Diáspora no. 6 Enfermedad

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Este número procura exponer el tiempo

dilatado de un padecimiento. Una alteración tenue o grave que envuelve la existencia desde las palabras hasta las imágenes; de colores y síntomas aislados en las páginas. El conjunto de colaboraciones desfallecen en un intento de manifestar la enfermedad sin nombrarla, se abandonan al silencio aterrado de sus indicios patológicos. Esta vez, el ánimo palidece y roza con la muerte o, peor aún, con una vida que no claudica y permanece latente en agonía constante. Pretendemos mostrar la unidad de una enfermedad, una que vive sigilosa dentro de todo ser e incluso fuera de él. Diáspora atrapa los signos vitales alterados en esta edición.

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Las

enfermedades

del

lenguaje Antoinette Hawayek de Ezcurdia

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Introducción

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Un papiro con jeroglíficos del siglo XVII AC,

que se supone es copia de un texto del año 3,000 AC, comprueba que desde hace unos 5,000 años se sabía que una lesión en el cerebro podía afectar la conducta del ser humano. Este manuscrito describe detalladamente 48 casos de lesiones en el cuello y la cabeza y sus efectos tanto en la conducta motora como en la inteligencia. Los pensadores de la Grecia Antigua se interesaron por investigar cuál era la sede de la mente; unos sostenían que era el cerebro, otros que era el corazón. Sin embargo, muchos de los que la colocaban en el cerebro no suponían que este órgano fuera responsable de todas las conductas pues atribuían las sensaciones y las pasiones al hígado y al corazón. Es interesante hacer notar que Aristóteles (388-322), el filósofo que transformó casi todas las áreas de conocimiento en las que se involucró, quien propuso reglas formales para pensar correctamente, sostenía que el corazón no sólo era la sede de las pasiones y las sensaciones sino también del intelecto. Los griegos de la época clásica no contaron con un documento semejante al papiro del siglo XVII AC. No fue sino hasta el siglo III AC que en Alejandría se impulsó el conocimiento del cerebro, gracias a la disección de cadáveres. El distinguir que los nervios se originan en el cerebro permitió relacionar la conducta con este órgano y no con el hígado o el corazón. En el Renacimiento, se renueva el interés por las autopsias: en la ausencia de la tecnología moderna (como la resonancia magnética y la tomografía

por emisión de positrones) la autopsia constituía el medio para impulsar el conocimiento médico. Aunque actualmente aún existen fuertes objeciones sociales y religiosas a la autopsia suponemos que éstas, especialmente las religiosas, serían aún más fuertes en el Renacimiento. La historia de las autopsias no sólo nos informa sobre los avances de la medicina, también proporciona riquísima información sobre otras áreas; constituye lo que Unamuno (1895) llamaba la intrahistoria: el conjunto de hechos aparentemente irrelevantes pero que con frecuencia nos ofrecen de forma fiel la historia de un pueblo. La intrahistoria, en este caso, la historia de las autopsias, nos revela que la actitud ante la idea de disección de un cadáver constituía una importante preocupación en el pensamiento renacentista. Hay constancia de que a un papa en el siglo XV se le realizó la autopsia, y en ese mismo siglo, Sixto IV emitió una ley que permitía a estudiantes de medicina estudiar 11


