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Los de E Que siguen en la batalla siempre

Se piensa que han bajado la santamaría, pero sus fogones siguen con la llama alta. Damos un paseo por los restaurantes emblemáticos de la capital, que aún mantienen la mesa servida l inusitado aumento del número de restaurantes que abren en Caracas parece incontrolable, sin embargo, se registra un “ligero” descenso de inauguraciones y nuevas propuestas culinarias, lo que dan cuenta que la economía venezolana no está de festa.

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¿Y qué pasa con los restaurantes “de toda la vida”, los de probada calidad y servicio a través de generaciones, los que se mantienen con los mismos propietarios?

Debido a la novelería del caraqueño algunos ni los nombran, no los recuerdan o no quieren recordarlos, pero contrario a estas nuevas tendencias, que algunas quedarán y otras bajarán sus santamaría, los restaurantes “de toda la vida” siguen dando la batalla, hay muchos comensales que no los cam- bian y sus razones se basan en la calidad y el servicio que reciben.

En un simple ejercicio de memoria encontramos que nunca han cerrado, algunos lo han hecho por breve tiempo, para remozarlos, pero vuelven abrir con igual nombre y mismos propietarios, con un menú actualizado, más contemporáneo, siempre conservando sus platos emblemáticos, los que nunca deben salir del menú porque los clientes volvemos a por ellos.

El Mesón de Andrés, Mención Tenedor de Oro de la Academia Venezolana de Gastronomía 2010 y con más de 25 años en el mismo lugar: Chacao, donde Andrés Rodríguez; su hijo Javier, como chef ejecutivo, y el chef José Blondel ofrecen sus tradicionales platos como el pulpo a feira, pimientos del piquillo rellenos de mero o bacalao; cochinillo segoviano, jarrete de res a la gallega, las infaltables croquetas cremosas y la empanada gallega de cocido. Allí se respira autenticidad, cuidado en los in- gredientes y un sentido de renovación que inyecta esa segunda generación. Allí se come bien y esa es la mejor razón para prevalecer.

Urrutia, el clásico de la Av. Francisco Solano López, con la simpatía de su gerente Fernando Franjo, es el sitio del encuentro para los almuerzos largos y distendidos con platos tradicionales vascos heredados del recetario de María Isabel Lopetegui y Adolfo Urrutia. Sus comensales añoran el mero en croquetas, en salsa verde o en sus famosos tacos; el cabrito al horno, sus pescados y arroces. La honestidad lo hace imprescindible.

La Huerta, en la misma zona de la Av. Francisco Solano López. Este comedor con mención Tenedor de Oro de la AVG 2019 sigue dando la batalla. Con una espléndida y animada barra en el medio, la surtida cava de vinos y la confanza de que sigue regentado por los hermanos Gumersindo, Reinaldo y Alberto Romano. Su paella y la fabada asturiana son imperdibles.

La Posada de Cervantes ha puesto de moda a la Av. Urdaneta, la enorme sala de dos pisos ubicada de Pelota a Punceres, tiene allí

35 años regentado por la familia De Freitas. Al frente de su exitosa cocina está Freddy De Freitas, conocido como “El Taguarero” (segunda generación) quien le ha dado un vuelco a la propuesta gastronómica, logrando que los comensales regresen a La Candelaria en busca de los langostinos en salsa de coral, tortilla con azafrán iraní, ventresca de atún con pepinos o el cochinillo lechal y la torta de queso. También propone novedades en la amplia oferta de cervezas. La Candelaria parece superar la mala racha y continúa albergando el sabor español en comedores públicos como La Cita, Guernica y El Ruedo con raciones generosas y el toque original de la receta de la abuela. En La Castellana, el Costa Vasca permanece, así como La Taberna del Navegante en el corazón de Chacao. El capítulo de carnes ostenta los dos restaurantes más longevos como son Tarzilandia, fundado en 1950, en Altamira y El Rancho Tranquilino, abierto en 1953 en Colinas de Bello Monte. Compiten con ellos: El Alazán (Altamira), La Estancia con su emblemático bar La Tapera (La Castellana); Aranjuez y Hereford Grill (Las Mercedes).

Otro clásico en carnes es el Lee Hamilton Steak House, que cerró sus puertas por un tiempo para acometer una profunda remodelación y recientemente abrió para que sus comensales se deleitaran otra vez con sus cortes clásicos, pero a la carta han sumado otras novedades para atraer paladares más jóvenes.

