de Silva que hace referencias al habla popular de Colima. Aprovechando las pasadas vacaciones decembrinas me di a la tarea de leer el Diccionario breve de mexicanismos, compilado por Guido Gómez de Silva. Un volumen de 234 páginas, editado en su primera reimpresión en el año 2010 por el Fondo de Cultura Económica y la Academia Mexicana de la Lengua. Lo maravilloso de éste libro es su riqueza verbal, cultural, lingüística, antropológica, arqueológica y gramatical, que nos habla de una gran patria extendida por toda la República Mexicana. Un país resguardado en sus tesoros intelectuales, amalgamados y sostenidos a través del lenguaje: herramienta de comunicación que ha impedido la desintegración o el resquebrajamiento de nuestra inmensa geografía. El texto es ilustrativo porque nos remite a contenidos culturales, gastronómicos, políticos y literarios. Utiliza refranes filosóficos, humorísticos, morales, educativos, matrimoniales, deportivos, sexuales y eróticos. Se apoya en la ironía y el doble sentido del pueblo mexicano, para matizar algunas expresiones acartonadas, dándoles más vida y sabor. Incluye 5400 artículos lexicográficos. Contiene información diacrónica que puede ser de interés para el usuario. Compara numerosas palabras que se dicen en México, en relación a como se utilizan en otros países de habla española, sobre todo con el español de la Península Ibérica. No deja fuera las palabras malsonantes o groserías, tan frecuentes en las clases populares, en los programas informativos cómicos, las teleseries, los albures, las fiestas familiares o los foros políticos. Como dice el compilador, se habrá de considerar como “mexicanismo” una palabra o locución de cualquier procedencia, característica y propia del idioma español hablado en México. Especialmente si no se comparte o es utilizada igualmente en otros países de habla española. Por ejemplo, la palabra “defensa” que en México es la parte delantera de un automóvil o vehículo de motor, pero que en España conocen mejor como “parachoques”. O el comestible “papa” que allá dicen “patata”. Igualmente, la palabra “futbol” (sin acento,
Datos del autor
en México) que ellos usan como “fútbol”. Otro ejemplo es la popular palabra mexicana “guajolote” que se desconoce, o no significa nada ni lo mismo en los otros países. Nuestra nación utiliza muchos vocablos llamados arcaísmos que ya no se emplean en la misma Madre Patria. El compilador indica que tal explosión de vocablos, palabras y expresiones viene de las diferencias fonéticas o la forma en cómo eran oídas y escuchadas las frases. Problema registrado desde 1518 cuando llegaron los primeros españoles durante la época de La Conquista. Como desconocían las lenguas indígenas, escribían las palabras con el alfabeto latino. Agreguemos a esto que cada grupo de informantes, traductores o lectores, utilizó su propio sistema. Sucedían cosas como éstas: la letra escrita “x” se pronunciaba como la “ch” francesa y la “sh” inglesa, que después se transformaría en la “j”. No debe extrañarnos que los españoles, cuando oyeron en las lenguas indígenas el sonido “sh”, ellos lo escribieron como “x”. Lo importante de éste diccionario es que incluye algunas etimologías que se pueden encontrar con relativa facilidad, pero sobre todo, que nos dejaron el humor, la ironía y el sabor del habla popular mexicana. Pondremos algunos ejemplos relacionados con el mundo de la política, sobre todo porque andan “alebrestados” los precandidatos y “comehuesos”. Una primera frase indica: “Acciones son amores, no besos ni apachurrones” (Es decir, el verdadero afecto hacia las personas o ciudadanos debe manifestarse con hechos y con obras positivas). Una segunda sentencia: “Todavía no es alcalde y ya quiere comer de balde” (Algunos candidatos a puestos políticos abusan, se declaran intocables aún antes de ser elegidos). “Dedazo” (Designación de un candidato a un puesto público, de parte del poder ejecutivo, sin las formalidades de rigor). “Destapar” (Dar a conocer el nombre del tapado. Candidato político cuyo nombre se mantenía en secreto). “Grilla” (Ambiente de murmuración, chisme, provocado para sacar ventaja y obstaculizar al adversario). “Lambiscón” (Lamer aprisa, que es adulador de un candidato y partido político). “Mordida” (Dinero obtenido de un particular, por un funcionario, para acelerar un trámite o disimular una infracción. Sobornar, comprar la conciencia).