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el cuerpo humano. Sin embargo, la situación era complejísima ya que lo anterior coexistía con los efectos de la afirmación “la iglesia aborrece la sangre” emitida en el Concilio de Tours en la segunda mitad del siglo XII, la cual se interpretaba como una prohibición a que los miembros de la iglesia no sólo practicaran autopsias sino que tampoco realizaran cirugías. Nada arroja tanta luz sobre las actitudes contradictorias de este punto como la siguiente anécdota, que no entra en la historia porque ésta, como sugiere Unamuno, sólo considera las efemérides y acontecimientos más relevantes. En el siglo XVI, el nacimiento de dos niñas unidas por el tórax causó un serio problema al sacerdote que debía bautizarlas. ¿Albergaba este “monstruo” una o dos almas? El padre de las niñas informó que funcionaban como dos personas independientes por lo que se realizaron dos bautizos. ¿Había sido ésta la decisión correcta? Cuando las niñas murieron a los ocho días de nacidas, se ordenó que se les practicara la autopsia. Como se encontrara que cada cuerpo contenía sus correspondientes órganos, se supuso que probablemente cada niña tenía su alma (King y Meehan, 1973:521). Sin embargo, a pesar de los problemas éticos suscitados por las autopsias, se reconocía que el conocimiento que aportaban era el único medio con el que se contaba para diagnosticar la enfermedad que había causado una muerte. Los dibujos de Da Vinci (1451-1519) de las circunvoluciones cerebrales son prueba del conocimiento de la anatomía del cerebro en el siglo XV y aunque, como ya indicamos, desde hace aproximadamente 5,000 años se sabía que una lesión en el cerebro afectaba la conducta, los detalles de la relación cerebro/conducta, que dependían de la localización de las funciones en los hemisferios cerebrales, eran aún desconocidos. Las investigaciones del médico alemán Franz Joseph Gall (1758-1828) (fundador de la frenología) tenían como meta localizar y analizar las funciones cerebrales. Sus estudios se consideran pseudocientíficos porque basaba la asignación


de funciones psicológicas a regiones del córtex y del cerebelo en la forma del cráneo y en sus protuberancias. En 1861, Paul Broca (médico, cirujano, anatomista, antropólogo) realizó la autopsia de un paciente conocido como Tan, por ser ésta la única sílaba inteligible que emitía. A él, y no a Gall, se le reconoce como el descubridor de las funciones en el cerebro porque atribuyó la “enfermedad” de su paciente a la lesión que descubrió en el análisis post mortem de su cerebro. Aunque al atribuir la perturbación lingüística de su paciente a un punto específico del cerebro, Broca inicia el estudio científico de la localización de las lesiones, es necesario hacer notar que abrió un camino que resultó equivocado: el de la localización estricta, es decir, el adjudicar una conducta tan compleja como el lenguaje a una pequeña área del cerebro. Broca atribuyó la pérdida del lenguaje a sólo una pequeña parte del área lesionada, la hoy conocida con su nombre. Como suele ocurrir, aún en la investigación científica, los opositores suelen partir de la posición totalmente opuesta a la que combaten, la cual, en un número importante de casos, es también incorrecta. Los opositores a la localización estricta sostenían que todo el cerebro era responsable del lenguaje. Pocos años después, en 1874, C. Wernicke (1848-1905) demuestra que la afectación de un área del lóbulo temporal del hemisferio izquierdo causaba perturbaciones lingüísticas de una naturaleza diferente a las descritas por Broca. El descubrimiento de Wernicke comprueba que el lenguaje no está ubicado

exclusivamente en el área del lóbulo frontal que descubrió Broca; sin embargo, apoya la localización de las funciones porque demuestra que hay áreas específicas del cerebro que se ocupan del lenguaje y que lesiones a estas áreas causan “enfermedades” de la facultad lingüística humana. La tecnología moderna ha permitido avanzar en la identificación de los sustratos neuronales del lenguaje; es decir, de las redes cuya integridad es indispensable para el correcto funcionamiento de la facultad lingüística. Se trata de complejas redes en tres de los cuatro lóbulos del cerebro: el frontal, el temporal, el parietal (del hemisferio izquierdo en alrededor del 97% de las personas) cuyas conexiones, principalmente con las más lejanas, no están aún totalmente definidas. Aunque actualmente se ha descubierto que el hemisferio derecho juega un papel importante en el lenguaje, se reconoce que el izquierdo es el que maneja la gramática en casi la totalidad de los seres humanos (ya sea la de las lenguas orales o la de las manuales). Consecuentemente, una lesión en alguna de las redes lingüísticas de este hemisferio afecta la estructura del lenguaje en la mayoría de las personas, causando una “enfermedad” que, por las razones que se presentan a continuación, resulta una de las más graves que pueda sufrir una persona. El lenguaje es la conducta que distingue al ser humano de todos los otros seres vivos; aunque los animales pueden tener complejos sistemas de comunicación, como es el de las abejas, ninguna especie tiene una facultad que les per-