Italianos de tradición como Il Camineto ahora en Los Palos Grandes; Gaby y Tony en Chacao; Il Fornaretto en Santa Mónica; Da Guido en Sabana Grande y la muy longeva Pensión Ana, en Los Caobos, continúan atendiendo a sus feles comensales. El caso de Pastas Dalidia es el auténtico boca a boca, con muchos años atendiendo solo a los parroquianos de La Carlota, de pronto su fama se regó y ahora hay que hacer cola para conseguir mesa.

Otros más recientes, pero ya considerados como “de antes” son Aprile y San Pietro, que impusieron un toque de sofsticación y enriquecieron la comanda con nuevas recetas.

En esta categoría de italianos el caso de Vizio es diferente porque estuvo cerrado durante varios años después de una salida intempestiva del Celarg, para abrir recientemente en la Cuadra Gastronómica de Los Palos Grandes en un ambiente muy tropical, con renovado menú, pero los mismos propietarios, Claudia en la cocina y su hermano Tony Crisante en la sala, atendiendo a los amigos de siempre para ofrecerles sus linguini vongole o gamberoni con panceta e lenticchie, entre otras delicias y la novedad de un menú para el almuerzo con varias opciones entre entradas, principales y postre con una copa de vino italiano por el precio fjo de $ 40.

Los restaurantes de cocina árabe se han multiplicado casi igual que los lugares de sushis, hamburguesas y pizzerías, pero se mantienen los grandes clásicos como Damasco de los hermanos Jorge, Antonio, Hana y Sara Akkari, en Chacao; Tarabish de Zeina de Khabbaz en el CC Mata de Coco y el Club Líbano Venezolano con la chef María Mawad en Prados del Este.

La culinaria china continúa su oferta tradicional en casi todos sus restaurantes, pero si de especialidades se trata Chez Wong en la Plaza de La Castellana se lleva la palma donde destacan los platos entre picantes, dulces y agrios. La dinastía familiar que dejó el recordado Yuman Ley Wong, Tenedor de Oro de la AVG 2003, continuó con su hijo Yuman Ley Araya y ahora su nieto, Yuman Ley Useche. Su legado y las novedades se evidencian en la incorporación de una gran variedad de Dim Sum; conservando el pato laqueado, su plato estrella, así como las delicias de Buda o el Wo Pak, entre los más solicitados.

Igual es el caso de Salón Cantón, de vieja data y con varias sucursales en Caracas propiedad de los hermanos Acón, tiene una oferta ampliada de condumios diferentes al resto de lo tradicional chino.

DOC de Jean Paul Coupal en Los Palos Grandes, se inició como una ventana de los mejores productos venezolanos, por eso su nombre. Sin perder ese norte innovó su menú al incorporar al chef fnlandés Jiri Rönkä con sazón escandinava, quien nos presenta su culinaria, pero utilizando materia prima autóctona y sorprende con la crema de remolacha rostizada al estilo fnlandés con queso de cabra o unos lairenes en mantequilla.

La cocina nipona comenzó en Caracas con Avila Tei, en Chacaíto, hace 45 años; por eso es el más antiguo de los japoneses de la ciudad, enseñando sus especialidades que van más allá de sushis y tempuras. Actualmente, en la Torre Coinasa de La Castellana mantiene la tradición con un extenso menú de platos auténticos de esa milenaria cultura y la Embajada de Japón lo designó como representante de su gastronomía en nuestro país. Otro japonés, más joven, es Taiko en Las Mercedes, que mantiene su oferta.

Con sabores de la cuenca del Pacífco e infuencias Nikkei está Buddha Bar en Las Mercedes. Abrió sus puertas en 2015, pero después de un receso, presenta una tropicalización en el ambiente del amplio salón y terrazas abiertas. La carta es una esmerada selección del sudeste asiático de sabores acentuados en pescados, mariscos y arroces. Tienen la más variada oferta de sushis de la ciudad.

La culinaria francesa todavía mantiene un bastión en Caracas llamado Lasserre, en Los Palos Grandes. Tradicional, conservador con un menú de clásicos de todos los tiempos donde el pollo a la Kiev y el chateaubriand nos remiten a la alta cocina gala.

Un breve recorrido por los restaurantes de siempre, aquellos que no van con las modas, aunque no son esquivos a ciertos cambios, por eso se ganaron el califcativo de lugares “de toda a vida”. Su objetivo es brindar placer con sus comidas de calidad y buen servicio.

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