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Guido Gómez de Silva nació en Padua (Italia) el 14 de mayo de 1925 y murió en la Ciudad de México el 17 de noviembre de 2013. Fue un reconocido lingüista y lexicógrafo mexicano. Colaboró en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante diecinueve años. Fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1992. Obtuvo la Maestría en Ciencias por la Universidad de Columbia. En la UNAM cursó una Maestría en Lengua y Literatura Españolas, así como el Doctorado en Letras. Estudió la carrera de Lenguas Orientales en el Colegio de México. Otros libros suyos son: Los nombres de los países, Diccionario geográfico universal, Diccionario internacional de gastronomía, Diccionario internacional de literatura y gramática. Fuente de imagen: www.academia.org.mx/
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Mexicanismos de significado etílico, alcohólico y bohemio: “La primera con agua, la segunda sin agua y la tercera como agua” (Se refiere a las copas mientras avanza una borrachera. Con la tercera copa llega el olvido). “Pomo” (Cualquier botella de bebida alcohólica). “Ponérselas” (Emborracharse, embriagarse). “Piquete” (Chorro de licor fuerte que se mezcla con una bebida, como refresco o café). “Chelear” (Tomar cervezas). Mexicanismos de significado sexual o erótico: “Planchar” (Tener relaciones sexuales con alguien). “Pito” (Voz malsonante referida al pene). “Piruja” (Prostituta. Mujer joven y desenvuelta). “Petacas” (Nalgas o trasero de alguien). “Echarse un palito” (Verificar el coito, tener relaciones sexuales). “Padrote” (Quien consigue clientes para una casa de prostitución, rufián. Hombre que se hace mantener por una o varias prostitutas). “Es del otro sindicato”, “Rarito”, “Puñal”, “De los otros” (Que es homosexual). “La cobija y la mujer/ suavecitas han de ser” (La dama debe ser dócil, amable, cortés y algo más). “Teta” (Palabra malsonante, chiche, ubre, pecho… “Jalan más las tetas/ que bueyes la carreta”). El libro hace numerosas referencias al habla popular colimense en las páginas: 51, 52, 120, 127, 159 y 200. Por ejemplo, al habitante del municipio de Tecomán se le puede llamar: tecomanense, tecomaneño, tecomaneco, y no sólo tecomense. * Profesor-investigador de la Facultad de Letras y Comunicación
e Y esto es todos los días... f Paulina González Meneses*
El vecino, los taxistas, los transeúntes, los trabajadores de la empresa frente a tu casa; el vendedor de barbacoa por la mañana y taquero por la noche; te diriges hacia la parada del camión; más taxistas y conductores pasan, algunos pitan; deseas no haber salido en short, ¿por qué? Te preguntas si para los hombres es también un sacrificio soportar el acoso callejero por querer andar cómodo. Chucheos, miradas lascivas, invitaciones a subir. Ahí viene el camión. Te subes y está lleno, el calor de las personas se ha encerrado en el espacio reducido y te desagrada respirar esa densidad que flota en el ambiente. Roces inevitables de cuerpos desconocidos, húmedos, fétidos; más roces indiscriminados conforme te recorres hacia atrás. Un tipo te toca la cintura y ríe cuando lo confrontas con la mirada, una mirada inquisidora que habla por sí sola. Te adentras en la canción que suena desde tu reproductor para olvidar el momento. Sucede que siempre te embargan unas ganas de golpearlos, ganas de ser una versión con el triple de fuerza de ti misma y hacer que se arrepientan. Nunca lo haces, esta es la vida real y sabes que puede salir peor. ¿Peor que acostumbrarte a ello? Vivir con la posibilidad de no volver cuando sales porque los taxistas han intentado llevarte a otro lado, o cuando te han seguido hasta tu casa al bajarte del camión, eso no es vivir; gas lacrimógeno, navaja, número de emergencia en marcado rápido. Extrañas caminar largos trayectos por las noches sin temor de ser emboscada en una esquina. Por lo menos hoy llegaste a la escuela; 10 a.m., piropos, miradas libidinosas y una que otra agarrada de nalga. Y esto es todos los días. *8° Letras Hispanoamericanas