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mita desarrollar un sistema que hace posible la transmisión de todos los logros a la siguiente generación. Sin lenguaje no se desarrolla una cultura, pero la comunicación no es la única función del lenguaje; el lenguaje es el responsable de la construcción de los conocimientos que se transmiten. Desde la emisión de las primeras palabras, sabemos que el lenguaje hace posible que los niños comiencen a categorizar la realidad. Piaget mantenía otra postura ya que no aceptaba la intervención del lenguaje en lo que denomina la revolución copernicana, que se realiza del nacimiento hasta casi finales del segundo año de vida. Es decir, en el periodo durante el cual, plantea, el niño construye el universo (Piaget, 1964: 11-107). Aunque rechaza que el lenguaje contribuya a la construcción del universo infantil, considera que éste es necesario para el perfeccionamiento del pensamiento y para la construcción de lo que denomina las operaciones lógico matemáticas (Piaget, 1964: 127-142). Es posible sostener que con el enriquecimiento del vocabulario y el desarrollo de la morfología y la sintaxis, el lenguaje hace posible (aún antes de que empiece a desarrollarse el pensamiento lógico matemático piagetiano, hacia los 12 años) interpretar un evento de más de una manera. ¿Cómo puede un animal no lingüístico al percibir algo referirse a ello con un verbo o con un sustantivo? Sin embargo, no es lo mismo referirse al caballo que salta que al salto del caballo. Podemos percibir el que alguien tome un recipiente que contiene agua, se acerque a un jarrón y eche el agua del recipiente en el jarrón. Aunque esto es todo lo que vemos, el lenguaje nos permite interpretar lo percibido de formas diferentes. Si lo pertinente es referirse al agua, podemos indicar que ésta ha cambiado de lugar diciendo X echó el agua en el jarrón. Es posible, también, interpretar la situación como una actividad 14

cuyo foco no es el agua, sino el jarrón que ha sido afectado porque se le echó agua diciendo le echaron agua al jarrón. La ética no nos permite experimentar con seres humanos; no es posible evitar que un niño no adquiera una lengua para medir el desarrollo de su inteligencia, pero en los lugares en los que no hay educación especializada para los niños sordos éstos no pueden adquirir la lengua oral y como, por lo menos, el 90% de los sordos son hijos de oyentes tampoco tienen la oportunidad de adquirir una lengua de señas. En estos niños, ha sido posible medir la diferencia entre la inteligencia verbal y la no verbal; es decir, la que han podido desarrollar por su contacto con el mundo y la que no han podido desarrollar porque se refiere a conceptos no percibidos visualmente; por ejemplo, sin información verbal una persona pensará toda la vida que una ballena es un pez. El lenguaje nos permite expresar emisiones hipotéticas, como la llamadas contrarias a los hechos, que no se captan observando la realidad pues se refieren a situaciones contrarias a las que han ocurrido, como las expresadas con oraciones como la siguiente: si no hubieras comido tantos dulces, no te hubieras enfermado. Las dos situaciones que se presentan en negativo han ocurrido: la persona en cuestión comió dulces y se enfermó.


Enfermedades del lenguaje

Aunque la sordera es una discapacidad, la mayoría de los niños sordos no sufren una “enfermedad” del lenguaje pues su facultad lingüística no está afectada; tienen una deficiencia auditiva que no les permite recibir el único estímulo adecuado para que el lenguaje oral se desarrolle naturalmente. Una facultad lingüística intacta les permite desarrollar una lengua signada si reciben durante la edad temprana el estímulo lingüístico visual que proporcionan las lenguas manuales. Si esto ocurre, los niños sordos desarrollan la lengua de señas de la comunidad sorda con la que entren en contacto, la cual, cualquiera que sea, como lo han comprobado los estudios de la gramática de infinidad de lenguas signadas, tendrá una gramática de complejidad comparable a la de las lenguas orales. Sin embargo, existen diversas enfermedades del lenguaje causadas, en la mayoría de los casos, por lesiones a los sustratos neuronales que realizan operaciones lingüísticas, como los que se ocupan de acceder a las entidades del vocabulario almacenadas en diferentes partes del cerebro o a los que realizan las operaciones gramaticales características de la lengua en cuestión, como puede ser la conjugación de los verbos, la pluralización de sustantivos y adjetivos, la asignación de caso en las lenguas que lo tienen, etc. Estas lesiones son el resultado de un accidente cerebrovascular, una embolia, una hemorragia que causa la muerte de redes neuronales del lenguaje. Las lesiones pueden ser también causadas por un trauma exterior. Los problemas del lenguaje generalmente van acompañados de problemas motores. Las redes nerviosas motoras se cruzan en la base del cerebro por lo que el hemisferio izquierdo con-

