TEORÍA PEDAGÓGICA. “Experiencia y educación (evidencia)” Licenciatura en educación preescolar. Maestra: Aneli Galván Cabral. Alumna: Diana Susana García Ramos.
Sin embargo, no debemos prestarnos a la confusión que Dewey identifica en la educación progresiva, esto es, creer que “todas las experiencias son verdadera e igualmente educativas”. Hay experiencias que no son educativas. “Una experiencia es anti educativa cuando tiene por efecto detener o perturbar el desarrollo de ulteriores experiencias”. Este género de experiencias es muy frecuente en la escuela tradicional, puesto que en ella “lo perturbador no es la ausencia de experiencia sino su defectuoso y erróneo carácter”. Por otra parte, toda experiencia “cambia en algún grado las condiciones objetivas bajo las cuales se ha tenido la experiencia”. Quiere notar la importancia de las experiencias pasadas en el presente, es decir, que este es lo que es porque ha habido experiencias pasadas que han formado y transformado el mundo. Y, además, que ésta “no ocurre en el vacío”. El profesor debe ser especialmente sensible en este aspecto puesto que debe tener en cuenta tanto la formación de experiencias por las condiciones del ambiente y, saber “cómo utilizar los ambientes físicos y sociales que existen, a fin de extraer de ellos todo lo que poseen para contribuir a fortalecer las experiencias que sean valiosas”. Alerta, por otra parte, sobre la necesidad de no subordinar las condiciones objetivas a lo que ocurre dentro del individuo en los de no imponer un control externo o limitar la libertad. El segundo principio para interpretar la experiencia es el de interacción. Esta alude al juego reciproco entre las condiciones objetivas y las condiciones internas del individuo. Estas “series de condiciones”, tomadas en su interacción constituyen una situación. Interacción y situación son inseparables: “una experiencia es siempre lo que es porque tiene lugar una transacción entre un individuo y lo que, en el momento, constituye su ambiente, y si este último consiste en personas con las que está hablando sobre algún punto o suceso, el objeto sobre el que se habla forma parte también de la situación”, el ambiente es todo aquello que interactúa con las “necesidades, propósitos y capacidades personales para crear la experiencia que se tiene”. Toda experiencia recoge algo de la que ha pasado antes y modifica en algún modo la cualidad de la que viene después. Tampoco pueden separarse los principios de continuidad e interacción. Los conocimientos y habilidades extraídos de una situación se convierten en “instrumentos” en la experiencia próxima. El educador debe tener aquí como preocupación directa “las situaciones en que tiene lugar la interacción”. El factor de las condiciones objetivas, está dentro de las “posibilidades de regulación por el educador”. Comprenden las “condiciones objetivas” para Dewey, lo que hace quien educa y el modo como lo hace, no solo las palabras habladas, sino también el tono de la voz; el equipo, los libros, aparatos, juguetes y juegos empleados; materiales y “la total estructuración social de las situaciones en que se halla la persona”, y todo ello “para crear una experiencia valiosa”. Siempre considerando las
“capacidades y propósitos de los enseñados”, es decir, separarse de la concepción tradicional donde es la materia per se lo que se considera educativo y donde cada materia se aprende aisladamente. Para nuestro autor “no existe nada que sea un valor educativo en abstracto” el verdadero sentido del crecimiento, la continuidad y la reconstrucción de la experiencia es que esta debe hacer algo para preparar a una persona para ulteriores experiencias más profundas. Toda experiencia normal nos lleva a situaciones. Estas situaciones nos llevan a determinar cualidades, preferencias y aversiones. Toda experiencia autentica tiene un aspecto activo que cambia en algún grado las condiciones objetivas bajo las cuales se ha tenido la experiencia. Un sistema educativo basado en la conexión de la educación la experiencia debe tomar en cuenta las condiciones locales, físicas, históricas, económicas, profesionales, etc. Y es que él defiende un aprendizaje que sirva para la vida, que no sacrifique las potencialidades del presente a un futuro hipotético, porque para Dewey “el presente afecta al futuro de algún modo”. Crear experiencias valiosas, como tarea de quien educa, es depositar en él la responsabilidad de un futuro de plena madurez, de la capacidad de extraer de la experiencia un conocimiento que sea capaz de mejorar las condiciones objetivas en que se desarrollaran las futuras experiencias. A modo de conclusión destacamos que Dewey cree en un educador, que lejos de dejar librada la experiencia de los niños a sus necesidades e intereses, como suele pensarse y decirse para defender una educación progresiva, valora profundamente e incluso le otorga una enorme responsabilidad al educador y no por ello desmereciendo los intereses y capacidades del niño ya que sino negaría el principio de interacción. Asimismo, da importancia a los conocimientos pasados. El problema no es que los conocimientos pertenezcan a este, el problema se centra en la forma en que estos se relacionan con la propia experiencia de los alumnos.