e El otro día f Paulina Meléndez*
El otro día Juana se quedó dormida en el camión. Se recargó en un extraño, le babeó el hombro y cuando despertó, lentamente trató de incorporarse con los ojos aún cerrados. El hombre no parecía tener problema con ello, pero Juana pensaba que el desconocido estaría molesto. El camino se guiaba por la interminable línea blanca de la carretera, los árboles lejanos y las nubes que se volvían grises con azul marino por el atardecer. Juana percibió un agradable olor que provenía del extraño, era su perfume con notas de madera y almizcle. *** Cuando siento la soga del tiempo en la garganta se posan átomos en mis venas. Protones calientes e indomables se distribuyen a través de mi sistema. Los conozco bien. Le dicen neurosis. Me dan ganas de estrellar mi cabeza en el cristal y quedarme dormida dos o tres días. *** La cabeza de Juana se recargaba en el cristal de la ventanilla. Tenía los ojos pegados al paisaje fugaz que se atravesaba frente a ella. Escuchaba synthpop pegajoso de los años 80 por medio de unos audífonos gastados, se mordía las uñas y luego la cutícula de cada dedo. A ratos movía su cabeza con sutileza para voltear a ver al extraño de al lado. El extraño le sonreía con timidez y eso a Juana le paralizaba las mejillas, abría de más los ojos y asentía devorando miles de pensamientos absurdos que paseaban en su mente. *** Seguramente se estará preguntando por qué no dejo de moverme, ¿tendré nixticuiles en el ano? ¡Basta! tengo años repitiendo la pregunta eterna de la abuela: “Ya duérmete o ¿tienes nixticuiles en la cola? Para sacártelos de una vez”. Sí, mi niñez fue afectada por historias bizarras que ahora de joven se me siguen atorando en la cabeza. He tratado de quitármelas como quien desprende una sanguijuela, pero me gusta quedármelas. *** Faltaban alrededor de tres horas para arribar a la central. El extraño que Juana tenía por compañero de al lado abrió de un jalón un empaque del emparedado que regalan al abordar. Se disparó el olor a mayonesa con jamón corriente en medio del espacio entre Juana y él. El hombre se limpió los dedos en el pantalón de mezclilla cuando terminó y luego se llevó los dedos a la nariz y se volvió a limpiar. Juana le dio la espalda casi por completo para adentrarse en las luces que emergen a lo lejos desde un pequeño poblado que desde la carretera se da a notar. Ya era de noche. *** Crearé un mundo donde las luces se pueden comer. Sí, cada partícula que forma el aura color amarillo incandescente se podrá tocar y llevarse a la lengua para deleitarse con una explosión agridulce. Casi como el sabor de las hormigas pequeñas. Las luces no se mueven, se quedan quietas; en cambio el sol cada día que pasa, danza con fuego, brilla, pero luego se hace viejo y muere dejando su lugar a la luna gorda; ella también me gusta mucho. *** Continúa en la página 8 ---->
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Juana ya tenía entumidas las piernas cuando se levantó al baño, y al pasar vio profundamente dormido a su compañero de asiento, vio su cabeza rapada, su barba y un lunar morado de nacimiento bajo sus cejas. Caminó con torpeza entre los asientos y al encerrarse en el escueto espacio, hizo algunas muecas en el espejo, tomó un chorro de agua con la mano y comenzó a hacer gárgaras, las escupió y se agarró el cabello que aún olía a coco y vainilla. La ansiedad crecía en su semblante. *** Bueno ¿y este hombre qué piensa? No se ve mal, pero no lo conozco. No tiene cara de casado, pero a estas alturas ya no sabe uno. Recargado en mi hombro huesudo no creo que vaya muy cómodo y menos con el olor a cigarrillo de mi chamarra. Total, no me molesta el tipo. *** Juana veía una película de dibujos animados, de vez en cuando le causaba gracia ver las desgracias ajenas de los personajes. Estornudó y despertó a su acompañante, este se incorporó de inmediato, la vio con la mano en la nariz y le proporcionó un pañuelo. Juana lo