trola el movimiento del lado derecho del cuerpo y el derecho controla el lado izquierdo. Puesto que la mayoría de las personas tienen el lenguaje en el hemisferio izquierdo (sean zurdas o derechas), los problemas motores en el lado derecho implican que las personas que muestren este síntoma tienen una altísima probabilidad de ver su lenguaje afectado. Si la lesión se limita a las redes motoras y a las responsables del lenguaje, la pérdida de éste y del movimiento no se asocia con pérdida de la inteligencia. Sin embargo, tal accidente puede trastornar grandemente la vida del paciente pues el lenguaje puede verse reducido a un pequeño número de palabras, lo que imposibilita al paciente transmitir su pensamiento. Cuando un niño sufre una lesión, hay probabilidades de que recupere el lenguaje perdido o de que continúe con su adquisición, si la lesión ocurre antes de que lo haya adquirido. Mientras más pequeño sea el sujeto, más rápida y perfecta será la recuperación ya que como nos comprueba la llegada de la pubertad, una lengua natural se adquiere naturalmente por el solo hecho de estar en contacto con ella antes de que llegue ese momento. Sin embargo, también hay niños que en la ausencia de un trauma, se les detecta problemas en la adquisición de su lengua materna. El problema más común en niños de edad preescolar son los retrasos en la adquisición, el cual, en vista del importante papel del lenguaje en el desarrollo cognoscitivo, constituye un motivo de preocupación. Estudios realizados desde la década de los ochenta en niños que adquirían el inglés como lengua materna, demostraron que el 15% de los niños de dos años estudiados (todos ellos pertenecientes a la clase media), no habían alcanzado las metas lingüísticas esperadas. El lenguaje de los niños con retraso no se desvía de la adquisición típica, simplemente se desarrolla de una forma más lenta, 15


adquiriéndose unos rasgos más lentamente que otros (Leonard, 1991). Adquieren la primera palabra hacia los 23 meses en lugar de a los 12, articulan mal algunos fonemas, al grado que las palabras que pronuncian pueden ser difíciles de comprender; la morfología y la sintaxis son comparables a las de niños de menor edad. El retraso en el desarrollo lingüístico se da en la ausencia de problemas en otras áreas del desarrollo del niño. Los especialistas nos indican que este problema es pasajero en por lo menos el 50% de los casos (v. Weiss y Paul, 2010, entre otros muchos), pues al llegar a la edad escolar, aproximadamente la mitad de los niños con retraso han superado este problema. Esta declaración exige una explicación; el que el 50% no supere el problema permite considerar que puede tratarse de dos problemas diferentes. Es por lo tanto necesario referirse a un frecuente retraso del lenguaje conocido como trastornos específicos del lenguaje (TEL). El término TEL se emplea para referirse a niños i) de inteligencia normal (con un coeficiente de inteligencia superior a 85) que tienen dificultad para adquirir su lengua materna aunque, como en el caso del trastorno anterior ii) no sufren ninguna de las deficiencias que se sabe pueden afectar el desarrollo normal del lenguaje (como inteligencia baja, entre otras). Estos niños no tienen problemas de audición, no sufren problemas emocionales ni serias li16

mitaciones afectivas o económicas. Estudios realizados en los Estados Unidos informan que se les ha diagnosticado TEL al 7.4% de los niños de preprimaria (8% de niños y 6% de niñas). La conjugación verbal es lo que les ofrece mayores dificultades; no pueden realizar la operación requerida para conjugar un verbo, la cual consiste en tomar una raíz verbal y añadirle un sufijo (en español, de tiempo y de persona). Se considera que se trata de un problema genético, ya que se han descubierto familias en las que muchos de sus miembros presentan este problema para adquirir la lengua, pero aún después de casi medio siglo de investigación, los criterios que se emplean para definir e identificar esta perturbación en el desarrollo del lenguaje sigue siendo discutida y cuestionada. Unos proponen que es un déficit específicamente lingüístico, otros sostienen que se trata de la perturbación de un proceso no exclusivo del lenguaje que depende de un determinado tipo de memoria, la llamada memoria procedimental o procedural (Ullman, 2004, 2005). Los estudios de niños diagnosticados con TEL no arrojan resultados homogéneos, mientras se informa de niños que superan sus problemas con atención temprana, otros indican que un gran número de niños llegan a la adolescencia y a la edad adulta con problemas de lenguaje, escolares y sociales. La falta de homogeneidad apoya que el que haya problemas en el desarrollo del lenguaje puede deberse a perturbaciones de la memoria procedimental (Ullman, 2004, 2005). Tal planteamiento es interesante porque además de decirnos mucho de la naturaleza, de la complejidad y del funcionamiento de la facultad lingüística nos plantea que, aunque el lenguaje es algo único en el mundo animal, no sólo depende de la estructura cerebral específica del lenguaje sino también de sistemas cerebrales que sirven para otras funciones no lingüísticas. Esto significa que las perturbaciones del lenguaje pueden ser el resultado de la afec-


tación no sólo de algún punto de las redes responsables de las operaciones lingüísticas específicas, sino de otras redes neuronales que realicen funciones, como las de la memoria mencionada que organiza secuencias no sólo del lenguaje, sino también motoras. Tocar el piano, nadar, esquiar, igual que el lenguaje depende de la formación de secuencias que se realizan sin que el agente sea necesariamente capaz de verbalizar cómo las realiza. El surgimiento de un modelo que atribuye el problema a un aspecto concreto y comprobable, como la memoria procedimental, representa una herramienta, confiable en principio, para manejar un diagnóstico con resultados de recuperación totalmente contradictorios. Se usa el término afasia para nombrar las perturbaciones del lenguaje causadas por lesiones en las áreas del hemisferio izquierdo, llamadas por los neurólogos del siglo XX áreas específicas del lenguaje, que son las surgidas por las lesiones, realizan operaciones lingüísticas necesarias por comprender y producir el lenguaje. Cada hemisferio se divide en 4 lóbulos: frontal, temporal, parietal y occipital y los 3 primeros intervienen en el lenguaje. Los lóbulos se dividen, en base a la disposición de las neuronas, en pequeñas áreas llamadas áreas de Brodmann (AB). El lóbulo más susceptible de verse afectado por un accidente cerebro-vascular es el frontal, en el cual se encuentran varias de las AB cuya integridad es indispensable para la producción y comprensión del lenguaje. La perturbación lingüística dependerá del área dañada. Una lesión en las áreas de Brodmann 44 y 45 del lóbulo frontal (la llamada área de Broca) puede dejar el lenguaje reducido a unos cuantos sustantivos; el caso más extremo es el del Sr. Tan, mencionado arriba. La función de esta área no está totalmente determinada, aunque a la 44 se le relaciona con procesos gramaticales y a la 45 con aspectos semánticos. En el lóbulo

temporal, se encuentra, además de la audición primaria, la audición del lenguaje; es decir el área que permite discriminar las unidades de sonidos lingüísticos (los fonemas) lo cual es indispensable para la identificación de las palabras. Si el daño no es muy grande, el paciente puede distinguir fonemas muy diferentes; no confunde la velar [k] (de casa o que) con una bilabial como [b], pero puede no distinguir dos fonemas que se diferencian únicamente por un rasgo, como sería del caso de la [b] y la [p] o la [d] y la [t] que tienen el mismo punto de articulación (bilabiales en el primer caso y dentales en el segundo); las diferencias, al producirlas, vibran las cuerdas vocales mientras que esto no ocurre con la [p] y la [t], por lo cual son sordas. Una lesión grande en esta área del lóbulo temporal que permite distinguir los fonemas puede impedir la comprensión de la lengua; se han registrado casos en los que el hablante afectado no reconoce su propia lengua. El lenguaje se pierde, pues se afecta tanto la comprensión como la producción; si no distingue la [p] de la [b] no podrá oír la diferencia entre peso y beso pero tampoco podrá producir estos vocablos.