recibió apenada por los restos de saliva con mocos adornando su pantalón. Él le sonrió y abrió su lata de refresco, bebió un sorbo y miró la hora en su reloj de mano. *** Mis manos sudan, tiene unos ojos café claro preciosos, justo como los de los pescados fresquecitos del mercado. Sus brazos tienen bastante vello, usa botas. Seguramente le gusta el rock, seguramente tiene una banda y todos los fines de semana se tira a una que otra grupie barata. Pero bueno para qué me preocupo si tengo mis libros, mis perros, mis películas, mis amigos drogadictos que sueñan con hacerse ricos en varios años; me divierte escucharlos pero también me deprimen. Además la última vez que tuve un novio, hasta la policía fui a dar porque le aventé un vaso en la cara y casi le saco un ojo. *** La mano del sujeto desconocido se acercaba minuciosamente a la pierna torneada de Juana, pero esta la detuvo con un manazo bien dado y al estilo de las madres cuando la comida no está lista. El sujeto se pasmó al experimentar lo recién ocurrido y ofreció una sonrisa nerviosa color rojo. Juana se echó a reír y no paró. Casi se orina de la risa. Él parecía atractivo después de su pronto atrevimiento. *** Ya no sé si seguirle el juego o hacerme la seria. Tal vez ya nunca lo vuelva a ver, o tal vez rompamos el silencio, nos pasemos el face o el número de teléfono; nos volvamos íntimos amigos y cuando nos volvamos a ver, nos besuqueemos. Mejor no. Los romances casuales dan náusea. Las condiciones de la incertidumbre son mi comida de todos los días, son mi almohada al dormir, mis excesos nocturnos. No quiero, no puedo. Aunque sería divertido añadir una aventura más a la libreta de las crónicas del viaje. Un día seré un animal, un perro, un bicho, un ave, una mosca, una flor, un árbol. Lo que sea pero me quedaré quieta. ¡No! No quiero quietud, quiero vuelo, quiero probar las nubes, tragarme el viento, beber lluvia ácida. *** De la página 7---->
- Di-dis-disculpa, te-te-te encu… ¿Estás bien? - No, sí. No, bueno. - Es que, es que… - ¡Nada! A ver, ¿por qué me estabas agarrando la pierna? - No no, es, es… Espera. - Que te espere tu mamá. - Que no, es que el tel, el tele, el teléfono. - ¿Qué? - Estás sentada en mi tel…tel, ¡en mi celular!-Por fin exclamó. Juana levantó su pierna y ahí estaba el dichoso teléfono celular, lo observó detenidamente mientras ataba cabos. Le dio el teléfono en la mano y le miró con aires de misterio. “Es tartamudo, y luce tierno”, pensó. - Mi nombre es Juana. ¿Tienes Facebook? *Egresada de la Facultad de Letras y Comunicación
e Transporte público f Samantha Gabriela Isais Ochoa*
Durante el trayecto que hará todos los días de casa al trabajo, observará escenas extrañas en el transporte urbano, extravagancia desagradable y ridícula en su máxima expresión. El lugar donde un amable conductor es capaz de llevarlo hasta el fin del mundo si lo desea. Si usted planea viajar en uno de estos artefactos tome en cuenta lo siguiente: Siempre habrá un bebé llorando por su madre joven, señoras viejas vociferando vidas fracasadas de quienes odian, seres humanos vistiendo tendencias de moda que ellos creen originales, hombres gordos y enanos con largas manos aprovechándose de la primera muchacha bonita que descubren, géneros de música que nadie en esa diminuta ciudad conoce. No haga caso de los cronopios, famas o esperanzas que inundan aquel pequeño vehículo, es gente sin un motivo en la vida, ignore el olor nauseabundo que produce la comida junto con otros perfumes extraños de dudosa procedencia dentro del vehículo, ignore también que esto se repite una y otra vez en un mismo rato. Que no le extrañe que todos esos seres se encuentren de mal humor (sobre todo usted y el conductor). Pensándolo bien ¿qué importa ya? pues se queje o no, usted volverá a abordar el mismo transporte con la misma gente todos los días, a menos de que quiera perderse ese gran espectáculo por irse caminando… *6° Letras Hispanoamericanas
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