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En el lóbulo temporal también se encuentran almacenados los sustantivos; éstos se agrupan por campos semánticos: animales, instrumentos musicales, herramientas, etc., en áreas diferentes, por lo cual los grupos semánticos pueden verse afectados independientemente. Un paciente que no produce sustantivos en un área puede emitir los de áreas no dañadas y reconoce el objeto que se le muestra pero no encuentra su nombre, no puede llegar al lugar donde éste está almacenado. Lo mismo ocurre con los verbos, que se almacenan en el lóbulo frontal. Una lesión en esta área dificulta la producción de un verbo cuyo significado, como en el caso de los sustantivos, reconoce. En la primera mitad del siglo pasado, Luria (1947) plantea que una lesión en una determinada parte del lóbulo parietal impide la comprensión y producción de las oraciones pasivas y las relativas. No es que los pacientes con lesiones en este lóbulo no entiendan el significado de las palabras de estas emisiones pero, como muestran los siguientes ejemplos, estas emisiones se interpretan incorrectamente. En una pasiva, como el papá fue golpeado por el niño, entienden que el papá es el golpeador. No se reconoce que el sujeto del verbo es el nombre 18

introducido por una frase preposicional. En las oraciones relativas, como el niño que vino ayer con mi hermano se ganó el premio, el enfermo entiende que mi hermano, por ser el sustantivo más cercano al verbo, es el sujeto de la oración, por lo tanto se interpreta como el ganador. Las perturbaciones descritas son causadas por un daño a las redes neuronales responsables de la comprensión y producción del lenguaje; hay otras que no afectan al sistema, sólo a la producción, como las debidas a problemas motores que interfieren con la articulación, con la fluidez del habla, con la voz o las apraxias en las que el sujeto, aunque reconoce los fonemas, no controla el aparato articulador y no produce los requeridos. Todas estas perturbaciones pueden causar serios problemas por su impacto negativo en la comunicación y en las relaciones sociales, pero los que las sufren, contrario a los casos descritos antes, pueden crear lenguaje en su cabeza, aunque no puedan exteriorizarlo.

Comentario final

Puede haber sorprendido que hayamos presentado los problemas del lenguaje bajo el rubro enfermedades; sin embargo, no hemos hecho mas que seguir la definición que de este término ofrece uno de los mejores y más confiables diccionarios del español: enfermedad es cada una de las diversas alteraciones del organismo que perturban su funcionamiento (María Moliner, 1966:). Los problemas del lenguaje que hemos presentado muestran alteraciones del organismo que perturban [el] funcionamiento [del lenguaje]. En ningún campo, es científico hacer juicios de valor, como, por ejemplo, que el cora-


zón sea más importante que el hígado o que los artículos son más importantes que las preposiciones. Sin embargo, en este caso, no dudamos en sugerir que una afectación severa del sistema lingüístico puede considerarse como una de las enfermedades más serias que pueda sufrir un ser humano, pues siendo el lenguaje lo que distingue a nuestra especie de todos los otros seres vivos, el afectar lo que nos caracteriza, afecta nuestra humanidad.

Autores citados Leonard, L. 1991. Specific language impairment as a clinical category. Language, Speech and Hearing Services in Schools 22: 66-68. Luria, A. R. 1947. Cerebro y lenguaje. La afasia traumática: síndrome, exploración y tratamiento. Barcelona: editorial Fontanella (1974). Piaget, J. 1964. El pensamiento y la función simbólica. En Seis estudios de psicología. Barcelona: Editorial Seix Barral (1981). Ullman, M. T. 2004. Contribution of memory circuits to language: the declarative/procedural model. Cogniton 92: 231-270. _____ and Pierpont, E. I. 2005. Specific language impairment is not specific to language: The procedural deficit hypothesis. Cortex 41: 299-433. Unamuno, M. de. 1895. En torno al casticismo. Madrid: Ed. Cátedra, Letras Hispánicas (2005). Weiss, D. y Paul, R. 2013. Delayed language development in Preschool children. En Damico, J.S., Müller, N. Y Ball, M. J. (eds.). The handbook of language and speech disorders. Malden, MA: WileyBlackwell.

Antoinette Hawayek de Ezcurdia Estudió Literatura y el posgrado de maestría y doctorado en Lingüística (UNAM). Ha estado relacionada con la adquisición del español como segunda lengua de los indígenas mexicanos, la adquisición del español como lengua materna y con las perturbaciones lingüísticas. Actualmente se concentra en cómo las lenguas de señas expresan en el espacio los procesos gramaticales que subyacen las expresiones lingüísticas que, se ha descubierto, sustentan la gramática de las lenguas orales.

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¿Qué es un dibujo para Antoinette Hawayek de Ezcurdia?

Siempre he pensado que un dibujo es la expresión

de un concepto, de un pensamiento, pero a pesar de la inmensa belleza de los dibujos y cuadros de grandes pintores, también pensaba que nada puede mostrar algo con tanta exactitud como las palabras. Qué mejor prueba que el poema de Felipe IV (Antonio Machado) y el retrato de este rey por Velázquez (uno de los mejores pintores de todas las épocas). Nada de lo que me decía el retrato de Velázquez se compara con los versos de Machado: Nadie más cortesano ni pulido que nuestro rey Felipe, o: Es pálida su tez como la tarde cansado el oro de pelo undoso y de sus ojos, el azul cobarde.

<Felipe IV, Manuel Machado>

Por primera vez vi “el azul cobarde”, ningún dibujo me había transmitido esta idea. Y cuando habla de su vestimenta negra dice “el negro terciopelo silencioso”, quedé convencida de que nada era más silencioso que “el negro terciopelo”; ningún dibujo me lo había revelado. Sin embargo, recientemente, me topé con un retrato al carbón de un ser querido el cual me descubrió su alma. Ninguna descripción oral, ni de Cervantes ni de Shakespeare, me había desvelado el alma de nadie. 20



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Voy al médico, perdón ya que la gramática normativa me lo permite ya que la academia de la lengua ha dado su consentimiento me retracto y autocorrijo: Voy a la médica. Y uhhhhh, noooo. Que si el corazón late de tal o cual forma que si la fiebre no me deja pensar que si la boca de uno se ha quedado en la boca de alguna y esa alguna ha dejado sólo escombros y restos de algo que parece una glándula salival.] La médica de blanco pregunta que si he tenido insomnio que si toso sangre que si tengo alguna molestia en el lumbar, o en el estómago. Yo le contesto que tengo árida la piel de la columna y siento tristeza en cada uno de los huesos. Yo le contesto que sospecho de un tumor en la mirada que articulo atropellado líneas y versos. La médica, golpea mis rodillas revisa con la luz de una lámpara mis pupilas no hay luz en mis pupilas. siento en cada uno de los huesos Pregunta que si he tenidotristeza gripe que si mis palpitaciones siempre responden al nombre de una mujer que si mis palpitaciones responden de la misma forma ante cualquier mujer le digo que ignoro el ritmo que acecha mi corazón le digo que me duele la cabeza cuando sueño y más de una vez me dijeron que eso era un síntoma de muerte. Y qué otra cosa se le puede diagnosticar a un imbécil —dice. Que si tengo la presión alta o baja o media o he perdido, la presión, de tanto no tenerla. ¿Cuáles son mis alergias? Que si tengo alergia a los peces o a los rinocerontes que si estornudo cuando estoy cerca de pisar un gato que si para guarecerme de los sueños he decidido dormir poco o dormir nada. Que si las caricias y los balbuceos son síntoma de fiebre o imaginarias: que si entonces tengo que ir al psiquiatra y al psicólogo. o he perdido, la presión, Que como no tengo seguro social debería empadronarme por medio de la universidad de tanto no tenerla o conseguir un empleo de medio tiempo. Que si como tres veces al día con una dieta balanceada que tal vez tenga un desorden emocional causado por el estrés postraumático debido a mi última relación formal.]

Que si el corazón late

que si toso sangre

tengo árida la piel de la columna

no hay luz en mis pupilas

el ritmo que acecha mi corazón

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Que si las caricias


Pero ninguno de los dos atinamos a descubrir cuál es la enfermedad. Que si tanto tiempo frente al ordenador o frente a la TV que si lloro, que si me quejo, que si tengo una palabra atorada en la garganta que no me deja respirar.] Me ofrece un destornillador y un vaso de agua para arrancármela. Y qué voy a hacer sin mis palabras —le digo. No, no se puede atravesar la vida sin palabras. que si tengo una palabra Y nadie se muere por las palabras que no salieron de la boca. atorada en la garganta Que si siento temblor de manos y en mi historia que si la historia es capaz de llenar la madrugada. Que si existen un 80% de enfermedades que no pueden ser diagnosticadas y los médicos prefieren recetar aspirinas y antidepresivos.] Que podría morirme mientras duermo que si dudo en algún momento específico, por ejemplo: un día con lluvia. Que las enfermedades pueden ser fobias. Que si alguna vez he tenido fobia a las coladeras y los puentes las fobias suelen contagiarse, sobre todo cuando se ha compartido la cama con una mujer llena de fobias.] Que la disculpe si no atina en el diagnóstico promete no recetarme aspirinas ni antidepresivos que nunca le gustó ser terapeuta, pero se le da bien escuchar las desgracias de otros. Que estudió medicina como se estudia derecho o contabilidad porque aprobó el examen de admisión de la escuela. Que si las cortinas de mi casa hacen juego con el color de las paredes que si escucho música de violín, porque tiene un amigo que toca excelente el violín. La detengo: no quiero violines ni cenas amorosas. Se disculpa, nunca supo en qué minuto de la cita detenerse todos sus pacientes terminaron por botarla. Me pide una segunda oportunidad. Que si me mareo. No, no me mareo que si me duele algo del corazón promete que nosirecetarme aspirinas he pensado en viajar a Houston y consultar un verdadero especialista que si he considerado la medicina alternativa que si he muerto alguna vez y resucitado que como paciente soy complicado e incapaz de reconocer mis síntomas. Que le cuente, las enfermedades tienen su razón en el corazón y en la mente. Que le diga si me parece guapa que si salí con alguien hace dos noches que si he optado por el suicido que qué pienso cuando pienso lo que pienso si me duele algo del corazón que las enfermedades son deque silencio que algo calla y se contiene que cuando es expulsado todo el silencio hace más daño que el veneno

un desorden emocional

no se puede atravesar la vida sin palabras

que si la historia es capaz de llenar la madrugada

Que las enfermedades pueden ser fobias

La detengo

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que le cuente de lo callado de lo no dicho de las palabras que se omiten en el suicidio que si mis cartas dicen lo dicho que le cuente —me extiende un frasco con cápsulas— de cuando muere el sonido contagiado por el sigilo. La médico se levanta y escribe en la receta que el paciente desiste y se da por vencido. Regresa al cuestionario y anota un «Sí» en todas las respuestas dice que para dejarme ir tengo que firmarle un permiso: todos mis órganos en caso de muerte. las enfermedades sonDono de silencio Que mi enfermedad no es diagnosticable que mis síntomas y fiebre son confusas que no me gustan los violines ni la lluvia que le temo a coladeras y puentes el silencio hace más daño que el veneno que en mi casa he construido un patíbulo y está en ciernes un paredón fusilatorio. Que cuando salga y camine por la calle y cruce a medio paso la avenida no me olvide de mirar para ambos lados] que haga ejercicio y desayune todas las mañanas algo más que trago y cigarro que no vaya a dejar de asistir a la próxima cita que ya veremos los avances que mi enfermedad podría curarse en el futuro —Me da la manocurarse y se despide, acompaña a la salida— que mi enfermedad podría en elmefuturo que ha sido un placer atenderme. Yo camino de regreso a casa donde me espera un ejército de ausencias. Abro la puerta y enciendo la luz y la luz de los candiles me dirige al cuarto de baño, al inodoro entonces vomito y le termino hablando de ti, como a todos, como siempre.

incapaz de reconocer mis síntomas

de cuando muere el sonido

como siempre

me espera un ejército de ausencias como siempre

como siempre

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